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21/03/2024

Historia de una monja (1959)

 


Si hace una semana analizábamos un perfil femenino confuso, retratado por un director independiente a partir de un "best seller" y que se basaba a la vez en un caso real (Buscando al Sr. Goodbar), esta semana repetimos esquema con Historia de una monja (1959) sobre la vida de Gabrielle van der Mal (Audrey Hepburn) vista por Fred Zinneman a partir de la novela homónima de Kathryn Hulme e inspirada en la vida de Marie Louise Habets.


Hulme la publicó en 1956 y ya rápidamente se tradujo a 12 idiomas (aquí traducida por Rafael Santos Torroella), la Warner se hizo con sus derechos y Zinnemann eligió a Audrey Hepburn para dar vida a la bautizada en la congregación como la hermana Lucas, hija de un cirujano de reputación que decide dejar su vida acomodada, ser monja y poder ir de misionera al Congo Belga. El guion fue de Robert Anderson, un dramaturgo y novelista del que se había llevado al cine hacía poco su obra Té y simpatía que traté en este blog. Contó en la dirección artística con Alexander Trauner (Los niños del paraíso, El apartamento), en la fotografía con Franz Planer que ya había retratado a la actriz en Vacaciones en Roma y posteriormente lo haría en Los que no perdonan, La calumnia y Desayuno con diamantes. La espléndida banda sonora sería de un Franz Waxman que hasta consiguió el permiso del Vaticano para inspeccionar sus archivos musicales, estudiar el gregoriano y crear unos temas que ayudan a entender la fe de ella y sus inquietudes.

Fue uno de los papeles por los que Audrey Hepburn sentía más cariño, la actriz era belga como la citada hermana y le tocó padecer también los horrores de la guerra, a ello se añade el paralelismo de ambas vidas cuando ella ya retirada del cine fue embajadora de la Unicef y visitó lugares del Tercer Mundo como Etiopía por lo que aun emociona más ver la película para todos los que la admiramos. Por cierto, la ex-hermana verdadera trató con la actriz y la ayudó cuando esta sufrió una caída del caballo que le rompió la espalda en el rodaje de Los que no perdonan.

A pesar de la calidad del filme y que hasta lograra la "Concha de oro" del Festival de San Sebastián, da la sensación de no ser de esos clásicos lo suficientemente valorados, a Fred Zinnemann se le ha criticado en varias ocasiones su estilo gélido y determinada pretenciosidad. Aquí se sirve de una austeridad narrativa en su primera parte para retratar lo que hay detrás de esas paredes del convento y penetrar psicológicamente en la vida religiosa. El director es muy respetuoso con esta, no hay intenciones críticas ni halagadoras, predomina incluso un aire como de documental, conmueven escenas que hubiesen pasado por alto con otro director como, por ejemplo, cuando le cortan el pelo, cabe recordar que Zinnemann empezó por este género y con éxito al ganar un Oscar por Benjy.




Puede chocar a más de uno el filmar con tanta minuciosidad la liturgia, pero de no ser así, la sensación sería distinta como para poder entender la dualidad de la hermana Luke y empatizar con ella. Me remito a la película de la semana pasada (Buscando al Sr. Goodbar) comentada ya que guarda un parecido, ahí había una intención clara de Brooks de retratar al personaje que encarnaba Diane Keaton mucho en los bares y enseñando con pulcritud a los niños en la escuela con detalles a primera vista insignificantes para conectar con el personaje.


La segunda parte en el Congo tiene un ritmo ya distinto, el personaje del doctor que encarna Peter Finch le da mucho juego, aparte que este le da un cinismo especial en contraste con la sensibilidad de la protagonista, al dilema de si prevalece en ella el ser enfermera antes de monja, se une el conflicto entre fe y ciencia. Es interesante observar detalles de cómo suena la campana en el convento y cómo en la misión, así como el juego cromático entre ambos lugares. Hay escenas también totalmente inolvidables como cuando vemos a ella trabajar con ese microscopio o la entereza cuando aborda su enfermedad, solo una actriz como Hepburn podía hacer creíbles sus roles y dotarles de la carga emocional requerida.


Creo que también hay el debate sobre si Historia de una monja es una película religiosa, la pregunta podría hasta parecer de Pero Grullo. Lo cierto es que es un retrato duro, pero realista de lo que significa
un tema tan complejo, y que las personas laicas no podemos tampoco entender del todo, como es la vocación religiosa. No hay nada de alegría en plan "Hermana Dominique" tocando la guitarra o Whoopi Goldberg con sus coros. Sin embargo, a pesar de las dificultades, la Hermana Lucas no pierde la fe. Reitero que Zinnemann no entra a valorar, creo que este uso no estereotipado de una monja hace de esta una de las películas donde mejor se trata a la religión (en este caso la católica) y se puede reflexionar sobre ella, resultan poco apropiados los comentarios que la tachan de todo lo contario.

Hay temas como el del padre misionero que había tenido una vida anterior con una misionera. La copia vista se presenta con un doblaje efectuado en 1984 para un pase en TVE. Deduzco, pero no puedo afirmar, que la censura cortaría algunas escenas como estas (Por cierto, la Hepburn es doblada por María Massip que años más tarde diera vida a la Madre Vicaria en Canción de cuna de José Luis Garci).

Por último, tenemos que partir también del material real, no fue el director el que decidió que ella colgara los hábitos, aunque sí nos regala un plano final tan bello como dramático en el que se refleja una mujer que a pesar de que había decidido lo que verdaderamente quería, seguiría sintiéndose fracasada.



02/08/2023

Vacaciones en Roma

 




Entrado ya el mes de agosto, vuelvo a Roma de la mano de William Wyler y su fabulosa Vacaciones en Roma (1953), han pasado 70 años y repasando algunas críticas antiguas, estas señalaban que el cine era prácticamente el único medio de viajar para muchos y en la actualidad así sigue siendo.

Roman Holiday va más allá de lo que podríamos vulgarmente etiquetar como “comedia turística”, ni es lo primero ni lo segundo, es una historia sobre el amor imposible, la felicidad fugaz y cierta reflexión sobre la diferencia de clases. Wyler, el director que no tenía estilo según la "Nouvelle Vague", volvía a dar una lección. La Paramount quería la película rodada en estudio, él se negó en absoluto y ellos aceptaron, pero a cambio de reducir el presupuesto, esto comportaba rodar en blanco y negro y para nada contratar a una actriz estrella. Estas dos últimas condiciones fueron clave ya que la utilización de ese blanco y negro es primordial para enfocar los diferentes estados de los protagonistas y ya no hablemos de la inolvidable actuación de Audrey Hepburn en su presentación hollywoodiense que le valió el Oscar.


El guion contaba con Dalton Trumbo, el cual firmó con pseudónimo y tuvo que esperar casi 40 años para que el Consejo de Gobernadores de la Academia de Hollywood le atribuyera la autoría. Los otros dos guionistas que aparecían era el anodino Ian McLellan Hunter y John Dighton que había escrito grandes películas de la Ealing como Ocho sentencias de muerte y El hombre vestido de blanco.

Cada pase de Vacaciones en Roma mejora mi opinión sobre ella, ya esa secuencia inicial del zapato que remite claramente a Lubitsch, ese palacio tan barroco con esa tonalidad tenebrosa que  nos está indicando que detrás de la princesa Ana hay una joven cansada y manejada por unos y otros. Su única válvula de escape es esa ventana en la que ve una fiesta desde muy lejos, secuencia que luego retomaría la actriz en Sabrina de la mano de Billy Wilder donde veía estas subida a un árbol.

Sin querer hacer "spoiler", por favor, si no han visto la película, omitan este párrafo, hay dos momentos que brillan por encima de todos, cuando él la deja en ese callejón cerca del palacio, uno tiene la esperanza de que vuelva, pero no es así. Esto tiene una continuación en el final, ese plano que enfoca a Peck una vez terminada la recepción a los periodistas, alejándose de ella y a la vez acercándolo al espectador, más de uno pensaría que se oiría a ella correr y escaparse de nuevo, pero no es así. Vacaciones en Roma es una película realista y no cede para nada al final feliz.

Mucho se ha escrito que fue La dolce vita la que inauguró el tema de la figura del paparazzi, pero en realidad fue el film de Wyler, toda una reflexión sobre la ética periodística que solo el amor y los verdaderos sentimientos son capaces de centrar. Si no la han visto, ya están tardando, la tienen editada en DVD y Blu-Ray en una buena edición con extras. Y para todos los que la hemos visto, no está de más evadirse durante las casi dos horas, pero siempre con los pies en el suelo, y si nos olvidamos, Wyler y Trumbo ya nos lo recordarán.

11/05/2023

Sabrina (1954): El "menor" Wilder, la mayor película

 


Tengo en mi videoteca una serie de películas bien guardadas a las que suelo recurrir cuando el hastío vuelve con su ejército a dar la lata, sin ir más lejos esta ola de calor unida a las campañas electorales me provoca que tenga que buscar alguna solución para mitigar sus golpes, el antídoto tiene varios nombres y entre ellos brilla el de Billy Wilder: su ironía, acidez, inteligencia y una visión de la vida donde no dejaba títere con cabeza me reconcilian con el género humano, bien es cierto que nombres como ellos ya poquitos o ninguno queda en el cine, pero nadie es perfecto.

Al elegir uno de sus títulos también suelo ir contracorriente y visionar más aquellos que algunos críticos tacharon de menores, ahí están ni más ni menos que Sabrina, La tentación vive arriba, Bésame tonto, Avanti… A más de un director de esos que tanto citan en las redes como genios ya le gustaría tener el 10% de cualquiera de sus fotogramas. Pensando también en este blog y en la entrada de esta semana,  escojo Sabrina ya que hace un tiempo hablé de Ariane y así complemento aquel artículo https://nosinlostitulos.blogspot.com/2021/07/sabrina-sabrinay-ariane.html


Sabrina es del año 1954, Wilder llevaba un tiempo sin hacer comedias, él decía que cuando no las rodaba estaba de mejor humor, en cambio al prepararlas era todo lo contrario. Fue su última colaboración con la Paramount, los estudios que le habían dado la oportunidad de ver sus guiones plasmados y debutar en la realización. El director acababa de rodar Traidor en el infierno y un directivo le pidió si podía suavizarla para que no se enfadasen los alemanes, se negó y decidió marcharse. Pero dejó como broche esta película que sigue siendo una de las más queridas por el estudio de la montaña.

Y es que en Sabrina estaban Humphrey Bogart, William Holden y muy especialmente Audrey Hepburn en su segunda gran película en Hollywood tras ganar el Oscar por Vacaciones en Roma.  La obra de Samuel Taylor era vista como una buena oportunidad de afianzar su carrera y se pidió a Wilder que la dirigiera. Este contrató a su autor para colaborar en el guion, pero se vio absorbido por el trabajo del director vienés y sus constantes retoques en sus líneas, motivo por el cual abandonó, dos décadas después Wilder recurrió a otra obra suya, la admirable Avanti. Wilder entonces decidió contar con un guionista que luego seria considerado de los mejores, hablamos de Ernest Lehman ( Chantaje en Broadway, Con la muerte en los talones, West Side Story…)

Wilder quería trabajar con Cary Grant, pero nunca lo consiguió, esta maldición le acompañaba ya desde sus tiempos de guionista, lo quería para Ninotchka de Lubitsch, luego para Ariane…En aquellas fechas, Bogart quería cambiar su registro y acabó aceptando la oferta de protagonizar Sabrina. Las relaciones entre ellos dos fueron tensas, aunque el actor acabó disculpándose. Cuando se habla mal de la película siempre sale este tema y que no era el papel adecuado para él. Siempre he pensado lo contario, no me imagino a ese Linus Larrabee sin su rostro tan obsesionado con sus negocios con el plástico hecho de azúcar como perdidamente enamorado o dejando que la Hepburn le moldease el bombín. Aparte de ello, es una buena contrarréplica a Holden y su personaje hedonista.

¿Y qué decir de Audrey Hepburn que no se haya dicho ya? Buen ojo tuvieron al elegir la obra, su personaje frágil, dulce, elegante, aparentemente ingenua, sensible y mucho más inteligente de lo que puede parecer, John Williams (su padre) le aconseja que no intente alcanzar la luna y la envía a París para que madure (la añoranza por la vieja Europa donde está el amor en contraste con los EEUU). Ahí volverá cambiada y dirá que es la luna la que intenta alcanzarla a ella. Dos frases irónicas que esconden tras de sí que el amor sincero es una quimera. Ya en los títulos de crédito el punto sobre la “i” de su apellido es una luna, probablemente está desplazada en la vida, Wilder se sirve de otra frase en el personaje de su padre el cual ha de reprimir sus pensamientos al ver cómo están jugando con ella y le comenta a Bogart que ella no pertenece a ninguna mansión, pero tampoco su lugar es el garaje.

Los esfuerzos de Wilder en conseguir guiones excelentes se reflejan prácticamente en cada fotograma y en cada diálogo. Si una escena se le podía ir de las manos recurre a pequeños detalles que la refuerzan. Cuando Hepburn intenta suicidarse encendiendo los coches del garaje con la puerta cerrada harta de que David (William Holden) no se fije en ella, estos empiezan a hacer un ruido musical y desprender unas ondas de humo que hasta recuerdan esas “Sinfonías tontas” del primerizo Walt Disney, aportan una comicidad que rebajan la acción que podía ser vista como demasiado exagerada, pero que bien reflejaban su estado. Pasa lo mismo cuando escribe antes de esto su carta de despedida, pidiéndole perdón a su padre por suicidarse, tras una pausa, añade que por favor no vaya Holden al funeral ya que ni siquiera lloraría.

Sabrina es también un perfeccionamiento en el estilo del director, aquí se aleja en parte del toque Lubitsch, ya saben que el director tenía colgado un póster en el que ponía:"¿Cómo lo hubiera hecho Lubitsch?". No obstante hay alguna referencia implícita, en el encuentro con Bogart en la pista de tenis, ella le dice que pensaba que entraba para negociar su salida, sin nombrarla menciona que podría ser una opereta vienesa al estilo de El príncipe estudiante (La cual fue llevada al cine por Lubitsch en su etapa muda), él pregunta cómo acabaría el primer acto y le contesta que todos huyendo, cantando una canción. Cada vez que la veo, pienso que Wilder intentaba poner el famoso toque, pero luego abandonaba la idea y lo variaba. En la escuela de cocina, ella se olvida de encender el horno para hacer el suflé, un barón mayor le cuenta que quien está verdaderamente enamorada lo quema, pero quien sufre tristezas se olvida de ponerlo en marcha. Más adelante, cuando Hepburn empieza a preparar una cena para Bogart le dice que va a preparar un suflé, pero no vemos cómo acabará ya que ella encuentra los dos pasajes a París. Aunque Hepburn parece enamorada de él y Bogart también, lo cierto es que no deja de ser una incógnita si esos deseos son sinceros, el suflé nos lo hubiera dicho. ¿Quizá también Lubitsch? A Wilder, por otra parte, no le gustaba mostrar nunca muchos besos en escena y que el espectador tomara sus propias conclusiones, recordemos el final de El apartamento donde son sustituidos por una partida de cartas.

Otro aspecto muy cuidado es el escénico, teatro en cine no suele congeniar si no hay alguien que sepa diferenciar bien los dos lenguajes. La atmósfera de cuento de hadas funciona con esa luna, esa gran mansión y la continua aparición de la canción "Isn´t it  romantic" con el contrapunto de ella en el árbol. Su vestuario modesto del principio es, sin embargo, elegante, al igual que el que utiliza después cuando ya Holden se ha fijado. Con el incidente de las copas de champán y la retirada en escena de él, ella lo espera en una pista de tenis y Wilder la sienta donde el árbitro se sitúa. Al entrar Bogart le comenta que está arbitrando un partido entre dos jugadores imaginarios. Otra perfecta síntesis de lo que estamos viendo..

Y como en toda película de Wilder no faltan las frases irónicas que si las pusiéramos todas, aun me quedarían bastantes párrafos para acabar. Hay una que retrata muy bien ese ambiente de tacañería y arrogancia de los Larrabee, Holden tras haberse clavado los cristales de las copas y ser atendido por el médico se le pregunta que cómo sabrá si los ha quitado todos. La respuesta es que recompondrán las copas.

Otro momento que me gusta es el diálogo entre los sirvientes cuando llegan las cartas de ella, respiran cierta bondad entre ellos, aunque también cierto chafarderismo. Les interesa sobre todo que se haya olvidado de David, en un correo dice que ha roto su foto y todos dicen: "Eso es bueno". Pero acto seguido en otra línea, pide que le envíen cinta adhesiva a lo que contestan: “Eso es malo” Así era Billy Wilder, síganme el consejo y recurran frecuentemente a sus películas en estos tiempos tan mediocres.

15/07/2021

Sabrina, Sabrina...¿Y Ariane?

 

 

El pasado lunes, La 2 de TVE en su espacio "Días de cine clásico" volvió a emitir Sabrina de Billy Wilder. Si por mí fuera, que la repusieran cada año, aunque sea una película bastante accesible para encontrar y descubrir. Su nombre queda ya asociado a Audrey Hepburn, ni una cantante de playback italiana en los 80 cuya voz no era lo más famoso, ni un remake descafeinado dirigido por Sidney Pollack, ni cierta bruja televisiva han podido con ella. Sabrina es y será Audrey Hepburn.

 En cambio si digo que la Hepburn siempre será Ariane, más de uno ni la conocerá ¿Por qué tanto pase de Sabrina y ninguno de Ariane (Love in the afternoon (1957) en televisión? Y eso que las dos tienen muchos puntos en común, pero sigue siendo hoy en día la gran desconocida de Billy Wilder, incluso a pesar de que a finales de la década del 2000 salió editada en DVD, aunque de aquella manera...

 Estaba producida por la Allied Artists, productora independiente que quiso contratar a varios de los grandes en los 50, ahí estaba William Wyler con La gran prueba y Wilder que acababa de rodar El héroe solitario, después de marcharse de la Paramount, aceptó el encargo. Es una película crucial en su carrera y el punto de partida con tres de sus máximos colaboradores, el guionista I.A.L Diamond, el productor Harold Mirisch y el director artístico Alexander Trauner. Por otra parte, en Ariane, creo que se cumple el objetivo de lo que Wilder tenía colgado en su despacho de “¿Cómo lo hubiese hecho Lubitsch?", nunca lo implícito fue más explícito, cuestión que ciertos cineastas modernos o no saben o no se les enseña. 

Anuncio del estreno.Fuente:Hemeroteca de La Vanguardia
2-10-1957

Ariane
estuvo muchos años sin poder verse, no hay una explicación muy clara al respecto, recuerdo que hacia mediados de los 90 se pasó por sorpresa en el Cine Alexis de Barcelona, anteriormente solo se había podido ver en la Filmoteca, pero en la programación televisiva era invisible. El desaparecido Cine Meliés de la Ciudad Condal contribuyó a devolverle el lugar que se merecía y en 1997 ya pudo verse en aquel modesto, pero inolvidable y desaparecido cine, con bastante éxito de público. Recuerdo como si fuese ayer la ilusión que daba ver un Wilder “nuevo”, afortunadamente su filmografía ha sido accesible y salvo algunas primeras, que posteriormente con la aparición del DVD saldrían ya editadas, uno no ha de tener muchos problemas para encontrarlas. 

La película cuenta la historia de Ariane Chavasse (Audrey Hepburn), hija del investigador privado Claude Chavasse (Chevalier). Es una joven que toca el violonchelo y que está enamorada después de oír a escondidas las historias que investiga su padre. Se verá enredada en los asuntos de un playboy encarnado por Gary Cooper. 

I.A.L Diamond
 Tal y como sucediese con Sabrina, el director quería a Cary Grant y siempre lamentó no poder trabajar con él. Quizá seré un bicho raro, pero a mí siempre me ha encantado cómo trabajan Bogart en la primera y Cooper en Ariane, no soy de aquellos que piensan en cómo lo habría hecho Grant... Es más, creo que tanto uno como el otro supieron dotar sus papeles sin sobreactuaciones y asumiendo que la gran protagonista era Audrey Hepburn.

El guion de I.A.L Diamond tomaba como punto de partida la novela Ariane, jeune fille russe de 1920 escrita por Jean Schopfer con el pseudónimo de Claude Anet. A pesar de lo dicho antes y que sea esta la película más lubitschiana de Wilder, tiene sus toques propios. Al inicio vemos un camión de la limpieza regando las calles de París a primera hora, este no se inmuta ante una pareja a los que moja, tal vez con Lubitsch el conductor hubiera parado de regar en ese momento. 

Gary Cooper y Audrey Hepburn. Fuente: Wikipedia


El personaje de Cooper tenía similitudes con el que escribiera Wilder para La octava mujer de Barba azul, de ahí que se decantara por el actor después de la negativa de Grant. El guion añadía la figura del padre de Audrey , el detective parisino experto en infidelidades conyugales encarnado por Maurice Chevalier, habitual en varias operetas de Lubitsch, aunque aquí no canta.

El papel de los músicos zíngaros es sumamente divertido, cuando empiezan a tocar "Fascinación", Cooper está a punto de conseguir su objetivo. Cuando salen de la habitación es la señal de que algo va a ocurrir detrás de la puerta. Los diálogos están repletos de acidez, como aquel cuando habla Ariane de los americanos: “son gente muy extraña. Cuando son jóvenes, van al dentista para que les enderecen los dientes, al cirujano para que les quite las amígdalas y los alimentan con vitaminas hasta reventar. Algo sucede en su interior, se vuelven inmunes a todo, mecánicos, automáticos y estancos. Ni siquiera estoy segura de que tengan corazón.
-¿Qué es? ¿Un marciano?- pregunta el supuesto futuro novio 
-No, es americano


Ariane no tuvo el éxito esperado, la Allied Artists tampoco encontró la recaudación que pensaba con su otra producción de un año antes y también con Gary Cooper, La gran prueba de William Wyler, por lo que las expectativas de ser una productora de películas importantes se vinieron abajo. Los derechos de emisión fueron pasando de unas manos a otras y acabó siendo la obra maldita de Wilder hasta que La vida privada de Sherlock Holmes (1970) cogiera el puesto, pero eso ya es otra historia como decía "Moustache" (Lou Jacobi) en Irma la dulce


03/06/2021

My Fair Lady en la 2

 



Aunque esté alejado de la programación televisiva, me alegra ver que sigan pasando clásicos y que estos tengan buena audiencia. Los musicales, no obstante, suelen ser el género menos visto, por desgracia. En una lista de las películas de la 2 más vistas, West Side Story o Los paraguas de Cherburgo ocupan injustamente los últimos puestos. Por eso, felicito a TVE (que no digan que siempre hablo mal de ellos) por programar este lunes My Fair Lady, el musical de Frederick Loewe y Alan Jay Lerner, producido por Jack L. Warner, dirigido por George Cukor y con Rex Harrison y Audrey Hepburn de protagonistas. https://twitter.com/GerardoQuietMan/status/1399642540652048389?s=20

   

No tuve la suerte de verla en pantalla grande, siempre esperaba que la Filmoteca la proyectase, pero no hubo suerte…La descubrí, precisamente en un pase de Tele 5 (sí, he escrito bien…) un 14 de agosto de 1991 por la noche, me acuerdo perfectamente porque desde el piso de Gracia de Barcelona donde vivía, se escuchaban los martillazos de cómo iban montando el decorado en la calle para la fiesta mayor del barrio. Combinación curiosa aquella, entre los vecinos que tenían que superar las tentaciones de Morfeo para tenerlo todo preparado para el día siguiente, las notas del "I Couve Have Danced All Night" se escapaban por las persianas de madera bien abiertas por el calor, casi como indirecta o como homenaje,pues los que somos de Gracia nos gusta estar bien despiertos esa noche para ver los engalanados a primera hora...

 

El pase de la cadena privada sorprendía aun más porque era en su espacio estrella reservado para los grandes estrenos y películas recientes que se llamaba "Cine 5 estrellas", la película bien se merecía tal calificación. Anteriormente había sido emitida por TVE, uno de sus pases fue criticado por coincidir con el montaje teatral de Alonso Millán en 1982 con Alberto Closas (lástima que no se pueda ver ningún vídeo o grabación de él como Henry Higgins, a ver si se acuerdan de que en octubre es su centenario…) y Ángela Carrasco en Madrid y que provocó, según ellos, un bajón de espectadores.

 Por suerte y al igual que en aquellos pases, las canciones iban en inglés subtituladas. La cadena privada la emitió dos veces más, una en verano y otra por Navidad, pero ya de madrugada para poder seguir en vela toda la noche. Pasaron unos años y en el 95, Canal Plus programó codificada (para los que no lo sepan, había un aparato decodificador al que se le ponía una llave y entonces se veían las películas, ya que era de pago) una restauración de esta a cargo de Robert A. Harris y James C. Katz y que contaron con la colaboración de Martin Scorsese. En aquel entonces tenía el Plus, pero la sorpresa fue que las canciones las cantaban en castellano, ya no era la copia de antes. Ahí teníamos a Felipe Peña que se atrevía a cantar y salía bien parado, entre otras cosas porque era un magnífico actor aparte de ser la voz de John Wayne y de tantos actores. 




Pero aquellas canciones compuestas para ser cantadas en la lengua llana de Shakespeare, nunca encajarían del todo en el idioma de Cervantes con esdrújulas, de ahí que ciertas frases desentonaban, aunque también el ingenio del adaptador Ernesto Santandreu (Maestro Damasco) al parafrasear "The rain in Spain stays mainly in the plain" por "La lluvia en Sevilla es una pura maravilla" le dio aun más popularidad a la canción, incluso se acuerda uno más de esa traducción. Por cierto, el doblaje de los diálogos es maravilloso, incluso los enemigos de esta técnica lo reconocen.

  




 Audrey Hepburn fue finalmente doblada en la versión original por Marni Nixon, aunque ella quiso probar en cantarlas. Pero a Jack L. Warner no le convenció su acento, aunque la actriz había cantado con su voz años antes el musical dirigido por Stanley Donen Una cara con ángel.

   
                                           Audrey cantando con su propia voz

 El productor no quiso que Julie Andrews, que es quien la cantaba en teatro, tuviera el papel porque no quería arriesgar el dinero en una actriz que por aquel entonces era desconocida en cine. Audrey que era muy sensible, no le gustaba mucho esta papeleta, pero Warner le dejó bien claro que si rechazaba el papel, no llamaría a Julie Andrews. Años más tarde la propia Audrey reconoció que si ella no hubiese aceptado, Warner tenía en la mente a Liz Taylor que soñaba con el papel.

 

La amistad entre las dos actrices siguió, como bien puede comprobarse en las fotos de la ceremonia de los Oscars donde Andrews consiguió la estatuilla por Mary Poppins que fue su debut en cine y Audrey, debido al tema de las canciones, no fue ni siquiera nominada, actitud de esas tan feas con las que obsequia más de una vez la Academia de Hollywood. “El papel era para ti, pero no tuve las agallas de rechazarlo” le dijo Audrey a Julie. Lo cierto es que la Hepburn está maravillosa y cuesta pensar en otra actriz para la película.

   
                                 (versión con la voz original de Audrey Hepburn)

En español la dobló en las canciones la cantante de la discográfica Belter,Teresa María. Famosa porque puso voz a diversos doblajes de musicales en España y le dio voz a Julie Andrews en Mary Poppins, Sonrisas y lágrimas o Millie, una chica moderna. Poco se sabe de ella, en Wikipedia se nos dice que su nombre real es María Teresa de las Heras y que su hijo es el cantante Macaco con un estilo musical muy distinto al de su madre. En una entrevista en el "Heraldo de Aragón" del 15-03-2015 ella habla sobre estas películas. Nos cuenta que del medio centenar de voces que enviaron a la propia Julie Andrews, esta escogió la suya

   

Cita que en las canciones en inglés cerraba mucho la boca y que le facilitaba la sincronización, algo que con Audrey no pasaba ya que al no cantar abría “unas bocas impresionantes” y que no sabía qué hacer para acompasar las canciones. Cuenta Teresa María que Saul Chaplin le hizo una oferta para ir a Hollywood, pero que la rechazó porque sus padres se negaron.

   

 Por la red se pueden ver curiosidades como unos números para TVE con Concha Velasco.  

 En la década del 2000, Paloma San Basilio y José Sacristán la volvieron a representar en teatro a raíz del éxito de la pareja en El hombre de La Mancha, luego ya fue interpretada por Juan Gea y otros actores

   

 Veremos si este nuevo pase en la 2 vuelve a recuperar la versión doblada, pero con las canciones en inglés…

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...