Gracias a la tele por haberme hecho cinéfilo

Hace un tiempo me pregunté de dónde venía mi cinefilia, siendo yo de la generación de los 80, y repasando encontré varias respuestas. El cine tiene el inconveniente de que lo tenemos que ver en la mayoría de ocasiones en un espacio distinto de donde fue concebido. Me explico, uno a mi edad ha podido ver la mayoría de películas de Billy Wilder no en cine, sino en televisión. No he podido ver los ojos de Audrey Hepburn en grande, tal y como pensaron los grandes directores que contaron con ella. Tampoco he podido ver cómo Charlton Heston abría el mar rojo con esos maravillosos efectos especiales artesanos, lejos de los procesos digitales de hoy en día, ni a Charlot en la gran pantalla haciendo bailar los panecillos, o a Omar Shariff por el desierto.
Recuerdo una edición francesa que compré de Luces de la ciudad en VHS que comenzaba con una frase que atribuían a Francois Truffaut y que decía lo siguiente: "Como yo amo el cine, yo amo el vídeo". No he podido contrastar si dijo esto, o se lo sacaron de contexto, pero la encuentro muy acertada. A pesar de ciertos puristas que critican mucho la televisión, ha sido y es nuestro único medio para ir viendo clásicos que de otra manera no tendríamos oportunidad. O sea que resumiendo, muchas gracias a la televisión y lo mismo al vídeo por hacernos soñar con los héroes del celuloide


 
 Gracias también a todos aquellos programadores que, por ejemplo, había en TVE, que sabían bastante de cine y venderlo. Un mítico espacio fue "Cine Club", su sintonía compuesta por Nacho Cano sigue siendo recordada, incluso escucharla nos remite al ambiente cinéfilo de calidad. Una música que nos hizo acercar a películas que en algunos casos no eran tan accesibles. La acción pedagógica de difundir cultura en una televisión pública funcionaba a la perfección. Hoy en día se echan en falta este tipo de notas conjugadas para un programa, la tele de hoy en día va demasiado rápido, como si fuera un metro rutinario.


 
 Programas como "La Clave" de José Luis Balbín con la excelente selección de películas a cargo de Carlos Pumares hicieron que el cinefórum volviera a muchas de nuestras casas, y que debatiéramos temas de lo más variado. Otros espacios como el de José Luis Garci nos hicieron ver que la moviola no solo se utilizaba para ver jugadas de partidos de fútbol, sino que también podíamos repasar cuando Cary Grant subía ese vaso de leche con aquella luz especial en Sospecha. Hubo más, a todos ellos, pues, reiterado agradecimiento. Al igual que con la radio de la que hablé hace unas semanas, fueron nuestros grandes profesores de cine.


 
 No quiero olvidarme de las privadas, hoy en día sí que están fatal, pero cuando nacieron emitían buen cine. Nadie de mi edad podrá negar el entusiasmo que despertaba esa Tele 5 dirigida por Valerio Lazarov, amado y odiado por muchos, pero a veces esto último por envidia. Supo construir una televisión comercial y vitalista, en algunos aspectos criticable, pero eran monjitas de la caridad si comparamos con la tele actual. En aquella Tele 5 había desde el cine actual al cine clásico. Sus promos con la voz de Justino Bermúdez ayudaban mucho a que gente que no las conocía las  viera
 De aquella Tele 5 salieron cinéfilos, entre ellos el que escribe, lo reconozco.Emitían cada año El mayor espectáculo del mundo de Cecil B. DeMille, filme que considero una obra maestra y me da rabia que siempre saquen el tema de que no se merecía el Oscar a la mejor película. Y que conste que soy un fan acérrimo de El Hombre tranquilo, película que competía ese año por la estatuilla preciada.


 
 Esta película me trae muchos recuerdos familiares, mi madre y mi abuela me comentaban con emoción que cada año había una reposición en el cine Comedia del barrio de Gracia de Barcelona (No confundir con el del Paseo de Gracia, el que yo hablo estaba en la C/ Gracia delante de la Parroquia de Santa María de Gracia y del colegio "Patronat Domènech") Era un cine de barrio, luego José Manuel Parada reinventó el término y lo aplicó al cine español comercial de los 50,60 y 70. Estos cines incrementaban la ilusión de los vecinos, generalmente estaban poco aseados y hoy en día nos daría cierta cosa ir, pero en aquel tiempo fueron una gran herramienta para que toda una generación creciera en cinefilia y la transmitiera a sus descendientes. Cuando uno ve Cinema Paradiso se emociona, y lo hace porque en su ADN están todas aquellas vivencias.


 
 Podría seguir hablando de cinefilia y cómo me vino, pero he querido centrarme en la tele y en el cine de barrio con el recuerdo de esta gran película de DeMille que cineastas como Spielberg disfrutaban de niños.

Y ya saben que uno no podrá ser nunca un cinéfilo si no se queda a ver todos los títulos de crédito, en eso la tele nos ha hecho muchas malas jugadas, más de uno se piensa que ha visto El secreto de la pirámide y no, si quieres ver el final sale después de esas letras, o sea que ya lo sabes, a verla de nuevo.
Feliz cine

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