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16/04/2024

Jaime de Armiñán in memoriam: La hora bruja (1985)

 




Jaime de Armiñán (Fuente: RTVE)

El pasado  9 de abril fallecía Jaime de Armiñán, uno de nuestros directores de cine más notables, aunque su nombre no está lo suficientemente valorado ni siquiera recordado. Proveniente de una familia de actores, políticos y escritores, escribió teatro hasta 1963, tres años antes había empezado a elaborar guiones y dirigir programas para TVE para la que llegó a hacer más de 500, entre ellos Confidencias, Tiempo y hora, Las doce caras de Juan, Refranes, Del dicho al hecho. Suspiros de España… En 1967 y con Narciso Ibáñez Serrador escriben el guion de Historia de la frivolidad que dirige el primero y que consigue un relieve internacional. Ya en los 80 dirigiría Cuentos imposibles (1984), uno de los episodios de esta estaba dedicada al torero Juncal y el éxito propició que rodara una serie sobre él de gran éxito.

Una de sus primeras películas fue la fallida Carola de día, Carola de noche (1969), su productor Manuel J. Goyanes lo contrató para iniciar la transición de la actriz de adolescente a mujer, el rodaje fue tenso para Armiñán ya que según contaba le destrozaron el guion. Consigue luego una tibia acogida con La Lola, dicen que no vive sola (1970), película bastante desconocida hoy en día, pero su gran éxito vendría en 1972 con Mi querida señorita, película que probablemente ha eclipsado demasiado con el tiempo su posterior filmografía y que fue su primera nominación al Oscar para mejor película de habla no inglesa.


Tuvo al público a su lado en películas como Un casto varón español (1973), una especie también de tercera vía producida por José Frade. El amor del capitán Brando del año 74 que le valió una nominación al Oso de oro del Festival de Berlín o ¡Jo papá! repitiendo con Ana Belén al año siguiente. A partir de aquí su cine deja de tener grandes éxitos comerciales y rueda películas más de autor como Nunca es tarde (1977) o  en la línea de la época de la Transición como Al servicio de la mujer española (1978). En 1980 lograría un éxito de crítica con El nido que le valió otra nominación al Oscar, en ella retrataba un ambiente rural y denunciaba ciertos prejuicios sociales.

Siguieron películas interesantes como En septiembre (1982), Stico (1985), Mi general (1987), aunque con respuesta por parte del público más bien fría, entre estas destaca La hora bruja (1985) que voy a comentar y que fue su tercera nominación al Oscar. En ella se nos narran las peripecias de El Gran César (Paco Rabal) que pasea un espectáculo ambulante de magia por Galicia a bordo de un autobús acompañado de su cuñada y amante Pilar Esmeralda (Concha Velasco). En uno de los viajes recogen a una enigmática chica (Victoria Abril) que alterará su vida.

Armiñán escribió el guion mientras era jurado del Festival de Sitges del año 84, su deseo era hacer una película de magia y a la vez describir la vida de unos buhoneros que van de pueblo en pueblo proyectando cine. La película a simple vista podría recordar a La Strada pero con el toque fantástico correspondiente, algo que por otra parte también era muy usual en el cine de Fellini. El título de La hora bruja se debía a que corresponde al momento del día en que el sol roza el horizonte y es cuando la noche empieza a aparecer, ello queda bien reflejado en los fotogramas al rodar el anochecer con todo su esplendor. Cabe decir que de la fotografía se encargó Teo Escamilla, nombre muy asociado al cine de Saura, y que captaba toda esa belleza con un toque hipnótico que desgraciadamente. viéndola en televisión, se pierda bastante el efecto, ya no hablemos del excesivo uso del DNR que acaba por fastidiar el color de lo que se pretende una alta definición en vez de respetar la naturalidad original de sus fotogramas.

A pesar de que aparentemente este era un film que se apartaba de las anteriores películas urbanas en las formas de él, no lo era tanto en el fondo ya que no deja de ser otro retrato de seres marginados como ya sucedía en Mi querida señorita, El nido o Stico. A ello se añade cierta concepción de un realismo fantástico aquí ya plenamente desarrollado, pero que ya había ciertos esbozos en En Septiembre por ejemplo. Pero Armiñán elabora la historia de tal manera que pudiese llegar a todo tipo de público sin caer demasiado en lo alegórico como sucedía en Saura y utilizando una serie de escenas como el brindis amoroso en el balneario para que el producto fuese cercano.

La hora bruja logra salvar todas sus dificultades, es evidente que el irreal argumento puede causar rechazo a más de uno, pero creo que Armiñán lo salva gracias a le escena primera en que el gran Cesar empieza su espectáculo y el público, al ver de lo que habla, empieza a irse poco a poco, con este "truco" es espectador del film empatiza con él. Luego tenemos ese encuentro con ese personaje misterioso que encarna Sancho Gracia, aunque creo que este último acaba resultando excesivamente plano y que le podía haber sacado más jugo en el desarrollo del guion. Pero el ritmo no se entorpece porque empezamos a adentrarnos en la relación de la pareja y sus problemas y casi todo lo demás hasta sospechamos que es como un McGuffin. Pero vamos comprendiendo que no lo es verdaderamente cuando saca el personaje de Victoria Abril y va cobrando protagonismo, comienza ya a interesarnos plenamente todo ese mundo de meigas mezclado con las reflexiones sobre la monotonía de la vida, las limitaciones de las relaciones humanas y cierto elogio incluso a la traición entre las personas. Por lo tanto es un guion bastante hábil que conjuga perfectamente sus elementos para que nos atraigan y se dosifiquen bien durante el metraje.

A todo esto hay que añadir un homenaje al cine con esas proyecciones en los pueblos, cuando ponen Cleopatra (la versión de Mankiewicz) tienen un problema de sonido y ellos dos han de doblar las escenas, las cuales se las saben de memoria. Luego tenemos una imagen muy lirica con esa pantalla en el agua proyectando Hello Dolly. El director también saca el western Cielo amarillo que se desarrollaba en una especie de pueblo fantasma. Destacan las distintas entradas del autobús en esas localidades algo perdidas y que era una manera de llevar magia a estas. Por otra parte, hay todo un juego literario en los diálogos con continuas referencias a poesías, especialmente las de Bécquer que son las que más encajan.

Armiñan domina la dirección de actores, por una parte el personaje de Rabal nos lo muestra frágil, necesita azúcar porque su memoria cada vez se va perdiendo más, ello contrasta con la vitalidad y el fuerte carácter que tiene Concha Velasco y con el encantamiento de Victoria Abril. Ellas dos tuvieron sus roces en el rodaje ya que, según contaba Concha, a Victoria le gustaba constantemente desnudarse y llamar la atención, eso propició alguna escena algo innecesaria como cuando esta empieza a saltar con poca ropa en la cama mientras ella está en el tocador, pero al menos durante la mayor parte del metraje hay cierta contención.

Paisaje bello el que vamos viendo y más en esa “hora bruja”, la música de Satie quizá una apuesta demasiado convencional, pero que le da la atmósfera correcta para que nos adentremos en la historia. Probablemente, La hora bruja no sea una película redonda, pero a su favor está que no es pretenciosa y que está mas cerca de esas fábulas que Armiñán dominaba bien.

 

14/02/2024

El día de los enamorados (1959)

 



Ya que el calendario este año ha sido travieso y el día en que Doña Cuaresma vence a Don Carnal ha coincidido con el día de San Valentín, vamos a celebrarlo viendo El día de los enamorados (1959), película muy popular en su día. Incluso no hace muchos años, Hollywood apostó por lo que aquí ya se había hecho seis décadas antes y Garry Marshall realizó Historias de San Valentín.  E
l objetivo de este blog es dar cabida también a ese cine popular del que apenas ningún crítico habla y recordar nombres de los que nadie se acuerda o ni siquiera llegó a saber que existían en pleno auge.

Uno de estos fue Fernando Palacios, director de esta, nacido en Zaragoza en 1916, su prematura muerte a los 49 años a causa de una angina de pecho cortó una carrera comercial que precisamente empezó con El día de los enamorados y siguió con títulos taquilleros como por ejemplo Siempre es domingo (1961), Tres de la Cruz Roja (1961 ) y muy especialmente La gran familia (1962). Su trabajo se multiplicaba y se le encargaron dos películas con Marisol: Marisol rumbo a Río (1963) y Búsqueme a esa chica (1964), también empezó a trabajar con la ya apenas recordada pareja Pili y Mili en Whisky y Wodka (1965). A ello se añade la secuela de La gran familia estrenada una semana antes de su inesperado fallecimiento.

Empezó de ayudante de dirección de su tío Florián Rey y luego de Ladislao Vadja, del primero decía que le gustaría heredar su corazón y del segundo su técnica. Cuando era preguntado (y criticado) por si solo hacía cine popular contestaba que su ideal sería conjuntar e integrar la minoría con la mayoría. Su trabajo no era tampoco fácil, a pesar de que sus filmes se calificasen como inocuos, conseguir tantos éxitos de taquilla seguidos requería también cierta habilidad no valorada.

En El día de los enamorados se juntaron detrás varios nombres importantes de nuestra industria, un joven Pedro Masó fue el creador de la historia y y había escrito guiones para las también comedias exitosas Manolo, guardia urbano (1956) o Las chicas de la Cruz Roja (1958). Ahí le acompañaban para los diálogos Antonio Vich cuyo trabajo había destacado sobre todo en la Fedra (1956) de Mur Oti o Los clarines del miedo (1958) y Rafael J. Salvia que aparte de director había escrito los notables guiones de El Judas (1952) o Cuerda de presos (1956). Si Masó en su argumento se acercaba al estilo Negulesco, los guionistas se encargaban de darle más forma de sainete castizo, con ello conseguían que el presupuesto no fuera tan elevado al no tener ese glamour hollywoodiense y que el público se sintiera más representando por los personajes.

A todo esto se añadía la música, Augusto Algueró que había conseguido un gran éxito con la canción de Las chicas de la Cruz Roja, aquí creaba otro que acompañaba el metraje y que facilitaba aun más la comercialidad del título. Curiosamente la compuso también en catalán, así lo recordaba Concha Velasco en uno de esos cines de Barrio con Parada, las hermanas Serrano fueron quienes cantaron esta versión que fue olvidada por la versión castellana cantada por el trío Globetrotters y popularizada por Monna Bell.


El argumento de El día de los enamorados hablaba de cuatro parejas que eran ayudadas por San Valentín en sus problemas, ahí teníamos un magnífico reparto, en el lado femenino la recordada Concha Velasco, ahí Conchita, cuya popularidad iba en aumento, la arrogante Katia Loritz, la bondadosa María Mahor y la sensible Mabel Karr. En el lado masculino Tony Leblanc que reunía las características adecuadas para este tipo de películas, Antonio Casal en su etapa más madura como galán y francamente divertido, Manuel Monroy, actor catalán bastante olvidado como uno de esos galanes secundarios y el joven Ángel Aranda, cuyo atractivo físico le llevó a protagonizar peplums y spaghetti westerns.

Pero entre todos ellos el que se llevó la máxima popularidad en el film fue Jorge Rigaud en su papel del santo, nacido en Buenos Aires como Jorge Rigato, emigró a Francia y llegó a trabajar con René Clair (14 de julio), pero el éxito le vino con esta película lo que le propició participar en un sinfín de películas, aunque como secundario. Volvió a interpretar su gran papel en su secuela, también dirigida por Palacios y con los mismos guionistas, menos conseguida a nivel argumental.

 A pesar de los presupuestos reducidos  se cuidaban los aspectos técnicos y la película gozaba de un sistema Eastmancolor que aun le daba más vitalidad y optimismo a quienes buscaban en el cine una válvula de escape. Con los años, también se puede ver como un documento sociológico y analizar esa España que salía de la posguerra y en la que era posible aparcar el coche en la Gran Vía madrileña. Hay detalles que bien podrían pasar a formar parte de un museo de historia, observen esos cines como el Actualidades o el Palacio de la Prensa con un cartel de El zorro de los océanos con John Wayne de protagonista, el retrato de ese Parque del Retiro como el lugar ideal de los enamorados, la alegría de la tuna universitaria, las “Galerías Preciados” que fueron quienes importaron tal día con finalidades comerciales a partir de un artículo de González Ruano en el diario “Madrid”... Ingredientes muchos de ellos concebidos como cursis, pero honestos y deliciosos, vale la pena verla y si es sin prejuicios uno la disfrutará más, no hagan caso de ciertas voces que la consideran un modelo de comedia anacrónico, el cine español también, cuando quiere, repite la fórmula, fíjense en casos como Barcelona, noche de verano (2013) o Barcelona, noche de invierno (2015) por ejemplo

05/12/2023

Homenaje a Concha Velasco: Yo soy fulana de tal (1975)

 



El pasado sábado fallecía la gran Concha Velasco, su nombre se añade en este año funesto a los de Carlos Saura, Laura Valenzuela, Carmen Sevilla…Por eso, voy a dedicar un pequeño homenaje, algo improvisado, escogiendo una de sus películas de las que no se habla tanto. Estos últimos días en los resúmenes que se han hecho en distintos medios se han citado sus colaboraciones con Pedro Olea, su excelente recreación de Santa Teresa de la mano de Josefina Molina o su etapa con Sáenz de Heredia, curiosamente sin mencionar demasiado su nombre, cabe recordar que quizá fuera el director que le dio gran popularidad cuando la puso a cantar la chica yeye en Historias de la televisión, de él son también las mejores películas de su tándem con Manolo Escobar o su salto hacia papeles dramáticos con Los gallos de la madrugada para dejar de ser Conchita.




Pero hubo otro director también apenas citado que le dio unos papeles en comedias bastante notables, me estoy refiriendo a Pedro Lazaga, mis lectores habituales sabrán que soy un gran defensor de él, Los tramposos (1959), Trampa para Catalina (1961), Sabían demasiado (1962), Martes y trece (1962), El vikingo (1972) son buenas muestras en las que la actriz aportaba su talento en unos guiones que la crítica solía infravalorar. Injusto sería olvidarme de Mariano Ozores, Javier Aguirre, José María Forqué, Jaime de Armiñán, Rafael J. Salvia, Fernando Palacios, Fernán Gómez, Berlanga…Incluso de Rovira Beleta que le dio también uno de sus primeros papeles dramáticos y en una coproducción internacional en No encontré rosas para mi madre (1973) que tantos disgustos le ocasionó a él y ella años más tarde la recordaba como una película porno, aunque no lo fuese, pero en Francia se añadieron escenas sin el consentimiento del director, creo que su actuación ayudó bastante a que tuviera papeles más dramáticos luego.

Pero de la que voy a hablar es de una de Lazaga cuyo título es Yo soy fulana de tal del año (1975), tal año fue muy prolífico para la actriz, nada menos que siete películas, entre ellas su actuación más querida según confesó en un homenaje en la Filmoteca de Cataluña: Pim, pam, pum... ¡fuego! de Olea y títulos nada desdeñables como Las bodas de Blanca de Francisco Regueiro, Mi mujer es muy decente, dentro de lo que cabe de Antonio Drove o El love feroz de José Luis García Sánchez.

Yo soy fulana de tal partía de una novela de 1963 de Álvaro de Laiglesia quien fuese director de la revista satírica "La codorniz" durante 33 años, aquella cuyo lema era: “La revista más audaz para el público más inteligente”, el escritor declaraba que sus libros ya los vendía solo con el título, algunos ejemplos son: En el cielo no hay almejas, Todos los ombligos son redondos, Qué bien huelen las señoras o Dios le ampare, imbécil, novelas que había  que leer entre líneas.

Concha interpreta a una chica de pueblo que acaba convirtiéndose en una prostituta, nos va narrando su vida y ese mosaico variopinto de hombres con los que va saliendo. Sé que puede parecer una película vulgar y no apta para ciertas sensibilidades feministas, obviamente no la voy a calificar de progresista, pero conviene situarse en los años de la novela y de la película y ya que Lazaga tuvo esa audacia al dirigirla, convendría dejar paso a la inteligencia para analizarla como se debe y no ir con los prejuicios típicos.

Al disponer de un buen material con este libro, supo sacar esa influencia italiana al máximo y que tenía en bastantes de sus comedias, aunque teniendo que esconderla por la censura. Su filme es más parecido a los de Pietro Germi o Mario Monicelli, activa notablemente en todo su metraje las contradicciones entre los actores y ella a la que explota bien con una de sus actuaciones más memorables en las que va cambiando de registro sin perder la credibilidad, ahí la tenemos como una chica ingenua y cándida o caricaturizando su oficio, me recuerda a la Giulietta Massina de Las noches de Cabiria que tanto alababa.

Detrás de todo ese humor hay la crítica contra los acondicionamientos sociales que lleva a una mujer a acabar siendo eso, estamos pues en una comedia que más de uno sin verla la tachará de machista, casposa y vulgar, algo totalmente injusto. Hay además, y siguiendo con ese toque italiano, aspectos neorrealistas y la inserción de escenas más dramáticas.

En el reparto tenemos a varios de los grandes: Antonio Ferrandis, Francisco Algora, Fernando Fernán Gómez…todos ellos perfectamente dirigidos por un Lazaga que dotaba de un ritmo vertiginoso, tan característico en él, la acción. La propia Concha Velasco siempre tuvo palabras de cariño hacia él y que los actores que trabajan con él le querían.

La película en pleno 1975 tuvo sus bueno números, aunque se quedó a las puertas del ansiado millón de espectadores, Lazaga era repudiado por muchos críticos, incluso en un festival de Molins de Rei en el que se le quiso homenajear tuvo él mismo que declinar porque se le tachaba de director de época franquista y no quería perjudicar. El film conoció una secuela Fulanita y sus menganos, aunque Concha fue sustituida por Victoria Vera y según contaba la actriz, un productor de varias salas la había vetado por haber apoyado una huelga de cines y presionó para que no la protagonizara. La secuela recaudó la mitad y no tenía tanto ingenio, a pesar de seguir contando con Lazaga.

No he podido hallar ningún vídeo de alguna escena, la tenía en DVD y tuve la mala pata de que el disco estaba defectuoso, aunque la pude visionar de aquella manera hará unos 10 años. Desde estas líneas mi recomendación y que este título pudiera hallarse de manera más accesible ya fuera en plataformas como FlixOlé o reeditando el DVD que aun se podría encontrar por internet a precios de escándalo. Descanse en paz Concha Velasco y agradecerle todo su gran trabajo y su cercanía al espectador.





El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...