Paseando
estos días por mi ciudad natal Barcelona de nuevo he de agradecer el regalo
visual que supone ver el Circo Raluy en el puerto y que aparte de sus notables
espectáculos, nos evoca aquella última superproducción de Samuel Bronston de
1964 El fabuloso mundo del circo dirigida por Henry Hathaway y que contaba con
John Wayne, Claudia Cardinale y Rita Hayworth. Una de las escenas más espectaculares
se rodó precisamente en el puerto de Barcelona, aquella en la que se hunde el
barco después de ser recibidos por el alcalde, papel que
interpretaba José María Caffarel y en la que se necesitaron 600 extras. Otro
escenario de la ciudad fue el Gran Teatro del Liceo, aquí convertido en la
pista del Circo de Hamburgo.
Otras
ciudades españolas que acogieron el rodaje fueron Madrid (El Parque del Retiro
que se convirtió durante unos días en los Campos Elíseos de París), Aranjuez,
Toledo, Chinchón, etc. La película es probablemente la que más se acerca a la
reina de todas que fue El mayor espectáculo del mundo (1952) de Cecil B.DeMille
con Charlton Heston y que originó un subgénero con películas destacables
ambientadas en este mundo como Trapecio (1956) y otras que con el tiempo han
caído en el olvido como El gran circo (1959) de Joseph M. Newman que contaba
con Victor Mature como protagonistao El
gran espectáculo (1961) de James B. Clark al servicio de Esther Williams ya en
sus años decadentes.
El proyecto
tuvo sus problemas, Bronston necesitaba dinero, su anterior trabajo La Caída
del Imperio Romano no había tenido la recaudación esperada, para ello necesitó
que un gran estudio le financiara parte del rodaje, fue la Paramount quien pagó
la mitad exigiendo que saliese John Wayne. El proyecto iba a ser dirigido por
Nicholas Ray, pero estaba mal de salud, por lo que Bronston recurrió a Frank
Capra por el que sentía una gran admiración, pero Wayne impuso que fuese Henry
Hathaway, se cuenta que él le preguntó a Capra porque no la rodaba y le
contestó: “No me marcho. Huyo”. El guion original de Ray fue reescrito varias
veces y hasta intervino Ben Hecht entre otros. Ese desorden se nota algo, creo que el
personaje de Richard Conte queda algo desdibujado en la parte final, pero en
líneas generales sale una buena película, aunque no al nivel de la de DeMille.
El circo que vemos es el alemán de Franz Althoft, 255 técnicos y 350 artistas se pusieron a
disposición de la película en los 5 meses que duró el rodaje y para ello
tuvieron que vestir a la manera de principios del siglo XX ya que se ambientó
en ese tiempo. Curiosamente, quien se encargó de coordinar las escenas circenses
fue el hijo de Frank Capra asesorándolo el escritor y dramaturgo Alfredo
Marqueríe.
Aunque siempre
salen a relucir los problemas de Rita Hayworth con el alcohol y que más tarde
se supo que ya empezaba a desarrollar la terrible enfermedad del Alzheimer o
que la película por desgracia acabó siendo la última de Bronston, hay otros
recuerdos más agradables y ya que estamos en estas fechas vamos a recordarlos:
Los
aficionados a los payasos verán en la película a uno de los mejores de la
historia, estamos hablando del clown Max (Max Van Embden), antiguo compañero del
gran Grock que había fallecido tres años antes y que fue contratado para que
contribuyera con su cómico talento a un número con Claudia Cardinale. Aquí
adoptó el maquillaje de albayalde, sombrero puntiagudo y amplios pantalones.
El Circo de
Althoft actuó, coincidiendo con el rodaje, aquellas Navidades en el Palacio de
Deportes de Madrid y participó en la Cabalgata de Reyes. Coincidió también por
esas fechas un homenaje al mítico locutor Bobby Deglané en el Circo Price y
Bronston le envió de regalo la silla utilizada por Rita Hayworth que fue
sorteada entre los asistentes. El productor también donó una leona al zoológico
(emplazado entonces en La casa de las fieras del Retiro), la cual no fue nada
fácil llevar.
La
interpretación de Claudia Cardinale fue muy alabada, hasta tal punto que el
Circo Orfei de Italia le dio el premio de "Clown del año".
En Aranjuez,
se preparó un pastel de repuesto para una escena, este fue enviado por expreso
deseo de John Wayne y Henry Hathaway a un asilo de huérfanos, tres de las
monjas del lugar se presentaron al día siguiente para obsequiarles con unos
pañuelos con las iniciales de sus nombres bordadas.
Las
Navidades coincidieron con el rodaje como he citado anteriormente, aquel año
John Wayne, su mujer Pilar y sus hijos pasaron las fiestas en La Moraleja en
las afueras de Madrid, comieron juntos con el director Hathaway y varios
miembros del reparto como Richard Conte y John Smith. Rita Hayworth las pasó en
la capital junto a sus hijas que llegaron expresamente de EEUU. Claudia Cardinale marchó a Roma para volver al cabo de dos días,
mientras Lloyd Nolan y su mujer se dejaron ver por las calles madrileñas filmando
muchos lugares para un documental televisivo.
Como ven,
una película con muchos recuerdos navideños, con una melancolía agradable y que puede ser una buena opción recuperarla para estos días.
2021 es un buen año para recordar grandes figuras del cine español como Luis García Berlanga o Fernando Fernán Gómez cuyos centenarios se celebran en las próximas fechas.Se está hablando mucho más del primero que del segundo, sin embargo, hay un tercero del que poco o nada se está comentando, y ese es el director artístico Gil Parrondo, nacido en Luarca (Asturias) el 17 de junio de 1921.
Antes de continuar, conviene explicar qué es un director artístico: también llamado escenógrafo, diseñador y decorador. Es el responsable de todo lo que hay delante de la cámara (decorado, attrezzo vestuario y peluquería) y de la ambientación concreta de cada secuencia. Se ocupa de las localizaciones de exteriores y del diseño y construcción de decorados, coordina un equipo más o menos amplio formado por maquetistas, arquitectos de interiores, ambientadores, pintores, jardineros, atrecistas, diseñadores de vestuario, sastres, peluqueros, etc., y realiza su trabajo en coordinación con el director de fotografía y el equipo de iluminadores a fin de planificar los movimientos, posiciones y encuadres de la cámara.
La definición o, mejor dicho, cuál es el trabajo propio de los directores artísticos siempre ha sido algo difícil de aclarar, pero unas palabras del propio Gil nos pueden ayudar a entenderlo mejor:
“En realidad, nosotros somos decoradores, somos los que hacemos los decorados o localizamos unos exteriores, según lo que necesita la historia o el guion. Eso es lo que hemos sido desde siempre: simplemente decoradores. En España se decía: los decorados los hace fulano de tal. Después, al cobrar cada vez más importancia este departamento nuestro, vino de América, de Hollywood, la designación “art director” o sea el director artístico y así se mantuvo bastantes años. Y más recientemente, se empezó con lo que llaman el “diseñador”, una cosa muy complicada, el diseñador de producción, una cosa muy rara, ¿no? Y ahora, entre nosotros, en la jerga nuestra, se dice: ¿quién diseña esta película? Se emplea habitualmente el diseño de la película que no me parece mal como diseño. pero si a mí me preguntan, yo siempre diré que mi profesión es la de decorador. Yo soy decorador de cine y me gusta que pongan Decorados: Gil Parrondo, más que director artístico, más que cualquier otra cosa.”
Gil Parrondo llevaba en una agenda todas las películas en las que había trabajado, en el documental de Desde mi ventana de Miguel Ángel Trujillo de 2013 enseña que su primer trabajo fue en Los cuatro robinsones (1939) de Eduardo García Maroto. Vendría luego una fructífera unión con el director artístico Sigfrido Burmann en producciones de Cifesa, tales como La Nao capitana (1947) de Florián Rey, Locura de amor (1948) de Juan de Orduña, Un hombre va por el camino (1949) de Manuel Mur Oti, Sangreen Castilla (1950) de Benito Perojo, Lola la piconera (1952) o Jeromín (1953) ambas de Luis Lucia. Tales colaboraciones son su mejor entrenamiento para la elaboración, diseño y construcción de grandes y dificultosos decorados, experiencia que le resultaría muy provechosa en sus encargos posteriores cuando tuvo la oportunidad de trabajar en producciones internacionales que le permitieron el uso de más medios y recursos.
Gil se refiere a esta etapa en los siguientes términos: “Burmann en realidad ha sido mi maestro, es con quien más he trabajado, lo he hecho en cine y en teatro y aparte de todo lo que aprendí con él, que fue mucho, no solo está el aspecto profesional, puesto que era mirarle y observar esa capacidad de trabajo que era inmensa, pero, sobre todo, era su cualidad humana, eso es lo que más me gustaba. era un hombre realmente admirable”
En 1952 viene su primera incursión internacional, aunque su nombre aun no salía en los títulos de crédito, en Tres historias de amor (Decameron Nights, 1952) de Hugo Fregonese y cuyo diseñador de producción era Thomas N. Moraham. La película fue rodada en varios lugares de España tales como La Alhambra de Granada, el Alcázar de Segovia, Ávila o Blanes, en plena Costa Brava.
Por desgracia, es una película poco vista que intentaba explotar el éxito de Pandora y el holandés errante, la cual había internacionalizado la Costa Brava y de paso explotar el turismo en España. Su primer trabajo ya en una película con cierto renombre fue el de Mr. Arkadin (1955), nada menos que con Orson Welles, así lo veía Gil: “un trabajo árido, duro, porque los resultados artísticos fueron más que dudosos, aunque resultó muy atractiva por los decorados que tuvimos (Espinosa y él) que montar, a veces que improvisar, en fin, una labor muy interesante". No guardaba buen recuerdo del director de Ciudadano Kane: "hable mal porque acababa de leer en "Cahiers du Cinéma" que Orson Welles decía que en Mister Arkadin había hecho no solo el guion, la interpretación y la dirección, sino también los decorados. ¡Con todo lo que yo sufrí en esa película se va a apuntar él también los decorados!" No obstante, Gil Parrondo, siempre se llevó bien con sus directores, su humildad y bonhomía se palpan en cada una de las entrevistas que uno puede hallar.
Alejandro Magno (1955) de Robert Rossen fue la primera producción de gran presupuesto en la que colaboró junto a Luis P. Espinosa, con el que compartiría una amplia filmografía, su nombre tampoco aun figuraba. Al frente del departamento artístico se encontraba Andrej Andrejew. En esta película trabajaron muchos profesionales de diferentes áreas que serían llamados sucesivamente en cada superproducción rodada en nuestro país, y parte de ellos formarían parte del equipo de Samuel Bronston dos años después con El Capitán Jones (1957).
Antes de esta, colaboró en tres películas internacionales, Orgullo y pasión (1956) donde buscó innumerables localizaciones, aunque no he podido encontrar información si aquel paisaje de Loja (Granada) con mar añadido fue idea suya. Recordemos que la imagen de este pueblo granadino había sido utilizada por Leo McCarey en Sopa de ganso y que como homenaje se dedicó un mirador a los Hermanos Marx en dicha localidad.
Luego vendría La frontera del terror (1956) donde tuvo que ambientar en parajes españoles zonas de Albania. La tercera en cuestión fue Simbad y la princesa del mismo año, aquí sí acreditado, supuso su encuentro con el mítico Ray Harryhausen y perfeccionó su conocimiento del uso de las maquetas, de las cuales tenía experiencia por su trabajo con Burmann. Parrondo volvería a escoger La Alhambra de Granada y entre otras localizaciones volvería a rodar en la Costa Brava, destacando el uso de la Playa de Sa Conca (Playa de Aro, Gerona) que sería habitual en sus películas, así como en otras superproducciones.
Empieza entonces su trabajo con el imperio Bronston, aunque tampoco su trabajo sería inscrito en los créditos, ni tampoco estaría en nómina fija. Él tenía asignado el cargo de "Art director Spain". En El capitán Jones (1959) hizo pasar el trono del Palacio Real de Madrid por el de Catalina de Rusia en Moscú o convirtió Denia (Alicante) en un pueblecito pesquero escocés.
Vino a continuación Rey de Reyes (1960), eligió el paraje de El Cautivo en el desierto de Tabernas (Almería), para la escena en que Jesús es tentado por el diablo y tiñó con polvillo coloreado una parte de la zona.
Vinieron luego El Cid (1961), 55 días en Pekín (1963) y La caída del Imperio Romano (1964), Bronston recurrió como decoradores a unos poco conocidos como Veniero Colosanti y John Moore que habían trabajado en Trapecio (1956) o Adiós a las armas (1957). Parrondo detalla así su trabajo con ellos "En el Cid aparecieron Colasanti y Moore. John Moore era un pintor americano Colasanti era un decorador italiano de mucho prestigio y de gran personalidad. Vinieron de Italia contratados por Bronston que tenía mucha intuición para estas cosas y una gran percepción de lo que era un director de arte, los dos tenían un gran sentido del color y ellos hicieron todos los decorados y los trajes; las dos cosas muy bien. Tenían mucha libertad, y, además, como la situación era muy favorable en cuanto a gasto en construcción de decorados, podían disponer de un nutrido equipo: lo que teníamos era un equipo enorme, éramos lo menos unas 40 personas en el departamento de arte, ¡como en los tiempos gloriosos de la Metro!"
Llegó el final de las producciones de Samuel Bronston con El fabuloso mundo del circo (1964), donde el presupuesto fue muy ajustado en comparación con las anteriores, la imaginación de Gil Parrondo consiguió vaciar las butacas del Gran Teatro del Liceo de Barcelona para instalar una jaula para las fieras y convertirlo también en la pista central del circo de Hamburgo, ambientar el puerto de la ciudad para la llegada del circo y su posterior accidente, o convertir el Parque del Retiro de Madrid en Los Campos Elíseos de París
.
En medio de estas superproducciones, llegó David Lean para rodar Lawrence de Arabia (1961) y aunque tampoco figure Gil en los créditos, ayudó mucho al director artístico John Box ya que Las Dunas del Cabo de Gata, el desierto de Tabernas o las playas de Carboneras (Almería) eran lugares muy conocidos por él.
En 1964 trabajaría también con Lean y con Box en Doctor Zhivago, inolvidable, entre otros decorados, la construcción de ese Moscú junto al cementerio de Canillas en Madrid.
Me perdonarán que salte muchos títulos, pues el tema da más para un libro... En 1970, ya con el nombre ganado y saliendo debidamente ya acreditado, gana el Oscar con Patton junto al ambientador Antonio Mateos, y son los dos primeros españoles en conseguirlo, bien es cierto que Juan de la Cierva ese mismo año consiguió uno por su contribución, pero si hablamos de los "Oscars" artísticos sí fueron ellos. Formaban parte del equipo de dirección artística también Urie McCleary y Pierre-Louis Thevenet.
Se localizaron diferentes puntos de la geografía española para recrear los distintos pasajes del guion: El Guetar y Palermo en Almería, Las Ardenas en Valsaín (Segovia), Normandía en Urbasa (Navarra), los cuarteles militares en Madrid; en la Rambla del Búho de Tabernas se construyó una carretera donde llegaron a pasar cincuenta tanques, doce cazas; en las dunas del Cabo de Gata crea un cementerio con piedras blancas y cruces, la plaza de la Catedral de Almería pasó a ser la de Messina, etc.
En 1971 conseguiría otro Oscar junto a Yvonne Blake en Nicolás y Alejandra del mismo director. En los estudios de Sevilla Films en Madrid se construyeron unos decorados de palacio impresionantes, los exteriores de el Palacio de Oriente sirvieron para la presentación de tropas, El Palacio Real de Aranjuez para la salida de la carroza trineo del zar, el Aula Magna del Hospital de San Carlos para las asambleas revolucionarias, el teatro español como la ópera, una llanura junto a Uceda (Guadalajara) para secuencias con Rasputín, la estación de Delicias decorada con motivos imperiales en la despedida de tropas y con banderas rojas en la llegada de Lenin... Volvió a rodar en la playa de Sa Conca (Costa Brava, Gerona), la fachada de la residencia de verano se construyó en los segovianos pinares de Valsaín.
En 1972 obtuvo una nominación por su trabajo en Viajes con mi tía de George Cukor, el decorado que representa el restaurante de una estación de tren parisina fue considerado en la época como un verdadero alarde creativo. Al no poder rodar in situ se reconstruyó en los estudios Verona de Colmenar Viejo teniendo que unir dos platós dadas las dimensiones que requería. Los techos que aparecen en la película son los auténticos de la estación francesa y fueron rodados por el equipo de la segunda unidad. El exterior es el de la estación madrileña de Atocha, también se rodó en el casino antiguo de Madrid y en el Paseo del Retiro.
Inicia una fructífera colaboración con John Millius en la excelente El viento y el león (1974)donde de nuevo la imaginación del decorador le lleva a convertir el Castillo de la Calahorra (Granada) en la fortaleza de El Raisuli (Sean Connery), los Reales Alcázares de Sevilla en el interior del palacio del sultán o el Hotel Palace de Madrid en la Casa Blanca, además de Boca del Asno (Segovia) como el parque de Yellowstone. Hay la anécdota que cuenta Millius que cuando se proyectó esta película para el presidente estadounidense Gerald Ford, este comentó que reconocía bien el lugar del Parque de Yellowstone, porque fue guardabosques allí. El director se abstuvo de informarle que aquello que veía era España.
Con Millius volvería a trabajar en Adiós al rey (1989), aparte de colaborar sin acreditar para algunas localizaciones de Conan,el bárbaro (1982) En 1975 trabaja con Richard Lester para Robin y Marian, su trabajo más querido y un director que sentía verdadera pasión con su trabajo. Los exteriores se filmaron en Navarra, en la sierra de Urbasa y en Lecumberri, en el cerco de Artajona marcó los territorios del sheriff de Nottingham, la fortaleza asediada al principio se rodó en el Castillo de Villalonso en Zamora, etc.
Volvería a colaborar con el director en Cuba (1978) y El regreso de los mosqueteros (1987). También con Schaffner repetiría en Los niños del Brasil (1977), La esfinge (1979) y Corazón de León (1985).
Pese a su fama en películas internacionales, no olvidó el cine español, con Pedro Masó inicia una estrecha colaboración con Un hombre como los demás(1974), Las adolescentes (1975), La menor (1976), Puente aéreo (1981) o las series de TVE Anillos de oro (1983)y Segunda enseñanza (1986). Con Jaime Chávarri rueda Bearn o La sala de muñecas (1983) y Las bicicletas son para el verano (1984), con Pilar Miró, Werther (1986) y Tu nombre envenena mis sueños (1996), con Jaime Camino El largo invierno (1992), con Antonio Mercero La hora de los valientes (1998), con Rovira Beleta, La espada negra (1976), etc.
Con José Luis Garci inicia su fiel colaboración a partir de Volver a empezar (1982) y con su trabajo gana varios premios Goya (Canción de cuna (1994), You´re the one (2000), Tiovivo c. 1950 (2004) Ninette (2005) gracias a su escrupuloso trabajo para los ambientes requeridos.
El 24 de diciembre de 2016 Gil Parrondo fallecía en Madrid a los 95 años.
En el 2013 se rueda para TVE el antes mencionado documental Desde mi ventana dirigido por Miguel Ángel Trujillo y en el que se repasa su obra. Lo pueden ver a continuación:
Bibliografía:
LOSADA, Miguel y MATELLANO, Javier. El Hollywood español. T and B Editores, Madrid, 2009
GARCÍA DE DUEÑAS, Jesús (2002) "Gil Parrondo. La quimera alcanzada". Nickel Odeon (27) 171-173
Tiempo de Semana Santa y la excusa perfecta para la revisión de algún que otro título de los llamados péplums bíblicos y entre ellos los de la vida de Jesús, películas que por otra parte son interesantes cualquier día del año. Entre todos, uno que cada vez que lo veo gana y ese es Rey de Reyes de Nicholas Ray. A veces me da la sensación de quedarme solo con la elección, generalmente la crítica acoge el de Pasolini con pasión y acostumbra a subvalorar los demás, tampoco la Iglesia Católica parece gustarle mucho, para el responsable del Departamento de cine del Arzobispado de Barcelona, Mn. Peio Sánchez, la película de Ray es limitada, aunque peor es la valoración que le da a La historia más grande jamás contada de George Stevens que la califica de mala en el análisis que hace de Jesucristo en el cine en este enlace
En un principio la superproducción de Samuel Bronston estaba pensada para, ni más ni menos, John Ford, de ahí pasó a John Farrow que la titularía La espada y la cruz y planeaba solo usar las palabras de la Biblia, el guion resultaba imposible de filmar y ya no se supo más de él. Al final fue a parar a Nicholas Ray que al contrario de los directores mencionados no profesaba, al menos abiértamente, una religión, aunque sí se sabe que su padre era un católico que se había pasado al luteranismo.
Pensó en varios actores para el papel de Cristo, un no muy conocido para el gran público Keith Mitchell parecía ser la primera opción, pero al no convencer a los productores se pensó en Christopher Plummer, Peter Cushing o hasta en Max Von Sydow que luego lo encarnaría en la de George Stevens.
Por consejo de John Ford al final eligió a Jeffrey Hunter que ya había trabajado con Nicholas Ray en La verdadera historia de Jesse James, el actor tenía unos profundos ojos azules y esa mirada era la que quería el director mostrar en primeros planos.
Antes de continuar conviene aclarar que Jesús en el cine salvo alguna excepción como la película muda que dirigió Cecil B. DeMille con idéntico título y alguna otra, no se le mostraba el rostro ya que se pensaba que podría ofender que fuese retratado y repercutoera negativamente en el filme, por ejemplo en Ben-Hur lo vemos de espaldas o mostrando la mano, o bien lejos para que no se vea.
El tabú se rompe aquí y naturalmente hubo reacciones en contra, veían en Hunter una cara muy joven, incluso a la película en plan irónico se la conocía como “Yo fui un Jesús adolescente” en referencia a toda esa saga de películas que mostraban a monstruos de la Universal en la época de tener bastantes granos. Sin embargo estas mentes más bien cerradas no tenían en cuenta que Hunter cuando empezó a interpretarlo tenía 33 años ¿Les suena la edad? Pues sí, la misma de cuando Jesucristo fue crucificado, por tanto la polémica resultaba estéril. Hunter, por otra parte, se tomó el papel muy en serio, no quiso que saliera nada de su vida privada mientras durara el rodaje y llevó una nariz de masilla falsa, aparte de afeitarse todo el pecho.
Bronston no quería ninguna polémica que pudiese estorbar la reputación del filme y llevó el guion ni más ni menos que al Papa Juan XXIII el cual lo aprobó. También se quiso asegurar que no hubiera polémica con la comunidad judía y se eliminaba toda alusión en que pudieran parecer los más malos de la película, algo que la censura española echó en falta en sus informes.
Ray decía que no quería hacer una epopeya, sino una crónica que diera la impresión de verse por primera vez. Ray tenía en cuenta presentar a Cristo también como un rebelde en clara consonancia con los personajes de sus películas e intentar relacionarlo con el mundo actual, el del hombre que se debate entre la contemplación y la acción y la profundización en ideas sobre el inconformismo, la libertad y la violencia.
La tarea no era fácil, pero por ello encargó a Philip Yordan un guion hábil que lo conseguía, jugaba con la comparación entre Jesús y Barrabás, el primero como defensor de la paz y el segundo de la violencia contra la opresión y aplicar una teoría de que Judas no lo traicionó por dinero, sino por provocar una reacción y que pasara al lado violento.
Ray Bradbury escribió la narración y Diego Fabri, quien fue secretario del Centro Católico Cinematográfico supervisaba los textos en relación con las Sagradas Escrituras. Fabri tenía buena reputación, había acabado de colaborar con Rossellini en El General de la Rovere. La adaptación de la versión española corrió a cargo de Enrique Llovet, quien seguiría colaborando con Bronston.
Muchos recuerdan la película por la presencia de Carmen Sevilla como María Magdalena, su relación con Ray fue excelente según se cuenta, se aprendió de memoria los diálogos en inglés y su voz no fue doblada en la versión original, ella misma fue a Hollywood a doblarse, aunque curiosamente en la versión doblada, María Luisa Solá le puso la voz. La interpretación suya no pasó desapercibida y la revista francesa "Cinemonde" le dedicó una portada.
En el reparto encontrábamos muchos actores españoles, desde Conrado San Martín (Pompeyo), Gerard Tichy (José), Antonio Mayans (Juan), José Nieto (Gaspar), Rubén Rojo (Mateo), Félix de Pomés (José de Arimatea), Luis Prendes (Dimas, el buen ladrón), Rafael Luis Calvo (Simón de Cirene), Fernando Sancho (hombre endemoniado), Paco Morán (hombre ciego). También podíamos ver a Frank Braña, Cris Huerta o al mismísimo Paul Naschy si nos fijamos bien, incluso Fernando Rey interpretó el personaje de Abdul, pero el montaje final eliminó su presencia.
Paco Morán
Entre los nombres internacionales destacan Robert Ryan en el papel de Juan el Bautista, Harry Guardiano como Barrabás o Rip Torn como Judas. Personalmente siempre me ha llamado la atención la actriz que hace de Virgen María, una semidesconocida Siobhan McKenna que construye un personaje con mucha calidez humana y que siente una profunda inquietud por lo que va a suceder. Creo que de todas las actrices que han hecho este papel, ella es la que la captó mejor, ya sea por el guion, por sus dotes interpretativas o la dirección de Ray
El presupuesto se fue desbordando mientras se rodaba y Bronston necesitó más ayuda financiera, la MGM se interesó por la película, aunque exigió algunos cambios, más escenas de lucha que no fueron dirigidas por Ray sino por Charles Walters y el control del montaje final, asimismo se cambió el cartel, el cual recuerda al de Ben-Hur. De todas maneras, no se puede decir que en el resultado final no se notase la mano de Ray, escenas como el prólogo de la entrada de Pompeyo en Jerusalén, la muerte de Herodes, el sermón de la montaña, la última cena o la crucifixión llevan su sello, aparte del cromatismo tan recurrente en sus obras, ahí vemos la tonalidad roja de los romanos en contraste con la blanca
Volviendo al sermón de la montaña, el operador Manuel Berenguer se encargó de atar entre los olivos cables para que fueran pasando las cámaras, el travelling ya es una de las escenas más famosas de la historia. Los decorados corrieron a cargo del gran Enrique Alarcón, inolvidable el diseño de la mesa de la última cena. Entre los ayudantes de dirección estaba José López Rodero quien dirigió la secuencia de los monos en 2001, una odisea del espacio.
La película se rodó en lo que hasta hace poco eran los Estudios Buñuel en Madrid (Avenida de Burgos 7) y hoy son pisos de lujo (sic) debido a que TVE que los había utilizado desde el 88 y puso tal nombre decidió venderlos en el 2015. En su momento fueron los estudios más grandes de Europa, primero se llamaron Sevilla Films, Chamartín y luego Bronston al comprarlos el productor y rodar todas sus superproducciones. Es aquí donde se contruyó el templo de Salomón y todo el decorado que vemos, para los exteriores se utilizó la zona de La Pedriza en las afueras de la capital, el río Alberche pasó a ser el río Jordán
Y claro está, no podímos olvidarnos de la partitura del gran Miklos Rozsa en la que resalta los aspectos místicos y no tanto en las marchas, para más de un crítico es su mejor obra. Como he dicho al principio, la crítica no fue muy justa, Bronston que estaba preparando El Cid y había contratado a Mario Nascimbene para la música lo despidió y volvió a contratar a Rozsa pues leía que en casi todas ponía que solo se salvaba la composición del maestro húngaro