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14/09/2023

La misa ha terminado (1985): Esperando la nueva de Moretti

 


Se estrena este viernes El sol del futuro, la última de Nani Moretti y que ha sido muy alabada entre la crítica, cuenta la historia de Giovanni, realizador italiano reconocido y de gran prestigio, pero que parece de otra época y al que le está costando levantar su último proyecto, una película ambientada en 1956 cuando una compañía húngara llega a Italia huyendo de Hungría.

Más de uno ha visto en ella una crítica al actual cine de plataformas como Netflix y un homenaje al mundo felliniano de concebir el séptimo arte. Lo cierto es que dan ganas ya de verla y quizá por eso se ha tenido la idea de reponer una de sus películas más famosas estos días en algunos cines: Caro Diario (1993).



Probablemente, aquel fuera el título con el que muchos supieran quién era Nani Moretti, la trama era como una especie de "road movie" y tres episodios donde el realizador con su moto iba desgranando varios aspectos de su tan amada como odiada Italia con cierta acidez, no le faltaba el homenaje a Pasolini pues en un momento se iba a la playa donde fue asesinado, tampoco se olvidaba de guiños cinéfilos y se atrevía a imitar el bayón de Ana de Silvana Mangano. Me hubiera gustado verla en pantalla grande estos días, pero un inconveniente me lo ha privado, así que decidí recuperar otra de él: La misa ha terminado.

Y si antes he dicho lo de "probablemente" era porque esta es 8 años más antigua que aquella y encima se llevó el Oso de plata del Festival de Berlín, pero, sin embargo, en España se estrenó con seis años de retraso y en unas fechas poco recomendables como las Navidades, por lo que apenas tuvo repercusión. No le faltaron admiradores, Vicente Molina Foix la calificó de “obra maestra absoluta”, hará ya una década la pude ver en el programa que presentaba Juan Manuel de Prada de "Lágrimas en la lluvia", pero no me acabó de convencer, así pues le di esta segunda oportunidad para que pudiera corregir mis errores de apreciación.




El argumento ya lo hemos visto en otras formas, pero no en un fondo tan amargo y dramático, aunque el director siempre suele recurrir a la esperanza en sus filmes. Tras ejercer sus funciones en una isla del sur de Italia ,un joven sacerdote es destinado por sus superiores a una parroquia de Roma. Allí se reencuentra con su familia y sus amigos e intenta, en la medida de sus posibilidades, cambiar las cosas, pero el fracaso le acecha, y su posterior crisis personal y profesional le hacen cuestionarse su labor dentro de la Iglesia.

 Las andanzas de este cura más bien sirven de pretexto para radiografiar una sociedad en plena crisis de valores, Moretti se ha declarado ateo más de una vez, pero respetuoso con la Iglesia, aunque no le han faltado sus críticas como en Habemus Papam, pero de aquella manera, sin tampoco ofender demasiado. Aquí lo vemos bien ensotanado, quizá una imagen que ha quedado algo desfasada cuatro décadas después ya que son pocos los que así van, aunque tampoco da demasiadas pistas si es un cura conservador o progre.

A Moretti no parece importarle demasiado esta cuestión y se centra más en el aspecto psicológico que no el moral, enseguida nos muestra sus frustraciones, le han dado una parroquia fea, con goteras y a la que no va nadie porque la gente prefiere ir a otra más cercana y que según sus monaguillos está mucho mejor, sin embargo hay otra razón y es que el anterior párroco no quiso cumplir con el celibato y formó una familia curiosamente delante de la parroquia, algo que le molesta. Eso sí, no esperen ninguna mala palabra contra el Obispo, el director saca los temas y deja que sea el público quien juzgue, la libertad ideológica es quizá el mayor logro de toda esta historia.

Poco a poco vamos conociendo su vida familiar, su padre está siendo infiel y ha conocido a una chica treinta años más joven, la madre sufre y le toca padecer, la hermana ha quedado embarazada y quiere abortar, algo de lo que evidentemente se opone incluso amenazándola con matarla y luego suicidándose él en una frase que suelta con una expresividad ambigua.

A pesar de su juventud, Moretti capta que no está nada contento con su trabajo. Le vemos fatigado, harto, con mal humor, ni siquiera se reserva algún buen sermón para lucirse, cumple demasiado a rajatabla lo de poner la otra mejilla... La única manera en la que parece disfrutar es cuando juega con los niños a pelota, fíjense que incluso en estas escenas va sin la sotana.


   

A pesar de que en muchos sitios está anunciada como una comedia, no lo es, ni siquiera un drama, Moretti sigue un estilo que casi diríamos minimalista y que puede provocar que la película no nos diga absolutamente nada y hasta nos decepcione. Quizá esta sea la razón por la que La misa ha terminado no me ha convencido en esta segunda ocasión, así como en otras películas del director he encontrado momentos ácidos que me han ayudado a entrar en los personajes y en su carga crítica o haber sabido mostrar un dramatismo sin caer en la sensibilidad como en La habitación del hijo, aquí no hallo momentos para recordar especialmente, sino más bien un compendio de lo que luego perfeccionaría.

Ojalá tuviera la crítica de Molina Foix delante y en una tercera vez hallar la que él define como obra maestra absoluta, de momento intentaré disfrutar de su última película, las expectativas se han puesto demasiado altas.

24/03/2022

Vivir sin aliento, el remake del "A Bout de Souffle" de Godard

 

En 1959, Jean Luc Godard dirigía la que es su película más famosa y una de las cumbres de la "Nouvelle Vague": Al final de la escapada (A bout de soufflé), el guion estaba escrito por François Truffaut de cuando los dos eran amigos antes de partir peras. Protagonizada por Jean Paul Belmondo y Jean Seberg, él se metía en la piel de un ladrón de coches de poca monta que acababa de matar a un policía y ella era una joven norteamericana que anhelaba ser periodista y que había tenido un breve noviazgo con este. La historia destacaba por los contrastes entre los dos, Belmondo en su mejor interpretación se amoldaba en ese personaje fantasioso, inestable, imitador de Humphrey Bogart. Ella en cambio, era culta, inteligente, aunque también algo ingenua que vivía sola en París.

Se puede decir, aunque siempre habrá otras opiniones, que esta junto a Hiroshima mon amour de Resnais y Los 400 golpes inauguran esta nueva corriente que tanto marcó a la crítica joven del momento, no tanto a la que ya tenía más años y Godard pasó a ser un gurú para ellos. También la película provocaría un cambio en el cine, aparte de influenciar en el Hollywood posterior.

24 años más tarde, un director con trabajos “underground” Jim McBride se atrevió a rodar un remake de esta bajo el título de Breathless, aquí estrenada como Vivir sin aliento. La protagonizaba Richard Gere que venía de encadenar dos grandes éxitos como American Gigoló y especialmente Oficial y caballero, aunque a partir de esta, su carrera se vendría algo abajo. Ella era Valérie Kaprisky, actriz francesa que había llamado la atención por una película erótica en su país llamada Afrodita. Lo cierto es que compararla con Jean Seberg resultaba hasta un sacrilegio, su filmografía lejos de lo que en un principio se pensó, fue anodina, muy televisiva y hoy en día pocos la recuerdan.

La película obtuvo mucha división de críticas, los más admiradores de Godard se cebaron en ella. ¿Qué es lo que dijo Godard sobre ella? Pues esto comentó: "Es lo que quise hacer yo con A bout de soufflé, una cinta media de cine negro a la americana. Pero como no sabía la técnica, me salió una cinta experimental." Son curiosas estas declaraciones... ¿quería una película comercial, copiar el esquema americano sin crear algo propio, o lo dijo por decir? De todas maneras Vivir sin aliento fue un fracaso comercial y llegó a estar olvidada hasta que con Pretty Woman los videoclubs de entonces y las cadenas de televisión rescataran las anteriores películas de Richard Gere.

En este remake se intercambiaban las nacionalidades, él pasaba a ser norteamericano y ella francesa. El personaje le venía de perlas a Gere, lástima que McBride le deja demasiada libertad, pues en determinadas escenas su sobreactuación llega a irritar, como ese final que tanto ponen en Youtube. Ella, en cambio, no está muy bien en su papel.

Al salir editada en Blu-Ray hace unos meses y estar ahora en Filmin, la he revisado después de algunos años ya, tenia una impresión mejor, este pase me ha supuesto una cierta decepción. No obstante, es una película creo yo, que de momentos, pues el argumento se debilita a los 20 minutos y el director no logra cogerle el pulso narrativo necesario hasta casi la última media hora.

 Pero hay toques a destacar, por una parte es que juega sin ninguna trampa con lo irreal, concibe una especie de cómic adulto, el personaje siempre tiene en la mano el "Silver Surfer" y se crea un símil entre ambos, el color es llamativo con esas transparencias exageradas que parecen sacadas de la saga de Aterriza como puedas y esos amaneceres rojizos oníricos en la carretera . Viste también una ropa chillona, primero con esa camisa roja y pantalón azul algo ridículos que parecen sacados de las películas de Jacques Demy, luego se la cambia por otra de segunda mano. El sentimiento de fatalidad lo acompaña con ese “tengo gafe” que más tarde defina como tener la bendición, pero del diablo.

Las referencias cinéfilas son numerosas, en un momento se para en un letrero que anuncia el "Museo de Cera de Hollywood", va con ella a "Los pinos" que era el refugio de Errol Flynn, otro personaje que como el de Gere tiraba los dados demasiado, como le dice ella en un momento. En otra secuencia entran en un cine rancio que está proyectando El demonio de las armas (Gun Crazy) de Joseph H. Lewis, esta referencia tiene una clara indirecta y es que Godard se fijó mucho en ella para ciertos planos de A final de la escapada.


 Aparte de la cinefilia, hay referencias al mundo del arte, a la arquitectura de Frank Lloyd Wright, a la música de Jerry Lee Lewis comenzando por su título, a William Faulkner y su frase de “entre la tristeza y la nada, me quedó con la tristeza”. Esa tristeza precisamente de un personaje gafado que lleva tatuado un corazón roto y que sabe que su destino está marcado, por eso le lleva a vivir sin aliento esos instantes.

La película hubiese vuelto a caer en el olvido a no ser por las referencias que Tarantino hace de ella, que la lleva a considerar como de sus preferidas, parece incluso que estemos frente a uno de sus productos, incluso parece sonar una versión instrumental del “Girl. You´ll Be a Woman Soon” cuando están en el cine.

En fin, he querido esta semana traer esta película no tanto por su calidad, sino por su cinefilia y también por seguir con el tema de la "Nouvelle Vague" desde otras perspectivas, como hice la semana pasada con Curvas peligrosas sin que Wilder tuviera la constancia de que estaba adelantándose a ella, y aquí con la curiosidad de que esta nos ha acabado llevando, también sin saberlo, al cine de Tarantino.

27/01/2022

Aquella secuela de El mago de Oz

 

Oz, Un mundo fantástico (1985)

Revisando estos días debates que se quedaron pendientes es mis grabaciones del programa "Classics" de José Luis Garci, disfruté con el referente a El mago de Oz ya que si la memoria no me falla no la habían proyectado en otras etapas del espacio

Garci comentó que siendo él un Matusalén prefería ahora la fantasía que no el mundo real por lo que no entendía lo de que en casa como en ningún sitio, aquello fue rebatido por el contertuliano Luis Herrero que vino a decir que el mundo de Oz era un timo o Luis Alberto de Cuenca que reconciliaba ambas posturas, mientras Noemí Guillermo nos contaba curiosidades de la película y se atrevía a cantar el "Follow The Yellow Brick Road" con buen acento.

En la presentación, el director dijo que no se había hecho ningún remake, por lo menos en la forma que la Metro le dio, aunque no mencionó títulos. Repasemos lo más próximo que ha habido, en 1978 Sidney Lumet realizaba el musical que adaptaba el libro de L. Frank Baum con un reparto negro encabezados por Diana Ross y con un Michael Jackson que empezaba a despuntarse de los "Jackson Five". Tuvo y recibe muy malas críticas, aunque a mí me gustó sin ser ninguna maravilla, quizá más que evocar el cuento, me trasladaba a una época de mi infancia por lo que el objetivo quedaba bien cumplido.


A pesar de que la película de 1939 no tuviera ningún remake al 100%, sí que la Disney se atrevió con una secuela a mediados de los 80, los estudios del ratón Mickey pasaban por una época de grandes fracasos y no hallaban la fórmula para que sus producciones engancharan al que había sido su público. En 1985 estrenaban Oz, un mundo fantástico que conviene no confundir con la precuela de 2013 Oz, Un mundo de fantasía.

Desde mediados de los 70 con la aparición de La guerra de las galaxias o Star Trek el cine infantil/juvenil sufrió un cambio, dominaban más los efectos especiales que no el colorido mágico del Technicolor. Los productores buscaban fórmulas para que toda esa generación siguiera yendo al cine con sus productos, incluso fue una época algo mala para otro tipo de cine ya que la industria se centraba especialmente en el público adolescente porque se decía que eran los que más iban a las salas, en esos años hay una cantidad de títulos que marcaron a la generación EGB: Karate KId, Los Goonies, La historia interminable, Los Cazafantasmas, etc.

La Disney pensó que una secuela de El Mago de Oz podría funcionar, pero siguiendo los parámetros que regían el cine ochentero y olvidando los de las otras décadas. Así pues, aquella Navidad del 85 pudimos ver la secuela dirigida por Walter Murch que solo hizo sus pinitos con esta ya que lo suyo era editar montajes.


De los 13 cuentos que Baum escribiera sobre Oz, aquí se adaptaría el tercero “Ozma de Oz” con elementos del segundo “Tierra de Oz”. La acción arrancaba seis meses después del regreso de Dorothy a su casa Kansas. Ya en los primeros minutos se palpaba algo distinto, su tía la llevaba a casa siniestra de un médico (Nicol Wiliamson, el mago Merlín de Excalibur) que le aplicaría un electroshock, pero consigue escapar.

 De la misma manera que antes hablábamos de la contradicción de querer vivir en Oz o estar en el mundo real, aquí se producía otra: la de querer que la gente tuviera el referente de la producción de 1939, pero vista con los ojos centrados en los 80. Aquello no funcionó, y supuso otro fracaso más en esa década que muchos llaman negra de Disney, pero que no significaba que fueran malas películas.

El rodaje fue un desastre, la Disney empezó a no creer en el proyecto, aquello comportaba recortar presupuesto y despedir a Murch, pero este se buscó a tres buenos amigos, Steven Spielberg,  George Lucas y Francis Ford Coppola que le apoyaron y pudo acabar su trabajo, aunque de aquella manera

Si la analizamos, nos adentramos en una película infantil y a la vez adulta, blanda pero dura, construida como si fuese una película de terror. Reconozco que cuando la vi me desconcertó bastante, luego en cambio me gustó. Creo que en una doble sesión junto con la de Victor Fleming ganaría bastante, hay escenas que en su momento debieron traumatizar a los seguidores de la primera, ver la petrificación de los personajes del espantapájaros, el hombre de hojalata, el sendero de las baldosas amarillas destruido, la Ciudad Esmeralda en ruinas. Los efectos especiales eran más que notables, se utilizaba un sistema llamado "Claymaton" que daba realismo a las rocas vivientes. Pero lo que más llamaba la atención era que la princesa se sacaba la cabeza y tenía todo un muestrario, así pues no es de extrañar que más de un niño saliera confuso, aunque creo que los padres se espantaban más.


Entre los nuevos personajes teníamos al de Jack Calabaza que fue la verdadera inspiración para que Tim Burton creara su Jack Skellington de Pesadilla antes de Navidad.

Esta secuela de El Mago de Oz mereció más suerte, se adelantó demasiado a otros tiempos, verla hoy es toda una delicia de la misma manera que ver la película clásica de toda la vida. Así pues, denle la oportunidad que en su día no tuvo….Por cierto, que repasándola, yo lo tengo bien claro, como en casa en ningún sitio.

03/12/2020

Ginger y Fred (1985): El último gran Fellini

 

Entramos en diciembre, acabamos un año extraño y olvidable, en el mundo cinéfilo ha habido la celebración de varios centenarios importantes, entre ellos el de Federico Fellini. No quisiera acabar este funesto 2020 sin hablar algo de él, y por ello recurro a una película que ocurre en Navidad y de la que no se suele citar cuando se recurre a su excelente filmografía, se trata de Ginger y Fred. La película es de 1985, casi se podría decir que es su última gran obra, aunque tampoco creo que esté bien que yo lo diga, servidor no ha podido ver Entrevista (1987) o su último filme La voz de la luna (1990), películas difíciles de encontrar.

 Ginger y Fred suponía también el retorno de Giulietta Masina al cine, con su marido hizo probablemente sus mejores películas, aunque hay quienes prefieren la segunda etapa felliniana más barroca y con ese concepto de “felliniano” ya más desarrollado. Este es un filme mucho más accesible que obras anteriores, pero a la vez plenamente cargado de esa connotación tan propia que creó. En una de las pocas visitas que el director hizo a nuestro país, el director Jorge Grau le enseñó el Parque Güell de Barcelona y Fellini quedó encantado, hasta tal punto dijo que quizá había que revisar qué significaba “felliniano”, que para él era “algo hecho con exceso, imprevisible , onírico , si se da un sentido positivo puede resultar halagador , pero si se da una acepción negativa puede resultar demencial "

La película está ambientada en el mundo de la televisión , trata sobre dos ex bailarines de claqué que eligieron como pseudónimo el nombre de los dos célebres artistas: Ginger Rogers y Fred Astaire. Por cierto, tras el estreno de la película en Estados Unidos, Ginger Rogers demandó la producción y a los distribuidores por "apropiación indebida e infracción de su personalidad pública". El caso fue desestimado, y la sentencia indicó que la película se refería a ella y a Astaire solo de manera indirecta. Fellini no entendió por qué hubo tal denuncia, malas lenguas dijeron que era para dar publicidad al filme, otras en cambio que fue cosa del agente de la actriz para ganar dinero. 

 

Fellini hace desfilar a multitud de dobles de pacotilla por el programa especial navideño como Ronald Reagan, Clark Gable, Marcel Proust, la reina de Inglaterra, mafiosos esposados, un fraile que levita, enanos que bailarán El relicario, el propietario de una vaca con 18 tetas,  personajes que podemos encontrar en cualquier programa de Tele 5 hoy en día y que sin duda alguna serían fellinianos en su concepción negativa.

 El director aseguraba que no era una crítica directa a la televisión, al menos en el primer guion así no era, cuesta un poco tomarle seriedad a esta afirmación, Fellini iba cambiando el guion a medida que iba rodando, él siempre fue muy crítico con la caja tonta . Llegó a decir que "La televisión no es más que un medio de distribución que, aunque difunde películas, las deforma, las mutila; le deja al espectador, en el mejor de los casos, un sentimiento de complacencia algo turbia y un voyerismo barato. Ciértamente, se me puede objetar que soy poco creíble porque he hecho películas y spots para la televisión, y espero poder seguir haciéndolos. Pero en ningún momento he pensado que trabajaba para la televisión y que todo lo que hacía sería retransmitido por esa pequeña pantalla lechosa". Ciertamente, el director dirigió varios spots que cuando uno los ve piensa en aquella canción de La Trinca sobre los anuncios que decía: “Lástima que los corten para dar programas”. Si Fellini levantara la cabeza y viera lo que hacen hoy en día con las películas… 

 

Fellini hablaba así de su cinta: “Es la historia divertida de dos artistas bailarines en el ocaso , que tienden a defender lo que conocen del mundo y a rechazar lo que es nuevo, temen quedarse fuera del rayo de luz donde la gente continúa expresándose y amando . Es el desconcierto , la alarma , la melancolía de acercarse a una cierta edad negándose a considerarse habitantes de aquella dimensión. No se tratará de una parodia o una crítica a la televisión , sino de la narración de personajes desfasados del todo . Además ¿quién sabe cómo será mi película?” 

El director soltaba perlas en sus ruedas de prensa como al hablar de cómo debían ser los presentadores de TV: “Hasta su sexo deberá ser incierto , porque un presentador de televisión no debe ser ambiguo , pero si asexuado “ (16-2-85, El País). “Para encontrar al locutor de televisión tendrá que tener la elegancia y la impersonalidad de una lavadora, por su cara deberán pasar entusiasmo , indignación , alegría , responsabilidad , ceremonialidad, tristeza. Deberá ser coloquial y distante, familiar y misterioso , afable y gélido

   

Como pueden observar Fellini tenía las ideas muy claras sobre la televisión, él reconocía que la veía: “La televisión es parte de nuestra vida, no se puede discutir, si acaso hay que ver cómo consumirla. Yo no voy contra la televisión , sino contra el teledependiente , y quiero desvelar un cierto sentido onírico hacia esta caja que nos impone el silencio y también sistemas de vida alienantes y que ha roto la capacidad de sugestión de las imágenes que tiene el cine”. (Avui, 28-6-85).    Leyendo estas palabras y viendo la película siempre he sacado la lectura de un Fellini mucho más amargo que en otras, la decadencia del cine italiano se palpaba ya en los 80, había pasado de ser una de las grandes industrias a tan solo darnos alguna que otra alegría de tanto en tanto, el mundo de Cinecittà era también ya decadente. la televisión lo había dominado todo y los cines cerraban. Hoy tras 35 años seguimos con el dominio de la televisión, y más concretamente de la telebasura. 

Otro tema del filme era el refugiarse, característica de mucha gente que vivió épocas de penuria económica, curiosamente el cine musical de la pareja Astaire-Rogers será homenajeado también con pocos años de diferencia en la década de los 80 por Woody Allen en La Rosa púrpura de El Cairo y por Herbert Ross en su musical Dinero caído del cielo, también visto como un cine que permitía soñar y afrontar la vida con algo de esperanza.

 

Así sentía el director ese cine: “En Milán, nuestra provincia, en los años 30 y 40 llevábamos una vida pobre y gris, separados de la cultura por los fascistas, los católicos bajo la Iglesia y los curas, y sobre todos nosotros Mussolini. Y en la otra orilla , la vida representada por el cine norteamericano, por personajes como Ginger y Fred, que habitaban en un país que para nosotros parecía feliz . Era como soñar con los ojos abiertos , huir de nuestra mediocre realidad.” A pesar de la crítica a la televisión, la Rai contribuyó con parte de la financiación, en parte podría ser vista como una defensa de la televisión cultural en contra de la televisión de Berlusconi que imperaba en Italia, en el final una voz en off dice que hay más de 60 cadenas de televisión, en el año 85 solo teníamos los dos canales de TVE y alguna autonómica como TV3 en Catalunya. 

Otra curiosidad de la película es su retrato de Roma, aquí sale dilapidada, fantasmagórica, con el hotel ultramoderno y a la vez siniestro. La ciudad ya no ofrece su belleza como si ya la gente no se interesara por ella tampoco, sino por los vulgares programas de televisión. Fíjense que el director saca todas las calles llenas de basura que las junta con spots, así mismo en cualquier espacio cerrado hay una tele encendida. 

La crítica reaccionó bastante bien, y el público también, obviamente no fue una película para hacer cola, pero tuvo su eco particular en su momento, a pesar de haber quedado hoy algo olvidada cuando se habla de Fellini. Ángel Fernández Santos la definía así: “Una sencilla y triste historia de amor , construida con ternura y sentido de lo indirecto, sobre una diatriba bastante pesimista contra la marcha actual del mundo, esta diatriba se concibe a través de la visión que Fellini tiene del fenómeno de la televisión (…) a la que el cineasta italiano ataca con una dureza y un desprecio próximos a la ferocidad” (15-2-86, El País)

 Recomiendo desde este blog recuperar esta película, que se vuelve más moderna al encender la televisión que hemos de padecer.

26/11/2020

Mejor solo que mal acompañado (1987): El talento de John Hughes con la comedia dramática

 

 Este jueves es el "Día de Acción de Gracias" en EE. UU., un tema que hemos visto y conocemos sobretodo gracias al cine, es como una celebración de Navidad con el pavo y toda la familia reunida, no se preocupen que no les voy a hablar de esto, pero sí de una película: Mejor solo que mal acompañado, título español del original de Planes, Trains and Automobiles (1987) dirigida por John Hughes. A medida que el título  se desplaza por la pantalla, escuchamos el sonido de ellos al mismo tiempo.

 Hace ya más de una década que este director nos dejó, en sus últimos tiempos había dejado la dirección y se centraba más en escribir y producir. No era muy dado para las entrevistas, de ahí que poco puedo aportar de él como viene siendo característica en mis artículos. A Hughes, muchos de mi generación lo tenemos como el gran director que supo retratar la generación EGB sin recurrir a la comedia grosera, algunos de sus títulos son ya míticos como El club de los cinco (1985), plagiada descaradamente y sin decirlo en la serie de TV3 Merlí, su siguiente gran título fue Todo en un día (1986), referenciada en Deadpool


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 En 1987 quiso variar y rodar la película de la que hablo. El cole, el instituto o la universidad quedaban aparcados por una historia de un ejecutivo que ha de ir a pasar el citado día de Acción de Gracias, pero que se verá impedido constantemente en el viaje y conocerá a un vendedor de cortinas con el que tendrá que ir conviviendo. John Hughes, en una entrevista en el DVD "Those Aren't Pillows", dijo que se sintió inspirado para escribir la historia de la película después de un vuelo real en el que estaba de Nueva York a Chicago. El vuelo fue desviado a Wichita, Kansas, y tardó cinco días en llegar a casa.

 El filme, en apariencia, una película cómica, está protagonizada por Steve Martin y el malogrado John Candy, algunos críticos vieron en su día como un intento de resucitar el estilo de cine de “El gordo y el flaco”, creo que aunque pueda tener alguna similitud, no es esa la intención, y lo digo sobretodo porque como he apuntado, la comicidad que vemos es aparente, detrás hay algo más. Mejor solo que mal acompañado consigue la risa y prácticamente en todo el metraje, las situaciones son incluso para carcajada, aunque te estés riendo de cosas que poca gracia te harían si te pasase a ti.

 Pero también consigue la lágrima y emocionarte, algo que sin duda alguna sorprende porque uno no se lo espera. Tal situación me pasó la primera vez que la vi, al finalizar me hizo pensar en ella y en sus personajes, no quiero desvelar mucho para quien no la haya visto, pero digamos que detrás de esa comicidad hay una historia de empatía entre dos personas distintas, donde detrás de cada una no hay siempre lo que en un principio pueda parecer.  

Efectivamente, de cada persona nos hacemos en muchas ocasiones un cierto prejuicio, como si ya la conociéramos de toda la vida, creo que Hughes estuvo muy atinado en el guion y da una lección de las apariencias, hablaba antes de una empatía entre los dos personajes como si fuera La extraña pareja, pero también la logra con el espectador. Cuando murió John Candy, su compañero en esta película Steve Martin dijo de él que era un tipo bondadoso, muy amigable, pero que se dio cuenta de que tenía el corazón roto. También el crítico Roger Ebert, que definía esta película como una obra maestra, relataba que una vez que se lo encontró le dijo que lo tenía todo, pero que sin embargo estaba deprimido.

   

Esta película, que antes se pasaba mucho por televisión, no logró en España una buena crítica, en “El País” podíamos leer las siguientes líneas del crítico Ángel Luis Inurria: “El conflicto que surge de la dispar idiosincrasia de ambos personajes alimenta un guion que busca la comicidad, no siempre con acierto en sus resultados, que recurre a la ternura en un mensaje solidario que denuncia el egoísmo y cae en el ternurismo blandengue y descafeinado.” Carlos Aguilar en su “Guía del videocine” la dejaba muy mal y recurría al tema de intento de recuperación de Stan Laurel y Oliver Hardy. En general casi todas las críticas en nuestro país fueron malas. 

 

Yo me sentía como un bicho raro al recomendar la película, es cuando aparece internet y veo que no era yo el único extraterrestre que le gustaba, en el IMDB casi tiene un 8 de nota, algo complicado de obtener y más por ciertas fobias que comporta Steve Martin, algún día tendría que escribir sobre él y defenderlo, porque me parece un gran actor con algunos títulos también míticos. Por cierto, que Candy no fue la primera elección, Hughes quería a John Travolta que en aquel año estaba cosechando fracasos sonoros, la Paramount se negó porque lo consideraba “veneno para la taquilla”, la verdad es que no me imagino la película con él. 


El rodaje fue largo, incluso se habla de cierto metraje perdido que podía llegar a una película de más de dos horas. Al recibir el guion a través de su agente, Steve Martin se sorprendió al descubrir la longitud de 145 páginas del guion, con una comedia que normalmente apunta a 90 páginas. Cuando Martin se reunió con John Hughes, le preguntó si tenía alguna intención de cortarlo. Según Martin, Hughes lo miró con extrañeza y dijo "¿Cortar?", haciendo que Martin se diera cuenta de que no tenía intención alguna de hacerlo.

Si tienen la ocasión de ver la película por primera vez, creo que se llevarán una buena sorpresa. Ahí dejo mi recomendación, por cierto, vean los títulos de crédito, que después sale algo…

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