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01/08/2024

Teresa Gimpera "in memoriam": Las secretarias (1968)

 

Teresa Gimpera por Xavier Miserachs
Fuente: La Vanguardia

El pasado 23 de julio fallecía la actriz Teresa Gimpera a los 87 años, para ciertas generaciones su nombre iba unido al de la modernidad y deseos de libertad en una España que empezaba a despertar de la posguerra. Bautizada por muchos como la musa de la “Gauche Divine”, este era un movimiento intelectual de izquierdas que se mezclaba con la burguesía catalana y que se reunía en la discoteca Bocaccio de Barcelona, ahí estaban, entre otros muchos, Félix de Azúa, Terenci Moix, Gil de Biedma, Ricardo Bofill o las recientemente fallecidas Colita y Rosa Regás...Joan de Sagarra irónicamente denominó así en 1967 al grupo por estar compuesto de “pijoprogres” y "nens de casa bona". La imagen de ella tatuada se convirtió en todo un icono, con su desparpajo habitual declaraba que los artistas e intelectuales que se reunían ahí la tenían como si fuera suya.

Paralela a este y en el terreno cinematográfico nacía la "Escuela de Barcelona", la cual fue bastante efímera, nombres como los de Joaquim Jordà, José María Nunes, Pere Portabella, Jaime Camino, Gonzalo Suárez o Vicente Aranda pretendían crear otro tipo de cine lejano al comercial por entonces y situarse en las antípodas de las despectivamente llamadas “Españoladas”. Gimpera que protagonizó varias como Fata Morgana (su debut como protagonista en 1966) también fue la musa de estos junto a Serena Vergano.


La mayoría de medios estos días han resaltado en sus titulares lo de “la musa de la Gauche Divine”, cogemos unos cuantos y leemos en El Mundo:La Gauche Divine pierde a Teresa Gimpera: la musa de una época que vivió la muerte de su hijo por sida"; en La Vanguardia: Adiós a Teresa Gimpera, la musa de la Gauche Divine; en RTVE tras el titular de "Muere la actriz y modelo Teresa Gimpera a los 87 años" aparecía el subtítulo de “Gimpera fue conocida por ser la musa de la gauche divine y de la discoteca Bocaccio”, el ABC: "Teresa Gimpera: la intensa vida de una musa marcada por la trágica muerte de su hijo"....  En cambio no se ha hablado de su cine o mejor dicho de su trabajo como actriz que fue notable a pesar de que es cierto que una parte de sus películas eran prescindibles, ella misma lo decía, pero eso no quita olvidar su talento y profesionalidad ahí donde trabajó y habiéndola dirigido nombres entre otros como Víctor Erice, Fernando Fernán Gómez, José Luis Garci, Vicente Aranda, Antonio Mercero, Jorge Grau, Gonzalo Herralde, Pedro Lazaga, Jaime Camino o Vittorio de Sica, este último en Amargo despertar, película imposible de encontrar. Hitchcock también se fijó en ella e incluso realizó una prueba para la película Topaz.


La actriz combinaba esa imagen intelectual de izquierdas con su participación en el cine más o menos comercial y para muchos casposo, en una entrevista en El Mundo declaraba que “me criticaban y me decían que tenía que hacer películas más elevadas. Yo contestaba: ¿Y me vais a poner un sueldo igual a lo que gano cada mes?” Entre esas películas menos elevadas según la "Gauche Divine" estaba Las secretarias dirigida por Pedro Lazaga en 1968, se trataba de un guion de Pedro Masó con Rafael J. Salvia, la fórmula seguía el estilo de la "comedia Negulesco" que tan bien exprimieron unos años antes con Las chicas de la Cruz Roja por ejemplo, pero los tiempos cambiaban y adquirían estas un tono ya más melodramático y añadir con más fuerza temas sociales, aunque siempre con el envoltorio de comedia popular. Se narraba la historia de tres mujeres jóvenes: Julia (Sonia Bruno), Paula (Teresa Gimpera) y Loli (La Polaca), las cuales trabajan como secretarias en un edificio de oficinas, formaban todas ellas con sus historias una defensa del feminismo poco habitual por entonces, Masó tenía la fórmula de saber presentarlas sin que la censura le cortara demasiado. Casi se puede hablar de esta como parte de una trilogía formada por Las amigas (1969) del mismo Lazaga o Las colocadas (1972) con Masó de director.


Mis lectores habituales ya sabrán que soy un defensor de Pedro Lazaga, tenía un arte en montar e imprimir con buen ritmo casi todo lo que se le presentase, los créditos iniciales de muchas de sus obras siempre llamaban la atención y uno fácilmente se enganchaba y más con esas bandas sonoras de Antón García Abril. Cuando se estrenó Las secretarias no era tan mal vista, si repasamos a críticos como Ángel Martínez en La Vanguardia (16-2-69) comentaba que: “el gran acierto de Pedro Lazaga es el de haber sabido entrelazar las peripecias de las tres historias principales con una gran soltura. La cámara salta constantemente de una acción a otra. Lo hace siempre con oportunidad y una certera intuición de lo qué es emotivo, sentimental o cómico”, en cuanto la interpretación de la Gimpera comentaba que “confirma su clase, la calidad de su belleza y la diversidad de matices interpretativos, que hacen de ella una excelente actriz.

Al cabo de 20 años, y tras una purga de todo este cine, el mismo diario (19-8-92) a través del crítico Manuel Quinto escribía a raíz de un pase televisivo de la película la hilarante crítica de “El único interés de esta cinta reside en averiguar cuáles eran los mitos eróticos nacionales en cuanto las mujeres, a finales de los 60. Por lo demás, las aventuras sentimentales de estas secretarias madrileñas tienen el tufo de la peor de las moralinas, y la pobre Teresa Gimpera pecha con unos diálogos que parecen escritos por el padre Antoni Maria Claret.” (sic)

Ante todo decir que Teresa Gimpera ofrecía aquí una de sus mejores interpretaciones, Lazaga le sacaba todo ese punto dramático y expresivo, poder pasar de la comedia al drama sin que desentonase, sus gestos y su mirada causaban bastante empatía con el espectador, ya no era simplemente una cara bonita, en la película pueden ver escenas como cuando contempla el vestido de novia que nos permitían adentrarnos psicológicamente en su interior, el único "pero" es que no oíamos su verdadera voz al estar (excelentemente) doblada por Mari Ángeles Herranz. 

El guion permitía tratar temas como la diferenciación salarial, el derecho a la huelga, ironías con los sueldos de los funcionarios públicos (impagables Rafaela Aparicio y Florinda Chico con ese pluriempleo), denunciar el machismo e ironizar sobre la poca capacidad del hombre para trabajar solo, los personajes masculinos están tratados de forma peyorativa e incluso algún que otro diálogo que podría ser calificado de casposo sirve hoy en día para ver todo lo contrario y ser como una cámara objetiva en esa España de finales de los 60 y del desarrollismo en el tardofranquismo.

Recomiendo su visión, la tienen en FlixOlé y hace ya años fue editada en DVD, las otras dos también las pueden ver en la misma plataforma y poder disfrutar de una actriz que hubiera merecido bastante más en el denominado "Nuevo Cine Español" tras la muerte de Franco, pero paradójicamente se olvidaron de sus cualidades interpretativas: “Guion que me ofrecían, guion en el que tenía que aparecer desnuda y haciendo el amor (…) Me deprimía desnudarme sin ton ni son en películas casposas. No era por pudor, era por la mierda de cine que era” declaraba en una entrevista en La Razón del 27-6-2010. La actriz hasta llegó a retirarse y dedicarse a la restauración o abrir una escuela de modelos, José Luis Garci fue de los pocos que se acordó de ella y le dio un papel importante en Asignatura aprobada (1987), aquí también doblada, en este caso por María de Puy. Su voz original sí estaba en El espíritu de la colmena cuyo tráiler han podido ver en este artículo. 


14/02/2024

El día de los enamorados (1959)

 



Ya que el calendario este año ha sido travieso y el día en que Doña Cuaresma vence a Don Carnal ha coincidido con el día de San Valentín, vamos a celebrarlo viendo El día de los enamorados (1959), película muy popular en su día. Incluso no hace muchos años, Hollywood apostó por lo que aquí ya se había hecho seis décadas antes y Garry Marshall realizó Historias de San Valentín.  E
l objetivo de este blog es dar cabida también a ese cine popular del que apenas ningún crítico habla y recordar nombres de los que nadie se acuerda o ni siquiera llegó a saber que existían en pleno auge.

Uno de estos fue Fernando Palacios, director de esta, nacido en Zaragoza en 1916, su prematura muerte a los 49 años a causa de una angina de pecho cortó una carrera comercial que precisamente empezó con El día de los enamorados y siguió con títulos taquilleros como por ejemplo Siempre es domingo (1961), Tres de la Cruz Roja (1961 ) y muy especialmente La gran familia (1962). Su trabajo se multiplicaba y se le encargaron dos películas con Marisol: Marisol rumbo a Río (1963) y Búsqueme a esa chica (1964), también empezó a trabajar con la ya apenas recordada pareja Pili y Mili en Whisky y Wodka (1965). A ello se añade la secuela de La gran familia estrenada una semana antes de su inesperado fallecimiento.

Empezó de ayudante de dirección de su tío Florián Rey y luego de Ladislao Vadja, del primero decía que le gustaría heredar su corazón y del segundo su técnica. Cuando era preguntado (y criticado) por si solo hacía cine popular contestaba que su ideal sería conjuntar e integrar la minoría con la mayoría. Su trabajo no era tampoco fácil, a pesar de que sus filmes se calificasen como inocuos, conseguir tantos éxitos de taquilla seguidos requería también cierta habilidad no valorada.

En El día de los enamorados se juntaron detrás varios nombres importantes de nuestra industria, un joven Pedro Masó fue el creador de la historia y y había escrito guiones para las también comedias exitosas Manolo, guardia urbano (1956) o Las chicas de la Cruz Roja (1958). Ahí le acompañaban para los diálogos Antonio Vich cuyo trabajo había destacado sobre todo en la Fedra (1956) de Mur Oti o Los clarines del miedo (1958) y Rafael J. Salvia que aparte de director había escrito los notables guiones de El Judas (1952) o Cuerda de presos (1956). Si Masó en su argumento se acercaba al estilo Negulesco, los guionistas se encargaban de darle más forma de sainete castizo, con ello conseguían que el presupuesto no fuera tan elevado al no tener ese glamour hollywoodiense y que el público se sintiera más representando por los personajes.

A todo esto se añadía la música, Augusto Algueró que había conseguido un gran éxito con la canción de Las chicas de la Cruz Roja, aquí creaba otro que acompañaba el metraje y que facilitaba aun más la comercialidad del título. Curiosamente la compuso también en catalán, así lo recordaba Concha Velasco en uno de esos cines de Barrio con Parada, las hermanas Serrano fueron quienes cantaron esta versión que fue olvidada por la versión castellana cantada por el trío Globetrotters y popularizada por Monna Bell.


El argumento de El día de los enamorados hablaba de cuatro parejas que eran ayudadas por San Valentín en sus problemas, ahí teníamos un magnífico reparto, en el lado femenino la recordada Concha Velasco, ahí Conchita, cuya popularidad iba en aumento, la arrogante Katia Loritz, la bondadosa María Mahor y la sensible Mabel Karr. En el lado masculino Tony Leblanc que reunía las características adecuadas para este tipo de películas, Antonio Casal en su etapa más madura como galán y francamente divertido, Manuel Monroy, actor catalán bastante olvidado como uno de esos galanes secundarios y el joven Ángel Aranda, cuyo atractivo físico le llevó a protagonizar peplums y spaghetti westerns.

Pero entre todos ellos el que se llevó la máxima popularidad en el film fue Jorge Rigaud en su papel del santo, nacido en Buenos Aires como Jorge Rigato, emigró a Francia y llegó a trabajar con René Clair (14 de julio), pero el éxito le vino con esta película lo que le propició participar en un sinfín de películas, aunque como secundario. Volvió a interpretar su gran papel en su secuela, también dirigida por Palacios y con los mismos guionistas, menos conseguida a nivel argumental.

 A pesar de los presupuestos reducidos  se cuidaban los aspectos técnicos y la película gozaba de un sistema Eastmancolor que aun le daba más vitalidad y optimismo a quienes buscaban en el cine una válvula de escape. Con los años, también se puede ver como un documento sociológico y analizar esa España que salía de la posguerra y en la que era posible aparcar el coche en la Gran Vía madrileña. Hay detalles que bien podrían pasar a formar parte de un museo de historia, observen esos cines como el Actualidades o el Palacio de la Prensa con un cartel de El zorro de los océanos con John Wayne de protagonista, el retrato de ese Parque del Retiro como el lugar ideal de los enamorados, la alegría de la tuna universitaria, las “Galerías Preciados” que fueron quienes importaron tal día con finalidades comerciales a partir de un artículo de González Ruano en el diario “Madrid”... Ingredientes muchos de ellos concebidos como cursis, pero honestos y deliciosos, vale la pena verla y si es sin prejuicios uno la disfrutará más, no hagan caso de ciertas voces que la consideran un modelo de comedia anacrónico, el cine español también, cuando quiere, repite la fórmula, fíjense en casos como Barcelona, noche de verano (2013) o Barcelona, noche de invierno (2015) por ejemplo

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...