22/02/2022

Cabaret cumple medio siglo

 




El pasado 13 de febrero, el mítico filme Cabaret de Bob Fosse cumplía medio siglo, en aquel año fue la única que le hizo sombra a la todopoderosa El Padrino. En la ceremonia de los Oscars, el musical se llevó ocho estatuillas: Mejor director, actriz, actor secundario, fotografía, montaje, sonido, adaptación musical y decoración, pero el de mejor película recayó en la de Coppola.


En ese 1972 el género del musical sufría una cierta crisis, a pesar de que en los 60 películas como West Side Story, My Fair Lady o Sonrisas y lágrimas constituían éxitos de crítica y público, pero también se producían fracasos rotundos como La estrella, Hello Dolly, incluso el propio Bob Fosse vio como su excelente Noches en la ciudad se veía arrinconada por un público que tan pronto amaba como odiaba el género.

Cabaret no es un musical convencional tal y como se entendía el género, tampoco es un esquema innovador como se dice, nosotros teníamos el modelo de película con Sara Montiel, o sea una película con una trama aderezada con unas canciones. Si Cabaret pasa a la historia es porque todos los ingredientes de aquel cóctel funcionaron a la perfección y quedaron bien marcados en la retina.

Todos los números eran pegadizos, partituras brillantes de los músicos Kander y Ebb, recordemos varias: “Maybe this time”, cantada con una sentimentalidad por Liza Minnelli que hasta diríase que rompía la pantalla, el comienzo con el famosísimo “Willkomen” que nos introducía a aquel mundo evasivo del cabaret, “Money”, qué decir ya de esta canción con ese humor tan ácido o la que cierra la película “Life is the cabaret”, donde uno ha pasado dos horas entretenido y a la vez ha meditado, ha compartido la alegría del musical, pero a la vez se ha adentrado en ese mundo terrible que era la entrada del Partido Nazi en esa Alemania.


Hay dos canciones que nos ponen la piel de gallina, una es el “Tomorrow belongs to me”, un chico rubio aparentemente inocente en un primerísimo plano empieza a cantar una canción melódica, bella, pero poco a poco vemos que es nazi y ese ambiente casi bucólico que creaba la melodía acaba siendo del todo aterradora.

Luego teníamos la del “If You Cold See” donde Joel Grey cantaba con una gorila y apelaba que si la gente tuviese otros ojos aceptarían ese humor, la canción que era vista como cómica y provocaba risas entre el público se cambiaba súbitamente al final cuando decía: “Si la vieran con otros ojos, no dirían que es judía”. De pronto, las risas se transformaban y te hacían pensar en esa animalización de personas degradante ejecutada por los nazis y que, por desgracia, se sigue haciendo, incluso de manera inconsciente, en más de un programa televisivo actual.

Fosse lograba en más de una canción que viéramos la reacción del público rodado con un estilo feísta buscado intencionalmente, que participáramos de la acción detrás del escenario o que hubiese una acción simultánea entre las canciones como la brutal paliza que ejecutan los nazis.

Cabaret partía del musical estrenado en 1966 producido y dirigido por Harold Prince y coreografía de Ron Field, el reparto era diferente en sus personajes principales excepto de el del excelente maestro de ceremonias Joel Grey. Hace ya unos años pude verla en el Teatro Apolo de Barcelona y sinceramente me quedo con la película, creo que la supera.

El argumento provenía de un libro de Christopher Isherwood GoodBye to Berlin del cual el dramaturgo americano John Van Drutten extrajo el material para la obra Soy una cámara llevada al cine anodinamente por Henry Cornelius.

La acción se sitúa en el Berlín de 1931, dos años antes de que Paul Von Hindemburg designase canciller a Adolf Hitler. El cabaret servía como una evasión y ahí la vida era, como nos cuenta sarcásticamente Grey, “hermosa,incluso la orquesta”.

El guion estructuraba la acción en dos niveles, el exterior y el interior. El personaje de Michael York como ya sabrán era el de un tímido traductor de inglés que aun estudiaba en Cambridge, por sus palabras deducimos que no siente ya nada hacia las mujeres, aunque se enamora de ella. Uno de mis planos favoritos es el de cuando se van a gritar al pasar el tren, ella con su espontaneidad consigue que él repita la acción de forma tímida, tal escena da bastante de sí, de cuando en el cine no hacía falta mostrar tanto para saber qué es lo que te estaba indicando.

Aparece otro personaje, el de Fritz Wendel obsesionado con la riqueza que le lleva a fijarse en una joven rica hija de un millonario hebreo, pero Sally empieza a enamorarse de él también obsesionada por el lujo y la riqueza. En otra genial escena vemos las cabezas de los dos protagonistas masculinos con el de Sally mirándose tras una excursión, se van acercando mientras la cámara gira, otro perfecto resumen sin necesidad de alargar la narración y sacar el tema de la bisexualidad que empezaba a verse de manera más explícita. Otro tema tabú como el del aborto suponía una novedad en un musical, algún crítico calificaba la película como el primer musical serio, quizá una afirmación algo excesiva, aunque razonable

Cabaret fue todo un éxito de taquilla, en nuestro país funcionó perfectamente, algunos de mis lectores que tengo en Barcelona la asociarán con el antiguo cine Florida (hoy Renoir) donde estuvo en cartel un año y medio.

Cuando TVE la estrena en 1981 se produce una polémica que fue bastante comentada en su día, los distribuidores se quejaban de que tal pase reduciría la taquilla ese fin de semana y hasta se acusó de “pase clandestino” aquella emisión que llegó incluso a estar en el aire, eran ya tiempos en los que se vivía la decadencia de ir al cine y el comienzo del cierre de muchas. ¡Qué lástima que no se hiciera de aquellas salas cinematográficas  un musical también! Las veríamos agonizando al final y con los espectadores haciendo más caso del dichoso WhatsApp que de la película

15/02/2022

Los Girasoles del gran Vittorio de Sica

 


Cuando a Vittorio de Sica le preguntaban por el cine, sacaba unas palabras de su guionista Cesare Zavattini en la que distinguía entre películas útiles e inútiles, las primeras serían las correspondientes a la etapa del Neorrealismo como El ladrón de bicicletas o Umberto D., las segundas serían Matrimonio a la italiana, El viaje o de la que hablo hoy Los girasoles.

Evidentemente, son palabras algo fuertes e injustas, hay que leerlas en el contexto de un autor que quería hacer un tipo de cine y que por razones no solo comerciales tuvo que ir cambiando el estilo. De Sica se definía un neorrealista que tuvo que dirigir muchos “filmes espectáculo”, otro término al que solía recurrir cuando lo entrevistaban. Cuando vino a Barcelona en 1969 al "Festival de cine en color" a presentar Los amantes decía en una entrevista que le hizo Cristina Fernández Cubas: "Sophia Loren quiere que siempre la dirija, Ponti me llama cada año. Pero yo estoy deseando suspender esta actividad. No puedo degenerar en un director al servicio exclusivo de una actriz. En cuanto termine Los girasoles (…)volveré al neorrealismo con La vacanza".


Los girasoles
se estrenó el 14 de marzo de 1970 en Italia, en Madrid llegó el 16 de octubre del mismo año, en Barcelona dos meses después en el Novedades. Ya quedaba lejos su etapa neorrealista a raíz del fracaso comercial, que no artístico, de El techo en 1956, gran película y bastante desconocida hoy en día. Cuatro años más tarde la taquilla volvió a su cine con Dos mujeres, que supuso el Oscar para Sophia Loren y que Ponti le produjera las siguientes con ella. Cierta crítica que le había alabado empezó a cuestionarlo y marginarlo, eran tiempos en que se puso de moda la "Nouvelle Vague" y sus tesis, en Italia directores como Bertolucci o Antonioni eran los preferidos de la critica más joven y el mismo De Sica reconocía que las nuevas generaciones pasaban de su cine.

Los girasoles supuso también la ruptura con Carlo Ponti, aunque cuatro años más tarde volviera con El viaje, el realizador no estaba satisfecho y decía que: "ha resultado ser solamente una bella historia cuando sobre el guion era muchísimo más. El matrimonio Ponti, gran amigo mío, es el principal causante de esta aberración, no volveré a dirigir a Sofía." 

Personalmente, desde que empecé a ser un cinéfilo, siempre me gustó esta película. Por una parte, la música es de Henry Mancini que aunque siempre estaba inspirado, aquí lo estuvo el doble y no solo con el tema principal, la fotografía es del gran Giuseppe Rotunno, de los actores qué decir más y estando detrás de las cámaras él, imposible que sea una mala película.



Por otra parte, esos primeros planos de la Loren, que casi no hacía falta que hablase porque ya lo decía todo, son de una belleza extrema, de hecho en más de una secuencia De Sica apenas opta por el diálogo y ese Mastroianni que tan pronto era un pícaro como todo un caballero y cuyas actuaciones deberían ser un modelo para seguir en cualquier escuela de interpretación. Incluso los secundarios, Lyudmilla Savelyeva, que era conocida en su país por la adaptación de Guerra y Paz televisiva, le da un toque a su personaje en los cuales los valores de la humildad y la solidaridad que al director le gustaba reivindicar, se reflejaban en ella.

La película impacta visualmente, ese paisaje nevado y de pronto la bandera roja gigantesca, vemos como lo blanco pasa por el filtro de ese color, los trenes que recuerdan en parte a los de Dr. Zhivago, quizá ahí se nota la mano de Ponti que era el productor de aquella y buscaba otro éxito de similares características. Detalles que parecen insignificantes, pero que posteriores visiones nos llevan a pensar, como esos besos iniciales entre aquellas dos barcas, quién sabe si una metáfora de lo que serán dos vidas diferentes, pero unidas, o la inocencia de esos niños en la boda que parecen sacados de Milagro en Milán y cómo no, esos girasoles inacabables soleados, tan bellos como tristes, tanto como su inolvidable final que solo un gran director como él podía plasmar y emocionarnos. Por cierto, como curiosidad, la película se rodó en Rusia y Ucrania, fue la primera producción occidental que se rodo ahí después de la II Guerra Mundial.

 

La semana pasada, a raíz de comentar El globo rojo, saqué el tema de que a Truffaut no le había gustado porque Lamorisse había humanizado el globo y dejaba de ser un objeto real. La historia de Los Girasoles cuesta creerla como verosímil, por una parte que una mujer se vaya sola a Rusia a buscar a su marido no encaja en tales parámetros, así como la salvación de Mastroianni en la nieve por parte de la chica con tal bello rostro. Pero, ¿ qué más da? Lo realmente prioritario es mostrar una historia de amor pasional y las consecuencias de la guerra en las personas y todo envuelto en un ejercicio de maestría cinematográfica que refleja el esfuerzo del ser humano por seguir luchando, aunque sea en trabajos que no den fruto. El viaje que hace a Rusia no deja de ser un "mcguffin" para reflejar el esfuerzo y la ilusión de querer que la historia sea distinta, que quizá en un futuro los hijos de aquellos que como dice la Loren en un momento: “¿Qué culpa tienen ellos de lo nuestro?” vean otro mundo.

En fin, reivindico la filmografía de De Sica y no solo El ladrón de bicicletas, sino poder verla toda, algo que por cierto y lamentablemente no es posible, bastantes de sus títulos no se editaron en su día y tampoco se emitieron en televisión, curiosamente Netflix que no se caracteriza por ponernos clásicos y menos italianos tiene en su catálogo una que se llama El especulador con Alberto Sordi, película que nunca he podido ver. Hay De Sica más allá de Ladrón de bicicletas y de Matrimonio a la italiana


08/02/2022

Centenario de Albert Lamorisse, el autor de El globo rojo

 

Albert Lamorisse (Fuente: Amazon)

Suelen ser los centenarios la excusa perfecta para profundizar en diversas personalidades aunque solo sea por un año, pero como todo en la vida, hay sonoros abandonos, el año pasado justamente se recordó a Berlanga y en menos medida a Fernán Gómez, pero otros nombres quedaron en el olvido.

El nombre que traigo hoy probablemente no les diga nada a una gran parte de mis lectores, especialmente si son nacidos a partir de los 90, a los demás sí que les sonará algo el nombre, o mejor dicho una de sus obras: El globo rojo. Creo que fue en el año 91 que La 2 de TVE en ese espacio de cine infantil que se llamaba “Cine para todos” la proyectó y sirvió de descubrimiento. Aquel mediometraje, solo dura 35 minutos, es del año 1956 y dejó un gran recuerdo a aquellos niños que tuvieron la suerte de verla en pantalla grande.

Su director era Albert Lamorisse, nacido en París un 13 de enero de hace 100 años. Obsesionado con Túnez y su paisaje a raíz de un viaje en 1946, le lleva a rodar un documental, pero va más allá y piensa en una película que refleje el país, su gente y sus niños, el resultado sería Bim, el pequeño asno en 1950.


Tres años más tarde rueda Crin blanca, también una cinta infantil en la que un niño asegura poder capturar al caballo más salvaje de los llanos. En ambas películas se halla un estilo poético que llama la atención y le lleva a ganar la Palma de Oro del Festival de Cannes.

Esa concepción del cine le lleva a querer experimentar con más elementos, uno de ellos el color, y aquí surge El globo rojo del que más adelante hablaré. El gran éxito que consigue le lleva a rodar su primer largometraje Viaje en globo donde experimenta el fotografiar desde un helicóptero y captar instantáneas con un nuevo sistema, algo que seguirá efectuando. El filme es otro éxito y gana el Festival de cine de Venecia en 1960.



No obstante, pasarían 5 años hasta su siguiente largo, Fifí, la plume que estuvo nominada a la Palma de Oro de Cine de Cannes, aunque aquí la critica se mostró algo más dividida, ya que no hallaba tanto esa vena poética de sus anteriores realizaciones. Él decía que rodaba a su manera, que no era un profesional, sino un aficionado. Durante ese tiempo había rodado documentales y hasta creado un juego que más de uno tendrá aun: El Risk.


La fatalidad llegó en 1970 y en uno de esos helicópteros donde tanto quiso perfeccionar sus vistas, la muerte le llegó en un accidente con solo 48 años. Estaba rodando el documental “El viento de los enamorados”, su viuda y su hijo la acabaron y recibió un Oscar a título póstumo.

Pero vuelvo, como he prometido, a su obra más inolvidable, El globo rojo, fíjense que tratándose de un mediometraje y prácticamente sin diálogos, ganara el Oscar al mejor guion original, competía ese año con Robert Lewin y Amanecer sangriento, Andrew Stone por Julie, William Rose por El quinteto de la muerte y Federico Fellini y Tullio Pinelli por La Strada.

La historia de un niño que un buen día se encuentra un globo de ese color al que sigue por todas partes penetró profundamente en la sensibilidad de los espectadores que se emocionaban viéndola, en los cines hasta regalaban un globo como recuerdo.



Lamorisse rodaba en el barrio parisino de Ménilmontant, parte de este remodelado posteriormente debido al estado en que se hallaba, con una tonalidad entre gris y azulada en contraste con el vivo color rojo. La imagen típica del París con la Torre Eiffel no la vemos aquí, solo hacia el final y muy lejana. Ponía la cámara en esas callejuelas feas, pero que conseguían gracias a ese globo tener esa extraña alegría que daba un optimismo y esperanza a esa pobreza retratada, hasta llega a entrar en ese antiguo y tenebroso colegio que aunque no lo veamos por dentro, nos lo imaginamos, y que  nos evoca a esos 400 golpes. Por cierto, a Truffaut no le gustaba nada la película ya que criticaba que se hubiese humanizado al globo.

El tema de la infancia quedaba perfectamente inmortalizado, ya sea con la bondad inocente del protagonista o con esa maldad de quienes por envidia quieren acabar con el globo. Un emocionante y sensible final nos dejaba un buen sabor de boca.

Aunque Lamorisse no se definiera, como antes he escrito, como un profesional, tiene las virtudes de un grande, rodar en pantalla standard y convertirla como si fuera más ancha que de un Cinemascope conlleva saber de cine, qué grande resulta esa fotografía sin necesidad de recurrir a grandes pantallas. O qué gran uso del travelling hacia atrás cuando el niño corre, da la sensación en poco tiempo de ver mucho.

La película fue editada en DVD por "39 escalones" e "Impacto Films" en el 2014, recogía las otras películas de él, aun se puede encontrar si buscan a fecha de este artículo, si la hallaran no lo duden y cómprenla. Mientras, lo mismo por Youtube encuentran algo ya que en las plataformas por mucho centenario no se han acordado o no saben quién es…Ellos se lo pierden, pero ustedes intenten conocer quién fue Albert Lamorisse... Y no crean que está olvidado, en La La Land hay un homenaje y en El regreso de Mary Poppins se nota la influencia entre otras. 

02/02/2022

Manicomio, la ópera prima de Fernando Fernán-Gómez restaurada por la Filmoteca Española

 

El canal de la Filmoteca Española en Vimeo ha permitido ver restaurada la ópera prima de Fernando Fernán-Gómez durante un tiempo limitado, me enteré hace tres días y aun la pude ver. Se trata de Manicomio del año 1952, conviene matizar que está codirigida por Luis María Delgado. Veo que el mismo día en que publico esto, ha desaparecido el enlace, aunque la pueden ver por Youtube sin restaurar hasta que alguien la quite para no poder verla en ningún lado


 El entonces solo actor ya era bastante popular en aquel tiempo y tenía ganas de empezar a ponerse detrás de las cámaras, la paralización del rodaje de Aeropuerto motivó que tanto Delgado como Fernán Gómez pensaran en aprovechar los decorados para hacer algo y aquello era una historia escrita por su amigo Francisco Tomás Gómez que tomaba como punto de partida un cuento de Edgar Allan Poe ("El sistema del Doctor Alquitrán y el profesor Pluma") donde los enfermos de un manicomio encierran a los médicos y asumen los roles de ellos. En medio de la historia se intercalaban tres relatos con el tema de la locura: "Una equivocación" de Alexandr Kuprin, "El médico loco" de Leonid Andreiev y "La mona de imitación" de Ramón Gómez de la Serna.

El proyecto no tuvo en un principio el visto de la censura, se tuvo que retocar, Fernán Gómez nunca explicó qué le cortaron, pero decía que “en el país de Don Quijote, me parecía absurdo”. Sí escribe que el final fue un añadido, ya que la historia acababa con el tercer cuento y esos minutos finales bastante divertidos venían a señalar aun más paradójicamente el mensaje de la película irónico de principio a fin, desde la cita de Shakespeare inicial: ¡Señor, danos una brizna de locura que nos libre de la necedad! Algún día habrá que agradecer a la Censura su habilidad en mejorar guiones.



El humor negro desplegado aquí ya nos daba una muy buena muestra de lo que serían las constantes de su filmografía, él mismo también se dirige a los espectadores, algo que practicó más adelante y el estilo visual es feo y algo descuidado expresamente. Más de uno elogia al director por los decorados oníricos que se ven, pero él ya dejaba claro que aquello de presentar unos cuadros con marco y sin nada dentro fue idea de Eduardo Torre de la Fuente.

Sin duda, Fernán Gómez seguía en esta su primera película ese estilo de cine vanguardista, cuyo mayor exponente era Serrano de Osma con Pedro Lazaga de ayudante (conviene no olvidar), él estaba como actor dentro de aquel grupo que quería un cine español con diferentes temáticas, lo contradictorio era que él mismo consideraba esas películas como disparatadas, que hacer cine de ese estilo con Lola Flores y Manolo Caracol no tenía sentido, pero ahí están. 

Manicomio pasó inadvertida en su estreno y tampoco posteriormente se ha reivindicado. Cuenta con la curiosidad de ver a Camilo José Cela dando coces. Al director se le ocurrió encerrar a intelectuales, algunos de ellos tertulianos del madrileño Café Gijón y cada uno haría un animal.



A pesar de que la película siga olvidada, hay muchos puntos positivos, por una parte todas las historias insertadas tienen el mismo interés, no decae en absoluto, algo que suele ser el defecto mas común en estas.  El debate de dónde acaba lo racional y empieza la locura o viceversa es palpable en estos 80 minutos, tanto puede ser considerada como una comedia alocada, como una película de terror, una ironía de la vida, una experiencia surrealista... Los actores están espléndidos, con una naturalidad inversa al tipo de sobreactuación que solía producirse en otro tipo de producciones del momento

Por suerte, el fracaso de este Manicomio no impidió a Fernán Gómez seguir con sus 30 realizaciones, aunque se topase a menudo el rechazo de público y también cierta crítica. Felicito a la Filmoteca Española por restaurarla, aunque también me pregunto por qué solo se puede ver por un tiempo limitado, luego dónde se puede encontrar. Más de uno me dirá: ¿Dónde se puede ver? Y tendré que contestar que en ningún sitio. ¿Estoy loco por preguntarlo o por pensar que el enlace tendría que estar siempre disponible? 

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...