29/05/2024

Tucker, un hombre y su sueño (1988)

 


Ya que estos días en el Festival de Cannes hemos vuelto a ver a Francis Ford Coppola y a George Lucas he pensado en hablar de una película que reunió a ambos, se trata de Tucker, un hombre y su sueño del año 1988. La carrera del director no iba bien, monumentales fracasos como Corazonada (1981) o proyectos que en su momento tampoco tuvieron la respuesta comercial esperada como Rebeldes (1983) o títulos más de autor con grandes divisiones en la crítica como Cotton Club (1984) o Jardines de piedra (1987). La sombra de El padrino resultó larga y su cine dejó de interesar al gran público.


A finales de los 80 pensó en rescatar un viejo proyecto, se trataba de la vida de Preston Tucker, quien diseñó en los 40 un nuevo coche de combustión interna dotado de un sistema de seguridad entonces revolucionario que incorporaba elementos luego imprescindibles como los frenos de disco o el cinturón. El temor de los otros fabricantes hizo que le acusaran de fraude y lo llevasen a juicio y aunque lo ganó, se arruinó y finalmente murió en 1958. “Tucker es una película que quería realizar (…). La llevo en el corazón por razones personales de familia. La vida y los ilusionados proyectos de Preston Tucker me tienen fascinado” comentaba.

El padre del director, Carmine Coppola, invirtió en acciones de Tucker y había llevado a su hijo a ver el tan llamativo coche, este conserva dos coches de los 51 que se fabricaron. Se dice que George Lucas tiene otros dos, el director de Star Wars le produjo la película ya que Coppola apenas la podía financiar, en su momento él le había  producido el American Graffiti (1973) cuando nadie creía en esta y fue una forma de agradecimiento de dos amigos que se habían distanciado. Aunque el nombre de Lucas suele ser mal visto por más de uno, hay que agradecer que pusiera dinero en una película que bien sabía que no iba a ser rentable. En EEUU apenas se vio, en España solo acudieron 210.413 espectadores, cifra pésima para una producción que había costado 24 millones de dólares.

El rodaje de esta fue en secreto según apunta la prensa de la época, Jeff Bridges fue el escogido para dar vida a Tucker, anteriormente había hablado con Burt Reynolds ya que, según él, se parecía físicamente (la verdad es que viendo las fotos originales, cuesta ver esa similitud). Destaca en el reparto un Martin Landau el cual conseguiría una nominación al Oscar, el año siguiente volvería a estarlo por su rol en Delitos y faltas (1989) de Woody Allen, un magnífico actor que tuvo que esperar hasta 1993 en obtener la estatuilla por Ed Wood con su inolvidable encarnación de Bela Lugosi. Encontramos también a un habitual del director como Frederic Forrest o un jovencito Christian Slater. Dean Stockwell también llena la pantalla metiéndose en la piel de Howard Hughes en una escena bastante sombría que se aleja del tono restante.

La fotografía corrió a cargo de Vittorio Storaro que se había revalorizado aun más al ganar el Oscar por El último emperador (1987), la cuidada decoración artística a cargo de Dean Tavoularis y Armin Ganz y el vestuario a cargo de Milena Canonero también estuvieron nominadas a la estatuilla preciada. Es una película muy cuidada en todos sus aspectos, la música corría a cargo de Joe Jackson y resultaba pegadiza.

Desde finales de los 60 hasta 1988 el director había pensado varias maneras de llevar a la pantalla tal historia, primero pensó en una comedia sin grandes pretensiones, luego ideó tratarla en plan Ciudadano Kane, después darle forma de musical, hasta mantuvo contactos con Leonard Bernstein, pero el fracaso de Corazonada hizo que no se atreviese, finalmente pensó en rodarla en plan muy clásico, con muchas influencias del cine de Frank Capra. Así Jeff Bridges es como un Gary Cooper en Juan Nadie luchando contra todos, un personaje muy quijotesco. “El talento creativo en mi país estalló con la II Guerra Mundial (…) Yo he querido librarme de la esclavitud de las grandes empresas de producción fundando mi propia productora” declaraba Coppola. No obstante, ya he mencionado que tuvo que recurrir a George Lucas, una película como esta en la que criticaba a su país, el capitalismo y dejaba en evidencia a las grandes marcas de coches de entonces apenas iba a ser promocionada

Enfático como es todo el film, presenta además muchas escenas familiares, la esposa está muy presente en los momentos más difíciles de él, la actriz Joan Allen aborda su papel con gran psicología de miradas y gestos, una buena contraposición al tipo de actuación de Jeff Bridges nerviosa en el buen sentido de la palabra y con mucho brío, en la versión original su tono de voz es siempre fuerte y animosa, con una sonrisa presente en casi todo el metraje, el guion recoge un hábil diálogo en el que ella le dice que tiene la sonrisa de Clark Gable. Como curiosidad, aparece el padre del actor, Lloyd Bridges, en el papel de un oscuro senador.

Quizá puestos a encontrar defectos, la pasión de Coppola hacia el personaje y sus coches le hace cruzar la línea roja de lo que es una biografía de una hagiografía. En lo que es la estética, ritmo y montaje esto no tiene efecto, pero podría pasar que el público más distante hacia el tema y la época no se viera reflejado por el mensaje final de que lo importante es tener éxito como persona, tener siempre fe en uno mismo, saber defender las ideas y la creatividad individual, aunque eso acabe pagándose con el fracaso.

En todo caso, Tucker es una película notable y optimista, quizá de lo mejor en esta etapa irregular de no saber encontrarse a sí mismo y contradecirse. Al cabo de un año tendría que rodar El padrino III para recuperar la confianza en el gran público que pasaba de largo con sus obras personales. 

23/05/2024

Roger Corman in memoriam: El cuervo (The Raven, 1963)

 



El pasado 9 de mayo fallecía Roger Corman a los 98 años, uno de los grandes maestros de la serie B. Tras rechazar ser ingeniero, se incorporó a la Fox como botones, luego fue lector de guiones y hasta agente literario entre otros oficios, su arte en rodar con escaso presupuesto y en pocos días le lleva a participar en la American International Pictures que habían fundado James H. Nicholson y Samuel Z. Arkoff (compañía a la que hicimos referencia hace unas semanas cuando hablé de Asesinatos en la calle Morgue), Él sería el principal productor cinematográfico de esta, consigue éxitos como La pequeña tienda de los horrores (1959) rodada solo en dos días y aborda todo tipo de géneros como el western, el cine prehistórico, la ciencia ficción, el cine negro y, muy especialmente, el terror. Según el IMDB son 59 las películas que dirigió y un total de 493 las que produjo. La editorial Laertes publicó en 1992 un escrito autobiográfico llamado Cómo hice 100 films en Hollywood y nunca perdí un céntimo.

Los más nostálgicos recordarán un ciclo en TVE con varias de sus películas hace ya varias décadas, estas pudieron rescatarse después a través del DVD y en alguna plataforma como Filmin hay una buena selección. Para homenajearlo he pensado en El cuervo que, si me permiten la broma, seguía la tendencia de titular películas que no tienen nada que ver con el mismo nombre: Cuando decimos El cuervo nos podemos estar refiriendo a una película de H.G. Clouzot de 1943 (Le corbeau) o a una magnífica muestra de cine negro con Alan Ladd y Veronika Lake que el distribuidor español decidió traducir como El cuervo al título original This gun for hire (1944). En Historias para no dormir, Narciso Ibáñez Serrador escogió el título de El cuervo para una biografía de Edgar Allan Poe, creador del poema homónimo publicado en 1845. Pero, para otros, El cuervo será la película donde Brandon Lee perdió la vida en el rodaje (The Crown, 1994), podría seguir con otras, pero mejor no cansar y ceñirme en las que supuestamente son adaptaciones de Poe, para ello nos vamos a 1935 cuando la Universal reúne a Karloff y a Lugosi en El cuervo (The Raven) inspirada en la obra de Poe de forma muy libre (casi que libertina).

 

Evidentemente, poco tenía que ver con el poema mencionado...En 1963 cuando Roger Corman está teniendo éxito con las adaptaciones de Poe, decide rodar El cuervo, pero tampoco es fiel al original, la película solo se abre con la lectura de la mitad del poema sobre unos planos fijos y la subsiguiente llamada de su cuervo en una de las ventanas de la casa del profesor Craven, más la frase del final, y es que tal composición no daba para una película larga, solamente encontrar algún que otro paralelismo y la atmósfera de este. El argumento es el siguiente:

Es el siglo XV, un hechicero, el doctor Erasmus Craven (Vincent Price), permanece inactivo desde la muerte de su esposa Leonore (Hazel Court), a la que todavía llora. Una noche se presenta ante él un cuervo que tiene la facultad de hablar y que asegura que es un mago, el doctor Bedlo (Peter Lorre), que ha sido transformado por un sortilegio del gran maestro Scarabus (Boris Karloff). Cuando Bedlo recobra la forma humana, le cuenta a Craven que en el castillo de Scarabus ha visto a una mujer idéntica a Leonore.


Conviene aclarar que Corman lo que hace aquí es principalmente una broma, ya se las podía permitir, él declaró que quería hacer un Poe que hiciera reír porque se sentía cansado de la serie de películas que estaba haciendo sobre él, subrayaba que “hay acentos de comedia en Poe de los que la gente no se da cuenta, porque no es tan bueno cuando escribe comedias”. Así pues de la mano de su guionista Richard Matheson se puso manos a la obra y consigue tal efecto.

En primer lugar reúne nada menos que a tres grandes como Vincent Price,  Boris Karloff y Peter Lorre cuyas actuaciones son autoparódicas, en todo momento está presente esa desmitificación de Poe e incluso del propio cine de Corman. Sin embargo, no faltan sustos como esa mano que toca el hombro de Price cuando va a ver la cama de su esposa o ya en plan más cómico cuando abre la tumba de su padre. Es inevitable reír cuando aparece ese cuervo con su peculiar voz pidiendo a Price los ingredientes tales como sangre de murciélago, jalea de arañas, cabellos de cadáver…


No obstante, y eso fue un gran acierto, la película tiene la misma atmósfera que un cuento de terror serio, a pesar del limitadísimo presupuesto está presente esa excelente factura técnica habitual en sus obras y una rápida ejecución que hace que se visione en un momento. Ya daba igual que el vestuario fuera de guardarropía, que viésemos el castillo descaradamente como un dibujo o que el escenario fuera el mismo que en otras de Corman. Lo que interesa en El cuervo es homenajear tal género y nada mejor que hacerlo riendo. Tal vulgarización hecha con cariño del poema de Poe se da presente de forma irónica también en el personaje de Leonore que nos la imaginamos en un principio de otra forma, pero que Corman y Matheson la describen como una esposa descolocada, infiel y oportunista.

Otro dato interesante es la aparición de un joven Jack Nicholson cuando aun no lo conocía nadie, pero que en la escena del carro ya nos ponía esa cara de loco tan característica después, casi es un fenómeno paranormal pues se estaba autoparodiando de lo que aun no había hecho. De todas maneras, para contentar al público que deseaba ver una cinta de terror verdadera tiene al final un enfrentamiento entre los tres magos con unos efectos especiales conseguidos y más sabiendo el escaso presupuesto del que partía.


Viendo El cuervo me ha recordado otra película parecida con el mismo guionista y terceto protagonista, aunque ahí el director era Jacques Tourneur, otro grande de la serie B, se trataba de La comedia de los horrores (o los terrores según la traducción) del año 1963 y también estaba muy presente el humor y la desmitificación. Corman tuvo mejores títulos como La caída de la casa Usher (1960), El péndulo de la muerte (1961) o La máscara de la muerte roja (1964).

16/05/2024

La culpa fue de Eva (1958)

 


Como bien sabrán, el próximo 18 de mayo es el Día internacional de los Museos, me puse a pensar en las películas rodadas en el Museo del Prado y aparte de documentales, encontré algunas como El pobre García (1961) dirigida e interpretada por Tony Leblanc (ya saben que siempre decía, incluso en su biografía, que nació ahí) donde daba vida a un inefable guía, Último chantaje del mismo año dirigida por George Marshall con Rita Hayworth y Rex Harrison de ladrones y paseando por los pasillos de este y ya décadas más tarde tenemos La hora de los valientes (1998) de Antonio Mercero, aunque mayoritariamente las escenas están rodadas en decorados. No hay demasiadas como ven, en el exterior encontraríamos más, sin embargo hay una que no se suele citar y es precisamente la que traigo hoy, se trata de La culpa fue de Eva (1958) o en su título original en italiano: Totò, Eva e il pennello proibito.


El nombre de Totò, que quizá más de uno lo asocia al niño de Cinema Paradiso, está actualmente olvidado injustamente, fue un importante cómico italiano nacido en Nápoles en 1898 y su nombre era Antonio Vincenzo Stefano Clemente, había empezado en el teatro de variedades y como comediante solía utilizar el dialecto napolitano ya que era la variedad que había conocido en la calle, su físico con su rostro de mentón largo, sombrero viejo, figura enjuta y dos ojos grandes con vista perpleja le daban un aire a lo Buster Keaton, en un principio se le comparaba mucho con él.

Pero fue tomando más forma en sus actuaciones un humor sarcástico, bastante atrevido para la época, el cine empezó a fijarse en él y en 1937 debuta con Fermo con le mani, eran películas muy locales, pero grandes de la comedia italiana empezaron a querer contar con él: Monicelli, Eduardo de Filippo, Mario Mattoli, De Sica o un tal "Steno" que es el director precisamente de la película de este artículo.

Tal apodo correspondía a Stefano Vanzina que empezó como caricaturista y con este firmaba sus dibujos, el antes mencionado Mario Mattoli viendo su habilidad le contrató como guionista y más tarde comenzaría como ayudante de dirección, precisamente su colaboración con Monicelli en varias que tenían de protagonista a Totò fueron sus mejores obras como Guardias y ladrones (1951) , Steno puso de moda incluir el nombre artístico del cómico en el título, de ahí surgieron Totò busca piso, Totò y el rey de Roma, Totò a color...Otros realizadores seguirían con el mismo esquema, incluso para los más curiosos había aquella que tras el éxito de Marcelino, pan y vino (1955) rodó con nuestro Pablito Calvo: Totó y Pablito (1958) (ahí llamada Totò e Marcellino).


La carrera de Steno no fue muy valorada posteriormente, aunque fue de los primeros en darle oportunidades a cómicos como Alberto Sordi en Un americano... de Roma (1954), sus películas tenían éxito, pero la crítica cargaba contra él por verlo demasiado comercial, títulos como Copacabana Palace (1962), Amor a la italiana (1966) El aventurero de la rosa roja (1968) figuran entre las más conocidas. Intentó, cuando pudo, realizar un cine diferente y así en 1972 rodó La policía agradece, un thriller que se llevó ni más ni menos que la Concha de plata del Festival de San Sebastián.  También ofreció a Bud Spencer papeles más serios, que aunque seguían siendo comedias, tenían un tono más serio: El super poli (1972), Puños fuera (1975) o Zapatones (1980), o la serie Big Man (1988) en la que interpretaba al detective Jack Clementi, pero también con él siguió con títulos más cómicos y famosos como Banana Joe (1982), pero como ya pueden intuir, este cine casi era innombrable para la crítica.


La culpa fue de Eva fue una coproducción italiana con Francia y España, reunía un reparto de los tres países, en lo patrio encontrábamos a José Guardiola que por aquel entonces había protagonizado una gran película negra llamada El cerco (1955) de Miguel Iglesias y había conseguido protagonizar, aunque en roles secundarios, coproducciones como Los amantes del desierto (1957) con Carmen Sevilla (película que luego se haría famosa cuando fue doblada por Tip y Coll en El asalto al castillo de la Moncloa (1978)), junto a ella también saldría en Aventura para dos (1958) de manos de Don Siegel. También encontramos a Pilar Gómez Ferrer, otra de nuestras grandes secundarias, que hace aquí de millonaria estadounidense en plan Margaret Dumont.

Como ven, no teníamos un gran protagonista aquí, aunque poníamos el escenario principal: el Museo del Prado y Madrid. En la parte francesa se contó con Louis de Funes (de ascendencia española) cuyo nombre estaba empezando a sonar bastante desde que Claude Autant-Lara le diera unos minutos en la popular La travesía de París (1956), aunque fue Yves Robert sobre todo quien empezó a popularizar su comicidad en Visto y no visto (1958), así que juntarlo con el ya reconocido Totò podía ayudar a que siguiera adelante su carrera e internacionalizarlo. Aquí no lo vemos tan expresivo como de costumbre, aunque ya encontramos características de su personaje, ahí estaba su torpeza habitual, su carácter regañón,  sus nervios…A Totò le impresionó su manera de actuar, especialmente las gesticulaciones que luego popularizaría aun más, se pensaba que estaba loco, el cómico italiano tenía una enfermedad por la que estaba perdiendo vista y al no verlo bien incluso se asustaba cuando hablaba. Los dos formaron un buen tándem, aunque evidentemente Totò era el personaje principal y De Funes aquí secundario, Steno los volvió a reunir en Los defraudadores al año siguiente.

Y para que la comedia tuviera su interés comercial faltaba una actriz que llamase la atención, se contrató a Abbe Lane que por aquel entonces era la esposa de Xavier Cugat (la cuarta que tuvo) y la cantante de su orquesta, el rodaje coincidió con una gira que el músico estaba haciendo por España, ella había trabajado anteriormente con Totò es Mi mujer es doctor (1957). Desde que formalizaron matrimonio y la popularidad que esto conllevaba, comenzó a tener papeles en westerns de serie B, luego comedias italianas, algún peplum, pero no consiguió grandes papeles, tras su divorcio en 1965 fue quedando en el olvido.


El germen de esta comedia, y creo que es interesante referirme a ello, está en la producción de Henry Koster de 1958 La maja desnuda que reunía ni más ni menos que a Ava Garder como la Duquesa de Alba y a Tony Franciosa como Francisco de Goya, ya saben que las lenguas viperinas decían que  había habido un romance, qué mejor oportunidad para los productores italianos que contar con capital hollywoodiense e intentar un gran éxito, pero España no quiso saber nada de esto, ni se rodó nada en nuestro país, incluso se prohibió la película y no fue hasta 1989 en un pase de TVE que se pudo ver. La popularidad de tal rodaje en Italia hizo que se quisiera estirar la cuerda con el tema de Goya y la Maja con una película cómica, algo frecuente en las películas de Totò como Totò y CleopatraTotò y Tarzán, Totò de Arabia, Tottò, Peppino y la Dolce Vita.


La culpa fue de Eva tuvo sus problemas también con la censura española, un metraje de 99 minutos fue reducido a poco más de 75, se cortaron todas las escenas que salía el cuadro con "La Maja" usando bikini, bañador, vestidos cortos…También se eliminaron curiosamente los momentos en que se ve el cuadro de "La maja desnuda" en el Prado, todo un disparate paranoico.

El argumento giraba en torno a un delincuente apodado el "marqués" (un magnífico Mario Carotenuto) que acababa de salir de la cárcel y decidía volver a las andadas, con ayuda de su compinche (Abbe Lane), que se hará pasar por su esposa. Ahora se trata de estafar y para ello pide a un copista (Totò) que plagie un cuadro de Goya, para convertirlo en la tercera "maja": "La maja con el camisón". Más tarde, un experto (Louis de Funès) creerá que se trata de la obra original, ya que está subyugado por la esposa del "marqués"...El guion estaba escrito por los habituales de las películas de Steno: Vittorio Metz y Roberto Gianniti, para acoplar los diálogos de De Funes en la versión francesa se contó con Jean Halain que sería también un fijo en sus posteriores comedias más populares. Otro nombre, aunque no acreditado en el guion, era el de Ruggero Maccari que había escrito grandes comedias con Totò como Guardias y ladrones (1951) o Miseria y nobleza (1954), participaría en grandes clásicos del cine italiano como La escapada (1961), Monstruos de hoy (1963), Perfume de mujer (1974) o Una jornada particular (1977)


Como ven el argumento era bastante ingenuo y de lo que se trataba era que hiciera reír, más que creerse la historia. Para ello, se producen bastantes confusiones lingüísticas entre el italiano y el castellano con el personaje de Totò que con su peculiar expresividad y mirada resultan graciosas, juega con los seseos, las confusiones de palabras, diálogos que hasta resultan surrealistas y que recuerdan a los de los Hermanos Marx. Una de las mejores escenas es cuando decide disfrazarse de torero cuando llega a Madrid porque piensa que así pasará inadvertido, pero es detenido por la Guardia Civil, Totò los señala y les dice que también ellos van disfrazados de generales, evidentemente estas secuencias fueron eliminadas en su momento en la versión española.

Desgraciadamente, al quedar tan reducido aquí el metraje se estrenó compartiendo cartel con otra película, por ejemplo en Barcelona junto con El valle de las mil colinas en el Cine Atenas de la calle Balmes (toda una doble sesión de cine de barrio auténtico). "La Vanguardia" del momento solo recogía información de esta última, mientras que de la película de Steno tan solo decía que era una cinta desenfadada y divertida que tenia como principal aliciente la figura serpentina de Abbe Lane y la intervención del bullicioso y pintoresco Totò. En Madrid fue al Lope de Vega de la Gran Vía.

A pesar de que Louis de Funes iría alcanzando una popularidad incluso mayor que la de Totò, especialmente en nuestro país, la película fue olvidada rápidamente, hubo que esperar a la llegada de las televisiones privadas que por aquel entonces programaban bastantes películas de los dos cómicos y muchos los descubríamos ahí, así Tele 5 la emitió un par de veces, pero en la versión reducida antes comentada. Resultaban curiosos, y más hoy en día, ciertos comentarios en la sección de críticas de cine en televisión, Ángeles Maso la describía así: "La escultural ex esposa de Cugat hubiera merecido que el pintor realizara una réplica de la Maja de Goya, desnuda, pero entonces el horno no estaba para bollos" (4-11-91)

Poco a poco se dejaron de emitir estas películas, pero llegó otra “resurrección” de estas con la llegada del DVD y así La culpa fue de Eva fue editada en DVD, al principio por una empresa llamada JV Imagen que distribuía la misma copia utilizada por el canal privado. Por suerte, tras unos años, fue distribuida por "La casa del cine para todos" que recuperó bastantes buenos títulos europeos en condiciones óptimas y nos ofreció la copia íntegra, se podían diferenciar claramente las partes mutiladas ya que no se doblaron de nuevo y se presentaban en versión original.

Recomiendo, pues, recuperar esta comedia, mantener en la memoria ese genio llamado Totò y ese gran cómico que fue Louis de Funes y que tantos buenos ratos nos hizo pasar, para algunos tales nombres les sonarán a reliquia, pero estas se guardan en los museos y se deduce que para ser expuestas (y vistas), aprovechemos tal día para desempolvar nuestros olvidos (y prejuicios) y tal vez más de una sorpresa habrá, seguro que por lo menos no podrán evitar alguna risa.

09/05/2024

Disparen sobre el pianista (Tirez sur le pianiste, 1960)

 


Esta semana volvemos a los centenarios y lo hacemos con alguien que casi los cumple en vida, se trata de Shahnourh Varinag Aznavourián Baghdasarian, más conocido por Charles Aznavour, cantante, compositor, actor, director, diplomático y poeta francés de origen armenio nacido un 22 de mayo de 1924 en Saint-Germain-des-Prés, (París, Francia). Tuvo el apodo de “El embajador de la chanson”, en la película que traigo hoy no cantaba (de hecho en el cine poco lo ha hecho), pero sí tocaba el piano, se trata de Disparen sobre el pianista de 1960, el segundo largometraje de François Truffaut y de los menos conocidos.



Fuente: Amazon

Ahí interpretaba a Charlie Kohler, antiguamente un gran concertista que trabaja ahora como pianista en un cabaret. Se las ha arreglado para ocultar a todos y mantener en secreto su misterioso pasado, pero, inesperadamente, aparece uno de sus hermanos pidiéndole ayuda. Truffaut como varios de los miembros de la "Nouvelle Vague" admiraba el cine negro estadounidense y quiso rendir homenaje a este, para ello adaptó una novela de David Goodis Down There, tal autor había sido llevado al cine varias veces, quizá la más conocida fue La senda tenebrosa (1947) de Delmer Daves, cuenta con títulos interesantes como Nightfall (1956) o The burglar (1957) de la que luego el cine francés haría un remake aquí conocido como El furor de la codicia (1971).

Si un año antes Truffaut asombraba a propios y extraños con Los 400 golpes, aquí sucedía todo lo contrario, la película apenas gustó, aunque era de las que más seguía el espíritu de la improvisación de la "Nouvelle Vague", no se le puede negar presentar un material que se alejaba de los estereotipos clásicos del género como esos gánsteres bastante chapuceros, torpes e incluso algo simpáticos en un principio o alejarse de la mujer fatal. Hay quien dice por ahí que Tarantino la tiene como referencia, pero dudo de la veracidad de tal afirmación ya que en una reciente entrevista trataba a Truffaut como un amateur muy torpe y lo comparaba con Ed Wood.

La verdad es que tal afirmación tampoco era tan gratuita, Tirez sur le pianiste es un film poco cuidado, aunque hay que tener en cuenta que esa “torpeza” está expresamente buscada y remarcada por lo que casi todo resulta paradójico. Ya el inicio del film nos conduce a una escena que no podía estar peor iluminada, de repente no vemos quién habla, quién corre, de pronto aparece un foco potente, una cámara nerviosa…Si no supiéramos que detrás estaba alguien como Truffaut pensaríamos que algún gracioso se había puesto a rodar... Pero poco a poco nos vamos adentrando en un filme 100% Truffaut cuando prácticamente todos los personajes empiezan a hablar de amor y el director recurre a esa ironía como cuando pone en boca de esos gánsteres que cuando se conoce a una mujer se deja de desearla, se sueña con verla partir y encontrarse solo, Aznavour entonces suelta una frase de su padre que decía que vista una ya se habían visto todas, lo que provoca una carcajada general.
 

 

Truffaut mostraba el personaje de Lena (Marie Dubois) con más personalidad que el de Aznavour, es más fuerte y animosa, exenta de sofisticación, aunque más que optar por un retrato psicológico de esta, prima ese sentido trágico de las relaciones imposibles, tema que perfeccionaría en siguientes películas. Por medio de flashbacks y una narración un tanto caótica se nos enseña el pasado de este Charlie Kohler que anteriormente había sido un importante pianista llamado Edouard Saroyan y la relación con su primera mujer Therese (Nicole Berger)


 

El espacio utilizado es imaginario, podemos pensar que son los EEUU o Francia, pero no faltarán esos paisajes nevados característicos en varias de sus obras, el propio director declaraba que se había inspirado en Jean Cocteau para llevar al límite su extravagancia y convertirlo en un cuento de hadas para adultos. Aquí, la verdad, me cuesta calificar así este film, sí bien lo conseguía en La sirena del Mississippi (con referencia incluso a la bruja de Blancanieves), aquí sería un esbozo. Viendo comentarios, encuentro que varios dicen que no saben muy bien lo que pasa en esta película y tienen toda la razón, cada vez que me enfrento a ella me pregunto si es un filme triste con episodios cómicos o un filme paródico con momentos trágicos. Pero, a pesar de ese aire gélido, tiene la misma sensibilidad que el resto de su obra y el mismo apasionamiento: ahí tenemos la escena del beso largo, casi a lo Hitchcock, contrapicados, planos como esos pasillos del hotel, luego retomados en La piel suave (1964), tomas psicológicas como ese dedo que va a pulsar el timbre, alguna que otra referencia a las migrañas (obsesión del director) o señalar la sensualidad de las manos.

Aznavour compone un personaje inquieto y tímido, una de las mejores secuencias es cuando va a buscar libros para vencer este problema, los seguidores del director ya sabrán que le gusta mostrar librerías y muchos títulos, no faltan tampoco referencias a revistas culturales. Y luego tenemos la música, aquí con un papel primordial, pero no solo por la temática, sino porque fue el primer encuentro con George Delerue, recomendado por el productor Pierre Braunberger ya que Truffaut no podía contar con Jean Constantine (que le había compuesto el inolvidable tema de Los 400 golpes), por aquel entonces el músico solo había trabajado en unos cortos y esta colaboración significaría uno de esos grandes binomios musicales de la historia del cine. Delerue puso la música una vez ya terminado el rodaje con mucho sentido jazzístico como había hecho Louis Malle con Miles Davis en Ascensor para el cadalso (1958), se añaden también canciones como esa "Framboise" del cantante Boby Lapointe con sus calambures


 

Tirez sur le pianiste es pues una película curiosa en todos los aspectos para profundizar más sobre François Truffaut y es de las mejores apariciones de Charles Aznavour en el cine, Truffaut lo seleccionó tras verle en su primer papel protagonista aquel mismo años en El paso del Rhin de André Cayette, aquel año sería prolífico ya que lo dirigiría Jean Cocteau en El testamento de Orfeo y Denys de la Patellière en el alegato antibelicita Un Taxi para Tobruk cuya banda sonora fue un éxito al incluirse una versión del villancico francés Les anges dans nos campagnes adaptando la letra y que él mismo cantó llamándola La Marche des Anges.


 

Su carrera fue bastante irregular, Las alimañas (1965) de Pierre Granier-Deferre fue de sus mejores papeles, aunque es una película poco vista y conocida hoy en día, vendrían luego participaciones en producciones con repartos internacionales como Candy (1968) de Chistian Marquand, éxitos comerciales como Los Libertinos (1970) de Lewis Gilbert, la adaptación de la novela de Agatha Christie Los diez negritos  (1974) o El asalto de los hombres pájaro (1976) de Douglas Hickox. De tanto en tanto se permitía un papel secundario en películas más de autor como El tambor de hojalata  (1979) de Volker Schlondorff o reunirse con Chabrol en Los fantasmas del sombrero (1982). Es evidente que como cantante tendría más fama y reconocimiento, quizá otros "colegas" como Maurice Chevalier o Yves Montand lograrían mejor equilibrio entre ambos artes, pero no por ello hay que olvidarse del cine en el que participó, no tan revisado como debiera .



02/05/2024

Fascinación (1976)

 



Hace unas semanas pude disfrutar de nuevo del visionado de Vértigo (1958) en una pantalla grande, fue en el Centro Lorca de Granada y a raíz del nuevo ensayo sobre el film (Ficción fatal) escrito por Manuel Arias Maldonado, el cual ofreció una charla amena tras la proyección. Me alegra que se siga escribiendo sobre ella y ojalá estas revisiones lleguen también a ese público que por unos motivos u otros apenas se acercan al mundo del cine clásico.

En los días siguientes, al preparar posibles temas para este blog, me vino a la mente aquella película de Brian de Palma (Obsession) que filmó en 1976 y que aquí se estrenó con el nombre de Fascinación ya que el título de Obsesión estaba registrado con aquella de Douglas Sirk.  En su día se la consideró, más bien peyorativamente, como un remake (algo que evidentemente no lo era), aunque otros tuvieron la sutileza de decir que era una relectura o un homenaje al clásico de Hitchcock.

Recuerdo que cuando la vi por primera vez hace ya bastante tiempo me llevé un chasco, no empatizaba con su pareja protagonista, me parecía todo demasiado artificioso, aquella inverosimilitud que Hitchcock sabía presentar como real, aquí para nada se daba, era pretenciosa y ya no hablemos del final. Sin embargo, sí que me encantó la banda sonora de Bernard Herrmann y lamentaba que el maestro del suspense acabase tan mal con el músico. 


Tampoco veía en Brian de Palma a un grande, consideraba que en su filmografía tan solo la adaptación de Los intocables de Elliot Ness (1987) era la que podía llegar a ser un posible clásico con el paso del tiempo, las otras eran simples divertimentos más o menos afortunados según el estado de ánimo (y benevolencia) del que las veía y que caerían en el olvido. Tal director era del grupo de los barbudos (perdonen la referencia, pero siempre me viene a la mente esos diálogos de Wilder y Diamond sobre estos en Fedora), ahí estaban Coppola, Spielberg, Lucas, Scorsese… Él tuvo que empezar rápidamente como independiente y no gozar del respaldo de los grandes estudios, su obsesión con Hitchcock ya estaba desde el principio con Hermanas (1972), luego realiza la que se ha reivindicado como su mejor obra: El fantasma del paraíso (1974), revisión de El fantasma de la ópera en clave pop que fue un fracaso comercial y por eso cuando rueda Fascinación le cuesta encontrar financiación.

Parece que la génesis de rodarla vino tras un pase en el que vio Vértigo con Paul Schrader y decidieron crear una historia que abordara varios de los temas que ahí se daban, aunque este último fue el que se encargó finalmente del guion. Por aquel entonces, su nombre estaba muy bien considerado, había firmado el guion de Yakuza (1974) y ese año le llegaría su momento cumbre al escribir el de Taxi Driver.

De Palma quiso cuidar todos los aspectos técnicos del film, fue ambicioso, contó con el director de fotografía Vilmos Zsigmond para que creara esa atmosfera onírica y necrofílica, pero sobre todo fue contratar a Bernard Herrmann que en un principio el productor George Lito no quería ya que este prefería a John Williams, por suerte cedió y aunque probablemente Williams hubiese hecho un buen trabajo, aquella atmósfera de recordar Vértigo no se hubiera dado. Herrmann estaba ya algo enfermo, se obsesionó también con este trabajo y más tras haber sido rechazado por Hitchcock a partir de Cortina rasgada (1966), aquí venía otra magnifica oportunidad de "vengarse" (algo que ya hizo con Truffaut cuando le pidió la partitura de La novia vestía de negro (1968) y salpicar con sus notas ese suspense atormentado) le salió una de sus mejores partituras, tan romántica como siniestra y oscura.


El problema pasaba a estar en el reparto y no conseguir grandes estrellas, pocas querían actuar en un filme con un director que no había arrancado aun. En los castings, Cliff Robertson se mostró muy abierto a querer participar y aunque no tenía el carisma de actores hitchcockianos como un Cary Grant o un James Stewart, por lo menos trabajaba bien. Más dificultoso era el papel de la actriz, evocar a esa Kim Novak era tarea más bien imposible, ahí incluso contratar a una estrella bien conocida hubiese resultado contraproducente al no darle la suficiente credibilidad. Al final la elegida fue Geneviève Bujold, una gran actriz canadiense sin tener la fama merecida y que se había lanzado internacionalmente interpretando a Ana Bolena en Ana de los mil días (1969), a pesar de los grandes elogios por su interpretación seguía participando en películas más bien anodinas. Y el tercer actor fue John Lithgow, que colaboró luego con el director y que era un buen contrapunto a ellos dos.

De Palma respondía a todo aquel que le acusaba de plagiar a Hitchcock diciendo que utilizaba su vocabulario con la esperanza de que sus películas superaran su influencia. Es evidente que el director utilizó toda su sabiduría cinematográfica para que la crítica aparte de mencionar obviamente a Hitchcock se fijase en sus habilidades. Utilizó un formato panorámico que le facilitaba en más de una escena mostrar implícitamente más de lo que parecía a simple vista, ello lleva a que cuando uno la vuelve a revisar encuentre aspectos que le habían pasado por alto y que vaya gustando más.


Ya el film empieza en sus créditos con la vista de la iglesia de San Miniato en Florencia, una basílica románica de 1018 en Florencia  y que vamos sabiendo que es donde la pareja protagonista se conoció y se enamoró, iremos viendo que tal imagen se irá repitiendo, ya bien en el pastel de boda o en el monumento lapidario de su mujer e hija. La película cuenta la historia de Michael Courtland (Cliff Robertson), un importante hombre de negocios de New Orleans, cuya mujer Elizabeth (Geneviève Bujold) y su hija de nueve años son secuestradas, accede a pagar el rescate, pero le recomiendan poner dinero falso, al darse cuenta ellos tras abrir el maletín huyen con las dos, y tras ser perseguidos por la policía, chocan y mueren todos. Muchos años después, durante un viaje a Florencia con un socio suyo (John Lithgow), encuentra a Sandra en la iglesia donde había conocido a su mujer, una joven que es el vivo retrato de ella.

Es evidente que una mala realización podía suponer el suicidio artístico de un De Palma que encadenaba fracasos comerciales, aunque su nombre ha sido tachado muchas veces de comercial hay una voluntad de querer hacer una obra de autor y hasta sorprende la valentía que tuvo aquí, los paisajes de Florencia no son los típicos de película turística, la vemos ocre, nebulosa, en parte hay una contraposición cuando sale New Orleans ahí fotografiada como blanquecina. En mi primera revisión que ya han leído que fue más bien desastrosa y yo siendo un adolescente aficionado aun no tenía en cuenta todos esos aspectos, no caí en eso. Esa Florencia tal y como la retrata tiene un extraño poder hipnótico que se acrecienta cuando la sigue por esas calles oscuras y algo tenebrosas. Hay también un extraño silencio que hasta si fuéramos más allá, como cuando se hace un análisis de Vértigo, podríamos estar pensando que tal vez se nos está narrando un sueño.

La actuación de Cliff Robertson, que es bastante fría e incluso distante, va ganando enteros con las revisiones, refleja bien las tres obsesiones que se reflejan a lo largo del film: Obsesión por la esposa muerta, por el amor verdadero y poder huir de ese sentido de culpabilidad. Se nos muestra como un hombre de negocios de clase alta, pero se diferencia porque no le obsesiona el dinero, incluso mantiene diferencias con su principal socio por no querer ceder un solar que le daría grandes beneficios. Estamos pues ante un hombre con una moral considerable, ahí tiene mucho que ver Paul Schrader en la construcción de este tipo de personajes, se irá produciendo un dilema cuando conoce a la viva imagen de su mujer que irá "in crescendo" y que mejor no sigamos hablando de este para no reventar el argumento.

El personaje de Sandra se considera católica, en un momento le dice que solo hace lo que dice el Papa cuando ya entrevé que le va a pedir el matrimonio, tiene una madre que enferma en un determinado momento y la han de ver al hospital, ahí hay otro guiño a Hitchcock, es de las escasas escenas con ese humor negro que tanto le caracterizaba, le pregunta a ella si su novio tiene dinero o si es de la mafia, y como ve que no le faltan recursos le dice que se case ya.

El ritmo pausado, pero intenso en su hora y media larga, solo cortado con la persecución de la policía y el pago del rescate, también nos ayuda a adentrar en ese mundo necrofílico, mientras la veía me recordaba en algunos puntos a La habitación verde  de Truffaut. De Palma aprovecha para mostrarnos bastante cultura y arte como el añorado director francés. Ella está restaurando una Madonna de Bernardo Daddi y le comenta que tras unas humedades se ha descubierto que fue pintada encima de otra y esto abre el dilema de si hay que destrozar toda una magna obra como esta para que se pueda ver la pintura original. Esto si estuviéramos en un cinefórum daría pie a un buen debate y de paso pues podríamos pensar si realmente hay que juzgar esta película por si sola o teniendo en cuenta la clara referencia del film de Hitchcock

En otro momento evoca ella a Dante y lo lleva al lugar donde traía a la modelo que tomaba como su Beatriz para que le inspirara versos, he aquí otro tema para reflexionar y evidentemente pensar si se puede enamorar de ella sin tener que recurrir a que lo hace para revivir el amor de su esposa muerta.

También me pasa que cuando he vuelto a revisar el film pienso en el título que se le dio aquí de "fascinación", el diccionario de la RAE nos indica que es "engaño o alucinación", en la otra acepción nos habla de "encantamiento, deslumbramiento, atracción, embeleso, seducción, sugestión". Si nos vamos a "obsesión" nos dice que es una "perturbación anímica producida por una idea fija". Aunque es palpable el problema psíquico del protagonista que no ha podido salir de esa depresión, la verdad es que me gusta seguir ese “romance” como si fuera una fascinación y no tanto un problema mental. Hay momentos, como cuando visita la iglesia por primera vez desde que falleció la esposa, que tienen como una magia, incluso van más allá del sueño, es como trasportarte a otras coordenadas tanto espaciales como temporales.

Otras escenas como esa mirada contemplando el monumento funerario, la cámara girando 360º y cuando vuelve al mismo punto es el mismo lugar tras quince años son un logro, así como también las evocaciones a Rebeca con el tópico de la habitación cerrada, su fijación por el cuadro del anterior matrimonio, la lectura de la prensa, ese extraño coito no realizado y tan enigmático... Tenemos más homenajes a Hitchcock, encontraremos elementos de Recuerda, Crimen perfecto, Psicosis

Es posible que más de uno vea descaradas las trampas de guion y esgrima también la inverosimilitud, pero quizá enfrentarse a Fascinación requiere que aceptemos al menos parte de las reglas del cine y nos dejemos sumergir en todo ese mundo que al fin y al cabo no deja de ser también una evasión de nuestra propia vida.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...