Cabaret cumple medio siglo
El pasado 13 de febrero, el mítico filme Cabaret de Bob
Fosse cumplía medio siglo, en aquel año fue la única que le hizo sombra a la
todopoderosa El Padrino. En la ceremonia de los Oscars, el musical se llevó
ocho estatuillas: Mejor director, actriz, actor secundario, fotografía,
montaje, sonido, adaptación musical y decoración, pero el de mejor película
recayó en la de Coppola.
En ese 1972 el género del musical sufría una cierta crisis, a pesar de que en los 60 películas como West Side Story, My Fair Lady o Sonrisas y lágrimas constituían éxitos de crítica y público, pero también se producían fracasos rotundos como La estrella, Hello Dolly, incluso el propio Bob Fosse vio como su excelente Noches en la ciudad se veía arrinconada por un público que tan pronto amaba como odiaba el género.
Cabaret no es un musical convencional tal y como se
entendía el género, tampoco es un esquema innovador como se dice, nosotros
teníamos el modelo de película con Sara Montiel, o sea una película con una
trama aderezada con unas canciones. Si Cabaret pasa a la historia es porque
todos los ingredientes de aquel cóctel funcionaron a la perfección y quedaron
bien marcados en la retina.
Todos los números eran pegadizos, partituras brillantes de
los músicos Kander y Ebb, recordemos varias: “Maybe this time”, cantada con una
sentimentalidad por Liza Minnelli que hasta diríase que rompía la pantalla, el
comienzo con el famosísimo “Willkomen” que nos introducía a aquel mundo evasivo
del cabaret, “Money”, qué decir ya de esta canción con ese humor tan ácido o la
que cierra la película “Life is the cabaret”, donde uno ha pasado dos horas
entretenido y a la vez ha meditado, ha compartido la alegría del musical, pero
a la vez se ha adentrado en ese mundo terrible que era la entrada del Partido
Nazi en esa Alemania.
Hay dos canciones que nos ponen la piel de gallina, una es
el “Tomorrow belongs to me”, un chico rubio aparentemente inocente en un
primerísimo plano empieza a cantar una canción melódica, bella, pero poco a
poco vemos que es nazi y ese ambiente casi bucólico que creaba la melodía acaba
siendo del todo aterradora.
Luego teníamos la del “If You Cold See” donde Joel Grey
cantaba con una gorila y apelaba que si la gente tuviese otros ojos aceptarían
ese humor, la canción que era vista como cómica y provocaba risas entre el
público se cambiaba súbitamente al final cuando decía: “Si la vieran con otros
ojos, no dirían que es judía”. De pronto, las risas se transformaban y te
hacían pensar en esa animalización de personas degradante ejecutada por los
nazis y que, por desgracia, se sigue haciendo, incluso de manera inconsciente,
en más de un programa televisivo actual.
Fosse lograba en más de una canción que viéramos la
reacción del público rodado con un estilo feísta buscado intencionalmente, que
participáramos de la acción detrás del escenario o que hubiese una acción
simultánea entre las canciones como la brutal paliza que ejecutan los nazis.
Cabaret partía del musical estrenado en 1966 producido y
dirigido por Harold Prince y coreografía de Ron Field, el reparto era diferente
en sus personajes principales excepto de el del excelente maestro de ceremonias
Joel Grey. Hace ya unos años pude verla en el Teatro Apolo de Barcelona y
sinceramente me quedo con la película, creo que la supera.
El argumento provenía de un libro de Christopher Isherwood GoodBye to Berlin del cual el dramaturgo americano John Van Drutten extrajo
el material para la obra Soy una cámara llevada al cine anodinamente por
Henry Cornelius.
La acción se sitúa en el Berlín de 1931, dos años antes de
que Paul Von Hindemburg designase canciller a Adolf Hitler. El cabaret servía
como una evasión y ahí la vida era, como nos cuenta sarcásticamente Grey, “hermosa,incluso
la orquesta”.
El guion estructuraba la acción en dos niveles, el exterior
y el interior. El personaje de Michael York como ya sabrán era el de un tímido
traductor de inglés que aun estudiaba en Cambridge, por sus palabras deducimos
que no siente ya nada hacia las mujeres, aunque se enamora de ella. Uno de mis
planos favoritos es el de cuando se van a gritar al pasar el tren, ella con su
espontaneidad consigue que él repita la acción de forma tímida, tal escena da
bastante de sí, de cuando en el cine no hacía falta mostrar tanto para saber
qué es lo que te estaba indicando.
Aparece otro personaje, el de Fritz Wendel obsesionado con
la riqueza que le lleva a fijarse en una joven rica hija de un millonario
hebreo, pero Sally empieza a enamorarse de él también obsesionada por el lujo y la
riqueza. En otra genial escena vemos las cabezas de los dos protagonistas masculinos
con el de Sally mirándose tras una excursión, se van acercando mientras la
cámara gira, otro perfecto resumen sin necesidad de alargar la narración y
sacar el tema de la bisexualidad que empezaba a verse de manera más explícita.
Otro tema tabú como el del aborto suponía una novedad en un musical, algún
crítico calificaba la película como el primer musical serio, quizá una
afirmación algo excesiva, aunque razonable
Cabaret fue todo un éxito de taquilla, en nuestro país
funcionó perfectamente, algunos de mis lectores que tengo en Barcelona la
asociarán con el antiguo cine Florida (hoy Renoir) donde estuvo en cartel un
año y medio.
Cuando TVE la estrena en 1981 se produce una polémica que
fue bastante comentada en su día, los distribuidores se quejaban de que tal
pase reduciría la taquilla ese fin de semana y hasta se acusó de “pase
clandestino” aquella emisión que llegó incluso a estar en el aire, eran ya
tiempos en los que se vivía la decadencia de ir al cine y el comienzo del
cierre de muchas. ¡Qué lástima que no se hiciera de aquellas salas
cinematográficas un musical también! Las veríamos agonizando al final y con los espectadores haciendo más caso del dichoso WhatsApp que de la película
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