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21/08/2024

Alain Delon "in memoriam": El último homicidio (1965)

 


La reciente muerte de Alain Delon vuelve a dejar al descubierto, por desgracia, el escaso conocimiento y respeto hacia el cine europeo clásico, algún que otro medio se dedicó a hablar más sobre sus sombras que de su filmografía con directores como Visconti, Melville, Antonioni o Clement. Es obvio que en un personaje controvertido como él se hable de todo, pero antes, por favor, hablen de su carrera con rigor y no con cortes y pegas en redes o sacando declaraciones de las que tampoco sabemos si estaba de acuerdo con el paso del tiempo. 

En este blog cuando muere alguna celebridad la suelo recordar con alguna película no tan conocida o incluso poco valorada, estaba con mi borrador sobre Gena Rowlands el domingo cuando salió la triste noticia de su fallecimiento, lo aparqué y me puse a repasar las películas de Delon y cuál encajaría mejor en estas líneas, podía haber hablado de Por la piel de un policía (1981) donde se puso detrás de las cámaras, de El zorro (1975), hace unos pocos meses precisamente comentaba sobre El tulipán negro (1964), de la curiosa Sol rojo (1971) o de la peculiar e interesantísima Adiós amigo( 1968)…Pero al final me decidí por El ultimo homicidio (Once a Thief) de 1965.

A mediados de los 60, y con apenas 30 años, el actor ya era todo un icono y no solo por su belleza de la que se llegó a decir que probablemente era el hombre más guapo del mundo, algo que, por otra parte, odiaba. Hollywood empezó a fijarse y él en 1964 participó en una película olvidada británica de Anthony Asquith y que reunía a un montón de estrellas en pequeños papeles, se trataba de El Rolls-Royce amarillo y estaba concebida como un homenaje a la Metro, los estudios del león decidieron contratar al actor para que empezara a hacer carrera en los EEUU, se habló de La noche de la iguana, pero el actor tenía problemas, como él mismo reconoció, con el acento. Así pues costaba encontrar un papel adecuado a su perfil.

Ralph Nelson, un director que se movía en todos los géneros adecuadamente decidió llevar a la pantalla una novela del escritor estadounidense Zerial Marko (Delon había interpretado ya una de él en Gran jugada en la Costa Azul (1963)), los periodos de cambios en los grandes estudios aquí tenían un buen ejemplo ya que era un intento de renovar el cine negro y seguir más la línea del polar francés. La Metro accedió y el propio Nelson también financió la película. Además de Delon, teníamos a Ann Magrett como su mujer, Jack Palance como el hermano malo o Van Heflin de policía duro que busca la venganza, pero que a la vez resulta bondadoso, en el reparto.


El actor encarnaba a un joven delincuente llamado Eddie de origen italiano que quería rehacer su vida y olvidarse del pasado, pero una serie de problemas y verse comprometido en un asesinato lo hacían imposible. Era un relato duro y pesimista, una historia que probablemente apenas contaría con el favor del gran público y así pasó, a pesar de algún que otro premio importante como el otorgado a su director en el Festival de San Sebastián, su estreno pasó más bien inadvertido e incluso hoy en día no se suele citar cuando se habla del actor, casi incluso se podría hablar de una película maldita.

Delon ofrecía una gran actuación, se le ha acusado varias veces de ser demasiado narcisista, aquí se jugaba también mucho con su físico, muchos planos en la cama con primerísimos planos, pecho descubierto, espalda reflejada en un espejo, “recuerdo bien sus ojos” remarca Heflin cuando cuenta un suceso pasado relacionado con él y es que su mirada reflejaba perfectamente la de un perdedor que se rebelaba contra su propio destino marcado. Una de las mejores secuencias es cuando va a la oficina del paro porque le ponen problemas para cobrar el subsidio, ahí lo vemos con traje y establece ahí un diálogo que sirve para denunciar la burocracia y aportar un toque social que no solía abundar mucho en los guiones. Aparecen temas secundarios como la denuncia de ciertos excesos policiales del momento o la inmigración.

El actor salía victorioso en todos sus registros, desde el plano familiar con su hija hasta cuando ha de enfrentarse a su hermano, pasando por los encuentros con el policía o ese duelo con el más malo de la banda llamado Sargatanas que casi parecía sacado de una película de James Bond y encarnado por John Davis Chandler. Por otra parte, no toda estrella hubiese aceptado un papel como este y más en una película prácticamente oscura en sus 100 minutos y con un final que no desvelo, pero que se intuye... Es cierto que entre algún que otro defecto está el personaje de Ann Magret, parece que impuesta por los estudios y que ofrece unos registros histéricos algo excesivos, la falta de química entre los dos se va solapando a medida que la acción va “in crescendo”.

Cuando uno ve El último homicidio parece estar viendo un polar francés de Melville, ya la película empieza con esa música jazzística compuesta por un primerizo Lalo Schifrin de clara influencia en títulos franceses como Ascensor para el cadalso (1958), por otra arte se jugaba mucho con la noche y esa luminosidad de los comercios, se contrató a Robert Burks (fotógrafo habitual de grandes Hitchcocks como La ventana indiscreta o Vértigo). Muchas veces cuando una película no llega a lo esperado se suele adjetivar con lo de fallida, pero en este caso no lo creo, la narración se sigue bien, quizá esa conjunción entre el cine negro hollywoodiense y el polar francés fueran como el agua y el aceite para el espectador más habituado al cine negro estadounidense, a menudo vemos constantes de los dos estilos como la meticulosidad en que se rueda la apertura de la caja fuerte, prácticamente en silencio, para acto seguido ofrecernos unas persecuciones y más ritmo.

El último homicidio está en plataformas, concretamente en Filmin, aunque cuesta encontrar ya que no sale con el “tag” de Alain Delon (busquen mejor con el título o por el nombre del director). La carrera hollywoodiense del actor siguió con una digna película bélica Mando perdido (1965) de Mark Robson y Texas (1966), quedaron en el tintero un western de Sam Peckimpah que no llegó a rodar llamado Ready for the tiger o rechazar el papel de Cervantes en la película de Vincent Sherman de la que también hablé en este blog. Volvería a EEUU con Scorpio (1973) o con Aeropuerto 79 (1979). Descanse en paz.

09/05/2024

Disparen sobre el pianista (Tirez sur le pianiste, 1960)

 


Esta semana volvemos a los centenarios y lo hacemos con alguien que casi los cumple en vida, se trata de Shahnourh Varinag Aznavourián Baghdasarian, más conocido por Charles Aznavour, cantante, compositor, actor, director, diplomático y poeta francés de origen armenio nacido un 22 de mayo de 1924 en Saint-Germain-des-Prés, (París, Francia). Tuvo el apodo de “El embajador de la chanson”, en la película que traigo hoy no cantaba (de hecho en el cine poco lo ha hecho), pero sí tocaba el piano, se trata de Disparen sobre el pianista de 1960, el segundo largometraje de François Truffaut y de los menos conocidos.



Fuente: Amazon

Ahí interpretaba a Charlie Kohler, antiguamente un gran concertista que trabaja ahora como pianista en un cabaret. Se las ha arreglado para ocultar a todos y mantener en secreto su misterioso pasado, pero, inesperadamente, aparece uno de sus hermanos pidiéndole ayuda. Truffaut como varios de los miembros de la "Nouvelle Vague" admiraba el cine negro estadounidense y quiso rendir homenaje a este, para ello adaptó una novela de David Goodis Down There, tal autor había sido llevado al cine varias veces, quizá la más conocida fue La senda tenebrosa (1947) de Delmer Daves, cuenta con títulos interesantes como Nightfall (1956) o The burglar (1957) de la que luego el cine francés haría un remake aquí conocido como El furor de la codicia (1971).

Si un año antes Truffaut asombraba a propios y extraños con Los 400 golpes, aquí sucedía todo lo contrario, la película apenas gustó, aunque era de las que más seguía el espíritu de la improvisación de la "Nouvelle Vague", no se le puede negar presentar un material que se alejaba de los estereotipos clásicos del género como esos gánsteres bastante chapuceros, torpes e incluso algo simpáticos en un principio o alejarse de la mujer fatal. Hay quien dice por ahí que Tarantino la tiene como referencia, pero dudo de la veracidad de tal afirmación ya que en una reciente entrevista trataba a Truffaut como un amateur muy torpe y lo comparaba con Ed Wood.

La verdad es que tal afirmación tampoco era tan gratuita, Tirez sur le pianiste es un film poco cuidado, aunque hay que tener en cuenta que esa “torpeza” está expresamente buscada y remarcada por lo que casi todo resulta paradójico. Ya el inicio del film nos conduce a una escena que no podía estar peor iluminada, de repente no vemos quién habla, quién corre, de pronto aparece un foco potente, una cámara nerviosa…Si no supiéramos que detrás estaba alguien como Truffaut pensaríamos que algún gracioso se había puesto a rodar... Pero poco a poco nos vamos adentrando en un filme 100% Truffaut cuando prácticamente todos los personajes empiezan a hablar de amor y el director recurre a esa ironía como cuando pone en boca de esos gánsteres que cuando se conoce a una mujer se deja de desearla, se sueña con verla partir y encontrarse solo, Aznavour entonces suelta una frase de su padre que decía que vista una ya se habían visto todas, lo que provoca una carcajada general.
 

 

Truffaut mostraba el personaje de Lena (Marie Dubois) con más personalidad que el de Aznavour, es más fuerte y animosa, exenta de sofisticación, aunque más que optar por un retrato psicológico de esta, prima ese sentido trágico de las relaciones imposibles, tema que perfeccionaría en siguientes películas. Por medio de flashbacks y una narración un tanto caótica se nos enseña el pasado de este Charlie Kohler que anteriormente había sido un importante pianista llamado Edouard Saroyan y la relación con su primera mujer Therese (Nicole Berger)


 

El espacio utilizado es imaginario, podemos pensar que son los EEUU o Francia, pero no faltarán esos paisajes nevados característicos en varias de sus obras, el propio director declaraba que se había inspirado en Jean Cocteau para llevar al límite su extravagancia y convertirlo en un cuento de hadas para adultos. Aquí, la verdad, me cuesta calificar así este film, sí bien lo conseguía en La sirena del Mississippi (con referencia incluso a la bruja de Blancanieves), aquí sería un esbozo. Viendo comentarios, encuentro que varios dicen que no saben muy bien lo que pasa en esta película y tienen toda la razón, cada vez que me enfrento a ella me pregunto si es un filme triste con episodios cómicos o un filme paródico con momentos trágicos. Pero, a pesar de ese aire gélido, tiene la misma sensibilidad que el resto de su obra y el mismo apasionamiento: ahí tenemos la escena del beso largo, casi a lo Hitchcock, contrapicados, planos como esos pasillos del hotel, luego retomados en La piel suave (1964), tomas psicológicas como ese dedo que va a pulsar el timbre, alguna que otra referencia a las migrañas (obsesión del director) o señalar la sensualidad de las manos.

Aznavour compone un personaje inquieto y tímido, una de las mejores secuencias es cuando va a buscar libros para vencer este problema, los seguidores del director ya sabrán que le gusta mostrar librerías y muchos títulos, no faltan tampoco referencias a revistas culturales. Y luego tenemos la música, aquí con un papel primordial, pero no solo por la temática, sino porque fue el primer encuentro con George Delerue, recomendado por el productor Pierre Braunberger ya que Truffaut no podía contar con Jean Constantine (que le había compuesto el inolvidable tema de Los 400 golpes), por aquel entonces el músico solo había trabajado en unos cortos y esta colaboración significaría uno de esos grandes binomios musicales de la historia del cine. Delerue puso la música una vez ya terminado el rodaje con mucho sentido jazzístico como había hecho Louis Malle con Miles Davis en Ascensor para el cadalso (1958), se añaden también canciones como esa "Framboise" del cantante Boby Lapointe con sus calambures


 

Tirez sur le pianiste es pues una película curiosa en todos los aspectos para profundizar más sobre François Truffaut y es de las mejores apariciones de Charles Aznavour en el cine, Truffaut lo seleccionó tras verle en su primer papel protagonista aquel mismo años en El paso del Rhin de André Cayette, aquel año sería prolífico ya que lo dirigiría Jean Cocteau en El testamento de Orfeo y Denys de la Patellière en el alegato antibelicita Un Taxi para Tobruk cuya banda sonora fue un éxito al incluirse una versión del villancico francés Les anges dans nos campagnes adaptando la letra y que él mismo cantó llamándola La Marche des Anges.


 

Su carrera fue bastante irregular, Las alimañas (1965) de Pierre Granier-Deferre fue de sus mejores papeles, aunque es una película poco vista y conocida hoy en día, vendrían luego participaciones en producciones con repartos internacionales como Candy (1968) de Chistian Marquand, éxitos comerciales como Los Libertinos (1970) de Lewis Gilbert, la adaptación de la novela de Agatha Christie Los diez negritos  (1974) o El asalto de los hombres pájaro (1976) de Douglas Hickox. De tanto en tanto se permitía un papel secundario en películas más de autor como El tambor de hojalata  (1979) de Volker Schlondorff o reunirse con Chabrol en Los fantasmas del sombrero (1982). Es evidente que como cantante tendría más fama y reconocimiento, quizá otros "colegas" como Maurice Chevalier o Yves Montand lograrían mejor equilibrio entre ambos artes, pero no por ello hay que olvidarse del cine en el que participó, no tan revisado como debiera .



12/08/2021

Aquel Cliente muerto no paga, aquel cine, aquel barrio de Gracia (Barcelona)

 


Mediados de agosto, calor intenso, más de un lugar prepara sus fiestas mayores…Un recuerdo siempre viene hacia mí estos días, mi barrio de Gracia con sus vecinos engalanando las calles y rivalizando entre sí para llevarse el primer premio. Más de una suele recrear alguna película y es que en sus venas aun corre esa cinefilia que nunca debió perderse y que sí era una verdadera seña de identidad, aunque la mediocridad política nos quiera decir e imponer otras.

No se preocupen, que no les voy a hablar de las fiestas, pero sí me gustaría evocar el cine en Gracia, aunque esta página no me permita extenderme como quisiera. No es nada fácil crear una entrada de un blog y menos en un mes donde la mitad de tus lectores no te leen, cada semana comienzo con un esquema de lo que voy a hablar, consulto el material del que dispongo y luego el redactado, una vez finalizado hago de censor y corto mucho.

Cine Texas. Fuente: La Vanguardia

Demasiadas historias en esas calles que llegaron a albergar multitud de cines, más de uno bien podría haber sido nuestro particular Cinema Paradiso, pienso en el desaparecido "Comedia" de la C/ Gracia, en el "Texas" de la C/ Bailén tristemente cerrado de nuevo y que aglutinó a varias generaciones, desde aquellas que con el bocadillo de tortilla pasaban la tarde viendo La gran prueba con Gary Cooper, luego las varietés que contaban más de una vez con el artista Alady, y luego otra película, aunque ya más flojita... O las de mi edad que iban con palomitas, el único Alady que les sonaba era el Aladdin de la Disney y si en aquella cartelera ponían una de Van Damme, mejor.

Cine Bosque en los años 60. Fuente: TotGracia
No fui mucho de ese Texas para bolsillos con pocos recursos y que en vez del zotal de antaño, olía a
chándal usado de sábado por la mañana, pero más de una película de esas de acción que tanto gustaban, hoy sería ya casi un clásico en comparación con el cine actual. Iba más al Verdi, que era nuestra particular filmoteca y a los grandes cines como el Bosque, el Diagonal, etc. Ahí ya había un acomodador que no sé por qué llevaba la linterna encendida antes de comenzar, estaban bien perfumados y la gente solía arreglarse, aunque a veces se pasaban con ciertas colonias y llegabas a odiarlas si te tocaba alguna cerca y te fastidiaban la película, añorabas incluso aquella ropa de gimnasia antes mencionada.

Cine Casablanca. La Vanguardia

Pero si yo me pongo a hablar de todo esto me sale un libro y no un artículo, así que hay que darle al ingenio y que la inspiración venga a pesar de los 41 grados que me toca padecer y una calima que no me deja ver nada desde donde estoy. Por suerte, me vino a la mente un cine olvidado de ahí, el Casablanca ubicado en la parte alta del Paseo de Gracia, más conocidos como “Los Jardinets” o los jardines de Salvador Espriu.

Jaume Figueras. Fuente: IMDB
Se trataba de un cine de arte y ensayo muy pequeño con dos salas, algo así como el desaparecido Méliès, que buscaba un público cinéfilo. Se inauguró el 13 de diciembre de 1980, y según el libro de Jordi Torras Comamala “Somnis de reestrena: Història dels cinemes de Gràcia” fue una iniciativa de la sociedad “Els cinemes del Passeig de Gràcia” creadas por el crítico de cine Jaume Figueras que se encargó de la programación hasta el año 1991. Su primera cartelera estuvo compuesta por la magnífica reposición de Johnny Guitar y en la otra pantalla podíamos ver esa rareza de David Lynch que es Cabeza borradora.

Durante mucho tiempo tuvo en cartel Bagdad Café, película que en su momento fue todo un éxito inesperado y revitalizó el concepto de “arte y ensayo” que no vivía sus mejores tiempos. Incluso se asocia el recuerdo de la película con el del cine, pero a mí me pasa más con otra, Cliente muerto no paga de Carl Reiner de 1982

 Esta se había estrenado un 22 de octubre de 1982 en el Maryland de la Plaza Urquinaona (un cine más recordado por convertirse en sala X unos años más tarde), un mes más tarde llegó a los Casablanca. Es un filme bien curioso dirigido por Carl Reiner y protagonizado por Steve Martin que en aquellas fechas no era conocido en España. Se trataba de un homenaje al cine negro, una especie de pastiche que gracias a un gran montaje de repente se colaban retales de grandes clásicos de los 40 y como si de "Los fantasmas del Roxy" de Marsé se tratara, aparecían en aquella pequeñita pantalla de aquella sala.





De pronto el detective encarnado por Steve Martin era disparado por el Alan Ladd de El cuervo, o la Lana Turner de El cartero siempre llama dos veces le llamaba para declararse, con el James Cagney de Al rojo vivo se escapaba de la cárcel e incluso se permitía disfrazarse de rubia y bailar con el Fred McMurray de Perdición... Si las cosas salían mal, siempre estaba Bogart para llamarle…

El argumento funcionaba solo como pretexto, aderezado con varios gags y situaciones cómicas bien resueltas. Uno pasaba una hora y media divertida de ejercicio cinéfilo, si te conocías las películas aun disfrutabas más, y si no, te daban ganas de verlas. Además de esto fue la última colaboración de dos nombres míticos: la diseñadora de vestuario Edith Head y el músico Miklos Rozsa.


Steve Martin. Fuente: IMDB
La carrera de Steve Martin fue creciendo en popularidad, hay algunos que no les gusta nada, pero un repaso por esta nos permite disfrutar de películas como Dinero caído del cielo, su papel de dentista en La tienda de los horrores, la reivindicada Mejor solo que mal acompañado, la divertidísima e ingeniosa Un par de seductores o aquella comedia que quizá algún día se le reconocerá su valía como es Tres mujeres para un caradura, entre otras.

En el año 91 y en agosto se repuso Cliente muerto no paga en el Casablanca que la ofreció en sesión golfa y estuvo nada menos que un par de años, paseabas por delante y veías el cartel, más de uno la vio infinidad de veces, era como recorrer esas calles adornadas de la Fiesta Mayor e ir viendo sus detalles y redescubriendo otros.

Las crisis de las salas cinematográficas y falta de ayudas y apoyo fueron pasando factura al Casablanca, aunque aun nos brindó sorpresas cinematográficas como aquel año 1995 donde se pudo ver por primera vez la película de Michael Powell y de Emeric Pressburger restaurada A matter of Life and Death de 1946.


Un mal día del 2011 sus puertas aparecieron cerradas y ya no volvió más, se dijo que fue por deudas, impagos, etc. Su final pasó bastante inadvertido, ya no iba tanta gente y en aquella época también estaba en peligro el Verdi que por suerte pudo sobrevivir. Los Jardinets veían perder otros locales entrañables como aquella tienda religiosa de más arriba que cada Navidad se convertía en una tienda mágica llena de trenes eléctricos y cascanueces o aquella librería grande de delante que cuando comprabas un libro te decían si lo querías envuelto o en una bolsa, uno pedía obviamente la primera opción, aunque fuese para ver como cogían esa barra de pegamento y te pegaban el sello de la tienda...

Cine Casablanca: Fuente La Vanguardia
Ya saben, el 15 y si el COVID no da mucho la murga, empezarán las fiestas de Gracia y sus calles cambiarán su fisonomía también para soñar un escenario distinto al habitual de la vida diaria, como hizo aquel Casablanca más de treinta años. Mi pregón de tales fiestas será ver esta película en recuerdo y homenaje a toda la gente que de verdad trabajó por el bien del barrio, o de la Vila según prefieran, y que nunca tuvieron ni una mínima subvención ni ayuda, más bien todo lo contrario. Su único carnet que no hacía falta mostrar ni te lo exigían, fue el de la humildad y sus imposiciones fueron que disfrutásemos con la cultura, ahí cabíamos todos

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...