Monsieur Verdoux (1947) o Monsieur Charlot
Cada 16 de abril se recuerda el nacimiento de Charles Chaplin, quizá no seamos ya tantos, pero es una buena oportunidad de reivindicarlo para que, quizá en un futuro, vuelvan a ser, por lo menos, algunos más. Y aprovechando la efeméride, conviene recordar también sus obras menos valoradas como ese Monsieur Verdoux de 1947.
Su visionado sigue resultando extraño, se dice que fue la
primera vez que eliminó claramente a su inmortal personaje de Charlot, pero, personalmente,
cada vez que la reviso, lo sigo viendo. Es igual que Chaplin apareciera ahora
con un bigote real y engominado, que no llevara el bombín y que lo viéramos con
mediana edad, atildado y cínico. Ya no es el clown, es un asesino de mujeres
acaudaladas, y sin embargo, nos sigue haciendo reír, incluso hasta provocar la
carcajada. Nos hará también llorar como en sus películas anteriores, le
compadeceremos y nos quedará cierto nudo en la garganta al final.
Chaplin se fijó para esta película en una idea de Orson Welles y se la compró, se trataba de un documental sobre la vida del famoso asesino Henri Desiré Landru (en los 60, Claude Chabrol realizaría una película sobre él) que mataba a señoras ricas con el arte de la seducción. Según se cuenta, este Barba Azul estafó ni más ni menos que a 300 y mató a 11.
Decía Josep Pla hablando del cine que “las personas que
llegan a comprender algo suelen tener una imaginación galopante y viva. Éstas
suplen los baches muertos inexplicables de las películas con elementos sacados
de su propio caletre, de sus lecturas y de su sensibilidad supletoria. (…).Las
personas que tienen la capacidad de explicar las ligeras sugestiones que
reciben como si fueran realidades de peso suelen ser grandes aficionados al
cine”
No sé, quizá eleve mi imaginación al seguir viendo al
vagabundo del bombín y bastón en cada fotograma de Monsieur Verdoux, su genial
uso de las elipsis consigue que no quede tanto en la retina la maldad del
personaje, apenas le vemos matar. Por el contrario, es meticuloso cuando este
no logra sus fines, o bien por ser un patoso (intento de matar al personaje de
Martha Raye) o por piedad (La joven recién salida de la cárcel a la que considera
víctima). Incluso se atreve a rescatar a una oruga, mientras en el fondo el
crematorio sigue activo desde hace tres días para pesar de los vecinos, y naturalmente
de la propia víctima y familiares…
Verdoux, asimismo, como Charlot, se desvive por las normas de
la buena educación, en más de una secuencia nos remitirá a varias de sus
películas, con la diferencia que aquí lo que predomina es un humor negro, ácido
y una falta de confianza hacia la humanidad absoluta, en su manera de contar el dinero se resume bastante lo que es la vida. Mucho se comenta la
escena del sacerdote del final a la que se tilda como atea, no creo que sea
así, más bien es una evolución negativa del mensaje de El gran dictador en el
que citaba el capítulo 17 del "Evangelio" de San Lucas: “El Reino de Dios no está
en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres” a lo que Chaplin seguía con: "Vosotros, los hombres, tenéis el poder. El poder de crear máquinas,
el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa, y
convertirla en una maravillosa aventura” Aquí antes de ser guillotinado, confiesa
que está en paz con Dios, que su conflicto es con los hombres y enseguida
pensamos en la caza de brujas o en ciertas "Ligas" que hablaban en nombre del orden
y la decencia
Otro momento para recordar es cuando es presentado en el
juicio como el mayor asesino y peligro de la humanidad, la cámara le enfoca, él
se gira atrás. El público en la sala seguramente reiría y luego como en "La
codorniz", temblaría. Chaplin sabía perfectamente que nos estaba mostrando el
juicio contra él, o contra Charlot como prefieran y no contra Verdoux, incluso es él mismo quien se ofrece a ser
detenido. La tesis antibelicista y anticapitalista que lanza es casi lo de
menos, hay que entenderla en el contexto de la hipocresía de esa humanidad que
solo piensa en los números. Charlot condenado y de camino a la guillotina es
una de las escenas más impactantes del séptimo arte, hasta nos olvidamos de que
la película empieza con él hablándonos ya muerto.
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