Infierno en la ciudad, la Masina sin Fellini y con la Magnani

El pasado lunes hubiera cumplido 100 años Giulietta Masina, tal efeméride es la excusa perfecta para recordarla y ver sus películas. Como ustedes ya saben, su nombre va ligado al de Fellini con el que contrajo matrimonio en 1943 en casa de ella y en secreto porque al director de Rímini lo buscaban los fascistas. 

Precisamente en esa casa es donde Rossellini rodó parte de Paisá donde ella tenía un breve papel y que significó su debut, aunque su lanzamiento fue de la mano de Alberto Lattuada en Sin piedad (1948) escrita precisamente por Fellini. Ellos la dirigirían al año siguiente en Luces de variedades. Al cabo de tres años Rossellini le daría un rol secundario en Europa 51, pero es con las películas de su marido con las que consigue ser una gran actriz y la vez una popularidad enorme. Su papel de Gelsomina en La Strada es la cumbre de su carrera, un personaje que fue catalogado de chaplinesco e interpretado con una gran sensibilidad que hasta el mismísimo Chaplin alabó

   

Su otra excelente caracterización es con Las noches de Cabiria (1957), que en un principio era para Anna Magnani, logra que sea premiada como mejor actriz en Cannes y San Sebastián. A pesar del éxito renunció a tener una carrera propia, aunque aun rodaría Fortunella, dirigida por Eduardo de Filippo en 1958 y escrita también por su marido.

   

Y luego vendrían dos incursiones en el cine alemán intentando buscar un distanciamiento que no tuvieron el eco esperado: La mujer sin nombre (1959) de Víctor Vicas y Das kunstseidene Mädchen (1960) de Julien Duvivier. Renunció a grandes papeles como el de La noche de Antonioni o el de Divorcio a la italiana de Pietro Germi por querer estar en ese segundo plano.

 Incluso en un trabajo que hice de la película El Lazarillo de Tormes de César Fernández Ardavín encontré que se había pensado en ella para un hacer un "Lazarillo" femenino y dirigida ni más ni menos que por Berlanga, la actriz  habría aceptado, pero como ya ven no hubo tal película. 

 Esporádicamente nos ofrecería algún gran papel de la mano de Fellini como el de Giulietta de los espíritus (1965) y Ginger y Fred (1985) más alguno secundario como en El gran amante de Alberto Sordi o La loca de Chaillot (1969) de Bryan Forbes.

   

El tiempo hace que solo la recordemos por las películas de Fellini prácticamente, pero hay una que en su día tuvo popularidad al igual que su director y que hoy han caído en cierto olvido. Me estoy refiriendo a Renato Castellani y su película Infierno en la ciudad del año 1959 con guion de Suso Cecchi D´Amico, drama carcelario compartiendo cartel con la gran Anna Magnani. 

 Hacía el papel de Lina, una sirvienta de una familia acomodada que, tras ser acusada de complicidad en un robo, terminaba en prisión. Allí conocía a una delincuente habitual (Magnani), con un fuerte carácter. La película fue lanzada publicitariamente con el titular “Magnani Y Masina en el plató, la vieja y la nueva generación juntas”, lo cual provocó el enfado de la Magnani que se consideró la más vieja. Como toda diva tuvo celos durante el rodaje y rompió la amistad que tenía con ella, impuso su temperamento al director para que fuese la absoluta protagonista. No le salió mal la jugada porque recibió el premio del David di Donatello como mejor actriz.

 En cuanto Masina, su interpretación no salía  beneficiada por la realización de Castellani, si nos fijamos apenas hay primeros planos de ella sola, incluso en sus momentos más dramáticos aprovecha el “superscope” para sacar de fondo a la Magnani que la observa desde la otra celda. Magnani siempre está en casi todos los planos, incluso se atreve a cantar “Bésame mucho” en español si la vemos en la versión original, o en la escena del cine gritando un ¡Ciao Roma!, robándole la sonrisa ingenua que muestra Giulietta a su lado, la cual se asusta, seguramente el grito fuera una improvisación y el susto real.

   

 Castellani también hace un uso coral de las demás actrices, ahí estaba esa Marcella Valeri como “Moby Dick” o Lia Grani como “La condesa”. La Magnani y la Massina casi siempre acostumbran a salir mientras vemos a otras, puede que hubiera una intención de no querer que solo fueran ellas las protagonistas que en más de una ocasión las vemos demasiado lejos, pero la Magnani se acaba imponiendo

 

 Quien se benefició más de esta rivalidad fue Cristina Gaioni en su papel de Marietta que protagoniza uno de los momentos más emotivos de la película, un canto a la esperanza propio de su director. La actriz no tuvo una filmografía destacada después.

   

 La película es bastante recomendable, la miseria de la cárcel es sabiamente retratada por el director enfocando a menudo sus pasillos, ese infierno con muchas voces a la vez, rodando a través de las rejas para dar la sensación de falta de libertad, ese espejo por el que se puede ver un trocito de calle o remarcar que esa cárcel está en la misma Roma y el contraste implícito entre sus calles y esa fea prisión.

Hay más de una lectura en la trama, por una parte, asistiremos a un pesimismo absoluto donde la cárcel acaba marcando incluso a la más inocente de todas, o por el contrario un halo de optimismo de que puede haber otra vida después de pasar por los barrotes. 


Recomiendo ver esta actuación de la Masina porque incluso jugando en contra consigue demostrar que podía haber tenido una carrera más allá de Fellini. Ahí va un homenaje a su filmografía:

 

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