Un recorrido por películas clásicas, ya sean buenas o malas, para cinéfilos de esos que se quedan hasta el final de los créditos. Un blog escrito por Carlos Muñoz Muriedas
Té y simpatía (1956) de Vincente Minnelli: Excavando el cariño soterrado
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Se puede ver
estos días en la TCM una de las películas más desconocidas de Vincente
Minnelli, se trata de Té y simpatía del año 1956 y rodada entre dos obras
maestras como El loco del pelo rojo y Mi desconfiada esposa. Hacía mucho tiempo
que no la visionaba, no la suelen emitir y en DVD la verdad es que no la recuerdo, aunque consultando doy con una edición del 2009 que no respetaba el formato original, por lo que debí pasar de comprarla.
La película
empieza con un reencuentro de varios alumnos al cabo de un tiempo de haber
acabado los estudios, entre ellos destaca la presencia de Tom Lee, un chico tímido
que se apartaba de los gustos de ellos y que le habían apodado como “damisela”.
La única persona que le transmitía cariño era Laura Reynolds, la mujer del
profesor de deportes y ama de llaves de la residencia donde se hospedaba.
Té y
simpatía adaptaba la obra de teatro de Robert Anderson estrenada en Broadway y dirigida por Elia Kazan tres años antes y que gozó de cierto éxito, el productor Pandro S. Berman no
dudó en querer llevarla a la gran pantalla y se la ofreció a Minnelli con guion
del propio autor, la adaptación se tuvo que suavizar para burlar a la censura,
se conservó el mismo trío protagonista que en los escenarios: Deborah Kerr como
Laura, John Kerr como Tom y Leif Erikson como el profesor de gimnasia. Resulta
inevitable comentar que John Kerr no guardaba ningún parentesco con Deborah.
Temas como
el adulterio, la prostitución, la homosexualidad, etc. resultaban aun demasiado
morbosos de mostrar en la época y más en una película producida por la Metro en los 50,
pero finalmente el guion reescrito con la inclusión forzada de un inicio y especialmente
de un epílogo nuevo, obtuvo el "nihil obstat". En España
tardó en estrenarse 12 años y las salas donde se vio eran aquellas que
llamábamos de arte y ensayo, creo que incluso se pasó solo en versión original.
Quienes la vean ahora, pueden escuchar un doblaje para una edición en vídeo del
año 1987. En el Reino Unido también estuvo prohibida.
Pero la obra teatral paradójicamente sí llegó a Madrid al Teatro Cómico
y adaptada por Victoriano
Fernández de Asís, el cual declaraba en el ABC del 21 de
abril de 1957:
Fuente: ABC 21 de abril 1957
"Hay en Té y simpatía una censura larvada contra ambiente y métodos que no siendo nuestros no interesa destacar tanto como el problema del alma juvenil que empieza a dudar de sí misma por timidez e inexperiencia en un pequeño mundo escolar donde se cultivan con formas “sui generis” el mito del deporte y el de la virilidad. (…) En mi adaptación, y esto es lo único que me interesa subrayar de modo concreto, he tratado de traer a primer plano ese soterrado lirismo, soslayando acritudes o reiteraciones innecesarias para la ágil comprensión de los espectadores españoles superponiendo el madrigal a la anécdota y desentendiéndome de lo que casi es decorativo y ajeno a nuestra peculiar experiencia con la colaboración de artistas como Pastora Peña, Antonia Mas, Carlos Lemos, Antonio Prieto, Fernando Marín Calvo, un novel de ilustres apellidos y el director Alberto González Vergel, me atrevo a esperar que saldremos adelante en el menester de revelar a nuestro público la peripecia de unas almas perturbadas por déficit de amor, que es el aspecto esencial de Té y simpatía."
Sinceramente, estas palabras bien las podía haber pronunciado Vincente Minnelli, ya que lo que queda excelentemente reflejado es esa falta de amor, cariño y comprensión no solo en el protagonista, también en la mujer e incluso en el marido. Tom explica en un momento que la última vez que vio a su medre fue a los 5 años, y que había venido al mundo con el objetivo de que sus padres se reconciliaran, con pesar exclama lo duro que es fracasar ya de bien pequeño. En el personaje de Deborah Kerr (Laura) ve esa madre que no ha tenido. Ella, por otra part,e tuvo un primer marido con 18 años y ve en Tom el recuerdo de él. En esta relación afectiva se crea un mundo que puede ser interpretado como sincero o resultado de lo que pudo ser y no fue.
Por otra parte, el marido de ella se muestra poco sensible a todo lo que le pasa a Tom, incluso acepta que le linchen sus compañeros porque así se hará hombre, algo compartido por el mismo padre de Tom (interpetado por Edward Andrews, el inolvidable diplomático de Avanti de Billy Wilder.). No es muy afectivo con su mujer, tan solo espera que ofrezca té y simpatía a sus alumnos. El hecho de que Tom en un momento determinado prefiera ayudar a coser a las mujeres de los profesores en vez de jugar con sus compañeros desencadena que le llamen damisela y sea objeto de burla constante. Solo su compañero de habitación le defenderá, aunque cede e impone sus intereses personales, prefiere cambiar de habitación y compañero para no perder la capitanía del equipo del colegio.
Minnelli consigue un notable trabajo y si en la obra de teatro, Fernández de Asís nos hablaba de tratar de llevar ese “soterrado lirismo”, aquí el director lo expone casi desde el principio, algo que tiene aun más valor al ser decorado. Cada fotograma está cuidado, la paleta cromática tan característica en él nos regala escenas inolvidables... Ya esa ventana con la cámara acercándose y desatando el flashback (fíjense cómo va jugando con esta a lo largo del metraje), la puesta en escena, los contraplanos, esa Deborah Kerr en contrapicado para resaltar su fuerza maternal, cómo la fotografía fuera de plano en ese espejo, algo que nos recuerda a Tú y yo o ese bosque que tanto ayuda a comprender la situación de ambos.
No es una obra fácil, no desvelaré el final, pero no esperen un filme de violetas y caramelos, cada personaje sufrirá su desencaje en un mundo sin cariño donde no tienen cabida los que difieren de lo convencional.
Seguimos con la Navidad y en este caso homenajear al autor de una de las canciones más populares que se oyen en estas fechas, probablemente “la canción” y no solamente calificarla como una navideña más, pues es la más vendida de la historia, me estoy refiriendo al "White Christmas" (“Blanca Navidad”) de Irving Berlin. Mucho se cuenta sobre cómo la compuso, se habla de que estando en una piscina y tras leérsela a su secretaria, se dio cuenta de que había escrito, tras varios intentos, su mejor canción. Esta era para la película Holiday Inn con Bing Crosby y Fred Astaire del año 1942 e inédita en España, aunque está editada en DVD y alguna plataforma como Filmin la tiene. En algunos sitios se la bautiza como “Quince días de placer” y se ambienta en las fiestas de durante todo el año en EEUU: Año Nuevo, Cumpleaños de Lincoln, Día de San Valentín, Cumpleaños de Washington, Domingo de Pascua, Día de la Independencia, Acción de Gracias y Navidad. <
Acaba de cumplir 90 años Michael Caine, más de un medio ha aprovechado para repasar sus mejores películas y su carrera en general, me apunto a ello y escojo una de sus interpretaciones más curiosas, la que ofreció en 1988 en Un par de seductores dirigida por Frank Oz y acompañado por Steve Martin. La película era un remake de una comedia de 1964 dirigida por el veterano realizador televisivo, poco pródigo en el cine, Ralph Levy y que contaba ni más ni menos que con Marlon Brando y David Niven que no pudieron evitar que fuera un fracaso, a Brando no se le daban bien los intentos por hacer comedia y el público no respondía a sus esfuerzos de cambio de registro, recuerden aquella La casa de té de la luna de agosto . En cambio, David Niven sí encajaba perfectamente en el género con su aire caballeresco, no hacía mucho que acababa de interpretar el personaje de Sir Charles Lytton en La pantera rosa . Pero antes de contar con Caine y Martin, originalmente fue un proyecto para Mick J
El próximo 16 de abril se celebra el centenario de Henry Mancini, me adelanto a tal efeméride y dedico la entrada del blog a una selección de sus obras. Nacido en Cleveland (Ohio), era hijo de un emigrante italiano del pueblo de Scanno. Ya desde pequeño se aficionó a la música (a los 12 sabía tocar el piano virtuosamente). Durante la II Guerra Mundial tuvo que servir en las fuerzas aéreas y en infantería, ahí hizo amistades con miembro de la banda de música que le permitieron incorporarse a la orquesta de Glenn Miller como arreglador musical y pianista. Tal faceta llamó la atención de los estudios Universal que le contrató para su equipo musical, durante varios años fue un compositor en la sombra de bastantes títulos sin que su nombre apareciera: Perdidos en Alaska (1952), Música y lágrimas (1953), La mujer y el monstruo (1954) Tarántula (1955). Uno de sus primeros grandes éxitos le vino de la televisión: el tema de Peter Gunn de la serie homónima y dirigida por Blake Edward
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