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27/06/2024

Centenario de Sidney Lumet: El mago (The Wiz, 1978)

 


De gdcgraphics, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5677

Ya que este 25 de junio hubiese cumplido cien años Sidney Lumet, nada mejor que tener la excusa perfecta para recordarlo, él formó parte de aquella denominada como "generación de la televisión" ya que procedían de la realización de programas, entre otros, Delbert Mann, Martin Ritt, John Frankenheimer, Robert Mulligan o Arthur Penn. Mostraban en sus obras una preocupación por el realismo y el estilo directo, predilección por Nueva York, seguían las reglas del Actors Studio y rodaban mayoritariamente en espacios abiertos.

Lumet consiguió una notable filmografía, con algún que otro bache cuando se adentraba en territorios como la comedia cuyos críticos consideraban que no había nacido para ello, pero si hay una película que más de un seguidor de él le gustaría borrar esta es El mago (The Wiz, 1978). Se trataba de un musical que adaptaba el famoso cuento de L. Frank Baum y que había quedado inmortalizado principalmente por la película de Victor Fleming y protagonizada por la inolvidable Judy Garland: El mago de Oz (1939).

Aquí las formas cambiaban, todos los actores eran de raza negra, se trasladaba la Kansas rural por el Harlem neoyorkino, el personaje de Dorothy (Diana Ross) tenía 24 años y ejercía de profesora, ya no tenía esos zapatos rubíes, sino plateados, la carretera de amarillos ladrillos pasaba a ser una calzada de polivinilo…Todo esto suponía un riesgo para un público que había mitificado con justicia la película anterior y que no aceptaría de buen grado cualquier injerencia.

La obra teatral de The Wiz se había estrenado en el Majestic Theatre el 5 de enero de 1975, se hicieron 1672 funciones y el entonces productor independiente Rob Cohen pensó que podría funcionar en cine ya que ese elemento multirracial más que provocar rechazo, produciría lo contrario (¡estábamos ya a finales de los 70!) y que el estilo de canciones discotequeras y futuristas podían despertar un gran interés, de hecho barajó e incluso encargó a John Badham (el director de Fiebre del sábado noche) la realización del filme, sin embargo no se entendieron, especialmente en cómo se tenía que plasmar el papel de Dorothy y al final fue a parar a Sidney Lumet que no había dirigido ningún musical (ni volvería a hacerlo).


La protagonista sería la cantante Diana Ross que aunque era toda una estrella de la canción, había rodado anteriormente el biopic de Billy Hollyday aquí estrenado como El ocaso de una estrella (1972) y que compartía papel con un entonces desconocido Richard Pryor que aquí volvería a reunirse con ella para dar vida al mago. Justo antes acaba de protagonizar Mahogany, piel caoba que fue otro fracaso por lo que suponía un riesgo y más de uno la veía como "veneno para la taquilla". A pesar de ello, convenció para hacerse con el papel ya que entre otras cosas aseguraba que Michael Jackson con quien tenía bastante amistad, aceptara trabajar en ella como el "Espantapájaros" y que supondría su debut cinematográfico.

A las canciones ya escritas de Charles Smalls se unirían otras y una supervisión de Quincy Jones el cual declaraba que la fantasía del cuento de hadas se transformaba aquí en una “fantasía urbana”, en el reparto destacaba aparte de los nombres mencionados a la gran cantante y actriz de Broadway Lena Horne en el papel del hada buena.

Si bien la elección de Sidney Lumet podía sorprender, no lo era en cuanto había la confianza que su profesionalidad haría que no se pasase del presupuesto y no creara problemas que pudieran atrasar el rodaje, sin embargo poco pudo hacer para que al final la película no costase menos de los 24 millones de dólares de entonces. El público no pensó lo mismo que Rob Cohen y no se interesaron demasiado en un principio para ver otra versión de El mago de Oz por mucho que tuviese los elementos antes mencionados.

La crítica se mostró muy negativa, entre otras cosas se criticó que Diana Ross no empatizaba para nada (este fracaso supuso que sus apariciones en películas fueran ya solo en telefilmes televisivos), la fealdad de los decorados así como de la fotografía, una coreografía poco creativa y frontal, una historia que incluso aburría o unas excesivas dosis de lágrimas. Parte de todos estos defectos se achacaban a Sidney Lumet por no saber utilizarlos. El director quedó algo tocado tras ella, su siguiente filme Dime lo que quieres tampoco le daría alegrías, pero justo después dirigiría la que sea una de sus películas maestras: Veredicto final.

Sin embargo, El mago fue adquiriendo un papel de película de culto con el tiempo, a eso de debía fundamentalmente la popularidad de Michael Jackson en los siguientes años y la generación del video se hacía con ella, estuvo editada ya en VHS incluso con copias cuidadas (de los pocos musicales que por aquel entonces se editaban en su formato original y con las canciones subtituladas). Lo cierto es que las pocas veces que la revisé, sin parecerme una gran película, sí que conseguía traspasar esa fuerza nostálgica ya fuera por revisar de nuevo el cuento, por poder ver a un Michael Jackson antes de la fama que tanto le dio (y le quitó) o por contemplar ese Richard Pryor que aparecía por primera vez con bigote y que para ciertas generaciones "egeberas" era otro icono de los 80. La fotografía, aunque fue tildada de fea como he dicho, no está nada mal, quizá lo más enigmático sea ese Nueva York prácticamente vacío, aunque quizá ahí el uso de los decorados fuera tal vez excesivo y más aun en un director como Lumet que se caracterizaba por rodar en exteriores.

En fin, creo que seré de los pocos que para recordar a Sidney Lumet habrá traído la que sea para muchos su peor película, pero como ya he dicho en otras ocasiones, todo gran director tiene sus “pecados” y en este caso, sin ánimos de moralizar, lo dejaremos en venial.

27/01/2022

Aquella secuela de El mago de Oz

 

Oz, Un mundo fantástico (1985)

Revisando estos días debates que se quedaron pendientes es mis grabaciones del programa "Classics" de José Luis Garci, disfruté con el referente a El mago de Oz ya que si la memoria no me falla no la habían proyectado en otras etapas del espacio

Garci comentó que siendo él un Matusalén prefería ahora la fantasía que no el mundo real por lo que no entendía lo de que en casa como en ningún sitio, aquello fue rebatido por el contertuliano Luis Herrero que vino a decir que el mundo de Oz era un timo o Luis Alberto de Cuenca que reconciliaba ambas posturas, mientras Noemí Guillermo nos contaba curiosidades de la película y se atrevía a cantar el "Follow The Yellow Brick Road" con buen acento.

En la presentación, el director dijo que no se había hecho ningún remake, por lo menos en la forma que la Metro le dio, aunque no mencionó títulos. Repasemos lo más próximo que ha habido, en 1978 Sidney Lumet realizaba el musical que adaptaba el libro de L. Frank Baum con un reparto negro encabezados por Diana Ross y con un Michael Jackson que empezaba a despuntarse de los "Jackson Five". Tuvo y recibe muy malas críticas, aunque a mí me gustó sin ser ninguna maravilla, quizá más que evocar el cuento, me trasladaba a una época de mi infancia por lo que el objetivo quedaba bien cumplido.


A pesar de que la película de 1939 no tuviera ningún remake al 100%, sí que la Disney se atrevió con una secuela a mediados de los 80, los estudios del ratón Mickey pasaban por una época de grandes fracasos y no hallaban la fórmula para que sus producciones engancharan al que había sido su público. En 1985 estrenaban Oz, un mundo fantástico que conviene no confundir con la precuela de 2013 Oz, Un mundo de fantasía.

Desde mediados de los 70 con la aparición de La guerra de las galaxias o Star Trek el cine infantil/juvenil sufrió un cambio, dominaban más los efectos especiales que no el colorido mágico del Technicolor. Los productores buscaban fórmulas para que toda esa generación siguiera yendo al cine con sus productos, incluso fue una época algo mala para otro tipo de cine ya que la industria se centraba especialmente en el público adolescente porque se decía que eran los que más iban a las salas, en esos años hay una cantidad de títulos que marcaron a la generación EGB: Karate KId, Los Goonies, La historia interminable, Los Cazafantasmas, etc.

La Disney pensó que una secuela de El Mago de Oz podría funcionar, pero siguiendo los parámetros que regían el cine ochentero y olvidando los de las otras décadas. Así pues, aquella Navidad del 85 pudimos ver la secuela dirigida por Walter Murch que solo hizo sus pinitos con esta ya que lo suyo era editar montajes.


De los 13 cuentos que Baum escribiera sobre Oz, aquí se adaptaría el tercero “Ozma de Oz” con elementos del segundo “Tierra de Oz”. La acción arrancaba seis meses después del regreso de Dorothy a su casa Kansas. Ya en los primeros minutos se palpaba algo distinto, su tía la llevaba a casa siniestra de un médico (Nicol Wiliamson, el mago Merlín de Excalibur) que le aplicaría un electroshock, pero consigue escapar.

 De la misma manera que antes hablábamos de la contradicción de querer vivir en Oz o estar en el mundo real, aquí se producía otra: la de querer que la gente tuviera el referente de la producción de 1939, pero vista con los ojos centrados en los 80. Aquello no funcionó, y supuso otro fracaso más en esa década que muchos llaman negra de Disney, pero que no significaba que fueran malas películas.

El rodaje fue un desastre, la Disney empezó a no creer en el proyecto, aquello comportaba recortar presupuesto y despedir a Murch, pero este se buscó a tres buenos amigos, Steven Spielberg,  George Lucas y Francis Ford Coppola que le apoyaron y pudo acabar su trabajo, aunque de aquella manera

Si la analizamos, nos adentramos en una película infantil y a la vez adulta, blanda pero dura, construida como si fuese una película de terror. Reconozco que cuando la vi me desconcertó bastante, luego en cambio me gustó. Creo que en una doble sesión junto con la de Victor Fleming ganaría bastante, hay escenas que en su momento debieron traumatizar a los seguidores de la primera, ver la petrificación de los personajes del espantapájaros, el hombre de hojalata, el sendero de las baldosas amarillas destruido, la Ciudad Esmeralda en ruinas. Los efectos especiales eran más que notables, se utilizaba un sistema llamado "Claymaton" que daba realismo a las rocas vivientes. Pero lo que más llamaba la atención era que la princesa se sacaba la cabeza y tenía todo un muestrario, así pues no es de extrañar que más de un niño saliera confuso, aunque creo que los padres se espantaban más.


Entre los nuevos personajes teníamos al de Jack Calabaza que fue la verdadera inspiración para que Tim Burton creara su Jack Skellington de Pesadilla antes de Navidad.

Esta secuela de El Mago de Oz mereció más suerte, se adelantó demasiado a otros tiempos, verla hoy es toda una delicia de la misma manera que ver la película clásica de toda la vida. Así pues, denle la oportunidad que en su día no tuvo….Por cierto, que repasándola, yo lo tengo bien claro, como en casa en ningún sitio.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...