Recuerdo improvisado a Richard Donner y su Lady Halcon

 

Richard Donner (Fuente: Wikipedia)


El pasado lunes nos dejaba el director Richard Donner, de sus manos salieron títulos míticos para la denominada generación del EGB, ahí tenemos su Supermán, que a día de hoy es ya un clásico y probablemente la mejor película de superhéroes que se haya rodado, luego vinieron Su juguete preferido, Los goonies, Arma Letal, Los fantasmas atacan al jefe y mención aparte merecería su primer trabajo conocido La profecía, excelente película de terror y que personalmente siempre he preferido a los excesos de El exorcista, pues el film de él mantenía una tensión “in crescendo” sin necesidad de efectos especiales y el tan repelente gore, además de ese sorprendente e irónico final y el famoso triciclo que luego Kubrick copiaría.



 Entre estas hay Lady Halcon, película por la que siento un especial afecto, bien es cierto que me gustaba más hace algunos años, pero uno sigue disfrutando de ella a pesar de sabérsela de memoria. Volver la vista atrás y recuperar esa ingenuidad adolescente como la que tiene el personaje pícaro encarnado por Mathew Broderick supone un ejercicio incluso saludable, siempre que no se abuse demasiado de ello.



Fuente: Filmaffinity

 Lady Halcon
apareció en nuestras carteleras un verano de 1985, sin hacer mucho ruido ya que en EEUU no tuvo la resonancia esperada, en Barcelona fue en los cines Alexandra, Aquitania (la que fue posteriormente Filmoteca) y Waldorf. Los estrenos de verano antes no eran los más significativos, casi se diría que era una película para llevar a los críos al cine y así entretenerlos y gozar de dos horas de aire acondicionado.

 La película reunía la cualidades necesarias para que el público adulto no se aburriera, su espléndida fotografía de Vittorio Storaro te transportaba a esa Edad Media en los montes Apeninos con sus castillos y paisajes rembrandtianos, que luego supimos que habían sido propiedad de Luchino Visconti. 

(Michele Pfeiffer: Fuente: Filmaffinity)

 Michelle Pfeiffer que aun no se había asentado del todo en la industria con esa secuela de Grease tan odiada, nos mostraba una belleza incomparable, aunque a ella no le gustó mucho el papel. Ofrecía, además, un curioso contraste con el tosco Rutger Hauer.

 Su argumento ya lo conocerán, relata la diabólica venganza del Obispo de Aquila, que consiste en hacer imposible el amor entre Navarre (Rutger Hauer) e Isabeau Anjou (Michelle Pfeiffer). Aliándose con las fuerzas del mal, el Obispo consigue hechizar a los amantes: ella se convertirá en halcón durante el día, y él será un lobo por la noche. Eternamente unidos y separados, encontrarán un aliado en el joven lacayo Philippe Gaston (Matthew Broderick), que intentará ayudarlos a conjurar la maldición del obispo.

Rutger Hauer (Fuente: Filmaafinity)
La historia fue escrita por Edward Khamara, pero en la publicidad se dijo que estaba basada en una
leyenda popular, lo cual llevó al guionista a querellarse. Seguramente en esa historia tomara como fuente de inspiración otras como la de "Eloísa y Abelardo", "La bella y la bestia", etc En un principio el guion estaba lleno de monstruos y elementos fantásticos que a Donner no le convencían ya que veía el guion flojo y quería centrarse en la historia de amor imposible, llamó a David Peoples (Blade Runner) pero tampoco le convenció, finalmente Michael Thomas y Tom Mankiewickz redactaron la historia como pretendía el director. 

 A pesar de cierta apariencia superficial, la película va más allá, su historia de amor tiene un dramatismo que otras de esa época no tienen, reflexiona sobre un periodo de la historia y ciertos cabecillas de una Iglesia que tenía de todo menos caridad o tras el aparente papel simpático de Broderick hay una persona triste, de aquellos que parecen nacidos para perder siempre…

El propio Donner en una entrevista a “l´Ecran Fantastique” remarcaba que el principal problema era vender la película ya que ni era de magia y brujería, tampoco de hechizos, ni una comedia”. Lady Halcon, vista hoy cuatro décadas más nos puede seguir sorprendiendo, pero sobre todo el hecho de elaborar un cine comercial con ciertos toques de autor. 

 He querido hoy con este artículo improvisado homenajear a Richard Donner, y me llama la atención que más de uno que despreciaba su cine, ahora lo tilde de gran maestro, tampoco hay que exagerar. Tal como decía él mismo, sus películas eran previsibles con final feliz y para tal tarea, también son necesarias unas dotes de gran director. Hoy en día, parece que ya no exista el término medio, algo es malo o una obra maestra, situación que lleva a auténticos disparates. Tal vez la industria necesitaría más del talento de Richard Donner para esas películas actuales que nacen ya con fecha de caducidad...  



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