Mostrando entradas con la etiqueta Sabrina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sabrina. Mostrar todas las entradas

11/05/2023

Sabrina (1954): El "menor" Wilder, la mayor película

 


Tengo en mi videoteca una serie de películas bien guardadas a las que suelo recurrir cuando el hastío vuelve con su ejército a dar la lata, sin ir más lejos esta ola de calor unida a las campañas electorales me provoca que tenga que buscar alguna solución para mitigar sus golpes, el antídoto tiene varios nombres y entre ellos brilla el de Billy Wilder: su ironía, acidez, inteligencia y una visión de la vida donde no dejaba títere con cabeza me reconcilian con el género humano, bien es cierto que nombres como ellos ya poquitos o ninguno queda en el cine, pero nadie es perfecto.

Al elegir uno de sus títulos también suelo ir contracorriente y visionar más aquellos que algunos críticos tacharon de menores, ahí están ni más ni menos que Sabrina, La tentación vive arriba, Bésame tonto, Avanti… A más de un director de esos que tanto citan en las redes como genios ya le gustaría tener el 10% de cualquiera de sus fotogramas. Pensando también en este blog y en la entrada de esta semana,  escojo Sabrina ya que hace un tiempo hablé de Ariane y así complemento aquel artículo https://nosinlostitulos.blogspot.com/2021/07/sabrina-sabrinay-ariane.html


Sabrina es del año 1954, Wilder llevaba un tiempo sin hacer comedias, él decía que cuando no las rodaba estaba de mejor humor, en cambio al prepararlas era todo lo contrario. Fue su última colaboración con la Paramount, los estudios que le habían dado la oportunidad de ver sus guiones plasmados y debutar en la realización. El director acababa de rodar Traidor en el infierno y un directivo le pidió si podía suavizarla para que no se enfadasen los alemanes, se negó y decidió marcharse. Pero dejó como broche esta película que sigue siendo una de las más queridas por el estudio de la montaña.

Y es que en Sabrina estaban Humphrey Bogart, William Holden y muy especialmente Audrey Hepburn en su segunda gran película en Hollywood tras ganar el Oscar por Vacaciones en Roma.  La obra de Samuel Taylor era vista como una buena oportunidad de afianzar su carrera y se pidió a Wilder que la dirigiera. Este contrató a su autor para colaborar en el guion, pero se vio absorbido por el trabajo del director vienés y sus constantes retoques en sus líneas, motivo por el cual abandonó, dos décadas después Wilder recurrió a otra obra suya, la admirable Avanti. Wilder entonces decidió contar con un guionista que luego seria considerado de los mejores, hablamos de Ernest Lehman ( Chantaje en Broadway, Con la muerte en los talones, West Side Story…)

Wilder quería trabajar con Cary Grant, pero nunca lo consiguió, esta maldición le acompañaba ya desde sus tiempos de guionista, lo quería para Ninotchka de Lubitsch, luego para Ariane…En aquellas fechas, Bogart quería cambiar su registro y acabó aceptando la oferta de protagonizar Sabrina. Las relaciones entre ellos dos fueron tensas, aunque el actor acabó disculpándose. Cuando se habla mal de la película siempre sale este tema y que no era el papel adecuado para él. Siempre he pensado lo contario, no me imagino a ese Linus Larrabee sin su rostro tan obsesionado con sus negocios con el plástico hecho de azúcar como perdidamente enamorado o dejando que la Hepburn le moldease el bombín. Aparte de ello, es una buena contrarréplica a Holden y su personaje hedonista.

¿Y qué decir de Audrey Hepburn que no se haya dicho ya? Buen ojo tuvieron al elegir la obra, su personaje frágil, dulce, elegante, aparentemente ingenua, sensible y mucho más inteligente de lo que puede parecer, John Williams (su padre) le aconseja que no intente alcanzar la luna y la envía a París para que madure (la añoranza por la vieja Europa donde está el amor en contraste con los EEUU). Ahí volverá cambiada y dirá que es la luna la que intenta alcanzarla a ella. Dos frases irónicas que esconden tras de sí que el amor sincero es una quimera. Ya en los títulos de crédito el punto sobre la “i” de su apellido es una luna, probablemente está desplazada en la vida, Wilder se sirve de otra frase en el personaje de su padre el cual ha de reprimir sus pensamientos al ver cómo están jugando con ella y le comenta a Bogart que ella no pertenece a ninguna mansión, pero tampoco su lugar es el garaje.

Los esfuerzos de Wilder en conseguir guiones excelentes se reflejan prácticamente en cada fotograma y en cada diálogo. Si una escena se le podía ir de las manos recurre a pequeños detalles que la refuerzan. Cuando Hepburn intenta suicidarse encendiendo los coches del garaje con la puerta cerrada harta de que David (William Holden) no se fije en ella, estos empiezan a hacer un ruido musical y desprender unas ondas de humo que hasta recuerdan esas “Sinfonías tontas” del primerizo Walt Disney, aportan una comicidad que rebajan la acción que podía ser vista como demasiado exagerada, pero que bien reflejaban su estado. Pasa lo mismo cuando escribe antes de esto su carta de despedida, pidiéndole perdón a su padre por suicidarse, tras una pausa, añade que por favor no vaya Holden al funeral ya que ni siquiera lloraría.

Sabrina es también un perfeccionamiento en el estilo del director, aquí se aleja en parte del toque Lubitsch, ya saben que el director tenía colgado un póster en el que ponía:"¿Cómo lo hubiera hecho Lubitsch?". No obstante hay alguna referencia implícita, en el encuentro con Bogart en la pista de tenis, ella le dice que pensaba que entraba para negociar su salida, sin nombrarla menciona que podría ser una opereta vienesa al estilo de El príncipe estudiante (La cual fue llevada al cine por Lubitsch en su etapa muda), él pregunta cómo acabaría el primer acto y le contesta que todos huyendo, cantando una canción. Cada vez que la veo, pienso que Wilder intentaba poner el famoso toque, pero luego abandonaba la idea y lo variaba. En la escuela de cocina, ella se olvida de encender el horno para hacer el suflé, un barón mayor le cuenta que quien está verdaderamente enamorada lo quema, pero quien sufre tristezas se olvida de ponerlo en marcha. Más adelante, cuando Hepburn empieza a preparar una cena para Bogart le dice que va a preparar un suflé, pero no vemos cómo acabará ya que ella encuentra los dos pasajes a París. Aunque Hepburn parece enamorada de él y Bogart también, lo cierto es que no deja de ser una incógnita si esos deseos son sinceros, el suflé nos lo hubiera dicho. ¿Quizá también Lubitsch? A Wilder, por otra parte, no le gustaba mostrar nunca muchos besos en escena y que el espectador tomara sus propias conclusiones, recordemos el final de El apartamento donde son sustituidos por una partida de cartas.

Otro aspecto muy cuidado es el escénico, teatro en cine no suele congeniar si no hay alguien que sepa diferenciar bien los dos lenguajes. La atmósfera de cuento de hadas funciona con esa luna, esa gran mansión y la continua aparición de la canción "Isn´t it  romantic" con el contrapunto de ella en el árbol. Su vestuario modesto del principio es, sin embargo, elegante, al igual que el que utiliza después cuando ya Holden se ha fijado. Con el incidente de las copas de champán y la retirada en escena de él, ella lo espera en una pista de tenis y Wilder la sienta donde el árbitro se sitúa. Al entrar Bogart le comenta que está arbitrando un partido entre dos jugadores imaginarios. Otra perfecta síntesis de lo que estamos viendo..

Y como en toda película de Wilder no faltan las frases irónicas que si las pusiéramos todas, aun me quedarían bastantes párrafos para acabar. Hay una que retrata muy bien ese ambiente de tacañería y arrogancia de los Larrabee, Holden tras haberse clavado los cristales de las copas y ser atendido por el médico se le pregunta que cómo sabrá si los ha quitado todos. La respuesta es que recompondrán las copas.

Otro momento que me gusta es el diálogo entre los sirvientes cuando llegan las cartas de ella, respiran cierta bondad entre ellos, aunque también cierto chafarderismo. Les interesa sobre todo que se haya olvidado de David, en un correo dice que ha roto su foto y todos dicen: "Eso es bueno". Pero acto seguido en otra línea, pide que le envíen cinta adhesiva a lo que contestan: “Eso es malo” Así era Billy Wilder, síganme el consejo y recurran frecuentemente a sus películas en estos tiempos tan mediocres.

15/07/2021

Sabrina, Sabrina...¿Y Ariane?

 

 

El pasado lunes, La 2 de TVE en su espacio "Días de cine clásico" volvió a emitir Sabrina de Billy Wilder. Si por mí fuera, que la repusieran cada año, aunque sea una película bastante accesible para encontrar y descubrir. Su nombre queda ya asociado a Audrey Hepburn, ni una cantante de playback italiana en los 80 cuya voz no era lo más famoso, ni un remake descafeinado dirigido por Sidney Pollack, ni cierta bruja televisiva han podido con ella. Sabrina es y será Audrey Hepburn.

 En cambio si digo que la Hepburn siempre será Ariane, más de uno ni la conocerá ¿Por qué tanto pase de Sabrina y ninguno de Ariane (Love in the afternoon (1957) en televisión? Y eso que las dos tienen muchos puntos en común, pero sigue siendo hoy en día la gran desconocida de Billy Wilder, incluso a pesar de que a finales de la década del 2000 salió editada en DVD, aunque de aquella manera...

 Estaba producida por la Allied Artists, productora independiente que quiso contratar a varios de los grandes en los 50, ahí estaba William Wyler con La gran prueba y Wilder que acababa de rodar El héroe solitario, después de marcharse de la Paramount, aceptó el encargo. Es una película crucial en su carrera y el punto de partida con tres de sus máximos colaboradores, el guionista I.A.L Diamond, el productor Harold Mirisch y el director artístico Alexander Trauner. Por otra parte, en Ariane, creo que se cumple el objetivo de lo que Wilder tenía colgado en su despacho de “¿Cómo lo hubiese hecho Lubitsch?", nunca lo implícito fue más explícito, cuestión que ciertos cineastas modernos o no saben o no se les enseña. 

Anuncio del estreno.Fuente:Hemeroteca de La Vanguardia
2-10-1957

Ariane
estuvo muchos años sin poder verse, no hay una explicación muy clara al respecto, recuerdo que hacia mediados de los 90 se pasó por sorpresa en el Cine Alexis de Barcelona, anteriormente solo se había podido ver en la Filmoteca, pero en la programación televisiva era invisible. El desaparecido Cine Meliés de la Ciudad Condal contribuyó a devolverle el lugar que se merecía y en 1997 ya pudo verse en aquel modesto, pero inolvidable y desaparecido cine, con bastante éxito de público. Recuerdo como si fuese ayer la ilusión que daba ver un Wilder “nuevo”, afortunadamente su filmografía ha sido accesible y salvo algunas primeras, que posteriormente con la aparición del DVD saldrían ya editadas, uno no ha de tener muchos problemas para encontrarlas. 

La película cuenta la historia de Ariane Chavasse (Audrey Hepburn), hija del investigador privado Claude Chavasse (Chevalier). Es una joven que toca el violonchelo y que está enamorada después de oír a escondidas las historias que investiga su padre. Se verá enredada en los asuntos de un playboy encarnado por Gary Cooper. 

I.A.L Diamond
 Tal y como sucediese con Sabrina, el director quería a Cary Grant y siempre lamentó no poder trabajar con él. Quizá seré un bicho raro, pero a mí siempre me ha encantado cómo trabajan Bogart en la primera y Cooper en Ariane, no soy de aquellos que piensan en cómo lo habría hecho Grant... Es más, creo que tanto uno como el otro supieron dotar sus papeles sin sobreactuaciones y asumiendo que la gran protagonista era Audrey Hepburn.

El guion de I.A.L Diamond tomaba como punto de partida la novela Ariane, jeune fille russe de 1920 escrita por Jean Schopfer con el pseudónimo de Claude Anet. A pesar de lo dicho antes y que sea esta la película más lubitschiana de Wilder, tiene sus toques propios. Al inicio vemos un camión de la limpieza regando las calles de París a primera hora, este no se inmuta ante una pareja a los que moja, tal vez con Lubitsch el conductor hubiera parado de regar en ese momento. 

Gary Cooper y Audrey Hepburn. Fuente: Wikipedia


El personaje de Cooper tenía similitudes con el que escribiera Wilder para La octava mujer de Barba azul, de ahí que se decantara por el actor después de la negativa de Grant. El guion añadía la figura del padre de Audrey , el detective parisino experto en infidelidades conyugales encarnado por Maurice Chevalier, habitual en varias operetas de Lubitsch, aunque aquí no canta.

El papel de los músicos zíngaros es sumamente divertido, cuando empiezan a tocar "Fascinación", Cooper está a punto de conseguir su objetivo. Cuando salen de la habitación es la señal de que algo va a ocurrir detrás de la puerta. Los diálogos están repletos de acidez, como aquel cuando habla Ariane de los americanos: “son gente muy extraña. Cuando son jóvenes, van al dentista para que les enderecen los dientes, al cirujano para que les quite las amígdalas y los alimentan con vitaminas hasta reventar. Algo sucede en su interior, se vuelven inmunes a todo, mecánicos, automáticos y estancos. Ni siquiera estoy segura de que tengan corazón.
-¿Qué es? ¿Un marciano?- pregunta el supuesto futuro novio 
-No, es americano


Ariane no tuvo el éxito esperado, la Allied Artists tampoco encontró la recaudación que pensaba con su otra producción de un año antes y también con Gary Cooper, La gran prueba de William Wyler, por lo que las expectativas de ser una productora de películas importantes se vinieron abajo. Los derechos de emisión fueron pasando de unas manos a otras y acabó siendo la obra maldita de Wilder hasta que La vida privada de Sherlock Holmes (1970) cogiera el puesto, pero eso ya es otra historia como decía "Moustache" (Lou Jacobi) en Irma la dulce


El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...