Claret, la madurez del actual cine religioso

 


Hace unos días, mientras repasaba los estrenos, di sorprendentemente con una de la que no había oído absolutamente nada, se trataba de Claret, la película, biopic del santo dirigido por Pablo Moreno, realizador especializado en cine religioso. Se tenía que estrenar el año pasado conmemorando el 150 aniversario de su muerte, pero por culpa del COVID hubo que esperar un año más.

Remarco lo de la sorpresa, pues siendo una película española, no hay apenas información de ella en programas de televisión ni de radio, salvo aquellos que sean religiosos o vinculados con la Iglesia como la COPE o la TRECE. He aquí un problema doble: por una parte, el de nuestros informadores cinematográficos que deberían, se supone, informar de todo aquello que se estrena, les guste o no. Y por otro lado, el del cine religioso que da la sensación de estancarse solo para un público creyente.

Más de uno me dirá  que este cine goza de buena salud, y de hecho con ciertos datos podrá corroborar su afirmación: Hay mucha más cantidad que en los tiempos que tales películas gozaron de una edad de oro, sin embargo, no logran la trascendencia de aquellas. Vidas de santos como las de San Juan Bosco o San Felipe Neri que van mucho más allá de su obra, han sido tratadas como anodinos telefilmes, pensados para ser exhibidos únicamente por televisión o en alguna sala parroquial. Resultan agradables e interesantes de ver, pero no van más allá de una realización plana que con el paso de los años acabarán olvidándose.

Un hombre para la eternidad  (1966) Fuente: Amazon

Atrás quedan esas grandes películas como Un hombre para la eternidad, Becket, Monsieur Vincent, Francisco, juglar de Dios, La pasión de Juana de Arco… que siguen visionándose en las principales Filmotecas y que son recordadas por distintas generaciones sin la necesidad de pertenecer a ninguna religión. Por tanto, acudí a ver Claret, la película con el miedo de encontrarme con los defectos que veo en este cine, aunque había algún dato que me llevaba a pensar que estaría por encima de la media actual.

Pablo Moreno lleva década y media dirigiendo, con la experiencia que ha ido adquiriendo mejora, no ya solo en el guion, sino en el aspecto técnico del que sigue habiendo carencias, pues ha de saber moverse con un presupuesto modesto. Muestra sensibilidad y atención con sus proyectos, creo que es conocedor de las virtudes y defectos del cine religioso y con Claret logra una madurez que puede ser el inicio de una carrera que le lleve, por fin, a superar esta barrera que se ha interpuesto entre este cine y la crítica.

Para empezar, la película logra ampliar el espectro de un círculo reducido de espectadores, y nos muestra la curiosa investigación que Azorín (Carlos Cañas) hizo del santo y todas esas biografías en el siglo pasado, que por intereses oscuros tergiversaron la vida de este y de la que el escritor también cayó en el error, no hablando como debiera de Claret en su libro La voluntad (1902). En 1938, supo rectificar en un artículo publicado en "La prensa" de Buenos Aires el 22 de mayo y vio las injusticias que se habían acometido contra él y que también era de aquella quimérica "Tercera España".

Fotograma de la película. Fuente: Claret La película
Así pues, entre este trabajo del escritor, el cual lo vemos cercano, mostrando sus temores a su mujer,
preocupándose por el "guerracivilismo" que se palpaba o charlando con su amigo Pío Baroja, se va intercalando la vida del santo, desde sus inicios en la rama del textil, para casi inmediatamente ya verlo con el hábito y fundando su congregación, años más tarde será nombrado Arzobispo de Cuba.

En esta etapa el director se detiene más tiempo, personalmente me hubiese gustado más una profundización de los primeros años, pero el biopic no permite pararse demasiado y una vez analizado todo el metraje se logra entender donde ha tenido que resumir para conseguir un metraje que sigue siendo generoso, pero equilibrado.

Vemos al Padre Claret siguiendo sus principios, lucha contra la esclavitud, encuentra enemigos incluso desde dentro, pero no le merman para nada, hay escenas bastante conseguidas y un esfuerzo considerable en el actor que lo interpreta, Antonio Reyes. Bien es cierto que no le vemos predicar mucho, en eso el Santo era todo un maestro, pero puede responder esa falta a no querer recargar el filme y hacerlo más ligero buscando más público, que el ritmo narrativo no cese, y buscando unas imágenes que valgan más que mil palabras.

Es precisamente ahí, donde uno se da cuenta de que esta vez no se ha hecho una película abusando de la tópica hagiografía, algo que sucede en otras actuales y que a veces hasta logra conseguir el efecto contrario de lo pretendido, sino que el propio espectador ya se va dando cuenta de quién era el Padre Claret y empatiza con él. Moreno logra un filme valiente en su terreno, sabiendo mezclar la objetividad con la emotividad, criticando donde debe, aun sabiendo que puede comportar algún malestar entre su público más ortodoxo. En todo el metraje podemos ver las luces y sombras de esa Iglesia que Claret quería renovar y que en más de una ocasión era y es incapaz de aplicar las palabras de Jesucristo de “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

Fotograma de la película. Fuente: Claret, la película

La película aun se hace más interesante en el momento en que es llamado a ser el confesor de la Reina Isabel II (Alba Redondo), a esta la vemos retratada como infeliz, débil, desdichada, sola… Se nota que ha habido un gran trabajo ahí detrás de investigar y saber componer un perfil indicado, más de una escena resulta conmovedora como los diálogos que mantiene con el santo o cuando se moja en el mar, como símbolo de intentar encontrar una pureza, aunque su ropaje no se lo permita.

 Ingeniosamente, Pablo Moreno va trazando paralelismos entre aquel revuelto siglo XIX, las guerras carlistas, el liberalismo, etc. y el ambiente que generó la Guerra Civil del 36, el clímax va subiendo y la película crece. Es de agradecer, que no tome partida por ningún bando, ya digo que el director muestra, luego el público ya opinará, no hay el maniqueísmo tan pesado que suele tener el cine español ya sea desde un bando o desde el otro.

Así pues, el espectador atento conseguirá empatizar con el Padre Claret, perfecta la escena en su primer diálogo con la Reina, vemos claramente que es un trabajo que no desearía ni desea, pero ante todo está la obligación también de cumplir con lo mandado, y el de saber estar con la persona, sea un rey o un esclavo, y lo veamos con aura o sin ella.

Claret se ve obligado a acompañar a la Reina en el exilio, Azorín también tuvo que coger otro tren e irse, el director los empalma y ciertamente se nos pone un nudo en la garganta. Los paralelismos de tales acciones no dejan de ser una lección de historia y una reflexión del problema de las dos Españas que por desgracia sigue estando ahí.

Fotograma de la película (Fuente: Claret, la película)
Bienvenida sea esta Claret, la película. Ojalá nuestros tan queridos informadores cinematográficos le
hubieran prestado la atención requerida. Azorín, que fue también un gran aficionado al cine, supo rectificar, esperemos que sigan su ejemplo. Sin duda alguna cabe felicitar a Pablo Moreno por su trabajo a contracorriente y que nos siga deparando sorpresas en su cine, seguro que sí.

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