La última
(y seguimos esperando que no lo sea…) película de Clint Eastwood a sus 94 años es
una magnífica noticia que todo cinéfilo debería disfrutar y de paso recordar su
filmografía, en sus inicios sus obras no estaban tan reivindicadas por la crítica
y su mezcla entre un cine de autor con el más popular tampoco era del todo
bien visto. Pero Eastwood comenzó con un producto más bien modesto y con cierta
pretensión que podía ser algo más que el enigmático héroe de esos westerns o su papel sin escrúpulos en
Harry el sucio. Me refiero a Escalofrío en la noche (Play Misty for Me) del año
1971.
Ahí
interpretaba a Dave Garland, un locutor de radio de California en el que se
dedicaba a poner discos dedicados, un día recibe la llamada de una mujer que se
va repitiendo, decide conocerla, pero la rechaza, ella no parará en acosarle.
A mediados
de los 80, a raíz del éxito de Atracción fatal, la película se reivindicó y
salió de cierto olvido, muchos escribieron que el film de Adrian Lyne se había
copiado, no faltaban las similitudes. Pero como ya he dicho antes, Eastwood se
movía en un campo mucho más humilde entonces, pactó con la distribuidora
Universal un presupuesto menor y es que, a pesar de que ya era una estrella y tenía su propia productora, no
se creía demasiado en su aventura detrás de las cámaras.
Por una
parte había muchos clichés de la época, hay un afán para que no se note que
fuera una película de estudio, ya empieza él conduciendo por las costas
californianas y nos adentra en una atmósfera donde se contrastan diversos
tipos de luminosidad que refuerzan el estado psicológico de las situaciones. Es
magnifica esa recreación íntima en ese estudio de radio que definen al
personaje como solitario.
Por otro
lado, Eastwood intentaba que no se le encasillara como un personaje violento
que el público en su momento buscaba, su actitud ante el acoso de ella no es
agresivo, sin querer desvelar momentos, esto lo entendemos con una de las
llamadas que se producen en los momentos finales.
Durante el
metraje encontramos referencias a maestros como Hitchcock, está muy presente en
varias escenas o cierto uso de las tijeras o las escaleras. Pero él sabía bien
que si todo el rato era esto pues no se valoraría su obra, así pues hay también
una más que notable recreación del ambiente californiano y de ese Carmel que es
donde él años después fue alcalde, vemos muchos bares, carreteras,
lugares comunes…
Si bien
estas están muy conseguidas, por el contrario hay también la intención de
reflejar excesivamente su estado amoroso y en medio de todo ese suspense llega
un momento en que la película se pare y nos tomemos un respiro con la inserción
de toda una canción entera The First Time Ever I Saw Your Face cantada por
Roberta Flack en plan videoclip mientras los novios van paseando por el campo
en plan Love Story con los habituales tics del zoom y pantalla nebulosa.
Curiosamente
cuando esto se acaba, también la película pasa a ser por unos minutos como un
documental en el que presenciamos escenas del Festival de Jazz de Monterrey y
que ya nos anunciaban la que sería una de sus grandes aficiones, Una vez
pasados todos estos minutos extraños, la película vuelve a recobrar su fuerza.
Entre los
secundarios destaca la aparición de un Don Siegel que según se dice asesoró al
director, se cuentan también algunas bromas como que Eastwood le hizo repetir
once escenas y luego le mostró que no había película en la cámara.
Pese a sus
irregularidades y los defectos como los mencionados, es una más que interesante
ópera prima y que merece más consideración, creo que es de sus títulos menos
conocidos incluso por sus fans, algo que pasa con otras como Primavera en otoño.
En fin, disfrutemos de un gran cineasta y celebremos que siga en activo, aunque la Warner se haya portado tan mal con su "último" estreno.
Hace unas semanas pude disfrutar
de nuevo del visionado de Vértigo (1958) en una pantalla grande, fue en el Centro
Lorca de Granada y a raíz del nuevo ensayo sobre el film (Ficción fatal)
escrito por Manuel Arias Maldonado, el cual ofreció una charla amena tras la proyección.
Me alegra que se siga escribiendo sobre ella y ojalá estas revisiones lleguen también
a ese público que por unos motivos u otros apenas se acercan al mundo del cine
clásico.
En los días siguientes, al preparar posibles temas para este blog, me vino
a la mente aquella película de Brian de Palma (Obsession) que filmó en 1976 y
que aquí se estrenó con el nombre de Fascinación ya que el título de Obsesión estaba registrado con aquella de Douglas Sirk. En su día se la consideró, más bien peyorativamente, como un remake (algo que evidentemente no lo era), aunque otros
tuvieron la sutileza de decir que era una relectura o un homenaje al clásico de Hitchcock.
Recuerdo que cuando la vi por
primera vez hace ya bastante tiempo me llevé un chasco, no empatizaba con su pareja protagonista, me
parecía todo demasiado artificioso, aquella inverosimilitud que Hitchcock sabía
presentar como real, aquí para nada se daba, era pretenciosa y ya no hablemos del final. Sin
embargo, sí que me encantó la banda sonora de Bernard Herrmann y lamentaba que
el maestro del suspense acabase tan mal con el músico.
Tampoco veía en Brian de Palma a un grande, consideraba que en su filmografía tan solo la adaptación
de Los intocables de Elliot Ness (1987)era la que podía llegar a ser un posible clásico
con el paso del tiempo, las otras eran simples divertimentos más o menos afortunados según el estado de ánimo (y benevolencia) del que las veía y que caerían en el olvido. Tal director era del grupo de los barbudos (perdonen la
referencia, pero siempre me viene a la mente esos diálogos de Wilder y Diamond
sobre estos en Fedora), ahí estaban Coppola, Spielberg, Lucas, Scorsese… Él tuvo que empezar rápidamente como independiente y no gozar del respaldo de los grandes estudios, su obsesión
con Hitchcock ya estaba desde el principio con Hermanas (1972), luego realiza
la que se ha reivindicado como su mejor obra: El fantasma del paraíso
(1974), revisión de El fantasma de la ópera en clave pop que fue un fracaso
comercial y por eso cuando rueda Fascinación le cuesta encontrar financiación.
Parece que la génesis de rodarla
vino tras un pase en el que vio Vértigo con Paul Schrader y decidieron crear una
historia que abordara varios de los temas que ahí se daban, aunque este último fue
el que se encargó finalmente del guion. Por aquel entonces, su nombre estaba muy
bien considerado, había firmado el guion de Yakuza (1974) y ese año le llegaría su momento
cumbre al escribir el de Taxi Driver.
De Palma quiso cuidar todos los
aspectos técnicos del film, fue ambicioso, contó con el director de fotografía
Vilmos Zsigmond para que creara esa atmosfera onírica y necrofílica, pero sobre
todo fue contratar a Bernard Herrmann que en un principio el productor George
Lito no quería ya que este prefería a John Williams, por suerte cedió y aunque probablemente
Williams hubiese hecho un buen trabajo, aquella atmósfera de recordar Vértigo
no se hubiera dado. Herrmann estaba ya algo enfermo, se obsesionó también con este
trabajo y más tras haber sido rechazado por Hitchcock a partir de Cortina rasgada (1966), aquí venía otra magnifica oportunidad de "vengarse" (algo que ya hizo con Truffaut cuando le pidió la partitura de La novia vestía de negro (1968)y salpicar con sus notas ese suspense atormentado) le salió una de sus
mejores partituras, tan romántica como siniestra y oscura.
El problema pasaba a estar en el reparto y no
conseguir grandes estrellas, pocas querían actuar en un filme con un director
que no había arrancado aun. En los castings, Cliff Robertson se mostró muy
abierto a querer participar y aunque no tenía el carisma de actores hitchcockianos
como un Cary Grant o un James Stewart, por lo menos trabajaba bien. Más dificultoso era el papel de
la actriz, evocar a esa Kim Novak era tarea más bien imposible, ahí incluso contratar a una
estrella bien conocida hubiese resultado contraproducente al no darle la
suficiente credibilidad. Al final la elegida fue Geneviève Bujold, una gran actriz
canadiense sin tener la fama merecida y que se había lanzado internacionalmente
interpretando a Ana Bolena en Ana de los mil días (1969), a pesar de los grandes elogios por su interpretación seguía participando en películas más bien
anodinas. Y el tercer actor fue John Lithgow, que colaboró luego con el
director y que era un buen contrapunto a ellos dos.
De Palma respondía a todo aquel
que le acusaba de plagiar a Hitchcock diciendo que utilizaba su vocabulario con
la esperanza de que sus películas superaran su influencia. Es evidente que el director
utilizó toda su sabiduría cinematográfica para que la crítica aparte de
mencionar obviamente a Hitchcock se fijase en sus habilidades. Utilizó un
formato panorámico que le facilitaba en más de una escena mostrar
implícitamente más de lo que parecía a simple vista, ello lleva a que cuando
uno la vuelve a revisar encuentre aspectos que le habían pasado por alto y que
vaya gustando más.
Ya el film empieza en sus créditos
con la vista de la iglesia de San Miniato en Florencia, una basílica románica
de 1018 en Florencia y que vamos
sabiendo que es donde la pareja protagonista se conoció y se enamoró, iremos
viendo que tal imagen se irá repitiendo, ya bien en el pastel de boda o en el
monumento lapidario de su mujer e hija.La película cuenta la historia de Michael
Courtland (Cliff Robertson), un importante hombre de negocios de New Orleans, cuya
mujer Elizabeth (Geneviève Bujold) y su hija de nueve años son secuestradas,
accede a pagar el rescate, pero le recomiendan poner dinero falso, al darse
cuenta ellos tras abrir el maletín huyen con las dos, y tras ser perseguidos por la
policía, chocan y mueren todos. Muchos años después, durante un viaje a Florencia con
un socio suyo (John Lithgow), encuentra a Sandra en la iglesia donde había conocido
a su mujer, una joven que es el vivo retrato de ella.
Es evidente que una mala
realización podía suponer el suicidio artístico de un De Palma que encadenaba fracasos
comerciales, aunque su nombre ha sido tachado muchas veces de comercial hay una
voluntad de querer hacer una obra de autor y hasta sorprende la valentía que
tuvo aquí, los paisajes de Florencia no son los típicos de película turística, la
vemos ocre, nebulosa, en parte hay una contraposición cuando sale New Orleans
ahí fotografiada como blanquecina. En mi primera revisión que ya han leído que
fue más bien desastrosa y yo siendo un adolescente aficionado aun no tenía en
cuenta todos esos aspectos, no caí en eso. Esa Florencia tal y como la retrata tiene
un extraño poder hipnótico que se acrecienta cuando la sigue por esas calles
oscuras y algo tenebrosas. Hay también un extraño silencio que hasta si fuéramos
más allá, como cuando se hace un análisis de Vértigo, podríamos estar pensando
que tal vez se nos está narrando un sueño.
La actuación de Cliff Robertson, que
es bastante fría e incluso distante, va ganando enteros con las revisiones, refleja
bien las tres obsesiones que se reflejan a lo largo del film: Obsesión por la
esposa muerta, por el amor verdadero y poder huir de ese sentido de
culpabilidad. Se nos muestra como un hombre de negocios de clase alta, pero se
diferencia porque no le obsesiona el dinero, incluso mantiene diferencias con
su principal socio por no querer ceder un solar que le daría grandes
beneficios. Estamos pues ante un hombre con una moral considerable, ahí tiene
mucho que ver Paul Schrader en la construcción de este tipo de personajes, se
irá produciendo un dilema cuando conoce a la viva imagen de su mujer que irá "in
crescendo" y que mejor no sigamos hablando de este para no reventar el
argumento.
El personaje de Sandra se considera
católica, en un momento le dice que solo hace lo que dice el Papa cuando ya entrevé que le va a pedir el matrimonio, tiene una
madre que enferma en un determinado momento y la han de ver al hospital, ahí
hay otro guiño a Hitchcock, es de las escasas escenas con ese humor negro que
tanto le caracterizaba, le pregunta a ella si su novio tiene dinero o si es de
la mafia, y como ve que no le faltan recursos le dice que se case ya.
El ritmo pausado, pero intenso en
su hora y media larga, solo cortado con la persecución de la policía y el pago del rescate, también nos
ayuda a adentrar en ese mundo necrofílico, mientras la veía me recordaba
en algunos puntos a La habitación verde de Truffaut. De Palma aprovecha para
mostrarnos bastante cultura y arte como el añorado director francés. Ella está
restaurando una Madonna de Bernardo Daddi y le comenta que tras unas humedades
se ha descubierto que fue pintada encima de otra y esto abre el dilema de si
hay que destrozar toda una magna obra como esta para que se pueda ver la pintura
original. Esto si estuviéramos en un cinefórum daría pie a un buen debate y de
paso pues podríamos pensar si realmente hay que juzgar esta película por si
sola o teniendo en cuenta la clara referencia del film de Hitchcock
En otro momento evoca ella a
Dante y lo lleva al lugar donde traía a la modelo que tomaba como su Beatriz
para que le inspirara versos, he aquí otro tema para reflexionar y evidentemente
pensar si se puede enamorar de ella sin tener que recurrir a que lo hace para
revivir el amor de su esposa muerta.
También me pasa que cuando he
vuelto a revisar el film pienso en el título que se le dio aquí de "fascinación",
el diccionario de la RAE nos indica que es "engaño oalucinación", en la otra acepción nos habla de "encantamiento, deslumbramiento, atracción, embeleso, seducción, sugestión". Si
nos vamos a "obsesión" nos dice que es una "perturbación anímica producida por una
idea fija". Aunque es palpable el problema psíquico del protagonista que no ha
podido salir de esa depresión, la verdad es que me gusta seguir ese “romance”
como si fuera una fascinación y no tanto un problema mental. Hay momentos, como cuando visita la iglesia por primera vez desde que falleció la esposa, que
tienen como una magia, incluso van más allá del sueño, es como trasportarte a
otras coordenadas tanto espaciales como temporales.
Otras escenas como esa mirada contemplando el monumento funerario, la cámara girando 360º y cuando vuelve al
mismo punto es el mismo lugar tras quince años son un logro, así como también las evocaciones a Rebeca con el tópico de la habitación cerrada, su fijación por
el cuadro del anterior matrimonio, la lectura de la prensa, ese extraño coito
no realizado y tan enigmático... Tenemos más homenajes a Hitchcock, encontraremos
elementos de Recuerda, Crimen perfecto, Psicosis…
Es posible que más de uno vea descaradas
las trampas de guion y esgrima también la inverosimilitud, pero quizá enfrentarse
a Fascinación requiere que aceptemos al menos parte de las reglas del cine y
nos dejemos sumergir en todo ese mundo que al fin y al cabo no deja de ser también
una evasión de nuestra propia vida.
Ver a Branagh de nuevo adaptar una novela de Agatha Christie me ha llevado a recordar sus inicios, la crítica vio en él a otro Laurence Olivier con aquella excelente Enrique V (1989). Aunque no fue para nada un film comercial, Hollywood puso sus ojos en él, concretamente Sidney Pollack que le produjo Morir todavía (1991), una película de misterio e historia romántica con bastantes reminiscencias de grandes clásicos del suspense, especialmente Hitchcock.
Las últimas películas del director generan controversia, hay quien ve sus adaptaciones de "La reina del crimen" como innecesarias al tener grandes modelos ya, caso de Lumet en Asesinato en el Orient Express y de John Guillermin en Muerte en el Nilo, en este caso la novela escogida ha sido Las manzanas (Halloween Party), y que yo sepa no hay una adaptación anterior de este Misterio en Venecia como se ha llamado, al menos famosa. El director la ha tildado de bastante diferente a las otras y que es un thriller sobrenatural.
La misma definición sería también para Morir todavía, un film muy efectista, pero que la crítica encontró flojo en cuanto el contenido y pasó totalmente desapercibida. A Branagh le pasa lo mismo en la actualidad, sigue siendo un director bien valorado cuando hace un cine más personal, pero cuando se va al comercial se le tacha exactamente de lo mismo, aunque ya logró hace tiempo que la taquilla no quedara vacía.
Corría el año 92 y se estrenaba Los amigos de Peter, enseguida tuvo el favor de la crítica y aunque no fuera un taquillazo, tuvo unos números considerables, de nuevo su nombre volvía a sonar al año siguiente y más cuando adaptó a Shakespeare en Mucho ruido y pocas nueces.
Recuerdo como en los programas y revistas de cine se hablaba mucho de él y sus nuevos proyectos eran vistos con mucha ilusión, especialmente un Hamlet que tendría que ser el definitivo.
La reivindicación del director llevó a que más de uno fuera a aquello que se llamaba videoclub a buscar el VHS de Morir todavía y a calificarla de buena, como una joya incomprendida a redescubrir. Se reivindicaba su pase en televisión y fans o no fans de él la disfrutamos en su momento.
Particularmente me gusta sin tampoco entusiasmarme, en una época en que el cine ya no deparaba demasiadas sorpresas en el cine de suspense salvo fórmulas tópicas y direcciones convencionales, Branagh optaba como he comentado por recordar el cine clásico y especialmente al mago del suspense, ahí esta esa amnesia de Recuerda, la mansión y el ama de llaves de Rebecca, las tijeras de Crimen perfecto…No había ninguna intención de copiar, sino de homenajear, aquel cine era visto por el director como “majestuoso y al mismo tiempo que te cortaba la respiración sin preocuparse por la lógica más allá de la tensión, hoy mi intención no era compararme con Orson Welles o Alfred Hitchcock, sino básicamente en divertirme en un tono que va del humor al misterio”
Ciertamente, si analizamos severamente el argumento tendremos las de perder pues hay más de una laguna, hay que concebirla como un todo organizado y con un gran trabajo de dirección, la atmósfera se consigue, hay un gran trabajo geométrico con las formas que van apareciendo, desde las torres altas que intensifican el suspense por la noche pasando por las formas de las tijeras las cuales recuerdan el surrealismo daliniano que Hitchcock aprovechara en Recuerda.
Creo que puede ser buena idea recuperar Morir todavía, especialmente para aquellos que se muestran decepcionados con sus últimas películas, ayudaría a entenderlo mejor y a reflexionar que para seguir siendo un "cineasta autor" hace falta adentrarse en el cine comercial con cierta dignidad, algo que Branagh sabe montar todavía.
Seguro que a
la mayoría de mis lectores más de una vez alguien les habrá estropeado el final
de una película, es lo que el lenguaje de hoy en día llama “spoiler”. El
término me resulta repelente, pero la RAE tampoco ayuda mucho a la liquidación
de tal anglicismo ya que recomienda que se use “destripe”.
Algún que
otro crítico de cine para hacerse perdonar la afición por contar los finales,
se fabrica la teoría de que no es lo más importante a la hora de valorar la
obra, pues en más de una ya sabemos cómo acaban. A mí me han fastidiado muchos,
desde Psicosis, El planeta de los simios, El corazón del ángel, El sexto
sentido…
Repasando
títulos me ha venido una de suspense que tenía la peculiaridad de que la voz de Douglas Fairbanks Jr., su productor, pedía después del "The End" que no dijéramos nada y que quien guardaba un secreto, guardaba a un amigo. La película era Sombras acusadoras de 1958 y estaba dirigida por Michael
Anderson, nombre que les sonará por La vuelta al mundo en 80 días y
posteriormente Las sandalias del pescador o La fuga de Logan, entre otras muchas.
El filme tenía
también el atractivo de estar rodado en plena Costa Brava, la mayor parte sucede
en Tamariu, pero también podemos observar Palamós o Tossa de Mar y unas
imágenes en la misma Barcelona al comienzo. Tal década de los 50 fue la de oro
para la citada costa a partir del rodaje de Pandora y el holandés errante,
posteriormente otras producciones internacionales le dieron fama como Decameron
Nights en Blanes, Mr. Arkadín en S´Agaró, El jardinero español en Palamós o
De repente, el último verano en Begur.
Por
desgracia, a notables películas de intriga de esta época se le coloca el epíteto
de hitchcockiano para bien y para mal, algo que provoca que se vea con el prejuicio de ser una imitación. A
pesar de las comparaciones con el maestro del suspense, Anderson logra un
notable trabajo con sus movimientos de cámara, planos angustiosos, manejar a sus pocos actores y mantener la intensidad de
la historia.
Anne Baxter
era la protagonista, otra gran estrella que llamó la atención a los
habitantes de la costa que ya se acostumbraban a ver a Ava Gardner, Joan
Fontaine, Orson Welles, Dick Bogarde o Liz Taylor. En el reparto figuraba
también Richard Todd, un actor bastante olvidado hoy en día, pero popular también en aquellos años y que compaginaba sus papeles en
películas de aventuras como las de la Disney, con otros más
dramáticos. La guinda la ponía el siempre eficaz Herbert Lom, aunque la memoria
cinéfila lo recuerde principalmente por haber sido el comisario Dreyfuss del Inspector
Clouseau en las películas de La Pantera Rosa de Blake Edwards.
El rodaje de la película fue captado por el fotógrafo de Palafrugell Josep Granés Hostench (1915-1982) y sus imágenes han sido exhibidas en algunas exposiciones. Lástima que no podamos verlas por la red, serían no ya solo un gran documento cinéfilo, sino de historia de la Costa Brava.
Si les ha entrado la curiosidad para ver ese final que no hay que contar, el film se encuentra en la plataforma Filmin y en DVD está editada por Cinecom.
Y ya lo
saben, si quieren seguir manteniendo las amistades, no desvelen nada…