Jaime de Armiñán in memoriam: La hora bruja (1985)

 




Jaime de Armiñán (Fuente: RTVE)

El pasado  9 de abril fallecía Jaime de Armiñán, uno de nuestros directores de cine más notables, aunque su nombre no está lo suficientemente valorado ni siquiera recordado. Proveniente de una familia de actores, políticos y escritores, escribió teatro hasta 1963, tres años antes había empezado a elaborar guiones y dirigir programas para TVE para la que llegó a hacer más de 500, entre ellos Confidencias, Tiempo y hora, Las doce caras de Juan, Refranes, Del dicho al hecho. Suspiros de España… En 1967 y con Narciso Ibáñez Serrador escriben el guion de Historia de la frivolidad que dirige el primero y que consigue un relieve internacional. Ya en los 80 dirigiría Cuentos imposibles (1984), uno de los episodios de esta estaba dedicada al torero Juncal y el éxito propició que rodara una serie sobre él de gran éxito.

Una de sus primeras películas fue la fallida Carola de día, Carola de noche (1969), su productor Manuel J. Goyanes lo contrató para iniciar la transición de la actriz de adolescente a mujer, el rodaje fue tenso para Armiñán ya que según contaba le destrozaron el guion. Consigue luego una tibia acogida con La Lola, dicen que no vive sola (1970), película bastante desconocida hoy en día, pero su gran éxito vendría en 1972 con Mi querida señorita, película que probablemente ha eclipsado demasiado con el tiempo su posterior filmografía y que fue su primera nominación al Oscar para mejor película de habla no inglesa.


Tuvo al público a su lado en películas como Un casto varón español (1973), una especie también de tercera vía producida por José Frade. El amor del capitán Brando del año 74 que le valió una nominación al Oso de oro del Festival de Berlín o ¡Jo papá! repitiendo con Ana Belén al año siguiente. A partir de aquí su cine deja de tener grandes éxitos comerciales y rueda películas más de autor como Nunca es tarde (1977) o  en la línea de la época de la Transición como Al servicio de la mujer española (1978). En 1980 lograría un éxito de crítica con El nido que le valió otra nominación al Oscar, en ella retrataba un ambiente rural y denunciaba ciertos prejuicios sociales.

Siguieron películas interesantes como En septiembre (1982), Stico (1985), Mi general (1987), aunque con respuesta por parte del público más bien fría, entre estas destaca La hora bruja (1985) que voy a comentar y que fue su tercera nominación al Oscar. En ella se nos narran las peripecias de El Gran César (Paco Rabal) que pasea un espectáculo ambulante de magia por Galicia a bordo de un autobús acompañado de su cuñada y amante Pilar Esmeralda (Concha Velasco). En uno de los viajes recogen a una enigmática chica (Victoria Abril) que alterará su vida.

Armiñán escribió el guion mientras era jurado del Festival de Sitges del año 84, su deseo era hacer una película de magia y a la vez describir la vida de unos buhoneros que van de pueblo en pueblo proyectando cine. La película a simple vista podría recordar a La Strada pero con el toque fantástico correspondiente, algo que por otra parte también era muy usual en el cine de Fellini. El título de La hora bruja se debía a que corresponde al momento del día en que el sol roza el horizonte y es cuando la noche empieza a aparecer, ello queda bien reflejado en los fotogramas al rodar el anochecer con todo su esplendor. Cabe decir que de la fotografía se encargó Teo Escamilla, nombre muy asociado al cine de Saura, y que captaba toda esa belleza con un toque hipnótico que desgraciadamente. viéndola en televisión, se pierda bastante el efecto, ya no hablemos del excesivo uso del DNR que acaba por fastidiar el color de lo que se pretende una alta definición en vez de respetar la naturalidad original de sus fotogramas.

A pesar de que aparentemente este era un film que se apartaba de las anteriores películas urbanas en las formas de él, no lo era tanto en el fondo ya que no deja de ser otro retrato de seres marginados como ya sucedía en Mi querida señorita, El nido o Stico. A ello se añade cierta concepción de un realismo fantástico aquí ya plenamente desarrollado, pero que ya había ciertos esbozos en En Septiembre por ejemplo. Pero Armiñán elabora la historia de tal manera que pudiese llegar a todo tipo de público sin caer demasiado en lo alegórico como sucedía en Saura y utilizando una serie de escenas como el brindis amoroso en el balneario para que el producto fuese cercano.

La hora bruja logra salvar todas sus dificultades, es evidente que el irreal argumento puede causar rechazo a más de uno, pero creo que Armiñán lo salva gracias a le escena primera en que el gran Cesar empieza su espectáculo y el público, al ver de lo que habla, empieza a irse poco a poco, con este "truco" es espectador del film empatiza con él. Luego tenemos ese encuentro con ese personaje misterioso que encarna Sancho Gracia, aunque creo que este último acaba resultando excesivamente plano y que le podía haber sacado más jugo en el desarrollo del guion. Pero el ritmo no se entorpece porque empezamos a adentrarnos en la relación de la pareja y sus problemas y casi todo lo demás hasta sospechamos que es como un McGuffin. Pero vamos comprendiendo que no lo es verdaderamente cuando saca el personaje de Victoria Abril y va cobrando protagonismo, comienza ya a interesarnos plenamente todo ese mundo de meigas mezclado con las reflexiones sobre la monotonía de la vida, las limitaciones de las relaciones humanas y cierto elogio incluso a la traición entre las personas. Por lo tanto es un guion bastante hábil que conjuga perfectamente sus elementos para que nos atraigan y se dosifiquen bien durante el metraje.

A todo esto hay que añadir un homenaje al cine con esas proyecciones en los pueblos, cuando ponen Cleopatra (la versión de Mankiewicz) tienen un problema de sonido y ellos dos han de doblar las escenas, las cuales se las saben de memoria. Luego tenemos una imagen muy lirica con esa pantalla en el agua proyectando Hello Dolly. El director también saca el western Cielo amarillo que se desarrollaba en una especie de pueblo fantasma. Destacan las distintas entradas del autobús en esas localidades algo perdidas y que era una manera de llevar magia a estas. Por otra parte, hay todo un juego literario en los diálogos con continuas referencias a poesías, especialmente las de Bécquer que son las que más encajan.

Armiñan domina la dirección de actores, por una parte el personaje de Rabal nos lo muestra frágil, necesita azúcar porque su memoria cada vez se va perdiendo más, ello contrasta con la vitalidad y el fuerte carácter que tiene Concha Velasco y con el encantamiento de Victoria Abril. Ellas dos tuvieron sus roces en el rodaje ya que, según contaba Concha, a Victoria le gustaba constantemente desnudarse y llamar la atención, eso propició alguna escena algo innecesaria como cuando esta empieza a saltar con poca ropa en la cama mientras ella está en el tocador, pero al menos durante la mayor parte del metraje hay cierta contención.

Paisaje bello el que vamos viendo y más en esa “hora bruja”, la música de Satie quizá una apuesta demasiado convencional, pero que le da la atmósfera correcta para que nos adentremos en la historia. Probablemente, La hora bruja no sea una película redonda, pero a su favor está que no es pretenciosa y que está mas cerca de esas fábulas que Armiñán dominaba bien.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Irving Berlin, Una Blanca Navidad y 800 canciones

Un par de seductores: Cuando Caine hizo de Niven

Centenario de Henry Mancini