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09/10/2024

Los peces rojos (1955)

 


El pasado domingo 6 de octubre era el día del cine español y yo sin saberlo, desde que escribo este blog hace ya 6 años he dedicado bastantes entradas a películas españolas no tan conocidas (ni aceptadas) hoy en día, hay suficientes elementos, si no sacamos nuestros prejuicios, que permitirían no ser tan desdeñosos con nuestra historia fílmica y especialmente alabar la profesionalidad de gran parte de nuestros directores que tenían que torear la censura, cambios de guiones, presupuestos ínfimos… Uno de esos nombres sería el de José Antonio Nieves Conde, no más citarlo a los más cinéfilos les saldrá Surcos, ejemplo de película que acaba comiéndose casi toda su filmografía en la que destacan también las famosas Balarrasa, El inquilino o la que traigo hoy Los peces rojos.

Decía el propio director que él solo se había dedicado al cine y ya desde niño mostró su afición al séptimo arte, nacido en Segovia empezó como ayudante de dirección de Rafael Gil y fue crítico de la revista "Primer Plano" o del diario "Pueblo" donde marchó por desavenencias con la línea editorial.  Ya empezó desde joven con el género policíaco con títulos hoy imposibles de ver como Senda ignorada (1946) o Angustia (1947), pero su fama vendría con Balarrasa (1951) donde ya destacaba su habilidad por crear híbridos de géneros, ahí nos presentaba un argumento bélico con el drama religioso que tanta popularidad estaba cosechando en aquella época y se permitía incluso un humor encubierto y cierta crítica social que al estar tan solapada de forma inteligente no tuvo tanta repercusión en la censura del momento.  Luego vino Surcos con guion de Gonzalo Torrente Ballester y Natividad Zaro y argumento de Eugenio Montes, ahí se nos retrataba casi por primera vez la España del momento y lo abordaba utilizando técnicas realistas del cine norteamericano, aunque se quiso ver más su estilo como asociado al neorrealismo italiano.

A partir de entonces ya no sería José Antonio Nieves Conde, sino "el director de Surcos" y si uno repasa la mayoría de las críticas esta le persigue porque no se paraba de escribir que no había llegado nunca al nivel de esta. Incluso se quiso presentarlo como el De Sica español y cuando Visconti rueda después Rocco y sus hermanos las comparaciones fueron aun más evidentes, evidentemente los encasillamientos le molestarían y en Los peces rojos hasta tenemos alguna que otra prueba, lo que estaba claro es que el director transmitía una sólida formación técnica y un sentido directo de la puesta en escena.

Los peces rojos suponía cierta novedad al mezclar nuevamente diversos géneros, estábamos ante un policiaco, pero con gran fuerza melodramática, una historia de pasiones, engaños, histeria…Una introspección psicológica de a dónde pueden llegar las miserias humanas, no había ninguna moralidad en los personajes y eso no encajaba tampoco en los moldes de la época, por lo que suponía otra prueba de riesgo contra la censura que decidió actuar e imponer otro final. No se preocupen que no voy a desvelarlo, pero el arte del director supo lidiar también con esta exigencia y un análisis más profundo tampoco permitiría que lo aceptáramos como un final feliz.

Aviso que si quieren disfrutar plenamente de la película no lean demasiado el argumento que viene en distintas páginas ya que desvelan una parte importante, dejémoslo en que empieza con una noche de tormenta en la que llegan a un hotel de Gijón Hugo e Ivón acompañados del hijo millonario del primero, Carlos, con el que ella había tenido una relación. Hace mal tiempo, pero sienten que tienen que ver el mar embravecido, pero poco después Ivón regresa pidiendo socorro porque el chico ha sido arrastrado por el mar. Al no aparecer el cadáver, un comisario se hará cargo del caso.

El personaje de Hugo Pascal estaba interpretado por Arturo de Córdova y nos presentaba a un escritor sin apenas suerte para que le editaran las novelas, los cinéfilos lo recordarán especialmente por esa maravilla de Luis Buñuel llamada Él (casi la mejor película que sobre los celos se ha realizado), el actor mexicano tuvo tanta fama que hasta llegó a Hollywood, aunque sin películas destacables, supo explotar su imagen de galán tenebroso y neurótico, uno de sus mejores papeles fue en El esqueleto de la señora Morales (1960). En el cine español también lo recordamos por su papel en La herida luminosa (1956). La protagonista era Emma Penella que empezaba a tener papeles en películas de gran calidad como Los ojos dejan huellas (1952) o Cómicos (1954), ya estaba a punto de iniciar su etapa inolvidable con Manuel Mur Oti y aquí nos mostraba un personaje hipócrita cuya obsesión es casarse con alguien millonario para no tener que seguir trabajando.

El guion corría a cargo de Carlos Blanco, de los mejores en esos años, había escrito el de Locura de amor (1948) y destacaba también su trabajo en el cine negro por ser el autor del de Los ojos dejan huellas  de Sáenz de Heredia. La relación entre él y el director tuvo sus diferencias pues Nieves Conde no quería los flashbacks que aparecen, aunque finalmente cedió. La razón se fundamentaba en querer dar un aspecto más real a la historia, pero precisamente ese juego con la ficción es lo que dota de atractivo a la historia. Si en Surcos aparecía un diálogo en el que se hablaba de que las películas neorrealistas eran las que estaban de moda y no las “psicológicas”, aquí el personaje del librero le rechaza al protagonista los escritos por ser “fantasiosos” y no mostrar la realidad y vuelve a citar lo del “neorrealismo”, lo que origina una discusión que escondía también cierto humor y ganas de querer reivindicar y a la vez parodiar lo que realmente se quería.

Precisamente ese aire psicológico que se repudiaba es lo que tiene Los peces rojos que la hacen especial, el suspense de Hitchcock con elementos de Rebecca Recuerda especialmente y el de Siodmark jugaban también con este. Aquí vamos entrando en la evolución enfermiza de las personalidades del protagonista, por una parte el deseo de querer evadirse en lo ficticio para afrontar la realidad y, por otra, el ansia de poseer sin apenas realizar esfuerzo alguno de ella para huir de la miseria y la vida banal que le toca vivir como bailarina de esas revistas de poca categoría con esa primera fila reservada para los "mirones" tal y como se nos muestra. De forma implícita se nos mostraba un reflejo de la pobreza de la época como en Surcos por lo que aunque son dos películas formalmente muy distintas, guardan puntos en común.

La puesta en escena resultaba fresca, abandonando el acartonamiento de los decorados, incluso con un presupuesto menor, lograba sacar partido a los exteriores, uno de los mayores aciertos era mostrar escenas de ese Madrid de los 50 sin tampoco exceder en ello, fijémonos cómo a través de la ventana del despacho del abogado vamos viendo la calle o una tranquila, en aquellos tiempos, calle Alcalá con la librería, el barrio de Embajadores nocturno o las localizaciones en Gijón con una composición curiosa llena de guardias civiles con el tricornio buscando el cuerpo de Carlos. Por cierto, que en la decoración este fue uno de los primeros trabajos de Gil Parrondo, aquí acompañado de Luis Pérez Espinosa

Entre los personajes secundarios destaca la figura del conserje interpretado por Manuel de Juan, está tan aburrido por la nula actividad turística de la ciudad que nos va enseñando sus trucos para aguantar la guardia de noche y nos lo presenta con una boina ya que apenas recibirá visitas, su testimonio a la policía resultará divertido y es que se inventa partes con la justificación que lo tenía que "amenizar". Es un personaje simpático y entrañable que incluso puede llegarnos a recordar, también por ser de Gijón, al de Agustín González en Volver a empezar.

Sé que en este tipo de intrigas más de uno hallará defectos, por una parte pueden encontrar bastante ingenuidad en ella o no considerar creíble cómo puede estar viviendo él o el personaje de la tía que le está pagando una pensión a Carlos desde que nació... Hay hacia el final una ironía que lanza el protagonista y que creo que venía a responder a todo aquel que acusa las novelas o películas ficticias precisamente por lo poco que podían resultar veraces. Fijémonos que incluso antes hay una escena algo surrealista cuando ella está hablando con su amiga y de repente nos muestra un juego de magia en el que de repente esta se convierte en un pavo. Hay que tener en cuenta que por mucho neorrealismo que se quisiera transmitir, no deja de ser cine y quizá esas ansias de querer ver siempre la verdad resultaban una quimera.

En fin, creo que les gustará ver Los peces rojos y una buena muestra de que en el cine español con pocos medios, pero con creatividad se podía también mostrar un gran suspense, escenas simples como la del disco resultaban eficaces para mantener en vilo al espectador, incluso hay una excelente utilización de la escalera en un plano breve nada pretencioso. Es una película que como bastantes policiacos de calidad en el cine español está subvalorada y olvidada, cuando Hugo Pascal nos enseña esa maleta llena de novelas desechadas las cambio en mi mente por la cantidad de títulos que apenas se dan a conocer. Como curiosidad, en el 2003 Antonio Giménez Rico rodó un remake titulado Hotel Danubio producido por José Luis Garci, el objetivo era querer mostrar esa historia con el final sin censura y otra estructuración más acorde con el tiempo, pero mejor no seguir hablando demasiado y que puedan gozarla sin que les destapen la trama.

26/01/2023

Homenaje a Gina Lollobrigida: La romana (1954)



El pasado lunes 9 de enero fallecía Gina Lollobrigida a los 95 años, una de las grandes divas del cine italiano con carrera en Hollywood también. A raíz del Pan. Amor y fantasía (1953) el productor Howard Hughes se fijó en ella y en su carrera compartía cartel con Humphrey Bogart en La burla del diablo o con Errol Flynn en Espadas cruzadas, el fracaso de esta última le hizo volver a Italia, aunque pocos años más tarde retomaría su periplo hollywoodiense.

 En Italia le esperaba un gran éxito en 1954: La romana, dirigida por Luigi Zampa con quien había trabajado en sus inicios, se trata de una adaptación de la novela homónima de Alberto Moravia, el cual trabajó también en el guion. Ambientada en Roma en 1935, Gina interpreta a Adriana Silenzi que es inducida por su madre a trabajar como modelo para un pintor para hacer frente a su pobreza. Ahí conoce a Gisela otra modelo quien le propone salir con hombres ricos y poderosos.

   

 El guion cuando fue leído por la actriz fue rechazado y le dijo al productor: “Guardate, que io una puttana, cosí non la faccio”. En España hubo que esperar hasta 1970 para poder verla y en 1988 se llevó a la televisión en una miniserie en la que el escritor también colaboró en el guion y que volvió a contar con la actriz, en este caso haciendo de madre de la protagonista.En nuestro país fue emitida por Tele 5

   

 Moravia en sus novelas seguía una línea neorrealista con bastante crítica social y también existencialista, prueba de ello son  El conformista, Dos mujeres, o El aburrimiento, en varias ocasiones fue propuesto para premio Nobel, aunque su mayor recompensa probablemente fuera ver llevadas a la gran pantalla muchas de sus obras, un total de 73 veces sale su nombre si vamos al IMDB entre guiones suyos, adaptaciones y colaboraciones.

 La Romana dura apenas 90 minutos, suficientes para condensar los temas que se esconden tras el dramón aparente que una visión superficial del filme podría dar. La fugacidad de la vida, el arrepentimiento o la lealtad a unos principios se van mostrando, ya sea a través del personaje de ella o de sus relaciones. En absoluto es una película blanca, en el guion también trabajó Ennio Flaiano que escribiese con Fellini (Los inútiles, La Strada, Las noches de Cabiria…) y eso se nota porque esta reducción de la novela está muy bien esquematizada, quizá con un punto flaco que es el papel de la medre de ella, la cual tiene bastante protagonismo en la primera mitad, pero que luego lo pierde.

 Tras la gran popularidad de la película, la carrera de Gina siguió sumando éxitos como la secuela de Pan, amor y Fantasía o La mujer más guapa del mundo que le valió llevar este apodo durante gran tiempo y otra vuelta a Hollywood para protagonizar Trapecio. Su carrera es menor que la de Sophia Loren, pero  podía haber sido al revés, antes he comentado lo que le dijo Gina al productor de La romana, Moravia pensaba nuevamente en ella para el papel de La Ciociara ( Dos mujeres) y De Sica estaba muy de acuerdo, pero la actriz no quería este tipo de personajes, Magnani también lo rechazó y Loren lo cogió, papel que como bien saben le valió el Oscar. 

   

 La carrera de Gina empezó a decaer a finales de los 60, en más de una ocasión comentaba que rechazaba papeles porque el cine estaba cambiando y ya no le interesaba. En 1973 rodaba con Rovira Beleta No encontré rosas para mi madre, película que supuso un adiós prolongado a la gran pantalla, pues luego solo cogió papeles televisivos, no sin antes protagonizar una polémica en nuestro país cuando en 1977 decidía volver al cine para protagonizar Nido de viudas, la actriz abandonó el rodaje y declaró que ella solo daba dinero a los pobres, pues el productor Tony Navarro no le pagaba. En una entrevista con José María Íñigo negaba que su marcha tuviera que ver con malas relaciones con Valentina Cortese y soltaba que eran amigas. Sirva la película que he escogido para homenajearla y comprobar que era una gran actriz más allá del terreno extra cinematográfico. Descanse en paz


29/07/2022

La trilogía de los "Guapos, pero pobres" de Dino Risi en DVD

 

Hace unos días, mientras navegaba por la red social Twitter encontré a un usuario que colgaba fotos de un famoso centro comercial de Madrid donde antaño sus estanterías se llenaban de DVDs, en cambio ahora unos feos muñecos peludos los han sustituido. Como dirían aquellos curas de antaño, son los “signos de los tiempos”, pero sin querer tampoco ser tan pesimista, es una realidad que la desaparición del formato físico lleva consigo un retraso cultural y con ello que nos marquen lo que podemos ver. Seguro que los que aun coleccionamos estas ya casi reliquias nos habremos encontrado con diálogos del tipo “para qué quiero eso si ya está en esa plataforma”, luego se lamentan si aquel sitio de golpe y porrazo deja de tener tal película y te sueltan aquello de “si lo llego a saber, la compro”.

 Hay películas, no obstante, que no están en ninguna plataforma y sí en DVD, precisamente hoy quiero recomendar tres dirigidas por Dino Risi, que los habituales en mi blog ya saben que es una de mis debilidades. Se trata de la denominada “Trilogía del optimismo” y está compuesta por Pobres, pero guapos (1957), Guapas, pero pobres (1957) y Pobre millonario (1959). En otros países se han editado conjuntamente en un pack. En la edición en España de estas no aparece la marca, aunque he comprobado que se trata de un disco prensado, o sea que no hay que temer nada, se pueden ver dobladas y en versión original con subtítulos, la calidad de imagen es bastante buena.

Dino Risi

A Dino Risi nunca se le ha acabado de reconocer como se merece su carrera, en medio de ese Neorrealismo italiano que tanto impacto causó por su austeridad, falta de grandes estrellas y bastante amargura, él tomó otra vía al que rápidamente se le tachó despectivamente de “Neorrealismo rosa”, en los repartos contaba con las estrellas del momento, había humor y uno salía contento del cine. De todas maneras esa felicidad solo era aparente, él fue todo un maestro en enseñarnos un tipo de comedia “falsa” en la que el público menos exigente no prestaba mucha atención a lo que en realidad se decía y podía verla sin pensar que acudía a un drama.

La crítica oficial de entonces que tenía a De Sica como su gurú antes de que apareciera Godard y se olvidaran de él, vio con malos ojos esas películas, en cambio los cinéfilos más jóvenes empezaron a valorarlo. Esta guerra entre críticos tuvo su punto álgido en 1957 cuando su película Sabela gana la Concha de oro del Festival de San Sebastián y provocó más de un silbido entre ese público que también te decía que si eras de Rossellini no podías ser de Visconti. Años más tarde y a raíz de La escapada, el cine de Risi empezó a ser ya más aceptado, aunque ello coincidió con un cambio de estilo, ya no había tanta comicidad, el pesimismo ya se mostraba sin ropajes y la imagen de Italia era que no tenia remedio, como bien reflejó en aquella espléndida En el nombre del pueblo italiano.

En esta trilogía asistimos a las andanzas amorosas de dos jóvenes agraciados físicamente, aunque no en el bolsillo (Renato Salvatori que estaba perfecto en las comedias, a pesar de haber cultivado más los dramas y Maurizio Arena, que no tuvo suerte posteriormente). Hay en toda la película situaciones que bien podrían ser herederas de Charlot, Salvatori vive de realquilado, pero no puede utilizar su cama durante el día ya que la ha de alquilar para un conductor, por ejemplo. Una de las mejores escenas es cuando entran en la tienda donde despacha la chica de la que se han enamorado los dos. (NOTA: l siguiente vídeo es de Youtube y la calidad de imagen no es muy buena, la del DVD sí que está remasterizada)


Creo que disfrutarán con estas películas, seguramente si van a comprarlas ni las vean expuestas y tendrán que pedirlas. No esperen a que tal plataforma las ponga, la desaparición del formato físico llevaría a que no pudiésemos seguir las filmografías de directores tan interesantes como el que propongo y a no poder valorar, comparar y tener un juicio objetivo de la historia del cine. 

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...