No sin los títulos de crédito
Un blog para la cinefilia que se queda hasta el final de los créditos.
30/10/2025
El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)
21/10/2025
Recordando a Diane Keaton: Buscando al Sr. Goodbar (Richard Brooks, 1977)
Amigos del No sin los títulos, reanudo el blog ya con normalidad a partir de la semana que viene. Mientras y como homenaje a Diane Keaton, permitidme que os vuelva a escribir el post que publiqué el año pasado sobre Buscando al Sr.Goodbar , una de sus mejores actuaciones y aun hoy en día una película desconocida para muchos, solo hace falta analizar la información sobre la muerte de la actriz estos días.
Aprovechando que se ha celebrado el Día internacional de la mujer y se han programado películas de distintas directoras o con temática femenina, voy a hablar de una invisible en plataformas y en televisión, aunque sí está en DVD, me refiero a Buscando al Sr. Goodbar de 1977, adaptación de la novela de Judith Rosner dirigida por Richard Brooks e interpretada por Diane Keaton. Ignoro los motivos de la “desaparición” de esta película, en su momento originó controversias y es posible que se vea políticamente incorrecta.
Brooks tuvo tanto empeño en querer llevar al cine esta
historia que hasta hipotecó su casa para poder financiarla, el tema le servía
de nuevo para enfocar y denunciar aspectos de la sociedad contemporánea y
mostrar la cara más amarga. Su método, como buen periodista que era, fue el de
diseccionar y vertebrar el personaje protagonista, llegó a entrevistarse con
600 mujeres que habían leído la novela de la cual introdujo algunos cambios
como el de resaltar más el carácter cerrado y ultraconservador católico de sus
padres, potenciar su faceta de profesora en una escuela de sordomudos, o darle
más protagonismo al papel de su hermana Katherine.
Se trasladó la acción a 1976 (en una radio se oye un anuncio
de la campaña de Jimmy Carter), quizá pueda pasar por alto este dato, podríamos
pensar, un tanto ingenuamente, que era una manera de querer alabar el cambio
político en EEUU y más por un director cercano al Partido Demócrata. Con la
película ya avanzada, su hermana en un momento le recrimina a Theresa que no
crea en nada y que ni siquiera fuera a votar, hay ahí lanzado un dardo
envenenado a la política y es que Brooks no se casaba con nadie.
Diane Keaton ofreció una interpretación maravillosa, aquel
mismo año había ganado el Oscar por Annie Hall, bien podía haberlo obtenido también
por esta. Refleja perfectamente los estados de ánimo de su personaje, su mala relación
con su padre queda patente ya sea a través de flashbacks (se nos muestra que
fue operada de una escoliosis debida a una poliomielitis y arrastra una
cicatriz desde entonces, el tema será retomado luego en una fuerte discusión
con este por su negativa a tener hijos o pesadillas (sueña que va a verlo en su
capilla ardiente, incluso llega a llorar, pero este se despierta y ofrece una
sonrisa tenebrosa). Constantemente es despreciada por sus ideas liberales.
Otro vínculo reforzado en la película es el que tiene con su
hermana Katherine (Tuesday Weld), tampoco encuentra su lugar en la vida y
recurre al sexo en grupo, drogas, visionado de cine X…probablemente era el
modelo perfecto para su padre, pero acabó fracasando su matrimonio, tiene que
abortar a escondidas (se hacen bastantes referencias a este tema), llega a tener
una relación con un hombre judío y esto también es aprovechado, aunque de
manera más superficial, para mostrar la falta de compenetración entre
religiones. Hay un momento que sorprende y es una buena trampa de guion en la
que ella disfrazada apuñala a Theresa con un cuchillo de goma.
Y el tercer refuerzo que introdujo Brooks fue el de
intensificar su vida de día como profesora de una escuela para sordomudos, hay
un momento en que corrige el apellido de una alumna, pero le dicen sus
compañeros que es que se pronuncia de esa manera, esto sirve también para que
la veamos como una persona frágil que comete errores sin querer y sensible ante
estos. Muestra mucho afecto hacia los niños y hasta consigue que una niña afroamericana
marginada consiga hablar probablemente por el cariño mutuo...Estamos, pues, viendo dos personajes marginados por el sistema que se necesitan. Una de las
mejores escenas es cuando ella un día llega tarde debido a que se ha tomado una
pastilla para dormir y no tiene reparos en explicarlo, uno de los niños le
suelta que no le cree ya que la han glorificado y les imposible que tenga
problemas.
Y luego tenemos el esqueleto principal que son sus aventuras
de noche, se nos presentan varios personajes, la lista ya había empezado con el del profesor
universitario con el que consigue su primera relación sexual, pero que la va
marginando, no se ve capaz de dejar a la que es su mujer y más bien
la utiliza para satisfacer sus deseos. Entre toda esa gente que deambula por
esos bares destaca el de Tony (un Richard Gere aun no muy conocido, con una sobreactuación
en este caso bien trazada) del que hallamos pistas también de su condición
psicológica, suelta una frase demoledora: “La cocaína sirve para ver a América
amable”, a pesar de ser un personaje que recurre a la violencia al ser
rechazado, muestra también una dualidad ya que también se preocupa por ella, incluso
parece quererla de verdad. Hay un momento tenebroso en el que saca una navaja
que se ilumina y va bailando delante de ella, otra trampa de guion que como el
de Katherine antes mencionado presagia el final y también remarca el camino a
la perdición de Theresa.
La introspección de esta que realiza Brooks llega al espectador, si se sigue con atención el metraje observamos la baja autoestima, su sentimiento de culpa, probablemente también que ella misma sepa que va a acabar mal…Me atrevo a decir que más que retratar a una perdedora, se decanta más por el de una persona discapacitada psíquicamente que no tiene hueco en esa gran urbe y en ese sueño americano que debería atenderla y ayudarla.
En el aspecto técnico, la realización de Brooks está cuidada, utiliza mucho los espejos donde se reflejan los estados de ánimo de los rostros y logra unos encuadres notables, lo visual destaca y más en un film nocturno y asfixiante. Hay cierto elemento también de suspense/terror como las dos escenas que he comentado y un final que en el cine tendría más fuerza y que deja la piel de gallina. Hay una estética setentera que algunos minusvaloran, pero es que tanto los hechos como el film son de esa década, nunca he entendido bien esas críticas. En los bares suena mucha música de esos años, supone un gozo algo extraño en una película dura, pero al menos escuchar toda esa banda sonora alivia algo, Magnífica fotografía de William A. Fraker mostrando todos esos rótulos luminosos de los locales en contraste con la oscuridad de la vida de noche y perdida de la protagonista.
Y vamos con las controversias
que había citado al principio, cierta crítica acusó la película nada menos que
de moralista, antifeminista, homofóbica e incluso desde el otro lado de
maniqueísta ya que los personajes masculinos que van apareciendo son todos
negativos. En "El País" (1-4-78) Fernando Trueba escribía que era “una historia
netamente edificante cuyo único fin parecía deprimir y luego moralizar.” Elvira
Roca Sastre escribía en "Mundo Diario" (15-4-78): “Ignoro si Richard Brooks ha
sido fiel al texto literario, pero en esta ocasión hubiera sido preferible
dejar los logaritmos moralistas y encontrar un final sorpresa más original y
homologado con la textura del filme.” Ruiz de Villalobos (19-4-78): “Un final
moralizante -más aparente que efectivo- quita esa fuerza final que la película
deja entrever a lo largo de su proyección”
Evidentemente, no se tuvo en cuenta de donde partía todo el
material y se ignoraba la historia antes mencionada de Roseann Quinn y su
muerte, por lo tanto no había ninguna intención del director de querer castigar
a esta mujer, se limitaba a seguir los hechos tal y como ocurrieron. El trabajo
de Brooks podía ser puesto en cuestión por otros aspectos tales como quizá
mostrar demasiado sexo explícito o haberse alargado demasiado (aunque ambas
cosas creo que están bien tratadas). Por lo tanto, recomiendo el visionado de la
película y conocer el material de donde se parte antes de lanzarnos a la
piscina sin agua con nuestra valoración.
03/01/2025
Olivia Hussey: La Julieta inmortal
Justo al acabar el año se nos informaba de la muerte de Olivia Hussey, un nombre que para ciertas generaciones más jóvenes probablemente no les diga nada, pero para otras sea todo un referente y eso, a pesar de su escasa filmografía. Ella fue la inolvidable Julieta de la mítica adaptación de la inmortal obra de Shakespeare que Franco Zeffirelli dirigiera en 1968 y quizá la mejor actriz que se haya metido en la piel de ella, con solo 15 años la película reflejaba la verdadera edad adolescente de los amantes de Verona y en un contexto de finales de los 60 el film fue algo más que un símbolo de las libertades que se demandaban por entonces.
La actriz tuvo algunos otros papeles, aunque sin la repercusión de este, ahora que la Trece repite el Jesús de Nazaret que Zeffirelli dirigiera unos años después, se acordó de ella dándole el papel de María y sus dotes interpretativas eran bastante efectivas, lástima que no tuviera más oportunidades o prefiriera dedicarse más al teatro. La actriz había nacido en Buenos Aires (Argentina) un 17 de abril de 1951, se nacionalizó británica. Participó en películas de terror como Black Christmas (1974) o Muerte en el Nilo (1978), también la pudimos ver en el papel de Madre Teresa en Mother Teresa (2003).
Como ven, no hay demasiado, pero no por ello se la olvida, el Romeo (Leonard Whiting) en cambio pasó más desapercibido, aunque también recreaba perfectamente al personaje, ganó incluso el Globo de Oro al mejor actor revelación, pero tampoco quiso dedicarse mucho al cine.
Como recuerdo a Romeo y Julieta, engancho este "post" que escribí hace algún tiempo y les vuelvo a recomendar que vean la película y que la descubran especialmente los más jóvenes que no tienen tanto acceso a ella ya que está prácticamente desaparecida de las plataformas.
Hay películas por las que uno siente un cariño especial, una es este Romeo y Julieta de 1968 dirigida por Franco Zeffirelli. Llegué a ella hace ya mucho tiempo a través de su banda sonora compuesta por Nino Rota, su tema de amor sonaba entonces mucho por la radio, hubo múltiples versiones instrumentales, una de ellas de Henry Mancini. Esas notas renacentistas con esos instrumentos de la época conseguían atraerte a la historia de la música y coger ventaja cuando nos la enseñaban de aquella manera en el Bachillerato.
Zeffirelli que fue ayudante de Visconti y un reputado director de ópera, tuvo una filmografía algo irregular. Tras rodar esta, sufrió un grave accidente por la que estuvo apartado detrás de las cámaras varios años, su regreso al cine fue con aquel Hermano sol, hermana Luna que muchos no toleraron bien ya que tenía un una estética hippie y un mensaje ecologista que curiosamente la crítica de izquierda fue la que cargó más contra esta, aunque en el aspecto religioso, los sectores más progresistas la vieron con buenos ojos.
Posteriormente cosechó un gran éxito con la serie sobre Jesús de Nazaret y que en cine se estrenó en una versión abreviada. Esta película también le llevó a ser detestado por otros que veían una película reaccionaria en contra de aquel Jesús que dirigiera Pasolini. El director buscó luego comercialidad dirigiendo un remake de El campeón de King Vidor, se la etiquetó como la película más lacrimógena de la historia, luego siguió En Estados Unidos rodando un drama adolescente titulado Amor sin fin que tuvo su éxito por la canción y que supuso el debut de Tom Cruise en un brevísimo papel, la película explotaba la entonces belleza y fama de la hoy olvidadísima Brooke Shields.
El
director se fue alejando del cine y rodó óperas y no volvió al cine hasta 1988
con El joven Toscanini, en 1990 se atrevió con una versión de Hamlet
interpretada por Mel Gibson, la cual creo que no se trató muy bien en gran
parte por culpa de la consideración hacia el actor, posteriormente sus
películas no tuvieron el eco pretendido, ahí hay una versión de Jane Eyre
interesante con el recientemente fallecido William Hurt, alguna producción para
revisar cómo Té con Mussolini o aquella Callas Forever y poco más. En la web de Televisión Española hay una interesante
entrevista que le hizo Joaquín Soler Serrano en el A fondo
Vuelvo a su Romeo y Julieta, de esas películas que si un día
me pidieran una lista de títulos por las que pasé a ser un cinéfilo la pondría.
A muchos nos sigue ocurriendo que cuando
comentamos con alguien que escribimos de cine nos toman por vulgares, como si
estuviéramos hablando de ir a tomar tapas o jugar con la consola, esto ocurre básicamente
por la ignorancia que hay hoy en día respecto al séptimo arte y es que una cosa
es cine y otra ver películas. El cine estaba llamado, y perdonen que use el
pretérito, a ser la suma de las artes, de la música, la pintura, la literatura,
la fotografía, el teatro, etcétera. Precisamente este Romeo y Julieta es la
suma de todos estos componentes, la primera vez que la vi, sentí una afición
indescriptible hacia lo que podía ser el cine, entonces no sabía mucho del
mundo del celuloide, en el colegio no se nos enseñaba ni de aquella manera…
Creo que no hace falta ya decir, eso espero, que se trata de una adaptación del inmortal de William Shakespeare y coincidiendo que este 23 de abril falleció, he pensado que hoy podía rescatar esta película. Como también ya sabréis, ha habido otras adaptaciones, la más famosa entonces fue la que dirigiera a George Cukor en 1936 con un imposible Leslie Howard que contaba con 43 años y Norma Shearer con 34. La versión de Zeffirelli destacaba por sus dos intérpretes jóvenes, en el momento del estreno se publicitó con la frase de “la película de la juventud”, además estábamos en 1968 por lo que adquirió otras connotaciones que aumentaron la taquilla.
No tenían ni 20 años los enamorados, ella era Olivia Hussey cuya carrera posterior contó con algún título de éxito aunque de secundaria y luego básicamente para
televisión. Él era Leonard Withing que había trabajado en alguna
producción Disney adolescente y que en teatro protagonizó el musical Oliver. Su carrera fue peor que la de ella, aunque al
año siguiente logró también cierta fama haciendo un papel de Casanova de la mano
de Luigi Comencini pero sus posteriores títulos en cine que pretendían convertirlo en galán fueron flojos y se dedicó al teatro. Pero no cabe duda de que fueron unos excelentes Romeo y Julieta y demostraban ya una madurez unida a la inocencia de sus edades, hubo problemas para mostrarles desnudos con la censura al ser menores de edad.
Pero aparte de la elección juvenil de los actores hay otra característica, no es teatro filmado, ni siquiera tiene una puesta en escena así, es un excelente
escenario de cine. Grandes secuencias como el entierro de ella o la secuencia
del balcón son imposibles de olvidar, los duelos entre Montescos y Capuletos,
aquí son vistos como peleas callejeras entre burgueses del siglo XV, el vestuario es vistoso y la fotografía de Pascuale de Santis. excelente.
Tanto gustó que incluso Lawrence Olivier puso la voz en off, véanla y la comentamos.
21/11/2024
Una tumba al amanecer (Counterpoint, 1967)
El calendario nos marca que este 22 de noviembre es Santa
Cecilia, la patrona de los músicos y como suele ser habitual aprovecho la ocasión
para traer una película relacionada, en años anteriores hablé de Ensayo de
orquesta o de aquella biografía no convencional de Chopin que dirigiera Jaime
Camino, Un invierno en Mallorca.
Esta vez le toca el turno a Una tumba al amanecer (1967),
traducción un tanto desafortunada de Counterpoint (Contrapunto) dirigida por
Ralph Nelson (director que cité al hablar de El último homicidio e
interpretada por Charlton Heston, Maximilian Schell, Kathryn Hays y Leslie
Nielsen (sí, el teniente Frank Drebin de Agárralo como puedas)
El argumento es lo suficientemente atractivo, durante la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945), una famosa orquesta sinfónica
norteamericana, que está en Europa para entretener a las tropas aliadas, es
capturada en el frente belga por los alemanes. Los músicos son trasladados como
prisioneros a un castillo medieval, cuyo jefe es el General Schiller
(Maximilian Schell), autoritario militar y gran melómano. Schiller le propone
al director de la orquesta, el prestigioso concertista Lionel Evans (Charlton
Heston), la posibilidad de salvar sus vidas a cambio de que interpreten para él
un concierto exclusivo durante una reunión de altos oficiales alemanes. Sin
embargo, los principios éticos de Evans le impiden doblegarse a la voluntad de
un nazi. Su obstinación pondrá en peligro a todos los miembros de la orquesta.
El problema principal de la película es que muchos que se
acercan a ella pueden quedar decepcionados, por una parte, se aleja del modelo tipo
La gran evasión y hay cierta pretensión de querer mezclar aspectos del cine
entonces de ensayo con la fórmula más comercial. Ya el título original nos daba
una pista, pues ese “contrapunto” no deja de evidenciar lo que vamos viendo según
avanza el metraje. Por otra parte, tenemos dos personalidades muy distintas, la
del director de la orquesta y el general nazi, pero a la vez unidas por la megalomanía,
el primer enfrentamiento entre ellos es el mejor, cuando van resaltando las
características de sus nacionalidades.
Por otro lado, la película carece de exteriores incluso el tono mayoritario empleado es sombrío, hay una estética
también de contraponer esa nieve con la oscuridad de ese castillo. Tampoco hay la
utilización de cierto humor para descargar el dramatismo de la historia, hay
momentos duros y densos. Las músicas están muy bien empleadas y consiguen mantenernos en suspense.
La película se inspira en una novela de Allan Sillitoe (que
escribió tal y como recuerdan en varias ediciones la de Sábado noche, domingo
mañana o La soledad del corredor de fondo), es una adaptación muy libre ya que
esta se ambientaba en la Guerra Fría con un conflicto que involucraba a las
tropas de una nación no especificada de Europa del Este. En el guion se contó
con nombres más famosos en la televisión como James Lee (Raíces) o Joel
Oliomsky (Kojak). Parece ser que este se reescribió varias veces sin tener en
cuenta al director y ello puede ser la causa de cierta irregularidad en el
ritmo narrativo.
Y es que no resulta fácil a partir de ese enfrentamiento
inicial, conseguido como he dicho antes, ir repitiéndolo, pero cambiando de
tono, algo así como estar escuchando una gran sinfonía con sus distintos
acordes. Interesante, pues, trasladar lo que sería el lenguaje musical al
cinematográfico.
Heston está inmenso, hasta se pasaba 5 horas diarias
ensayando la quinta sinfonía de Beethoven, también escuchamos a Tchaikovsky, Brahms,
Schubert o Wagner. Como “contrapunto” Maximilian Schell es un general germánico y fanático que quiere que los presos den un concierto solo para él y
como otro “contrapunto” (de ahí el título original) hay el coronel de las SS
que quiere ejecutar a los músicos sin remordimiento alguno.
Una tumba al amanecer acaba resultando una rareza, tan irregular
como interesante de ver y que incluso se desconoce bastante en la filmografía
de Charlton Heston. La verdad es que si quieren disfrutar de música clásica pues
lo van a pasar bien y de paso aprovechar para reflexionar cómo el arte puede
vencer los instintos más negativos de cada uno.
14/11/2024
Delirios de grandeza (La follie des grandeurs, 1971)
El próximo 16 de noviembre es el día internacional del
Patrimonio Mundial y este nos sirve de excusa para visitar entre otros la
Alhambra, pero podemos recurrir también, valgan las distancias, al cine. El
escenario ha servido para todo tipo de géneros, desde Violetas imperiales (1952) a
Simbad y la princesa (1958), y también comedias como Delirios de grandeza que comento hoy.
Primero de todo, hemos de fijarnos en su director Gérard
Oury (1919-2006), el cual comenzó como actor de teatro, pero en 1965 consiguió
un gran éxito dirigiendo Le corniaud (El hombre del cadillac) que popularizó a
la pareja De Funes-Bourvil, el segundo aparecía como un ingenuo buen hombre
capaz de creerse todo mientras el primero aquí hacía de malo (pero simpático,
gruñón y en el fondo otro buen hombre). Consiguió el favor del
público, pero aun sacaría más provecho en 1966 con La grande vadrouille (La gran juerga) un
titulo ya mítico del cine francés que se mantuvo durante tres décadas como la
película francesa más vista.
En 1969 rodó El cerebro, una comedia en su día popular y hoy
marginada en las programaciones, repetía Bourvil, pero no Luis de Funes, los
protagonistas eran Jean Paul Belmondo y David Niven. Cuando se pudo volver a
idear un guion con la pareja de Funes-Bourvil, murió prematuramente este y en
una cena del director con Simone Signoret le sugirió que contratara a Yves
Montand, aunque el actor ya tenía algo de experiencia en papeles cómicos en el
cine estadounidense, se amoldaron diversas partes de la historia.
Delirios de grandeza es una parodia del drama romántico de
Victor Hugo Ruy Blas, la acción se desarrollaba en España a
finales del siglo XVII. Ruy Blas, un plebeyo joven y pobre se vuelve
sirviente de un hombre poderoso que sufrió un ultraje a causa de la reina y juró vengarse. Utiliza al sirviente aprovechando su necesidad, pero sobre
todo, el amor que éste siente por la bella soberana.
El guion también firmado por Oury y por sus colaboradores
habituales en sus comedias como Danièle Thompson y Marcel Julian apostaban por
presentarla de forma cómica e incidiendo mucho en la estética del vodevil. Por
otra parte, Louis de Funes estaba en su salsa y le veíamos en plena acción con
sus muecas habituales y su voz de cascarrabias. Montand, en cambio, salía muy
bien parado de este retorno a la comedia, su personaje estaba muy bien
equilibrado y creíble, aunque el mayor problema era sustituir a Bourvil, algo
imposible, por lo que a pesar de los esfuerzos queda cierto regusto vacío.
A pesar de que alguno puede estar pensando por qué me pongo
a hablar de estas comedias, le diré que, entre otros, tuvo de seguidores a ni
más ni menos que a François Truffaut, el cual mandó una carta a Oury a raíz del
estreno de El hombre del Cadillac y le escribió que él amaba esa película. Por
otra parte, la cinemateca francesa exhibió un ciclo dedicado a De Funes hace pocos
años y sus películas se fueron remasterizando y recuperando. En España cabe
recordar que rompía taquillas (superó el millón de espectadores en su estreno en nuestro país), muchos lo veían como el Paco Martínez Soria
francés y cabe recordar que tenía ascendencia sevillana.
Precisamente Delirios de grandeza está rodada en España,
aparte de la Alhambra, podemos ver El Escorial, El cabo de Gata, el desierto
de Tabernas (Almería) o Toledo. Y en su reparto aparecen actores como Alberto
de Mendoza como el rey, una sucesión de “Grandes de España” compuesta por Don
Jaime de Mora y Aragón, Eduardo Fajardo, Antonio Pica, Joaquín Solís…Como
bailarina tenemos a La Polaca que acababa de rodar El amor brujo con Rovira
Beleta.
Cuando empieza Delirios de grandeza parece que estemos ante
el inicio de un western con sus diligencias, persecuciones, planos aéreos, una
música de Michel Planareff que parece sacada de un espagueti western...
Inevitable ya sonreír en los primeros gags y en escenas bastante conseguidas
como la procesión de Semana Santa, la bomba en el cojín o la escena inicial.
Sin pretensión alguna de ir más allá de lo cómico, sino simplemente (que ya es mucho) de pasar un rato de lo más entretenido y agradable, les recomiendo que vean Delirios de grandeza y fíjense también en cómo tomaron de modelo Las meninas de Velázquez para la configuración de los personajes. En el DVD que tengo aparece el siguiente comentario publicado en el ABC el 4 de mayo de 1972: "Un film gracioso, divertido, reconfortante, de lo que de vez en cuando nos hacen falta para desintoxicarnos de esa droga sutilísima que es la magnificación de la Historia."
07/11/2024
La primera de Eastwood: Escalofrío en la noche (Play Misty for Me, 1971)
La última
(y seguimos esperando que no lo sea…) película de Clint Eastwood a sus 94 años es
una magnífica noticia que todo cinéfilo debería disfrutar y de paso recordar su
filmografía, en sus inicios sus obras no estaban tan reivindicadas por la crítica
y su mezcla entre un cine de autor con el más popular tampoco era del todo
bien visto. Pero Eastwood comenzó con un producto más bien modesto y con cierta
pretensión que podía ser algo más que el enigmático héroe de esos westerns o su papel sin escrúpulos en
Harry el sucio. Me refiero a Escalofrío en la noche (Play Misty for Me) del año
1971.
Ahí interpretaba a Dave Garland, un locutor de radio de California en el que se dedicaba a poner discos dedicados, un día recibe la llamada de una mujer que se va repitiendo, decide conocerla, pero la rechaza, ella no parará en acosarle.
A mediados
de los 80, a raíz del éxito de Atracción fatal, la película se reivindicó y
salió de cierto olvido, muchos escribieron que el film de Adrian Lyne se había
copiado, no faltaban las similitudes. Pero como ya he dicho antes, Eastwood se
movía en un campo mucho más humilde entonces, pactó con la distribuidora
Universal un presupuesto menor y es que, a pesar de que ya era una estrella y tenía su propia productora, no
se creía demasiado en su aventura detrás de las cámaras.
Por una
parte había muchos clichés de la época, hay un afán para que no se note que
fuera una película de estudio, ya empieza él conduciendo por las costas
californianas y nos adentra en una atmósfera donde se contrastan diversos
tipos de luminosidad que refuerzan el estado psicológico de las situaciones. Es
magnifica esa recreación íntima en ese estudio de radio que definen al
personaje como solitario.
Por otro
lado, Eastwood intentaba que no se le encasillara como un personaje violento
que el público en su momento buscaba, su actitud ante el acoso de ella no es
agresivo, sin querer desvelar momentos, esto lo entendemos con una de las
llamadas que se producen en los momentos finales.
Durante el
metraje encontramos referencias a maestros como Hitchcock, está muy presente en
varias escenas o cierto uso de las tijeras o las escaleras. Pero él sabía bien
que si todo el rato era esto pues no se valoraría su obra, así pues hay también
una más que notable recreación del ambiente californiano y de ese Carmel que es
donde él años después fue alcalde, vemos muchos bares, carreteras,
lugares comunes…
Si bien
estas están muy conseguidas, por el contrario hay también la intención de
reflejar excesivamente su estado amoroso y en medio de todo ese suspense llega
un momento en que la película se pare y nos tomemos un respiro con la inserción
de toda una canción entera The First Time Ever I Saw Your Face cantada por
Roberta Flack en plan videoclip mientras los novios van paseando por el campo
en plan Love Story con los habituales tics del zoom y pantalla nebulosa.
Curiosamente
cuando esto se acaba, también la película pasa a ser por unos minutos como un
documental en el que presenciamos escenas del Festival de Jazz de Monterrey y
que ya nos anunciaban la que sería una de sus grandes aficiones, Una vez
pasados todos estos minutos extraños, la película vuelve a recobrar su fuerza.
Entre los
secundarios destaca la aparición de un Don Siegel que según se dice asesoró al
director, se cuentan también algunas bromas como que Eastwood le hizo repetir
once escenas y luego le mostró que no había película en la cámara.
Pese a sus
irregularidades y los defectos como los mencionados, es una más que interesante
ópera prima y que merece más consideración, creo que es de sus títulos menos
conocidos incluso por sus fans, algo que pasa con otras como Primavera en otoño.
En fin, disfrutemos de un gran cineasta y celebremos que siga en activo, aunque la Warner se haya portado tan mal con su "último" estreno.
31/10/2024
Don Juan, mi querido fantasma (1990)
Última semana de octubre, toca retrasar la hora del reloj, hay que renovar el armario, ponerse ropa de manga larga o dejar de ir a la playa. Todo ello ya nos lo iban anunciando esas calabazas tenebrosas de la noche de Halloween que en los últimos años han ido penetrando en nuestra sociedad y que no paramos de ver en los escaparates.
Pero los más clásicos tenemos otros signos que marcan el cambio de tiempo: las castañeras y su olor característico que tanto nos evoca, las visitas a los cementerios y recordar a nuestros seres queridos y por otra parte, claro está, ver alguna función del Don Juan Tenorio de Zorrilla...
Ya que las diferentes
cadenas de televisión no paran de repetir sus películas en poco espacio de tiempo, podría
cortar y pegar los artículos que en años anteriores escribí acorde con el
calendario: les hablé del día de los muertos de México en Macario (1960) o en Bajo el volcán (1983) y de una versión hollywoodiense del Don Juan en El burlador de Castilla (1948). Les paso los enlaces, de momento no me he contagiado y ofrezco
algo a mis lectores “nuevo”, en este caso una comedia simpática sobre el Don
Juan que dirigiera Antonio Mercero en 1990 y cuyo título era Don Juan, mi
querido fantasma.
La acción se desarrolla en Sevilla un 1 de noviembre de 1990 cuando Don Juan sale de su tumba, como
cada año, para redimir sus pecados y así poder salir del purgatorio.
Paralelamente, el actor Juan Marquina está ensayando una versión musical de la
obra. A partir de ese momento, sus dos mundos se unirán en un círculo de
aventuras, enfrentándose ambos donjuanes con la colaboración de cuatro mujeres
con influencia en sus destinos.
El propósito principal de
Mercero era el de entretener y que el espectador se riera, aun hace tres
décadas había un mayor conocimiento de este y el Halloween no nos había
llegado, aunque era evidente aquello de que los tiempos cambiaban: “Se ha
desmitificado bastante con el paso del tiempo, no tiene nada que ver con el que
dibujó Zorrilla. Si además lo pasamos todo por el tamiz del humor, que siempre
es un poco iconoclasta, tenemos una especie de caricatura del machista,
altanero, orgulloso y vanidoso que es Don Juan” decía a la prensa.
El Don Juan,
probablemente es uno de los grandes mitos patrios junto con Don Quijote, la
Celestina o Segismundo, Valle Inclán lo había esperpentizado en Las galas del
difunto con el personaje de Juanito Ventolera… Y en el cine teníamos una
versión paródica a cargo de un Douglas Fairbanks, aunque no de las más
recordadas del gran Alexander Korda.
Mercero ya se aproximó al
personaje en un espacio de TVE de media hora de duración, él que se definía
como un peregrino del cine (realizador de algún No-Do, documentalista, director
de spots, de series...) acababa de cosechar un éxito crítico con Espérame en el
cielo (también comentada en este blog) y se animó a pesar de tener proyectos de
series (ya estaba sobre la mesa realizar Farmacia de guardia) a una
comedia con un reparto coral en la que llamaba la atención la aparición de
actrices “almodovarianas” tan de moda entonces, así pues teníamos a Loles León
(curo rasgo más hábil es el habla, pero aquí se comunica paródicamente con
castañuelas), María Barranco (como la Doña Inés en la función), Rossy de Palma
o Verónica Forqué (como Inés en la vida real, cleptómana). “No son propiedad
de Almodóvar” decía en plan de broma el realizador que contó con Juan Luis
Galiardo, actor que había recuperado fama por su papel en la serie Turno de
oficio y que estaba en plena lucha paradójica para quitarse la etiqueta de
galán.
En el año de la
producción lo que era la comedia popular española no pasaba por sus mejores
momentos, sin embargo, esta consiguió una buena subvención, estábamos a las
puertas del 92 y se quería promocionar la cultura propia. El público reaccionó
con tibieza, no fue un gran éxito, pero tuvo su público. Se dijo también que
las coreografías flamencas eran para comercializarlas en el extranjero: “Es
un mito universal, tiene una gran fuerza de penetración en los mercados
internacionales, y el cine español necesita abrir fronteras para ser rentable”.
El guion, en el que además
del propio Mercero participó Joaquín Oristrell, nos mostraba que el falso Don
Juan era despreciable, tiranizaba a los miembros de la compañía, maltrataba a
su novia, se acostaba con todas, traficaba con cocaína… En cambio, el verdadero
era bueno y afable... En la obra de Zorrilla es Doña Inés la que redime al burlador, pero aquí era él quien salva la salud mental de ella.
El lado más grotesco del
filme y más de “españolada” venía representado con los chistes sobre los
atributos sexuales donjuanescos, la forma de tratar el tema del narcotráfico,
un par de policías algo atolondrados o la forma banal de tratar la psiquiatría.
La trama se construye como una obra de teatro, en el segundo acto asistimos a todo un vodevil con muchas puertas, camas y confusiones que agilizan bastante el metraje. De lo demás se ocupa el magnífico reparto que incluía a José Sazatornil “Saza” que se reunía de nuevo con el director después de su divertido personaje en Espérame en el cielo. Teníamos también a Luis Escobar, Antonio Gamero, Rafael Álvarez “el Brujo” o Pedro Reyes. Así pues, creo que visionarla estos días puede ser una forma simpática de reivindicar que el Tenorio vuelva por estas fechas también.
Para abrir boca ahí va ese especial de Don Juan que Mercero realizó en los 70 en TVE con mucho elemento kitsch propio del momento
El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)
La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...
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