29/04/2021

La tierra de la gran promesa. La Revolución industrial de Andrzej Wajda

 

Carátula de La tierra de la gran promesa


Hace ya años, mientras estudiaba Historia en lo que era el extinto COU, y más concretamente el tema de la Revolución Industrial, se repuso la película de Wajda, La tierra de la gran promesa, que fue recomendada a los colegios, y una mañana, en vez de ir a clase, fuimos de excursión al cine. La película solo la seguimos unos cuantos, otros pasaban de ella al estar acostumbrados a otro tipo de cine y porque nunca en las aulas les enseñaron qué era el séptimo arte, a mí me marcó verla y me queda un grato recuerdo de esa sesión en el Cine Verdi de Barcelona.

En aquella época apenas conocía el cine de su director. Pasados ya unos años salió editado el DVD y obviamente me lo compré enseguida, con su revisión aun me gustó más. Andrzej Wajda es uno de esos realizadores que merecen estar en lo más alto, puede parecer que su cine sea muy localista con sus temas recurrentes por la preocupación de la identidad nacional de Polonia: su historia, su reconstrucción, su política, etc. Pero no es así, filmaba de manera que cualquier tema resultara universal e incluso actual. Sus obras más conocidas con las de la trilogía de la guerra, especialmente Cenizas y diamantes (1958) con la que demuestra que trasciende la crónica histórica. A esta acompañaron Generación (1954) y Kanal (1957)  y que es lo más visto de su autor.

 Su carrera continuó con adaptaciones literarias, vistas aquí algunas en salas de arte y ensayo, y posteriormente en Filmotecas quien haya tenido la suerte, como Lotna (1959), Lady Macbeth en Siberia (1961), Cenizas (1965), o Paisajes para después de una batalla (1970), las cuales no están editadas en DVD, ni tampoco ninguna plataforma pone en su catálogo, salvo Filmin que tiene algunas de las que vienen a continuación de la que voy a referirme o las de la trilogía antes mencionada. Entre estas adaptaciones está La tierra de la gran promesa (1975), que llegó a estar nominada a los Oscars cuando estos interesaban, pero Dersu Uzala se llevó el premio, era difícil la competición en aquel año.

   

La película está ambientada a finales del siglo XIX, en la ciudad de Lodz (Polonia), epicentro de la industria textil, ahí tres jóvenes: un polaco católico (Karol Borowiecki), hijo de nobles terratenientes junto a un ambicioso judío (Moryc Welt) y un alemán luterano (Maks Baum) deciden abrir una fábrica para hacer fortuna y, sin escrúpulos ni prejuicios, se lanzan a acumular dinero y poder. Wajda adaptaba una novela de Wladyslaw Stanislaw Reymont escrita en 1897-98, el escritor recibiría un Premio Nobel de Literatura años más tarde con Los campesinos (1904-1909). Tal libro no es muy popular, aunque en nuestro país se editó, para encontrarla actualmente hay que buscarla de segunda mano o en bibliotecas especializadas.



 Al director le preguntaban por la novela y que había visto ahí, pues para más de un crítico le resultaba aburrida, respondía: “Aburrida, aburrida… Usted sabe que lo referente al dinero, los negocios o las pasiones puede resultar aburrido. Al pensar hoy en Tierra prometida, supongo que yo quería sencillamente realizar una película popular, lo cual quiere decir que quería hacer una película para el gran público. Reconozco que he escogido un tema ingrato, porque en general se considera que una película popular debe ser abiertamente de ficción, de una pareja, de algunos personajes, un tema psicológico, etc. Yo me dije que había que hacer una película popular más ambiciosa, es decir, en la que se vería precisamente una multitud de gente, una multitud de objetos, una masa de todo. Me parece que la novela de Reymont que se refiere a Lodz era especialmente adecuada para ello” 

 Precisamente conectar con ese “gran público” es lo que consigue con maestría Wajda, y para ello utiliza un ritmo trepidante en estas casi tres horas de relato. Siempre que la veo me da la sensación de estar viendo una película de terror y suspense, esos contrapicados en los que vemos a esos personajes tan grandes, esa cámara nerviosa que consigue alterarnos, ese contraste entre la miseria y la riqueza, etc. Y lo que decía al principio, por mucho que quiera enfocar una historia de Polonia, al final el tema es plenamente universal, al comenzar hay una escena donde la nobleza viendo los cambios, está rezando. Eso me recordó al principio de El Gatopardo y el famoso dicho lampedusiano “Para que todo quede como está, es preciso que cambie todo”.

   

Karol, el protagonista, es hijo de esta rural nobleza polaca y rompe con ella para luchar en Lodz, el personaje está enfocado negativamente en prácticamente todo el metraje, no le interesa para nada que un obrero haya perdido la mano en un accidente con una máquina que se lo tritura, solo parece importarle que los trozos de tela se estén estropeando por la sangre.

   

 Él será una especie de aprendiz del empresario alemán Bucholz, cínico, violento e inhumano, como el otro alemán Kessler, que arrastra a las jóvenes obreras para su orgía y que tendrá su punto culminante en una escena no apta para gente sensible. Cuando la vi en el instituto, a veces no entendía por qué a determinados compañeros les aburría al tener estas escenas “gore” que tanto les gusta.

 De los otros socios de Karol destaca el del judío Moryc, todo un recital de interpretación, incluso excesiva, pero que así quiso retratarlo el director. Por ejemplo, en una discusión que tiene con el banquero judío al cual no le quiere devolver el dinero, acaba mirando a la cámara y ofrece una sonrisa socarrona al espectador, son momentos discutibles, pero quizá hechos para acercarse a ese gran público que buscaba. En su día hubo quejas de asociaciones judías por cómo quedaban estos en la película, da la sensación de que tienen el corazón de piedra y que se pasan la vida manipulando el dinero. Es cierto que la imagen no es buena, pero es que tampoco Karol se salva, por lo que creo que no tiene mucho sentido la queja, ya que lo que se nos está diciendo es que el poder corrompe y no entiende de nacionalidades, etnias, religiones, etc.  En cuanto el tercer socio de la fábrica, Maks Baum, su vida es aburrida y monótona, su padre es hostil a la modernización, lo cual lleva su fábrica a la bancarrota, algo que le marca. 

Varias escenas nos quedarán grabadas al ver la película, una es la del teatro y ese palco donde cunde el pánico por noticias mercantiles, hasta un suicido tendremos, cabe recordar que los empresarios optaban, ante la quiebra, en incendiar la fábrica para cobrar el seguro, o, por otra parte, se suicidaban, ambos casos los vemos en el filme. Otro momento memorable es el del funeral de Bucholz en el que poco importa el muerto pues están comentando el tema del precio de los aranceles del algodón, Moryc en una frase irónica dice que necesita ganar dinero para no tener ese entierro, este humor irónico y negro está presente a lo largo del metraje. Precisamente esa ironía queda patente en la escena en la cual un potentado enseña su palacio que ha construido con materiales de diversos países lejanos, desde pinturas, estatuas, estilos, etc. (una especie de ese Xanadú de Orson Welles, pero en la Polonia de finales del XIX), tal persona lo exhibe para demostrar la prosperidad, sin embargo, prefiere vivir en su humilde casa.

 Otros momentos que quedan en la retina son esas personas que, incendiadas con el fuego de las fábricas, parecen antorchas andantes huyendo. Y luego el final que anticipa los futuros movimientos revolucionarios, y que está rodado de un modo muy particular y debatible, Wajda decía esto al respecto: “Creo que algo debía surgir de esta película, pensé que ya había explicado la historia tal y como estaba en la novela, tenía el derecho de añadir un epílogo, además está filmado de forma distinta, todo sucede en el sistema capitalista, un sistema de leyes salvajes en el cual no hay lugar para una ley sentimental que podría aplicarse al solo hombre. Si los otros luchan de una manera determinada, él también debe de utilizar la misma arma, lo que significa que también deben sufrir las consecuencias por utilizar esa misma arma” 

Y mención aparte merece la bellísima banda sonora de Wojciech Killar:

   

Wajda realiza un curioso símil con la acción de la película y el rodaje de esta, que nos viene a decir que todos caemos en el mismo pozo: "Fue un gran esfuerzo realizar la película, costó mucho trabajo y sudor, si es buena o no es algo que la audiencia tiene que decidir. Este esfuerzo nos hizo sentir como a los personajes principales de la película, quienes sueñan con conseguir sus objetivos al precio que sea necesario. Nosotros estábamos en una situación similar, debíamos imponer nuestro ritmo, nuestras exigencias y nuestra brusquedad a todo el mundo para que esta película pudiera tomar forma, sobre todo en tan poco tiempo."   

Con La tierra de la gran promesa, se pudo ver más cine de Andrzej Wajda en nuestro país. Ahí tenemos, entre otras, las magníficas El hombre de mármol (1977) y El hombre de hierro (1981), Las señoritas de Wilko (1979), El director de orquesta (1980), Danton (1982), Korczak (1990), Katyn (2007), etc. Su última película fue Los últimos días del artista: Afterimage (2016), sobre el pintor Wladyslaw Strzeminski. Wajda falleció al terminarla ese mismo año. Por favor, tengamos el derecho de poder ver su filmografía.

22/04/2021

Fahrenheit 451, el punto de inflexión de Truffaut

 


En una retrospectiva dedicada al cineasta François Truffaut en la Filmoteca de Cataluña, se organizó una mesa redonda, de aquellas que duraban dos horas y que todo cinéfilo gozaba sin mirar el reloj. Hablo de ya hace algunos años, imagínense que era aun en el desaparecido Cine Aquitania de Barcelona. Me ha venido a la mente esta, pues al tratarse de la semana del día del libro, pensé que era buena idea elaborar un post de Fahrenheit 451, la novela de Ray Bradbury que el cineasta francés adaptó y que significó un punto de inflexión en su carrera, por primera vez usaba el color, rodaba en inglés y trabajaba para una “Major” como la Universal. 

En aquella mesa redonda, cuando llegaba el momento de opinar sobre esta, uno de los componentes dijo que era un filme “que en su momento nos descolocó”, ya que se imaginaban que seguiría los cánones de la "Nouvelle Vague". Creo que es injusto que se diga que Truffaut la traicionó y que quiso apuntarse a lo comercial, el director francés supo analizar los tiempos y sobre todo respetar al público, que es quien paga y ve. Su cine siguió siendo notable, llegaba a todo tipo de públicos, algo que en Godard, por ejemplo, no sucedía ni sucede. Los dos rivalizaban en esas fechas con una película de ciencia ficción, Godard con Alphaville, y él con esta. El primero elaboró una película compleja, con un reparto atractivo, ahí teníamos al olvidado Eddie Constantine y a la recordada Ana Karina, pero poco se habla de ella por su pretenciosidad y por confundir al respetable con una sucesión de ideas caótica, apta únicamente para sus seguidores. 

Truffaut, en cambio optó por la novela mencionada y le salió una película que, aunque dividió a la crítica, uno la entiende y capta sin necesidad de recurrir a lo críptico. Bien es cierto que la novela es excelente, Bradbury también sabía conjugar los estilos, nos mostraba ese mundo futurista en el que los bomberos salen a quemar libros, y aparte de entretener, hallábamos más de una coincidencia con la nuestra contemporánea. Como todo libro que es llevado a la pantalla grande, tendremos el típico comentario de que no acaba de reflejar la novela, ya saben: que esta es mejor que la película, que si le ha quitado un capítulo, que dónde está tal personaje, etc. Esto más de una vez lo he comentado, por lo que me ahorraré dedicar varios párrafos a lo que es el lenguaje literario y el cinematográfico, aunque sí quiero aclarar, antes de continuar, que Truffaut capta muy bien la esencia del mensaje de Bradbury, y eso es en definitiva lo que importa cuando un libro es llevado al cine. 

El propio escritor en una entrevista en 1988 de Sophie Darmaillacq para “Liberation” publicada en "La Vanguardia" decía sobre el filme: “Está muy logrado. En particular, el final es uno de los más bellos de la historia del cine, y eso es de Truffaut, no es mío”. Sin embargo, años más tarde y al querer Mel Gibson llevar la novela de nuevo al cine, Bradbury escribió un guion de esta, y decía lo siguiente: “La película de Truffaut dejó fuera cantidad de cosas que estaban en mi novela, y que yo ahora volveré a introducir, así que esta versión será mejor. Truffaut era perezoso, torpe y arrogante, tenía ese defecto de los franceses que se creen que lo saben todo, y se pasan el día diciendo “yo lo sé”. Lo cual, por cierto, hace de mí una persona muy francesa” (La Vanguardia, 18-06-96). 

Por cierto, Gibson al final la rechazó, el papel parece que iba para Tom Cruise, en el 2018 se rodó una que no he visto, pero veo que en el guion no interviene Bradbury y los comentarios no son muy buenos. Lo cierto es que Bradbury no paró de contradecirse, algo normal cuando un escritor ve su obra en manos de otro, en el estreno de 1966 le envió a Truffaut el siguiente telegrama alabando su película: “Qué raro es para un escritor entrar a una sala de cine y ver su propia novela fiel y excitantemente contada en la pantalla. Usted me ha devuelto el regalo de mi propio libro traducido a un nuevo medio conservando el alma del original. Estoy profundamente agradecido”. El director francés le respondió muy humildemente: “Debo decirle con franqueza ahora que ha terminado nuestra larga y común aventura de Fahrenheit 451 que fue excitante, pero a menudo me sentí apabullado por el alcance del proyecto. Quizá fui muy ambicioso y temí que mi esfuerzo y talento no fueran iguales a los de su trabajo” 

 Ciertamente, Truffaut no lo pasó nada bien durante el rodaje, tener que rodar fuera de Francia y en inglés, idioma que no sabía, le provocó problemas. Pero lo peor fue el comportamiento del actor Oskar Werner. Según explica el director, fue el único actor a lo largo de su carrera con el que discutió, en más de un plano tuvo que utilizar a un doble ya que no aceptaba según qué situaciones, y para colmo se cortó el pelo expresamente para que se notara al final de la película un error de continuidad. Ignoro si con los años harían las paces, lo cierto es que, si se fijan, en La habitación verde está en una de las fotos de sus muertos queridos, aunque Werner falleció en 1984

La película es excelente, así como la novela, es de aquellas que van muy bien para que, en edad adolescente, uno empiece a aficionarse por los libros y meditar. Cuando estudiaba en el instituto, cada uno traía una novela y se iban intercambiando, yo opté por esta y tuvo bastante éxito entre mis compañeros, recuerdo que en la portada estaba Cyril Cusack que hace de capitán Beatty. Por aquella época, la película apenas se pasaba por televisión, he buscado y he encontrado solo un pase en TVE en 1974, estaba editada en VHS y recuerdo que la compré con bastante ilusión en un videoclub que estaba en la C/ Vergara de Barcelona ya desaparecido. Luego apareció el DVD con un material extra sin subtitular, no es que sea una gran copia, pero respeta el formato y es mucho mejor que el Blu-ray (copia que pasan las plataformas) con un abuso de haber limpiado excesivamente la imagen de grano. Ya, al empezar, opta por unos créditos originales en los que no hay nada escrito como referencia a ese mundo sin lectura.


 

Algún que otro crítico señala que la película ha envejecido mal, no estoy muy de acuerdo, incluso me atrevería a decir que ha pasado lo contrario, sin ir más lejos las televisiones que salen son idénticas a las actuales, la obsesión por un mundo que solo ve la “caja tonta” y programas de nula calidad, está muy presente en este mundo actual.

   

La única pega, pero ya no es asunto del director, es que Bradbury no pensó que habría internet, más de uno dirá que no salen las redes sociales, sin embargo, esas interacciones con esos programas, las charlas superfluas entre amigas, el aceptar como verdad lo que es falso sin ni siquiera comprobarlo, no deja de tener la misma raíz.

Truffaut jugó inteligentemente con Julie Christie al darle dos papeles, por una parte, la mujer del protagonista y por otra, la profesora de la que Montag se enamora. Precisamente, es muy inteligente ese uso de las miradas por las que el bombero empezará a sentir atracción hacia ese mundo prohibido de las lecturas, hay un momento en el que a Montag le dicen que lo van a ascender, cuando va a ver a su mujer, esta ni siquiera lo mira, solo está pendiente de esa pantalla de televisión, incluso después le dice que con el dinero comprará otra. Con la maestra pasa todo lo contrario, empiezan a hablar, y sí se miran,  una pregunta de ella sobre si ha tenido la tentación de leer uno de los libros quemados es lo que le lleva a empezar la curiosidad.



   

 Truffaut contrató para la película a Bernard Herrmann, el músico habitual de Hitchcock en los 50 y 60, pasaba por un mal momento ya que habían roto su relación tras rechazar el mago del suspense su partitura para Cortina rasgada. Esto no pasó por alto para el director francés, que como sabrán ya, era un devoto de sus películas y por eso tenemos ese magnífico libro de entrevistas que todo cinéfilo tiene en su estantería. Su partitura bellísima le da un toque de gran lirismo y suspense, hay momentos en que uno piensa que es de Hitchcock ya que evoca sus constantes. Por otra parte, si se fijan, en anteriores películas de él ya había ese toque de suspense,  el montaje de escenas y el ritmo de La piel suave, que a pesar de no ser de ese género, lo parecía.

   

Momentos cumbre son la quema de libros, el departamento legal de la Universal le dijo que no utilizara ediciones verdaderas por posibles demandas, Truffaut no hizo caso por suerte. Ver cómo se van quemando esos títulos provoca una de las sensaciones más extrañas que un espectador pueda tener, por una parte, está rodado con una belleza absoluta y por otra te pone la gallina de piel como diría Johan Cruyff al ver cómo van desapareciendo. Por cierto, el primer libro que se ve escondido en una lámpara es El Quijote.

   

Muy recomendable este Fahrenheit 451 donde Truffaut también trata el tema de la carencia, en Los 400 golpes, Doinel crecía sin cariño, en El pequeño salvaje el niño carecía de lenguaje, aquí carecemos de libros y de cultura y si siguen con su filmografía verán que el tema aumenta. Qué mejor idea que recurrir a su cine para no carecer tampoco nosotros de lectura y de paso amar más la literatura, nunca se sabe si en un futuro también seremos hombres-libro.

15/04/2021

La Familia Vila de Iquino, un antecedente de El mundo sigue de Fernán Gómez

 


Acostumbro a escuchar el podcast de "Cowboys de medianoche", el espacio que presenta Luis Herrero y que tiene como contertulios a José Luis Garci, Eduardo Torres-Dulce y Luis Alberto de Cuenca, en este tienen una sección que se llama “La prueba del algodón” http://www.radio-espana.es/podcasts/cowboys-de-medianoche en el que repasan la filmografía de un actor y comprueban si tiene más de 15 obras maestras, en el del día 9 de abril le tocó el turno al gran Pepe Isbert y la pasó (pueden escucharlo en el enlace a partir de 1:06:32). Claro está que los cowboys no son muy exigentes a la hora de definir los criterios de lo que es una obra maestra, películas como Ella, él y sus millones o Un caballero andaluz que están muy bien, son por ellos calificadas con las cinco estrellas, algo que creo exagerado.  Garci lo argumenta diciendo que hay que reivindicar el cine español, una vez acabado el programa consulté la filmografía del gran actor porque quise recordar una que ni siquiera citaron La Familia Vila, me hubiera gustado saber la valoración de esta...

Se encuentra la película en YouTube, al parecer no hay más copias, no se ha visto mucho en televisión, un pase lejano en Antena 3 TV el 28 de junio del 91 y luego ya hubo que esperar 24 años hasta que la Betevé la rescatara en su espacio de "Barcelona i acció" un 5 de julio de 2015, la programó con un aviso de que la copia no se veía muy bien, pero que por su interés histórico se emitía, no recuerdo más pases. El estado de la película de Ignacio F. Iquino no es el mejor, pero no por ello ha de caer en el olvido, también me pregunto por qué no se mejora y restaura, es del año 1949, y narra las andanzas de una familia de clase media humilde que vive en la casa de la  C/Petritxol esquina con la Plaza del Pino de Barcelona. El padre (Pepe Isbert) es un hombre honrado con unos principios muy marcados que tiene cuatro hijos, una de las cuales (Elvira) es lo que antes se decía “la oveja negra” y huye de esa familia "chapada a la antigua" como ella misma define con su novio.



 Por el contrario, el polo opuesto está representado en su hermana Carmen que tiene una vida resignada, la relación entre las dos no es buena, la primera es presumida, tiene un trabajo, y se pasea por el barrio con el lujoso cadillac de su novio, lo cual llama la atención de los vecinos. ¿Les suena esto a otra película? Más de un lector creo que habrá contestado afirmativamente, sí El mundo sigue de Fernando Fernán Gómez de 1962, su película maldita. Evidentemente no son iguales, pero sí que tienen varios puntos de vista en común y no me extrañaría que hubiera servido de fuente de inspiración.


El mundo sigue fue escrita por el portugalujo Juan Antonio Zunzunegui, sus novelas se enmarcaban en un realismo que cierta crítica vio comparable al de Pío Baroja. Es un autor que no se estudia en la Universidad, doy fe de ello. En la Historia de la Literatura Española de la Editorial Ariel dedicada al siglo pasado, Gerald G. Brown lo califica de “muy zafio y pobre imaginación psicológica, aunque de cierta fuerza realista en sus escenas”. Mejor es la definición en la Enciclopedia de escritores españoles en Lengua castellana de Rosa Navarro Durán, no se oculta que nace en seno de una familia de origen acomodado y que en la Guerra Civil defendió la causa nacional, leemos que “su obra se caracteriza por hallarse vinculada a la corriente realista, desde la que denunció las costumbres morales y sociales de su tiempo. Está considerado un retratista de la burguesía madrileña de su época”.



Y así, efectivamente, la película de Fernán Gómez sigue estas características y es fiel a la novela de 1960. En La familia Vila, en cambio, la historia es del mismo Iquino en compañía de Juan Lladó que colaboró bastante con el director. También es un retrato que denuncia las costumbres sociales y morales, pero, claro está, que había que pasar por el "nihil obstat" de la censura y uno tenía que ser muy hábil para que el guion no se quedara archivado. Más de uno al verla aplicará ese adjetivo peyorativo de “moralista” y tendrá parte de razón. Pero valdría la pena preguntarnos qué se entiende por eso, El mundo sigue también lo es, incluso me atrevería a decir que más. ¿No está hablando Zunzunegui que la descomposición y pérdida de los valores tradicionales de una familia acaban por corromper los principios de las personas? ¿Y no son moralistas también películas recientes que defienden y hasta machacan con otro tipo de ideologías? Esto nos llevaría a un debate, en todo caso hay que observar  los ropajes con las que se viste cada producción.

 El guion de Fernán Gómez pasó el "nihil obstat", aunque se tuvieron que suprimir algunas escenas, en el informe del 3 de junio de 1963 encontramos que "contiene episodios cuya realización conviene cuidar muy especialmente y algunos que deben ser suprimidos”. A efectos de protección económica se la calificó con una discreta “Segunda A”, incluso José Luis Borau que pertenecía entonces a la comisión de la rama de Clasificación le quiso dar una categoría inferior. La junta revisó el filme una vez suprimidas algunas escenas y la calificó como Primera B, sin embargo, no se le vio carrera comercial y no llegó ni a estrenarse en Madrid. Una vez pasado el Franquismo, tampoco se reestrenó y por televisión se pasó una única vez, ha sido en el 2015 que casi con carácter de estreno se ha podido ver gracias al trabajo de "A contracorriente" y de Juan Estelrich hijo. 

Iquino también tuvo sus problemas, La Junta Superior de Orientación Cinematográfica encuentra que la figura de la hermana mayor (la resignada) resultaba antipática, lo cual perjudicaba la intención general del argumento y se podía leer la siguiente frase: “No es ejemplar la bondad si no se acompaña de un mínimo de comprensión y amabilidad”. El director decidió entonces cambiar el reparto previsto y contratar a Maruchi Fresno de la que escribió que era “de una mayor dulzura de expresión y sosiego de ademanes que la antes por nosotros elegida”. La sucesión de problemas en el argumento no era bien vista y en algún que otro informe remitido al Ministerio como el del delegado provincial en Cuenca se reflejaba que “deja caer tal número de desgracias que lejos de provocar lástima mueve a hilaridad”.

 Estamos, pues, en una prueba palpable de lo que he dicho antes, el tema de cómo se viste la historia, Ignacio Ferrés Iquino es uno de los mejores directores que hemos tenido y por favor no se me lleven las manos a la cabeza, él supo crear una industria, dar de comer a muchos que trabajarían luego en el cine y como buen catalán calculaba muy bien lo que podía gastar y ahorrar, se dijo de él que era el Roger Corman español. En esta producción que fue la primera que produjo en solitario empleó todas sus habilidades para que no pasara por una película cruel y de aquellas que te dejan clavado en la butaca una vez finalizada, como sí pasa en la de Fernán Gómez, son dos estilos diferentes.

 Por ejemplo, en las dos tenemos el tema de la rivalidad y envidia entre hermanas, En La familia Vila, esta se muestra más de manera implícita, ya sea por la situación en la que están en la mesa o en la frase que suelta Elvira (Juny Orly) sobre ella. Fernán Gómez, en cambio, utiliza diálogos muy fuertes de enfrentamiento, incluso recuerdan a los programas basura de corazón de Tele 5, algo que le da un toque actual a la producción y es que poco hemos cambiado en verdad. Ustedes recordarán el final de El mundo sigue y lo que pasa con las hermanas, me permitirán que no lo diga por si alguien no la ha visto, pero en la de Iquino tenemos una escena  que recuerda, en parte, aquella. Sin embargo, el director de Valls para evitar que se le tache de folletinesco la convierte en una pesadilla de la que la protagonista despierta, algo que hará que la escena que vendrá a continuación, ya real, tenga una intensidad emotiva fuerte.

El coche lujoso, que en la de Fernán Gómez se pasea Luisa (Gemma Cuervo) para presumir y dar rabia a su hermana resignada (Lina Canalejas), tiene también su borrador en la Familia Vila, salvo que Iquino evita que la familia se lo critique, aunque implícitamente sí está el rechazo a esa actitud y para evitar el diálogo de enfrentamiento utiliza un Pepe Isbert bajando del tranvía y viéndolo sin que se sepa muy bien si así ha sido realmente, luego una malévola pregunta de una vecina, enfocada en un primer plano anterior, provoca el chivatazo.



En la película de Iquino encontramos a un sacerdote que es quien guía y que se aplique la doctrina del "hijo pródigo", la figura del “director espiritual” era antes muy apreciada y respetada en las familias católicas y constantemente se le pedía consejo y su palabra era lo que guiaba. En El mundo sigue hallamos a uno de los hijos que estudió para cura, pero que tuvo que dejar el seminario y que constantemente está rezando, tal personaje está muy maltratado, sus padres le reprochan que esté dando sermones y lecciones morales, probablemente les choca que ellos estén cometiendo el pecado de omisión al permitir que su hija se prostituya. Aquí puede haber dos lecturas, una crítica por parte de Zunzunegui a la pérdida de valores religiosos o de vivir un cristianismo teórico, pero no puesto en práctica, o por otra parte la creación de un personaje totalmente desfasado que es incapaz de enfrentarse a cualquier situación, incluyendo la suya personal ya que no consiguió la ordenación episcopal. También la actitud es diferente a la de los padres en La familia Vila, Isbert no acepta la huida de Elvira y le comunica que para él está muerta. Sin embargo, el perdón que es una de las bases del catolicismo acabará guiando su actitud

La Familia Vila empieza con unas imágenes en tono casi documental del barrio del Pino (El Pi en catalán) de Barcelona, la voz en off nos adentra en un espacio agradable, en el que se elogia la sencillez de sus vecinos, los valores cristianos son presentados al enfocar la bella Basílica del Pino “cuna y raíz de los barceloneses” como se nos resalta. Isbert forma parte de una asociación de vecinos que  que incluso le querrán ayudar a él económicamente cuando pierde el trabajo. En El mundo sigue la cámara enfoca el barrio de Maravillas de Madrid, pero no hay ningún elogio al barrio, no hay la voz en off que nos lo presente, la crueldad incluso llega a niveles altos, las mujeres son seguidas y acosadas en plena calle. Iquino también retrata el tema del machismo, pero para evitar que la censura le dijera algo, lo pone en el tren en el que va Elvira donde un personaje algo siniestro y sin palabras empezará a fijarse en ella. 

La Familia Vila empieza y acaba con una sardana (Per tu ploro de Pep Ventura), era una tradición antiguamente la de ir a escucharlas y bailarlas quien supiera, para ello escoge el parque de la Ciudadela un domingo y eso le servirá para mostrar a la familia unida, algo que gustaría mucho a la censura del momento y que le evitaría disgustor de tener que cortar alguna escena, para rematar la jugada sale la voz en off con el timbre del momento (el sonido en el vídeo falla) y que se encarga de explicarnos los valores de la familia por si a alguien no le había quedado claro. Este recurso era algo típico en las produciones de la época, a Rovira Beleta en Hay un camino a la derecha le obligaron a poner una al final.





 En El mundo sigue, en cambio, no hay ningún momento alegre de familia unida que permita planos de un Madrid acogedor, el pesimismo lo impide. Iquino muestra un gran homenaje a Barcelona, aparte del ya descrito del barrio, con esos planos en los que vemos incluso el desaparecido Casino-Restaurante de 1916 derrumbado en 1964 para que el parque recupera el diseño ochocentista.

En cuanto el tema del arrepentimiento, Fernán Gómez si que opta por aplicarlo en el personaje de Gemma Cuervo tras lo que sucede, pero de modo forzado, sin embargo Iquino se decanta por enfocar el Cristo de la Sangre de la Basílica del Pino en la procesión del Viernes Santo, resulta interesante la imagen de este Cristo ya que era el que acompañaba a los condenados cuando iban a ser ejecutados en Barcelona, Elvira se arrodilla con una mirada emocionada hacia el balcón donde su familia está arrodillada.


La Familia Vila y El mundo sigue son películas con la misma raíz y con la misma tematica, pero Iquino premia quien sigue los valores ético/cristianos mientras que Fernán Gómez los castiga (véase el papel de Lina Canalejas), la primera respira optmismo y esperanza, en la segunda apenas hay hueco para esta. Las instituciones para el director de Valls son necesarias: La Iglesia con el sacerdote que he comentado, el Estado con ese Consejo de Ministros que acaba arreglando todo, etc. En El mundo sigue no hay apenas papel para estas, si bien la de Iquino solo se puede enmarcar en la fecha en que está rodada, la de Fernán Gómez es más atemporal, a pesar de que muchos la ven como una crítica al Franquismo, creo que Zunzunegui la escribe atacando más la falta de valores y el egoismo de una sociedad más que cargando contra el Régimen

En el plano técnico, La Familia Vila es una película muy rica en planos, a menudo los retrata desde arriba, algo que también sucede en El mundo sigue, Iquino consigue momentos muy conseguidos como cuando el padre acompaña a dos de sus hijos a estudiar y pasa por diversas calles, entre ellas una Plaza San Jaime con la Generalitat que en aquellos tiempos era la Diputación. Para la emotiva escena de la muerte del abuelo juega con la luz de las persianas de librillo tan típicas en edificios barceloneses, también tenemos un juego con las escaleras del piso, no tan trabajado como en la de Fernán Gómez, pues ahí conseguía toda una maravilla, pero Iquino le saca bastante jugo con esa sombra y ese momento dubitativo de llamar a la puerta con el juego de la pesadilla y lo real, y la música de Josep Casas i Augé que consigue el efecto dramático deseado.



También destaca el momento en que comen juntos, queda patente la humildad de la casa con ese abuelo que va escondiendo los huesos o el hijo que quiere ser arquitecto y que nos hace pensar que es muy ambicioso, pero que sin embargo lo que está pensando es en mejorar su calle con esos jardines colgantes. También hay el detalle de que la puerta solo la abren las mujeres como dice en un momento, pero luego cambiará. El jefe de Isbert es interpretado por Juan de Landa, corpulento actor al que le saca provecho jugando con el físico y oscureciéndole la cara por el juego sucio que le ofrece.




 En la parte negativa creo que el final del personaje del novio de Elvira es algo apresurado, una lástima pues da bastante juego, representa por un lado un equilibrio entre ambas partes, probablemente para evitar lo que pudiera ser un posible embarazo y tratar el tema del aborto, Iquino prefirió que mejor era economizar y no desarrollar más ese noviazgo e iniciar la redención de ella. Pese a carencias como esta, La familia Vila es una notable película y un claro antecedente de El mundo sigue y vuelvo a remarcar que Iquino fue un realizador que merece un hueco importante en la historia del cine español. Por desgracia se vio obligado a dirigir un cine a partir d ellos 70 del todo olvidable y no pudo realizar proyectos que tenía y que hasta en sus últimos días soñaba con hacer. Murió sin hacer ruido, pidiendo que se publicara la noticia dos meses después, algo que se guardó, pero que uno teme que fue porque aquellos a los que alimentó le olvidaron por completo. Pueden ver la película en Youtube, por cierto, una curiosidad, aquí Pepe Isbert está doblado, aunque su nieto dice en Filmaffinity que es su voz, pero en películas anteriores a esta ya mostraa su voz típica. Una cosa, la Betevé la ofreció cinco días antes del reestreno de El mundo sigue  ¿Habrá quien piense como yo también? 

08/04/2021

Desfile de Pascua, un musical alegre para estos días

 




Es tradicional en los EEUU y más concretamente en Nueva York celebrar un desfile el Domingo de Pascua, aunque ha ido transformándose con el tiempo, sigue con su carácter festivo y alegre, siempre que los virus lo permitan... En un principio, tenía un carácter más religioso obviamente, la gente se vestía elegantemente y más de uno aprovechaba para estrenar ropa, algo que también aquí se hace o se hacía, pero en el Domingo de Ramos que marcaba, aparte de su significación religiosa, la primavera ya plenamente activa y el abandono de la ropa de invierno. Las iglesias de Nueva York se adornaban espectacularmente, especialmente la Iglesia Episcopal Trinity , la Catedral de San Patricio y la Iglesia Episcopal de Santo Tomás. Irving Berlin recogió la esencia del desfile en una canción “Easter Parade” para su revista musical estrenada en 1933 As Thousands Cheer. La había escrito originalmente en 1917,  y fue cantada por primera vez por Marilyn Miller y Clifton Webb:

   

 También Don Ameche en Alexander's Ragtime Band (1938) :

   

Bing Crosby  en la película Holiday Inn(1942) de la que hablamos en este blog:

 

En 1948, Judy Garland y Fred Astaire la interpretaron en la película musical Easter Parade (Desfile de Pascua) , que se construyó alrededor de la canción (algo parecido como con Navidades Blancas (1954) de Michael Curtiz y también con música de Berlin en este caso para la Paramount) y que fue el mayor éxito de la MGM aquel año.

 Curiosamente en España no se llegó a estrenar nunca y nos tenemos que remitir a pocos pases televisivos, uno el 1 de febrero de 1980 en la "Primera Sesión" de TVE; el 15 de diciembre de 1990 en el espacio televisivo de Antena 3 “Polvo de estrellas” (recordarán que era un espacio contenedor de películas que presentaba Carlos Pumares en el inicio de esta televisión y aprovechaba el tirón cinéfilo de su programa homónimo en la radio) y luego en una madrugada del 7 de septiembre del 92 en la misma cadena, para luego no tener noticia de la película salvo por canales ya no generalistas.

  Desfile de Pascua es un musical dirigido por Charles Walters, el director de Lilí (1953) para que lo vayan conociendo. Actor, bailarín y coreógrafo en Broadway, firmó en 1942 por Arthur Freed para la nueva unidad musical de MGM y trabajó como director de danza de 1943 a 1946, luego hizo la transición a director de cine, especializándose en musicales y comedias.

   

 Permaneció en la Metro desde 1947 hasta 1964. No hace mucho lo cité, pues cuando en Rey de reyes de Nicholas Ray se rodaron escenas nuevas, fue él quien se encargó, a pesar de ser una temática muy distinta a su especialidad. Su única película fuera de la compañía del león fue Walk Don't Run (1966) que aquí se tituló Apartamento para tres y que supuso la despedida de Cary Grant del cine.

   

Desfile de Pascua en un principio iba a ser dirigida por Vincente Minnelli, pero al contar con Judy Garland, la Metro prefirió que rechazara el proyecto, las relaciones de la pareja atravesaban un muy mal momento y Walters asumió la dirección. Tampoco Fred Astaire era el actor inicialmente previsto, sino que era un papel para Gene Kelly, pero se lesionó la clavícula y no pudo rodar la tercera aparición con la Garland después de For me and my gal (1942) y El Pirata (1948) de Minnelli. Dos años más tarde de Easter Parade pudieron reencontrarse y también de la mano de Charles Walters en Repertorio de verano

Desfile de Pascua cuenta con números excelentes como el "Drum Crazy" que baila Astaire en el comienzo en la tienda de juguetes:

   

Stepping out with My baby donde en el mismo plano se ralentizaba el baile de Astaire :

   

"A Couple of Swells" donde Astaire y Garland dan vida a un par de vagabundos y que es quizá el mejor número de la película:

   

O el "The Girl on the Magazine Cover "cantado por Richard Beavers y bailado por Ann Miller y desarrollado por Robert Alton, elegante y suntuoso.


Probablemente no gustará a quien no sea muy seguidor del género, hay un total de 17 números glamourosos bastantes de los cuales no participan directamente en la trama sencilla de un bailarín (Astaire) que tras ser abandonado por su pareja de baile (Ann Miller), encuentra a una bailarina (Garland) por la que siente atracción y de la que se enamora.
 
Supuso un reinicio de la carrera de Astaire que estaba algo olvidado desde el fracaso de Yolanda y el ladrón de Minnelli, y le permitió seguir otra buena senda de musicales con éxito en taquilla en los 50, recordemos Bodas reales (1951) de Stanley Donen, Melodías de Broadway 1955 (1953) de Vincente Minnelli, Papá piernas largas (1955) de Jean Negulesco, La bella de Moscou (1957) de Rouben Mamoulian o Una cara con ángel (1957) también de Donen. Luego ya dejaría el género para aparecer esporádicamente en comedias y algún que otro papel serio, aunque Francis Ford Coppola lo recuperó para el curioso musical El valle del Arco Iris.(1968).

En cuanto Judy Garland supuso uno de sus grandes últimos éxitos, la actriz ya mostraba por desgracia sus problemas de salud e intentó suicidarse tras rodar El pirata. La MGM acabaría cortando con ella tras Repertorio de verano (1950) y más de un rodaje posterior tuvo que abandonarlo, George Cukor le daría uno de los papeles de su vida en 1954 con Ha nacido una estrella, en el 61 la veríamos en un pequeño papel impresionante en Vencedores o vencidos (1961) y en 1963 se despediría del cine con Ángeles sin paraíso de John Cassavettes y la inédita, aunque recuperada en DVD, I Could Go On Singing (Podría seguir cantando) de Ronald Neame. El 22 de junio de 1969 muere en Londres a los 47 años de una sobredosis de barbitúricos.

Recomiendo que vean Desfile de Pascua, musical a medio camino entre el clásico y el que ya se estaba gestando, la vitalidad que irradia la podrán utilizar eficazmente para estos tiempos oscuros que falta hace.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...