La misa ha terminado (1985): Esperando la nueva de Moretti

 


Se estrena este viernes El sol del futuro, la última de Nani Moretti y que ha sido muy alabada entre la crítica, cuenta la historia de Giovanni, realizador italiano reconocido y de gran prestigio, pero que parece de otra época y al que le está costando levantar su último proyecto, una película ambientada en 1956 cuando una compañía húngara llega a Italia huyendo de Hungría.

Más de uno ha visto en ella una crítica al actual cine de plataformas como Netflix y un homenaje al mundo felliniano de concebir el séptimo arte. Lo cierto es que dan ganas ya de verla y quizá por eso se ha tenido la idea de reponer una de sus películas más famosas estos días en algunos cines: Caro Diario (1993).



Probablemente, aquel fuera el título con el que muchos supieran quién era Nani Moretti, la trama era como una especie de "road movie" y tres episodios donde el realizador con su moto iba desgranando varios aspectos de su tan amada como odiada Italia con cierta acidez, no le faltaba el homenaje a Pasolini pues en un momento se iba a la playa donde fue asesinado, tampoco se olvidaba de guiños cinéfilos y se atrevía a imitar el bayón de Ana de Silvana Mangano. Me hubiera gustado verla en pantalla grande estos días, pero un inconveniente me lo ha privado, así que decidí recuperar otra de él: La misa ha terminado.

Y si antes he dicho lo de "probablemente" era porque esta es 8 años más antigua que aquella y encima se llevó el Oso de plata del Festival de Berlín, pero, sin embargo, en España se estrenó con seis años de retraso y en unas fechas poco recomendables como las Navidades, por lo que apenas tuvo repercusión. No le faltaron admiradores, Vicente Molina Foix la calificó de “obra maestra absoluta”, hará ya una década la pude ver en el programa que presentaba Juan Manuel de Prada de "Lágrimas en la lluvia", pero no me acabó de convencer, así pues le di esta segunda oportunidad para que pudiera corregir mis errores de apreciación.




El argumento ya lo hemos visto en otras formas, pero no en un fondo tan amargo y dramático, aunque el director siempre suele recurrir a la esperanza en sus filmes. Tras ejercer sus funciones en una isla del sur de Italia ,un joven sacerdote es destinado por sus superiores a una parroquia de Roma. Allí se reencuentra con su familia y sus amigos e intenta, en la medida de sus posibilidades, cambiar las cosas, pero el fracaso le acecha, y su posterior crisis personal y profesional le hacen cuestionarse su labor dentro de la Iglesia.

 Las andanzas de este cura más bien sirven de pretexto para radiografiar una sociedad en plena crisis de valores, Moretti se ha declarado ateo más de una vez, pero respetuoso con la Iglesia, aunque no le han faltado sus críticas como en Habemus Papam, pero de aquella manera, sin tampoco ofender demasiado. Aquí lo vemos bien ensotanado, quizá una imagen que ha quedado algo desfasada cuatro décadas después ya que son pocos los que así van, aunque tampoco da demasiadas pistas si es un cura conservador o progre.

A Moretti no parece importarle demasiado esta cuestión y se centra más en el aspecto psicológico que no el moral, enseguida nos muestra sus frustraciones, le han dado una parroquia fea, con goteras y a la que no va nadie porque la gente prefiere ir a otra más cercana y que según sus monaguillos está mucho mejor, sin embargo hay otra razón y es que el anterior párroco no quiso cumplir con el celibato y formó una familia curiosamente delante de la parroquia, algo que le molesta. Eso sí, no esperen ninguna mala palabra contra el Obispo, el director saca los temas y deja que sea el público quien juzgue, la libertad ideológica es quizá el mayor logro de toda esta historia.

Poco a poco vamos conociendo su vida familiar, su padre está siendo infiel y ha conocido a una chica treinta años más joven, la madre sufre y le toca padecer, la hermana ha quedado embarazada y quiere abortar, algo de lo que evidentemente se opone incluso amenazándola con matarla y luego suicidándose él en una frase que suelta con una expresividad ambigua.

A pesar de su juventud, Moretti capta que no está nada contento con su trabajo. Le vemos fatigado, harto, con mal humor, ni siquiera se reserva algún buen sermón para lucirse, cumple demasiado a rajatabla lo de poner la otra mejilla... La única manera en la que parece disfrutar es cuando juega con los niños a pelota, fíjense que incluso en estas escenas va sin la sotana.


   

A pesar de que en muchos sitios está anunciada como una comedia, no lo es, ni siquiera un drama, Moretti sigue un estilo que casi diríamos minimalista y que puede provocar que la película no nos diga absolutamente nada y hasta nos decepcione. Quizá esta sea la razón por la que La misa ha terminado no me ha convencido en esta segunda ocasión, así como en otras películas del director he encontrado momentos ácidos que me han ayudado a entrar en los personajes y en su carga crítica o haber sabido mostrar un dramatismo sin caer en la sensibilidad como en La habitación del hijo, aquí no hallo momentos para recordar especialmente, sino más bien un compendio de lo que luego perfeccionaría.

Ojalá tuviera la crítica de Molina Foix delante y en una tercera vez hallar la que él define como obra maestra absoluta, de momento intentaré disfrutar de su última película, las expectativas se han puesto demasiado altas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Irving Berlin, Una Blanca Navidad y 800 canciones

Un par de seductores: Cuando Caine hizo de Niven

Centenario de Henry Mancini