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16/09/2022

Godard: In Memoriam

 



Con la muerte de Jean Luc Godard se ha vuelto a recordar estos días la "Nouvelle Vague", sus películas, sus ideas sobre el cine…Los hay que incluso han escrito en redes que sin él definitivamente el cine ha muerto, otros en cambio han relativizado su figura y han descargado iras no exentas también de razón, el séptimo arte no es una ciencia, qué difícil es en este mundillo de los cinéfilos discrepar y más los que lo tenían como el gurú, pero a la vez es positivo que podamos seguir discutiendo, señal de que aun hay algo. A Billy Wilder en el libro de Cameron Crowe le preguntan por él y no se corta, no le gusta y dice que detrás de él no se escondía más que un diletante y A Bout de Souffle (que más de uno la pronuncia con acento en la é como homenaje a Alfonso Sánchez) era su única película buena, en cambio habla bien de Truffaut o Malle, aunque remarca que aquella “Nouvelle Vague” tampoco era tan nueva porque había películas ya así, y aunque en la entrevista no lo cita, podría estar pensando bien en su ópera prima Curvas peligrosas de la que ya hablé en este blog.

Pero nos guste o no Godard, es evidente que tiene su lugar y más que visionarlo, era mejor leerlo, ahí había una persona culta, que sabía de cine y de su historia, que iba a cineclubs, que lo mismo una semana decía una cosa para al cabo de cuatro días decir la contraria, pero qué más daba, lo que se buscaba era la reflexión y que ese celuloide, aparte de entretenernos la cabeza, nos la rompiera un poco. Hace un tiempo, revisando algunos viejos “Cahiers de Cinéma” me indignaba ver cómo la tropa de la "Nouvelle Vague" valoraba ciertas películas que las tengo entre mis preferidas, sin embargo encontrar opiniones distantes me exigía que a la hora de defenderlas, tuviera que emplear más argumentos.

A Godard, por ejemplo, le encantaba el cine de Jerry Lewis, eso aun no lo han digerido algunos, veía mucho más allá de un simple cómico y reivindicaba su faceta de autor, más de una vez decía que era como un pintor elaborando un cuadro, y gracias a su defensa, Lewis empezó a ser valorado por parte de la crítica. Pero hay casos aun más notorios, la defensa de John Ford del que incluso el mismo Truffaut no hablaba bien al principio, para luego rectificar, su admiración por Fritz Lang, etc. Daba gusto ver las listas de sus películas favoritas, podría estar en desacuerdo con lo que no le gustaba, pero en las primeras, seguro que no.

Y en cuanto su cine, para nada está muerto, seguirá dando que hablar, lo cual no significa que nos tenga que agradar o no. Recuerdo que Terenci Moix decía que el cine francés era el más aburrido que había, pero bien nos divierte más de una tarde cuando empezamos a preguntarnos qué quiso decir tal director o si queremos desahogarnos atacando lo que creemos que no son más que pedanterías. Lo mismo A Bout de Souffle era, como dijo él, un documental sobre Jean Paul Belmondo y Jean Seberg y tampoco hay que darle más vueltas. Ojalá nuestros directores actuales reflexionaran sobre el séptimo arte y lo sacaran de su profunda crisis, falta hace…

 Godard ha muerto, según se ha podido saber, por suicidio asistido en Suiza donde es legal, se dice que lo pidió por agotamiento, pone la piel de gallina pensar que una persona tan culta quiera bajar de este mundo porque ya no le encuentra más. Un Godard muy pesimista iba diciendo en sus últimos tiempos que el cine no había sabido cumplir sus deberes, empecemos por volver a las salas y fomentar los coloquios, si la cinefilia sigue, el cine seguirá vivo, y podremos decir, entre otras cosas, que Godard estaba sobrevalorado o fue un genio.

28/09/2021

Cry Macho y Eastwood en el medio

 


No podía acabar mejor para los cinéfilos este mes de septiembre, mientras unos discuten el palmarés del Festival de Cine de San Sebastián y otros discuten sobre Dune y hasta resucitan la anterior versión de David Lynch que nadie vio en su momento, en el medio aparece Clint Eastwood con su nueva película Cry Macho.

Así pues, servidor se fue este viernes a que le alegrara el día, me daba igual que algún que otro crítico considerable tecleara que ya podía dejar a alguien más joven para protagonizarla, o que otros insignes expertos, a falta de un Woody Allen para lanzarle los dardos, teclearan que ya nada tiene que decir.

Primavera en otoño (Fuente: FilmAffinity)
A Eastwood poco le importa lo que digan de él, es de los pocos políticamente incorrectos que quedan en
este séptimo arte tan sujeto a modas efímeras. Él a sus 91 años sigue dirigiendo y actuando para envidia de unos y gozo de todo aquel que ame el cine. Aquel actor que en vez de hacer las Américas, hizo las Españas, comenzó a ponerse detrás de la cámara hace justamente medio siglo con la excelente Escalofrío en la noche de la que bebió tanto y plagió Adrian Lyne y su Atracción fatal.

Entre ellas actuaba bajo la batuta de Don Siegel en aquel pseudowestern extraño y fascinante llamado El seductor y en la insuperable Harry, el sucio, y mientras unos en aquellos 70 discutían sobre la violencia del filme y otros se ponían a hablar de cine de arte y ensayo, él se ponía de nuevo en el medio y sorprendía con su cambio de registro en su segunda película como realizador, Primavera en otoño.


 

Era una película romántica entre una joven hippie  y un hombre de negocios divorciado  que encarnaba William Holden. Aquel filme era un canto de defensa a quienes esta vida aparta, ya sea por la edad o sus ideales. Este tema lo ha ido plasmando a lo largo de los años, y el espectador que vaya a ver Cry Macho lo volverá a hallar con esa ex estrella de rodeo y criador de caballos retirado que acepta el encargo de un antiguo jefe para traer a su hijo pequeño desde México para alejarlo de su madre alcohólica.

Eastwood se permite también ir confeccionando un puzle y repasar las constantes de su trayectoria, en ese viaje veremos algo de Mula o de Un mundo perfecto, la idea de la redención nos llevará a Gran Torino. incluso en lo formal también remite a Sin perdón, entre otras.


Pero Eastwood a lo Hitchcock recurre al "Macguffin", no hay que buscar tampoco mucho más allá en esta historia principal, sino más bien en su personaje que a su edad hasta se atreve a bailar un bolero y a conducir un coche por esas carreteras huyendo de la policía o teniendo que dormir en una capilla. Así pues, con Cry Macho nos reitera que el amor no tiene edad, ni pone barreras entre distintos pensamientos, razas y credos, las fronteras no existen como ya nos dijera casi 50 años antes.

Eastwood ya ha declarado que no se piensa retirar y constantemente huye de todas esas convenciones ridículas que en los últimos tiempos nos invaden y que está afectando mucho al cine y que en un futuro, si esto logra remediarse, será objeto de estudio. Poder verlo de nuevo es un desahogo al respecto, un hermoso homenaje a las libertades individuales y hasta un milagro en el panorama triste actual.

Capaz de combinar siempre un cine de autor (Bird, El aventurero de medianoche) con otro más popular (Firefox, El sargento de hierro), sus películas ya forman parte de la historia del cine. Más de uno se pregunta si es un autor o un artesano, qué más da, la respuesta ya la saben, en el medio.


15/01/2021

Cecil B.DeMille, el hombre que convirtió el cine en el mayor espectáculo del mundo

Con motivo de los 125 años del cine, algunos programas cinematográficos han ofrecido listas, ya sea de las mejores películas o de actores para recordar. En el veterano programa “La finestra indiscreta” (La ventana indiscreta) de “Catalunya Ràdio” aprovecharon el número redondo para sacar una de directores y preguntaban a quienes echábamos en falta o, por el contrario, a quienes eliminaríamos, véanla pulsando aquí Hacer este trabajo siempre es complicado, el mismo Àlex Gorina ya lo reconoce en su escrito que es imposible, discutible e injusta.

 Repasé el listado varias veces y ver los que faltaban para mí, de pronto me vinieron unas imágenes, eran las de la apertura del mar rojo de Los diez mandamientos de 1956 y quien había hecho posible eso era un hombre llamado Cecil B. DeMille, muchos siglos después de que Dios así lo dispusiera... Incluso tal director lo hizo dos veces, ya me permitirán la broma,pues había realizado una versión muda de 1923. Hay nombres que forman parte de la historia del séptimo arte, nos gusten o no sus películas o no comulgáramos con su ideología, por eso sorprende cuando no se mencionan. En este artículo repasaremos su obra.

 

 Recuerdo la primera vez que vi la película con Heston como Moisés, fue en los 80 y en la tele autonómica catalana TV3, que por aquel entonces era un canal innovador y de bastante calidad, diferente al actual. Nunca la he podido ver en el cine, a eso le tendré que dar las gracias a los programadores de las Filmotecas, al menos una vez en la vida se tendría que poder ver…

 Un tiempo después, una incipiente Tele 5 emitió El mayor espectáculo del mundo un Sábado Santo por la tarde, la vi y el reloj parecía que se había acelerado, los 150 minutos habían sido eclipsados, ni tan siquiera los cortes publicitarios (recordemos que cortaban cada 15 minutos la película) la habían alargado. ¿Pero quién era ese hombre llamado Cecil Blount De Mille? Pues comenzaremos con el tópico de decir la fecha y lugar de nacimiento, 1881 y Ashfield (Massachusets). Leyendo libros nos encontramos con dos datos primeros importantísimos, uno es que en 1913, con Jesse L. Lasky y Samuel Goldwyn forman la Lasky Film Company (que sería la Paramount Pictures) y en 1914 se fue al oeste a California para rodar un western The Squaw Man (1914), el primer largometraje producido en Hollywood oficialmente 





 Solo por esto ya se le tendría que mencionar, para más de uno es el inventor de la fábrica de los sueños.  Que dirigiera también bancos le hizo pensar en lo comercial, sacar el mayor rendimiento posible a las estrellas y qué quería ver el gran público para llenar la caja, lo cual provoca que más de uno vea en DeMille un director menor y para nada un autor, se equivocan y bastante. A eso hay que añadirle su ideología, algo que no debería influir en la valoración de sus películas.Era republicano conservador y anticomunista activo.
 En 1952 intentó que Joseph L. Mankiewicz fuera destituido como presidente del Gremio de Directores ya que no comulgaba con sus ideas, pero se encontró con la oposición de George Stevens y John Ford que lograron bloquear tal acción. No obstante, no era tan fiero el león como lo pintan, Edward G. Robinson dijo que Cecil B. DeMille salvó su carrera al contratarlo para Los diez mandamientos, había sido incluido en la lista negra por su activismo político de izquierdas, y las ofertas de trabajo no llegaban como resultado. DeMille contratando a Robinson para esta película socavó la lista negra de Hollywood. 


Dejemos la política y repasemos su carrera cinematográfica. En aquellos tiempos de cine silente, el director transformó a Geraldine Farrar, la soprano más famosa del momento en una estrella, con él hizo Carmen, una adaptación que resumía perfectamente el popular drama de Mérimée y en el que ya daba muestras de dominar las masas, incluso los curiosos la pueden ver en la adaptación que hizo de María Rosa, sí la obra de Àngel Guimerà. 




 Si no conocen a DeMille, lo habrán visto quizá en la famosa escena del coche de El crepúsculo de los dioses con Gloria Swanson y dirigida por Billy Wilder. Fue una de sus actrices favoritas y rodó películas que hoy en día pueden sorprender en su carrera como Macho y hembra (1919) o ¿Por qué cambiar de esposa? (1920), antes de convertirse en el fabricante de grandes espectáculos aun mudos como El rey de reyes y la versión ya citada de Los diez Mandamientos

 

Dentro de esta etapa muda destaca La marca de fuego (1915), que le dio cierta notoriedad entre los críticos e intelectuales europeos porque vieron en esta, nuevas posibilidades para el aun incipiente arte.

   

Pero DeMille prefirió caminar por otras sendas como la de las colosales reconstrucciones históricas y al año siguiente rueda Juana de Arco con la que consigue un notable éxito y las señas de lo que será su posterior cine con mucho dominio de temas pasionales, no ceñirse solo a los hechos auténticos y en definitiva ofrecer todo un espectáculo que cautivaba al público.

   

 A esta sigue La olvidada de los dioses con una historia alrededor de Hernán Cortés donde de nuevo la veracidad quedaba relegada por escenarios exóticos y amoríos imposibles. De Mille había encontrado la fórmula que empleó y que hizo que la gallina le fuera poniendo huevos de oro en cada realización.




 Su ambición va más allá y en 1923 rueda su primera versión de Los diez mandamientos. La "Ciudad de los Faraones" fue construida de madera y yeso en las "Dunas de Guadalupe", al norte de L.A., los conjuntos presentaban cuatro estatuas de 35 pies de altura del faraón Ramsés, 21 esfinges de cinco toneladas y murallas de más de 120 pies de altura. Un ejército de 2.500 actores, extras, carpinteros, yeseros, pintores, cocineros, personal y miembros del equipo de cine habitaron el set durante tres meses, alojado en un campamento virtual del ejército que contó con casi 1.000 tiendas de campaña. (3.500 animales, utilizados para recrear las escenas del antiguo Egipto, fueron alojados en un enorme corral del campamento.) 

 

Al finalizar el rodaje todo quedó arrasado y enterrado, De Mille dijo que: “Si dentro de 1.000 años, los arqueólogos cavan bajo las arenas de Guadalupe, espero que no se apresuren a publicarse con la increíble noticia de que la civilización egipcia se extendió hasta la costa del Pacífico de América del Norte". En 1983, el documentalista Peter Brosnan localizó los restos de los decorados todavía enterrados bajo las dunas. Actualmente está reconocido como un espacio arqueológico oficial por el estado de California y Brosnan ha estado tratando durante muchos años de recaudar dinero de los estudios de Hollywood para ello. El efecto de la separación del Mar Rojo fue creado mediante la colocación de dos bloques de gelatina azul lado a lado, calentándolos hasta que se derritieron. 

 

 Sin embargo, esta versión contaba con dos partes bien diferenciadas, una era la historia de Moisés, pero después se añadía toda una historia entre la envidia de dos hermanos para mostrar la eficacia de los mandamientos en la vida moderna. Hoy en día choca bastante esta trama, incluso en su momento fue criticada por nada menos que John Ford que le dijo que estaba convirtiendo el cine en un púlpito. La película fue un éxito y DeMille se puso a trabajar en rodar una historia de Jesucristo con los mismos parámetros, se llamaría El Rey de Reyes (1927) (no confundir con la de Nicholas Ray, la cual no es ningún remake como se suele escribir a veces).

 Se comprometió tanto que donó todo su salario para la caridad. Sus dos estrellas, H.B. Warner y Dorothy Cumming, estaban obligadas a firmar acuerdos que les prohibían aparecer en papeles cinematográficos que pudieran comprometer sus imágenes de pantalla "santas" durante un período de cinco años. DeMille también ordenó que no se les viera haciendo ninguna actividad "no bíblica" durante el rodaje de la película. Estas actividades incluían asistir a juegos de pelota, jugar a las cartas, frecuentar clubes nocturnos, nadar y montar en descapotables.

   

La película la realizó cuando dejó Paramount y organizó su propio estudio, el cual se desplomó después del crack bursátil de 1929. En España se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid y las crónicas de la época hablaban de un espectáculo como nunca se había visto, aparte de intentar convencer que todo había sido revisado por la Iglesia: “La visión creada por DeMille conmueve, admira, sobrecoge, al espectador sin que este vea desmerecer el espectáculo ante sus ojos de creyente, escollo dificilísimo salvado con cuidadoso e insuperable tacto. No en vano esta película se ha filmado bajo la escrupulosa vigilancia de autoridades religiosas” (Diario Estampa 1928). En los últimos años ha aparecido en YouTube en copias con más o menos fortuna donde pude verla. Por desgracia no ha sido editada en España, aunque sí en Francia o Italia, y las plataformas de las que tanto hablamos parece que ni la conocen o ni se habrán esforzado en buscarla, y eso que hay una edición Criterion. Doy fe de que es un gran espectáculo que todo cinéfilo debería ver.

 Después de este gran éxito tanto de público como de crítica, rueda La incrédula donde experimenta uno de sus pocos fracasos, a pesar de ser bastante valorada. El director volvió a dejar la Paramount en 1929 en busca de mejores arreglos financieros. Firmó un fallido contrato de tres películas con MGM. La primera fue Dinamita (1929), la segunda, su único musical Madame Satán que no obtuvo el resultado en taquilla esperado, y la tercera El prófugo (1931). 

 

 La MGM no estaba contenta con él y quiso parar la producción, pero él les convenció al decir que costaría tanto completarla como detenerla. DeMille volvería a su casa, la Paramount, aquello le había afectado, pero su mejor etapa estaba por venir. Dado que sus películas anteriores habían sido un fracaso de taquilla, aceptó trabajar en el proyecto de El signo de la cruz (1932) con un salario drásticamente reducido y con un presupuesto más ajustado de lo que parecía razonable en ese momento.

 

La Paramount todavía tenía trajes de Los diez mandamientos (1923), y se le ofreció la oportunidad de usarlos para mantener bajos los costes de producción. Tuvo problemas con la censura, Will H. Hays le presionó para que abandonara el baile seductor de Ancaria en la escena de la orgía, pero se negó rotundamente. Los censores recortarían partes como el carro que saca los cadáveres de la arena, un gorila bailando alrededor de una niña semidesnuda, elefantes pisoteando a los cristianos y levantándolos con sus colmillos, cocodrilos a punto de comerse una chica atada, etc. Afortunadamente, estas escenas se pueden ver en la versión restaurada. 

 

 La película fue un éxito, aunque con el tiempo se fue olvidando, en parte por el éxito de Quo Vadis (1951) que contaba una historia similar. El signo de la cruz trataba sobre el incendio de Roma del emperador Nerón, el cual decide culpar a los cristianos y publica un edicto por el cual todos ellos deberán ser arrestados y enviados a la arena del circo. Entre los detenidos se encontraban dos viejos cristianos y la hermosa hija de uno de ellos, de la que se enamora Marco: el más alto funcionario de Roma.

 Charles Laughton interpretaba a Nerón, para Popea eligió deliberadamente a Claudette Colbert que hasta entonces había estado interpretando papeles inocentes, y este fue su primer papel “perverso”, Fredric March sería el prefecto de Roma Marco Superbo y Elissa Landi haría de Mercia. Tras rodar las películas This day an age (1933) y Four frightened people (1934), llega ese mismo año otra de sus realizaciones más recordadas, Cleopatra con Claudette Colbert.

   

El jefe de Paramount, Adolph Zukor, quería que DeMille repitiera el éxito de El signo de la cruz  y le dijo que tenía que hacer otra epopeya histórica con mucho sexo en ella. En 1934, el Código Hays solo se estaba implementando, así que se aseguró de hacer alarde de sus restricciones. Decide abrir la película con una chica esclava aparentemente desnuda pero estratégicamente iluminada sosteniendo un quemador de incienso en cada mano mientras el título aparece en la pantalla. Las escenas amorosas eran plenamente pasionales y los modelos que llevaban los actores se consideraron osados. Se abría el debate sobre si DeMille estaba haciendo grandes películas o monumentos al mal gusto, pero de lo que no hay duda es que el público llenaba las salas y se hablaba de ellas.


El crítico Alexandre López escribiría en "Mundo diario" lo siguiente: "Una gozada sin límites, una pasada, un talento para hacer realidad lo imposible y divertir a toda costa. Es una obra magnifica. Búsquenle el genio a ese loco DeMille y hallarán la grandeza de su discutible y afortunado paridor de hermosísimos fetos". Ángel Comas en La Vanguardia (6-3-93) escribiría: "En Cleopatra deslumbró a los censores con sus escenas de masas y le fue colando bailes y escenas de tono subido. Demostró que era un maestro de la fabulación, un auténtico autor de cine, capaz de convertir la historia o la religión en grandes espectáculos." Fue la primera película de DeMille en ser nominada al Oscar a la mejor película, la fotografía de Victor Milner fue recompensada con la preciada estatuilla. Después de Cleopatra vendría otra gran película, Las cruzadas (1935) sobre las andanzas del rey Ricardo Corazón de León

 

Esta película marcó la continuación de la amistad de toda la vida del director Cecil B. DeMille y su colaboración con el actor Henry Wilcoxon, que comenzó el año anterior con Cleopatra (1934). Wilcoxon se convirtió en un rostro habitual en sus películas.

 

Las Cruzadas fue otro gran éxito, aunque la critica la seguía tachando de poco verosímil en el tema histórico. Una de las anécdotas más llamativas es que consiguió que incluso el público musulmán aplaudiera la cinta por el respeto con el que les había tratado. Pasan dos años y vuelve con un western Buffalo Bill.

   

John Wayne deseaba mucho el papel de Wild Bill Hickok, que estaba seguro de que lo convertiría en una estrella, pero el director Cecil B. DeMille prefirió a Gary Cooper en su lugar e hizo la mayoría de sus propias acrobacias, incluida la toma en la que montaba "colgando" entre dos caballos. Volvía a demostrar un gran dominio de las masas, 2.000 actores indios se utilizaron como extras para la secuencia de la masacre de Custer. Dirige después Corsarios de Florida (1938), Anthony Quinn, yerno del director y que aparecía en esta, dirigió el remake de esta en 1958 Los bucaneros, al hallarse enfermo DeMille, que moriría al año siguiente. 

 

La historia se centraba en Nueva Orleans (1812) cuando sus habitantes -liderados por el pirata Lafitte y el general Andrew Jackson (después presidente de los Estados Unidos) resistieron el asalto de los ingleses. Se basaba en el libro Lafitt, el pirata de Lyle Saxon. Participaron más de 10.000 extras y se rodó tanto material que tardó tres meses en ser convertido en película en la sala de montaje, algo inédito en el Hollywood de esa época. Al año siguiente vuelve al western con Union Pacífico sobre la construcción del famoso ferrocarril. 

 

 Según una noticia en "The Hollywood Reporter", Cecil B. DeMille dirigió gran parte del filme desde una camilla, debido a una operación que tuvo meses antes. Sin embargo, los registros de estudio indican que se desplomó por la tensión de dirigir tres unidades simultáneamente, y la utilizó durante unas dos semanas. Esta fue una de las películas elegidas de Hollywood para representar a los Estados Unidos en lo que habría sido el primer festival de Cannes en septiembre de 1939. Debido a la guerra, el evento fue pospuesto hasta 1946. En 2002, un jurado retrospectivo examinó algunos de los títulos que habían sido elegidos para 1939 y otorgó a la película  una tardía Palma de Oro. De nuevo la espectacularidad se hacía presente con una inolvidable secuencia de descarrilamiento. 

 Llegamos a la década de los 40 y realiza Policía montada del Canadá sobre las aventuras de tres hombres y dos mujeres en Canadá durante la guerra civil norteamericana que buscan a un fugitivo de la ley. Fue su primera película Technicolor y en ella inició una práctica que seguiría en sus siguientes producciones, la de narrar partes de la historia él mismo. 





 En 1942 dirige Piratas del Mar Caribe sobre la lucha en 1840 contra los piratas que actuaban en la costa de Florida. A John Wayne no le gustaba Cecil B. DeMille ya que lo había rechazado en Buffalo Bill y aunque estaba contento de haber sido elegido en una película tan importante, no estaba contento con su papel y una vez se quejó de que sólo estaba allí para hacer que Ray Milland pareciera un "hombre real".

 

Las tomas de los calamares envolviendo sus tentáculos alrededor de los actores se hicieron desenvolviéndolos y mostrando la película al revés. 

 

 Dos años más tarde Por el valle de las sombras, un relato de los esfuerzos de un doctor para salvar vidas en la Marina estadounidense durante la guerra en el Pacífico contra los japoneses. Tuvo la idea de la película después de enterarse de la heroicidad del Dr. Wassell en una de las emisiones de radio del presidente Roosevelt el 28 de abril de 1942, por eso DeMille aparecía en el tráiler y le contaba a la audiencia cómo se hizo la película, después de escuchar al Presidente en la radio. 

 

Tres años más tarde vuelve con Los inconquistables, que trata de las aventuras en el siglo XVIII de una convicta inglesa que es deportada a las colonias americanas. Marcó su última colaboración con Paulette Godard, se enfureció con ella cuando se negó a hacer un truco que le requirió que le lanzaran bolas de fuego y se vio obligado a usar a una acróbata que acabó quemada. De nuevo rompía taquillas y fue la película estadounidense más taquillera de 1947. El filme sumaba aventuras, western, drama, acción, romance y guerra y trataba una época poco tratada en cine, previa a la declaración de independencia. Como en otros filmes de DeMille, el tema central de la obra viene dado por la exaltación y defensa de la libertad y la condena de las trabas que esta encuentra en sus manifestaciones y en su ejercicio.




 DeMille volvería a hacer un espectáculo bíblico tres años más tarde con Sansón y Dalila con Victor Mature y una sensual Hedy Lamarr que lucía uno de los vestidos más sensuales que se hayan podido ver, obra de la gran Edith Head. Con una recaudación de veintiocho millones de dólares a nivel nacional, esta película fue el mayor éxito de Paramount Pictures desde Los diez mandamientos (1923).

   

Se necesitaron dos intentos para derribar la famosa escena del Templo de Dagon. Durante el primer intento, algunas de las cargas de dinamita no pudieron salir a tiempo y tuvo que ser reconstruido para volver a rodarla. Las imágenes de ambos se pueden ver en la película completa.

   

Y llegamos a otro gran éxito y que supuso su único Oscar a la mejor película, nos estamos refiriendo a El mayor espectáculo del mundo (1952). 

 

Los derechos de uso del lema del título, las instalaciones de Ringling Bros y Barnum and Bailey, y sus actuaciones, fueron compradas por 250.000 dólares. Cecil B. DeMille aconsejó a los guionistas que vieran la película alemana Varieté (1925) como modelo para el tipo de historia que quería. Recorrió el Medio Oeste durante siete meses con el circo, coleccionando anécdotas, argot e ideas entre bastidores, aunque no vivía como ellos ya que disponía de unos remolques especiales provistos de 3 habitaciones, cocina, baños y un amplio comedor, con un servicio compuesto de cocinero y dos secretarias. 

 
Como dato anecdótico, fue la primera película que Steven Spielberg vio. Su padre lo llevó al teatro, prometiéndole un viaje al circo. Tenía seis años en ese momento y le marcó tanto que quiso dedicarse a dirigir. En la película de Spielberg de 2005 La guerra de los mundos se ve un breve clip de la escena del accidente del tren. 

 

A DeMille le había gustado una interpretación de Charlton Heston en el teatro de Julio César. Este estaba en los estudios de la Paramount cuando vio a Cecil B. DeMille y le saludó. El director comezó a hacerle preguntas que finalmente le llevaron a ser elegido el protagonista y cambiar su idea de que fuera Kirk Douglas o Burt Lancaster el director del circo. 

 

 Los actores tenían que hacer sus actuaciones sin extras, una de las escenas más recordadas es la de Gloria Grahame que tuvo que poner su cabeza debajo del pie de un elefante ante la mirada de pánico del entonces su marido, Nicholas Ray. 

 

Aparecía también un James Stewart maquillado como el payaso Botones que le había realizado la eutanasia a su mujer enferma terminal y estaba siendo buscado. La Legión de la decencia protestó porque veían que el personaje era demasiado afable y el público le defendía, también se quejaron de los trajes utilizados por los artistas del circo. 

 La película es guardada con cierta nostalgia por varias generaciones, sus continuas reposiciones en cines de barrio y luego en televisión hacían soñar a gente humilde que no podían pagarse la entrada de los circos y pasar una tarde de lo más divertida.

 Y llegamos al final de su carrera con Los diez mandamientos (1957) en la cual utilizó al menos 14.000 extras y 15.000 animales. Producida a un costo de 13 millones de dólares, se convirtió en la película más taquillera de Paramount Pictures en ese momento y durante muchos años, ocupó el segundo lugar solo superada por Lo que el viento se llevó (1939) como la más exitosa de la historia de Hollywood. 

 

 La montaña Paramount al principio de esta película era una versión estilizada del logotipo del estudio.  Retuvo su forma cónica, pero con un tono de granito rojo y una cumbre más angular bajo un cielo rojo nublado para sugerir la aparición del Monte Sinaí para esta película. Antes de los créditos iniciales, DeMille salió de detrás de las cortinas con un micrófono en mano y presentándola

 

Escogió a Charlton Heston porque tenía un parecido con la estatua de Moisés de Miguel Ángel, curiosidades del cine, luego hizo de él en la película de Carol Reed El tormento y el éxtasis 

 

 Mientras DeMille proyectaba la película Sombrero (1953), la cual usaba como prueba de pantalla para Nina Foch, vio a Yvonne De Carlo y dijo: "Esa es la cara que he estado buscando como la esposa de Moisés"

  

 Anne Baxter vio el papel de Nefretiri como una gran oportunidad para mostrar su atractivo sexual, se pensó inicialmente en Audrey Hepburn, pero la vio demasiada delgada para el papel. 

 

 Cuando a Yul Brynner le dijeron que interpretaría al faraón Ramsés II junto a Moisés de Charlton Heston, y que no tendría camisa en la mayor parte de la película, comenzó un riguroso programa de levantamiento de pesas porque no quería ser eclipsado físicamente.

  

 DeMille salvó al músico Elmer Bernstein al contratarlo, estaba sufriendo una marginación por sus ideas políticas que eran contrarias curiosamente a las del director, el músico siempre se lo agradeció, incluso lo volvió a contratar para que hiciera la banda sonora de Los Bucaneros. Gracias a él, hemos podido disfrutar de sus bandas sonoras, si no hubiera hecho la de Los diez mandamientos tal vez su nombre no lo conoceríamos.

 

 Al pedir permiso a las autoridades egipcias para filmar allí, se sorprendió gratamente al descubrir que eran fans de su película, Las cruzadas (1935). "Nos trataste tan bien (árabes en la película), que puedes hacer lo que quieras aquí ", le dijeron. Los efectos especiales de John Fulton ya forman parte de la historia del cine y  en una época que no se hacían por ordenador. Para la escena de Moisés abriendo el Mar Rojo el equipo de producción grabó la caída de agua en un gigantesco tanque en forma de U, instalado en los estudios de la Paramount, tomó planos laterales de la cascada de agua para dar mayor sensación de movimiento y reprodujo la imagen al revés. 

 

Si nos fijamos en la escena del mar Rojo y los efectos visuales de las nubes notaremos cierta similitud con los que utilizó Steven Spielberg para En busca del arca perdida. DeMille sufrió un ataque al corazón durante la producción. Se tomó solo dos días libres, y luego regresó al trabajo, en contra de las órdenes de su médico, para completar esta película de la cual escribió en los créditos que todo aquel que la viera visitaría la tierra prometida.

 Los diez mandamientos fue su testamento cinematográfico, espectacular compendio de todas las virtudes de este gran autor de la historia del cine. De Mille fue un avanzado a su tiempo, su testimonio lo recogieron luego directores como Spielberg. Sin DeMille, la Paramount no hubiera sido lo que fue y tal vez tampoco Hollywood la fábrica de sueños que fue y esperemos que pueda seguir siendo, tampoco famosas superproducciones que todos conocemos no se hubieran realizado tal vez y determinados productores ni se hubieran arriesgado a invertir... El séptimo arte le debe gran parte de su historia y ser recordado.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...