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08/02/2023

Té y simpatía (1956) de Vincente Minnelli: Excavando el cariño soterrado

 


Se puede ver estos días en la TCM una de las películas más desconocidas de Vincente Minnelli, se trata de Té y simpatía del año 1956 y rodada entre dos obras maestras como El loco del pelo rojo y Mi desconfiada esposa. Hacía mucho tiempo que no la visionaba, no la suelen emitir y en DVD la verdad es que no la recuerdo, aunque consultando doy con una edición del 2009 que no respetaba el formato original, por lo que debí pasar de comprarla.

La película empieza con un reencuentro de varios alumnos al cabo de un tiempo de haber acabado los estudios, entre ellos destaca la presencia de Tom Lee, un chico tímido que se apartaba de los gustos de ellos y que le habían apodado como “damisela”. La única persona que le transmitía cariño era Laura Reynolds, la mujer del profesor de deportes y ama de llaves de la residencia donde se hospedaba.


Té y simpatía adaptaba la obra de teatro de Robert Anderson estrenada en Broadway y dirigida por Elia Kazan tres años antes y que gozó de cierto éxito, el productor Pandro S. Berman no dudó en querer llevarla a la gran pantalla y se la ofreció a Minnelli con guion del propio autor, la adaptación se tuvo que suavizar para burlar a la censura, se conservó el mismo trío protagonista que en los escenarios: Deborah Kerr como Laura, John Kerr como Tom y Leif Erikson como el profesor de gimnasia. Resulta inevitable comentar que John Kerr no guardaba ningún parentesco con Deborah.

Temas como el adulterio, la prostitución, la homosexualidad, etc. resultaban aun demasiado morbosos de mostrar en la época y más en una película producida por la Metro en los 50, pero finalmente el guion reescrito con la inclusión forzada de un inicio y especialmente de un epílogo nuevo, obtuvo el "nihil obstat". En España tardó en estrenarse 12 años y las salas donde se vio eran aquellas que llamábamos de arte y ensayo, creo que incluso se pasó solo en versión original. Quienes la vean ahora, pueden escuchar un doblaje para una edición en vídeo del año 1987.  En el Reino Unido también estuvo prohibida.

Pero la obra teatral paradójicamente sí llegó a Madrid al Teatro Cómico y adaptada por Victoriano
Fernández de Asís, el cual declaraba en el ABC del 21 de abril de 1957: 


Fuente: ABC 21 de abril 1957
"Hay en Té y simpatía una censura larvada contra ambiente y métodos que no siendo nuestros no interesa destacar tanto como el problema del alma juvenil que empieza a dudar de sí misma por timidez e inexperiencia en un pequeño mundo escolar donde se cultivan con formas “sui generis” el mito del deporte y el de la virilidad. (…) En mi adaptación, y esto es lo único que me interesa subrayar de modo concreto, he tratado de traer a primer plano ese soterrado lirismo, soslayando acritudes o reiteraciones innecesarias para la ágil comprensión de los espectadores españoles superponiendo el madrigal a la anécdota y desentendiéndome de lo que casi es decorativo y ajeno a nuestra peculiar experiencia con la colaboración de artistas como Pastora Peña, Antonia Mas, Carlos Lemos, Antonio Prieto, Fernando Marín Calvo, un novel de ilustres apellidos y el director Alberto González Vergel, me atrevo a esperar que saldremos adelante en el menester de revelar a nuestro público la peripecia de unas almas perturbadas por déficit de amor, que es el aspecto esencial de Té y simpatía."


Sinceramente, estas palabras bien las podía haber pronunciado Vincente Minnelli, ya que lo que queda excelentemente reflejado es esa falta de amor, cariño y comprensión no solo en el protagonista, también en la mujer e incluso en el marido. Tom explica en un momento que la última vez que vio a su medre fue a los 5 años, y que había venido al mundo con el objetivo de que sus padres se reconciliaran, con pesar exclama lo duro que es fracasar ya de bien pequeño. En el personaje de Deborah Kerr (Laura) ve esa madre que no ha tenido. Ella, por otra part,e tuvo un primer marido con 18 años y ve en Tom el recuerdo de él. En esta relación afectiva se crea un mundo que puede ser interpretado como sincero o resultado de lo que pudo ser y no fue.

Por otra parte, el marido de ella se muestra poco sensible a todo lo que le pasa a Tom, incluso acepta que le linchen sus compañeros porque así se hará hombre, algo compartido por el mismo padre de Tom (interpetado por Edward Andrews, el inolvidable diplomático de Avanti de Billy Wilder.). No es muy afectivo con su mujer, tan solo espera que ofrezca té y simpatía a sus alumnos. El hecho de que Tom en un momento determinado prefiera ayudar a coser a las mujeres de los profesores en vez de jugar con sus compañeros desencadena que le llamen damisela y sea objeto de burla constante. Solo su compañero de habitación le defenderá, aunque cede e impone sus intereses personales, prefiere cambiar de habitación y compañero para no perder la capitanía del equipo del colegio.

Minnelli consigue un notable trabajo y si en la obra de teatro, Fernández de Asís nos hablaba de tratar de llevar ese “soterrado lirismo”, aquí el director lo expone casi desde el principio, algo que tiene aun más valor al ser decorado. Cada fotograma está cuidado, la paleta cromática tan característica en él nos regala escenas inolvidables... Ya esa ventana con la cámara acercándose y desatando el flashback (fíjense cómo va jugando con esta a lo largo del metraje), la puesta en escena, los contraplanos, esa Deborah Kerr  en contrapicado para resaltar su fuerza maternal, cómo la fotografía fuera de plano en ese espejo, algo que nos recuerda a Tú y yo o ese bosque que tanto ayuda a comprender la situación de ambos.

 

 No es una obra fácil, no desvelaré el final, pero no esperen un filme de violetas y caramelos, cada personaje sufrirá su desencaje en un mundo sin cariño donde no tienen cabida los que difieren de lo convencional.

26/08/2022

Brigadoon (1954) y que el tiempo se pare

 



Finales de agosto y más de uno apurando los últimos días de vacaciones, otros habrá que las empezarán y bastantes que no podrán. Sea como sea el estado de cada uno, es evidente que el tiempo pasa y nos gustaría evocar aquel bolero de Lucho Gatica de “Reloj no marques las horas” y que pudiera hacerse realidad, aunque no tengamos en cuenta que sería aburridísimo repetir cada día lo mismo, y si no que se lo digan a Bill Murray en Atrapado en el tiempo. Por cierto, ¿recuerdan la canción que salía al final de esta, justo cuando empiezan los tan denostados títulos de crédito que tanto me gusta reivindicar? Ahí la cantaba Nat King Cole y se titulaba “Almost Like Being in Love”, canción perteneciente al musical Brigadoon de Lerner y Loewe la cual encajaba de maravilla en el tema que se trataba.



Leyendo el espléndido programa de la Filmoteca en Barcelona de este agosto, se han acordado de que era el centenario de Cyd Charisse y la película escogida ha sido la versión cinematográfica que del musical realizara Vincente Minnelli en 1954. El argumento trata sobre dos cazadores estadounidenses en Escocia, los cuales se pierden y hallan un pueblo que no aparece en el mapa y que en medio de la niebla aparece una vez cada cien años, el problema sucederá cuando uno de ellos (Gene Kelly) se enamore de una de las mujeres de ahí.

Si uno se pone a pensar mucho, es posible que tal historia le resulte no ya inverosímil, sino lo que vendría después. Sin embargo, conviene tener en cuenta que de lo que se trata es de abordar el tema de las relaciones entre el sueño y la realidad, tema muy presente en la filmografía del director, la fugacidad de la vida y el "Carpe Diem". A Kelly le acompaña Van Johnson que se muestra incrédulo en todo momento, incluso hasta cae mal ya que le toca ser partícipe en una de las escenas más dramáticas.



Cuando vemos despertar a la gente en Brigadoon da la sensación de que todos son felices, un “locus amoenus” donde todo es alegría, para nada nos viene a la mente la razón de por qué un pastor tuvo que rogar a Dios hacerlo desaparecer en el siglo XVIII para evitar que la brujería lo corrompiera, por lo tanto pocos días han vivido desde entonces. El esquema de la leyenda es el habitual, todo aquel que traspase las líneas fronterizas del pueblo romperá el hechizo.

A pesar de que cierto tono de "violetas y caramelos" impera, Minnelli le da ese toque estético que en un principio iba a ser de otra manera ya que iba a ser rodado en escenarios naturales, primero en la misma Escocia, pero por el clima no se pudo, luego se buscó un escenario parecido ya en EEUU, pero la Metro decidió recortar el presupuesto y rodarla en estudio. Así pues sentimos una bruma romántica en el exterior y una reminiscencia de las pinturas flamencas en el interior, lo cual hace que el espectador se sienta atraído e incluso hasta algo hipnotizado.

Por otra parte, es bien curioso que sea de los pocos musicales con tintes trágicos, o sea que el dicho de que las apariencias engañan cobra aquí sentido. Sin querer destripar, tenemos dos puntos clave, el personaje de Harry cuyo desenlace es tapado, algo por otra parte típico de bastantes pueblos tranquilos de querer esconder lo malo y por otro lado el amor que siente Gene Kelly hacia Cyd Charisse, pero para tenerla tiene que quedarse ahí y por lo tanto someterse a estar dormido otros cien años.



El musical no hubiese sido lo mismo sin la excelente composición de Loewe y Lerner (My Fair Lady, La leyenda de la ciudad son nombre…) Números como el The Heather on the Hill donde nos dejamos dominar por todos esos valles, ríos y montañas. El Once in the Highlands , tema muy emotivo y poético, el I´ll Go Come with Bonnie Jean con una vitalidad y energía que solo una mente privilegiada podría escribir o el mencionado Almost Like Being in Love. Mención aparte son esas coreografías, incluso ciertas escenas sin ser musicales tienen esa percepción.



Minelli optó por contrastar lo que sería ese ambiente bucólico con una cafetería ruidosa de Nueva York, y priorizar el amor. Siempre que veo Brigadoon pienso en otro final que resultase ambiguo sin perder la magia y me da la sensación de que más de uno así lo pensaría. Pero quitando los puntos débiles de esta, es una maravilla poder recurrir en mi caso al DVD y volver a Brigadoon, querer que ese reloj tan antipático no marcara más las horas y creer que aun hay espacios en este mundo en el que la gente esté siempre contenta, de bien seguro habremos notado sensaciones parecidas en las vacaciones o en otros momentos de relajación. Si pueden, véanla en la Filmoteca, será como entrar en ese lugar, así se llama también una sección del Festival de Sitges. ¿No eran acaso las salas de cine una especie también de Brigadoon? Malditos relojes...



El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...