El turismo de Martínez Soria y de Joan Capri

 

Fuente: FilmAffinity

El pasado domingo  la Trece emitía por enésima vez El turismo es un gran invento con Paco Martínez Soria y me dieron ganas de revisarla, en los últimos tiempos ha crecido el número de defensores de su cine, el crítico Fausto Fernández escribía en el Twitter del pasado domingo que era “la película que mejor describa a la España del boom turístico 60s y a las peripecias que hemos tenido”, y en otro mensaje y refiriéndose a Don erre que erre exponía que “no sólo le hace un guiño al dictador del momento (al nuestro), sino que construye una comedia casi perfecta que no habría desagradado a Billy Wilder.”

Fuente: FilmAffinity
Yo no iría tan lejos, pero sí que en muchas "españoladas" en general encontrábamos de forma implícita
cierta crítica social que la censura ignoraba o pasaba por alto. Así que busqué mi DVD de la película y quise programármela con otra complementaria como hace La 2 en "Historia del cine español", entonces me vino a la mente El Baldiri de la costa, película protagonizada por Joan Capri y dirigida por Josep Maria Font (no confundir con Forn) y que encontré en YouTube en una copia no muy buena, pero que es la única manera de disfrutarla.

Ambas son estrenadas en 1968, fecha significativa, aunque aquí se viviera de manera distinta, y en tales la temática es el auge del turismo en los tiempos del 600. En El turismo es un gran invento, ustedes ya sabrán la historia de memoria, un alcalde decide convertir su pueblucho en un centro turístico para progresar y evitar que la gente joven se vaya a la ciudad. Tras la apariencia de película de Martínez Soria se encuentran temas más profundos como pueden ser la España vaciada de la que ahora se habla tanto, el retraso cultural de la España rural y al plan del Desarrollo económico y social. 

 El guion es lo suficiente habilidoso para ir metiendo en calzador tales asuntos, aunque superficialmente y siempre con las vestimentas de lo que era la españolada típica en la que no faltaban las chicas extranjeras ligeras de ropa, la música de García Abril, secundarios excelentes y el buen oficio de Lazaga que no llegaba al destape chabacano de los 80 y que aprovechó al máximo el tirón de Martínez Soria.

 

Manuel Fraga. Fuente: Wikipedia

Escrita por Pedro Masó y el habitual Vicente Coello hay una clara referencia irónica a ese Ministerio de la Información y Turismo que entonces presidía Don Manuel Fraga Iribarne. En un momento del filme, tanto el alcalde como las fuerzas vivas se atreven a ir a Madrid para reunirse con él ya que  en un diario dijo que no debería quedar ningún sitio sin ser zona turística.

Lazaga conseguía un producto divertido, simpático y agradable de ver, lleno de contrastes entre esa vida de un pueblo de la España profunda donde al médico solo le llamaban para prescribir las defunciones y que estaba tan alejada de ese deseado “desarrollismo. La frase que suelta al principio de “El pueblo es lo nuestro, aunque sea un asco” se matizaba después y la ironía de la primera parte cedía a un sentimentalismo y a unas esperanzas que el público más enterado se daba cuenta de que no llegarían.

Como suele ser habitual en el director, un prólogo resumía parte de lo que nos quería mostrar con todo un festival de zonas turísticas y una voz en off irónica, atención merecía esa pequeña aparición de Jesús Guzmán comiendo una paella y a toda prisa ya que el turista tenía que aprovechar todos los minutos posibles, ahí veíamos también referencias a las familias numerosas en coche, a la arquitectura descontrolada y a esa España que progresaba “((El turismo) que ayer aunque ya estaba en el diccionario, nadie sabía lo que significaba, entre otras cosas porque nadie quería hacer)


Fue otro gran éxito de taquilla, en su momento contó con 2.259.725 espectadores según la base de datos del Ministerio de Cultura.

Ese mismo año se estrenaba El Baldiri de la costa, suponía el primer papel protagonista de Joan Capri, un magnífico cómico catalán, aunque poco conocido en el resto de España. Compartía con Martínez Soria el hecho de haber ya trabajado en bastantes películas, aunque de secundario, y participar en un teatro popular querido por el gran público, pero menospreciado por la crítica. Sus monólogos han sido y son reivindicados aun, de él dijo Fernán Gómez que el mejor cómico que había en España se encontraba en Barcelona y era él,  Julián Marías que escribió que se tenía que aceptar el diálogo porque de monólogos solo aceptaba los de Capri o Joan Pla que lo incluyó en sus Homenots y dijo de él: "Sólo hay que tener ojos en la cara para ver que Capri es el único actor real y auténtico que ha aparecido en nuestro país en los últimos cincuenta años"

El abogado, el alcade y el notario. FilmAffinity

La película ya tenía cierta popularidad en Cataluña al haberse visto en teatro, estaba escrita por Joaquim Muntañola, dibujante del TBO y autor de otros éxitos como el “Ja tenim 600”, Pau Garsaball la había protagonizado. Nada menos que Antonio Isasi-Isasmendi (Estambul 65, Las Vegas, 500 millones) decidió que podía ser rentable en cine y la produjo. Estrenada el 12 de julio del 68 en el Cine Novedades de la Ciudad Condal y en catalán, su éxito fue más bien local, ya que en Madrid no llega hasta el año 72 y doblada al castellano. El director alentado por los resultados, intentó que Capri siguiera en el cine y rodó El abogado, el alcalde y el notario, pero esta pasó desapercibida y por desgracia el actor acabó siendo doblado en la versión castellana por Joaquín Díaz, la voz habitual de Jack Lemmon, por lo que perdía su principal arma y no cuajó.

El Baldiri de la costa es una película que merecería ser rescatada de ese olvido, hay una combinación de diversos tipos de humor, desde el irónico al negro, pasando incluso por el surrealista…La crítica social se muestra algo más explícita que en la de Lazaga, aunque pasadas por el tamiz de lo cómico. El actor se dirige a menudo a la cámara como ese campesino que se convierte en alcalde de “Sant Ciprià Sur Mer” y cae en la tentación de llenarlo de turistas. La película no esconde ni suaviza para nada su repulsa al boom turístico, el tema más presente en el guion era el de la pérdida de la cultura propia con esa especulación inmobiliaria que incluía escenas notables como esa ventana tapiada, esa Tossa vista con rascacielos, la referencia al polémico hotel Cap Sa Sala  de Begur que provocó en su momento un impacto medioambiental,  o el contraste de la vida tranquila en ese huerto que apenas tiene ya cabida...

Hotel Cap Sa Sal en la actualidad. Fuente: Wikipedia
No solo se centraba en la costa, también hay referencias a la transformación que en esos años estaba sufriendo
Barcelona con esos aparcamientos subterráneos en la Plaza Cataluña y el sinfín de obras inacabables. Otro aspecto tratado era el de la inmigración andaluza con más de un matiz, curioso papel el de Luis Ciges con diferentes empleos, entre ellos el de andaluz, cabe recordar que un año antes se había estrenado La piel quemada de Josep Maria Forn (aquí no confundir con Font) y el guion lo aprovechaba. Referencias también al divorcio, a la corrupción política, a los nuevos impuestos, al fútbol…En general, se puede decir que lo que se ataca es a esa deshumanización en el que acaban las personas responsables de todo ello, en un momento se suelta la frase de que el turismo “beneficiará al pueblo, pero no a los vecinos”

Resumiendo, dos películas que más allá de la comedia escondían un mensaje que sigue siendo actual hoy en día, que el progreso sea para bien de todos y no solo de unos cuantos. Ese humor tan menospreciado en su día y calificado incluso de derechas, rancio y conservador se atrevió a cuestionarlo en los 60, algo que cierta clase intelectual que presume de ser tan social no se dignó y pasaba las vacaciones en esos hoteles y torres de lujo.

 

 

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