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26/09/2024

La noche de Varennes (1982)

 


Seguimos con los centenarios esta semana, esta vez toca el de Marcello Vincenzo Domenico Mastroianni más conocido como Marcello Mastroianni que nacía un 28 de septiembre de 1924 en Fontana Liri (Italia) y que falleció el 19 de diciembre de 1996. Trabajó bajó las órdenes de los grandes: Visconti (Noches blancas), Fellini (La dolce vita, 8 y medio…), De Sica (Matrimonio a la italiana, Ayer, hoy y mañana), Antonioni: (La noche)... Y otros nombres que han ido cayendo en el olvido en las últimas décadas, tales como Monicelli, Risi, Comencini, Blassetti, Germi, etc. Entre ellos está el de Ettore Scola y que formó otro gran dúo con el actor, películas como Una jornada particular, Macarrones, Splendor

En 1981 rodó La noche de Varennes, un curioso filme histórico en el que un viaje en diligencia desde París a Verdún de un variopinto grupo el 20 de junio de 1791 servía como medio para recordar las circunstancias históricas que rodearon la frustrada fuga de Luis XVI y María Antonieta. Entre ese abanico de personajes teníamos al escritor y liberalista Restif de la Bretonne (Jean Louis Barrault), el ensayista político Tom Payne (Harvey Keitel), una aristócrata (Hanna Schygulla), un estudiante (Pierre Malet)… A ellos se añadía Giacomo Casanova, papel del que dijo el director que solo podía haber hecho Marcello Mastroianni y que creo que es de sus mejores caracterizaciones.


Más de uno al leer la sinopsis le habrá venido a la cabeza La diligencia de John Ford que a la vez ya saben que venía inspirada por el cuento Bola de sebo de Guy de Maupassant, a Scola se lo recordaron bastante y él contestaba que aunque no fue el modelo, sí que estaba en el inconsciente y añadía un irónico: “¿Quién no la tiene?”. El guionista Sergi Amidei que había trabajado con Roberto Rossellini o De Sica firmó su obra póstuma, si se fijan en los créditos verán que está dedicada a él ya que falleció en pleno rodaje.

Recuerdo cuando en la EGB tocaba el tema de la Revolución Francesa y la profesora recomendó este título ya que la emitirían en la 2 próximamente, pero nos dijo que narraba la fuga del rey y era entretenida,  así que me lo imaginé en plan western huyendo y sorteando todo tipo de aventuras como un John Wayne defendiéndose de los indios, cuando por fin descubrí La noche de Varennes me llevé un pequeño chasco, solo veíamos sus pies y hacia el final, el resto eran los diálogos de toda esa gente interesante.

Cuento esa anécdota porque puede costar en un principio situarse, pero el espectador que quiera saber de historia no va a quedar decepcionado, todo lo contrario, asistirá a toda una lección y lo que es más importante, a reflexionar sobre esta. Si Scola nos había mostrado en Una jornada particular que la Historia afectaba a un individuo, aquí el individuo incide en esta y es que fue el mismo pueblo quien detuvo a Luis XVI. Aparte, el guion y la plasmación del director era desde cierta distancia, él hablaba de que estaba al lado de todos: “Ellos hablan de ideales como de un modo de sentirse en paz consigo mismos, de sentirse seguros. Lo que cuenta, en mi opinión, es enfrentarse con uno mismo (…) y ver si se está o no en armonía con lo que sucede alrededor.”

Estando acostumbrados hoy en día a la subjetividad cuando se presenta algo y al partidismo, lo cual es peor, se agradece esta cosa tan rara en nuestros días llamada objetividad. De ahí que uno de los personajes que se lleva mayor protagonismo sea el de Restif de la Bretonne (Jean-Louis Barrault) que reconoció los méritos de la Revolución Francesa, pero que se preocupó también en conocer a sus oponentes y poder comprenderlos.

Pero es obvio que a pesar de la genialidad en que le vemos y escuchamos, el personaje que se come a todos los demás es el de Giacomo Casanova y es que Mastroianni daba otra lección de interpretación, su personaje ya envejecido reflejaba en cada fotograma su cansancio y visión sarcástica de la vida, Scola nos lo presenta, ya desde el principio, arreglándose la peluca y ayudando al escritor para que suba en esa diligencia. Es tal la grandeza que hasta se permite romper la cuarta pared y decirnos cuándo morirá este. A tenor de esto, el director expone el film como si de un espectáculo de linterna mágica se tratara con el prólogo y el epílogo y parar de tanto en tanto para dar algunas explicaciones que no resultan nada pedantes, se concebía como un homenaje a los enciclopedistas. Con esto se reivindica el papel del cine como arte didáctico, aspecto muy olvidado en los últimos tiempos con la concepción peyorativa del cine solo como entretenimiento

Los diálogos de Casanova con el resto de los personajes tienen un tono irónico que ayudan aun más a que disfrutemos de su actuación, cuando el escritor siente necesidades fisiológicas y le exclama que maldita vejez, él le contesta con un “se nos castiga de donde más hemos pecado”, en otro momento se sorprenden que coma tanto y su respuesta es la de “sí, incluso cuando tenía otros placeres”, memorables también sus contrarréplicas al personaje del estudiante (quizá el menos tratado) cuando sentencia que el pueblo es el más tiránico de los soberanos.

En fin, que si quieren disfrutar de una gran actuación de Mastroianni para este centenario, creo que La noche de Varennes les va a satisfacer plenamente, además de poder gozar de Harvey Keitel o Hanna Schygulla entre otros. Por cierto que el actor Jean Louis Barrault, que interpreta a Restif se le apodó como el Laurence Olivier francés, no se prodigó mucho en cine, aunque lo vimos en grandes títulos como Los niños del paraíso, La ronda, Diálogo de Carmelitas o El día más largo. Para verla, se editó hace pocos años en DVD y Blu-ray por Divisa y aun está a la venta, solía estar en alguna plataforma como Filmin, pero, ahora mismo, no.

Si algún día desaparece el formato físico definitivamente, este tipo de películas correrá la misma suerte...

11/07/2024

Centenario Eva Marie Saint: 36 horas (1965)

 



El pasado 4 de julio cumplió 100 años la actriz Eva Marie Saint (Newark, Nueva Jersey, 1924), pocas veces podemos hablar de un centenario estando la  protagonista viva. Hija de padres cuáqueros (ya saben su estilo de vida si han visto La gran prueba…), de vida sencilla y fe estricta, estudió interpretación en el Actor´s Studio, ahí donde se formaron Marlon Brando, Paul Newman, Montgomery Clift… Su gran salto fue con el papel en La ley del silencio (1954) por la que obtuvo el Oscar, Hitchcock la llamó para Con la muerte en los talones (1959) y pasó a engrosar la lista de las rubias del mago del suspense en la que para muchos es su película favorita, sin embargo su carrera empezó a dar muestras de cierto estancamiento, según ella empezó a tener hijos y rechazar papeles, su representante preocupado le dijo que así no sería una estrella, pero ella le contestó que no deseaba serlo.  Aun así, siguió en un segundo plano, el de la televisión con series como Luz de luna (1985).

Su filmografía, aunque breve, está llena de títulos interesantes, de alguno hemos hablado en estas páginas como la divertida comedia de Norman Jewison Qué vienen los rusos (1966), Éxodo (1960), Su propio infierno (1962), La noche de los gigantes (1968)... Pero ya que muchos la asocian con el suspense por trabajar con Hitchcock he creído oportuno traer hoy 36 horas, un film de George Seaton del año 1965 basada en una historia original de Roal Dahl escrita en su cuento "Beware of the Dog" incluida en su primera colección de cuentos Over to you. En los créditos aparecen también como creadores de la historia los nombres de Carl K. Hittlman y Luis H. Vance. La Metro que producía la película les compró los derechos, pero luego se dieron cuenta que Dahl ya había escrito ese argumento, aquello provocó un lío y tener que pagar al escritor también para evitar denuncias.


El argumento era lo suficientemente atractivo para desarrollar una gran película, ambientada en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y en vísperas del desembarco de Normandía, los alemanes capturan a un oficial de los servicios de inteligencia americanos y lo someten a un lavado de cerebro: le hacen creer que la guerra ha terminado hace años para obtener información sobre los planes de los aliados.

Seaton que no es un nombre que pasará a la historia del cine como autor, sino como artesano había tenido algunos éxitos como Milagro en la calle 34 (ya saben, la de Natalie Wood de niña que no cree en ese Papa Noel encarnado por Edmund Gwenn) o La angustia de vivir (film más famoso porque la Academia que él mismo presidiría años después decidió darle el Oscar a Grace Kelly en vez de a Judy Garland por Ha nacido una estrella, algo que Groucho Marx declaró el mayor robo después del Edificio Brinks. Fue un buen director, aunque tenga marcada esta etiqueta que lo subvalora, dirigió comedias divertidas como Enséñame a querer donde Clark Gable trabajaba junto a Doris Day y aunque algunos dijeran que no, creo que había una química peculiar entre los dos bien llevada, también había desarrollado película parecidas a la de hoy como Espía por mandato, si ustedes quieren matar una tarde calurosa rápido mírenla porque tiene un ritmo endiablado y les va entretener tanto que ni siquiera se acordarán de que duraba más de dos horas. Ya al final de su carrera dirigió la mítica Aeropuerto.

En 36 horas, Seaton se encargó también del guion, contó con un buen reparto con un James Gardner que también había producido la película ya que le interesaba tener un papel complejo para aumentar su caché, la réplica se la daba Rod Taylor que quizá, sin quererlo, se lo comía ya que ofrecía una interpretación más improvisada. Y en medio de ellos una Eva Marie Saint que desde el primer momento ya intuíamos que tendría más protagonismo a pesar de ser un rol en apariencia secundario. Mostraba todo su buen hacer con aquella mirada fría, pero a la vez cercana y empática.

La película sale victoriosa en los aspectos de hacer creíble su historia, lo cual ya es un logro importante, sin embargo le falta ese toque maestro en ciertas situaciones que el director resuelve de manera algo rutinaria y hasta elíptica quizá con el objetivo de no querer alargar más las casi dos horas que dura. Uno de los actores que sale triunfante es John Banner, más famoso un año después por su papel en Los héroes de Hogan, su aparición refleja muchos aspectos, por una parte hay una bonhomía en él ambigua, una especie de querer reflejar en su conducta el absurdo de la guerra y cierta autoparodia, sus momentos recuerdan incluso a cierto toque Renoir de La gran ilusión y es donde Seaton se muestra más autor que aquello llamado artesano y que tan mal sienta a parte de la crítica.

36 horas fue una película editada en su momento en DVD y que actualmente la pueden encontrar en Filmin, una buena oportunidad para poder hablar de Eva Marie Saint y otras películas suyas que no sean las de Hitchcock y Kazan que a tenor de lo leído estos días parece que solo hubiera interpretado aquellas.

20/06/2024

Centenario Claude Sautet: Ella, yo y el otro (César et Rosalie, 1972)

 


Repasando los centenarios de este año, teníamos en febrero el de Claude Sautet (Montrouge, 1924-París 2000), un nombre que probablemente no tenga el reconocimiento adecuado y que para ciertas generaciones de más allá de la década de los 90 ni siquiera lo conozcan, aunque estuviese dirigiendo prácticamente hasta el final de su vida. Fue un director que no quería unirse a ninguna escuela o movimiento, él mismo insistía en ello, su manera de entender y concebir el cine lo aproximó también a cierto público no tan intelectual como el que tenían sus colegas Truffaut, Godard o Malle, pero también a no empatizar demasiado con una parte de la crítica cinematográfica que calificaba sus obras anodinamente, aunque otros lo definían como el gran cronista de las dudas y las crisis sentimentales de la burguesía posterior al Mayo del 68.

Y es que para Sautet, aunque las temáticas que abordó no se alejaban de las características del cine francés, la película no tenía que dejar de ser un espectáculo. Conseguía una fórmula en la que los personajes expresaban sus pensamientos, reflejaban en sus miradas y nos adentrábamos en la psicología de todos ellos sin pecar de pretenciosidad ni mensajes filosofantes  tan característicos en el cine galo. Ya en 1951 dirigió su primer corto, siguió como guionista en filmes como La fauve est laché de Maurice Labro que supuso el lanzamiento de Lino Ventura o la perturbadora e imitada hasta la saciedad Les yeux sans visage (1960) de George Franju. También ejerció de productor, pero su carrera de director salta a la fama con Las cosas de la vida (1970), la historia de un abogado que sufre un grave accidente de coche y que le lleva a meditar entre las dos mujeres de su vida...

Y como si de una trilogía se tratara, rodó después Max y los chatarreros (1971) y Ella, yo y el otro (1972), película de la que trato hoy y cuyo título original es Cesar et Rosalie, en cierta publicidad se decía que era un film donde dos y dos hacían tres, estábamos ante un "ménage à trois" entre Rosalie (Romy Schneider), divorciada con una hija pequeña, que divide su tiempo entre su familia y César (Yves Montand), el hombre del que cree estar enamorada. Pero tras cinco años desaparecido aparece su antiguo amor David (Sami Frey) y esto le comportará una crisis de sentimientos.




Como ven el argumento no se alejaba para nada de lo que habíamos visto ya, el mismo Sautet declaraba que la película bien se podía acabar a los cinco minutos, pero que lo que interesaba era el comportamiento los personajes más que la trama. Fue un gran acierto la elección de Yves Montand, un actor al que había conocido recientemente y que le asombraba la fuerza cómica ingeniosa que llevaba dentro y cómo se podía ir amoldando su personaje al drama: “Montand es un tipo muy fino que tiene un complejo: cree que no está lo suficientemente cultivado. (…) En Francia no tenemos este tipo de personajes a la vez fuertes y cobardes, un Lee Marvin o un Karl Malden” declaraba.

Y es que su personaje tenia todo lo que quería plasmar: posesivo, primario, caradura, pero con sentimientos y que le daba a Rosalie una salud y alegría de vivir en las antípodas del otro hombre de su vida, David, el cual es contemplativo, no quiere apropiarse de ella, es  bohemio y apenas gana dinero con sus pinturas y cómics al contrario que César que no para de ganar dinero vendiendo chatarra de coches, de trenes y de barcos. A pesar de las características opuestas de las dos, no hay juicio moral, habrá momentos que César cometa acciones lamentables, pero su capacidad de rectificación equilibrará su personalidad, por otra parte el vacío en los sentimientos de David también encontrará su equilibrio a la hora de no ser vengativo y buscar ante todo una solución amistosa.


 

 Y entre ellos, Romy Schneider en una de sus mejores actuaciones, quizá la mejor con Sautet que la situó donde ella merecía y que demostraba ser una excelente actriz, sus miradas lo dicen todo, sabía enfocar la cámara de tal manera que reflejara todo su interior sensible: "Cuando ruedo con Romy siento una especie de fuerza, de calor, de gusto por la vida. A veces la encuentro dura, pero no es fría” 



 

 A pesar de que como he dicho antes, el realizador no se definía en ningún estilo, hay en César et Rosalie una marcada técnica, planos muy estudiados, escenas que remiten incluso a pinturas, hay un momento incluso que plasma a ella desnuda estirada, pero tapada con el contraluz y él pintando y reflejándose en el espejo, plasmación que ya sabemos que Velázquez tan sabiamente supo plasmar en Las meninas y que tanto influyó en el arte pictórico y evidentemente en el cine. Pero Sautet con su falsa modestia restaba importancia: "Las razones por las que decido rodar un plano de tal dimensión, utilizando tal objetivo, bajo tal foco, con ese ritmo y con una expresión me escapan inmediatamente después, que me lo expliquen los exégetas”

No hay duda de que el cine de Sautet estaba adquiriendo su importancia y de ahí que cada vez cuidara más los planos, aunque no fuese quizá su intención primera. Cesar et Rosalie  es ante todo un canto a la amistad y a que la gente se puede entender a pesar de diferencias y rivalidades, un canto al verdadero amor, a saber ser sincero ante todo y a saber perdonar y no guardar rencores. Estamos ante una película realista y emotiva y a una demostración de que los argumentos, a pesar de estar muy vistos, pueden tener su interés siempre que los personajes estén bien construidos como pasa aquí y en gran parte de la filmografía del director.

 

 

09/04/2024

Centenario de Stanley Donen: La escalera (1969)

 


Seguimos con la racha de centenarios míticos, esta vez le toca a Stanley Donen nacido un 13 de abril de 1924 en Columbia, Carolina del Sur (EEUU), su nombre va asociado principalmente al del musical como uno de sus grandes renovadores o al de la comedia, títulos como Cantando bajo la lluvia (codirigida con Gene Kelly), Indiscreta, Charada o Dos en la carretera forman parte de la historia, pero en este blog tengo tendencia a hablar de aquellas obras no tan conocidas o no muy valoradas.

Eli Walach y Milo O´Shea
(Fuente: Amazon)

Este es el caso de La escalera (1969) (Starcaise) en la que adaptaba una obra de teatro de Charles Dyer y que había sido producida por la Royal Shakespeare Company en 1966 y que contó entonces con Paul Scofield y Patrick Magee, dos años más tarde llegaba a Broadway esta vez interpretada por Eli Wallach y Milo O´Shea. En España, José Tamayo preparó una versión con Paco Rabal y Fernando Rey , los tres habían cosechado un gran éxito con el Becket de Jean Anouilh, pero no pasó la censura, al igual que la película de Donen que no se estrenó hasta 1976 en salas de las antes conocidas como de “arte y ensayo”

El film nos habla de la convivencia de una pareja homosexual: Charlie (Rex Harrison) y Harry (Richard Burton) llevan ya 30 años juntos y regentan una barbería de poca monta en Londres. El primero recibirá una citación judicial por haber atentado contra la moral al haberse vestido de mujer, el miedo a lo que le pueda suceder lleva a la pareja a analizarse y a quererse y odiarse por partes iguales.

Donen volvía a retratar una pareja como en Dos en la carretera rodada dos años antes, aunque en este caso que fuese una pareja gay motivaba un morbo especial y un tema tabú en aquellas fechas y que aumentaba al ver en pantalla nada menos que a estos dos actores, los cuales recibirían elogios o todo lo contrario. Es evidente que la forma de analizar un argumento así puede ser visto de distintas maneras y ser malinterpretada, suponía un riesgo para Donen llevarla al cine y que te llovieran críticas desde todos los lados, incluso las que consideraban el film como homofóbico.


 Uno de los que más cargó e influyó negativamente fue el crítico Roger Ebert que acaba de escribir muy bien sobre la anterior película de él, Bedazzled (1967), pero que aquí criticaba que Donen más que reflejar una película sobre homosexuales, hubiese accedido más a una película sobre Burton y Harrison en tales roles, calificó su interpretación de torpe, incluso las gesticulaciones del último las veía de tal manera que estaba queriendo decir que era tan heterosexual que no podía hacer de homosexual.

En mi opinión, La escalera, después de leer tantas críticas negativas (en el IMDB aprueba por los pelos con un 5,2), no está al gran nivel de su director, pero sí que es un film de esos que esconden mucho más de lo que en un principio pudiera parecer. A Burton y Harrison, más allá de ciertos tics y excesos verbales, me los creo y su ejercicio de metamorfosearse como esos seres limitados, decrépitos y temblorosos demuestran su categoría. Había que analizarlos como personas corrientes y eso es lo que pretendía Dyer con su obra, que los homosexuales fueran vistos como los demás, con todos las manías, defectos y virtudes que podía tener cualquier matrimonio convencional de entonces. Se nos ofrece toda una disección psicológica en sus personalidades que al espectador ya le tocará analizar y debatir.

Aspectos que llaman la atención son esos vendajes que lleva el personaje de Burton y que vamos sabiendo que es por la vergüenza que le da sufrir de alopecia, lo vemos calvo en algunas secuencias y con algún ridículo peluquín. Es un personaje el de Harry que esconde una represión ya desde la infancia, se muestra resignado, algo tímido, tiene a su madre enferma cuidándola en la habitación de arriba. En cambio el personaje de Harrison es más extrovertido, había sido hasta actor, nos muestra un anuncio que hizo y del que presume, pese a ello también esconde en su interior ciertas contenciones pasadas, es un personaje temeroso, no tan engreído como podría parecer. Probablemente, el lenguaje cinematográfico aquí empleado por Donen no facilita que lleguemos a conocerlos al 100% ya que se limita a trasladar solo el texto y se producen una serie de expectativas como qué le pasará en el juicio o la llegada de su hija que no vemos y provocan decepción.

La escalera rompía con ese optimismo tan propio del musical, aunque Donen lo comience con un número y a la mitad hablen de cierta escalera que hay que construir para subir al paraíso, referencia al número musical de Un americano en París de Vincente Minnelli. El esquema aquí seguido está más cerca de obras como ¿Quién teme a Virginia Wolf? Y es que en los 90 minutos de esta asistiremos a toda una serie de improperios y a una relación de amor/odio entre ellos, pero que a la hora de la verdad se necesitan.

El director también abandonaba el estilo de la comedia sofisticada elegante, estamos ante la incisiva visión de la vida matrimonial con sus relaciones crueles, la fidelidad, la soledad, la sumisión, la decadencia…Y todo ello rodado con la técnica del "feísmo", el colorido tan habitual en sus películas aquí es grisáceo, la fotografía apenas nos retrata el Londres más famoso y muestra una casa misérrima, los diálogos son agobiantes y malsonantes en bastantes ocasiones, apenas hay una música melódica bella tan habitual en anteriores obras…

Una de las mejores escenas es cuando Burton ha de subir a cuidar a su madre, se produce ahí también otra relación amor/odio, él la necesita y la quiere, pero no aguanta las inoportunas preguntas que le suelta, hay incluso un momento violento que es cuando le cambia el vestido sacándolo forzosamente por la cabeza, se suceden unos planos con el sufrimiento de ella. Hay otro contraste con la madre del otro personaje que la tiene ingresada en un hospital. Por otra parte, también se nos muestra un cambio de sábana en el que vemos la cama manchada por la orina, planos poco o nada habituales. No olvidemos también que estamos ante un análisis de una pareja cincuentona, de aquellas que ya no interesan, por lo tanto y a pesar de los errores del director al haber teatralizado demasiado y no haberle dado ese ritmo para que el espectador empatizara del todo, hay que aplaudirle y valorarle el atrevimiento que tuvo

Contar como anécdota final que la viuda de Richard Burton tuvo la película secuestrada durante bastante tiempo ya que no le gustaba la imagen que daba. Actualmente, La escalera no es un film fácil de ver legalmente, se editó en DVD por Resen en una copia no mejorada anamórficamente y no suele programarse, en Youtube de tanto en tanto se cuelga una copia. El fracaso de la película hizo que Donen tardara en volver 5 años y con otro fracaso El pequeño príncipe, luego vendría otro divorcio más con la crítica con Los aventureros de Lucky Lady (1975), la curiosa Movie, Movie (1978), la inclasificable Saturno 3 que hasta trató que no saliese su nombre y su canto de cisne con Lío en Río (1984) provocando otra controversia en la crítica que o bien recordaba demasiado aquel Donen brillante o tal vez consideraba que el paso del tiempo lo había avinagrado. 

03/04/2024

Centenario de Marlon Brando: El rostro impenetrable (1961)

 



Seguimos con los centenarios y esta vez toca uno de los nombres más míticos del cine, Marlon Brando, un 3 de abril de 1924 nacía en Omaha, Nebraska (EEUU). Su carrera se inició en el teatro en la década de los 40, siguiendo el método Stanislavski en los 50 empieza su periplo cinematográfico, Elia Kazan contribuyo a su éxito en papeles como los de Un tranvía llamado deseo (1951), ¡Viva Zapata! (1952) o La ley del silencio (1954). Sin embargo, pronto empezó a sentirse incómodo en papeles como el de Napoleón que interpretaba en Desirée (1954) o en la comedia musical algo fallida de Ellos y ellas (1955) dirigida por Joseph Leo Mankiewicz quien le había dado el papel inolvidable de Marco Antonio en Julio César (1953).

 La cada vez más dura competencia de la televisión hacía que los estudios no se dejasen tentar por un cine más de autor acorde con lo que él deseaba, ello le lleva a fundar una productora, la Pennebaker Productions para poder desarrollar personajes más acordes con su línea interpretativa, de hecho la primera que iba a producir trataba sobre el tema de la labor de Naciones Unidas, pero no hubo manera de abordar el proyecto. Tiempo después cayó en sus manos la novela The autentic Death of Hendry de Charles Neider, una especie de revisitación del mito de Billy el Niño y Pat Garrett con el que pensó que podía ofrecer una gran actuación, unos años antes Arthur Penn había tratado sobre él en un western de autor extraño aquí titulado como El zurdo (1958) con un Paul Newman totalmente sobreactuado muy acorde con el método. Para este empeño de Brando, el guion fue escrito por Sam Peckinpah y lo iba a dirigir Stanley Kubrick, de hecho contó con el guionista Calder Willingham que le escribió Senderos de gloria (1957) y luego Espartaco (1960).

Pero un comentario de Kubrick donde expresaba sus dudas y que se oponía a que Brando se inmiscuyera en el argumento hizo que fuera despedido por el actor y que este asumiera la dirección y fuera reescribiendo la historia a menudo, dejó de contar también con el guion de Peckinpah que lo reelaboraría luego en Pat Garret y Billy The Kid (1973) y de la novela inicial apenas quedó nada.

A pesar de que tenía que ser una película de coste moderado, acabó siendo distribuida por una “major”, la Paramount y contó con nombres ilustres como el del fotógrafo Charles Lang que tenía una gran experiencia en westerns también como El hombre de Laramie (1955), Duelo de titanes (1957) o Los siete magníficos (1960). El nombre de Brando, a pesar de algunos altibajos señalados antes, tenía un enorme filón y se esperaba una película que recaudara bastante al tener la novedad de ser su ópera prima.

Pero su inexperiencia como director acabó triplicando un presupuesto que llegó a los 6 millones de dólares de la época, llegó a presentar un montaje de 5 horas y hacer perder la paciencia de los directivos de la Paramount cuando veían que estaba todo un día para rodar una escena o que exigía de cena un menú compuesto por dos filetes, patatas, dos tartas de manzana y un litro de leche. La improvisación que obligaba a los actores le llevó a que la película se conociera como “Stanislavsky en la silla de montar” y es que, entre otros ejemplos, se hacía insoportable cuando tenia que esperar que se formaran las nubes que él quería o las olas del mar más idóneas, a ello y como sostenía que las interpretaciones ebrias eran malas, exigía emborracharse de verdad para filmarse así.

El rostro impenetrable, título en español de One-eyed Jacques tardó dos años en ser rodada y la respuesta comercial no fue la esperada, la crítica tampoco se puso muy de acuerdo, algún crítico la bautizó en nuestro país como El rostro insoportable, no obstante tuvo sus fans y ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián. Bastante maltratada posteriormente por las copias que no respetaban su formato y que ofrecían un color deplorable, comenzó a hacérsele justicia con la aparición de un DVD en la década pasada donde se pudo ver ya en su Vistavision original y últimamente Filmin la tiene en su catálogo en alta definición.


En las casi dos horas y media se nos narra cómo tras el atraco a un banco fronterizo, Johnny Río (Marlon Brando) es traicionado por Dad (Karl Malden, el cual había trabajado tres veces con él), su mejor amigo y compañero de correrías. Apresado por la policía mexicana, pasa cinco amargos años en la prisión de Sonora, durante los cuales, vive obsesionado con la idea de vengarse de él. Tras ser puesto en libertad lo va a visitar, pero este se ha convertido en un hombre respetable y es el sheriff de Monterrey. Cuando Dad le presenta a su hijastra Louisa (Pina Pellicer, actriz méxicana que debutaba en Hollywood, pero que acabó suicidándose pronto), se enamora de ella.

A pesar de la reducción de metraje original, la película peca de larga, el ritmo es más propio del cine oriental, casi podríamos encontrar similitudes con Akira Kurosawa. Por otra parte, hay una intención de recrearse en un paisaje marino, algo que en el género apenas se había visto, también ciertas ramblas que vemos nos hacen pensar en Sergio Leone (que conviene recordar que comenzó inspirándose en Kurosawa). Pero lo llamativo es el ejercicio narcisista de Brando que más que buscar una gran interpretación se acaba convirtiendo en un objeto para ser adorado, tenemos primerísimos planos de todo tipo, no ya solo su rostro, sino mostrando un culto al cuerpo excesivo (no falta la típica paliza a la que es sometido). Usa unos contrapicados y mueve la cámara de tal manera que a veces hasta parece un gigante al lado de los demás. Si se fijan hay escenas curiosas como el calco que hace del Hamlet de Laurence Olivier cuando lo vemos sentado viendo el mar o cuando en un bar vemos ni más ni menos que un cuadro de La Gioconda y él haciendo una expresión parecida.


La verdad es que el ego de Brando sobrepasa todos los límites, pero también hay que decir que eso forma parte del atractivo de la película y si así no fuera estaríamos ante un western pesado y aburrido, aunque salvado por Karl Malden. Con la copia restaurada al menos ahora se puede comprobar que el trabajo de Brando también tuvo sus buenas cosas y es que esos paisajes rodados en plan pictórico o su vestuario con esos paños cromáticos tan meticulosamente buscados dan ahora una peculiaridad y un afán estilístico que conviene estudiar al analizar la película y entretenerse.

El ritmo de la película que como ya digo tiene un tono enfermizo, autocomplaciente y exclusionista para con su protagonista no deja de ser también el del esquema clásico del enfrentamiento entre dos hombres duros como ese oeste romántico que otros ya lo psicoanalizarían con más fortuna, nombres como el de Nicholas Ray, Sam Peckinpah o Clint Eastwood. De todas maneras, si se acepta el juego de la dirección de Brando disfrutaremos tanto de sus virtudes como de defectos y de ese aire de leyenda a los personajes con tono de tragedia clásica y edípica, un cóctel de violencia, de poesía visual y de sensualidad donde no faltan escenas que bien podían haber sido eliminadas como esas bailaoras de flamenco en México.

En fin, he querido escoger esta película que como habrán notado no es de mis preferidas, pero sí que representa muy bien quién era Marlon Brando, un actor único y que forma parte de la historia en mayúsculas del cine. Repudió la película después que Paramount le recortara la mitad, aseguró que "ahora es una buena película para ellos, pero no es la película que hice". Tras esta, su carrera tendría varios fracasos y armaría otro motín fuera del rodaje de Rebelión a bordo (1962). Su papel en El padrino (1972) y en El último tango en París del mismo año, amén de sus polémicas y escándalos le devolverían la fama inicial.

22/06/2023

Centenario de José Luis Ozores: El fotogénico (1957)

 


Se celebra estos días el centenario de José Luis Ozores (Madrid, 18 de junio de 1923-Ib., 10 de mayo de 1968), La Filmoteca Española le dedica varias sesiones y charlas sobre él, su recuerdo sigue. Estuvo a las órdenes de directores como Neville, Bardem, Berlanga, Rafael Gil, Sáenz de Heredia, JM. Elorrieta, Rafael J. Salvia, Luis Lucia, Iquino…Quizá su papel más popular fue el de Recluta con niño (1956)bajo la dirección de Pedro L. Ramírez, uno de sus grandes valedores y del que Alfredo Landa protagonizaría un remake años después con Cateto a babor.

Así que he pensado esta semana en traer una película de él y no precisamente de las mejores ni de las más famosas, pero que sí reúne las características del personaje que caracterizaba. Se trata de El fotogénico de 1957 y dirigida por Pedro Lazaga, en ella interpreta a un pueblerino que acude a Madrid para presentarse a un concurso en el que buscan caras nuevas en el cine, de paso aprovechará para conocer a su idolatrada estrella, Carmen Reyes.

El argumento es de lo más previsible, funciona gracias a él que resuelve perfectamente toda una serie de equívocos que se dan y que provocarán si no una carcajada, por lo menos una sonrisa. En aquellos años Lazaga iba abandonando sus intentos de ser director/autor, pero su habilidad detrás de las cámaras no pasaba desapercibida y sus trabajos se multiplicaban, con la productora Hispamex firmó un contrato para tres películas: Roberto, el diablo (1956), adaptación de la historia de Antonio Guzmán Merino, y dos con José Luis Ozores: El aprendiz de malo (1957) y la que traemos hoy.

La película cuenta con Lolita Sevilla de protagonista, un intento de afianzarla en el cine y en papeles de comedia, pero no cuajó. Aquí intercala varias canciones, pero sus dotes como actriz quedaron olvidadas posteriormente, solo rodó después Lo que cuesta vivir (1958) y Habanera del mismo año. A lo largo de la película ofrece un papel algo antipático y distante, hay que decir a su favor que lo exigía el guion, en los momentos en que ofrece más dulzura, esta queda algo artificial, fue una de las posibles causas por las que El fotogénico no tuvo la popularidad de otras películas del actor.

Lazaga ya apuntaba varias de sus constantes posteriores, la imagen estereotipada del pueblerino llegando a la estación de Atocha y perdiéndose anticipaba a la de Martínez Soria en La ciudad no es para mí. Por otra parte, su cinefilia y conocimiento de todas sus dotes le lleva a rodar una de las mejores escenas del filme, aquella en que él observa una foto de la cantante que cobra vida y empieza a cantar en un decorado que el más cinéfilo reconocerá un homenaje a Cantando bajo la lluvia.

En el reparto encontramos a Antonio Ozores como representante de Lolita Sevilla, aquí ya exhibía, aunque no tan acusadamente como después, sus juegos con el lenguaje y aprovechar su físico para explotar al máximo su comicidad. También tenemos a José Luis López Vázquez como recepcionista del hotel en uno de esos papeles para llamar la atención con su sobreactuación buscada y que le irían dando paso al protagonismo en breve.

El fotogénico es una película con humor blanco, no esperen una gran comedia, entre otras cosas porque el guion firmado por José Manuel Iglesias (que escribió bastantes para el lucimiento de Marujita Díaz) no lo pretendía. Pero sí puede servir para ver a José Luis Ozores en todo su esplendor, un personaje que combinaba hilaridad y sensibilidad a la vez, yendo lejos hasta podríamos compararlo con el Bourvil francés con esa bonhomía compuesta por una ingenuidad ambigua o el Peter Sellers de El guateque por ser de esas personas que, como le pasaba a Michael Crawford en aquella serie de la BBC, había nacido estrellado.

José Luis Ozores era magnífico y su carrera seguro que hubiese tenido grandes actuaciones de no ser porque la enfermedad se cruzó en ella, una esclerosis múltiple comenzó a deteriorarle a finales de los 50, aunque él intentaba trabajar todo lo que pudiera. Postrado en una silla de ruedas declaraba que sus libros de cabecera eran La Biblia y Tres hombres en una barca de Jerome K. Jerome. El cariño de los espectadores se hizo patente en un programa de la Cadena Ser llamado "Ustedes son formidables" en el que se recaudó dinero para el actor que vivía con ciertas carencias al reducírsele los papeles.

En 1965, Joaquín Calvo Sotelo escribió expresamente una obra para él llamada El poder en que encarnaba postrado en la silla de ruedas al Príncipe Bruno conspirando y tramando para hacerse con el poder y que fue dirigida por Adolfo Marsillach. En cine se despidió dos años antes de su muerte con Hoy como ayer, una de las comedias más extravagantes de la época y de lo mejor del director Mariano Ozores 

 

 

 

09/09/2022

Centenario de Vittorio Gassman




El pasado 1 de septiembre hubiese cumplido 100 años uno de los más grandes del cine y de la escena, hablo de Vittorio Gassman (1922-2000). Pocos lo han recordado debido a la carencia de visionado de cine europeo clásico. Los dos espacios estrella de las televisiones convencionales, tanto el "Días de Cine Clásico" como el "Classics" suelen emitir cine estadounidense, atrás quedan esos años donde era habitual la programación de películas italianas, las cuales funcionaban bien en un país como el nuestro con tantas similitudes. 

Gassman tuvo una etapa en Hollywood que con el paso del tiempo ha quedado aun más extraña, su atractivo físico unido a un personaje que confeccionaba como nadie, combinación de diabólico, canalla y vividor en aquellos dramas como Ana o Arroz amargo hizo pensar a la Metro y ofrecerle un contrato del que nunca se sintió a gusto por la obsesión de querer convertirle únicamente en un "latín lover". Ello, unido a su matrimonio con Shelley Winters, le dio, no obstante, cierta popularidad que no acababa de tener ya que estaba relegado a papeles secundarios en su país.


Pero la mayoría de estos títulos no hay manera de verlos, a veces sí se ha podido ver Rapsodia de Charles Vidor, melodrama con piano y violín de por medio que interpretara con Liz Taylor o la extraña Mambo de Robert Rossen con Silvana Mangano. Entre estas. quizá la más popular fuese una italiana dirigida por un americano La mujer más guapa del mundo con Gina Lollobrigida y él de príncipe ruso dirigidos por Robert Z. Leonard, también aquí con mucha música, en este caso ópera, y un papel que a pesar de cogerlo con disgusto, le daba todo lo que podía.


 Luego vendría el Guerra y Paz de Vidor y su papel de malo encarnando el personaje de Anatol Kuragin.


A su compleja personalidad solía presentársele una horrible depresión y necesitaba a menudo ser vitoreado para volver en sí, le hacía volver a su Italia, tras algún proyecto personal como dirigir la vida del actor Edmund Kean. 

El éxito de Rufufú en 1958 sería clave para iniciar otra etapa en la que iría combinando grandes películas con otras más bien mediocres, pero que contando con él mejor sería buscar otro epíteto. Y es que grandes fueron La gran guerra, La letra, El estafador, Fantasmas de Roma, La escapada, La marcha sobre Roma, El éxito, Monstruos de hoy, Un italiano en la Argentina... Y entre los directores, quizá entre Monicelli, Risi y Scola fueron los que más supieron sacar partido de un actor que decía 
 detestar el cine.

   

 Precisamente Risi le diera su papel más recordado inaugurando otra etapa en Perfume de mujer y Scola con sus magníficas La terraza, La familia o La cena. Y de tanto en tanto seguía asomándose por el cine estadounidense, ya fuese para televisión o en algún que otro éxito como Sleepers.

 Por otra parte, su perfecto dominio del castellano le llevó a elaborar ese mayordomo de El largo invierno de Jaime Camino o leyendo "El matador" de Alberti.

 

Es imposible resumir toda la carrera de Gassman en un post de un blog de internet, simplemente me he atrevido a dar unos trazos de su carrera cinematográfica, ya que en teatro tiene una y bien dilatada, aparte que era su verdadera pasión, también escribió y en definitiva un personaje que llevaba la cultura encima. 

Como película y ya quedándome pocas líneas, recomendaré La Armada Brancaleone, que espero en otra ocasión hablar más de ella, de Mario Monnicelli de 1966, satírica comedia ambientada en la Edad Media, una época que por aquellas fechas estaba siendo llevada de distintas maneras, por una parte la visión filosófica bergmaniana, la romántica con mucho colorido e igualmente inolvidable del Hollywood clásico, pero que ya empezaba a decaer y desgastarse, tenemos una buena prueba en El señor de la guerra de Schafner que rompía con el tono familiar dado. Pero faltaba una comedia, y aunque el recordado crítico José Luis Guarner citaba Los cien caballeros, donde fue guionista, como la precursora de esta, nunca la he acabado de ver como una parodia, a pesar de ciertos toques.  

  La armada Brancaleone que hay que ver en versión original, fue prohibida en España y no llegó hasta mediados de los 80. 

Y es que dejaba mal parados a todos, tenemos un retrato de una religión ficticia y fanática, el antijudaísmo, doncellas para nada puras y angelicales como nos las retrataban, caballeros nada dignos… El que interpreta Gassman fue el preferido de su carrera, más de un crítico lo ha comparado con Don Quijote, aunque no estoy muy de acuerdo, si bien es cierto que puede recordar en las formas, pero no en el fondo, también con el Simplicissimus de von Grimmeldhausen. De lo que estoy seguro es que verán una gran actuación, se reirán y de paso a todos aquellos que no conozcan nada o poco de Gassman ni de Monicelli entrarles en la curiosidad de revisar las filmografías.

03/06/2022

Centenario de Bardem: Nunca pasa nada

 


Este jueves 2 de junio Juan Antonio Bardem hubiera cumplido 100 años, hijo de Matilde Muñoz Sampedro y de Rafael Bardem, ambos actores teatrales, empezó como ingeniero agrónomo y crítico de cine, luego escribió varios guiones en colaboración con Berlanga, amigo y compañero suyo en el Instituto de investigaciones y Experiencias Cinematográficas y empieza el rodaje de la película Esa pareja feliz, después el guion de Bienvenido, Mr. Marshall que sería premiado en el Festival de Cannes en 1953. Al año siguiente realiza su primera película como autor: Cómicos, en 1955 presenta Muerte de un ciclista que confirma todas las esperanzas puestas en él. Con Calle Mayor que se rueda en 1956 llegamos a su cumbre, gana el Gran Premio de la Crítica Internacional en Venecia y su nombre se equipara con los grandes directores europeos.

Pero a partir de los 60, después de la excelente, pero no tan bien recibida La venganza,  su cine empieza a decaer de forma notoria y comienza a perder interés, salvo con la Transición que vuelve con algún que otro título interesante, pero a mi juicio no con la misma calidad que los títulos de sus comienzos. Tras un paréntesis televisivo, su final como director es muy triste filmando la pésimamente mal recibida Resultado final con Mar Flores, película que en el Filmaffinity tiene un 2 de nota.

Hay varias causas para entender este declive de un director grande cómo fue Bardem, el principal de ellos fue la censura y no saber torearla tampoco, probablemente nunca se le perdonó lo que dijo en las “Conversaciones de Salamanca” sobre el cine español: “el cine español después de 60 años no ha logrado ninguna de las finalidades que estaba obligado a alcanzar”:

1-      es políticamente ineficaz

2-      socialmente es falso

3-      intelectualmente es ínfimo

4-     estéticamente es nulo

5-      industrialmente raquítico

 

Su figura era tremendamente mal vista por el Franquismo, la situación límite llegó cuando el director fue detenido en pleno rodaje de Calle mayor, se le quiso incluso sustituir, pero la negativa del equipo artístico y técnico de la película y muy especialmente las protestas internacionales lo impidieron. Su siguiente película La venganza fue masacrada por la censura, razón que le lleva a México para rodar su fallida Sonatas, sus dos títulos siguientes tampoco gozaron del favor del público y de la crítica tanto A las cinco de la tarde como Los inocentes pasaron inadvertidas.

Me detengo en 1963 y su Nunca pasa nada, regreso a la temática de Calle mayor, pero provisto de un bagaje técnico superior donde refleja el ambiente, la monotonía de aquella ciudad de provincias, reflejo del país entero con esos chismorreos, envidias y resentimientos, donde quedan reflejados el inmovilismo y las tensiones reprimidas, perfectamente encarnadas en el personaje del doctor que ha de operar a la francesa que es como la van llamando los personajes.  Ya desde el principio palpamos el ambiente con ese autobús recorriendo los secanos de Castilla o con el trayecto que hace el médico para ir a visitarla donde podemos observar muy bien el símbolo del yugo y las flechas en el Ayuntamiento, la Iglesia, oír las conversaciones en las que los temas son siempre los mismos y “qué será del país si traen lo del extranjero” .



Remarcaba lo del aspecto formal antes ya que en la película tiene un especial interés el paisaje, vemos muchas noches de lluvia otoñal, ruinas de un castillo, incluso una procesión de Semana Santa a la que tanto el médico como su amigo apenas hacen caso ya que están hablando de sus cosas, de pronto la imagen cambia y vemos a esa francesa bailando, un pasaje que la censura dejó pasar, quizá porque era evidente que la película no iba a tener nada de éxito. Hay un momento que el personaje de Julia Gutiérrez Caba le dice al profesor de francés que se vaya, ya que él tiene sensibilidad y ese ambiente acaba consumiendo a uno, más de una secuencia parece estar rodada con cámara oculta entre la gente real del pueblo observando a la extranjera.  En una de las calles hacia el final podemos ver un cartel qué dice “bailes modernos, joven diviértete de otra manera”.



La película tardó dos años en estrenarse en España y particularmente se pudo gracias a la labor de José María García Escudero, Se pudo presentar en el festival de Venecia compartiendo ni más ni menos cartel con El verdugo de Berlanga. El entonces embajador de España en Italia, Alfredo Sánchez Bella criticó la película y dijo que hacía falta tener bastante tupé para decir que en España nunca pasa nada.

Pero lo cierto es que Bardem volvió a encontrar problemas en su siguiente producción, Los pianos mecánicos, y a partir de entonces su cine decayó. Se negaba a negociar con los censores, El último día de la guerra, Varietés, remake de Cómicos en clave musical para lucimiento de Sara Montiel, la serie La isla misteriosa reconvertida en película a pesar de su negativa, La corrupción de Chris Miller con una Pepa Flores “Marisol” compartiendo papel con Jean Seberg, La campana del infierno o El poder del deseo también con Marisol fueron películas que rodó en plan artesano.

Con El puente (1977), y 7 días de enero (1979) logra que su nombre vuelva a ser recordado. No obstante, renunciaría al cine para pasar a la televisión.

Recordemos, pues, la figura de un cineasta de los grandes que a pesar de todas las dificultades nos dejó un gran repertorio de buen cine y un análisis valiente sobre la situación política y social del país. Nunca pasa nada no está editada en DVD, pero la podemos ver a través de FlixOlé

12/05/2022

Centenario de Tony Leblanc: Los tramposos

 



Se cumple estos días el centenario del gran actor Tony Leblanc, que como es sabido nació en el mismísimo Museo del Prado un 7 de mayo de 1922. Con una importante carrera en teatro, empresario, televisión o cine, es en este último dónde más podemos recordar sus trabajos, aunque en la pequeña pantalla últimamente gracias al archivo de Televisión Española podemos recordar alguna que otra actuación. Sus películas son en su mayoría comedias populares, casi hasta se podría decir que hacía de él mismo y aunque algunos le pudieran reprochar la falta de papeles serios o películas con directores más reputados, lo cierto es que un repaso por ella nos trae infinidad de títulos divertidos, comedias que daban dinero y que a pesar de los años siguen recordándose, de ahí que estén en diversas plataformas y gran parte de ellas se editarán en DVD.

Su época de más fama en el celuloide fue a mediados de los 50 y en los 60, Aunque él ya debutara en 1944 en un papel sin voz en Eugenia de Montijo, al año siguiente ya tendría uno breve pero con voz en Los últimos de Filipinas (1945), y Luis Lucia le da su papel primero de protagonista en Dos cuentos para dos, directores como Florián Rey en La cigarra, Rovira Beleta en 39 cartas de amor cuentan con él. En 1950 comienza a tener popularidad gracias a la adaptación de la zarzuela La revoltosa que dirige José Díaz Morales y comparte protagonismo con una joven Carmen Sevilla. 



Su participación en películas ya míticas del cine español como Historias de la radio, Manolo Guardia urbano, Las muchachas de azul o Los ángeles del volante de dan cierto empujón a su carrera a la que le faltaban más papeles como protagonista.1958 es un año crucial ya que participa en El tigre de Chamberí  de Pedro Luis Ramírez con José Luis Ozores, película reivindicada por muchos, y muy especialmente Las chicas de la Cruz Roja, uno de los grandes éxitos del cine español y que compartiría protagonismo con Concha Velasco, la química entre los dos llevaría a que protagonizarán 13 películas, una de las más emblemáticas y qué traigo hoy es Los tramposos de Pedro Lazaga de 1959. Me hubiera gustado hablar de una bastante desconocida llamada Julia y el celacanto, espero en próximas citas traerla.

Seguramente, Los tramposos la habrán visto más de una vez parte de mis lectores, es una de las comedias más emitidas por televisión, al menos hace algunos años, reconozco que ando lejos de las parrillas actuales. Como suele pasar en el cine español de la época y más hablando de este director, la mayoría de los críticos no alabó este trabajo, se la tildaba de una comedia mediocre que había envejecido ya bastante, solo hace falta mirar las hemerotecas de los días en que la emitían. 


Pero, curiosamente Los tramposos ha tenido cierto resurgir, creo que también debido a la evolución de la filmografía del actor. Aunque sonaré repetitivo, creo que hay que recordar que Tony Leblanc se retiró del cine bastante pronto a mediados de los 70 con una olvidable película llamada Tres suecas para tres Rodríguez también de Lazaga, empezaban a ser tiempos malos para las comedias populares y la salud del actor le obligaba a tomarse con más calma sus apariciones. Un fatal accidente de coche en 1983 le llevó prácticamente al retiro de la vida pública. Gracias a Santiago Segura y su Torrente, Leblanc volvió al cine y a partir de allí cierta generación joven se interesó por varias de sus comedias, una de ellas Los tramposos. Sin embargo hay más títulos que pudieron desempolvarse el polvo. ahí tenemos Don Lucio y el hermano Pío, Tres de la Cruz Roja, Sabían demasiado, La dinamita está servida, Los subdesarrollados, Los que tocan el piano o El astronauta entre otras muchas.

Un dato algo escondido de Los tramposos es que en el guion colaboró Luis García Berlanga a pesar de que no aparece acreditado,  su éxito y que a pesar de sus casi ya 65 años siga programándose  es que parte de un tema muy español que no es otro que la picaresca, y si a está le añadimos comicidad, el éxito está más o menos asegurado. Aparte de Berlanga, en el guion contábamos con José Luis Dibildos y Miguel Martín, cuyo argumento también era de ellos, suponía ya ese cine español de la tercera vía. Estrenada el 2 de noviembre de 1959, además de la pareja protagonista teníamos a un joven Antonio Ozores,  Laura Valenzuela, José Luis López Vázquez, Manuel Gómez Bur y también el reputado José María Rodero que no acabó de cuajar en el cine como en el teatro, aquí aparecía con la que era su esposa Elvira Quintillá.




Tiene la película cierto paralelismo con las comedias italianas del momento, recordemos Rufufú. aquí es evidente que el argumento tenía que ir combinado con cierta moralina y sentido del arrepentimiento, pero a pesar de estos giros inevitables, la película refleja el aire de miseria y la sociedad del momento, la cual tampoco es que haya cambiado mucho actualmente. A pesar del desprestigio que tenía Lazaga en las revistas del momento, salvo el "Film Ideal" en ocasiones, sí que varios críticos destacaron el trabajo del actor, Alfonso Sánchez llegó a escribir que en Hollywood sería un actor con éxito y José Luis Guarner dijo que era “una película de una vitalidad tan desbordante que consigue hacer olvidar pequeños defectos como rupturas de tono, etc. de que adolece en algunos momentos."

Sin llegar a ser una notable película, en cualquier momento podemos disfrutar de ella, sonreír y disfrutar de este gran cómico que era Tony Leblanc.




08/03/2022

Un López Vázquez con un humor muy negro: Black Story (La historia negra de Peter P. Peter)

 

Este 11 de marzo José Luis López Vázquez hubiese cumplido cien años y como suele ocurrir, los centenarios nos sirven para repasar sus carreras, en el caso de mi blog no me ha hecho falta esperar a tal efeméride pues ya en alguna ocasión he escrito sobre él, y en interpretaciones de las que no se suelen hablar, como aquel magnífico Gaudí en aquel mediometraje maldito. (Véase clicando aquí )

Inició su carrera en el teatro amateur en 1939, y además de interpretar, trabajaba la escenografía. 7 años más tarde ya debutaría como actor profesional en el Teatro María Guerrero con obras como El anticuario o La dama boba. En el cine comenzó siendo diseñador de vestuario, colaborando con grandes como Rafael Gil y seguiría en el teatro en las compañías de Conchita Montes y de Alberto Closas, al que siempre recordaba con agradecimiento por confiar en él.


Sus papeles cinematográficos más populares vinieron en los 60: El cochecito (1960), Plácido (1961), Atraco a las tres (1962), El verdugo (1963)…Se ganó el afecto tanto de público como de crítica, combinaba todo tipo de papeles y de producciones, seguramente en más de un sitio se le recuerde únicamente por su etapa seria con directores como Carlos Saura, Jaime de Armiñán, Pedro Olea, Manuel Gutiérrez Aragón... En cambio, sus comedias no sean muy nombradas o directamente marginadas. En este segundo grupo tendríamos sus películas con Gracita Morales, en su día grandes éxitos, su papel de padrino en La gran familia o sus numerosas colaboraciones con Pedro Lazaga.

Precisamente de este último bloque he querido rescatar para que mi artículo no sea solo un repaso por su carrera cinematográfica en la que hallar datos fácilmente a la vista en otros medios. Es por eso por lo que me voy a 1971 y al filme Black Story (La historia negra de Peter P. Peter) dirigida por Pedro Lazaga.

En el programa A fondo de Joaquín Soler Serrano en una entrevista al actor, este lamentaba del tipo de humor en España que tildaba de sarcástico, socarrón, tenebroso y añadía que es un país que, aunque se piense lo contrario, carece de sentido de este, lamentaba no poder haber ahondado en el humor inglés, negro…  La película que traigo esta semana bien se podría englobar en el tipo que él quería, va bastante más allá de lo que eran los argumentos de las denominadas, muchas veces injustamente, españoladas.

En ella el actor interpreta a un escritor que comienza a imaginarse las situaciones que escribe como aquel Walter Mitty, salvo que escribe novela negra y está harto de que su mujer le esté engañando con un hippy, él a la vez está enamorado de su secretaria. Tanto él como su mujer se odian y planean eliminarse, aunque las cosas no saldrán como se esperan…

Primero de todo, hay que decir que desde el primer minuto hasta el último la película es una broma y como tal hay que verla, el humor negro y más en los tiempos actuales no suele gustar a según qué sensibilidades, sin embargo es sorprendente cuando estos argumentos aparecen en películas serias de intriga y nadie pone el grito en el cielo.

La segunda cuestión es la de analizar bien la crítica que detrás de esta broma hay, ridiculiza tanto al hombre como a la mujer, burló la censura hábilmente, pues es una crítica a la supuesta fidelidad del matrimonio por lo que también nos vendrá a la mente, aunque ahí se aborda de otra manera y con otros esquemas, esa gran comedia de Richard Quine maltratada por sus desconocedores que la critican solo al leer el título en vez de verla toda y que se llamaba: ¿Cómo matar a la propia esposa?

Hay toda una serie de frases geniales como cuando él pregunta a su amigo: "¿Soy anormal?" Y le contesta: “Soportas como puedes el matrimonio, eres normal”. La mujer de él interpretada magníficamente por Analía Gadé se llama Beatriz , tanto ella como él son viudos y se conocen riendo en el cementerio mientras van a ver las tumbas de sus respectivas parejas en una escena que retrata la filosofía del tema. Piensen que estamos en 1971 y mostrar estas imágenes no era nada fácil, no se admitía reírse de algo como la muerte y mucho menos de los muertos. Por ejemplo, en una película que nada tiene que ver con esta dirigida por Clint Eastwood y que se titulaba Infierno de cobardes de 1973 se tuvo que añadir una frase en el doblaje para que la censura diese su visto bueno sobre el tema.

La escena de cama que se nos presenta no es la típica que podríamos esperar, tanto ella como él dicen que se quieren mientras cada uno está pensando en sus ligues, ella con un hippy interpretado por Manuel de Blas y él con su secretaria interpretada por una Paca Gabaldón de cuando era Mary Francis. Hay dos personajes secundarios que nutren la historia, una es la tía de ella, genial Mari Carmen Prendes también como escritora de tercera de novelas de intriga que tiene un odio hacia los hombres que los lleva a matar en casi todas sus novelas, magnifica cuando recuerda sus estadísticas, y otro es el amigo de él, un Rafael Alonso como psiquiatra.

El humor y más hacia la mitad se vuelve más negro, incluso roza el surrealismo y llega a parodiar el cine de terror, se produce una curiosa disyuntiva entre lo real y lo imaginado, el argumento juega mucho con esto y también usa mucho el slapstick con situaciones delirantes que provocarán carcajadas, sin querer desvelar nada, es genial cómo acaba el personaje.

Ýa aviso de que la película tiene sus imperfecciones, aunque tampoco pretende ser una joya de coleccionista. Lazaga en 1971 dirigió nada menos que 5 películas, de ahí que en más de una ocasión los montajes o ciertas tomas fueran algo descuidados debido a las exigencias de poder estrenarla a tiempo, ello en parte contribuyó a que no fuese reconocido como uno de los grandes, a pesar de que mereció mucho más, pues mérito tiene rodar tantas películas, tener éxito y en más de una llegar al notable como es el caso. Gran cinéfilo, aquí se permite homenajear más de una película, para ello cuenta con el guion de Santiago Moncada que combinaba por entonces comedias con películas de terror italianas, y del que hablé en este blog cuando me referí a la biografía de San Juan de Dios dirigida por Miguel Picazo (ver aquí).

La película no es fácil de hallarla, aunque hace algunos años si se emitía bastante, en las plataformas no me ha parecido verla y al ser políticamente incorrecta no creo que la pasen  por televisión. En DVD sí se editó por Filmax y aun la podrían encontrar, aunque ya son las últimas unidades, o sea que si la encuentran no lo duden y denle una oportunidad.

En fin, que he querido rendir homenaje a un grande como José Luis López Vázquez, que aquí también cantaba, y en uno de sus papeles en los que de bien seguro se encontró cómodo. Lástima que quizá sea cierto lo que decía en la entrevista y seamos un país sin humor o de mal humor, de ahí que Black Story solo la recordemos cuatro gatos.

 

08/02/2022

Centenario de Albert Lamorisse, el autor de El globo rojo

 

Albert Lamorisse (Fuente: Amazon)

Suelen ser los centenarios la excusa perfecta para profundizar en diversas personalidades aunque solo sea por un año, pero como todo en la vida, hay sonoros abandonos, el año pasado justamente se recordó a Berlanga y en menos medida a Fernán Gómez, pero otros nombres quedaron en el olvido.

El nombre que traigo hoy probablemente no les diga nada a una gran parte de mis lectores, especialmente si son nacidos a partir de los 90, a los demás sí que les sonará algo el nombre, o mejor dicho una de sus obras: El globo rojo. Creo que fue en el año 91 que La 2 de TVE en ese espacio de cine infantil que se llamaba “Cine para todos” la proyectó y sirvió de descubrimiento. Aquel mediometraje, solo dura 35 minutos, es del año 1956 y dejó un gran recuerdo a aquellos niños que tuvieron la suerte de verla en pantalla grande.

Su director era Albert Lamorisse, nacido en París un 13 de enero de hace 100 años. Obsesionado con Túnez y su paisaje a raíz de un viaje en 1946, le lleva a rodar un documental, pero va más allá y piensa en una película que refleje el país, su gente y sus niños, el resultado sería Bim, el pequeño asno en 1950.


Tres años más tarde rueda Crin blanca, también una cinta infantil en la que un niño asegura poder capturar al caballo más salvaje de los llanos. En ambas películas se halla un estilo poético que llama la atención y le lleva a ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes.

Esa concepción del cine le lleva a querer experimentar con más elementos, uno de ellos el color, y aquí surge El globo rojo del que más adelante hablaré. El gran éxito que consigue le lleva a rodar su primer largometraje Viaje en globo donde experimenta el fotografiar desde un helicóptero y captar instantáneas con un nuevo sistema, algo que seguirá efectuando. El filme es otro éxito y gana el Festival de cine de Venecia en 1960.



No obstante, pasarían 5 años hasta su siguiente largo, Fifí, la plume que estuvo nominada a la Palma de Oro de Cine de Cannes, aunque aquí la critica se mostró algo más dividida, ya que no hallaba tanto esa vena poética de sus anteriores realizaciones. Él decía que rodaba a su manera, que no era un profesional, sino un aficionado. Durante ese tiempo había rodado documentales y hasta creado un juego que más de uno tendrá aun: El Risk.


La fatalidad llegó en 1970 y en uno de esos helicópteros donde tanto quiso perfeccionar sus vistas, la muerte le llegó en un accidente con solo 48 años. Estaba rodando el documental “El viento de los enamorados”, su viuda y su hijo la acabaron y recibió un Oscar a título póstumo.

Pero vuelvo, como he prometido, a su obra más inolvidable, El globo rojo, fíjense que tratándose de un mediometraje y prácticamente sin diálogos, ganara el Oscar al mejor guion original, competía ese año con Robert Lewin y Amanecer sangriento, Andrew Stone por Julie, William Rose por El quinteto de la muerte y Federico Fellini y Tullio Pinelli por La Strada.

La historia de un niño que un buen día se encuentra un globo de ese color al que sigue por todas partes penetró profundamente en la sensibilidad de los espectadores que se emocionaban viéndola, en los cines hasta regalaban un globo como recuerdo.



Lamorisse rodaba en el barrio parisino de Ménilmontant, parte de este remodelado posteriormente debido al estado en que se hallaba, con una tonalidad entre gris y azulada en contraste con el vivo color rojo. La imagen típica del París con la Torre Eiffel no la vemos aquí, solo hacia el final y muy lejana. Ponía la cámara en esas callejuelas feas, pero que conseguían gracias a ese globo tener esa extraña alegría que daba un optimismo y esperanza a esa pobreza retratada, hasta llega a entrar en ese antiguo y tenebroso colegio que aunque no lo veamos por dentro, nos lo imaginamos, y que  nos evoca a esos 400 golpes. Por cierto, a Truffaut no le gustaba nada la película ya que criticaba que se hubiese humanizado al globo.

El tema de la infancia quedaba perfectamente inmortalizado, ya sea con la bondad inocente del protagonista o con esa maldad de quienes por envidia quieren acabar con el globo. Un emocionante y sensible final nos dejaba un buen sabor de boca.

Aunque Lamorisse no se definiera, como antes he escrito, como un profesional, tiene las virtudes de un grande, rodar en pantalla standard y convertirla como si fuera más ancha que de un Cinemascope conlleva saber de cine, qué grande resulta esa fotografía sin necesidad de recurrir a grandes pantallas. O qué gran uso del travelling hacia atrás cuando el niño corre, da la sensación en poco tiempo de ver mucho.

La película fue editada en DVD por "39 escalones" e "Impacto Films" en el 2014, recogía las otras películas de él, aun se puede encontrar si buscan a fecha de este artículo, si la hallaran no lo duden y cómprenla. Mientras, lo mismo por Youtube encuentran algo ya que en las plataformas por mucho centenario no se han acordado o no saben quién es…Ellos se lo pierden, pero ustedes intenten conocer quién fue Albert Lamorisse... Y no crean que está olvidado, en La La Land hay un homenaje y en El regreso de Mary Poppins se nota la influencia entre otras. 

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...