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30/11/2023

Los USA en zona rusa

 



Las recientes declaraciones de David Fincher a raíz del estreno de su última película en Netflix sobre las salas de cine a las que califica en su mayoría como "lugares húmedos, malolientes y grasientos" animan los comentarios sobre el futuro de cómo se ha de ver el cine, no hace mucho Víctor Erice defendía todo lo contrario. Los cinéfilos, en su mayoría, han atacado al director de Seven y no sin razón, aunque habría que analizar la situación de muchos multicines para ver que tales epítetos no están dichos gratuitamente.

No abriré la polémica de si el cine en plataformas televisivas está infravalorado, sino que cogeré mi particular máquina del tiempo y nos iremos a los 90, ya que esta semana es el cumpleaños de Woody Allen (88), el cual decidió en 1994 hacer su primera película para televisión, bien es cierto que la situación era muy distinta, no había ni siquiera internet público y las plataformas pues eran las distintas cadenas y grabábamos en VHS lo que nos interesaba. El director gozaba en aquellas fechas de gran popularidad a pesar de todo el affaire con Mia Farrow,  sus dos anteriores películas son ya clásicos de la comedia: Misterioso asesinato en Manhattan y Balas sobre Broadway. Así que el productor Jean Doumanian le animó para dar el salto a la pequeña pantalla.

He sido crítico con la televisión porque pensaba que era un gran medio que no conseguía resultados sustanciales” declaraba un Allen que aborrecía el medio y tampoco quería trabajar en ella ya que “si me veían en la pequeña pantalla no iban a pagar para verme”. La obra escogida para tal estreno era su primera obra de teatro: Los USA en zona rusa, título español para el original Don´t Drink the Water (No bebas el agua) donde una familia neoyorkina era confundida por unos espías durante un viaje turístico al telón de acero en los años de la guerra fría.

Tal obra había sido ya llevada al cine en 1969 por Howard Morris, el cual no tendría demasiada fortuna detrás de las cámaras, estaba protagonizada por Jackie Gleason y Estelle Parsons, Allen la aborrecía y no quiso saber nada de ella ya que estaba muy molesto con la manera en que habían tratado su guion en ¿Qué tal, Pussycat? de Clive Donner. Esta versión no hay manera de verla, aunque en España se estrenó en 1971,  recuerdo dos pases en los 90, en VHS estaba editada, pero en DVD curiosamente no llegó, aunque sí en otros países. En Youtube podemos ver los títulos de crédito.




“La he visto hace unas semanas” así despachaba Allen cuando le preguntaban por ella, si ya el director odia sus propias filmaciones, imagínense lo que pensaría…Filmar en televisión supuso todo un cambio en la metódica de rodar ya que suele tomarse sus trabajos de forma muy relajada y estaba un año entero, aquí fueron solo tres semanas y media y calificaba el día a día como muy duro, así como no poder contar con más presupuesto. Fue un contrato con la productora Sweetland Films para la cadena de televisión ABC, curiosamente coincidió la filmación con una miniserie sobre la vida de Mia Farrow en la NBC, en las ruedas de prensa le preguntaban por esta última y con ironía contestaba que esperaba que su personaje fuera real y no un dibujo animado.“ Que un cineasta de la categoría de Allen haya aceptado trabajar para la televisión significa que las barreras de clase entre las películas y los telefilmes han desparecido” escribía el crítico del New York Post. 

La cámara nerviosa del director no deja de moverse en los 90 minutos de duración con bastantes planos secuencia, se nota un cariño especial hacia los actores que se mueven con bastante libertad, con ello se consigue el objetivo de olvidarse de sus esquemas teatrales. En su reparto destaca Michael J. Fox poco antes de diagnosticársele el párkinson y demuestra las buenas dotes de comicidad, entereza y credibilidad para el género. Otro papel curioso es el que interpreta Dom De Luise, el de un cura que lleva refugiado en la embajada desde hace un montón de años y que se ha tenido que dedicar a aprender trucos de magia con desigual fortuna, tal personaje remite al Cardenal húngaro Jozsef Mindszenty que tras el fracaso de la revuelta de Hungría contra el régimen comunista en 1956 se vio obligado a refugiarse más de diez años en la embajada de EEUU. Los más cinéfilos recordarán el personaje al haber sido interpretado por Alec Guinnes en El prisionero, basada en su vida.


La comedia funciona y evocaría también (recordemos que fue escrita en 1966) a todo aquel subgénero con notables comedias paranoicas como ¡Qué vienen los rusos! o Teléfono rojo ¿Volamos hacia Moscou? En aquellos 90, al ser un producto de televisión quedó rápidamente olvidado, aunque tal trabajo quizá animara a que proyectos escritos años antes vieran la luz, caso de La maldición del escorpión de Jade, Granujas a medio pelo o Si la cosa funciona. Décadas más tarde, filmó aquel contrato con Amazon para rodar varias películas pudimos ver la serie de Crimen en seis escenas que no estaba nada mal, aunque recibió malas críticas, la aparición nuevamente del tema Mia Farrow en pleno movimiento "Me too" motivó una campaña en contra que afectó negativamente sus últimos estrenos, algo que le llevó a rescindir el contrato y buscar otros medios en Europa para poder rodar su película anual y con ella seguir animándonos a ir al cine.

07/10/2022

La confesión (1970) de Costa-Gavras

 

Repasando las últimas películas subidas en la plataforma Filmin encuentro esta muy interesante película de Costa Gavras de 1970 L´aveu (La confesión) que conviene revisar con Yves Montand y Simone Signoret, también editada en DVD hace unos años y en Blu-Ray. Con guion de Jorge Semprún se basa en el libro homónimo de Artur London que narra las purgas de Stalin de las que fueron víctimas los disidentes del Partido Comunista checoslovaco, entre ellos él mismo en el Proceso de Praga de 1952.

Tanto el director como el guionista habían realizado antes Z (también en Filmin) que exponía las prácticas criminales de unas facciones políticas de carácter ultraderechista y rodado como consecuencia de la toma del poder por los coroneles en Grecia ya que Costa Gavras es de padre ruso y madre griega nacido en Lutra-Iraias (Atenas) el año 1933. Este primer film de él fue censurado en España por su temática, no así La confesión, aunque tardó unos años en estrenarse. Como suele pasar en películas políticas cada uno la ve según le conviene, la derecha la vio con buenos ojos y el Partido Comunista de Francia condenó la película ya que si bien defendía el libro de London porque exponía una crítica estalinista, pero no al comunismo, no se podía decir lo mismo del filme de Gavras.


Arthur London que a los 14 años había ingresado  en las Juventudes Comunistas y que llegó a luchar con las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española, a ser miembro de la Resistencia francesa y deportado al campo de concentración de Mauthausen, fue ministro de Asuntos Exteriores en la Checoslovaquia estaliniana, perseguido y detenido por la policía secreta, se registró de arriba a abajo su casa y a su mujer se le envió a trabajar en una fábrica. Sometido a incesantes interrogatorios en los que se pretendía que confesara su traición al régimen comunista, los resistió y llegó así hasta el periodo llamado de desestalinización. Él y su esposa marcharon a Londres en 1963 donde escribió el libro que pronto adquirió popularidad


Gavras, Semprún y Montand (Fuente: Archivo de TVE)

Costa Gavras, exiliado griego, Yves Montand  inmigrado italiano, y Jorge Semprún exiliado español  formaron un tándem valiente que tuvo en esa Francia setentera su fábrica de creación, Semprún que fue también expulsado del Partido Comunista declaraba que el guion de La confesión más que creativo era político. 20 años más tarde llegó a Moscú la película, ellos tres acudieron por iniciativa del semanario internacional "Novedades de Moscú", publicación impulsora de la Perestroika, el título que le pusieron en vez de La confesión fue el de El reconocimiento. Se dio la circunstancia que veinte personas abandonaron la sala, Montand ironizó diciendo que tenían que coger el metro, y diciendo que hemos hecho "gorvachesimo" antes de Gorvachov, “hay que rechazar a toda costa la intolerancia y respetar a todos los que no comparten nuestras opiniones” sentenciaba. Semprún declaró que el paso a la dictadura se produjo después de que Trotsky y Lenin disolvieran la asamblea constituyente en 1918. “Hoy espero que se reconstruyan estas asambleas y que ninguna fuerza militar venga a disolverlas

La confesión tiene todo ese aroma del cine policiaco francés, a pesar de su larga duración y un desarrollo algo caótico, se sigue con interés y revisándolo uno echa en falta este tipo de directores como Costa Gavras que sabía que le caerían críticas desde todos los lados, pero que no le importaba ya que anteponía ante todo su libertad de expresión y el ser políticamente incorrecto.

28/08/2020

La saga de Don Camilo

 

Qué suerte poder tener a mano las películas de la saga Don Camilo, si ustedes no las tienen háganse con ellas, hallarán una grata sorpresa si no las conocen aún. Corría el año 1948 y el escritor Giovanni Guareschi escribió Don Camilo, en ella asistimos a los continuos roces entre el párroco y el alcalde comunista de un pequeño pueblo italiano. El éxito de la novela hizo que en pocos años saltara al cine y es que el productor Giuseppe Amato se hizo con los derechos de esta por una suma ingenua de dinero y con la moda de las coproducciones llegó a un acuerdo con los franceses en la figura de Robert Chabert, representante del también productor Ángelo Rizzoli en París, que exigieron que el director fuera Julien Duvivier tras el rechazo de Vittorio De Sica, el cual no se atrevió finalmente a dar el sí porque no quería quedar mal con alguna de las dos partes enfrentadas. Don Camilo no dejaba de ser un reflejo de la situación que se vivía en la Italia de la posguerra dividida entre dos potentes partidos: La Democracia cristiana y el Partido comunista.

   

 Para el papel de Don Camilo no se pensó inicialmente en Fernandel, sino en Gino Cervi que es quien hizo de alcalde comunista finalmente. Duvivier quiso que fuera el cómico francés quien hiciera de párroco, algo que no gustó inicialmente a su escritor quien imaginaba al personaje con otro rostro. Tampoco fue fácil que Fernandel diera el sí ya que veía irreverente que el Cristo de la parroquia hablase con el sacerdote. La película finalmente se convirtió en un gran éxito y Guareschi ya no fue tan ingenuo en la segunda parte a la hora de vender los derechos y pidió 50 millones de liras. 

  ¿Quién fue Giovanni Guareschi, el escritor de Don Camilo? Fue un escritor y periodista, nacido el 1 de mayo de 1908 en Fontanelle, un pequeño pueblo de la Parma. Cayó prisionero de los nazis y llevado a un campo de concentración en Polonia, donde sufrió física y espiritualmente. En 1945, regresa a Italia. Su visión de la política le hacía preguntar: «¿Hacia dónde va la gente?». «A la izquierda». «Entonces, yo tiro hacia la derecha». Su ideología, no obstante, no era bien definida. Afirmaba ser socialista, monárquico y cristiano. Fundó la revista satírica «Cándido» que le dio fama y lo forjó políticamente. Se fue creando ese Guareschi de fama internacional que trataba, siempre, de conciliar posturas diametralmente opuestas. No callaba lo que pensaba, en 1948 fue un defensor de la Democracia Cristiana, pero cinco años después estaba en la oposición. Atacó a Alcide De Gasperi, el entonces primer ministro de la República Italiana de ser el responsable de los bombardeos de Roma en 1944, hecho que le provocó una condena de 18 meses de prisión, que le minó la salud. Su novela de Don Camilo es su obra más famosa, fue traducida a todos los idiomas, también al ruso y al esquimal. La primera edición española fue por la editorial Guillermo Kraft de Buenos Aires en 1952 con traducción de Fernando Anselmi, posteriormente sería reeditada por Planeta. Guareschi colaboró también con Pasolini en el documental La rabia (1963) donde cada uno daba su punto de vista sobre la condición humana y los conflictos sociales cada uno con su ideología. Falleció en 1968 a causa de un infarto

 



  El estreno de la película en España
Don Camilo fue víctima de la censura en nuestro país, la película incluso ya había sido doblada en 1952, pero se prohibió. Se dice, pero no he podido constatar, que la orden vino del Pardo y cierta frase que dijo el Generalísimo, al verla en su sesión privada, de que con las cosas del comunismo no se podía hacer broma.

   

La censura en España estaba muy manejada e influenciada por la Iglesia Católica y es probable que a los sectores más cerrados de esta no les hiciera gracia que en las pantallas tuviera popularidad la película y vieran en Don Camilo un cura “progre” y una visión amable del comunismo. En 1962 con la apertura del Concilio Vaticano II y el fin de la carrera política de Arias-Salgado (una de las manos más duras de la censura) se intentó que la película fuera por fin estrenada, pero tampoco hubo éxito. Sí en cambio se pudo estrenar ya El Camarada Don Camilo de 1965 en 1968. Para el resto de la saga hubo que esperar 10 años. Se puede decir aquello de ser más papista que el papa ya que el mismo Pío XII recibió a Fernandel en audiencia papal y le dijo que era el sacerdote más famoso del mundo después de él.

  Las películas En total son 5 películas las que Fernandel y Gino Cervi interpretaron, Julien Duvivier dirigió las dos primeras en 1952 (Don Camilo) y en 1953 (El regreso de Don Camilo), dos años más tarde Carmine Gallone toma el relevo y dirige en 1955 Don Camilo y el honorable Peppone y en 1961 Don Camilo, monseñor. 4 años más tarde Luigi Comencini dirigiría El camarada Don Camilo. Iba a haber una sexta, Don Camilo y los contestatarios de la cual el director Christian-Jaque que había trabajado con Fernandel en la magnífica La ley es la ley había rodado una parte en 1970, pero la enfermedad del actor y su fatal desenlace hizo que se suspendiera el rodaje, no obstante Mario Camerini la dirigió dos años después con otros actores, Gastone Moschin como Don Camilo y Lionel Stander como Peppone, pero la película no funcionó y creo que en España no se estrenó ni se ha visto en televisión.

   

 En 1983 Terence Hill que buscaba algún papel para tomar una carrera en solitario sin su inseparable Bud Spencer se atrevió a dirigir una nueva versión de Don Camilo con él en el papel de cura y Colin Blakely como Peppone que no hizo para nada olvidar el clásico.

 Personalmente recomiendo las 5 películas de la saga, no hagan mucho caso de cierta crítica que en el momento de su tardío estreno despreció, aunque sin tampoco menospreciar del todo, las películas por estar dirigidas por Julien Duvivier. Parte de la crítica setentera seguía a rajatabla los postulados de la Nouvelle Vague y calificaba al director francés como profanador por su falsa técnica y clasicismo en su puesta en escena (Godard dixit), es por eso que no les entusiasmara este Don Camilo que se estrenaba 26 años después y lo vieran desfasado en el tiempo. Paradójicamente, Truffaut si fue un admirador del realizador francés en su juventud. Duvivier, sin embargo, tuvo admiradores como Orson Welles, el cual es el narrador en Don Camilo, o Ingmar Bergman que llegó a decir que le gustaría que su filmografía fuera la de él. Otras críticas hablaban de que eran unos personajes locales, craso error porque una de las virtudes que encontramos es la universalidad de ellos y con el paso del tiempo se ve de manera más clara, en vez de un cura bien podría ser un político conservador y el alcalde otro de izquierdas, eso sí, siempre que no fueran de posiciones extremas.

 Luego hay que resaltar sobretodo que la trama no hay que verla como un juego del gato y el ratón, más allá de las diferencias de ideas hay por encima un mensaje de fraternidad, saber convivir, de reírse de uno mismo, de saber mirar primero lo que une antes de lo que desune y de una profunda humanidad. Así pues, los personajes se odian, serán presentados con sus virtudes y sus defectos, capaces de lo mejor y lo peor, pero se necesitan y han de convivir porque entre otras cosas son dos personas humanas y para progresar en la vida se ha de ser abierto, no encerrarse uno en su ideología, entre otras cosas porque la verdad no la tiene nadie. En una sociedad como la actual donde por desgracia vemos que los políticos son incapaces de acercar posturas y solo buscan sus propios intereses, ya sea ante una crisis económica como la que hubo recientemente o ante la triste actualidad del coronavirus, ojalá tuviéramos un Don Camilo y un Peppone rondando y haciendo de las suyas.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...