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17/01/2024

El hombre mosca (1923)

 



Ya que estamos en la semana del que llaman el día más triste del año, nada mejor que combatirlo con una comedia y si encima nos remitimos al cine cómico mudo mucho mejor para reírnos de todos aquellos que nos programan el calendario con tonterías. Para estas últimas, más vale elegir las que elaboró dignamente Harold Lloyd, un cómico a la misma altura que Chaplin o Keaton, pero que con el paso del tiempo fue cayendo en el olvido.

Curiosamente, Lloyd fue un actor bastante taquillero, él como persona caía bien a todo el mundo, ofrecía un aspecto algo distinto a sus colegas, se presentaba con esas gafas de concha (casi se puede decir que un antecedente de las de Woody Allen) que no se quitaba ni para dormir, un sombrero de paja y un rostro afeitado y pulido, todo ello hacía que su rostro encajara perfectamente en el de un personaje tímido y bondadoso que buscaba como podía un hueco en una sociedad hostil.

Hará 15 años salió en DVD toda una colección muy cuidada de sus películas editada por la Universal y revisada por su nieta, pero la colección enseguida quedó descatalogada. A partir de ahí, de tanto en tanto, salía alguna de sus comedias de aquella manera, hace un par de años volvía El hombre mosca tanto en DVD como en Blu-Ray y como hiciera Lloyd, también aquello era intentar que la voluntad triunfara en una sociedad cinéfila que cada vez depende más de las plataformas. Creo que ya no se encuentra a la venta, aunque quizá en alguna tienda más especializada o por alguna web haya alguna edición.

El hombre mosca era su cuarta película y en ella hay la famosísima escena de él escalando ese edificio y sosteniéndose en las manecillas de un reloj, homenajeada luego en Regreso al futuro o por los Coen en la infravalorada El gran salto. El argumento era sencillo, un joven de pueblo para intentar conquistar a su novia decide probar fortuna en la gran ciudad y ganar el dinero necesario para casarse, se pondrá a trabajar en unos grandes almacenes, ahí se hará pasar por uno de los jefes cuando su prometida viaja para verle.

Aunque la película, como la mayoría de las de Lloyd, está dirigida por Fred Newmeyer y Sam Taylor, lo cierto es que el actor las supervisaba, a ello se añade el nombre del mítico Hal Roach en el guion. Lloyd ya había escalado edificios en algunos cortos como High and Dizzi (1920), Look out below (1919) o Never Weaken (1921), la idea provino de una exhibición que él mismo presenció y contrató al héroe de esa hazaña Bill Strother para que saliera en la película.

Pero sería injusto únicamente pararnos en esta escena o como suele pasar en bastante bibliografía ponernos a hablar de si Lloyd se jugó la vida o si por el contrario había más de un trucaje. Fue una escena con riesgo para él y cualquier debate es prescindible, aparte que saberla convertir en un ejercicio cómico con todas esas palomas inoportunas, la pegajosa red, la mujer impertinente y muy especialmente agarrarse a ese reloj hace que poco nos importe si era una transparencia o si estaba rodada en otro edificio.

Igualmente injusto es detenernos solo en esta escena, hay gags totalmente celebrados como aquel en el se esconde bajo un abrigo colgado en una percha o el inicio en el que lo vemos detrás de la reja junto a un hombre con gorra de policía y la soga de una horca al fondo. Mientras su madre y su prometida se despiden de él, el travelling hacia atrás revela que se trata de la despedida en la estación de ferrocarril.

Les recomendaría que la tuvieran en DVD, no esperen demasiado de las plataformas ni hagan caso de si está en YouTube, nunca se sabe cuando la pueden quitar, de verdad que se llevarían una joya para ver más de una vez sin cansarse y quitarse estas depresiones de "lunes tristes" que nos impone esta sociedad de hoy en día con finalidades comerciales. Como curiosidad, fue objeto de una especie de remake con el mismo Lloyd, la cual no he visto, llamada ¡Ay, que me caigo!(Feet first, 1930)

21/01/2021

100 años de El chico de Chaplin: Risas y tal vez unas lágrimas

 

Se cumplen cien años del estreno de El chico de Charles Chaplin el 21 de enero de 1921 en el Carnegie Hall de la ciudad de Nueva York, dentro de una función benéfica. Para celebrarlo, "A Contracorriente Films", la reestrenará en cines restaurada en 4 K el próximo 5 de febrero. Fue el primer largometraje oficial de su autor y evidentemente un punto de inflexión en su carrera. Después de su etapa exitosa en la Mutual decidió que era hora de innovar y dejar a un lado los cortos para elaborar un largo. 

Ya establecido en la First National empieza a dirigirla en 1919 y se alargará un año por diversos problemas. En octubre de 1918, Chaplin se había comprometido en un matrimonio apresurado con una actriz de 17 años, Mildred Harris. La pareja tenía poco en común y el director se sentía bloqueado artísticamente y sufrió un trauma agudo cuando quedó embarazada y dio a luz a un niño deforme, que murió después de tres días. Una semana y media después de que enterraran a su propio hijo, comenzó a idear lo que sería su primer largo, aquello le hacía tener de nuevo ilusión y la historia en la que el pequeño vagabundo se convertiría en el padre sustituto de un niño abandonado también le haría recuperar su creatividad artística.

 Uno de los pilares de la obra es sin duda Jackie Coogan, actor infantil que empatiza perfectamente con él. Las escenas con los dos juntos alcanzan una de las cotas más entrañables y sensibles de la historia del cine, más de uno tenemos en casa algún póster con ellos y seguro que si van a cualquier tienda  verán alguno.









 La química fuera de la pantalla era tan fuerte como su relación dentro. Todos los domingos, durante las primeras semanas de rodaje,  lo llevaba a parques de atracciones y otras actividades. Algunos han visto su relación  como un intento para reclamar su propia infancia infeliz, mientras que otros la han interpretado en un intento de refundir a Coogan en el niño que acababa de perder. Charlie T. Robinson escribió lo siguiente: "Yo sé de modo cierto que el asunto de El chico no es, en realidad, más que un capítulo de la infancia de Charles Spencer Chaplin. El mismo Charlot me lo afirmado, y que yo sepa, es ésta una confidencia que nunca hizo a nadie más."

 Para los devotos de Chaplin, entre los que me cuento, esta es quizá la película que más veces hayan visto, reúne toda una serie de características  sabiamente encajadas que la convierten en una obra de arte donde como dice el rótulo del principio, soltaremos sonrisas y alguna que otra lágrima, caracteristica chapliniana por excelencia. Sobre su obra diría: “Quería hacer un filme serio qué, entre muchos incidentes cómicos o burlescos, encerrase una ironía capaz despertar la piedad con un sentido de sátira que destacara los aspectos más bufos” 

En El chico observamos varios temas, Chaplin perdona la acción de la madre, que pasa del suicidio al arrepentimiento y a buscar a su hijo abandonado, en cambio deja de lado al padre, el cual parece arrepentirse durante varios segundos cuando por error tira una foto de ella al fuego, pero inmediatamente la vuelve a arrojar. La reivindicación de una caridad real y no fingida está presente en cada uno de los fotogramas, se critica el poco cariño hacia las personas con detalles como el de una maternidad cuyas puertas parecen las de una cárcel, o asimismo el camión del orfanato que más bien parece llevar ganado.

 

Hay señales de cierto cristianismo también, no más comenzar vemos la silueta del Cristo llevando la cruz, se bendice la mesa (algo que Coogan hacía de una manera entrañable y graciosa), reza antes de acostarse, el sueño final con los personajes vestidos de ángeles y la entrada de los demonios… Precisamente en esta escena última se puede hacer una lectura de que todos en un principio somos buenos, pero que el mal es el que ha ido entrando como si la tentación de Eva siguiera en la sociedad. En cuanto escenas inolvidables, seguramente estarán pensando en la del niño rompiendo cristales a pedradas y dándose a la fuga para que luego aparezca Charlot que pasaba por ahí y ofrecerle sus servicios.

   

Otras que han pasado a la historia son todas aquellas en las que los dos, como he mencionado antes, aparecen juntos, ya sea cuando le hace la comida (divertida inversión de papeles), la moneda del contador de gas, la escena amorosa con la vecina que es la mujer del policía o aquellas persecuciones por los tejados que forman parte ya de la historia del cine. 

 

En todas sus películas siempre hay un momento que alcanza tal cota de sensibilidad que es imposible no soltar alguna lágrima ni llegar más alto, muchos pensarán en el momento en que se llevan al niño al orfanato, pero yo me quedo con la escena de cuando la madre va a visitar a los niños de la calle y coge a  uno delante de la casa de él sin saber que es ahí donde está, de pronto la puerta se abre y sale él.

   

El Chico fue un éxito en taquilla y Chaplin que había fundado la "United Artists" mientras la rodaba daría un nuevo impulso a su carrera. No obstante, Charles Chaplin sufrió el divorcio de su primera esposa, Mildred Harris, mientras rodaba esta película, la cual quiso secuestrarla, es por este motivo que la tuvo que finalizar en secreto en un estudio. 

 Curiosamente en El Chico aparece la que sería su segunda esposa, Lita Grey, que interpreta a un ángel tentador del sueño y que tenía 12 años. Empezó a tener una aventura con él a los 14 y lo engañó para que se casara con ella cuando tenía 15 diciendo que estaba embarazada, a pesar de que era falso. Se divorciaron dos años después y dio a luz a dos hijos durante su matrimonio.

 Como norma habitual en sus películas, les puso música a principios de los 70, para esta creó una partitura que más de uno conocerá porque ha sido utilizada varias veces en campañas contra carteristas en el metro de Barcelona y en otras ciudades también la he escuchado en espectáculos ambulantes. Contiene también una variación de la Sinfonía nº6 de Chaikovsky

   

Para todo aquel que no la conozca o que quiera de nuevo reír y soltar alguna lágrima tiene una cita en los cines en breve para volver a disfrutarla en pantalla grande, siempre que las circunstancias actuales nos lo permitan. Esperemos también que pronto puedan volver a salir en DVD/Blu-ray sus películas, ya nos dieron una gran alegría cuando salieron con los inicios del DVD y repletas de extras y gran calidad. El listón está alto para "A Contracorriente"

15/01/2021

Cecil B.DeMille, el hombre que convirtió el cine en el mayor espectáculo del mundo

Con motivo de los 125 años del cine, algunos programas cinematográficos han ofrecido listas, ya sea de las mejores películas o de actores para recordar. En el veterano programa “La finestra indiscreta” (La ventana indiscreta) de “Catalunya Ràdio” aprovecharon el número redondo para sacar una de directores y preguntaban a quienes echábamos en falta o, por el contrario, a quienes eliminaríamos, véanla pulsando aquí Hacer este trabajo siempre es complicado, el mismo Àlex Gorina ya lo reconoce en su escrito que es imposible, discutible e injusta.

 Repasé el listado varias veces y ver los que faltaban para mí, de pronto me vinieron unas imágenes, eran las de la apertura del mar rojo de Los diez mandamientos de 1956 y quien había hecho posible eso era un hombre llamado Cecil B. DeMille, muchos siglos después de que Dios así lo dispusiera... Incluso tal director lo hizo dos veces, ya me permitirán la broma,pues había realizado una versión muda de 1923. Hay nombres que forman parte de la historia del séptimo arte, nos gusten o no sus películas o no comulgáramos con su ideología, por eso sorprende cuando no se mencionan. En este artículo repasaremos su obra.

 

 Recuerdo la primera vez que vi la película con Heston como Moisés, fue en los 80 y en la tele autonómica catalana TV3, que por aquel entonces era un canal innovador y de bastante calidad, diferente al actual. Nunca la he podido ver en el cine, a eso le tendré que dar las gracias a los programadores de las Filmotecas, al menos una vez en la vida se tendría que poder ver…

 Un tiempo después, una incipiente Tele 5 emitió El mayor espectáculo del mundo un Sábado Santo por la tarde, la vi y el reloj parecía que se había acelerado, los 150 minutos habían sido eclipsados, ni tan siquiera los cortes publicitarios (recordemos que cortaban cada 15 minutos la película) la habían alargado. ¿Pero quién era ese hombre llamado Cecil Blount De Mille? Pues comenzaremos con el tópico de decir la fecha y lugar de nacimiento, 1881 y Ashfield (Massachusets). Leyendo libros nos encontramos con dos datos primeros importantísimos, uno es que en 1913, con Jesse L. Lasky y Samuel Goldwyn forman la Lasky Film Company (que sería la Paramount Pictures) y en 1914 se fue al oeste a California para rodar un western The Squaw Man (1914), el primer largometraje producido en Hollywood oficialmente 





 Solo por esto ya se le tendría que mencionar, para más de uno es el inventor de la fábrica de los sueños.  Que dirigiera también bancos le hizo pensar en lo comercial, sacar el mayor rendimiento posible a las estrellas y qué quería ver el gran público para llenar la caja, lo cual provoca que más de uno vea en DeMille un director menor y para nada un autor, se equivocan y bastante. A eso hay que añadirle su ideología, algo que no debería influir en la valoración de sus películas.Era republicano conservador y anticomunista activo.
 En 1952 intentó que Joseph L. Mankiewicz fuera destituido como presidente del Gremio de Directores ya que no comulgaba con sus ideas, pero se encontró con la oposición de George Stevens y John Ford que lograron bloquear tal acción. No obstante, no era tan fiero el león como lo pintan, Edward G. Robinson dijo que Cecil B. DeMille salvó su carrera al contratarlo para Los diez mandamientos, había sido incluido en la lista negra por su activismo político de izquierdas, y las ofertas de trabajo no llegaban como resultado. DeMille contratando a Robinson para esta película socavó la lista negra de Hollywood. 


Dejemos la política y repasemos su carrera cinematográfica. En aquellos tiempos de cine silente, el director transformó a Geraldine Farrar, la soprano más famosa del momento en una estrella, con él hizo Carmen, una adaptación que resumía perfectamente el popular drama de Mérimée y en el que ya daba muestras de dominar las masas, incluso los curiosos la pueden ver en la adaptación que hizo de María Rosa, sí la obra de Àngel Guimerà. 




 Si no conocen a DeMille, lo habrán visto quizá en la famosa escena del coche de El crepúsculo de los dioses con Gloria Swanson y dirigida por Billy Wilder. Fue una de sus actrices favoritas y rodó películas que hoy en día pueden sorprender en su carrera como Macho y hembra (1919) o ¿Por qué cambiar de esposa? (1920), antes de convertirse en el fabricante de grandes espectáculos aun mudos como El rey de reyes y la versión ya citada de Los diez Mandamientos

 

Dentro de esta etapa muda destaca La marca de fuego (1915), que le dio cierta notoriedad entre los críticos e intelectuales europeos porque vieron en esta, nuevas posibilidades para el aun incipiente arte.

   

Pero DeMille prefirió caminar por otras sendas como la de las colosales reconstrucciones históricas y al año siguiente rueda Juana de Arco con la que consigue un notable éxito y las señas de lo que será su posterior cine con mucho dominio de temas pasionales, no ceñirse solo a los hechos auténticos y en definitiva ofrecer todo un espectáculo que cautivaba al público.

   

 A esta sigue La olvidada de los dioses con una historia alrededor de Hernán Cortés donde de nuevo la veracidad quedaba relegada por escenarios exóticos y amoríos imposibles. De Mille había encontrado la fórmula que empleó y que hizo que la gallina le fuera poniendo huevos de oro en cada realización.




 Su ambición va más allá y en 1923 rueda su primera versión de Los diez mandamientos. La "Ciudad de los Faraones" fue construida de madera y yeso en las "Dunas de Guadalupe", al norte de L.A., los conjuntos presentaban cuatro estatuas de 35 pies de altura del faraón Ramsés, 21 esfinges de cinco toneladas y murallas de más de 120 pies de altura. Un ejército de 2.500 actores, extras, carpinteros, yeseros, pintores, cocineros, personal y miembros del equipo de cine habitaron el set durante tres meses, alojado en un campamento virtual del ejército que contó con casi 1.000 tiendas de campaña. (3.500 animales, utilizados para recrear las escenas del antiguo Egipto, fueron alojados en un enorme corral del campamento.) 

 

Al finalizar el rodaje todo quedó arrasado y enterrado, De Mille dijo que: “Si dentro de 1.000 años, los arqueólogos cavan bajo las arenas de Guadalupe, espero que no se apresuren a publicarse con la increíble noticia de que la civilización egipcia se extendió hasta la costa del Pacífico de América del Norte". En 1983, el documentalista Peter Brosnan localizó los restos de los decorados todavía enterrados bajo las dunas. Actualmente está reconocido como un espacio arqueológico oficial por el estado de California y Brosnan ha estado tratando durante muchos años de recaudar dinero de los estudios de Hollywood para ello. El efecto de la separación del Mar Rojo fue creado mediante la colocación de dos bloques de gelatina azul lado a lado, calentándolos hasta que se derritieron. 

 

 Sin embargo, esta versión contaba con dos partes bien diferenciadas, una era la historia de Moisés, pero después se añadía toda una historia entre la envidia de dos hermanos para mostrar la eficacia de los mandamientos en la vida moderna. Hoy en día choca bastante esta trama, incluso en su momento fue criticada por nada menos que John Ford que le dijo que estaba convirtiendo el cine en un púlpito. La película fue un éxito y DeMille se puso a trabajar en rodar una historia de Jesucristo con los mismos parámetros, se llamaría El Rey de Reyes (1927) (no confundir con la de Nicholas Ray, la cual no es ningún remake como se suele escribir a veces).

 Se comprometió tanto que donó todo su salario para la caridad. Sus dos estrellas, H.B. Warner y Dorothy Cumming, estaban obligadas a firmar acuerdos que les prohibían aparecer en papeles cinematográficos que pudieran comprometer sus imágenes de pantalla "santas" durante un período de cinco años. DeMille también ordenó que no se les viera haciendo ninguna actividad "no bíblica" durante el rodaje de la película. Estas actividades incluían asistir a juegos de pelota, jugar a las cartas, frecuentar clubes nocturnos, nadar y montar en descapotables.

   

La película la realizó cuando dejó Paramount y organizó su propio estudio, el cual se desplomó después del crack bursátil de 1929. En España se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid y las crónicas de la época hablaban de un espectáculo como nunca se había visto, aparte de intentar convencer que todo había sido revisado por la Iglesia: “La visión creada por DeMille conmueve, admira, sobrecoge, al espectador sin que este vea desmerecer el espectáculo ante sus ojos de creyente, escollo dificilísimo salvado con cuidadoso e insuperable tacto. No en vano esta película se ha filmado bajo la escrupulosa vigilancia de autoridades religiosas” (Diario Estampa 1928). En los últimos años ha aparecido en YouTube en copias con más o menos fortuna donde pude verla. Por desgracia no ha sido editada en España, aunque sí en Francia o Italia, y las plataformas de las que tanto hablamos parece que ni la conocen o ni se habrán esforzado en buscarla, y eso que hay una edición Criterion. Doy fe de que es un gran espectáculo que todo cinéfilo debería ver.

 Después de este gran éxito tanto de público como de crítica, rueda La incrédula donde experimenta uno de sus pocos fracasos, a pesar de ser bastante valorada. El director volvió a dejar la Paramount en 1929 en busca de mejores arreglos financieros. Firmó un fallido contrato de tres películas con MGM. La primera fue Dinamita (1929), la segunda, su único musical Madame Satán que no obtuvo el resultado en taquilla esperado, y la tercera El prófugo (1931). 

 

 La MGM no estaba contenta con él y quiso parar la producción, pero él les convenció al decir que costaría tanto completarla como detenerla. DeMille volvería a su casa, la Paramount, aquello le había afectado, pero su mejor etapa estaba por venir. Dado que sus películas anteriores habían sido un fracaso de taquilla, aceptó trabajar en el proyecto de El signo de la cruz (1932) con un salario drásticamente reducido y con un presupuesto más ajustado de lo que parecía razonable en ese momento.

 

La Paramount todavía tenía trajes de Los diez mandamientos (1923), y se le ofreció la oportunidad de usarlos para mantener bajos los costes de producción. Tuvo problemas con la censura, Will H. Hays le presionó para que abandonara el baile seductor de Ancaria en la escena de la orgía, pero se negó rotundamente. Los censores recortarían partes como el carro que saca los cadáveres de la arena, un gorila bailando alrededor de una niña semidesnuda, elefantes pisoteando a los cristianos y levantándolos con sus colmillos, cocodrilos a punto de comerse una chica atada, etc. Afortunadamente, estas escenas se pueden ver en la versión restaurada. 

 

 La película fue un éxito, aunque con el tiempo se fue olvidando, en parte por el éxito de Quo Vadis (1951) que contaba una historia similar. El signo de la cruz trataba sobre el incendio de Roma del emperador Nerón, el cual decide culpar a los cristianos y publica un edicto por el cual todos ellos deberán ser arrestados y enviados a la arena del circo. Entre los detenidos se encontraban dos viejos cristianos y la hermosa hija de uno de ellos, de la que se enamora Marco: el más alto funcionario de Roma.

 Charles Laughton interpretaba a Nerón, para Popea eligió deliberadamente a Claudette Colbert que hasta entonces había estado interpretando papeles inocentes, y este fue su primer papel “perverso”, Fredric March sería el prefecto de Roma Marco Superbo y Elissa Landi haría de Mercia. Tras rodar las películas This day an age (1933) y Four frightened people (1934), llega ese mismo año otra de sus realizaciones más recordadas, Cleopatra con Claudette Colbert.

   

El jefe de Paramount, Adolph Zukor, quería que DeMille repitiera el éxito de El signo de la cruz  y le dijo que tenía que hacer otra epopeya histórica con mucho sexo en ella. En 1934, el Código Hays solo se estaba implementando, así que se aseguró de hacer alarde de sus restricciones. Decide abrir la película con una chica esclava aparentemente desnuda pero estratégicamente iluminada sosteniendo un quemador de incienso en cada mano mientras el título aparece en la pantalla. Las escenas amorosas eran plenamente pasionales y los modelos que llevaban los actores se consideraron osados. Se abría el debate sobre si DeMille estaba haciendo grandes películas o monumentos al mal gusto, pero de lo que no hay duda es que el público llenaba las salas y se hablaba de ellas.


El crítico Alexandre López escribiría en "Mundo diario" lo siguiente: "Una gozada sin límites, una pasada, un talento para hacer realidad lo imposible y divertir a toda costa. Es una obra magnifica. Búsquenle el genio a ese loco DeMille y hallarán la grandeza de su discutible y afortunado paridor de hermosísimos fetos". Ángel Comas en La Vanguardia (6-3-93) escribiría: "En Cleopatra deslumbró a los censores con sus escenas de masas y le fue colando bailes y escenas de tono subido. Demostró que era un maestro de la fabulación, un auténtico autor de cine, capaz de convertir la historia o la religión en grandes espectáculos." Fue la primera película de DeMille en ser nominada al Oscar a la mejor película, la fotografía de Victor Milner fue recompensada con la preciada estatuilla. Después de Cleopatra vendría otra gran película, Las cruzadas (1935) sobre las andanzas del rey Ricardo Corazón de León

 

Esta película marcó la continuación de la amistad de toda la vida del director Cecil B. DeMille y su colaboración con el actor Henry Wilcoxon, que comenzó el año anterior con Cleopatra (1934). Wilcoxon se convirtió en un rostro habitual en sus películas.

 

Las Cruzadas fue otro gran éxito, aunque la critica la seguía tachando de poco verosímil en el tema histórico. Una de las anécdotas más llamativas es que consiguió que incluso el público musulmán aplaudiera la cinta por el respeto con el que les había tratado. Pasan dos años y vuelve con un western Buffalo Bill.

   

John Wayne deseaba mucho el papel de Wild Bill Hickok, que estaba seguro de que lo convertiría en una estrella, pero el director Cecil B. DeMille prefirió a Gary Cooper en su lugar e hizo la mayoría de sus propias acrobacias, incluida la toma en la que montaba "colgando" entre dos caballos. Volvía a demostrar un gran dominio de las masas, 2.000 actores indios se utilizaron como extras para la secuencia de la masacre de Custer. Dirige después Corsarios de Florida (1938), Anthony Quinn, yerno del director y que aparecía en esta, dirigió el remake de esta en 1958 Los bucaneros, al hallarse enfermo DeMille, que moriría al año siguiente. 

 

La historia se centraba en Nueva Orleans (1812) cuando sus habitantes -liderados por el pirata Lafitte y el general Andrew Jackson (después presidente de los Estados Unidos) resistieron el asalto de los ingleses. Se basaba en el libro Lafitt, el pirata de Lyle Saxon. Participaron más de 10.000 extras y se rodó tanto material que tardó tres meses en ser convertido en película en la sala de montaje, algo inédito en el Hollywood de esa época. Al año siguiente vuelve al western con Union Pacífico sobre la construcción del famoso ferrocarril. 

 

 Según una noticia en "The Hollywood Reporter", Cecil B. DeMille dirigió gran parte del filme desde una camilla, debido a una operación que tuvo meses antes. Sin embargo, los registros de estudio indican que se desplomó por la tensión de dirigir tres unidades simultáneamente, y la utilizó durante unas dos semanas. Esta fue una de las películas elegidas de Hollywood para representar a los Estados Unidos en lo que habría sido el primer festival de Cannes en septiembre de 1939. Debido a la guerra, el evento fue pospuesto hasta 1946. En 2002, un jurado retrospectivo examinó algunos de los títulos que habían sido elegidos para 1939 y otorgó a la película  una tardía Palma de Oro. De nuevo la espectacularidad se hacía presente con una inolvidable secuencia de descarrilamiento. 

 Llegamos a la década de los 40 y realiza Policía montada del Canadá sobre las aventuras de tres hombres y dos mujeres en Canadá durante la guerra civil norteamericana que buscan a un fugitivo de la ley. Fue su primera película Technicolor y en ella inició una práctica que seguiría en sus siguientes producciones, la de narrar partes de la historia él mismo. 





 En 1942 dirige Piratas del Mar Caribe sobre la lucha en 1840 contra los piratas que actuaban en la costa de Florida. A John Wayne no le gustaba Cecil B. DeMille ya que lo había rechazado en Buffalo Bill y aunque estaba contento de haber sido elegido en una película tan importante, no estaba contento con su papel y una vez se quejó de que sólo estaba allí para hacer que Ray Milland pareciera un "hombre real".

 

Las tomas de los calamares envolviendo sus tentáculos alrededor de los actores se hicieron desenvolviéndolos y mostrando la película al revés. 

 

 Dos años más tarde Por el valle de las sombras, un relato de los esfuerzos de un doctor para salvar vidas en la Marina estadounidense durante la guerra en el Pacífico contra los japoneses. Tuvo la idea de la película después de enterarse de la heroicidad del Dr. Wassell en una de las emisiones de radio del presidente Roosevelt el 28 de abril de 1942, por eso DeMille aparecía en el tráiler y le contaba a la audiencia cómo se hizo la película, después de escuchar al Presidente en la radio. 

 

Tres años más tarde vuelve con Los inconquistables, que trata de las aventuras en el siglo XVIII de una convicta inglesa que es deportada a las colonias americanas. Marcó su última colaboración con Paulette Godard, se enfureció con ella cuando se negó a hacer un truco que le requirió que le lanzaran bolas de fuego y se vio obligado a usar a una acróbata que acabó quemada. De nuevo rompía taquillas y fue la película estadounidense más taquillera de 1947. El filme sumaba aventuras, western, drama, acción, romance y guerra y trataba una época poco tratada en cine, previa a la declaración de independencia. Como en otros filmes de DeMille, el tema central de la obra viene dado por la exaltación y defensa de la libertad y la condena de las trabas que esta encuentra en sus manifestaciones y en su ejercicio.




 DeMille volvería a hacer un espectáculo bíblico tres años más tarde con Sansón y Dalila con Victor Mature y una sensual Hedy Lamarr que lucía uno de los vestidos más sensuales que se hayan podido ver, obra de la gran Edith Head. Con una recaudación de veintiocho millones de dólares a nivel nacional, esta película fue el mayor éxito de Paramount Pictures desde Los diez mandamientos (1923).

   

Se necesitaron dos intentos para derribar la famosa escena del Templo de Dagon. Durante el primer intento, algunas de las cargas de dinamita no pudieron salir a tiempo y tuvo que ser reconstruido para volver a rodarla. Las imágenes de ambos se pueden ver en la película completa.

   

Y llegamos a otro gran éxito y que supuso su único Oscar a la mejor película, nos estamos refiriendo a El mayor espectáculo del mundo (1952). 

 

Los derechos de uso del lema del título, las instalaciones de Ringling Bros y Barnum and Bailey, y sus actuaciones, fueron compradas por 250.000 dólares. Cecil B. DeMille aconsejó a los guionistas que vieran la película alemana Varieté (1925) como modelo para el tipo de historia que quería. Recorrió el Medio Oeste durante siete meses con el circo, coleccionando anécdotas, argot e ideas entre bastidores, aunque no vivía como ellos ya que disponía de unos remolques especiales provistos de 3 habitaciones, cocina, baños y un amplio comedor, con un servicio compuesto de cocinero y dos secretarias. 

 
Como dato anecdótico, fue la primera película que Steven Spielberg vio. Su padre lo llevó al teatro, prometiéndole un viaje al circo. Tenía seis años en ese momento y le marcó tanto que quiso dedicarse a dirigir. En la película de Spielberg de 2005 La guerra de los mundos se ve un breve clip de la escena del accidente del tren. 

 

A DeMille le había gustado una interpretación de Charlton Heston en el teatro de Julio César. Este estaba en los estudios de la Paramount cuando vio a Cecil B. DeMille y le saludó. El director comezó a hacerle preguntas que finalmente le llevaron a ser elegido el protagonista y cambiar su idea de que fuera Kirk Douglas o Burt Lancaster el director del circo. 

 

 Los actores tenían que hacer sus actuaciones sin extras, una de las escenas más recordadas es la de Gloria Grahame que tuvo que poner su cabeza debajo del pie de un elefante ante la mirada de pánico del entonces su marido, Nicholas Ray. 

 

Aparecía también un James Stewart maquillado como el payaso Botones que le había realizado la eutanasia a su mujer enferma terminal y estaba siendo buscado. La Legión de la decencia protestó porque veían que el personaje era demasiado afable y el público le defendía, también se quejaron de los trajes utilizados por los artistas del circo. 

 La película es guardada con cierta nostalgia por varias generaciones, sus continuas reposiciones en cines de barrio y luego en televisión hacían soñar a gente humilde que no podían pagarse la entrada de los circos y pasar una tarde de lo más divertida.

 Y llegamos al final de su carrera con Los diez mandamientos (1957) en la cual utilizó al menos 14.000 extras y 15.000 animales. Producida a un costo de 13 millones de dólares, se convirtió en la película más taquillera de Paramount Pictures en ese momento y durante muchos años, ocupó el segundo lugar solo superada por Lo que el viento se llevó (1939) como la más exitosa de la historia de Hollywood. 

 

 La montaña Paramount al principio de esta película era una versión estilizada del logotipo del estudio.  Retuvo su forma cónica, pero con un tono de granito rojo y una cumbre más angular bajo un cielo rojo nublado para sugerir la aparición del Monte Sinaí para esta película. Antes de los créditos iniciales, DeMille salió de detrás de las cortinas con un micrófono en mano y presentándola

 

Escogió a Charlton Heston porque tenía un parecido con la estatua de Moisés de Miguel Ángel, curiosidades del cine, luego hizo de él en la película de Carol Reed El tormento y el éxtasis 

 

 Mientras DeMille proyectaba la película Sombrero (1953), la cual usaba como prueba de pantalla para Nina Foch, vio a Yvonne De Carlo y dijo: "Esa es la cara que he estado buscando como la esposa de Moisés"

  

 Anne Baxter vio el papel de Nefretiri como una gran oportunidad para mostrar su atractivo sexual, se pensó inicialmente en Audrey Hepburn, pero la vio demasiada delgada para el papel. 

 

 Cuando a Yul Brynner le dijeron que interpretaría al faraón Ramsés II junto a Moisés de Charlton Heston, y que no tendría camisa en la mayor parte de la película, comenzó un riguroso programa de levantamiento de pesas porque no quería ser eclipsado físicamente.

  

 DeMille salvó al músico Elmer Bernstein al contratarlo, estaba sufriendo una marginación por sus ideas políticas que eran contrarias curiosamente a las del director, el músico siempre se lo agradeció, incluso lo volvió a contratar para que hiciera la banda sonora de Los Bucaneros. Gracias a él, hemos podido disfrutar de sus bandas sonoras, si no hubiera hecho la de Los diez mandamientos tal vez su nombre no lo conoceríamos.

 

 Al pedir permiso a las autoridades egipcias para filmar allí, se sorprendió gratamente al descubrir que eran fans de su película, Las cruzadas (1935). "Nos trataste tan bien (árabes en la película), que puedes hacer lo que quieras aquí ", le dijeron. Los efectos especiales de John Fulton ya forman parte de la historia del cine y  en una época que no se hacían por ordenador. Para la escena de Moisés abriendo el Mar Rojo el equipo de producción grabó la caída de agua en un gigantesco tanque en forma de U, instalado en los estudios de la Paramount, tomó planos laterales de la cascada de agua para dar mayor sensación de movimiento y reprodujo la imagen al revés. 

 

Si nos fijamos en la escena del mar Rojo y los efectos visuales de las nubes notaremos cierta similitud con los que utilizó Steven Spielberg para En busca del arca perdida. DeMille sufrió un ataque al corazón durante la producción. Se tomó solo dos días libres, y luego regresó al trabajo, en contra de las órdenes de su médico, para completar esta película de la cual escribió en los créditos que todo aquel que la viera visitaría la tierra prometida.

 Los diez mandamientos fue su testamento cinematográfico, espectacular compendio de todas las virtudes de este gran autor de la historia del cine. De Mille fue un avanzado a su tiempo, su testimonio lo recogieron luego directores como Spielberg. Sin DeMille, la Paramount no hubiera sido lo que fue y tal vez tampoco Hollywood la fábrica de sueños que fue y esperemos que pueda seguir siendo, tampoco famosas superproducciones que todos conocemos no se hubieran realizado tal vez y determinados productores ni se hubieran arriesgado a invertir... El séptimo arte le debe gran parte de su historia y ser recordado.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...