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10/12/2025

En aquel viejo verano (Robert Z. Leonard, 1949)


Carátula del filmee "En aquel viejo verano" de Robrt Z.Leonard con Judy Garland, Van Johnson  y Buster Katon

El bazar de las sorpresas es de esas grandes comedias que a pesar de ser navideñas, no suelen mencionarse entre los primeros títulos para estas fechas. Y menos aun el remake en clave musical que en 1949 dirigiera Robert Z.Leonard con Judy Garland y Van Johnson, así que animo a recuperarla y a pasar un rato de lo más agradable visionándola.



La película de Lubitsch adaptaba una obra de teatro del autor húngaro Miklós Laszlo Perfumerie, para esta se contó con varios guionistas como Albert Hackett (Siete novias para siete hermanos, Qué bello es vivir) que trasladaban la acción de aquella Budapest de los años 30 del pasado siglo a una tienda musical de Chicago de principios del siglo. No usaba una banda sonora original, sino canciones clásicas de época y qué decir que aprovechaba el talento de su protagonista en una de sus ya últimas colaboraciones con la MGM y acompañada por el galán Van Johnson.

Pero una de las grandes sorpresas del filme es la presencia de Buster Keaton que volvía a los estudios tras su desafortunada etapa anterior por la cual fue despedido en 1933. Ideó las divertidísimas escenas de la rotura del violín y las de Johnson destrozando el sombrero de ella. a pesar de ello, no aparece acreditado en los créditos.

 

 En aquel viejo verano no llegó a estrenarse en España y la primera vez que se pudo ver fue en un pase del año 1986 en TVE. Las comparaciones con Lubitsch son odiosas y tampoco del todo justas, por otra parte a Van Johnson siempre se le reprochaba cierta frialdad interpretativa.

Como curiosidad podemos ver a Liza Minnelli como el bebé que sale al final, la actriz lo pasó mal ya que según cuenta, tenía él la mano helada. Por otra parte, el decorado es el mismo de otro clásico con la Garland: Cita en Saint Louis. A pesar de que Robert Z. Leonard no llegó a tener una gran película como su El gran Ziegfleld, desarrolla unas pautas muy adecuadas para ese tipo de cine que sin pretender pasar a la historia, entretenía y facilitaba olvidarse de las penas.


28/11/2025

El viejo fusil (Roberto Enrico, 1975)

 

Carátula de la película El viejo fusil (1975)


Cineasta prácticamente desconocido hoy, Roberto Enrico se caracterizó por ser un narrador puro y retratar a personajes enfrentados a la guerra, la injusticia y la adversidad, le obsesionaba la herida emocional y la venganza como catarsis. En nuestro país apenas se comercializó su cine, aunque rodó aquí El boulevar del ron (1971), quizá su film más comercial con Brigitte Bardot y Lino Ventura. Otras que sí se vieron fueron Los aventureros (1967) con Alain Delon y Jean Paul Belmondo, cinta de aventuras y reflexión filosófica poco convencional, Ho! (1968) también con este último, mezcla de cine negro y acción, o El secreto (1974), un thriller paranoico muy habitual en los 70.

Pero la más recordada es El viejo fusil (1975) protagonizada por Philippe Noiret y Romy Schneider que narra la historia de un cirujano francés cuya familia es asesinada por los nazis. Decidirá vengarse y asesinar a todos los relacionados. El tema de la justicia por cuenta propia ya era muy habitual en los westerns por ejemplo, de hecho podemos establecer paralelismos con el personaje de Kirk Douglas en El último tren de Gun Hill (1959), en esta era violada y asesinada su esposa, su misión sería capturar y llevar al culpable ante la justicia. Sin embargo, era una violencia legalista y aquí en cambio, personal, visceral y sin reglas. Pero en ambas teníamos el desarrollo de la acción en un espacio cerrado, ahí eel pueblo dominado totalmente por el cacique local y aquí un castillo medieval con pasadizos y trampas y el tema del hombre solo contra todos.




La crítica de entonces se dividió y podemos apreciar como prueba la opinión de Ángeles Masó en el País del 22-10-1976: "Un filme que parece realizado para justificar la violencia que lleva implícita" en contra de Miquel Porter Moix en TeleExprés: "Me parece que el público hará muy mal si coge el film como una especie de justificación de la violencia, cuando, precisamente, de lo que se trata es de todo el contrario, de decir hasta qué punto la violencia tiene forma de espiral centrípeta y que, una vez encendida, no es fácil pararla."

Carátula de la película Lacombe Lucien de Louis Malle en comparación con El viejo fusil de Roberto Enrico
Carátula del filme de Malle

Enmarcada también en la moda setentera del cine revival con títulos interesantes como Lacombe Lucien (Louis Malle, 1974) o Les violons du bal (Michel Drac, 1974), se revisaban y ee rompían visiones idealizadas sobre la Francia unida, la Resistencia gloriosa y se recuperaban episodios silenciados, sin embargo en Malle la acción se centraba en una colaboración banal, sin ideología donde un chico se unía a la Gestapo por puro azar y mostrando un realismo psicológico. En la de Drac, en la que se aborda la persecución por ser judío, se empleaba un estilo tierno y la voluntad de cerrar heridas. Tengamos esto presente porque el título primero propuesto fue La cicatriz.

Para seguir la historia, se nos presentan contínuos flashbacks sin fundido en negro y con una luz cálida para recordar la familia del protagonista en contraposición con el tono frío del presente. Destaca la utilización de la música de François de Roubaix con un estilo que recuerda las composiciones de Charles Trenet.

Le elección de este castillo de Bruniquel obedecía al empeño de Enrico de querer rodar en el lugar donde se refugió su esposa y familiares durante la guerra y aunque la historia es ficticia hay puntos coincidentes con masacres nazis como la ocurrida en Oradour-sur-Glane een 1944.

Así pues, muy interesante revisar El viejo fusil y debatir sobre la violencia por cuenta propia. También es una oportunidad de poder ver a Philippe Noirett en uno de sus papeles, según él, más complicados ya que en la mayor parte del metraje está solo, llorando, gritando o ante escenas brutales.


10/11/2025

Samantha (Melville Shavelson, 1963)



Cineasta injustamente poco reconocido, la carrera de Melvlle Shavelson se caracterizaba por un cine comercial y popular dotado de gran ingenio en su técnica, quizá las protagonizadas por Sophia Loren Cintia y Capri o pequeñas joyas como Tu mano en la mía. Samantha es una comedia alegre y vistosa protagonizada por un Paul Newman en una de sus escasas incursiones en el género y junto a su mujer Joanne Woodward.

El director enseñó el guion a esta y le contestó: "Me encanta, es el guion más sucio que he leído", la actriz estaba harta de los papeles que le ofrecían hasta entonces como ama de casa o mujer insulsa, pero le pidió a su marido que protagonizara el filme para que tuviera éxito, a Newman no le convencía y ello provocó una gran bronca entre ellos, por suerte todo terminó con un final feliz y la pareja siguió junta sus más de 50 años casados.

Samantha (A New Kind of Love) contaba la historia de un periodista mujeriego y ocioso que se enamoraba de una modista que se dedicaba a copiar los vestidos de la gente rica para ofrecérselo a los pobres. La película jugaba con los equívocos de identidad, ironizaba sobre el mundo de la moda y las diferencias entre estadounidenses y europeos. El reparto incluía a la siempre magistral Thelma Ritter, un Maurice Chevalier autointerpretándose y una Eva Gabor que soltaba la frase de "La mayoría de los americanos no aben divertirse, En Europa hemos aprendido a no ser tan cohibidos, será por eso que todas las guerras empiezan aquí"


 

 Las críticas resaltaban ese argumento poco pretencioso, pero bien presentado, así en el ABC del 29-3-1964 leíamos: "Son obras que se ven con sonrisa, se gustan, se admiran y se olvidan. Películas perfectas, pero sin asidero, sin problemas de espíritu, literario o estético que obligue a discurrir o simplemente pensar"


El colorido era una de sus bazas más fuertes, como en toda obra de su director, empleaba una paleta
viva y un gusto por el rojo y el azul en las escenas nocturnas, aparte de ello jugaba con dividir la pantalla (técnica que se puso muy de moda en los 60 y que Stanley Donen había empezado a utilizar). Shavelson que era el escritor también del guion, era consciente de que este tampoco pretendía una reflexión filosófica para el público, así que se ingenió unas escenas oníricas a lo largo del metraje que resultan muy divertidas y en las que los dos protagonistas están sumamente divertidos, ahí vemos, entre otras, a él en bicicleta, jugando a fútbol americano o montado en carro. También va superponiendo imágenes y jugando con ella mucho antes de la Inteligencia artificial nos invadiera, con estas herramientas crea un montaje con un notable ritmo narrativo.

Uno de sus puntos más fuertes es la fiesta de las costureras en el día de su patrona Santa Catalina ahí sale Chevalier que se permite recordar algunas de sus canciones más populares incrementando el tono desenfadado y vitalista del filme, veremos a u  Newman también haciendo de él... Incluso esta acaba con un diálogo entre Woodward y la estatua de la santa.


Y un valor añadido es de ir viendo ese elegante vestuario que como casi toda producción Paramount corría a cargo de la mítica Edith Head y que fue nominado al Oscar, así como su banda sonora adaptada que contaba con un Frank Sinatra versionando el A New Kind of Love que daba nombre al título original y que fue uno de los mayores éxitos en 1930 de Maurice Chevalier. Precisamente era utilizada su letra para el eslogan que anunciaba Samantha como la película que adopta una nueva actitud sobre el amor.


BIBLIOGRAFÍA:

LEVY, Shawn: Paul Newman, la biografía, cap.13. Ed.Debolsillo, 2010, Madrid


30/10/2025

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del séptimo arte o aquellos que valoran sus elogios como parte de una moda pasajera, pero sea cual sea nuestra opinión, no cabe duda que visionar cualquiera de sus obras nos dará que hablar. El reportero (The passenger1975) se sitúa ya lejana en el tiempo de aquella trilogía de la incomunicabilidad (La aventura (1960), La noche (1961) y El eclipse (1962), para las generaciones que no habían nacido aun, reencontrarse con sus creaciones quizá nos permita un análisis sin prejuicios. 



   

 Ya por comenzar analicemos su título original The passenger. Locke, el personaje de Jack Nicholson, al tomar la identidad de Robertson se convierte en un pasajero en la vida de otra persona, con el cual intenta escapar de su propia vida con un fracasado matrimonio y una profesión que no le llena, se transita por una vida incapaz de controlar su destino, pasa a ser perseguido con la nueva identidad (la de un traficante de armas de una guerrilla africana). Intercambio de personalidades, evadirse de la existencia y la vida de paso serán temas que iremos viendo a partir de la relación que establece en el guion. 

 Por una parte, está la figura de Antoni Gaudí, en Barcelona visita el Palau Güell y La Pedrera, se subraya si estaba loco y su muerte acaecida por el atropello de un tranvía. Por otro lado, tenemos la situación política del país donde está cubriendo la información al principio. En un momento dado, muestra la escena real de un pelotón de fusilamiento militar. Todo ello contribuye a ir encontrando ese significado existencialista que tanto se analizó en la obra de su director, incluso la de querer ver más que él, pero eso pasa en las grandes películas y que nos permiten varias lecturas, incluso las más extravagantes. 


   

 La película en sí brilla en sus aspectos formales de principio a fin, ya el comienzo con ese desierto y esa planificación con los personajes que se van perdiendo en paisajes infinitos estableciendo planos de soledad y silencio y que desprenden vacío, calor y desesperación, nos damos cuenta enseguida del estado de desesperación del protagonista. Por otro lado, la fotografía de Luciano Tovoli es excelente y vemos especialmente esa Barcelona casi sin turistas con las Ramblas y sus tiendas de pájaros (muchos verán otro sentido al estar enjaulados...), el umbráculo del parque de la Ciudadela (aparición de Gustavo Re) o cómo retrata Mojácar (Almería) y el uso de las carreteras. 

 El reportero se estrenó en España en grandes salas aun, por una parte reunía a dos estrellas en su máximo apogeo, Jack Nicholson que acababa de interpretar Chinatown y Maria Schneider que acababa de saltar a la fama por El último tango en París (1972), pero que aqui habría que esperar hasta 1978 para poder ver el film. Su rodaje en Barcelona estuvo marcado por la polémica del secretismo y de la poca compenetración de su director con los periodistas, en el "Tele/eXprés" del 27-11-1973 se nos cuenta esto: "Antonioni no ha entendido a su personaje. Las exclusivas que hemos ofrecido a nustros lectores durante estos días han sido el fruto de un trabajo de lsrgas horas de espera de nuestros reporteros que como auténticos profesionales han sabido saltar la muralla que ha situado en torno a Antonioni, la cual ha culminado con malos tratos hacia nuestro periodista gráfico Nicolás y al cual un guardaespaldas que se hacía pasar por un "fotógrafo exclusivo" ha inmovilizado violentamente privándole de hacer unas fotos en plena calle." 

 Distribuida por la Metro Goldwyn Mayer y producida por Carlo Ponti, se le recortó bastante metraje que en el original eran unas cuatro horas. Decepcionó en el Festival de Cannes e incluso recibió algunos silbidos y la crítica la acogio con tibieza, como si estuviera cansada ya de él, así Ángel Fernández Tomás en La Vanguardia del 6-10-1976 escribía lo siguiente: "El reportero es una historia que en su línea argumental podría ser interesante, pero que Antonioni, cada vez más envanecido por su genialidad ha distorsionado, complicado y en suma, estropeado". Diego Galán, por ejemplo, cuestionaba sus películas: "La pobreza del cine del momento hizo ver a una hambrienta crítica en las películas de Antonioni una serie de resultados que estas estaban lejos de contener, posiblemente, un espejismo producido por la ambigüedad de las imágenes de Antonioni, permitía cubrir el enorme vacío del cine."  

Pero lejos de si nos gusta o no Antonioni, en El reportero hay dos cosas que no dejarán indiferentes y se recordará el film, la primera el travelling circular del final entre el exterior de una plaza y el interior de una habitación de un hotel donde la cámara llega a atravesar las rejas de una ventana (no lo vean si no quieren saber el final...) Y la otra es... la aparición de Joan Gaspart como conserje del Hotel Oriente.


21/10/2025

Recordando a Diane Keaton: Buscando al Sr. Goodbar (Richard Brooks, 1977)

 Amigos del No sin los títulos, reanudo el blog ya con normalidad a partir de la semana que viene. Mientras y como homenaje a Diane Keaton, permitidme que os vuelva a escribir el post que publiqué el año pasado sobre Buscando al Sr.Goodbar , una de sus mejores actuaciones y aun hoy en día una película desconocida para muchos, solo hace falta analizar la información sobre la muerte de la actriz estos días.


 


Aprovechando que se ha celebrado el Día internacional de la mujer y se han programado películas de distintas directoras o con temática femenina, voy a hablar de una invisible en plataformas y en televisión, aunque sí está en DVD, me refiero a Buscando al Sr. Goodbar de 1977, adaptación de la novela de Judith Rosner dirigida por Richard Brooks e interpretada por Diane Keaton. Ignoro los motivos de la “desaparición” de esta película, en su momento originó controversias y es posible que se vea políticamente incorrecta.



Brooks es de esos grandes nombres de la historia del séptimo arte no ya solo como director, sino como guionista, pasó de escribir a dirigir como antaño hicieran Wilder o Sturges para preservar la integridad de su obra, si nos fijamos en los créditos de sus filmes (ya saben que este blog se llama No sin los títulos…) aparece siempre el “Written for the screen”, su declaración de principios al espectador. Su faceta periodística le llevó a tratar temas entonces tabúes como la independencia de la prensa en El cuarto poder (1952), la delincuencia juvenil en Semilla de maldad (1955), el colonialismo en Sangre sobre la tierra (1957) o retratos femeninos en Con los ojos cerrados (1969) interpretada por la que fuese su tercera esposa Jean Simmons. Adaptó a varios escritores: Tennessee Williams: La gata sobre el tejado de zinc (1958), Dulce pájaro de juventud (1962),  Scott FitzgeraldLa última vez que vi París (1954), Joseph Conrad: Lord Jim (1965), Fiódor Dostoyevski: Los hermanos Karamazov (1958) o Truman Capote: A sangre fría (1967). Por lo tanto su nombre se adecuaba perfectamente para el tema de la película y darle el lenguaje cinematográfico adecuado a este best seller

Buscando al Sr. Goodbar describe a Theresa Dunn (Diane Keaton), la cual decide independizarse de su familia. Empieza ahí una doble personalidad que hace de ella una sensible profesora de niños sordos durante el día y una mujer que busca placeres nocturnos por los bares de la gran urbe. La novela había tenido bastante éxito y se promocionó con el eslogan de “Un best seller para mayores con reparos”. Sin embargo, el material partía de un caso real, el de Roseann Quinn, una profesora de escuela primaria asesinada en 1973 en Nueva York y que como el personaje de Diane Keaton tenía esa dualidad. Quien haya visto la película y lea su vida, comprobará que se han respetado bastante los hechos reales.

Brooks tuvo tanto empeño en querer llevar al cine esta historia que hasta hipotecó su casa para poder financiarla, el tema le servía de nuevo para enfocar y denunciar aspectos de la sociedad contemporánea y mostrar la cara más amarga. Su método, como buen periodista que era, fue el de diseccionar y vertebrar el personaje protagonista, llegó a entrevistarse con 600 mujeres que habían leído la novela de la cual introdujo algunos cambios como el de resaltar más el carácter cerrado y ultraconservador católico de sus padres, potenciar su faceta de profesora en una escuela de sordomudos, o darle más protagonismo al papel de su hermana Katherine.

Se trasladó la acción a 1976 (en una radio se oye un anuncio de la campaña de Jimmy Carter), quizá pueda pasar por alto este dato, podríamos pensar, un tanto ingenuamente, que era una manera de querer alabar el cambio político en EEUU y más por un director cercano al Partido Demócrata. Con la película ya avanzada, su hermana en un momento le recrimina a Theresa que no crea en nada y que ni siquiera fuera a votar, hay ahí lanzado un dardo envenenado a la política y es que Brooks no se casaba con nadie.

Diane Keaton ofreció una interpretación maravillosa, aquel mismo año había ganado el Oscar por Annie Hall, bien podía haberlo obtenido también por esta. Refleja perfectamente los estados de ánimo de su personaje, su mala relación con su padre queda patente ya sea a través de flashbacks (se nos muestra que fue operada de una escoliosis debida a una poliomielitis y arrastra una cicatriz desde entonces, el tema será retomado luego en una fuerte discusión con este por su negativa a tener hijos o pesadillas (sueña que va a verlo en su capilla ardiente, incluso llega a llorar, pero este se despierta y ofrece una sonrisa tenebrosa). Constantemente es despreciada por sus ideas liberales.

Otro vínculo reforzado en la película es el que tiene con su hermana Katherine (Tuesday Weld), tampoco encuentra su lugar en la vida y recurre al sexo en grupo, drogas, visionado de cine X…probablemente era el modelo perfecto para su padre, pero acabó fracasando su matrimonio, tiene que abortar a escondidas (se hacen bastantes referencias a este tema), llega a tener una relación con un hombre judío y esto también es aprovechado, aunque de manera más superficial, para mostrar la falta de compenetración entre religiones. Hay un momento que sorprende y es una buena trampa de guion en la que ella disfrazada apuñala a Theresa con un cuchillo de goma.

Y el tercer refuerzo que introdujo Brooks fue el de intensificar su vida de día como profesora de una escuela para sordomudos, hay un momento en que corrige el apellido de una alumna, pero le dicen sus compañeros que es que se pronuncia de esa manera, esto sirve también para que la veamos como una persona frágil que comete errores sin querer y sensible ante estos. Muestra mucho afecto hacia los niños y hasta consigue que una niña afroamericana marginada consiga hablar probablemente por el cariño mutuo...Estamos, pues, viendo dos personajes marginados por el sistema que se necesitan. Una de las mejores escenas es cuando ella un día llega tarde debido a que se ha tomado una pastilla para dormir y no tiene reparos en explicarlo, uno de los niños le suelta que no le cree ya que la han glorificado y les imposible que tenga problemas.

Y luego tenemos el esqueleto principal que son sus aventuras de noche, se nos presentan varios personajes, la lista ya había empezado con el del profesor universitario con el que consigue su primera relación sexual, pero que la va marginando, no se ve capaz de dejar a la que es su mujer y más bien la utiliza para satisfacer sus deseos. Entre toda esa gente que deambula por esos bares destaca el de Tony (un Richard Gere aun no muy conocido, con una sobreactuación en este caso bien trazada) del que hallamos pistas también de su condición psicológica, suelta una frase demoledora: “La cocaína sirve para ver a América amable”, a pesar de ser un personaje que recurre a la violencia al ser rechazado, muestra también una dualidad ya que también se preocupa por ella, incluso parece quererla de verdad. Hay un momento tenebroso en el que saca una navaja que se ilumina y va bailando delante de ella, otra trampa de guion que como el de Katherine antes mencionado presagia el final y también remarca el camino a la perdición de Theresa.

La introspección de esta que realiza Brooks llega al espectador, si se sigue con atención el metraje observamos la baja autoestima, su sentimiento de culpa, probablemente también que ella misma sepa que va a acabar mal…Me atrevo a decir que más que retratar a una perdedora, se decanta más por el de una persona discapacitada psíquicamente que no tiene hueco en esa gran urbe y en ese sueño americano que debería atenderla y ayudarla.

En el aspecto técnico, la realización de Brooks está cuidada, utiliza mucho los espejos donde se reflejan los estados de ánimo de los rostros y logra unos encuadres notables, lo visual destaca y más en un film nocturno y asfixiante. Hay cierto elemento también de suspense/terror como las dos escenas que he comentado y un final que en el cine tendría más fuerza y que deja la piel de gallina. Hay una estética setentera que algunos minusvaloran, pero es que tanto los hechos como el film son de esa década, nunca he entendido bien esas críticas. En los bares suena mucha música de esos años, supone un gozo algo extraño en una película dura, pero al menos escuchar toda esa banda sonora alivia algo, Magnífica fotografía de William A. Fraker mostrando todos esos rótulos luminosos de los locales en contraste con la oscuridad de la vida de noche y perdida de la protagonista.

 Y vamos con las controversias que había citado al principio, cierta crítica acusó la película nada menos que de moralista, antifeminista, homofóbica e incluso desde el otro lado de maniqueísta ya que los personajes masculinos que van apareciendo son todos negativos. En "El País" (1-4-78) Fernando Trueba escribía que era “una historia netamente edificante cuyo único fin parecía deprimir y luego moralizar.” Elvira Roca Sastre escribía en "Mundo Diario" (15-4-78): “Ignoro si Richard Brooks ha sido fiel al texto literario, pero en esta ocasión hubiera sido preferible dejar los logaritmos moralistas y encontrar un final sorpresa más original y homologado con la textura del filme.” Ruiz de Villalobos (19-4-78): “Un final moralizante -más aparente que efectivo- quita esa fuerza final que la película deja entrever a lo largo de su proyección

Evidentemente, no se tuvo en cuenta de donde partía todo el material y se ignoraba la historia antes mencionada de Roseann Quinn y su muerte, por lo tanto no había ninguna intención del director de querer castigar a esta mujer, se limitaba a seguir los hechos tal y como ocurrieron. El trabajo de Brooks podía ser puesto en cuestión por otros aspectos tales como quizá mostrar demasiado sexo explícito o haberse alargado demasiado (aunque ambas cosas creo que están bien tratadas). Por lo tanto, recomiendo el visionado de la película y conocer el material de donde se parte antes de lanzarnos a la piscina sin agua con nuestra valoración.

03/01/2025

Olivia Hussey: La Julieta inmortal




Justo al acabar el año se nos informaba de la muerte de Olivia Hussey, un nombre que para ciertas generaciones más jóvenes probablemente no les diga nada, pero para otras sea todo un referente y eso, a pesar de su escasa filmografía. Ella fue la inolvidable Julieta de la mítica adaptación de la inmortal obra de Shakespeare que Franco Zeffirelli dirigiera en 1968 y quizá la mejor actriz que se haya metido en la piel de ella, con solo 15 años la película reflejaba la verdadera edad adolescente de los amantes de Verona y en un contexto de finales de los 60 el film fue algo más que un símbolo de las libertades que se demandaban por entonces.

La actriz tuvo algunos otros papeles, aunque sin la repercusión de este, ahora que la Trece repite el Jesús de Nazaret que Zeffirelli dirigiera unos años después, se acordó de ella dándole el papel de María y sus dotes interpretativas eran bastante efectivas, lástima que no tuviera más oportunidades o prefiriera dedicarse más al teatro. La actriz había nacido en Buenos Aires (Argentina) un 17 de abril de 1951, se nacionalizó británica. Participó en películas de terror como Black Christmas (1974) o Muerte en el Nilo (1978), también la pudimos ver en el papel de Madre Teresa en Mother Teresa (2003).

Como ven, no hay demasiado, pero no por ello se la olvida, el Romeo (Leonard Whiting) en cambio pasó más desapercibido, aunque también recreaba perfectamente al personaje, ganó incluso el Globo de Oro al mejor actor revelación, pero tampoco quiso dedicarse mucho al cine. 

Como recuerdo a Romeo y Julieta, engancho este "post" que escribí hace algún tiempo y les vuelvo a recomendar que vean la película y que la descubran especialmente los más jóvenes que no tienen tanto acceso a ella ya que está prácticamente desaparecida de las plataformas.



Hay películas por las que uno siente un cariño especial, una es este Romeo y Julieta de 1968 dirigida por Franco Zeffirelli. Llegué a ella hace ya mucho tiempo a través de su banda sonora compuesta por Nino Rota, su tema de amor sonaba entonces mucho por la radio, hubo múltiples versiones instrumentales, una de ellas de Henry Mancini. Esas notas renacentistas con esos instrumentos de la época conseguían atraerte a la historia de la música y coger ventaja cuando nos la enseñaban de aquella manera en el Bachillerato.






Zeffirelli que fue ayudante de Visconti y un reputado director de ópera,  tuvo una filmografía algo irregular. Tras rodar esta, sufrió un grave accidente por la que estuvo apartado detrás de las cámaras varios años, su regreso al cine fue con aquel Hermano sol, hermana Luna que muchos no toleraron bien ya que tenía un una estética hippie y un mensaje ecologista que curiosamente la crítica de izquierda fue la que cargó más contra esta, aunque en el aspecto religioso, los sectores más progresistas la vieron con buenos ojos. 

Posteriormente  cosechó un gran éxito con la serie sobre Jesús de Nazaret  y que en cine se estrenó en una versión abreviada. Esta película también le llevó a ser detestado por otros que veían una película reaccionaria en contra de aquel Jesús que dirigiera Pasolini. El director buscó luego comercialidad dirigiendo un remake de El campeón de King Vidor, se la etiquetó como la película más lacrimógena de la historia, luego siguió En Estados Unidos rodando un drama adolescente titulado Amor sin fin que tuvo su éxito por la canción y que supuso el debut de Tom Cruise en un brevísimo papel, la película explotaba la entonces belleza y fama de la hoy olvidadísima Brooke Shields. 

El director se fue alejando del cine y rodó óperas y no volvió al cine hasta 1988 con El joven Toscanini, en 1990 se atrevió con una versión de Hamlet interpretada por Mel Gibson, la cual creo que no se trató muy bien en gran parte por culpa de la consideración hacia el actor, posteriormente sus películas no tuvieron el eco pretendido, ahí hay una versión de Jane Eyre interesante con el recientemente fallecido William Hurt, alguna producción para revisar cómo Té con Mussolini o aquella Callas Forever y poco más. En la web de Televisión Española hay una interesante entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano en el A fondo A fondo: Franco Zeffirelli | RTVE Play

Vuelvo a su Romeo y Julieta, de esas películas que si un día me pidieran una lista de títulos por las que pasé a ser un cinéfilo la pondría. A muchos nos sigue ocurriendo que cuando comentamos con alguien que escribimos de cine nos toman por vulgares, como si estuviéramos hablando de ir a tomar tapas o jugar con la consola, esto ocurre básicamente por la ignorancia que hay hoy en día respecto al séptimo arte y es que una cosa es cine y otra ver películas. El cine estaba llamado, y perdonen que use el pretérito, a ser la suma de las artes, de la música, la pintura, la literatura, la fotografía, el teatro, etcétera. Precisamente este Romeo y Julieta es la suma de todos estos componentes, la primera vez que la vi, sentí una afición indescriptible hacia lo que podía ser el cine, entonces no sabía mucho del mundo del celuloide, en el colegio no se nos enseñaba ni de aquella manera…

Creo que no hace falta ya decir, eso espero, que se trata de una adaptación del inmortal de William Shakespeare y coincidiendo que este 23 de abril falleció, he pensado que hoy podía rescatar esta película. Como también ya sabréis, ha habido otras adaptaciones, la más famosa entonces fue la que dirigiera a George Cukor en 1936 con un imposible Leslie Howard que contaba con 43 años y Norma Shearer con 34. La versión de Zeffirelli destacaba por sus dos intérpretes jóvenes, en el momento del estreno se publicitó con la frase de “la película de la juventud”, además estábamos en 1968 por lo que adquirió otras connotaciones que aumentaron la taquilla. 



No tenían ni 20 años los enamorados, ella era Olivia Hussey cuya carrera posterior contó con algún título de éxito aunque de secundaria y luego básicamente para televisión. Él era Leonard Withing que había trabajado en alguna producción Disney adolescente y que en teatro protagonizó el musical Oliver. Su carrera fue peor que la de ella, aunque al año siguiente logró también cierta fama haciendo un papel de Casanova de la mano de Luigi Comencini pero sus posteriores títulos en cine que pretendían convertirlo en galán fueron flojos y se dedicó al teatro. Pero no cabe duda de que fueron unos excelentes Romeo y Julieta y demostraban ya una madurez unida a la inocencia de sus edades, hubo problemas para mostrarles desnudos con la censura al ser menores de edad.

Pero aparte de la elección juvenil de los actores hay otra característica, no es teatro filmado, ni siquiera tiene una puesta en escena así, es un excelente escenario de cine. Grandes secuencias como el entierro de ella o la secuencia del balcón son imposibles de olvidar, los duelos entre Montescos y Capuletos, aquí son vistos como peleas callejeras entre burgueses del siglo XV, el vestuario es vistoso y la fotografía de Pascuale de Santis. excelente.

Tanto gustó que incluso Lawrence Olivier puso la voz en off, véanla y la comentamos.





21/11/2024

Una tumba al amanecer (Counterpoint, 1967)

 


El calendario nos marca que este 22 de noviembre es Santa Cecilia, la patrona de los músicos y como suele ser habitual aprovecho la ocasión para traer una película relacionada, en años anteriores hablé de Ensayo de orquesta o de aquella biografía no convencional de Chopin que dirigiera Jaime Camino, Un invierno en Mallorca.

Esta vez le toca el turno a Una tumba al amanecer (1967), traducción un tanto desafortunada de Counterpoint (Contrapunto) dirigida por Ralph Nelson (director que cité al hablar de El último homicidio e interpretada por Charlton Heston, Maximilian Schell, Kathryn Hays y Leslie Nielsen (sí, el teniente Frank Drebin de Agárralo como puedas)

El argumento es lo suficientemente atractivo, durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), una famosa orquesta sinfónica norteamericana, que está en Europa para entretener a las tropas aliadas, es capturada en el frente belga por los alemanes. Los músicos son trasladados como prisioneros a un castillo medieval, cuyo jefe es el General Schiller (Maximilian Schell), autoritario militar y gran melómano. Schiller le propone al director de la orquesta, el prestigioso concertista Lionel Evans (Charlton Heston), la posibilidad de salvar sus vidas a cambio de que interpreten para él un concierto exclusivo durante una reunión de altos oficiales alemanes. Sin embargo, los principios éticos de Evans le impiden doblegarse a la voluntad de un nazi. Su obstinación pondrá en peligro a todos los miembros de la orquesta.



El problema principal de la película es que muchos que se acercan a ella pueden quedar decepcionados, por una parte, se aleja del modelo tipo La gran evasión y hay cierta pretensión de querer mezclar aspectos del cine entonces de ensayo con la fórmula más comercial. Ya el título original nos daba una pista, pues ese “contrapunto” no deja de evidenciar lo que vamos viendo según avanza el metraje. Por otra parte, tenemos dos personalidades muy distintas, la del director de la orquesta y el general nazi, pero a la vez unidas por la megalomanía, el primer enfrentamiento entre ellos es el mejor, cuando van resaltando las características de sus nacionalidades.

Por otro lado, la película carece de exteriores incluso el tono mayoritario empleado es sombrío, hay una estética también de contraponer esa nieve con la oscuridad de ese castillo. Tampoco hay la utilización de cierto humor para descargar el dramatismo de la historia, hay momentos duros y densos. Las músicas están muy bien empleadas y consiguen mantenernos en suspense.

La película se inspira en una novela de Allan Sillitoe (que escribió tal y como recuerdan en varias ediciones la de Sábado noche, domingo mañana o La soledad del corredor de fondo), es una adaptación muy libre ya que esta se ambientaba en la Guerra Fría con un conflicto que involucraba a las tropas de una nación no especificada de Europa del Este. En el guion se contó con nombres más famosos en la televisión como James Lee (Raíces) o Joel Oliomsky (Kojak). Parece ser que este se reescribió varias veces sin tener en cuenta al director y ello puede ser la causa de cierta irregularidad en el ritmo narrativo.

Y es que no resulta fácil a partir de ese enfrentamiento inicial, conseguido como he dicho antes, ir repitiéndolo, pero cambiando de tono, algo así como estar escuchando una gran sinfonía con sus distintos acordes. Interesante, pues, trasladar lo que sería el lenguaje musical al cinematográfico.

Heston está inmenso, hasta se pasaba 5 horas diarias ensayando la quinta sinfonía de Beethoven, también escuchamos a Tchaikovsky, Brahms, Schubert o Wagner. Como “contrapunto” Maximilian Schell es un general germánico y fanático que quiere que los presos den un concierto solo para él y como otro “contrapunto” (de ahí el título original) hay el coronel de las SS que quiere ejecutar a los músicos sin remordimiento alguno.

Una tumba al amanecer acaba resultando una rareza, tan irregular como interesante de ver y que incluso se desconoce bastante en la filmografía de Charlton Heston. La verdad es que si quieren disfrutar de música clásica pues lo van a pasar bien y de paso aprovechar para reflexionar cómo el arte puede vencer los instintos más negativos de cada uno.

En aquel viejo verano (Robert Z. Leonard, 1949)

El bazar de las sorpresas es de esas grandes comedias que a pesar de ser navideñas, no suelen mencionarse entre los primeros títulos para e...