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26/08/2021

El turismo de Martínez Soria y de Joan Capri

 

Fuente: FilmAffinity

El pasado domingo  la Trece emitía por enésima vez El turismo es un gran invento con Paco Martínez Soria y me dieron ganas de revisarla, en los últimos tiempos ha crecido el número de defensores de su cine, el crítico Fausto Fernández escribía en el Twitter del pasado domingo que era “la película que mejor describa a la España del boom turístico 60s y a las peripecias que hemos tenido”, y en otro mensaje y refiriéndose a Don erre que erre exponía que “no sólo le hace un guiño al dictador del momento (al nuestro), sino que construye una comedia casi perfecta que no habría desagradado a Billy Wilder.”

Fuente: FilmAffinity
Yo no iría tan lejos, pero sí que en muchas "españoladas" en general encontrábamos de forma implícita
cierta crítica social que la censura ignoraba o pasaba por alto. Así que busqué mi DVD de la película y quise programármela con otra complementaria como hace La 2 en "Historia del cine español", entonces me vino a la mente El Baldiri de la costa, película protagonizada por Joan Capri y dirigida por Josep Maria Font (no confundir con Forn) y que encontré en YouTube en una copia no muy buena, pero que es la única manera de disfrutarla.

Ambas son estrenadas en 1968, fecha significativa, aunque aquí se viviera de manera distinta, y en tales la temática es el auge del turismo en los tiempos del 600. En El turismo es un gran invento, ustedes ya sabrán la historia de memoria, un alcalde decide convertir su pueblucho en un centro turístico para progresar y evitar que la gente joven se vaya a la ciudad. Tras la apariencia de película de Martínez Soria se encuentran temas más profundos como pueden ser la España vaciada de la que ahora se habla tanto, el retraso cultural de la España rural y al plan del Desarrollo económico y social. 

 El guion es lo suficiente habilidoso para ir metiendo en calzador tales asuntos, aunque superficialmente y siempre con las vestimentas de lo que era la españolada típica en la que no faltaban las chicas extranjeras ligeras de ropa, la música de García Abril, secundarios excelentes y el buen oficio de Lazaga que no llegaba al destape chabacano de los 80 y que aprovechó al máximo el tirón de Martínez Soria.

 

Manuel Fraga. Fuente: Wikipedia

Escrita por Pedro Masó y el habitual Vicente Coello hay una clara referencia irónica a ese Ministerio de la Información y Turismo que entonces presidía Don Manuel Fraga Iribarne. En un momento del filme, tanto el alcalde como las fuerzas vivas se atreven a ir a Madrid para reunirse con él ya que  en un diario dijo que no debería quedar ningún sitio sin ser zona turística.

Lazaga conseguía un producto divertido, simpático y agradable de ver, lleno de contrastes entre esa vida de un pueblo de la España profunda donde al médico solo le llamaban para prescribir las defunciones y que estaba tan alejada de ese deseado “desarrollismo. La frase que suelta al principio de “El pueblo es lo nuestro, aunque sea un asco” se matizaba después y la ironía de la primera parte cedía a un sentimentalismo y a unas esperanzas que el público más enterado se daba cuenta de que no llegarían.

Como suele ser habitual en el director, un prólogo resumía parte de lo que nos quería mostrar con todo un festival de zonas turísticas y una voz en off irónica, atención merecía esa pequeña aparición de Jesús Guzmán comiendo una paella y a toda prisa ya que el turista tenía que aprovechar todos los minutos posibles, ahí veíamos también referencias a las familias numerosas en coche, a la arquitectura descontrolada y a esa España que progresaba “((El turismo) que ayer aunque ya estaba en el diccionario, nadie sabía lo que significaba, entre otras cosas porque nadie quería hacer)


Fue otro gran éxito de taquilla, en su momento contó con 2.259.725 espectadores según la base de datos del Ministerio de Cultura.

Ese mismo año se estrenaba El Baldiri de la costa, suponía el primer papel protagonista de Joan Capri, un magnífico cómico catalán, aunque poco conocido en el resto de España. Compartía con Martínez Soria el hecho de haber ya trabajado en bastantes películas, aunque de secundario, y participar en un teatro popular querido por el gran público, pero menospreciado por la crítica. Sus monólogos han sido y son reivindicados aun, de él dijo Fernán Gómez que el mejor cómico que había en España se encontraba en Barcelona y era él,  Julián Marías que escribió que se tenía que aceptar el diálogo porque de monólogos solo aceptaba los de Capri o Joan Pla que lo incluyó en sus Homenots y dijo de él: "Sólo hay que tener ojos en la cara para ver que Capri es el único actor real y auténtico que ha aparecido en nuestro país en los últimos cincuenta años"

El abogado, el alcade y el notario. FilmAffinity

La película ya tenía cierta popularidad en Cataluña al haberse visto en teatro, estaba escrita por Joaquim Muntañola, dibujante del TBO y autor de otros éxitos como el “Ja tenim 600”, Pau Garsaball la había protagonizado. Nada menos que Antonio Isasi-Isasmendi (Estambul 65, Las Vegas, 500 millones) decidió que podía ser rentable en cine y la produjo. Estrenada el 12 de julio del 68 en el Cine Novedades de la Ciudad Condal y en catalán, su éxito fue más bien local, ya que en Madrid no llega hasta el año 72 y doblada al castellano. El director alentado por los resultados, intentó que Capri siguiera en el cine y rodó El abogado, el alcalde y el notario, pero esta pasó desapercibida y por desgracia el actor acabó siendo doblado en la versión castellana por Joaquín Díaz, la voz habitual de Jack Lemmon, por lo que perdía su principal arma y no cuajó.

El Baldiri de la costa es una película que merecería ser rescatada de ese olvido, hay una combinación de diversos tipos de humor, desde el irónico al negro, pasando incluso por el surrealista…La crítica social se muestra algo más explícita que en la de Lazaga, aunque pasadas por el tamiz de lo cómico. El actor se dirige a menudo a la cámara como ese campesino que se convierte en alcalde de “Sant Ciprià Sur Mer” y cae en la tentación de llenarlo de turistas. La película no esconde ni suaviza para nada su repulsa al boom turístico, el tema más presente en el guion era el de la pérdida de la cultura propia con esa especulación inmobiliaria que incluía escenas notables como esa ventana tapiada, esa Tossa vista con rascacielos, la referencia al polémico hotel Cap Sa Sala  de Begur que provocó en su momento un impacto medioambiental,  o el contraste de la vida tranquila en ese huerto que apenas tiene ya cabida...

Hotel Cap Sa Sal en la actualidad. Fuente: Wikipedia
No solo se centraba en la costa, también hay referencias a la transformación que en esos años estaba sufriendo
Barcelona con esos aparcamientos subterráneos en la Plaza Cataluña y el sinfín de obras inacabables. Otro aspecto tratado era el de la inmigración andaluza con más de un matiz, curioso papel el de Luis Ciges con diferentes empleos, entre ellos el de andaluz, cabe recordar que un año antes se había estrenado La piel quemada de Josep Maria Forn (aquí no confundir con Font) y el guion lo aprovechaba. Referencias también al divorcio, a la corrupción política, a los nuevos impuestos, al fútbol…En general, se puede decir que lo que se ataca es a esa deshumanización en el que acaban las personas responsables de todo ello, en un momento se suelta la frase de que el turismo “beneficiará al pueblo, pero no a los vecinos”

Resumiendo, dos películas que más allá de la comedia escondían un mensaje que sigue siendo actual hoy en día, que el progreso sea para bien de todos y no solo de unos cuantos. Ese humor tan menospreciado en su día y calificado incluso de derechas, rancio y conservador se atrevió a cuestionarlo en los 60, algo que cierta clase intelectual que presume de ser tan social no se dignó y pasaba las vacaciones en esos hoteles y torres de lujo.

 

 

10/12/2020

Dos Capras navideños que no son "¡Qué bello es vivir!

La proximidad de las fechas navideñas nos hace cada año pensar en los clásicos que por este tiempo se suelen revisar, películas como De ilusión también se vive, La mujer del obispo, Muchas gracias Mr. Scrooge, Entre pillos anda el juego o Polar Express seguro que las volvemos a ver (vean mi antiguo artículo sobre cine navideño aquí, pero hay una que reina sobre todas ellas y esa es ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra. Sin embargo, no voy a hablar de ella, sino de otras dos ambientadas en Navidad que el realizador hizo: Juan Nadie y Un gángster para milagro

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Juan Nadie (1941) trata sobre un magnate que compra un periódico y despide a casi todo el personal, entonces una periodista publica una falsa carta que lleva la firma de Juan Nadie. En ella se anuncia el suicidio de uno de los empleados despedidos. El éxito del artículo es tal que el periódico decide crear un Juan Nadie y, con este fin, contrata a un vagabundo que acaba convirtiéndose en un personaje extraordinariamente popular.  Gary Cooper que había trabajado con él en El secreto de vivir ofreció una de sus mejores interpretaciones, Capra solo lo veía a él en el papel, igualmente Barbara Stanwick estaba maravillosa, el director fue quien la hizo debutar en papeles importantes en los 30 y poder desarrollar su carrera. 

 Se trata de una parábola política como la mayoría de sus películas que seguían los principios del "New Deal" propugnado por Roosevelt para acabar con las secuelas de la Gran Depresión. Aborda los temas del sensacionalismo periodístico, la corrupción política, o la explotación de los desheredados en época de crisis social. Se estarán dando cuenta de que por desgracia son temas actuales hoy en día.

 El cine de Capra se basaba sobretodo en la creencia firme de las buenas intenciones del ser humano, los buenos sentimientos podían cambiar el mundo. Es así, pues, que la mayoría de sus filmes acaban bien a pesar de la oscuridad de sus temas. Eso hace que, a veces, público exigente no vea sus películas como realistas, sino más bien blandas, con una pérdida de perspectiva social y cierto sensacionalismo carrinclón. Tal consideración la veo injusta, una película que acabe mal no ha de ser mejor en teoría, además rodar buenos finales esperanzadores exige también un gran trabajo para que todo quede bien atado y el director era un maestro en eso.

 De todas maneras, Juan Nadie es probablemente su película más pesimista y con un final que, aunque sigue el patrón de sus obras no deja la misma sensación. Rodó cuatro finales diferentes, pero todos fueron rechazados durante las vistas previas, una carta de un miembro de la audiencia sugirió un quinto final, que al director le gustó y usó en la película terminada. El escritor Robert Riskin, su guionista aquí, tuvo la oportunidad de mostrar películas recientes de Hollywood en diversos países europeos mientras los aliados los liberaban de los nazis, pero se negó a incluir Juan Nadie, ya que veía que transmitiría una visión demasiado oscura de América.

 El hecho de que tampoco veamos esta cinta por Navidad con la frecuencia de ¡Qué bello es vivir! también nos avisa, en cierto modo, de que es un Capra singular, a ello se añade que los derechos de autor originales nunca se renovaron y pasó a ser de dominio público con copias bastante malas y ediciones cutres, aunque en España hubo una versión cuidada por parte de Versus hace unos años. 

 Así pues, el director que fue calificado peyorativamente por Juan Antonio Barden como “nuestra abuelita” era capaz también de dejarnos fríos una vez acabada la proyección y ver cómo el país de las oportunidades tampoco ofrecía muchas posibilidades.

 La otra película es Un gangster para un milagro (1961), remake de su filme Dama por un día de 1931. Ambientada en la época de la Ley Seca (1920-1933), Dave es un contrabandista de alcohol que está a punto de cerrar un trato importante con un mafioso de Chicago. Como las manzanas de la mendiga Annie siempre le han dado suerte, envía a uno de sus hombres a buscarla para cerrar la operación. Pero Annie está completamente desesperada: su hija, a la que no ve desde hace muchos años, llega de Europa acompañada de su novio y de su suegro, unos aristócratas italianos, y Annie tendrá que convertirse en una gran dama para no defraudarla. 

 

El argumento, que ha sido muy imitado en multitud de comedias, sin ir más lejos Ocho apellidos vascos bebía bastante de esta premisa, es un relato agradable donde el optimismo hace superar los convencionalismos de la trama. Su humor limpio y emotivo desdramatizará los momentos más duros de la película. Es bastante superior a su original, la cual ha perdido bastante fuerza. 

 Supuso el canto de cisne de Capra, y un enorme fracaso en el momento de su estreno que él no esperaba, su mundo parecía ya no tener cabida. Aparte de esto, no guardaba buen recuerdo del rodaje, en su autobiografía explica que la producción fue "moldeada en el fuego de la discordia y filmada en una atmósfera de dolor, tensión y aversión". Entre Frank Capra y Glenn Ford, no hubo de todas maneras una discusión real de estar enfadados, pero sí muchos puntos de vista que disgustaban al director, Ford era coproductor e impuso a Hope Lange y cambió otros detalles, no se llevaba bien con Bette Davis y discutían, según Ford él le había ayudado a que fuera la elegida para el papel, a lo que Davis llegó a escribir que "ese cabrón no me hubiera ayudado nunca a salir de la alcantarilla". Capra se quejó en su autobiografía sobre la actitud del actor, y Glenn Ford le reprochó haber esperado tanto tiempo para discutir en lugar de decírselo cara a cara durante la producción de la película. 

 

Frank Capra estaba decepcionado con el resultado final, calificándolo de "película miserable". Sin embargo, estaba más que feliz con la actuación de Peter Falk, refiriéndose a ella como "la única chispa brillante". De todas formas, creo que infravaloró el trabajo que hizo con Bette Davis que hacía un gran papel y demostraba que aun podía dar bastante, a pesar de haber entrado ya en los años de decadencia. En el reparto también tenemos a Thomas Mitchell, el médico borracho de La diligencia, o el debut de Ann Margret que logran que una película de 136 minutos pase rápido a pesar de cierta dificultad en el arranque, originalmente tenía que durar 96. 

El filme contiene además el primer uso en Hollywood de "padrino" como sinónimo de jefe de la mafia. Algunos expertos citan al jefe de la mafia Joe Valachi como el creador del término en la lengua vernácula popular, pero esta película es anterior a su testimonio. A pesar del fracaso y que se la catalogaba como naif, desfasada y anclada en un tiempo que ya había pasado, en los últimos años se fue reivindicando. En el desaparecido programa de "Qué grande es el cine" de José Luis Garci fue proyectada con grandes elogios, hablando incluso de obra maestra y Ángel Fernández Santos la elogiaba en "El País": “El explosivo contraste entre la farsa torrencial y la comedia sentimental serena, vuelven a fundirse con sorprendentes aciertos"

 

Si ven estas Navidades de nuevo "Qué bello es vivir" acuérdense de estos dos títulos, lo mismo el año que viene serán tres los Capras que deberán desempolvar.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...