Mario Camus. In Memoriam

 

Mario Camus en la Seminci (Fuente de la fotografía: Wikipedia)

El pasado sábado fallecía Mario Camus, para la mayoría el director de Los santos inocentes, el programador de TVE estuvo atento y la programó esa misma noche como homenaje, algo habitual hace un tiempo y que ahora no suele pasar, cosas de que la “programación ya está cerrada y aprobada”.

Fuente: FilmAffinity
Camus murió en el olvido, desde los 90 sus películas apenas llegaban a los 200.000 espectadores, sin
embargo su nombre sonaba para muchos estudiantes de instituto que recurrían a sus adaptaciones de obras literarias para no leerse el libro. Así pues La colmena, Los santos inocentes, La casa de Bernarda Alba o Fortunata Jacinta habían sido escritas por Camus para ellos y no por sus autores correspondientes.

Pero ver la película y no leer el libro podía traer nefastas consecuencias y que se dieran cuenta los profesores de la repelencia de aquellos estudiantes tan acostumbrados a no leer algo que no trajera algún dibujito. Por el contrario, disfrutar con su lectura y complementarlo con aquellas películas le enriquecía a uno y de paso arañaba algún punto en el temido examen.

Lástima que ya en los 90, los institutos no citaran para nada a escritores como Ignacio Aldecoa del que Camus realizó tres notables adaptaciones: Young Sánchez, Con el viento solano y Los pájaros de Baden Baden. Más de uno las descubrió un pelín tarde.

Cuando alguien muere en España, comienza a salir toda una hilera de intelectuales y de tuiteros lamentando el fallecimiento, pero no pasamos de ahí, quizá por aplicar en extremo lo de “En polvo eres y en polvo te convertirás”, mandamos al ostracismo a los nuestros, los velamos bien y los mandamos de nuevo al olvido. No hace muchos días podíamos ver la gran muestra de duelo de los franceses ante la muerte de Jean Paul Belmondo, sin duda alguna, el país galo tiene una concepción distinta a la nuestra para recordar a sus ilustres personajes.


El repaso a la historia del cine español está lleno de grandes olvidos, Camus debutó en la dirección en 1963 gracias a Ignacio F. Iquino que le produjo el filme y que volvió a contar con él para Young Sánchez, pero pocos han recordado este dato. Desde que comencé este blog, he pretendido que de tanto en tanto vayan saliendo nombres como el de mi admirado director de El Judas, tan denostado por muchos a los que dio de comer.

Camus tuvo la habilidad de rodar un cine ensayista y combinarlo con otro más popular, ahí están las de Raphael, las cuales tenían un toque de calidad que ya les hubiese gustado a otros cantantes en su cita con el celuloide. También Sara Montiel pudo mostrar sus dotes de buena actriz sin dejar de ser Saritísima, con un guion de Antonio Gala la vistió de monja para acto seguido verla de cantante, algo así como la Mangano en Ana. Lástima que Jorge Grau no pudiera con ella unos años después...

A Pepa Flores “Marisol” también le dio la oportunidad de demostrar sus grandes cualidades
como actriz y que se olvidasen de que la vida ya no era una tómbola en la notable “Los días del pasado”, pero el público no quiso saber mucho de ese cambio y acabó siendo un injusto fracaso. Incluso rodó con un Terence Hill sin que diera puñetazos con ruido de cazuelas en un extraño pseudowestern llamado La cólera del viento

Pero fue en los 80 con esas adaptaciones de Galdós, Cela y Delibes donde Camus consiguió su máxima popularidad. La colmena parecía una novela imposible de llevar a la pantalla en solo dos horas, el habilidoso guion firmado por José Luis Dibildos lo conseguía con un repaso por otras obras de él y donde la esencia del escritor quedaba bien retratada, más de una vez he pensado que el propio Cela intervino en ese guion. La película se llevó el Oso de oro del Festival de Berlín.


Con Los santos inocentes el director llegaba a su cima y el cine español aumentaba su reconocimiento internacional, Alfredo Landa conseguía que le reconocieran su actuación y así lo quiso corroborar el Festival de Cannes, aunque Pilar Miró (quien fuera pareja durante años del director) se empeñara en llamar a Dick Bogarde, entonces director del Festival, para que al final Francisco Rabal fuera premiado también.

 Se deducía que el nombre de Camus llegaría a más, y aun le quedaban bastantes años para seguir aumentando de grandes obras su carrera. Por desgracia, no fue así y el público lo olvidó completamente, ya nunca más tendría un éxito. Sin embargo, seguía rodando y poco le importaba lo que pedía el gran público o los críticos.


Combinaba aciertos como Sombras en una batalla o El color de las nubes con otras no tan inspiradas que acababan siendo fallidas por un tratamiento superfluo en sus personajes, como aquella adaptación de La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza. En el 2007 se despedía con El prado de las estrellas, tenía 72 años entonces y en este país rodar aun con esa edad era un logro. En su modestia declaraba que si había aportado algo al cine español, bienvenido era. Y así ha sido, efectivamente. Descanse en paz.

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