Asesinatos de la calle Morgue (1971)
Hollywood se fijó especialmente
en su cuento publicado en 1841 con el título de The Murders in the Rue Morgue,
este reunía una serie de características como ser considerado el primer relato
detectivesco de la historia de la literatura o en el que se retaba al lector a
resolver un enigma de apariencias inexplicables. Poe creaba con su personaje de
Auguste Dupin una especie de modelo de lo que sería el Sherlock Holmes
posterior y durante el relato teníamos un buen uso de cierto humor negro con
momentos como cuando los testigos van diciendo qué lengua habían escuchado.
La versión que traigo aquí es de 1971 y fue dirigida por Gordon Hessler, un director de origen
alemán, criado en Inglaterra y que emigró a los EEUU de joven. Ahí trabajó en
la serie de Alfred Hitchcock presenta supervisando guiones, produciéndola y
dirigiendo varios episodios. Su primera película importante fue La caja oblonga (1969), otro relato de Poe que reunía a Cristopher Lee esta vez con Vincent Price, aunque en su posterior
La carrera de la muerte (1970) consiguió que Peter Cushing completara el trío. Estamos, pues, ante un nombre que conocía bien el género.
Eran películas con escaso presupuesto y la fórmula que la Hammer tan bien exprimió y que tuvo tantas imitaciones empezaba a decaer, Polanski había revolucionado el género con La semilla del diablo (1968) producida por una "major" (la Paramount) y de otros grandes estudios llegarían El exorcista (1973) (Warner) o La profecía (1976) (Fox). La crítica y el público empezaba a dejar de lado estos entrañables filmes de terror de las pequeñas productoras, aquí era la American International Pictures que se había formado en 1954 de la mano de James H.Nicholson y Samuel Z. Arkoff y que se había especializado en varios géneros y que tuvo en Roger Corman uno de sus máximos exponentes.
Hessler rodó Murders in the Rue Morgue en España para reducir aun más los costes, concretamente utilizó calles de Toledo, su Teatro de Rojas, San Lorenzo de El Escorial, Colmenar Viejo, el parque del Capricho de Madrid y su Palacio de los Duques de Osuna. Contó con el diseñador de producción José Luis Galicia que estaba haciendo muchos westerns en Almería, la fotografía corría a cargo de Manuel Berenguer, de la música se encargaba Waldo de los Ríos que acababa de tener un gran éxito musicando La residencia de Narciso Ibáñez Serrador (A día de hoy una de las mejores bandas sonoras jamás compuesta para una película española,). Al director le habían recomendado el nombre del operador de cámara Salvador Gil que había trabajado entre otros con Ladislao Vajda en sus títulos más famosos y lo fichó para la importante tarea que este tenía para el film. Otros nombres en el equipo eran los de Juan Carlos (“Kuki”) López Rodero que tendría una carrera pletórica.
Pero los seguidores de Poe se
llevaron otro gran chasco ya que los productores dejaron bien claro que no valía la
pena rodar otra versión del cuento a pesar de que la fidelidad al texto original brillaba por su ausencia en las anteriores y que había que seguir dándole otras vueltas,
Hessler pensó en mezclarla con El fantasma de la ópera de Gaston Leroux y así se nos presenta a Cesar
Charron (Jason Robards), el propietario del teatro Grand Guignol de París que está
representando una adaptación de Los crímenes de la Rue Morgue, pero
a su hija Madeleine (Christine Kauffman), la obra le provoca pesadillas. Varios
miembros de la compañía empiezan a ser asesinados y Charron empieza a sospechar
que quizá René Marot (Herbert Lom), el asesino de su mujer (Lilli Palmer) al
que la policía dio por muerto, esté vivo.
En esta versión no aparece el
personaje de Auguste Dupin, pero sí el del inspector Vidocq que fue realmente
el que había inspirado a Poe, lo interpreta Adolfo Celi y lo caracteriza
bastante bien, se come bastante a Jason Robards quien no estaba a gusto en la
película ya que la consideraba un paso atrás en su carrera, y tal como comentara su director se trataba de un personaje
malhumorado interpretado por un actor con poco sentido del humor, valga la redundancia. Herbert Lom
en cambio conseguía un personaje siniestro con su rostro y mirada penetrante, ya había interpretado en 1962 la versión de la Hammer de El fantasma de la ópera por lo que su elección era más que oportuna.
Durante casi todo el metraje hay
un peculiar uso de la cámara (de ahí la importancia en que fuera alguien que la
dominara), en muchos planos esta es llevada en mano, hay un uso constante del
contrapicado, ángulos que por aquel entonces no eran los más habituales y que
creaban una sensación angustiosa. Como hemos dicho y reiterado, apenas había
presupuesto por lo que el director tenía que saber crear un
poder de sugestión que lo lograba en escenas como rodando con el teatro vacío, la feria, el parque del Capricho con esa fotografía espléndida que resaltaba el ambiente melancólico otoñal
o el palacio con todos esos objetos algo peculiares. Resaltar que la también aquí notable música de Waldo de los Ríos y los efectos sonoros ayudaban bastante a conseguir la atmósfera deseada
El guion corría a cargo de
Christopher Wicking y de Henry Sleser, este último había escrito también varios
episodios de La hora de Alfred Hitchcock y Hessler conocía de primera mano su
talento, también escribió guiones para las series de La dimensión desconocida y
Tales of the Unexpected, de bien seguro que su mano se nota en esos toques algo
irónicos que tiene el film o en su enigmático final.
Asesinatos en la Calle Morgue
tiene una puntuación muy baja en las distintas webs de cine, ni está (ni se le
espera) en las diferentes plataformas, sí que salió en DVD en el 2013 en una
copia pasable, pero sin llevar los subtítulos en castellano, aunque en la caja
sí los anunciaban. Creo que vale la pena verla y es una buena muestra del género sin tener que recurrir al sexo o al exceso de sangre como pasó en el "fantaterror" español a
medida que avanzaba la transición. Aquí tienen la banda sonora de Waldo de los Ríos:
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