Picazo y su San Juan de Dios: Cuando el director de La tía Tula quiso dejar de ser intimista

Carátula de la película

Aprovechando que el calendario del pasado lunes marcaba la onomástica de San Juan de Dios y ya que estoy en Granada y es su copatrono, aproveché para repasar la película que Miguel Picazo dirigió sobre su vida, y que como pasó con la mayoría de su filmografía, pasó inadvertida. Picazo, para quien que no le suene nada el nombre, fue quien realizó uno de los grandes logros de nuestro cine, La tía Tula (1964), sin embargo tres años después su Oscuros sueños de agosto no logró tener el mismo eco, en el guion colaboraba un aun desconocido Víctor Erice que tuvo mejor suerte y que con solo tres películas suele aparecer en las listas que tanto gustan de los mejores directores. 
 

 Picazo hizo dos más que el autor de El espíritu de la Colmena, un total de cinco para ser más claros, no cuento aquí sus realizaciones de televisión. Cuando se le cuestionaba por qué no fue más prolífico contestaba con un “pregúnteselo a los productores”. Una década después de su segundo filme, su nombre volvió a aparecer para llevar a cabo la vida de Juan Ciudad (canonizado como San Juan de Dios) y cuyo título sería El hombre que supo amar. En la rueda de prensa de la presentación y ante la pregunta de qué suponía esta película, contestaba con un simple: “Mi tercera película” y ante la insistencia de quien quería saber más añadía un “Ya es bastante”.

 No cabe duda de que Picazo tenía una personalidad muy marcada y en su obra siempre hallaremos algo. En este caso quiso quitarse la etiqueta de “director intimista” y abordar una producción compleja en la que se mezclaría la historia, la religión y una biografía de un santo. El germen de la película es la biografía que Josep Cruset escribió por encargo de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios “Una aventura iluminada” en 1957 y que recibió el Premio de Biografía Aedos. En una de las publicaciones que la Orden realiza en su “Archivo hospitalario” concretamente la número 5 del año 2007 se puede leer lo siguiente acerca de esta: “libro que, sin otro mérito que la más sincera sencillez, ha cumplido su más importante misión en el hecho de haber penetrado la figura de San Juan de Dios en los ambientes intelectuales, esquivos por principio a las vidas de Santos del viejo estilo”. 



Y así, efectivamente, el libro llegó a un intelectual como Picazo, persona que no se consideraba religiosa, pero que no se podía negar a la evidencia y el compromiso de la persona a la que iba a filmar. No obstante, el director no quiso seguir al pie de la letra el retrato de Cruset ya que entendía que estaba orientada por la Orden y siguió un guion de Santiago Moncada, conocido en el cine por su disparidad en temas, desde escribir Cuando el cuerno suena o La corrupción de Chris Miller, en teatro obtuvo un gran éxito con Violines y trompetas o Cena para dos

 Escogerlo significaba que estaríamos ante una hagiografía distinta a la que el cine español nos tenía acostumbrados y efectivamente así fue, la película no sigue el mismo patrón que las vidas de santos en grandes clásicos católicos patrios como Molokai (Luis Lucia), Rosa de Lima (José María Elorrieta), Isidro el labrador (Rafael J. Salvia) o Aquella joven de blanco (Leon Klimovsky) ni tampoco en el cine religioso como Balarrasa (José Antonio Nieves Conde), El beso de Judas (Rafael Gil) o Marcelino, pan y vino (Ladislao Vajda), películas en su mayoría, con algunas excepciones, subvaloradas más por cuestión de prejuicios y  enmarcarlas en una época concreta como el franquismo. 


Picazo aportó otro tipo de cine, él decía que cogiéramos todas las películas históricas antes de El hombre que supo amar y todas las que se hicieron después y viéramos la influencia que había tenido y en gran parte tenía razón, películas como La noche oscura (Carlos Saura) sobre San Juan de la Cruz o la televisiva Teresa de Jesús (Josefina Molina) estaban más cerca de Picazo que de las producciones anteriores. Picazo con su obra quería desmarcarse desde la misma música del inicio hasta el final del llamado “cine de estampita” y sus convicciones en más de una escena fueron llevadas extremadamente.Probablemente ese sea el principal problema de por qué no tuvo éxito. 

No creo que la película tenga una segunda lectura y analice la situación que se vivía por entonces con la muerte de Franco y la Transición, aunque siempre se puede encontrar un paralelismo, el director lo que quería principalmente era elaborar una película de una época determinada como se estaban efectuando en otros países. Personalmente me gusta a pesar de sus irregularidades, es un notable retrato de la España del Siglo XVI y más concretamente de esa Granada de moriscos conversos, una terrorífica Inquisición, una Iglesia palaciega, una medicina ignorante y la más pura miseria y nulos derechos de los mendigos que no notaban la caridad de las capas más altas, gente acomodada y de los religiosos.

La Inquisición en una de las escenas más crueles del filme

Precisamente al querer retratar cruelmente este mundo, la descripción que el director hace de Juan Ciudad (así se le llamaba antes de ser canonizado) tiene más fuerza, es la historia de un hombre que denuncia las injusticias de la sociedad de su tiempo y que se comprometió con los necesitados y desamparados en un Imperio que no veía ponerse el sol, pero que carecía de la caridad. En la película veremos en más de un momento cómo acusa a su Iglesia de la falta de esta y que estuviera más obsesionada con el poder. Los diálogos que mantiene con la jerarquía eclesiástica son convincentes. El retrato de la Inquisición es cruel, aviso de que más de una imagen puede herir al espectador, se nos muestra absolutamente todo, lo mismo que en las prácticas de la medicina supersticiosa. Picazo quiso rodar con “locos” de verdad en el Hospital Real, sus escenas cuando traen a Juan Ciudad ahí, recuerdan el tremendismo de Goya.

San Juan de Dios en el manicomio (Fuente: IMDB)

Pero no todo es truculento en el filme, hay escenas emotivas, la conversación final que tiene con el preso Yusuf que me recuerda ese diálogo de Jesús con Juan Bautista en Rey de reyes, en más de una ocasión lo veremos llevando al enfermo en los brazos, evocación del cuadro que se puede ver en el Museo de Bellas Artes de Granada de Manuel Gómez -Moreno y del cual hay una copia si visitan el Museo de San Juan de Dios en Granada ubicado en la Casa de los Pisa. También lo veremos quitándose sus ropas para tapar a enfermos, enterrando a un niño bajo una intensa lluvia, o escenas en las que habla con prostitutas, gente de mal vivir que nos recordará cuando Cristo también se acercaba a estas y era criticado, de ahí que podamos verlo como a San Francisco de Asís y ser un “alter Christus”, eso lleva a pensar en las películas que hicieron de él.

San Juan de Dios salvando del incendio a los enfermos del Hospital Real de Granada (Manuel Gómez-Moreno) Fuente: Museo Virtual de la Diputación de Granada)

Para el papel del santo, Picazo escogió a Timothy Dalton que está doblado por Francisco Valladares, y fue porque le recordaba su rostro a un busto de San Juan de Dios realizado por Alonso Cano . El actor se había especializado entonces en producciones históricas que también se apartaban del estilo más blanco de las anteriores, por ejemplo fue el rey de Francia Philip II en El león en invierno, el príncipe Rupert en Cromwell, Henry, Lord Darnley en María Estuardo, reina de Escocia. Del resto del reparto, excelentemente dirigido, destaca Antonio Ferrandis en uno de sus mejores papeles como el truculento director del manicomio, Dr. Cabrales, José María Prada que nunca fallaba y que aquí compone un Gran Inquisidor implacable, Queta Claver como Inés que desborda todo su carácter, una Ángela Molina como Jazmín, una de las hijas de Yusuf, que va adquiriendo protagonismo hacia la parte final, o un Juan de Ávila dubitativo que plasma perfectamente Alberto de Mendoza, aunque doblado por Benjamín Domingo.

Busto de San Juan de Dios (Alonso Cano) Fuente: Ceres-MCU

La película se estrenó tarde y mal, hay una fecha como la oficial (24-02-77), aunque parece que en alguna que otra ciudad se había visto antes, luego hay un reestreno en Madrid en agosto del año siguiente, como podrán observar una fecha “ideal” para promocionar la obra, no tuvo suerte Picazo que por aquel entonces batallaba también con los cortes de censura de su cuarta película Los claros motivos del deseo. No acabo de entender que siendo la película más cara del cine español hasta esa fecha tuviera esta malísima distribución.

La crítica de entonces la trató muy mal, Fernando Trueba que en aquella época le gustaba imitar a Truffaut y ser el sepulturero del cine español tituló su artículo en "El País" (31-08-1978) como “Penosa superproducción” (sic). También se dice que dentro de la Orden de San Juan de Dios no gustó el enfoque de Picazo, a pesar de que durante el rodaje tuvo la supervisión de dos sacerdotes de la obra y recibió el visto bueno tras verla, pero la polémica que causaban las violentas imágenes provocó alguna que otra división. En el "ABC" del 5 -5 76, antes de que se viera en las grandes ciudades, un fraile de la Orden escribió una carta a Timothy Dalton alabando su actuación, copio un fragmento:

“Querido hermano , llevo 32 años practicando la doctrina de ese hombre que tú has encarnado y que quedará a perpetuidad en esta cinta. (…)me emocioné , gracias a ti conocerán el por qué existe un grupo de hombres que dejándolo todo siguen al que en Granada fue como la letra del disco de la misma: ¿un pillo, un loco, un santo? (...)

El DVD de esta la adquirí en "La casa de los Pisa-Museo de San Juan de Dios" de Granada porque apenas se podía encontrar en las tiendas de películas de Barcelona. En Youtube está entera en el momento en el que escribo este artículo, pero aparece y desaparece, por lo que mejor tenerla comprada.

 En fin, una película notable y de la cual también recomiendo que en su visionado observen como el director domina y enfoca las masas perfectamente, así como el retrato de los ambientes como ese mercadillo o la casa del noble. La fotografía es de Manuel Rojas, colaborador habitual en el cine de José Luis Garci y la dirección artística es de otro insigne nombre Eduardo Torres de la Fuente (El Lazarillo de Tormes, 1959). La música de Antonio Pérez Olea (Con el viento solano, 1966) es bastante singular y no acaba de amoldarse cuando se escucha por primera vez, pero está compuesta así expresamente para diferenciarse de lo que sería la partitura que uno está acostumbrado en este tipo de producciones. 

En el disco que se editó por Columbia de la música se incluían dos canciones del grupo Madroñal, aunque en la película no salen.  Pueden escucharlas en el siguiente enlace (si no pueden abrirlo, al leerlo desde un móvil, oigan la canción en el youtube que pongo a continuación) se dice que las letras están subidas de tono como el propio filme con versos como Granada cristiana, mora y medieval. Junto a cada iglesia se alza un lupanar…” 

http://lafonoteca.net/disco/el-hombre-que-supo-amar/

Portada del disco

 

 Miguel Picazo, como ya he dicho, se tomó demasiado en serio lo de realizar una película innovadora dentro del cine español, pero solo las personalidades valientes y con amor al oficio son capaces de llevar su ideal hasta el final, ojalá tuviéramos cineastas como él actualmente. Vean la película e incluso si no les gusta la primera vez, denle otra oportunidad, seguro que el juicio mejorará.

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