28/03/2024

Centenario de Henry Mancini

 El próximo 16 de abril se celebra el centenario de Henry Mancini, me adelanto a tal efeméride y dedico la entrada del blog a una selección de sus obras. Nacido en Cleveland (Ohio), era hijo de un emigrante italiano del pueblo de Scanno. Ya desde pequeño se aficionó a la música (a los 12 sabía tocar el piano virtuosamente). Durante la II Guerra Mundial tuvo que servir en las fuerzas aéreas y en infantería, ahí hizo amistades con miembro de la banda de música que le permitieron incorporarse a la orquesta de Glenn Miller como arreglador musical y pianista. 

Tal faceta llamó la atención de los estudios Universal que le contrató para su equipo musical, durante varios años fue un compositor en la sombra de bastantes títulos sin que su nombre apareciera: Perdidos en Alaska (1952), Música y lágrimas (1953), La mujer y el monstruo (1954) Tarántula (1955). Uno de sus primeros grandes éxitos le vino de la televisión: el tema de Peter Gunn de la serie homónima y dirigida por Blake Edwards, inicio de un tándem inolvidable, la música se popularizó años después al ser utilizada como el tema de los "Blues Brothers". La influencia jazzística de su música sobresale:

   

En sus últimos años en la Universal su nombre ya aparecería y Orson Welles le llamó para Sed de mal, le pidió una partitura realista, el ya famoso plano secuencia inicial se le añadieron diferentes instrumentos de percusión y la utilización de un saxo en una melodía energética

   

Tras cerrar su etapa en la Universal consigue la que será su banda sonora más recordada Desayuno con diamantes, la colaboración con Blake Edwards seguía dando buenos frutos y aquí consiguió uno de los temas más famosos de toda la historia del cine con su "Moon River".

   

Se han contado muchas anécdotas sobre la canción, incluso que estuvo a punto de ser eliminada porque no gustaba a uno de los jefes de la Paramount y que fue la misma Audrey la que les dijo que antes de eso tendrían que pasar por encima de su cadáver, Mancini la escribió pensando en ella y se encontrarían en 4 ocasiones. Tanto la canción como la banda sonora ganaron el Oscar.  Pero no solo de "Moon River" bebía la película, ahí teníamos temas igualmente excelentes como el que llevaba el nombre de la película con su coro habitual perfectamente acopladas con la elegancia de las calles neoyorquinas.

   

Habrán notado que la música no sonaba igual que en la película, Mancini las volvía a grabar con algún que otro retoque para su posterior venta en los discos de entonces, aquí pueden escuchar cómo sonaba en la gran pantalla el tema:

   

Las colaboraciones con Edwards seguían y al año siguiente compuso dos: Chantaje a una mujer, filme que se salía de la línea de su director y que anticipaba el subgénero del "Psycho Killer" con títulos como Viernes 13, con su habitual toque jazzístico ofrecía una música que reflejaba el estado de la protagonista:

 

Y otro gran éxito conseguiría con la banda sonora de Días de vino y rosas y su tema inolvidable con el que ganaría el Oscar también:

   

La canción fue versionada por muchos, una de las menos conocidas fue la que hizo Lucho Gatica con la traducción en español un tanto metida con calzador, pero curiosa de escuchar :

   

Y para rematar, a Hawks no le convencía contratar a Tiomkin para Hatari y llamó a Mancini que consiguió otro de sus hits con el tema del elefante, todo hay que decirlo, este eclipsó al resto de su extraordinaria banda sonora e incluso sorprendió al mismo músico:

   

Su nombre ya era enteramente popular y Stanley Donen lo quiso para hacer una comedia de suspense a lo Hitchcock sofisticada y qué mejor música que la suya para Charada, el éxito fue tal que luego el maestro del suspense lo llamó para Frenesí, pero los tiempos habían cambiado y rechazó la partitura como veremos luego. Disfruten de  su tema principal:

   

Howard Hawks lo volvió a llamar para Su juego favorito, su propia revisión de La fiera de mi niña, partitura característica de su estilo, aunque de las menores:

   

Aquel año volvería a conseguir más fama con el comienzo de la saga La pantera rosa  con Blake Edwards, con solo la nota inicial ya nos viene a la mente tan simpático felino:

   


Dentro de la banda sonora teníamos también esta canción pegadiza, otro éxito del compositor:

   

Y al año siguiente vendría El nuevo caso del inspector Clousseau, Mancini creó otro tema con el que ya lo relacionamos enseguida:

 

La carrera de Mancini no paraba. ¿Se han dado cuenta cuántas músicas famosas llevamos ya? Ese mismo año vendría otra de las grandes comedias de Edwards, La carrera del siglo, todo un homenaje al cine cómico mudo, Mancini escribe otra de sus grandes partituras, primero en los créditos iniciales que recogían todos esos años del slapstick emotivamente:

 

Una de las mejores escenas fue el homenaje a la guerra de tartas de Stan Laurel y Oliver Hardy, el músico creó una divertida y pegadiza polka:

   

 Y luego teníamos este majestuoso vals:

   

En 1965 escribía la banda sonora de un filme de suspense con Jean Seberg dirigida por Mervyn LeRoy Moment a moment. El éxito que estaba teniendo era su mayor reclamo de cara a promocionar la película. Siguiendo el esquema del suspense a lo Hitchcock, es una película bastante olvidada:

   

En 1966 vuelve con Blake Edwards y escribe la música de ¿Qué hiciste en la guerra, papi?, otra partitura festiva y alegre como la anterior de La carrera del siglo:

  

Y ese mismo año, se reúne de nuevo con Donen para revivir el éxito de Charada con Arabesco, Mancini seguía inspirado y nos ofrecía esta obertura:

   

 En 1967 de nuevo Donen le reclama y juntarse nuevamente con Audrey Hepburn le lleva a una de sus más recordadas creaciones, la de Dos en la carretera, notas que reflejaban perfectamente el sentido de esa película tan llena de amargura como de esperanza, emotiva, triste y alegre a la vez:

   

y dentro de la banda sonora este tema de "Something for Audrey", su particular homenaje a la actriz:

   

 La colaboración con Blake Edwards volvía aquel año con una versión en cine de la serie de Peter Gunn:

   

 Aquel año el compositor volvía con una de suspense y también con Audrey Hepburn, la excelente Sola en la oscuridad de Terence Young, se utilizaba el piano doblemente para crear la sensación de terror unida al toque jazzístico característico de su autor:

   

 Llegamos a 1968, de nuevo el juntarse con Edwards le lleva a la gloria: El guateque, otra de sus creaciones más recordadas, desde esos créditos iniciales con ese instrumento hindú para reflejar a su protagonista Peter Sellers: 

 

En la película Claudine Longet cantaba esta bella canción "Nothing to lose":

 



Nos saltamos algunas y nos vamos a 1970 con tres grandes películas con su correspondiente y excelente banda sonora, Odio en las entrañas de Martin Ritt, perfecta fusión entre las melodías irlandesas y norteamericanas que daban un tema evocador y que constituye una de sus mejores bandas sonoras:

   

 Aquel año Vittorio de Sica le llama para componer la música de Los girasoles, su bello tema de amor, emotivo y triste, de nuevo disparó las ventas de discos:

   

 Otro gran tema de la película era “The search” donde utilizaba temas folclóricos propios del lugar armonizando una melodía de gran impacto emotivo:

   

Pero en aquel año de nuevo otra reunión con Blake Edwards le lleva a escribir un gran musical algo infravalorado y tachado de “acaramelado” con numerosas canciones pegadizas con buen ritmo, estamos hablando de Darling Lili. Entre otras destacaba el bello tema cantado por Julie Andrews "Whistling away the dark":

   

O el tema principal:

   


1971 será un año agridulce para Henry Mancini, por un lado inicia una colaboración con Paul Newman y compone para Casta invencible una música influida en el folk americano que se distanciaba de su estilo habitual:

  

Lo negativo vino cuando Hitchcock le llama para que escriba la música de Frenesí, el mago del suspense no paraba de darle vueltas al tema de la banda sonora a raíz de su desencuentro con Herrman en Cortina rasgada. Quería darle otro toque y pensó en el estilo de Mancini que había tenido excelentes resultados ya fuese en Charada o con un estilo más de suspense en Sola en la oscuridad. Al final su música fue rechazada porque la calificó de demasiado tétrica, algo que no entendería Mancini pues el director no objetó nada en los ensayos que se hacían. Los dos genios no se entendieron, no obstante, la relación de amistad siguió y Hitchcock le enviaba unos vinos franceses de alta calidad cada año. Escuchen la música original de Mancini:

   

Y aquí la que compuso finalmente Ron Goodwin:

   

 Mancini habla de esos años de cierta depresión al no encontrar la inspiración pasada, a pesar de seguir escribiendo buena música no lograba tener de nuevo un éxito (y es que tuvo tantos seguidos…) Sí que en 1972 consigue para televisión un tema pegadizo llamado "NBC Mystery Movie Theme" que introducía las series policíacas como McCloud, MacMillan y su esposa o Colombo:

 

 Tras varias películas, volvió a destacar su música con su marcha en El carnaval de las águilas (1975):

   

 Aquel año volvía con Blake Edwards y El regreso de la pantera rosa:

   

 Y al año siguiente con La pantera rosa ataca de nuevo donde se intercalaban en los créditos varios homenajes cinéfilos:

   

 Vendrían luego, entre otras, El expreso de Chicago (1977) divertida comedia a cargo de la pareja Gene Wilder y Richard Pryor que se reunía por primera vez y en que la música volvía a tener ese toque tan pegadizo de su estilo:

  

Seguían La venganza de la pantera rosa (1978) y una comedia bastante olvidada que convendría reivindicar: ¿Pero quién mata a los grandes chefs? con un sarcástico tema:

   

 En 1979 destaca su música de El estrafalario prisionero de Zenda, comedia de Richard Quine con malas críticas a cargo de un Peter Sellers en sus últimos años. Destaca el vals:

  

 Y también otro reencuentro con Edwards en la exitosa 10, la mujer perfecta. Quizá el "Bolero" de Ravel eclipsó su partitura, pero nos dejaba esta bella canción:

   

 Pasamos a 1980 donde compone la banda sonora de Condorman, una película de la Disney simpática protagonizada por Michael Crawford dando vida un patoso superhéroe, eran años donde las pomposas músicas de John Williams o de Jerry Goldsmith estaban al alza, Mancini también demostraba poder estar ahí:

 
 
Seguían las colaboraciones con Edwards en S.O.B. y especialmente en Víctor o Victoria su mejor banda sonora de esta última etapa y recompensada con el Oscar en un musical elegante y con una Julie Andrews espléndida:

   

 Y no hay que olvidar sus partituras televisivas aquel año, ahí encadenó varias que se hicieron populares como la de Remington Steele:

   

El pájaro espino:

 

U Hotel entre otras:

   

 Siguieron las colaboraciones con Edwards en la saga de La pantera rosa o en Mis problemas con las mujeres (1983) y con Paul Newman en Harry e hijo (1983) donde creaba un sentido tema principal:

   

 Si antes hemos hablado de Condorman, en 1985 compuso otra partitura sinfónica con una obertura espectacular y solemne. Hablamos de la película de terror Lineforce de Tobe Hopper:

   

 Se van sucediendo las colaboraciones con Edwards, si bien su música no tenía el suficiente protagonismo de antaño: El gran enredo y Así es la vida (1986), Cita a ciegas (1987), Asesinato en Beverly Hills (1988)... Entre ellas destaca la canción compuesta en Así es la vida:

   

 Entre estas hay su segunda colaboración con la Disney, se trataba de Basil, el ratón superdetective, una simpática película de animación cuyo nombre homenajeaba a Basil Rathbone que encarnó a Sherlock Holmes en numerosas ocasiones. Resulta uno de sus trabajos más infravalorados que convendría reivindicar:

   

En 1987 Paul Newman adapta la obra de Tennessee Willliams en El zoo de cristal y vuelve a llamar a Mancini que crea una partitura más sobria que de costumbre, bella e intimista:

   

En 1988 le ofrecieron otra de Sherlock Holmes, se trataba de Sin pistas con Michael Caine y Ben Kingsley.  Partitura desenfadada e irónica, fue de sus últimos grandes trabajos:




Siguieron ya las últimas colaboraciones con Edwards en Una rubia muy dudosa (1991) y El hijo de la pantera rosa (1993):

   

El 14 de junio de 1994 fallecía Henry Mancini debido a un cáncer de páncreas, aquel año se estrenó en España (En EEUU un año antes) Tom y Jerry la película con partitura suya y que sirvió de homenaje en nuestro país. Tenía un excelente ritmo y orquestación con su particular toque, demostraba que la inspiración seguía en su mente :


Y para acabar este homenaje, vean este corto divertidísimo de la pantera rosa con un simpático final:


21/03/2024

Historia de una monja (1959)

 


Si hace una semana analizábamos un perfil femenino confuso, retratado por un director independiente a partir de un "best seller" y que se basaba a la vez en un caso real (Buscando al Sr. Goodbar), esta semana repetimos esquema con Historia de una monja (1959) sobre la vida de Gabrielle van der Mal (Audrey Hepburn) vista por Fred Zinneman a partir de la novela homónima de Kathryn Hulme e inspirada en la vida de Marie Louise Habets.


Hulme la publicó en 1956 y ya rápidamente se tradujo a 12 idiomas (aquí traducida por Rafael Santos Torroella), la Warner se hizo con sus derechos y Zinnemann eligió a Audrey Hepburn para dar vida a la bautizada en la congregación como la hermana Lucas, hija de un cirujano de reputación que decide dejar su vida acomodada, ser monja y poder ir de misionera al Congo Belga. El guion fue de Robert Anderson, un dramaturgo y novelista del que se había llevado al cine hacía poco su obra Té y simpatía que traté en este blog. Contó en la dirección artística con Alexander Trauner (Los niños del paraíso, El apartamento), en la fotografía con Franz Planer que ya había retratado a la actriz en Vacaciones en Roma y posteriormente lo haría en Los que no perdonan, La calumnia y Desayuno con diamantes. La espléndida banda sonora sería de un Franz Waxman que hasta consiguió el permiso del Vaticano para inspeccionar sus archivos musicales, estudiar el gregoriano y crear unos temas que ayudan a entender la fe de ella y sus inquietudes.

Fue uno de los papeles por los que Audrey Hepburn sentía más cariño, la actriz era belga como la citada hermana y le tocó padecer también los horrores de la guerra, a ello se añade el paralelismo de ambas vidas cuando ella ya retirada del cine fue embajadora de la Unicef y visitó lugares del Tercer Mundo como Etiopía por lo que aun emociona más ver la película para todos los que la admiramos. Por cierto, la ex-hermana verdadera trató con la actriz y la ayudó cuando esta sufrió una caída del caballo que le rompió la espalda en el rodaje de Los que no perdonan.

A pesar de la calidad del filme y que hasta lograra la "Concha de oro" del Festival de San Sebastián, da la sensación de no ser de esos clásicos lo suficientemente valorados, a Fred Zinnemann se le ha criticado en varias ocasiones su estilo gélido y determinada pretenciosidad. Aquí se sirve de una austeridad narrativa en su primera parte para retratar lo que hay detrás de esas paredes del convento y penetrar psicológicamente en la vida religiosa. El director es muy respetuoso con esta, no hay intenciones críticas ni halagadoras, predomina incluso un aire como de documental, conmueven escenas que hubiesen pasado por alto con otro director como, por ejemplo, cuando le cortan el pelo, cabe recordar que Zinnemann empezó por este género y con éxito al ganar un Oscar por Benjy.




Puede chocar a más de uno el filmar con tanta minuciosidad la liturgia, pero de no ser así, la sensación sería distinta como para poder entender la dualidad de la hermana Luke y empatizar con ella. Me remito a la película de la semana pasada (Buscando al Sr. Goodbar) comentada ya que guarda un parecido, ahí había una intención clara de Brooks de retratar al personaje que encarnaba Diane Keaton mucho en los bares y enseñando con pulcritud a los niños en la escuela con detalles a primera vista insignificantes para conectar con el personaje.


La segunda parte en el Congo tiene un ritmo ya distinto, el personaje del doctor que encarna Peter Finch le da mucho juego, aparte que este le da un cinismo especial en contraste con la sensibilidad de la protagonista, al dilema de si prevalece en ella el ser enfermera antes de monja, se une el conflicto entre fe y ciencia. Es interesante observar detalles de cómo suena la campana en el convento y cómo en la misión, así como el juego cromático entre ambos lugares. Hay escenas también totalmente inolvidables como cuando vemos a ella trabajar con ese microscopio o la entereza cuando aborda su enfermedad, solo una actriz como Hepburn podía hacer creíbles sus roles y dotarles de la carga emocional requerida.


Creo que también hay el debate sobre si Historia de una monja es una película religiosa, la pregunta podría hasta parecer de Pero Grullo. Lo cierto es que es un retrato duro, pero realista de lo que significa
un tema tan complejo, y que las personas laicas no podemos tampoco entender del todo, como es la vocación religiosa. No hay nada de alegría en plan "Hermana Dominique" tocando la guitarra o Whoopi Goldberg con sus coros. Sin embargo, a pesar de las dificultades, la Hermana Lucas no pierde la fe. Reitero que Zinnemann no entra a valorar, creo que este uso no estereotipado de una monja hace de esta una de las películas donde mejor se trata a la religión (en este caso la católica) y se puede reflexionar sobre ella, resultan poco apropiados los comentarios que la tachan de todo lo contario.

Hay temas como el del padre misionero que había tenido una vida anterior con una misionera. La copia vista se presenta con un doblaje efectuado en 1984 para un pase en TVE. Deduzco, pero no puedo afirmar, que la censura cortaría algunas escenas como estas (Por cierto, la Hepburn es doblada por María Massip que años más tarde diera vida a la Madre Vicaria en Canción de cuna de José Luis Garci).

Por último, tenemos que partir también del material real, no fue el director el que decidió que ella colgara los hábitos, aunque sí nos regala un plano final tan bello como dramático en el que se refleja una mujer que a pesar de que había decidido lo que verdaderamente quería, seguiría sintiéndose fracasada.



13/03/2024

Buscando al Sr. Goodbar (1977)

 


Aprovechando que se ha celebrado el Día internacional de la mujer y se han programado películas de distintas directoras o con temática femenina, voy a hablar de una invisible en plataformas y en televisión, aunque sí está en DVD, me refiero a Buscando al Sr. Goodbar de 1977, adaptación de la novela de Judith Rosner dirigida por Richard Brooks e interpretada por Diane Keaton. Ignoro los motivos de la “desaparición” de esta película, en su momento originó controversias y es posible que se vea políticamente incorrecta.



Brooks es de esos grandes nombres de la historia del séptimo arte no ya solo como director, sino como guionista, pasó de escribir a dirigir como antaño hicieran Wilder o Sturges para preservar la integridad de su obra, si nos fijamos en los créditos de sus filmes (ya saben que este blog se llama No sin los títulos…) aparece siempre el “Written for the screen”, su declaración de principios al espectador. Su faceta periodística le llevó a tratar temas entonces tabúes como la independencia de la prensa en El cuarto poder (1952), la delincuencia juvenil en Semilla de maldad (1955), el colonialismo en Sangre sobre la tierra (1957) o retratos femeninos en Con los ojos cerrados (1969) interpretada por la que fuese su tercera esposa Jean Simmons. Adaptó a varios escritores: Tennessee Williams: La gata sobre el tejado de zinc (1958), Dulce pájaro de juventud (1962),  Scott Fitzgerald: La última vez que vi París (1954), Joseph Conrad: Lord Jim (1965), Fiódor Dostoyevski: Los hermanos Karamazov (1958) o Truman Capote: A sangre fría (1967). Por lo tanto su nombre se adecuaba perfectamente para el tema de la película y darle el lenguaje cinematográfico adecuado a este best seller

Buscando al Sr. Goodbar describe a Theresa Dunn (Diane Keaton), la cual decide independizarse de su familia. Empieza ahí una doble personalidad que hace de ella una sensible profesora de niños sordos durante el día y una mujer que busca placeres nocturnos por los bares de la gran urbe. La novela había tenido bastante éxito y se promocionó con el eslogan de “Un best seller para mayores con reparos”. Sin embargo, el material partía de un caso real, el de Roseann Quinn, una profesora de escuela primaria asesinada en 1973 en Nueva York y que como el personaje de Diane Keaton tenía esa dualidad. Quien haya visto la película y lea su vida, comprobará que se han respetado bastante los hechos reales.

Brooks tuvo tanto empeño en querer llevar al cine esta historia que hasta hipotecó su casa para poder financiarla, el tema le servía de nuevo para enfocar y denunciar aspectos de la sociedad contemporánea y mostrar la cara más amarga. Su método, como buen periodista que era, fue el de diseccionar y vertebrar el personaje protagonista, llegó a entrevistarse con 600 mujeres que habían leído la novela de la cual introdujo algunos cambios como el de resaltar más el carácter cerrado y ultraconservador católico de sus padres, potenciar su faceta de profesora en una escuela de sordomudos, o darle más protagonismo al papel de su hermana Katherine.

Se trasladó la acción a 1976 (en una radio se oye un anuncio de la campaña de Jimmy Carter), quizá pueda pasar por alto este dato, podríamos pensar, un tanto ingenuamente, que era una manera de querer alabar el cambio político en EEUU y más por un director cercano al Partido Demócrata. Con la película ya avanzada, su hermana en un momento le recrimina a Theresa que no crea en nada y que ni siquiera fuera a votar, hay ahí lanzado un dardo envenenado a la política y es que Brooks no se casaba con nadie.

Diane Keaton ofreció una interpretación maravillosa, aquel mismo año había ganado el Oscar por Annie Hall, bien podía haberlo obtenido también por esta. Refleja perfectamente los estados de ánimo de su personaje, su mala relación con su padre queda patente ya sea a través de flashbacks (se nos muestra que fue operada de una escoliosis debida a una poliomielitis y arrastra una cicatriz desde entonces, el tema será retomado luego en una fuerte discusión con este por su negativa a tener hijos o pesadillas (sueña que va a verlo en su capilla ardiente, incluso llega a llorar, pero este se despierta y ofrece una sonrisa tenebrosa). Constantemente es despreciada por sus ideas liberales.

Otro vínculo reforzado en la película es el que tiene con su hermana Katherine (Tuesday Weld), tampoco encuentra su lugar en la vida y recurre al sexo en grupo, drogas, visionado de cine X…probablemente era el modelo perfecto para su padre, pero acabó fracasando su matrimonio, tiene que abortar a escondidas (se hacen bastantes referencias a este tema), llega a tener una relación con un hombre judío y esto también es aprovechado, aunque de manera más superficial, para mostrar la falta de compenetración entre religiones. Hay un momento que sorprende y es una buena trampa de guion en la que ella disfrazada apuñala a Theresa con un cuchillo de goma.

Y el tercer refuerzo que introdujo Brooks fue el de intensificar su vida de día como profesora de una escuela para sordomudos, hay un momento en que corrige el apellido de una alumna, pero le dicen sus compañeros que es que se pronuncia de esa manera, esto sirve también para que la veamos como una persona frágil que comete errores sin querer y sensible ante estos. Muestra mucho afecto hacia los niños y hasta consigue que una niña afroamericana marginada consiga hablar probablemente por el cariño mutuo...Estamos, pues, viendo dos personajes marginados por el sistema que se necesitan. Una de las mejores escenas es cuando ella un día llega tarde debido a que se ha tomado una pastilla para dormir y no tiene reparos en explicarlo, uno de los niños le suelta que no le cree ya que la han glorificado y les imposible que tenga problemas.

Y luego tenemos el esqueleto principal que son sus aventuras de noche, se nos presentan varios personajes, la lista ya había empezado con el del profesor universitario con el que consigue su primera relación sexual, pero que la va marginando, no se ve capaz de dejar a la que es su mujer y más bien la utiliza para satisfacer sus deseos. Entre toda esa gente que deambula por esos bares destaca el de Tony (un Richard Gere aun no muy conocido, con una sobreactuación en este caso bien trazada) del que hallamos pistas también de su condición psicológica, suelta una frase demoledora: “La cocaína sirve para ver a América amable”, a pesar de ser un personaje que recurre a la violencia al ser rechazado, muestra también una dualidad ya que también se preocupa por ella, incluso parece quererla de verdad. Hay un momento tenebroso en el que saca una navaja que se ilumina y va bailando delante de ella, otra trampa de guion que como el de Katherine antes mencionado presagia el final y también remarca el camino a la perdición de Theresa.

La introspección de esta que realiza Brooks llega al espectador, si se sigue con atención el metraje observamos la baja autoestima, su sentimiento de culpa, probablemente también que ella misma sepa que va a acabar mal…Me atrevo a decir que más que retratar a una perdedora, se decanta más por el de una persona discapacitada psíquicamente que no tiene hueco en esa gran urbe y en ese sueño americano que debería atenderla y ayudarla.

En el aspecto técnico, la realización de Brooks está cuidada, utiliza mucho los espejos donde se reflejan los estados de ánimo de los rostros y logra unos encuadres notables, lo visual destaca y más en un film nocturno y asfixiante. Hay cierto elemento también de suspense/terror como las dos escenas que he comentado y un final que en el cine tendría más fuerza y que deja la piel de gallina. Hay una estética setentera que algunos minusvaloran, pero es que tanto los hechos como el film son de esa década, nunca he entendido bien esas críticas. En los bares suena mucha música de esos años, supone un gozo algo extraño en una película dura, pero al menos escuchar toda esa banda sonora alivia algo, Magnífica fotografía de William A. Fraker mostrando todos esos rótulos luminosos de los locales en contraste con la oscuridad de la vida de noche y perdida de la protagonista.

 Y vamos con las controversias que había citado al principio, cierta crítica acusó la película nada menos que de moralista, antifeminista, homofóbica e incluso desde el otro lado de maniqueísta ya que los personajes masculinos que van apareciendo son todos negativos. En "El País" (1-4-78) Fernando Trueba escribía que era “una historia netamente edificante cuyo único fin parecía deprimir y luego moralizar.” Elvira Roca Sastre escribía en "Mundo Diario" (15-4-78): “Ignoro si Richard Brooks ha sido fiel al texto literario, pero en esta ocasión hubiera sido preferible dejar los logaritmos moralistas y encontrar un final sorpresa más original y homologado con la textura del filme.” Ruiz de Villalobos (19-4-78): “Un final moralizante -más aparente que efectivo- quita esa fuerza final que la película deja entrever a lo largo de su proyección

Evidentemente, no se tuvo en cuenta de donde partía todo el material y se ignoraba la historia antes mencionada de Roseann Quinn y su muerte, por lo tanto no había ninguna intención del director de querer castigar a esta mujer, se limitaba a seguir los hechos tal y como ocurrieron. El trabajo de Brooks podía ser puesto en cuestión por otros aspectos tales como quizá mostrar demasiado sexo explícito o haberse alargado demasiado (aunque ambas cosas creo que están bien tratadas). Por lo tanto, recomiendo el visionado de la película y conocer el material de donde se parte antes de lanzarnos a la piscina sin agua con nuestra valoración.

06/03/2024

The player (El juego de Hollywood) (1992)

 




Ya que estamos en la semana de los Oscars, no va mal repasar alguna de esas películas que mostraban la otra cara de Hollywood, tal género nos dio grandes obras: El crepúsculo de los dioses (1950), Cautivos del mal (1952), Dos semanas en otra ciudad (1962)...La que hoy comento es The player (El juego de Hollywood) (1992) de Robert Altman, director que dijo sobre su film que no podría optar a tales premios, aunque al final tuvo tres nominaciones: él mismo, el guionista Michael Tolkin y el montaje.



 


 Altman fue de esos directores inscritos en el grupo de los independientes que buscaban una tercera vía entre el cine de las grandes productoras y el de los alternativos, querían más libertad y poder desarrollar su cine generalmente de presupuestos más bien bajos. Nacido un 20 de febrero de 1925 en Kansas City, solía mostrar una mirada irreverente a las instituciones, costumbres y debilidades de la vida americana. MASH (1970), una sátira antibelicista, fue su primer gran éxito de crítica y público, siguen otros títulos que sin lograr grandes resultados en taquilla eran muy bien recibidos por las clases intelectuales: una sátira surrealista con El volar es para los pájaros (1970), la desmitificación del western con Los vividores (1971), su incursión en el género negro también para darle otro enfoque, algo que aun no le perdonan ciertos amantes de este cine con Un largo adiós (1973), Ladrones como nosotros (1974), revisión de la novela de Edward Anderson llevada por Nicholas Ray en Los amantes de la noche (1948), etc. Pero es en 1976 con Nashville que consigue otro gran triunfo con esos 24 personajes deambulando por la capital de la música country y que reflejaba su visión de la América del momento, a ella le siguen títulos irregulares como Buffalo Bill y los indios (1976), la bergmaniana Tres mujeres (1977) o la comedia Un día de boda (1978).



 

 Pero su cine sufre un revés cuando cae en la garra de las grandes productoras y es que en 1980 acepta realizar una versión de Popeye nada menos que para la Disney que por entonces rodó varias en coproducción con la Paramount. El resultado fue un estrepitoso fracaso y el nombre de Altman cayó en desgracia ya que se consideró que había traicionado sus principios y tuvo que volver a la televisión donde había comenzado para seguir rodando, las películas que estrenaba en cine ya apenas tuvieron repercusión, se fue a vivir a París y estuvo también dirigiendo obras teatrales. Por eso, El juego de Hollywood suponía que su nombre volviera a sonar y recuperarse a pesar de su irregular carrera.

Altman, en medio de un humor negro y con aires de venganza, quiso rendir cuentas con el sistema que lo había apartado, aunque en más de una entrevista decía que no era un filme sobre Hollywood, sino que este se presentaba como una metáfora de la sociedad industrial. Para eso se sirvió de un guion de un no muy conocido Michael Tolkin, que había trabajado de editor de narrativa para la Universal y había escrito una novela en 1988 que reflejaba aspectos observados desde dentro, tal libro fue rechazado por varios ya que era demasiado hermético y se pensaba que solo podía ser entendido por los expertos. Altman sí creyó en este y tras varios retoques se puso manos a la obra.

El argumento gira en torno a Griffin Mill (Tim Robbins), un productor de Hollywood que recibe cartas amenazadoras que le envía un guionista al que rechazó. Intentan llegar a un acuerdo, pero tras una discusión lo mata, pero se enamora de su novia (Greta Scachi). Esta trama no deja de ser un “McGuffin” y que permite mostrar todos esos tejemanejes de la industria. Hay que fijarse especialmente en la acidez del director, el cual empieza la película con un plano secuencia de unos 8 minutos y nos va presentando a los personajes y frases y hechos que casi resumen la totalidad de lo que va a mostrar a continuación: ahí vemos a Buck Henry intentando que se acepte rodar una secuela de El graduado con una trama hilarante, más de un dardo se lanza a lo que son las mezclas de películas para exprimir ciertos éxitos, por ejemplo se promueve rodar una mezcla de Memorias de África y Pretty Woman, se reivindica a Orson Welles y se ataca la sucesión de planos, se alaba La soga de Hitchcock por estar rodada "sin cortes", y todo ello aderezado con frases como la que suelta el protagonista en una comida  “Hablemos de cosas que no sean Hollywood. Somos gente culta”.



 

  The Player es una película tan tramposa como eran las de Hitchcock y tan ácida como las de Wilder, Altman cuida estilísticamente todo el metraje, hay de todo: comedia, misterio, violencia, drama… Hay escenas brillantes como cuando Robbins llama a la novia del guionista delante de su casa y entabla esa conversación mirándola por la ventana sin que ella lo sepa o la de la comisaría con una muy divertida Whoopi Goldberg en su papel de detective.

El realizador intencionadamente se apunta al juego de la película comercial, reúne a 65 estrellas en cameos, muy entretenido el ir descubriéndolos, divertidísimo Bruce Willis autoparodiándose y la utilización de esa realidad/ficción para que cierto tipo de gran público acabe contento al abandonar la sala. Hay un momento que le hace decir a ese nuevo ejecutivo que El ladrón de bicicletas es cine de autor, pero que él habla de “cine normal”, precisamente esa marginación de los grandes estudios al primero y potenciar al segundo cambiando los finales y el debate de si el cine es arte o solo una industria  donde la cantidad prevalece sobre la calidad, abren una amarga reflexión que Altman pretende hacer llegar al espectador, a este le toca indagar verdaderamente cuál es el juego de Hollywood. 30 años hace ya de su rodaje, las formas han cambiado (especialemnte la irrupción de las plataformas y la desaparición de las grandes salas), pero el fondo sigue siendo el mismo por lo que sigue bastante vigente su denuncia.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...