Centenario de Sidney Lumet: El mago (The Wiz, 1978)

 


De gdcgraphics, CC BY-SA 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5677

Ya que este 25 de junio hubiese cumplido cien años Sidney Lumet, nada mejor que tener la excusa perfecta para recordarlo, él formó parte de aquella denominada como "generación de la televisión" ya que procedían de la realización de programas, entre otros, Delbert Mann, Martin Ritt, John Frankenheimer, Robert Mulligan o Arthur Penn. Mostraban en sus obras una preocupación por el realismo y el estilo directo, predilección por Nueva York, seguían las reglas del Actors Studio y rodaban mayoritariamente en espacios abiertos.

Lumet consiguió una notable filmografía, con algún que otro bache cuando se adentraba en territorios como la comedia cuyos críticos consideraban que no había nacido para ello, pero si hay una película que más de un seguidor de él le gustaría borrar esta es El mago (The Wiz, 1978). Se trataba de un musical que adaptaba el famoso cuento de L. Frank Baum y que había quedado inmortalizado principalmente por la película de Victor Fleming y protagonizada por la inolvidable Judy Garland: El mago de Oz (1939).

Aquí las formas cambiaban, todos los actores eran de raza negra, se trasladaba la Kansas rural por el Harlem neoyorkino, el personaje de Dorothy (Diana Ross) tenía 24 años y ejercía de profesora, ya no tenía esos zapatos rubíes, sino plateados, la carretera de amarillos ladrillos pasaba a ser una calzada de polivinilo…Todo esto suponía un riesgo para un público que había mitificado con justicia la película anterior y que no aceptaría de buen grado cualquier injerencia.

La obra teatral de The Wiz se había estrenado en el Majestic Theatre el 5 de enero de 1975, se hicieron 1672 funciones y el entonces productor independiente Rob Cohen pensó que podría funcionar en cine ya que ese elemento multirracial más que provocar rechazo, produciría lo contrario (¡estábamos ya a finales de los 70!) y que el estilo de canciones discotequeras y futuristas podían despertar un gran interés, de hecho barajó e incluso encargó a John Badham (el director de Fiebre del sábado noche) la realización del filme, sin embargo no se entendieron, especialmente en cómo se tenía que plasmar el papel de Dorothy y al final fue a parar a Sidney Lumet que no había dirigido ningún musical (ni volvería a hacerlo).


La protagonista sería la cantante Diana Ross que aunque era toda una estrella de la canción, había rodado anteriormente el biopic de Billy Hollyday aquí estrenado como El ocaso de una estrella (1972) y que compartía papel con un entonces desconocido Richard Pryor que aquí volvería a reunirse con ella para dar vida al mago. Justo antes acaba de protagonizar Mahogany, piel caoba que fue otro fracaso por lo que suponía un riesgo y más de uno la veía como "veneno para la taquilla". A pesar de ello, convenció para hacerse con el papel ya que entre otras cosas aseguraba que Michael Jackson con quien tenía bastante amistad, aceptara trabajar en ella como el "Espantapájaros" y que supondría su debut cinematográfico.

A las canciones ya escritas de Charles Smalls se unirían otras y una supervisión de Quincy Jones el cual declaraba que la fantasía del cuento de hadas se transformaba aquí en una “fantasía urbana”, en el reparto destacaba aparte de los nombres mencionados a la gran cantante y actriz de Broadway Lena Horne en el papel del hada buena.

Si bien la elección de Sidney Lumet podía sorprender, no lo era en cuanto había la confianza que su profesionalidad haría que no se pasase del presupuesto y no creara problemas que pudieran atrasar el rodaje, sin embargo poco pudo hacer para que al final la película no costase menos de los 24 millones de dólares de entonces. El público no pensó lo mismo que Rob Cohen y no se interesaron demasiado en un principio para ver otra versión de El mago de Oz por mucho que tuviese los elementos antes mencionados.

La crítica se mostró muy negativa, entre otras cosas se criticó que Diana Ross no empatizaba para nada (este fracaso supuso que sus apariciones en películas fueran ya solo en telefilmes televisivos), la fealdad de los decorados así como de la fotografía, una coreografía poco creativa y frontal, una historia que incluso aburría o unas excesivas dosis de lágrimas. Parte de todos estos defectos se achacaban a Sidney Lumet por no saber utilizarlos. El director quedó algo tocado tras ella, su siguiente filme Dime lo que quieres tampoco le daría alegrías, pero justo después dirigiría la que sea una de sus películas maestras: Veredicto final.

Sin embargo, El mago fue adquiriendo un papel de película de culto con el tiempo, a eso de debía fundamentalmente la popularidad de Michael Jackson en los siguientes años y la generación del video se hacía con ella, estuvo editada ya en VHS incluso con copias cuidadas (de los pocos musicales que por aquel entonces se editaban en su formato original y con las canciones subtituladas). Lo cierto es que las pocas veces que la revisé, sin parecerme una gran película, sí que conseguía traspasar esa fuerza nostálgica ya fuera por revisar de nuevo el cuento, por poder ver a un Michael Jackson antes de la fama que tanto le dio (y le quitó) o por contemplar ese Richard Pryor que aparecía por primera vez con bigote y que para ciertas generaciones "egeberas" era otro icono de los 80. La fotografía, aunque fue tildada de fea como he dicho, no está nada mal, quizá lo más enigmático sea ese Nueva York prácticamente vacío, aunque quizá ahí el uso de los decorados fuera tal vez excesivo y más aun en un director como Lumet que se caracterizaba por rodar en exteriores.

En fin, creo que seré de los pocos que para recordar a Sidney Lumet habrá traído la que sea para muchos su peor película, pero como ya he dicho en otras ocasiones, todo gran director tiene sus “pecados” y en este caso, sin ánimos de moralizar, lo dejaremos en venial.

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