El fabuloso mundo del circo vuelve por Navidad

 



Paseando estos días por mi ciudad natal Barcelona de nuevo he de agradecer el regalo visual que supone ver el Circo Raluy en el puerto y que aparte de sus notables espectáculos, nos evoca aquella última superproducción de Samuel Bronston de 1964 El fabuloso mundo del circo dirigida por Henry Hathaway y que contaba con John Wayne, Claudia Cardinale y Rita Hayworth. Una de las escenas más espectaculares se rodó precisamente en el puerto de Barcelona, aquella en la que se hunde el barco después de ser recibidos por el alcalde, papel que interpretaba José María Caffarel y en la que se necesitaron 600 extras. Otro escenario de la ciudad fue el Gran Teatro del Liceo, aquí convertido en la pista del Circo de Hamburgo.


Otras ciudades españolas que acogieron el rodaje fueron Madrid (El Parque del Retiro que se convirtió durante unos días en los Campos Elíseos de París), Aranjuez, Toledo, Chinchón, etc. La película es probablemente la que más se acerca a la reina de todas que fue El mayor espectáculo del mundo (1952) de Cecil B.DeMille con Charlton Heston y que originó un subgénero con películas destacables ambientadas en este mundo como Trapecio (1956) y otras que con el tiempo han caído en el olvido como El gran circo (1959) de Joseph M. Newman que contaba con Victor Mature como protagonista  o El gran espectáculo (1961) de James B. Clark al servicio de Esther Williams ya en sus años decadentes.

El proyecto tuvo sus problemas, Bronston necesitaba dinero, su anterior trabajo La Caída del Imperio Romano no había tenido la recaudación esperada, para ello necesitó que un gran estudio le financiara parte del rodaje, fue la Paramount quien pagó la mitad exigiendo que saliese John Wayne. El proyecto iba a ser dirigido por Nicholas Ray, pero estaba mal de salud, por lo que Bronston recurrió a Frank Capra por el que sentía una gran admiración, pero Wayne impuso que fuese Henry Hathaway, se cuenta que él le preguntó a Capra porque no la rodaba y le contestó: “No me marcho. Huyo”. El guion original de Ray fue reescrito varias veces y hasta intervino Ben Hecht entre otros. Ese desorden se nota algo, creo que el personaje de Richard Conte queda algo desdibujado en la parte final, pero en líneas generales sale una buena película, aunque no al nivel de la de DeMille.

El circo que vemos es el alemán de Franz Althoft, 255 técnicos y 350 artistas se pusieron a disposición de la película en los 5 meses que duró el rodaje y para ello tuvieron que vestir a la manera de principios del siglo XX ya que se ambientó en ese tiempo. Curiosamente, quien se encargó de coordinar las escenas circenses fue el hijo de Frank Capra asesorándolo el escritor y dramaturgo Alfredo Marqueríe.

Aunque siempre salen a relucir los problemas de Rita Hayworth con el alcohol y que más tarde se supo que ya empezaba a desarrollar la terrible enfermedad del Alzheimer o que la película por desgracia acabó siendo la última de Bronston, hay otros recuerdos más agradables y ya que estamos en estas fechas vamos a recordarlos:


Los aficionados a los payasos verán en la película a uno de los mejores de la historia, estamos hablando del clown Max (Max Van Embden), antiguo compañero del gran Grock que había fallecido tres años antes y que fue contratado para que contribuyera con su cómico talento a un número con Claudia Cardinale. Aquí adoptó el maquillaje de albayalde, sombrero puntiagudo y amplios pantalones.

El Circo de Althoft actuó, coincidiendo con el rodaje, aquellas Navidades en el Palacio de Deportes de Madrid y participó en la Cabalgata de Reyes. Coincidió también por esas fechas un homenaje al mítico locutor Bobby Deglané en el Circo Price y Bronston le envió de regalo la silla utilizada por Rita Hayworth que fue sorteada entre los asistentes. El productor también donó una leona al zoológico (emplazado entonces en La casa de las fieras del Retiro), la cual no fue nada fácil llevar.

La interpretación de Claudia Cardinale fue muy alabada, hasta tal punto que el Circo Orfei de Italia le dio el premio de "Clown del año".

En Aranjuez, se preparó un pastel de repuesto para una escena, este fue enviado por expreso deseo de John Wayne y Henry Hathaway a un asilo de huérfanos, tres de las monjas del lugar se presentaron al día siguiente para obsequiarles con unos pañuelos con las iniciales de sus nombres bordadas.

Las Navidades coincidieron con el rodaje como he citado anteriormente, aquel año John Wayne, su mujer Pilar y sus hijos pasaron las fiestas en La Moraleja en las afueras de Madrid, comieron juntos con el director Hathaway y varios miembros del reparto como Richard Conte y John Smith. Rita Hayworth las pasó en la capital junto a sus hijas que llegaron expresamente de EEUU. Claudia Cardinale marchó a Roma para volver al cabo de dos días, mientras Lloyd Nolan y su mujer se dejaron ver por las calles madrileñas filmando muchos lugares para un documental televisivo.

Como ven, una película con muchos recuerdos navideños, con una melancolía agradable y que puede ser una buena opción recuperarla para estos días.

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