Serrat en el cine: La larga agonía de los peces fuera del agua (1970)
Aprovechando que este viernes
Joan Manuel Serrat recoge el premio Princesa de Asturias traigo la que fue su
segunda película como protagonista: La larga agonía de los peces fuera del agua
dirigida por Francesc Rovira Beleta. Había debutado en el cine en 1968 con
Antoni Ribas con Palabras de amor, Jaime Camino lo dirigió en 1973 en Mi
profesora particular y en 1976 tuvo un breve papel en La ciutat cremada.
La llarga agonia dels peixos fora
de l´aigua, así era su título en catalán y estrenada en esta versión en junio
de 1970 en el cine Coliseum de Barcelona, es probablemente la mejor aparición
del cantautor en el celuloide. Por una parte, teníamos la habilidad de Rovira Beleta
que volvía a rodar tras lograr que la Academia hollywoodiense lo nominase por
segunda vez por El amor brujo (1967). Con sus ganas de seguir experimentando
formas nuevas en el cine español y según sus mismas palabras queriendo crear un
cine típico, pero no tópico, se propuso moldear la película con cantante que
entonces proliferaba con éxito.
Cuando se estrena el film, Joan
Manuel Serrat ya estaba plenamente consolidado, había sabido esquivar la
polémica del La, la, la y que en TVE no pudiera volver hasta 1974, pero una
gira por Argentina le supuso que su popularidad se acrecentara por Sudamérica o
que el disco dedicado a Machado se convirtiera en uno de los más exitosos y recordados,
incluso ese año participó en un encierro en el Monasterio de Montserrat en
protesta contra el Proceso de Burgos.
La película partía de una novela
de Aurora Bertrana (1892-1974) llamada Vent de Grop editada en 1967 y que se
desarrollaba en la Costa Brava y que narraba el amor de un pescador y una
turista inglesa, esto le servía para reflexionar sobre el turismo que empezaba
a eclosionar, el choque entre culturas, generaciones y maneras de entender la
vida. Rovira Beleta cambió el escenario y este pasó a ser Ibiza, en vez de
centrarse en los turistas, lo hacía con los hippies y el título tan largo se le
ocurrió a él ya que comentaba que era algo que estaba de moda.
La película solo la he podido ver
a través de un DVD editado por Divisa en el 2008 y no se incluía la versión
catalana, en la Filmoteca de Catalunya sí se pasó en el 2015, ignoro si esta se ha emitido
en los últimos años. Uno de los principales alicientes cuando uno empieza a
verla es que no se echa en falta que no cante más: el argumento, los recursos
del director y una más que notable interpretación de él acaban imponiéndose.
No más empezar en los créditos y
cantando la bella Bon día nos lo muestra buceando en plena forma y entablando
conversación con una turista ligera de ropa, enseguida contrapone su ambiente
familiar y algún que otro apunte de turismofobia tan de moda actualmente.
Aunque la censura intervino en algún momento, hay también ese juego de saber
esquivarla, muchos besos y escenas más apasionadas se nos muestran fuera de campo o a través de metáforas como ese primer plano de la guitarra o de noche,
lo cual permite insertar algún diálogo con segundas en el que se quejan de que
no tienen el valor de hacerlo de día.
El retrato costumbrista del
pueblo es magnífico, está muy bien cuidado y aparecen varias constantes del
cine de Rovira Beleta como esa aparición de niños, en este caso jugando y
contrarrestando con esa búsqueda de la felicidad de los más mayores. También
nos muestra unas escenas de pesca nocturna con todos esos pescados aun
vivos que van en aumento y que van agonizando fuera del agua, una
contraposición, por ejemplo, con la escena en que él le enseña esa gruta en
plan turístico mientras le cuenta la historia de dos enamorados cuyas familias
estaban divididas (vaga referencia a Los Tarantos).
La interpretación de Serrat como
he señalado destaca (aunque está doblado), la cámara le quiere bien, se muestra expresivo, hay planos
muy conseguidos como esa sonrisa cuando ve ese mural que ella le ha dibujado.
Por otra parte, tememos el personaje de su novia de pueblo (Emma Cohen) que
parece que tuvo algún que otro problema con el director porque le costó
dirigirla y luego le recriminaba porque fue diciendo que se trataba de una mala
película, más de una escena nos recuerda a la de la Polaca en El amor brujo
cuando intenta huir de sus fantasmas. Trasmite maravillosamente bien su estado
anímico.
Sin embargo, así como la primera
parte del film es bastante notable, a raíz de cuando él decide ir a Londres,
cambia el ritmo narrativo, comenzamos a ver una sucesión de planos de las
calles de Londres al parecer rodadas sin permiso, ahí se nos muestra ese choque
cultural y también de paso lanzar un mensaje implícito del retraso de España,
muchas escenas de manifestaciones, policías con porras, movimientos pacifistas
de la época inundan la película y lo mejor de esta parte será Serrat viendo
pedir limosna mientras toca la guitarra o esa "participación" en el festival de la isla de Wight, según contaba el director a Carlos Benpar en su libro al subirse al escenario le tiraron de todo porque el público estaba esperando que apareciera Bob Dylan, así que tuvo que trucarlo todo en un pequeño decorado de Barcelona. Creo que esta parte, si bien es
interesante a nivel documental, no tiene la misma dosificación de la anterior y
le falta más profundidad argumental.
Ya en su regreso a Ibiza, vuelve
a coger el tono y estilo adecuados y característicos en el director, aunque
pueda ser vista como excesiva la utilización y la forma de mostrar a los
hippies de manera peyorativa, enfatiza mucho la escena de José Manuel Martín
disparándolos en plan "Spaguetti Western". Mejor resultan esas “travesuras” que
de tanto en tanto nos va mostrando como enfocar un primer plano del puerto y luego
ver que se trata de una postal o en uno de los besos que se funde luego en una
monja mientras va paseando.
Creo que a pesar de las irregularidades de la película, es otra buena muestra del arte de Rovira Beleta de saber sacar provecho partiendo de un material adverso y reitero que Serrat cumplía bastante bien como actor, emotiva también es su mirada cuando recuerda a su padre muerto al volver. La película sin romper taquillas (561.348 espectadores) tuvo su público. La relación de Serrat con Rovira Beleta fue buena hasta tal punto que cuando el director publicó su libro Rescate de unos poemas olvidados (1998), el cantautor le escribió el prólogo que entre otras cosas decía: Francisco Rovira Beleta, es y se proyecta como un hombre de fe que, vivo y contradictorio, nunca se cansó de soñar y que jamás abdicó de su rebeldía. Un hombre que ha sabido guardar como oro en paño la infancia, la ilusión, la sonrisa, la alegría espontánea (…)
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