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19/08/2022

Capri (1960), una comedia turística con toques de neorrealismo e ironía

 



Hace unas semanas hablaba de Avanti de Billy Wilder, la que quizá sea la obra maestra del cine turístico, sin embargo él la tachaba de blanda minusvalorando la irónica y sarcástica historia que retrataba. En cambio la película que traigo hoy, Capri (1960), bien puede ser considerada así por más de uno, o incluso folletinesca si el espectador acaba odiándola. No es esta mi impresión de esta olvidada comedia dirigida por Melville Shavelson y que cuenta con la guionista Suso Cecchi D'Amico. Incluso tiene más de un paralelismo con la película de Wilder, recordemos que el argumento trata de un americano (Clark Gable) que ha de ir a Nápoles a arreglar unos papeles por la muerte en accidente de su hermano, ahí se entera de que tiene a un sobrino de 10 años, y que está siendo cuidado por su tía (Sophia Loren).

La relación entre Gable y Loren no fue muy buena detrás de las cámaras, uno estaba en el ocaso y la otra en su esplendor. Dos años antes, el mismo director había reunido a la actriz con Cary Grant en Cintia, un producto también algo edulcorado, pero en el que la pareja destilaba una química que aquí no cuajaba. A pesar de ello, en Capri, cuyo título original es "It Started in Naples", el trabajo individual de cada uno es bueno, aparte tenemos a un abogado mujeriego interpretado por Vittorio de Sica que aporta una comicidad en los momentos más dramáticos como el juicio por la custodia, por eso no acabo de ver bien que se tache el filme de telenovela, incluso la Loren hace una autoparodia de sus papeles dramáticos con un Gable exclamando: “¿A quién le han dado el Oscar este año?”

Curiosamente esta broma adquirió más vigencia dos años después cuando la Loren recibió el Oscar por Dos mujeres y dirigida por De Sica para más inri. Aquel 1960 sería el año de la muerte de Gable, aun tenía que estrenar la que sería su última película oficial Vidas rebeldes. Visiblemente cansado en alguna escena a raíz de sus problemas cardíacos, ofrece un papel muy adaptado a su situación de perdedor y hombre aburrido. El director de fotografía Robert Surtees (Ben-Hur, El golpe…) ideó un filtro azul en las escenas con la Loren que combinaba también con su vestuario en contraste con el de Gable, una contraposición entre la vitalista cultura mediterránea y la fría estadounidense.

A pesar de que Capri no es Avanti, hay detalles también irónicos como cuando Gable va a una plaza a tomar café a la 1 de la madrugada porque no le deja dormir la música y le pregunta al camarero cómo duerme la gente ahí, este le dice que “juntos”. Tampoco Gable, como Lemmon, aguanta el agua y se lava los dientes con whisky, o tiene que quedarse por la noche en la isla ya que el horario está equivocado, pero como todo el mundo de ahí lo sabe, no se molestan en corregirlo. Aparte de las notas cómicas, hay ligeros toques de neorrealismo, la guionista antes mencionada estampa su firma al mostrarnos esas calles llenas de paradas de comida y pobreza, prostitución y hurtos. Otra escena que remarcar por su buena planificación es la de cuando la Loren comienza a gritar a sus vecinos que el americano se quiere llevar al niño, entonces salen a los balcones a criticarlo.

A esto se suman unas excelentes vistas de Capri, fuegos artificiales, la fiesta mayor con la inevitable procesión de la Virgen y con una banda sonora sentimental de Alessandro Cicognini que incluye una canción escrita por Domenico Modugno y Dino Verde “Stay Here with Me”, además de poder ver a la Loren cantando el mítico tema de Renato Carosone y Nicola Salermo “Tu vuò fà l´Americano” y luciéndose al cantar “Carina” de Alberto Testa y Corrado Lojacono.

Creo que Capri les gustará siempre que no quieran el nivel de Billy Wilder, en estos días de agosto su visionado les será más agradable. Editada hace años en DVD con un redoblaje malo, mejor véanla en versión original, no me consta que esté en plataformas mientras escribo estas letras,

15/02/2022

Los Girasoles del gran Vittorio de Sica

 


Cuando a Vittorio de Sica le preguntaban por el cine, sacaba unas palabras de su guionista Cesare Zavattini en la que distinguía entre películas útiles e inútiles, las primeras serían las correspondientes a la etapa del Neorrealismo como El ladrón de bicicletas o Umberto D., las segundas serían Matrimonio a la italiana, El viaje o de la que hablo hoy Los girasoles.

Evidentemente, son palabras algo fuertes e injustas, hay que leerlas en el contexto de un autor que quería hacer un tipo de cine y que por razones no solo comerciales tuvo que ir cambiando el estilo. De Sica se definía un neorrealista que tuvo que dirigir muchos “filmes espectáculo”, otro término al que solía recurrir cuando lo entrevistaban. Cuando vino a Barcelona en 1969 al "Festival de cine en color" a presentar Los amantes decía en una entrevista que le hizo Cristina Fernández Cubas: "Sophia Loren quiere que siempre la dirija, Ponti me llama cada año. Pero yo estoy deseando suspender esta actividad. No puedo degenerar en un director al servicio exclusivo de una actriz. En cuanto termine Los girasoles (…)volveré al neorrealismo con La vacanza".


Los girasoles
se estrenó el 14 de marzo de 1970 en Italia, en Madrid llegó el 16 de octubre del mismo año, en Barcelona dos meses después en el Novedades. Ya quedaba lejos su etapa neorrealista a raíz del fracaso comercial, que no artístico, de El techo en 1956, gran película y bastante desconocida hoy en día. Cuatro años más tarde la taquilla volvió a su cine con Dos mujeres, que supuso el Oscar para Sophia Loren y que Ponti le produjera las siguientes con ella. Cierta crítica que le había alabado empezó a cuestionarlo y marginarlo, eran tiempos en que se puso de moda la "Nouvelle Vague" y sus tesis, en Italia directores como Bertolucci o Antonioni eran los preferidos de la critica más joven y el mismo De Sica reconocía que las nuevas generaciones pasaban de su cine.

Los girasoles supuso también la ruptura con Carlo Ponti, aunque cuatro años más tarde volviera con El viaje, el realizador no estaba satisfecho y decía que: "ha resultado ser solamente una bella historia cuando sobre el guion era muchísimo más. El matrimonio Ponti, gran amigo mío, es el principal causante de esta aberración, no volveré a dirigir a Sofía." 

Personalmente, desde que empecé a ser un cinéfilo, siempre me gustó esta película. Por una parte, la música es de Henry Mancini que aunque siempre estaba inspirado, aquí lo estuvo el doble y no solo con el tema principal, la fotografía es del gran Giuseppe Rotunno, de los actores qué decir más y estando detrás de las cámaras él, imposible que sea una mala película.



Por otra parte, esos primeros planos de la Loren, que casi no hacía falta que hablase porque ya lo decía todo, son de una belleza extrema, de hecho en más de una secuencia De Sica apenas opta por el diálogo y ese Mastroianni que tan pronto era un pícaro como todo un caballero y cuyas actuaciones deberían ser un modelo para seguir en cualquier escuela de interpretación. Incluso los secundarios, Lyudmilla Savelyeva, que era conocida en su país por la adaptación de Guerra y Paz televisiva, le da un toque a su personaje en los cuales los valores de la humildad y la solidaridad que al director le gustaba reivindicar, se reflejaban en ella.

La película impacta visualmente, ese paisaje nevado y de pronto la bandera roja gigantesca, vemos como lo blanco pasa por el filtro de ese color, los trenes que recuerdan en parte a los de Dr. Zhivago, quizá ahí se nota la mano de Ponti que era el productor de aquella y buscaba otro éxito de similares características. Detalles que parecen insignificantes, pero que posteriores visiones nos llevan a pensar, como esos besos iniciales entre aquellas dos barcas, quién sabe si una metáfora de lo que serán dos vidas diferentes, pero unidas, o la inocencia de esos niños en la boda que parecen sacados de Milagro en Milán y cómo no, esos girasoles inacabables soleados, tan bellos como tristes, tanto como su inolvidable final que solo un gran director como él podía plasmar y emocionarnos. Por cierto, como curiosidad, la película se rodó en Rusia y Ucrania, fue la primera producción occidental que se rodo ahí después de la II Guerra Mundial.

 

La semana pasada, a raíz de comentar El globo rojo, saqué el tema de que a Truffaut no le había gustado porque Lamorisse había humanizado el globo y dejaba de ser un objeto real. La historia de Los Girasoles cuesta creerla como verosímil, por una parte que una mujer se vaya sola a Rusia a buscar a su marido no encaja en tales parámetros, así como la salvación de Mastroianni en la nieve por parte de la chica con tal bello rostro. Pero, ¿ qué más da? Lo realmente prioritario es mostrar una historia de amor pasional y las consecuencias de la guerra en las personas y todo envuelto en un ejercicio de maestría cinematográfica que refleja el esfuerzo del ser humano por seguir luchando, aunque sea en trabajos que no den fruto. El viaje que hace a Rusia no deja de ser un "mcguffin" para reflejar el esfuerzo y la ilusión de querer que la historia sea distinta, que quizá en un futuro los hijos de aquellos que como dice la Loren en un momento: “¿Qué culpa tienen ellos de lo nuestro?” vean otro mundo.

En fin, reivindico la filmografía de De Sica y no solo El ladrón de bicicletas, sino poder verla toda, algo que por cierto y lamentablemente no es posible, bastantes de sus títulos no se editaron en su día y tampoco se emitieron en televisión, curiosamente Netflix que no se caracteriza por ponernos clásicos y menos italianos tiene en su catálogo una que se llama El especulador con Alberto Sordi, película que nunca he podido ver. Hay De Sica más allá de Ladrón de bicicletas y de Matrimonio a la italiana


El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...