Si hace una semana analizábamos un perfil femenino confuso, retratado
por un director independiente a partir de un "best seller" y que se basaba a la vez
en un caso real (Buscando al Sr. Goodbar), esta semana repetimos esquema con Historia
de una monja (1959) sobre la vida de Gabrielle van der Mal (Audrey Hepburn) vista por Fred
Zinneman a partir de la novela homónima de Kathryn Hulme e inspirada en la vida de Marie Louise Habets.
Hulme la publicó en 1956 y ya rápidamente se tradujo a 12
idiomas (aquí traducida por Rafael Santos Torroella), la Warner se hizo con sus derechos y Zinnemann
eligió a Audrey Hepburn para dar vida a la bautizada en la congregación como la hermana Lucas,
hija de un cirujano de reputación que decide dejar su vida acomodada, ser monja y poder ir de misionera al Congo Belga. El guion fue de Robert
Anderson, un dramaturgo y novelista del que se había llevado al cine hacía poco
su obra Té y simpatía que traté en este blog. Contó en la dirección artística
con Alexander Trauner (Los niños del paraíso, El apartamento), en la fotografía
con Franz Planer que ya había retratado a la actriz en Vacaciones en Roma y posteriormente lo haría en Los que no perdonan, La calumnia y Desayuno con
diamantes. La espléndida banda sonora sería de un Franz Waxman que hasta
consiguió el permiso del Vaticano para inspeccionar sus archivos musicales, estudiar el gregoriano y crear unos temas que ayudan a entender la fe de ella y sus inquietudes.
Fue uno de los papeles por los que Audrey Hepburn sentía más
cariño, la actriz era belga como la citada hermana y le tocó padecer también
los horrores de la guerra, a ello se añade el paralelismo de ambas vidas cuando ella ya
retirada del cine fue embajadora de la Unicef y visitó lugares del Tercer
Mundo como Etiopía por lo que aun emociona más ver la película para todos los
que la admiramos. Por cierto, la ex-hermana verdadera trató con la actriz y la ayudó cuando esta sufrió una caída del caballo que le rompió la espalda en el rodaje de Los que no perdonan.
A pesar de la calidad del filme y que hasta lograra la "Concha de oro" del Festival de San Sebastián, da la sensación de no ser de esos
clásicos lo suficientemente valorados, a Fred Zinnemann se le ha criticado en
varias ocasiones su estilo gélido y determinada pretenciosidad. Aquí se sirve de una austeridad narrativa en su primera parte para retratar lo que hay detrás de
esas paredes del convento y penetrar psicológicamente en la vida religiosa. El
director es muy respetuoso con esta, no hay intenciones críticas ni
halagadoras, predomina incluso un aire como de documental, conmueven escenas que hubiesen pasado por alto con otro director como, por ejemplo, cuando le cortan el pelo, cabe recordar que
Zinnemann empezó por este género y con éxito al ganar un Oscar por Benjy.
Puede chocar a más de uno el filmar con tanta minuciosidad la liturgia, pero de no ser así, la sensación sería distinta como para poder entender la dualidad de la hermana Luke y empatizar con ella. Me remito a la película de la semana pasada (Buscando al Sr. Goodbar) comentada ya que guarda un parecido, ahí había una intención clara de Brooks de retratar al personaje que encarnaba Diane Keaton mucho en los bares y enseñando con pulcritud a los niños en la escuela con detalles a primera vista insignificantes para conectar con el personaje.
La segunda parte en el Congo tiene un ritmo ya distinto, el personaje del doctor que encarna Peter Finch le da mucho juego, aparte que este le da un cinismo especial en contraste con la sensibilidad de la protagonista, al dilema de si prevalece en ella el ser enfermera antes de monja, se une el conflicto entre fe y ciencia. Es interesante observar detalles de cómo suena la campana en el convento y cómo en la misión, así como el juego cromático entre ambos lugares. Hay escenas también totalmente inolvidables como cuando vemos a ella trabajar con ese microscopio o la entereza cuando aborda su enfermedad, solo una actriz como Hepburn podía hacer creíbles sus roles y dotarles de la carga emocional requerida.
Creo que también hay el debate sobre si Historia de una monja es una película religiosa, la pregunta podría hasta parecer de Pero Grullo. Lo cierto es que es un retrato duro, pero realista de lo que significa
un tema tan complejo, y que las personas laicas no podemos tampoco entender del todo, como es la vocación religiosa. No hay nada de alegría en plan "Hermana Dominique" tocando la guitarra o Whoopi Goldberg con sus coros. Sin embargo, a pesar de las dificultades, la Hermana Lucas no pierde la fe. Reitero que Zinnemann no entra a valorar, creo que este uso no estereotipado de una monja hace de esta una de las películas donde mejor se trata a la religión (en este caso la católica) y se puede reflexionar sobre ella, resultan poco apropiados los comentarios que la tachan de todo lo contario.
Hay temas como el del padre misionero que había tenido una vida anterior con una misionera. La copia vista se presenta con un doblaje efectuado en 1984 para un pase en TVE. Deduzco, pero no puedo afirmar, que la censura cortaría algunas escenas como estas (Por cierto, la Hepburn es doblada por María Massip que años más tarde diera vida a la Madre Vicaria en Canción de cuna de José Luis Garci).
Por último, tenemos que partir también del material real, no fue el director el que decidió que ella colgara los hábitos, aunque sí nos regala un plano final tan bello como dramático en el que se refleja una mujer que a pesar de que había decidido lo que verdaderamente quería, seguiría sintiéndose fracasada.
Se estrena este viernes El sol del futuro, la última de Nani
Moretti y que ha sido muy alabada entre la crítica, cuenta la historia de
Giovanni, realizador italiano reconocido y de gran prestigio, pero que
parece de otra época y al que le está costando levantar su último proyecto, una
película ambientada en 1956 cuando una compañía húngara llega a Italia huyendo de Hungría.
Más de uno ha visto en ella una crítica al actual cine de
plataformas como Netflix y un homenaje al mundo felliniano de concebir el
séptimo arte. Lo cierto es que dan ganas ya de verla y quizá por eso se ha
tenido la idea de reponer una de sus películas más famosas estos días en algunos cines: Caro Diario (1993).
Probablemente, aquel fuera el título con el que muchos
supieran quién era Nani Moretti, la trama era como una especie de "road movie" y
tres episodios donde el realizador con su moto iba desgranando varios aspectos
de su tan amada como odiada Italia con cierta acidez, no le faltaba el homenaje
a Pasolini pues en un momento se iba a la playa donde fue asesinado, tampoco se
olvidaba de guiños cinéfilos y se atrevía a imitar el bayón de Ana de Silvana
Mangano. Me hubiera gustado verla en pantalla grande estos días, pero un
inconveniente me lo ha privado, así que decidí recuperar otra de él: La misa ha
terminado.
Y si antes he dicho lo de "probablemente" era porque esta es 8
años más antigua que aquella y encima se llevó el Oso de plata del Festival de
Berlín, pero, sin embargo, en España se estrenó con seis años de retraso y en
unas fechas poco recomendables como las Navidades, por lo que apenas tuvo
repercusión. No le faltaron admiradores, Vicente Molina Foix la calificó de
“obra maestra absoluta”, hará ya una década la pude ver en el programa que
presentaba Juan Manuel de Prada de "Lágrimas en la lluvia", pero no me acabó de
convencer, así pues le di esta segunda oportunidad para que pudiera corregir
mis errores de apreciación.
El argumento ya lo hemos visto
en otras formas, pero no en un fondo tan amargo y dramático, aunque el director siempre suele recurrir a la esperanza en sus filmes. Tras ejercer sus funciones en una isla del sur de Italia ,un
joven sacerdote es destinado por sus superiores a una parroquia de Roma. Allí
se reencuentra con su familia y sus amigos e intenta, en la medida de sus
posibilidades, cambiar las cosas, pero el fracaso le acecha, y su posterior
crisis personal y profesional le hacen cuestionarse su labor dentro de la
Iglesia.
Las
andanzas de este cura más bien sirven de pretexto para radiografiar una
sociedad en plena crisis de valores, Moretti se ha declarado ateo más de una
vez, pero respetuoso con la Iglesia, aunque no le han faltado sus críticas como
en Habemus Papam, pero de aquella manera, sin tampoco ofender demasiado. Aquí lo vemos
bien ensotanado, quizá una imagen que ha quedado algo desfasada cuatro décadas
después ya que son pocos los que así van, aunque tampoco da demasiadas pistas
si es un cura conservador o progre.
A Moretti no parece importarle demasiado esta cuestión y se
centra más en el aspecto psicológico que no el moral, enseguida nos muestra sus
frustraciones, le han dado una parroquia fea, con goteras y a la que no va
nadie porque la gente prefiere ir a otra más cercana y que según sus
monaguillos está mucho mejor, sin embargo hay otra razón y es que el anterior
párroco no quiso cumplir con el celibato y formó una familia curiosamente
delante de la parroquia, algo que le molesta. Eso sí, no esperen ninguna mala
palabra contra el Obispo, el director saca los temas y deja que sea el público quien juzgue, la libertad ideológica es quizá el mayor logro de toda esta historia.
Poco a poco vamos conociendo su vida familiar, su padre está
siendo infiel y ha conocido a una chica treinta años más joven, la madre sufre y
le toca padecer, la
hermana ha quedado embarazada y quiere abortar, algo de lo que evidentemente se
opone incluso amenazándola con matarla y luego suicidándose él en una frase que suelta con una expresividad ambigua.
A pesar de su juventud, Moretti capta que no está nada
contento con su trabajo. Le vemos fatigado, harto, con mal humor, ni siquiera
se reserva algún buen sermón para lucirse, cumple demasiado a rajatabla lo de poner la otra mejilla... La única manera en la que parece disfrutar es
cuando juega con los niños a pelota, fíjense que incluso en estas escenas va sin la sotana.
A pesar de que en muchos sitios está anunciada como una
comedia, no lo es, ni siquiera un drama, Moretti sigue un estilo que
casi diríamos minimalista y que puede provocar que la película no nos diga
absolutamente nada y hasta nos decepcione. Quizá esta sea la razón por la que
La misa ha terminado no me ha convencido en esta segunda ocasión, así como en
otras películas del director he encontrado momentos ácidos que me han ayudado a
entrar en los personajes y en su carga crítica o haber sabido mostrar un
dramatismo sin caer en la sensibilidad como en La habitación del hijo, aquí no
hallo momentos para recordar especialmente, sino más bien un compendio de lo que luego perfeccionaría.
Ojalá tuviera la crítica de Molina Foix delante y en una
tercera vez hallar la que él define como obra maestra absoluta, de momento
intentaré disfrutar de su última película, las expectativas se han puesto
demasiado altas.
Esta semana vamos a celebrar cumpleaños, que ya toca, y lo
hacemos con un gran actor que acaba de cumplir 93, el gran Gene Hackman. En las
redes algunos han preguntado cuál es su mejor película, yo lo tengo claro en mi
favorita: La aventura del Poseidón, el actor construye un personaje bien
complejo y que se aparte del típico héroe protagonista de este tipo de
producciones al interpretar a un predicador cuyo obispo ha “desterrado” por sus
ideas que chocan contra cierta religiosidad superficial, él propone que el ser
humano creyente se enfrente a sus propios problemas sin necesidad de tener que
estar rezando para pedir ayuda, pues cada uno ya lleva en sí una parte de Dios
La película está basada en una novela de Paul Gallico,
nombre que probablemente no les suene de nada, el musical Lilí, las películas Loco por el circo o El orgullo de los Yanqui son historias suyas y situadas en
las antípodas de la que hoy tratamos. Se inspiró en un viaje que hizo en el Queen Mary, cuando estaba desayunando en el
comedor, el transatlántico fue golpeado por una gran ola, enviando personas y
muebles al otro lado del barco y en otro accidente que tuvo durante la Segunda
Guerra Mundial. Repleto de tropas estadounidenses con destino a Europa, el
barco fue golpeado por una gigantesca ola en el Atlántico Norte, aunque no
llegó a volcar.
En 1970 y raíz del
éxito de Aeropuerto, volvió a ponerse de moda el género catastrofista aderezado
con historias entre los personajes, películas de los 50 como El cielo coronado o
The Hight and the Mighty habían sido buenos antecedentes. La FOX se apuntó a
ello y empezó a pensar en llevar a la pantalla esta novela publicada en 1969 para conseguir un gran éxito de taquilla, el
estudio estaba en plena crisis a raíz del fracaso de Cleopatra y de ir
encadenando desastres comerciales sin parar como El extravagante doctor Dolittle (1967), La estrella
(1968) y ¡Hello, Dolly!(1969).
Con la producción del mítico Irwin Allen, contó con el guionista Stirling Silliphant que
había tenido gran repercusión por En el calor de la noche y luego se
especializaría en este género escribiendo El coloso en llamas, El enjambre o El
día del fin del mundo. El otro guionista fue Wendell Mayes que comenzó
escribiendo westerns, para luego colaborar con Otto Preminger. La dirección
recayó en el británico Ronald Neame, un nombre olvidado y que cuenta con
películas notables como El millonario, Ladrona por amor o el musical Muchas
gracias, Mr.Scrooge.
Habrán notado que es una combinación de nombres algo
extraña, pero el resultado final fue satisfactorio, el reparto estaba lleno de
estrellas en su segunda etapa: Ernest Borgnine, Red Buttons, Shelley Winters…Y
otras más jóvenes: Stella Stevens, Roddy McDowall, Carol Linley y un Gene
Hackman que contaba con solo 42 años, aunque ya llevaba 11actuando, pero que acababa de
tener un gran éxito en su papel de French Connection.
La aventura del Poseidón engancha enseguida, los primeros
quince minutos son modélicos, el espectador se prepara para una catástrofe
inmediata sin necesidad de alargar la tensión mucho y de paso ve las distintas
personalidades de sus protagonistas que consiguen una gran empatía. Hackman
mantiene una conversación con otro sacerdote en el que contrastan sus ideas, él
está contento de su destierro pues, ahí donde lo ha mandado el obispo, podrá
ejercer con libertad su función, se le nota que cree verdaderamente en Dios, las circunstancias le convertirán en una especie de Moisés en el barco.
Por otro lado tenemos al matrimonio mayor con una Shelley Winters que tuvo que
engordar para el personaje y que encarna a una antigua campeona de natación. Por
otro lado, tenemos la pareja formada por Ernest Borgnine, un policía
cascarrabias que ha encontrado el amor con una mujer de mala reputación
encarnada por Stella Stevens. Un personaje solitario y bondadoso, que se
encargará de ir aliviando la tensión, interpretado por Red Buttons y que ayudará
mucho al personaje de Nonnie encarnado por Carol Lynley a seguir adelante. Por otro lado, tenemos
el personaje de Roddy McDowall, clave para guiar a los supervivientes.
Aparte
de estos, también destaca el capitán del barco encarnado por un Leslie Nielsen
antes de coger la fama por las películas de Agárralo como puedas, ya era
popular en los EEUU, pero más en la televisión que no en el cine, su personaje
se verá obligado a ir en contra de sus pensamientos.
Las casi dos horas de metraje pasan enseguida al estar todo
muy bien medido, se van creando situaciones de tensión unidas a otras con una
fuerte carga emotiva, no se preocupen que en este blog no les fastidiaré nada
de lo que va ocurriendo…Sí que quiero destacar el duelo interpretativo entre
Hackman y Borgnine, la espiritualidad del primero y querer sacrificarse para ayudar
a todos, en contraste con el egoísmo del segundo, tozudo y criticando todo el
rato, incluso su mujer demuestra poco compañerismo en una escena pasando por
delante de Shelley Winters a la que llama “Vieja gorda que es capaz de
atascarse y no poder pasar yo”. Esta frase tiene otra contrapartida con una que
pronuncia el niño, hay un momento que los han de ir subiendo en una cuerda y él
ayuda a ella diciéndole que no se preocupe que con su padre pescó un pez de 300 kilos, en
otra escena le pide perdón y ella muy comprensiva le dice que con todo lo que
está sucediendo y él preocupado por si la ha ofendido.
A excepción de las secuencias más peligrosas, todas las
acrobacias fueron realizadas por los propios actores, muchos se quejaron con el
personal de producción sobre lo difícil que fue físicamente el rodaje. Los
efectos espaciales son bastante creíbles y a pesar de toda la tecnología que ha
ido avanzando desde los 70, la película sigue teniendo una gran fuerza, lástima
que no la podamos ver en cine, aun nos impresionaría más, así como el excelente
juego de ver todo el barco al revés. Todo ello acompañado de una de las primeras partituras de John Williams que hacen aun más emocionante la acción
Recomiendo que revisen la película, incluso aquellos más alejados
de este tipo de cine, pues La aventura del Poseidón no es solo una película catastrofista,
nos habla del sentido de la vida, de la supervivencia, de la humildad, de nuestros
límites, defectos y virtudes. Qué gran película para, una vez acabada, pensar en
bastantes momentos de esta y reflexionar. No hagan caso de cierto remake de hace
unos años, el director Ronald Neame estuvo invitado al estreno, así como los
actores, pero él declaró que esa nueva versión no tenía la humanidad de la suya,
algo que por desgracia sucede mucho en el cine actual.
La Aventura del Poseidón está editada en DVD, aunque permanece actualmente descatalogada, se puede alquilar su visionado en Youtube o Amazon
Acostumbro a escuchar el podcast de "Cowboys de medianoche", el espacio que presenta Luis Herrero y que tiene como contertulios a José Luis Garci, Eduardo Torres-Dulce y Luis Alberto de Cuenca, en este tienen una sección que se llama “La prueba del algodón” http://www.radio-espana.es/podcasts/cowboys-de-medianoche en el que repasan la filmografía de un actor y comprueban si tiene más de 15 obras maestras, en el del día 9 de abril le tocó el turno al gran Pepe Isbert y la pasó (pueden escucharlo en el enlace a partir de 1:06:32). Claro está que los cowboys no son muy exigentes a la hora de definir los criterios de lo que es una obra maestra, películas como Ella, él y sus millones o Un caballero andaluz que están muy bien, son por ellos calificadas con las cinco estrellas, algo que creo exagerado. Garci lo argumenta diciendo que hay que reivindicar el cine español, una vez acabado el programa consulté la filmografía del gran actor porque quise recordar una que ni siquiera citaron La Familia Vila, me hubiera gustado saber la valoración de esta...
Se encuentra la película en YouTube, al parecer no hay más copias, no se ha visto mucho en televisión, un pase lejano en Antena 3 TV el 28 de junio del 91 y luego ya hubo que esperar 24 años hasta que la Betevé la rescatara en su espacio de "Barcelona i acció" un 5 de julio de 2015, la programó con un aviso de que la copia no se veía muy bien, pero que por su interés histórico se emitía, no recuerdo más pases. El estado de la película de Ignacio F. Iquino no es el mejor, pero no por ello ha de caer en el olvido, también me pregunto por qué no se mejora y restaura, es del año 1949, y narra las andanzas de una familia de clase media humilde que vive en la casa de la C/Petritxol esquina con la Plaza del Pino de Barcelona. El padre (Pepe Isbert) es un hombre honrado con unos principios muy marcados que tiene cuatro hijos, una de las cuales (Elvira) es lo que antes se decía “la oveja negra” y huye de esa familia "chapada a la antigua" como ella misma define con su novio.
Por el contrario, el polo opuesto está representado en su hermana Carmen que tiene una vida resignada, la relación entre las dos no es buena, la primera es presumida, tiene un trabajo, y se pasea por el barrio con el lujoso cadillac de su novio, lo cual llama la atención de los vecinos. ¿Les suena esto a otra película?
Más de un lector creo que habrá contestado afirmativamente, sí El mundo sigue de Fernando Fernán Gómez de 1962, su película maldita. Evidentemente no son iguales, pero sí que tienen varios puntos de vista en común y no me extrañaría que hubiera servido de fuente de inspiración.
El mundo sigue fue escrita por el portugalujo Juan Antonio Zunzunegui, sus novelas se enmarcaban en un realismo que cierta crítica vio comparable al de Pío Baroja. Es un autor que no se estudia en la Universidad, doy fe de ello. En la Historia de la Literatura Española de la Editorial Ariel dedicada al siglo pasado, Gerald G. Brown lo califica de “muy zafio y pobre imaginación psicológica, aunque de cierta fuerza realista en sus escenas”. Mejor es la definición en la Enciclopedia de escritores españoles en Lengua castellana de Rosa Navarro Durán, no se oculta que nace en seno de una familia de origen acomodado y que en la Guerra Civil defendió la causa nacional, leemos que “su obra se caracteriza por hallarse vinculada a la corriente realista, desde la que denunció las costumbres morales y sociales de su tiempo. Está considerado un retratista de la burguesía madrileña de su época”.
Y así, efectivamente, la película de Fernán Gómez sigue estas características y es fiel a la novela de 1960. En La familia Vila, en cambio, la historia es del mismo Iquino en compañía de Juan Lladó que colaboró bastante con el director. También es un retrato que denuncia las costumbres sociales y morales, pero, claro está, que había que pasar por el "nihil obstat" de la censura y uno tenía que ser muy hábil para que el guion no se quedara archivado.
Más de uno al verla aplicará ese adjetivo peyorativo de “moralista” y tendrá parte de razón. Pero valdría la pena preguntarnos qué se entiende por eso, El mundo sigue también lo es, incluso me atrevería a decir que más. ¿No está hablando Zunzunegui que la descomposición y pérdida de los valores tradicionales de una familia acaban por corromper los principios de las personas? ¿Y no son moralistas también películas recientes que defienden y hasta machacan con otro tipo de ideologías? Esto nos llevaría a un debate, en todo caso hay que observar los ropajes con las que se viste cada producción.
El guion de Fernán Gómez pasó el "nihil obstat", aunque se tuvieron que suprimir algunas escenas, en el informe del 3 de junio de 1963 encontramos que "contiene episodios cuya realización conviene cuidar muy especialmente y algunos que deben ser suprimidos”. A efectos de protección económica se la calificó con una discreta “Segunda A”, incluso José Luis Borau que pertenecía entonces a la comisión de la rama de Clasificación le quiso dar una categoría inferior. La junta revisó el filme una vez suprimidas algunas escenas y la calificó como Primera B, sin embargo, no se le vio carrera comercial y no llegó ni a estrenarse en Madrid. Una vez pasado el Franquismo, tampoco se reestrenó y por televisión se pasó una única vez, ha sido en el 2015 que casi con carácter de estreno se ha podido ver gracias al trabajo de "A contracorriente" y de Juan Estelrich hijo.
Iquino también tuvo sus problemas, La Junta Superior de Orientación Cinematográfica encuentra que la figura de la hermana mayor (la resignada) resultaba antipática, lo cual perjudicaba la intención general del argumento y se podía leer la siguiente frase: “No es ejemplar la bondad si no se acompaña de un mínimo de comprensión y amabilidad”.
El director decidió entonces cambiar el reparto previsto y contratar a Maruchi Fresno de la que escribió que era “de una mayor dulzura de expresión y sosiego de ademanes que la antes por nosotros elegida”. La sucesión de problemas en el argumento no era bien vista y en algún que otro informe remitido al Ministerio como el del delegado provincial en Cuenca se reflejaba que “deja caer tal número de desgracias que lejos de provocar lástima mueve a hilaridad”.
Estamos, pues, en una prueba palpable de lo que he dicho antes, el tema de cómo se viste la historia, Ignacio Ferrés Iquino es uno de los mejores directores que hemos tenido y por favor no se me lleven las manos a la cabeza, él supo crear una industria, dar de comer a muchos que trabajarían luego en el cine y como buen catalán calculaba muy bien lo que podía gastar y ahorrar, se dijo de él que era el Roger Corman español. En esta producción que fue la primera que produjo en solitario empleó todas sus habilidades para que no pasara por una película cruel y de aquellas que te dejan clavado en la butaca una vez finalizada, como sí pasa en la de Fernán Gómez, son dos estilos diferentes.
Por ejemplo, en las dos tenemos el tema de la rivalidad y envidia entre hermanas, En La familia Vila, esta se muestra más de manera implícita, ya sea por la situación en la que están en la mesa o en la frase que suelta Elvira (Juny Orly) sobre ella. Fernán Gómez, en cambio, utiliza diálogos muy fuertes de enfrentamiento, incluso recuerdan a los programas basura de corazón de Tele 5, algo que le da un toque actual a la producción y es que poco hemos cambiado en verdad. Ustedes recordarán el final de El mundo sigue y lo que pasa con las hermanas, me permitirán que no lo diga por si alguien no la ha visto, pero en la de Iquino tenemos una escena que recuerda, en parte, aquella. Sin embargo, el director de Valls para evitar que se le tache de folletinesco la convierte en una pesadilla de la que la protagonista despierta, algo que hará que la escena que vendrá a continuación, ya real, tenga una intensidad emotiva fuerte.
El coche lujoso, que en la de Fernán Gómez se pasea Luisa (Gemma Cuervo) para presumir y dar rabia a su hermana resignada (Lina Canalejas), tiene también su borrador en la Familia Vila, salvo que Iquino evita que la familia se lo critique, aunque implícitamente sí está el rechazo a esa actitud y para evitar el diálogo de enfrentamiento utiliza un Pepe Isbert bajando del tranvía y viéndolo sin que se sepa muy bien si así ha sido realmente, luego una malévola pregunta de una vecina, enfocada en un primer plano anterior, provoca el chivatazo.
En la película de Iquino encontramos a un sacerdote que es quien guía y que se aplique la doctrina del "hijo pródigo", la figura del “director espiritual” era antes muy apreciada y respetada en las familias católicas y constantemente se le pedía consejo y su palabra era lo que guiaba. En El mundo sigue hallamos a uno de los hijos que estudió para cura, pero que tuvo que dejar el seminario y que constantemente está rezando, tal personaje está muy maltratado, sus padres le reprochan que esté dando sermones y lecciones morales, probablemente les choca que ellos estén cometiendo el pecado de omisión al permitir que su hija se prostituya. Aquí puede haber dos lecturas, una crítica por parte de Zunzunegui a la pérdida de valores religiosos o de vivir un cristianismo teórico, pero no puesto en práctica, o por otra parte la creación de un personaje totalmente desfasado que es incapaz de enfrentarse a cualquier situación, incluyendo la suya personal ya que no consiguió la ordenación episcopal. También la actitud es diferente a la de los padres en La familia Vila, Isbert no acepta la huida de Elvira y le comunica que para él está muerta. Sin embargo, el perdón que es una de las bases del catolicismo acabará guiando su actitud
La Familia Vila empieza con unas imágenes en tono casi documental del barrio del Pino (El Pi en catalán) de Barcelona, la voz en off nos adentra en un espacio agradable, en el que se elogia la sencillez de sus vecinos, los valores cristianos son presentados al enfocar la bella Basílica del Pino “cuna y raíz de los barceloneses” como se nos resalta. Isbert forma parte de una asociación de vecinos que que incluso le querrán ayudar a él económicamente cuando pierde el trabajo. En El mundo sigue la cámara enfoca el barrio de Maravillas de Madrid, perono hay ningún elogio al barrio, no hay la voz en off que nos lo presente, la crueldad incluso llega a niveles altos, las mujeres son seguidas y acosadas en plena calle. Iquino también retrata el tema del machismo, pero para evitar que la censura le dijera algo, lo pone en el tren en el que va Elvira donde un personaje algo siniestro y sin palabras empezará a fijarse en ella.
La Familia Vila empieza y acaba con una sardana (Per tu ploro de Pep Ventura), era una tradición antiguamente la de ir a escucharlas y bailarlas quien supiera, para ello escoge el parque de la Ciudadela un domingo y eso le servirá para mostrar a la familia unida, algo que gustaría mucho a la censura del momento y que le evitaría disgustor de tener que cortar alguna escena, para rematar la jugada sale la voz en off con el timbre del momento (el sonido en el vídeo falla) y que se encarga de explicarnos los valores de la familia por si a alguien no le había quedado claro. Este recurso era algo típico en las produciones de la época, a Rovira Beleta en Hay un camino a la derecha le obligaron a poner una al final.
En El mundo sigue, en cambio, no hay ningún momento alegre de familia unida que permita planos de un Madrid acogedor, el pesimismo lo impide. Iquino muestra un gran homenaje a Barcelona, aparte del ya descrito del barrio, con esos planos en los que vemos incluso el desaparecido Casino-Restaurante de 1916 derrumbado en 1964 para que el parque recupera el diseño ochocentista.
En cuanto el tema del arrepentimiento, Fernán Gómez si que opta por aplicarlo en el personaje de Gemma Cuervo tras lo que sucede, pero de modo forzado, sin embargo Iquino se decanta por enfocar el Cristo de la Sangre de la Basílica del Pino en la procesión del Viernes Santo, resulta interesante la imagen de este Cristo ya que era el que acompañaba a los condenados cuando iban a ser ejecutados en Barcelona, Elvira se arrodilla con una mirada emocionada hacia el balcón donde su familia está arrodillada.
La Familia Vila y El mundo sigue son películas con la misma raíz y con la misma tematica, pero Iquino premia quien sigue los valores ético/cristianos mientras que Fernán Gómez los castiga (véase el papel de Lina Canalejas), la primera respira optmismo y esperanza, en la segunda apenas hay hueco para esta. Las instituciones para el director de Valls son necesarias: La Iglesia con el sacerdote que he comentado, el Estado con ese Consejo de Ministros que acaba arreglando todo, etc. En El mundo sigue no hay apenas papel para estas, si bien la de Iquino solo se puede enmarcar en la fecha en que está rodada, la de Fernán Gómez es más atemporal, a pesar de que muchos la ven como una crítica al Franquismo, creo que Zunzunegui la escribe atacando más la falta de valores y el egoismo de una sociedad más que cargando contra el Régimen
En el plano técnico, La Familia Vila es una película muy rica en planos, a menudo los retrata desde arriba, algo que también sucede en El mundo sigue, Iquino consigue momentos muy conseguidos como cuando el padre acompaña a dos de sus hijos a estudiar y pasa por diversas calles, entre ellas una Plaza San Jaime con la Generalitat que en aquellos tiempos era la Diputación. Para la emotiva escena de la muerte del abuelo juega con la luz de las persianas de librillo tan típicas en edificios barceloneses, también tenemos un juego con las escaleras del piso, no tan trabajado como en la de Fernán Gómez, pues ahí conseguía toda una maravilla, pero Iquino le saca bastante jugo con esa sombra y ese momento dubitativo de llamar a la puerta con el juego de la pesadilla y lo real, y la música de Josep Casas i Augé que consigue el efecto dramático deseado.
También destaca el momento en que comen juntos, queda patente la humildad de la casa con ese abuelo que va escondiendo los huesos o el hijo que quiere ser arquitecto y que nos hace pensar que es muy ambicioso, pero que sin embargo lo que está pensando es en mejorar su calle con esos jardines colgantes. También hay el detalle de que la puerta solo la abren las mujeres como dice en un momento, pero luego cambiará. El jefe de Isbert es interpretado por Juan de Landa, corpulento actor al que le saca provecho jugando con el físico y oscureciéndole la cara por el juego sucio que le ofrece.
En la parte negativa creo que el final del personaje del novio de Elvira es algo apresurado, una lástima pues da bastante juego, representa por un lado un equilibrio entre ambas partes, probablemente para evitar lo que pudiera ser un posible embarazo y tratar el tema del aborto, Iquino prefirió que mejor era economizar y no desarrollar más ese noviazgo e iniciar la redención de ella.
Pese a carencias como esta, La familia Vila es una notable película y un claro antecedente de El mundo sigue y vuelvo a remarcar que Iquino fue un realizador que merece un hueco importante en la historia del cine español. Por desgracia se vio obligado a dirigir un cine a partir d ellos 70 del todo olvidable y no pudo realizar proyectos que tenía y que hasta en sus últimos días soñaba con hacer. Murió sin hacer ruido, pidiendo que se publicara la noticia dos meses después, algo que se guardó, pero que uno teme que fue porque aquellos a los que alimentó le olvidaron por completo.
Pueden ver la película en Youtube, por cierto, una curiosidad, aquí Pepe Isbert está doblado, aunque su nieto dice en Filmaffinity que es su voz, pero en películas anteriores a esta ya mostraa su voz típica. Una cosa, la Betevé la ofreció cinco días antes del reestreno de El mundo sigue ¿Habrá quien piense como yo también?
La Filmoteca de Catalunya dentro de la 17a“Mostra de cinema espiritual de Catalunya, 2020” tenía anunciada a partir de este 15 de noviembre una retrospectiva dedicada a Robert Bresson (Bromont-Lamothe (Francia) 1901-Droue-sur-Drouette (Francia) 1999) que las circunstancias actuales seguramente llevarán a posponer, esperemos que pronto pueda abrir y verse el ciclo o al menos online algunos títulos y sus presentaciones. Podrá ser una excelente oportunidad de poder completar su filmografía, pues se exhiben filmes difíciles de encontrar o poco vistos y que empezará por Los ángeles del pecado (1943), película complicada para encontrar.
En anteriores ediciones ha habido ciclos de Dreyer y de Ozú, siguiendo el libro de Paul Schrader de El estilo trascendental en el cine, el cual dice que fue gracias a sus películas que escribió el guion de Taxi Driver, de hecho en sus trabajos hay una influencia clara, tal como lo demuestra su final de American Gigolo.
En los últimos años, no obstante, ha habido suerte con el director francés y han salido ediciones bastante buenas en DVD desde Las damas del bosque de Bolonia (1945). Bresson, para quien no lo conozca, podríamos decir que fue un director que se situó al margen de las corrientes cinematográficas que estaba habiendo en Francia y en general del cine. Él buscaba un nuevo lenguaje, o renovarlo según se mire. Contaba, eso sí, con la admiración de la "Nouvelle Vague", especialmente Godard que dijo que Bresson es el cine francés como Dostoievski la novela rusa o Mozart la música alemana (1957).Truffaut también lo seguía, aunque reconocía la dificultad de su cine: “Las teorías de Bresson no dejan de ser apasionantes, pero son tan personales que no le convienen más que a él (…) Una concepción tan teórica , matemática, musical y , sobre todo, ascética del cine no podría engendrar una tendencia” (1955).
Él diferenciaba entre cine, que para él era teatro filmado, y cinematógrafo, el cual era el arte nuevo, la combinación de sonidos e imágenes en movimiento que armonizados adecuadamente por el montaje era capaz de trasladar sentimientos. Rechazaba a los actores profesionales, cogía gente fuera de la interpretación a los que llamaba “modelos” tomados de la vida, tampoco utilizaba la música, sino que los ruidos habían de convertirse en esta, decía también que una película no es un espectáculo es ante todo un estado. Podríamos seguir con un director que exploraba lo que se escondía detrás de lo visible.
“Lo que ningún ojo humano es capaz de atrapar, ningún lápiz, pincel o pluma es capaz de fijar, la cámara lo atrapa sin saber qué es y lo fija con la escrupulosa indiferencia de una máquina” (Bresson).
Su cine empieza a tener relevancia a partir de Diario de un cura rural (1951), adaptación de la novela de George Bernanos. Ahí, sin embargo, aun había actores profesionales, caso del debutante, Claude Laydu que vivió un infierno por los métodos de dirección de él. Bresson decía que "trabajaría en un actor, como un escultor modela su arcilla". Estuvo con él todos los domingos durante un año, persuadiéndolo gradualmente para el papel. Vivió durante muchas semanas con un grupo de sacerdotes jóvenes, absorbiendo sus gestos y durante el rodaje pasaba hambre para adquirir la auténtica máscara de la desnutrición y la enfermedad. Rafael Gil, por cierto, se fijó en él y le dio el papel dos años más tarde también de sacerdote en su notable La guerra de Dios.
André Bazin dijo del filme: “Bresson llega a reencontrar todas las virtudes del filme mudo y por primera vez operar su fusión con el filme sonoro y hablado. Bresson hace definitivamente justicia a este tópico crítico según el cual la imagen y el sonido no han de repetirse nunca, los momentos más conmovedores del filme son justamente aquellos en que el texto parece decir exactamente lo mismo que la imagen, pero diciéndolo de manera diferente”.
“El cine sonoro ha inventado el silencio” decía, y ciertamente, al menos en sus películas, así era. Nada desaparecía de la sustancia del libro, pero todo había sido traspasado a la óptica del director que renunciaba a todo lo cinematográfico de ella.
El cine de Bresson no daba mucho dinero, es por ello por lo que solo hizo 13 o 14 películas en su vida según donde se mire, después de esta tenemos que esperar hasta 1956 en la que dirige Un condenado a muerte se ha escapado, para muchos su mejor película y para mí también, cuando tuve la oportunidad de verla en la Filmoteca sentí que había visto una obra maestra absoluta de aquellas que no se te borran de la cabeza.
En la mayor parte del filme solo vemos su celda, algún ángulo del patio, el pasillo muy de tanto en tanto. Los prisioneros solo aparecen en la medida en que el personaje va determinando su acción, al protagonista nunca lo vemos íntegro, más que su rostro vemos sus manos, los objetos que va utilizando... El sonido nos ayuda a determinar los estados, por ejemplo, cuando oímos las llaves del guardia, las voces de los alemanes, el ruido del cable, los silbidos, etc.
El catolicismo del director se hace bien presente presentándonos el subtítulo de “El viento sopla donde quiere” que son las palabras que Cristo dirige a Nicodemo cuando le pregunta cómo se puede nacer de nuevo.
A Bresson se le calificaba de jansenista, que podríamos resumir en que la gracia divina solo salva a aquellos a quienes les fue concedida desde su nacimiento y la creencia en la predestinación. Al director no le gustaba mucho que se le calificara así, sin embargo, en esta película encontramos que dice lo siguiente: “Quería mostrar este milagro la mano invisible encima de la cárcel, dirigiendo lo que pasa, provocando las cosas para que unos tengan éxito y otros no”. La mano de Dios que opera en pro de la salvación de unos, pero no de otros.
En la película hay también un uso del Kyrie de la “Misa en do menor” de Mozart en un sentido rítmico. Hay primero el tempo errante regular, luego va ascendiendo progresivamente en un crescendo y finalmente en una culminación final con la apoteosis del coro. Pese a lo que nos dice el director, yo veo también cierta utilización enfática que emociona, quizá por eso Bresson cuando recordaba la película decía que era bella pero que aun había música.
Dirige después películas alabadas por la crítica, aunque también con sus detractores, pero que le hacen tener un sitio destacado en la historia del cine y conseguir admiradores. Por ejemplo, Pickpocket (1959), con unos planos tan breves como los diálogos, posiblemente hay que verla un montón de veces para encontrar el sentido de cada gesto y de cada palabra. “Será un filme de manos, de objetos y de miradas (…) Qué importa el tema del filme. Lo que aquí interesa es la colocación de ciertos elementos artísticos. Para mí un director es antes que nada un ordenador” (Bresson)
Luego vendría El proceso de Juana de Arco (1962) de la que decía “Mi primera preocupación fue transcribir en el papel las palabras de Juana y sus jueces para estructurar la película (…) los textos facilitados están llenos le repeticiones por lo cual los he condensado para conservar solo lo esencial. La característica de este filme es que el ritmo de las palabras ha creado el ritmo de las imágenes. Conviene decir que sin haber cogido nunca una pluma, Juana de arco ha escrito un libro y este libro es una obra maestra de nuestra literatura”. A Bresson le molestaba mucho que le comparasen con Dreyer, y aquí vemos una muestra, él no utilizó los primeros planos del director danés, sino unos planos medios. El resultado es otra obra fría, pero capaz de levantar los sentimientos más profundos.
Después dirigiría lo que algunos críticos ven como un díptico, Al azar de Baltasar (1966) y Mouchette (1967), el director está en su momento creativo mejor. En la primera utiliza un burro como actor principal: "El burro es el actor ideal, por qué no comunica sus emociones. Solo se ven sus reacciones primarias ante la nieve del fuego en la cola la comida, etc." (Bresson).
Por cierto, que dijo que se parecía al primer Charlot su actuación. La película según él no narra la vida de un asno, sino la vida del hombre desde su nacimiento hasta la muerte pasando por la infancia la adolescencia el trabajo y la vejez. pero el asno es el que carga con sus pecados. Un final sensible, bello y poético con la música de Schubert hacía llorar.
Con Mouchette volvía a adaptar una novela de George Bernanos, que la había escrito en España durante la Guerra Civil. Bresson abordaba aquí el retrato de una adolescente rechazada y sacaba el tema del suicidio que volvería a abordar en su siguiente película Une femme douce (1969) (otra película inaccesible para poder ver) y en El diablo, probablemente (1977). Lo veía como una gracia de Dios, el único medio de esperanza, algo que no gustó a quienes seguían sus películas desde el punto de vista cristiano ya que la Iglesia lo condena. Justificaba el uso de la música del “Magnificat” de Verdi que suena al inicio y fin de la película: “Es el canto del triunfo de los humildes y llena de cristianismo el mensaje de las imágenes”.
Cuatro noches de un soñador (1971), adaptación de la novela de Dostoyevski, película también invisible de ver, y Lancelot du Lac (1974), personalísima visión de la leyenda artúrica donde el espectáculo prácticamente se reduce a sonidos de las armaduras y las armas, y donde retrata la muerte como un silencio de Dios y los colores que la representan, el rojo y el verde.
José Luis Guerín, por ejemplo, remarca la escena en que la espada apoyada en un árbol pierde el equilibrio y cae después de un tiempo poco convencional para el espectador habitual.
Para Lancelot du lac, Bresson llegó a pensar en Burt Lancaster o Richard Burton, rompiendo su radicalidad a la hora de coger actores no profesionales: “Si pudiera utilizaría algunos que admiro, pero les cuesta más no interpretar que a la gente de la calle ser sencilla”. El director lamentaba que en sus películas si hubiera utilizado actores famosos, se habría hecho millonario
El diablo probablemente, que rodó cuatro años después, estuvo prohibida en Francia para los menores de edad ya que se dijo que estaba justificando el suicidio adolescente. “Lo que me ha llevado a realizar esta película es la ruptura que se ha hecho con todo. Una civilización de masas, en la cual, pronto, el individuo dejará de existir: Una alocada agitación, una inmensa empresa de demolición en la cual todos sucumbiremos cuando creíamos que nos haría vivir y también la sorprendente indiferencia de la gente, excepto algunos jóvenes actuales más lúcidos”. (Bresson)
Su última película es El dinero (1983), excelente ejercicio de elipsis que nos devolvía el mejor Bresson. José Luis Guarner decía de ella: “La calculadísima conjunción de imágenes y de sonidos, donde la duración de cada plano, la sucesión de las miradas, la relación entre formas y ruidos, el diálogo entre las manos y los objetos, crean todo un mundo más allá de las apariencias, dónde -el más espectacular toque de varita mágica del cineasta- no está ausente la emoción. Fiel a la jansenista temática bressoniana del pecado, la gracia y la redención, El dinero es una auténtica película religiosa, como lo fueron Un condenado a muerte se ha escapado o Pickpocket. Una creación, a la vez fastidiosa y admirable, (que) significa en cierto modo la suma de toda la obra de Bresson, casi el testamento de un hombre grande de cine.” (La Vanguardia 1-5-84)
Así se despedía un grande del cine que aun tenía otro proyecto, llevar el Génesis al cine, algo que ya intentó cuando Dino de Laurentiis lo contrató en 1964 como director. Cuando filmó su primera escena del diluvio, solicitó el uso de todos los animales del zoológico de la ciudad de Roma. Los productores obedecieron, pero al comprobar las prisas diarias, vieron que lo único que filmaba Bresson eran las huellas de los animales en una playa de arena. Estaban furiosos, y fue despedido, John Huston se hizo cargo del proyecto.
“La Biblia dice que Dios es irrepresentable, por lo tanto, yo no lo voy a representar de un modo completo. Estará presente y ausente de la pantalla al mismo tiempo ...”
Este era Robert Bresson, un director irrepetible.
Aunque a más de un lector de menos de 30 años le pueda parecer imposible, hubo un tiempo en que se podía visitar el Parque Güell tranquilamente, incluso entraban los coches y podían llegar hasta las tres cruces, la Sagrada Familia parecía que se iba a quedar solo con las ocho torres y poco se podía pensar que la Casa Batlló se podría visitar a un precio poco humilde.
Con la nominación de Barcelona en 1986 para albergar las Olimpiadas del 92 hubo un resurgir de la ciudad, mucho se comenta que descubrió el mar, pero también a Gaudí.
No estoy diciendo que no fuera nadie a sus monumentos, naturalmente que iban y eran iconos, pero no había esa fiebre que en las últimas décadas ha habido y que han obligado a medidas impopulares como hacer pagar para entrar al Parque Güell o los controles excesivos de seguridad que hay en la Sagrada Familia.
Sin duda alguna, Antoni Gaudí i Cornet fue un genio, pero como suele pasar en la vida, es mucho más apreciado por los de fuera que por los de dentro, ya se sabe aquello de que nadie es profeta en su tierra.
Esto pasó también en el mundo del cine, si preguntamos rápidamente películas de la vida de Gaudí lo más probable es que la gente se quede en blanco, aunque los más cinéfilos recordaremos un inquietante y extraño mediometraje de Manuel Huerga que se estrenó para inaugurar el segundo canal de la televisión autonómica catalana. Seguramente muy pocos citarán una película realizada en 1960, de hecho si vamos al IMDB no hay ni la nota que ponen los usuarios (al menos en el momento en el que estoy escribiendo), ya que se necesitan como mínimo 5 valoraciones, lo mismo pasa en el Filmaffinity, tampoco la hay.
Esta película la vi hace unos años por la Betevé (el canal municipal de Barcelona), en su momento me pareció más que correcta, muy bien ambientada y que profundizaba en el misticismo del arquitecto en contraposición a sus ideas de joven, la música de Xavier Montsalvatge ayudaba también en ello. Hace una semana la reencontré en youtube y la volví a ver, me pareció mejor que aquella primera vez, tiene algunas irregularidades en el guion, aunque no sé si es producto de alguna censura o de haber recortado metraje porque según veo hay varias duraciones establecidas, la que vi es de una hora y media, pero otras apuntan casi a las dos horas, por lo que es deducible que haya algún que otro tijeretazo.
Echo en falta por ejemplo más trama de la que hay en el momento en que Gaudi acepta dirigir las obras de la Sagrada Familia y más recreación de su obra arquitectónica, tampoco se cita nada sobre su catalanismo, algo lógico por el año en que se hizo, pero esto no empaña mi valoración global, creo que es una buena película sobre él y el actor Carlos Mendi está bastante creíble en el papel.
Me puse manos a la obra y quise saber quién era su director cuyo nombre no me sonaba de nada, Josep Maria Argemí, pero la información encontrada es escasa y hasta confusa.
Nace en 1920 en Sabadell y muere un año después de esta película en 1961, busqué en la hemeroteca de "La Vanguardia" el motivo de su fallecimiento, pero no sale la noticia. Removiendo información leo que produjo dos películas, una de Lazaga: El frente infinito (1959) y una de Julio Coll (1957): La cárcel de cristal. De la primera hay una copia en youtube entera, se trata de un Lazaga de esos “serios” sobre un sacerdote que ha de incorporarse a las fuerzas nacionales como capellán militar y que le provocará angustia el horror de la guerra. Es un filme interesante si se ve sin prejuicios ideológicos y tenemos a Marsillach haciendo el papel protagonista que tanto le gustaba hacer en aquellos tiempos, curiosamente la película en el Filmaffinity tampoco tiene nota, en el IMDB ya sale un 5,3 (Lo cual es mucho, pues mucha gente a este tipo de películas les pone ceros), pero vista solo por seis personas, o sea que otra película desconocida.
Peor suerte corre La cárcel de cristal de Julio Coll, invisible por la red, ya no hablo de TV ni de DVDs. En el IMDB no tiene nota y encima pone: “En este momento, se desconoce el argumento”, el reparto está encabezado también por Marsillach.
Estas producciones de Argemí son de ECA Films, su propia productora fundada a raíz de una mala experiencia que tuvo con la película La legión del silencio (1956), película que quería producir porque veía en ella un éxito seguro ya que era una fórmula como la de El Judas, pero finalmente fue Yago Films quien dio el dinero y Forqué y Nieves Conde los realizadores. Por cierto, no tuvo la resonancia de la película de Iquino y fue un fracaso estrepitoso en su día, en youtube la pueden ver.
Argemí decidió pasar a la dirección, además de producir y escribir sus películas, debuta con una adaptación de Pigmalion llamada Cristina que no convence y pasa inadvertida, en las páginas consultadas hay el error de poner que es de 1967 (ya hacía seis años de su muerte), es del 59. Tras el fracaso, no interrumpe el proyecto de realizar la vida de Gaudí, película que llevaba tres años preparándola según lo leído.
Cabe remarcar que Argemí la escribe con la ayuda del escritor y editor Mario Lacruz, que ya gozaba de cierta resonancia con su novela El inocente (1953), traducida a 8 idiomas y llevada posteriormente y de manera brillante al cine por Josep Maria Forn con el título de Muerte al amanecer (1960). Lacruz dejó toda una serie de obras inéditas que fueron descubiertas con su muerte en el 2000, en el 2004 se comercializa su libro Gaudí, una novela, hecha sobre la base del guion cinematográfico de la película.
Como he dicho anteriormente, poca información hay sobre el filme, en “La Vanguardia” del 23 de febrero de 1960 en las típicas entrevistas que hacía Manuel del Arco con la caricatura del entrevistado aparece una con Argemí, la cual comienza con una advertencia sobre “Los amigos de Gaudí” y que están temiendo la película, el director se defiende diciendo que “El señor Bergós, el más autorizado sobre la materia, lo llevo yo de asesor. Todas las advertencias que sobre el guion me ha hecho las he tenido en cuenta” (Bergós era un arquitecto, gran amigo de Gaudí y uno de sus discípulos más próximos, autor de la primera biografía sobre él). Aparte de esto, cita los dos libros sobre la vida del arquitecto catalán de Cesar Martinell y el de Bergós de los que ha partido para la reconstrucción biográfica, además de anécdotas y consultas con personas cercanas a Gaudí.
Remarca también que los personajes que hicieron daño a Gaudí aparecen con nombres cambiados y los que le ayudaron con verdaderos. Sobre las mujeres que aparecen, cita un “las habría” y se basa en dos de las que habla Bergós. Sobre el misticismo que aparece en su Gaudí da tres causas: “Los efectos que produce su forma de pensar equivocada sobre sus compañeros de juventud, el encargo de las obras del templo, que siendo un hombre considerado, precursor del funcionalismo, le lleva a estudiar liturgia y libros sagrados y la amistad entrañable con el obispo de Astorga, doctor Grau, natural de Reus”.
Argemí explica que lo que quiere es ir primero al Gaudí hombre, desde sus veintidós años hasta su muerte, y en segundo término al Gaudí arquitecto. Del Arco le hace una pregunta algo maliciosa cuando el director le dice que se ha gastado ocho millones de pesetas en el filme, entonces le pregunta si no hubiera sido mejor destinarlos para la construcción del templo, a lo que contesta: “Ocho millones de pesetas, de enterrarlos en el templo habría X metros más de la fachada de la Pasión, pero sin esta película, Gaudí y su obra continuarían en el punto de desconocimiento que están ahora”
Como vemos la ambición del director es fuerte, Del Arco acaba la entrevista con el deseo de que la gente vea la película y sobretodo “Los amigos de Gaudí” (Estos eran y son una Asociación creada en 1952 con plenas capacidades jurídicas y de actuación para proyectar al arquitecto en todas sus facetas).
La crítica que aparece en "La Vanguardia" el 24-9-1960, un día de la Virgen de la Merced, la patrona de Barcelona, por lo que deduzco que se estrenaría en plenas fiestas, es buena y se intuye en ella un realizador a tener en cuenta: “José María Argemí, que ya había apuntado estimables cualidades de realizador en otros films, se muestra en este mucho más seguro, y fluyente en el empleo de los medios cinematográficos, así como en la largueza de los elementos técnicos que ha puesto en juego”.
En el ABC no es tan entusiasta la crítica que firma Miguel Pérez Ferrero bajo el pseudónimo de Donald, aunque la acaba considerando correcta.
Creo que es una lástima que la película no esté ni editada, ni se vea en televisión y solo podamos recurrir a ella (y aun gracias) a una copia en youtube hecha en el formato 4:3 sin la mejora anamórfica, por lo que la veremos más pequeña. Y creo que la figura de Josep Maria Argemí, a pesar de su escasa obra, debería recuperarse, estamos ante otro director “maldito” que podía haber dado mucho de sí, muestras daba con este Gaudí. Aquí tienen la película completa y disculpen si en el momento en que leen mi artículo no estuviera, en youtube nunca se sabe.
El pasado 16 de septiembre fallecía Enrique Irazoqui, a la mayoría no le sonará el nombre, no era un actor profesional, pero su nombre siempre irá unido al de Pasolini que lo eligió para hacer de Jesús en su El Evangelio según san Mateo. Mucho se escribió de la película en su época y el tiempo también la mitificó, no hace mucho que desempolvé el DVD que sacó Filmax y la película me decepcionó un poco, ya no tenía esa fuerza que años antes poseía, en parte por un mal montaje de escenas y la sensación de que Pasolini quería contentar a todos, a pesar de lo que dijera.
Ahí tenía que haber aprendido aquellas palabras de Jesús de que no se puede contentar a dos amos, y es que la película decepcionó a las corrientes marxistas de la época, y la Iglesia más conservadora no le hacía mucha gracia que un director ateo y comunista hiciera esta película, comenzaron a originarse fantasías de si era una película irreverente, una propaganda de su ideología, que si mostraba a un Cristo homosexual, etc. Pasolini tuvo que aguantar varias protestas cuando la presentó en el Festival de Venecia, pero una vez exhibida tuvieron que callar.
Y es que conviene recordar que el Evangelio de la película no era el de Pasolini sino el de Mateo, eso sí quitándole la santidad en su título, aunque en España se le volviera a canonizar en el título.
La película no tenía guion, y el mismo director mostraba el Evangelio diciendo que este ya estaba ahí, todo el diálogo era de la Biblia, no había nada añadido, salvo la singularidad de su puesta en escena y el reparto formado por campesinos, comerciantes, camioneros, etc. Para el papel de Jesús pensó en Jack Kerouac, Allen Ginsberg, incluso Luis Goytisolo, pero se decantó por un estudiante de 19 años de Literatura española llamado Enrique Irazoqui.
Era militante del PSUC desde 1963 y estaba en un sindicato progresista de estudiantes de la Universidad de Barcelona, naturalmente clandestino por aquellos tiempos y fue detenido en una manifestación a raíz de la condena a muerte de Julián Grimau.
En 1964 viaja a Italia y no me queda claro cómo conoció a Pasolini ya que, según el IMDB, Irazoqui había escrito una tesis sobre la novela del director italiano “Ragazzi di vita” y estaba interesado en visitarlo, sin embargo, en una entrevista del “Vanity Fair” de hace pocos años dice que no sabía nada de él. Su interpretación del mesías era totalmente diferente que la que habíamos visto en Rey de Reyes de Nicholas Ray con un Jeffrey Hunter con gran expresividad en sus ojos, afable y cercano o la de Max Von Sydow en La aventura más grande jamás contada de George Stevens algo más hierática pero sensible.
Pasolini argumentaba que “El Cristo de San Mateo no puede tener un carácter afable, porque la afabilidad es típica de la burguesía”, de ahí esa inexpresividad del “actor” cuya fuerza estaba en las palabras del Evangelio, en la versión original tuvo que ser doblado. En España ese trabajo recayó en Simón Ramírez que lo hace extraordinariamente bien y que creo que ayudó mucho.
De todas maneras, Pasolini que como todo intelectual, no cumplía a rajatabla sus propósitos, tampoco quería que su Cristo fuera un personaje Michelangiolesco en todo el metraje, le decía al actor que pensara en los “grises” cuando veía a los fariseos y así mostrar algo más de fuerza expresiva. El actor no quedó muy contento del rodaje ni de su relación con el director, aunque en sus últimas apariciones suavizaba sobre el tema.
Tenemos un interesante comentario que hizo Irazoqui en una mesa redonda en Barcelona en el año 1965 y que recogió muy oportunamente Juan Francisco Torres el 16-9-81 en el desaparecido "Tele Express":
“La película lo único que había hecho era cambiar la imagen física”, así de contundente se manifestaba Irazoqui que mostraba el fracaso de la intención del director: “Quiso política y socialmente romper moldes iconográficos para que el pueblo se viera obligado a replantearse sus conceptos religiosos. Creo sinceramente que no lo consiguió”
Más adelante seguía con sus críticas y que lo rodado no era lo pensado: “Al principio pretendía filmar únicamente el texto humano, prescindiendo por completo de lo sobrenatural (…). Pasolini fue intercalando después los hechos sobrenaturales (…). La resurrección la repetimos veinte y pico de veces. No encontraba la manera de resolver la escena porque no la sentía. (…) Cuando la película estuvo terminada cortó muchos metros. Duraba cuatro horas y media. Fue un rollazo. Cortó las secuencias que mostraban una ligazón más estrecha al personaje con el público. Ahora el personaje ha quedado desligado de sus condiciones sociales”
Se nota en sus palabras el chasco que sintió, también hay que tener en cuenta la edad en que las pronunciaba, años más tarde seguía hablando de ello, pero con más moderación, a Irazoqui no le interesaba la imagen de Cristo ya que no creía en él y detestaba a la Iglesia Católica en España por su papel cercano al régimen, pero también reconocía que un marxista tiene el “sermón de la montaña” en su ideología.
Pasolini, que además de cineasta era escritor y poeta, meditaba mucho y era normal que no se quedara con una idea inicial, no creo que hubiera traición alguna a sus principios, sentía una fascinación propia de una persona inteligente que no se deja llevar por prejuicios por la figura de Jesucristo, él decía: “Yo no creo que Cristo sea el Hijo de Dios, porque no soy creyente. Pero creo que Cristo es divino, ideal, que sobrepasa los límites de la Humanidad”. La elección de Mateo era porque lo consideraba el más revolucionario de los evangelistas, atacaba a los fariseos y a los ricos dando una dimensión social.
Aunque se ha hablado de si la película fue prohibida en España, de si Irazoqui fue castigado por participar en una pelicula de propaganda comunista (?) esto no es así, se estrenó el 2-4-65 en Madrid y el 8-4-65 en Barcelona , concretamente en el cine Alexandra, la reacción fue la que se podía esperar, no fue un éxito de taquilla ni mucho menos, pero reunió a un público intelectual considerable, fue apreciada por los católicos conciliares hasta el punto de tenerla como modelo. En más de una parroquia progre de la ciudad era habitual que hubiese un cinefórum sobre ella, de hecho la película empieza con una dedicatoria “a la querida, feliz y familiar memoria de su Santidad Juan XXIII”. Su supervisor general de la publicidad, Albert Armengol, explicaba en La Vanguardia del 9 de abril de 1994 que envió cartas a los prelados españoles ya que si 800 padres del Concilio Vaticano II la habían visto y aplaudido no había razón para que fuera anatematizada desde púlpitos y cartas pastorales españolas, pero solo recibió 7 respuestas y de estas solo una alababa la película, 5 la condenaban y la restante le enviaba un acuse de recibo.
Irazoqui vivía retirado en Cadaqués desde hacía años, había ejercido docencia en Llançà, se había afiliado a Podemos en el 2014, pero se marchó rápido al ver la tibieza con la que trataban el tema del proceso independentista catalán, lo rechazaba completamente. He encontrado en YouTube y en TV3 unos videos que lo muestran más afable que en aquellas épocas convulsas y en las que cuenta anécdotas de la película y de Pasolini ya desde el punto de vista de profesor jubilado y no de estudiante activista, en eso se nota. Interesante personaje, también contradictorio como Pasolini sin que se dé cuenta y es que es imposible aferrarse a una única verdad, a una única ideología y a un único pensamiento. Con su muerte se habrá guardado muchas historias,pero por desgracia con poco público ya para saber escucharlas DEP Enrique Irazoqui.
Qué suerte poder tener a mano las películas de la saga Don Camilo, si ustedes no las tienen háganse con ellas, hallarán una grata sorpresa si no las conocen aún. Corría el año 1948 y el escritor Giovanni Guareschi escribió Don Camilo, en ella asistimos a los continuos roces entre el párroco y el alcalde comunista de un pequeño pueblo italiano. El éxito de la novela hizo que en pocos años saltara al cine y es que el productor Giuseppe Amato se hizo con los derechos de esta por una suma ingenua de dinero y con la moda de las coproducciones llegó a un acuerdo con los franceses en la figura de Robert Chabert, representante del también productor Ángelo Rizzoli en París, que exigieron que el director fuera Julien Duvivier tras el rechazo de Vittorio De Sica, el cual no se atrevió finalmente a dar el sí porque no quería quedar mal con alguna de las dos partes enfrentadas. Don Camilo no dejaba de ser un reflejo de la situación que se vivía en la Italia de la posguerra dividida entre dos potentes partidos: La Democracia cristiana y el Partido comunista.
Para el papel de Don Camilo no se pensó inicialmente en Fernandel, sino en Gino Cervi que es quien hizo de alcalde comunista finalmente. Duvivier quiso que fuera el cómico francés quien hiciera de párroco, algo que no gustó inicialmente a su escritor quien imaginaba al personaje con otro rostro. Tampoco fue fácil que Fernandel diera el sí ya que veía irreverente que el Cristo de la parroquia hablase con el sacerdote. La película finalmente se convirtió en un gran éxito y Guareschi ya no fue tan ingenuo en la segunda parte a la hora de vender los derechos y pidió 50 millones de liras.
¿Quién fue Giovanni Guareschi, el escritor de Don Camilo?
Fue un escritor y periodista, nacido el 1 de mayo de 1908 en Fontanelle, un pequeño pueblo de la Parma. Cayó prisionero de los nazis y llevado a un campo de concentración en Polonia, donde sufrió física y espiritualmente.
En 1945, regresa a Italia. Su visión de la política le hacía preguntar: «¿Hacia dónde va la gente?». «A la izquierda». «Entonces, yo tiro hacia la derecha». Su ideología, no obstante, no era bien definida. Afirmaba ser socialista, monárquico y cristiano.
Fundó la revista satírica «Cándido» que le dio fama y lo forjó políticamente. Se fue creando ese Guareschi de fama internacional que trataba, siempre, de conciliar posturas diametralmente opuestas. No callaba lo que pensaba, en 1948 fue un defensor de la Democracia Cristiana, pero cinco años después estaba en la oposición. Atacó a Alcide De Gasperi, el entonces primer ministro de la República Italiana de ser el responsable de los bombardeos de Roma en 1944, hecho que le provocó una condena de 18 meses de prisión, que le minó la salud.
Su novela de Don Camilo es su obra más famosa, fue traducida a todos los idiomas, también al ruso y al esquimal. La primera edición española fue por la editorial Guillermo Kraft de Buenos Aires en 1952 con traducción de Fernando Anselmi, posteriormente sería reeditada por Planeta.
Guareschi colaboró también con Pasolini en el documental La rabia (1963) donde cada uno daba su punto de vista sobre la condición humana y los conflictos sociales cada uno con su ideología. Falleció en 1968 a causa de un infarto
El estreno de la película en España
Don Camilo fue víctima de la censura en nuestro país, la película incluso ya había sido doblada en 1952, pero se prohibió. Se dice, pero no he podido constatar, que la orden vino del Pardo y cierta frase que dijo el Generalísimo, al verla en su sesión privada, de que con las cosas del comunismo no se podía hacer broma.
La censura en España estaba muy manejada e influenciada por la Iglesia Católica y es probable que a los sectores más cerrados de esta no les hiciera gracia que en las pantallas tuviera popularidad la película y vieran en Don Camilo un cura “progre” y una visión amable del comunismo. En 1962 con la apertura del Concilio Vaticano II y el fin de la carrera política de Arias-Salgado (una de las manos más duras de la censura) se intentó que la película fuera por fin estrenada, pero tampoco hubo éxito. Sí en cambio se pudo estrenar ya El Camarada Don Camilo de 1965 en 1968. Para el resto de la saga hubo que esperar 10 años. Se puede decir aquello de ser más papista que el papa ya que el mismo Pío XII recibió a Fernandel en audiencia papal y le dijo que era el sacerdote más famoso del mundo después de él.
Las películas
En total son 5 películas las que Fernandel y Gino Cervi interpretaron, Julien Duvivier dirigió las dos primeras en 1952 (Don Camilo) y en 1953 (El regreso de Don Camilo), dos años más tarde Carmine Gallone toma el relevo y dirige en 1955 Don Camilo y el honorable Peppone y en 1961 Don Camilo, monseñor. 4 años más tarde Luigi Comencini dirigiría El camarada Don Camilo. Iba a haber una sexta, Don Camilo y los contestatarios de la cual el director Christian-Jaque que había trabajado con Fernandel en la magnífica La ley es la ley había rodado una parte en 1970, pero la enfermedad del actor y su fatal desenlace hizo que se suspendiera el rodaje, no obstante Mario Camerini la dirigió dos años después con otros actores, Gastone Moschin como Don Camilo y Lionel Stander como Peppone, pero la película no funcionó y creo que en España no se estrenó ni se ha visto en televisión.
En 1983 Terence Hill que buscaba algún papel para tomar una carrera en solitario sin su inseparable Bud Spencer se atrevió a dirigir una nueva versión de Don Camilo con él en el papel de cura y Colin Blakely como Peppone que no hizo para nada olvidar el clásico.
Personalmente recomiendo las 5 películas de la saga, no hagan mucho caso de cierta crítica que en el momento de su tardío estreno despreció, aunque sin tampoco menospreciar del todo, las películas por estar dirigidas por Julien Duvivier. Parte de la crítica setentera seguía a rajatabla los postulados de la Nouvelle Vague y calificaba al director francés como profanador por su falsa técnica y clasicismo en su puesta en escena (Godard dixit), es por eso que no les entusiasmara este Don Camilo que se estrenaba 26 años después y lo vieran desfasado en el tiempo. Paradójicamente, Truffaut si fue un admirador del realizador francés en su juventud. Duvivier, sin embargo, tuvo admiradores como Orson Welles, el cual es el narrador en Don Camilo, o Ingmar Bergman que llegó a decir que le gustaría que su filmografía fuera la de él.
Otras críticas hablaban de que eran unos personajes locales, craso error porque una de las virtudes que encontramos es la universalidad de ellos y con el paso del tiempo se ve de manera más clara, en vez de un cura bien podría ser un político conservador y el alcalde otro de izquierdas, eso sí, siempre que no fueran de posiciones extremas.
Luego hay que resaltar sobretodo que la trama no hay que verla como un juego del gato y el ratón, más allá de las diferencias de ideas hay por encima un mensaje de fraternidad, saber convivir, de reírse de uno mismo, de saber mirar primero lo que une antes de lo que desune y de una profunda humanidad. Así pues, los personajes se odian, serán presentados con sus virtudes y sus defectos, capaces de lo mejor y lo peor, pero se necesitan y han de convivir porque entre otras cosas son dos personas humanas y para progresar en la vida se ha de ser abierto, no encerrarse uno en su ideología, entre otras cosas porque la verdad no la tiene nadie.
En una sociedad como la actual donde por desgracia vemos que los políticos son incapaces de acercar posturas y solo buscan sus propios intereses, ya sea ante una crisis económica como la que hubo recientemente o ante la triste actualidad del coronavirus, ojalá tuviéramos un Don Camilo y un Peppone rondando y haciendo de las suyas.