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23/05/2024

Roger Corman in memoriam: El cuervo (The Raven, 1963)

 



El pasado 9 de mayo fallecía Roger Corman a los 98 años, uno de los grandes maestros de la serie B. Tras rechazar ser ingeniero, se incorporó a la Fox como botones, luego fue lector de guiones y hasta agente literario entre otros oficios, su arte en rodar con escaso presupuesto y en pocos días le lleva a participar en la American International Pictures que habían fundado James H. Nicholson y Samuel Z. Arkoff (compañía a la que hicimos referencia hace unas semanas cuando hablé de Asesinatos en la calle Morgue), Él sería el principal productor cinematográfico de esta, consigue éxitos como La pequeña tienda de los horrores (1959) rodada solo en dos días y aborda todo tipo de géneros como el western, el cine prehistórico, la ciencia ficción, el cine negro y, muy especialmente, el terror. Según el IMDB son 59 las películas que dirigió y un total de 493 las que produjo. La editorial Laertes publicó en 1992 un escrito autobiográfico llamado Cómo hice 100 films en Hollywood y nunca perdí un céntimo.

Los más nostálgicos recordarán un ciclo en TVE con varias de sus películas hace ya varias décadas, estas pudieron rescatarse después a través del DVD y en alguna plataforma como Filmin hay una buena selección. Para homenajearlo he pensado en El cuervo que, si me permiten la broma, seguía la tendencia de titular películas que no tienen nada que ver con el mismo nombre: Cuando decimos El cuervo nos podemos estar refiriendo a una película de H.G. Clouzot de 1943 (Le corbeau) o a una magnífica muestra de cine negro con Alan Ladd y Veronika Lake que el distribuidor español decidió traducir como El cuervo al título original This gun for hire (1944). En Historias para no dormir, Narciso Ibáñez Serrador escogió el título de El cuervo para una biografía de Edgar Allan Poe, creador del poema homónimo publicado en 1845. Pero, para otros, El cuervo será la película donde Brandon Lee perdió la vida en el rodaje (The Crown, 1994), podría seguir con otras, pero mejor no cansar y ceñirme en las que supuestamente son adaptaciones de Poe, para ello nos vamos a 1935 cuando la Universal reúne a Karloff y a Lugosi en El cuervo (The Raven) inspirada en la obra de Poe de forma muy libre (casi que libertina).

 

Evidentemente, poco tenía que ver con el poema mencionado...En 1963 cuando Roger Corman está teniendo éxito con las adaptaciones de Poe, decide rodar El cuervo, pero tampoco es fiel al original, la película solo se abre con la lectura de la mitad del poema sobre unos planos fijos y la subsiguiente llamada de su cuervo en una de las ventanas de la casa del profesor Craven, más la frase del final, y es que tal composición no daba para una película larga, solamente encontrar algún que otro paralelismo y la atmósfera de este. El argumento es el siguiente:

Es el siglo XV, un hechicero, el doctor Erasmus Craven (Vincent Price), permanece inactivo desde la muerte de su esposa Leonore (Hazel Court), a la que todavía llora. Una noche se presenta ante él un cuervo que tiene la facultad de hablar y que asegura que es un mago, el doctor Bedlo (Peter Lorre), que ha sido transformado por un sortilegio del gran maestro Scarabus (Boris Karloff). Cuando Bedlo recobra la forma humana, le cuenta a Craven que en el castillo de Scarabus ha visto a una mujer idéntica a Leonore.


Conviene aclarar que Corman lo que hace aquí es principalmente una broma, ya se las podía permitir, él declaró que quería hacer un Poe que hiciera reír porque se sentía cansado de la serie de películas que estaba haciendo sobre él, subrayaba que “hay acentos de comedia en Poe de los que la gente no se da cuenta, porque no es tan bueno cuando escribe comedias”. Así pues de la mano de su guionista Richard Matheson se puso manos a la obra y consigue tal efecto.

En primer lugar reúne nada menos que a tres grandes como Vincent Price,  Boris Karloff y Peter Lorre cuyas actuaciones son autoparódicas, en todo momento está presente esa desmitificación de Poe e incluso del propio cine de Corman. Sin embargo, no faltan sustos como esa mano que toca el hombro de Price cuando va a ver la cama de su esposa o ya en plan más cómico cuando abre la tumba de su padre. Es inevitable reír cuando aparece ese cuervo con su peculiar voz pidiendo a Price los ingredientes tales como sangre de murciélago, jalea de arañas, cabellos de cadáver…


No obstante, y eso fue un gran acierto, la película tiene la misma atmósfera que un cuento de terror serio, a pesar del limitadísimo presupuesto está presente esa excelente factura técnica habitual en sus obras y una rápida ejecución que hace que se visione en un momento. Ya daba igual que el vestuario fuera de guardarropía, que viésemos el castillo descaradamente como un dibujo o que el escenario fuera el mismo que en otras de Corman. Lo que interesa en El cuervo es homenajear tal género y nada mejor que hacerlo riendo. Tal vulgarización hecha con cariño del poema de Poe se da presente de forma irónica también en el personaje de Leonore que nos la imaginamos en un principio de otra forma, pero que Corman y Matheson la describen como una esposa descolocada, infiel y oportunista.

Otro dato interesante es la aparición de un joven Jack Nicholson cuando aun no lo conocía nadie, pero que en la escena del carro ya nos ponía esa cara de loco tan característica después, casi es un fenómeno paranormal pues se estaba autoparodiando de lo que aun no había hecho. De todas maneras, para contentar al público que deseaba ver una cinta de terror verdadera tiene al final un enfrentamiento entre los tres magos con unos efectos especiales conseguidos y más sabiendo el escaso presupuesto del que partía.


Viendo El cuervo me ha recordado otra película parecida con el mismo guionista y terceto protagonista, aunque ahí el director era Jacques Tourneur, otro grande de la serie B, se trataba de La comedia de los horrores (o los terrores según la traducción) del año 1963 y también estaba muy presente el humor y la desmitificación. Corman tuvo mejores títulos como La caída de la casa Usher (1960), El péndulo de la muerte (1961) o La máscara de la muerte roja (1964).

20/04/2023

Monsieur Verdoux (1947) o Monsieur Charlot

 



Cada 16 de abril se recuerda el nacimiento de Charles Chaplin, quizá no seamos ya tantos, pero es una buena oportunidad de reivindicarlo para que, quizá en un futuro, vuelvan a ser, por lo menos, algunos más. Y aprovechando la efeméride, conviene recordar también sus obras menos valoradas como ese Monsieur Verdoux de 1947.

Su visionado sigue resultando extraño, se dice que fue la primera vez que eliminó claramente a su inmortal personaje de Charlot, pero, personalmente, cada vez que la reviso, lo sigo viendo. Es igual que Chaplin apareciera ahora con un bigote real y engominado, que no llevara el bombín y que lo viéramos con mediana edad, atildado y cínico. Ya no es el clown, es un asesino de mujeres acaudaladas, y sin embargo, nos sigue haciendo reír, incluso hasta provocar la carcajada. Nos hará también llorar como en sus películas anteriores, le compadeceremos y nos quedará cierto nudo en la garganta al final.


Chaplin se fijó para esta película en una idea de Orson Welles y se la compró, se trataba de un documental sobre la vida del famoso asesino Henri Desiré Landru (en los 60, Claude Chabrol realizaría una película sobre él) que mataba a señoras ricas con el arte de la seducción. Según se cuenta, este Barba Azul estafó ni más ni menos que a 300 y mató a 11.


El Chaplin de los 40 en EEUU estaba siendo víctima de una persecución, había pasado de héroe a villano, sus ideas políticas o su vida privada le hicieron entrar en esas listas negras de las que difícilmente se sale. Monsieur Verdoux fue vista como todo un recital de lo que estaba padeciendo, se llegó incluso a boicotearla en determinados cines y presionar a la United Artists que no la distribuyera. El resultado fue un sonoro fracaso comercial y la crítica tampoco le acompañó mucho, de nada sirvió que la burguesía a la que retrataba fuera francesa y no estadounidense. Sin embargo, en Europa pudo rehacerse algo, curiosamente en España se estrenó y sin retraso, aunque me imagino que algún que otro corte habría… Por cierto, doblaba a Chaplin el actor Félix Fernández (En la edición del DVD es Carlos Revilla) y en los carteles ponían “Charlot” como si fuera otra más, por lo tanto, mi visión no está tan desencaminada.

Decía Josep Pla hablando del cine que “las personas que llegan a comprender algo suelen tener una imaginación galopante y viva. Éstas suplen los baches muertos inexplicables de las películas con elementos sacados de su propio caletre, de sus lecturas y de su sensibilidad supletoria. (…).Las personas que tienen la capacidad de explicar las ligeras sugestiones que reciben como si fueran realidades de peso suelen ser grandes aficionados al cine

No sé, quizá eleve mi imaginación al seguir viendo al vagabundo del bombín y bastón en cada fotograma de Monsieur Verdoux, su genial uso de las elipsis consigue que no quede tanto en la retina la maldad del personaje, apenas le vemos matar. Por el contrario, es meticuloso cuando este no logra sus fines, o bien por ser un patoso (intento de matar al personaje de Martha Raye) o por piedad (La joven recién salida de la cárcel a la que considera víctima). Incluso se atreve a rescatar a una oruga, mientras en el fondo el crematorio sigue activo desde hace tres días para pesar de los vecinos, y naturalmente de la propia víctima y familiares…


Verdoux, asimismo, como Charlot, se desvive por las normas de la buena educación, en más de una secuencia nos remitirá a varias de sus películas, con la diferencia que aquí lo que predomina es un humor negro, ácido y una falta de confianza hacia la humanidad absoluta, en su manera de contar el dinero se resume bastante lo que es la vida. Mucho se comenta la escena del sacerdote del final a la que se tilda como atea, no creo que sea así, más bien es una evolución negativa del mensaje de El gran dictador en el que citaba el capítulo 17 del "Evangelio" de San Lucas: “El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres” a lo que Chaplin seguía con: "Vosotros, los hombres, tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa, y convertirla en una maravillosa aventura” Aquí antes de ser guillotinado, confiesa que está en paz con Dios, que su conflicto es con los hombres y enseguida pensamos en la caza de brujas o en ciertas "Ligas" que hablaban en nombre del orden y la decencia

Otro momento para recordar es cuando es presentado en el juicio como el mayor asesino y peligro de la humanidad, la cámara le enfoca, él se gira atrás. El público en la sala seguramente reiría y luego como en "La codorniz", temblaría. Chaplin sabía perfectamente que nos estaba mostrando el juicio contra él, o contra Charlot como prefieran y no contra Verdoux, incluso es él mismo quien se ofrece a ser detenido. La tesis antibelicista y anticapitalista que lanza es casi lo de menos, hay que entenderla en el contexto de la hipocresía de esa humanidad que solo piensa en los números. Charlot condenado y de camino a la guillotina es una de las escenas más impactantes del séptimo arte, hasta nos olvidamos de que la película empieza con él hablándonos ya muerto.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...