27/10/2022

El burlador de Castilla (1948): Don Juan más Errol Flynn

 


Tiempo atrás solía hacer frío cuando a la hoja del calendario de octubre le faltaban pocos días para girarla, se acercaba la fiesta de Todos los Santos y la de los Fieles Difuntos, la tradición marcaba la visita al cementerio y a recordar a quienes ya no estaban, el color otoñal ya estaba plenamente instalado y en los teatros era tradición ver representaciones del Don Juan, especialmente la de Zorrilla. Hoy en cambio, si no supiese la fecha, diría que estamos en agosto, ya pocos saben quién es este caballero, las castañeras tendrán que vender helados a este paso y en los cementerios se hacen visitas turísticas más que llevar flores. A todo ello se suma la plena adaptación cutre de la fiesta de Halloween.

Pero desde estas líneas vamos a echar la vista atrás y por eso hablaré de El burlador de Castilla, película de 1948 y con un Errol Flynn ya en decadencia a pesar de su edad. Ya hacía años que la Warner quería llevarla y se la había propuesto a Raoul Walsh o a Michael Curtiz, pero este último discutió con el actor, se pelearon y ya no quiso dirigirle más, así que fue a parar a un artesano como Vincent Sherman. El actor llevaba ya algunos fracasos y los productores pensaron que volviendo al cine de aventuras y como espadachín podría recuperar la fama, además el papel de Don Juan le venía como anillo al dedo, suelta una frase hacia el final en la que dice: “Todos los hombres tienen algo de Don Juan y yo que lo soy pues aun más”.

El film contaba una historia de Herbert Dalmas, nombre apenas conocido, a él se sumaron para pulir el guion George Oppenheimer del que tampoco hay mucho a destacar y Harry Kurnitz, este ya más destacado que trabajó con Howard Hawks o Billy Wilder. Pero lo más curioso es que se contó sin acreditar con William Faulkner del cual desconozco lo que verdaderamente aquí aportó, también sale el nombre sin aparecer en los créditos de Robert Florey más conocido en la televisión y que había dirigido a Flynn en aquel curioso western de San Antonio. Así pues, demasiados nombres y bastante dispares, lo cual se nota en el resultado final.




Seguro que al ver El burlador de Castilla lo que más nos llamará la atención son los decorados, de la mano de Edward Carrere cuya carrera cuenta con títulos memorables como Camelot o Grupo salvaje, consiguió que la Academia le nominara para el Oscar. En el apartado musical brilla la partitura de Max Steiner, no se puede negar que la Warner puso interés en la producción... El reparto ya fue otra historia, se contrató a una joven Viveca Lindfors como Reina Margarita, que entonces se decía que sería la nueva Grata Garbo o la sustituta de Ingrid Bergman, repudiada por irse con Rossellini. Su carrera fue muy activa, pero irregular, como pareja de Flynn no había mucha química, inevitable pensar en Olivia de Havilland. Quien sí sale victorioso es Robert Douglas como Duque de Lorca, un símil con el Duque de Lerma, la maldad del personaje tapa bien las lagunas del guion. En los secundarios otro malo como Raymond Burr con papel corto, pero trascendente.

El burlador de Castilla empieza bastante bien, Don Juan en plena acción, una mezcla de humor con cine de aventuras, la fidelidad histórica ya es otro tema, pero conviene recordar que no estamos en un retrato histórico ni se pretende, cualquiera que lo juzgue así lo más seguro es que califique la película de bodrio. El problema es lo que ya he esbozado antes, cuando él vuelve a la corte de España, el personaje no acaba de encajar bien, se pretende una crítica hacia esa monarquía, vemos un Madrid triste y él lamentando dónde está la alegría de antes, el posadero le dice que es por los impuestos. Al rey Felipe III interpretado por Rommey Brent lo vemos más bien como a un botarate que no es querido por su pueblo y dominado absolutamente por este Duque de Lorca antes mencionado, todo lo contrario es la Reina que sí es querida, esta lanza algún mensaje como cuando le dice a Don Juan que prefiere llenar de paz el rincón reservado para los estandartes de sus próximas conquistas. En la corte aparece un pintor llamado Pacheco interpretado por Pedro de Córdoba que remite claramente a Velázquez, el retrato es de lo poco que parece interesarle al Rey, impagable también la aparición del enano.

Como ya habrán intuido, es todo bastante irregular, aciertos y defectos parecen querer convivir, alguna frase notable sale de tanto en tanto como cuando Don Juan le dice al Duque de Lorca ante la Reina que algunos prefieren la belleza al trono, lo que provoca una sonrisa de ella y una de las pocas escenas en que sí hay química. Sin embargo, más de una secuencia está falta de ingenio, como cuando el Duque de Orsini le encuentra con su mujer, empieza a haber un diálogo para que le disculpe y no haya duelo, pero no lo consigue, comienza el duelo y cosas del montaje apenas tiene acción. Sí, en cambio, tienen fuerza las escenas de cuando dirige la academia de espadachines, sus encuentros con el Duque, en la primera que tiene con sus hombres recuerda un poco a la de El hombre que mató a Liberty Valance  y el bistec de Wayne o posteriormente a El Crack de Garci ya que le pillan comiendo. La media hora final y el duelo en la escalinata es brillante, en su momento, la publicidad de los cines recogía que eran las mejores escenas hasta la fecha de Errol Flynn.

En EEUU la película no tuvo el éxito esperado y a ello se culpó, más que a los defectos de esta, a la aparición del actor que estaba ya muy mal visto, pocos años después sería despedido de la Warner y once años más tarde moría con apenas 50 años, el médico que le vio dijo que era un cuerpo de 80. En Europa, sin embargo, tuvo más aceptación, en España concretamente fue bien recibida, para nada la cinta se parece al Don Juan clásico de Tirso de Molina o al más popular de Zorrilla, la gente quería volver a ver una de aventuras y matar bien la tarde en el cine. A Flynn le habían salido imitadores, muchas de aventuras de serie B que llenaban los cines de barrio tenían muchas características de esas grandes películas con él en la cabeza como El Capitán Blood o Robín de los Bosques, por tanto si llegaba una con el Errol Flynn de verdad en el reparto aun gustaría más.


19/10/2022

Cristóbal Colón de oficio...descubridor (1982). La traca final de la españolada

 



Corría el año 1982 y a una década del V Centenario del Descubrimiento de América, Mariano Ozores dirigía esta parodia de Cristóbal Colón con argumento de Juan José Alonso Millán. Tal y como era de esperar, la crítica la rechazó totalmente, pero el público la acogió con gusto, se formaban colas para verla y según la base de datos del Ministerio de Cultura recaudó lo que hoy serían 1.725.384,69 € y fue vista por 1.412.893.


Me imagino que algunos al ver qué película comentaba hoy ni habrán abierto el blog, pero he considerado oportuno hablar de ella y más teniendo el 12 de octubre cercano. Reitero, como suelo hacer en este espacio, que no solo hablo de películas buenas, lo que importa es que hablemos de cine, considero que esta película fue la traca final del cine español popular. 

Aquel año, y al cabo de pocas semanas del estreno de esta, se producía el enorme triunfo del PSOE que traería la famosa Ley Miró, la cual consistía en una subvención anticipada a partir de la presentación del filme, incluyendo guion, equipo artístico y técnico. Esta pretendía elevar la calidad del cine, apostar por nuevos realizadores, películas  experimentales y acabar con las comedias de Pajares y Esteso, el “fantaterror” o la mal denominada españolada que abusaba desde mediados de los 70 de bastante chabacanería y ofrecer destapes de mal gusto.

Mariano Ozores desveló en el 2002 que Pilar Miró lo tenía vetado ya que no aguantaba que tuviera él tres películas en los cines de la Gran Vía madrileña y en cambio ella no pudiese estrenar los suyos soltando esa desafortunada frase de que no se le podían dar subvenciones porque “hacía un cine para fontaneros”. Aquel 1982 también supuso el estreno de la versión cinematográfica de La colmena de Cela, la cual tuvo unas cifras en la taquilla prácticamente idénticas que la película de Colón. 

Cristóbal Colón de oficio…descubridor, la cual se tituló así y vamos a respetar sin entrar dónde se deben colocar las comas o los puntos suspensivos, venía a ser una mezcla de lo que estaban ofreciendo la comedia hollywoodiense con sus parodias de géneros tipo Aterriza como puedas o las desmitificaciones de Mel Brooks como La loca historia del mundo. Se contó con Andrés Pajares que entonces estaba en la cima y a él lo acompañaba todo un reparto coral que resumía la comedia española de las dos últimas décadas. Pero llamaba la atención un nombre, el de Fiorella Faltoyano que más de uno se preguntó qué hacía aquí. Cuenta ella en sus memorias que José Frade, el productor, se empeñó que interpretara a Isabel, La Católica en vez de Lina Morgan como quería Ozores. Seguramente Frade buscaba un guiño al público del nuevo cine español y que este tipo de comedias podían convivir con lo que se buscaba. La experiencia no fue buena para ella ya que cuenta que el director no encajaba bien que participara.

Cuarenta años después de su estreno, verla de nuevo supone toda una experiencia sociológica, por una parte hay abundancia de referencias a la situación política y social que se vivía aquellos años en España con muchas referencias al "Estado de las Autonomías", incluso se parafrasea el lema que Felipe González concibió de “OTAN, de entrada no”, para aplicarlo en una manifestación en la que el lema es “Centralismo sí, autonomías de entrada no”. Otro momento divertido es que cuando la Reina Isabel dice que el 12 de octubre será festivo en toda España, incluso en Cataluña, pero que para compensarles será festivo ahí el Lunes de Pascua.

Referencias al fallido intento de golpe de Estado de Tejero, la confrontación entre curas progres y conservadores: Cisneros es considerado de los primeros. Tampoco se libra el "Opus Dei", se le entrega a Colón un libro que está escribiendo titulado Camino (Para quien no lo sepa el título alude al libro  de José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus, donde expone su pensamiento) , y le sueltan que si en España no estás recomendado, no eres nada, por aquel entonces se decía que ser de la  Obra equivalía a tener trabajo seguro. También es gracioso el papel que se le da a Antonio Gamero, otro guiño también al cine español nuevo, el cual compone un remedo de Marcelino Camacho.

 La verdad es que la película podía haber sido una gran comedia y a ratos así lo es, divierte, entretiene y hasta te hace sentir nostalgia por esa libertad que había de poder reírse de todo. Lástima que Ozores abuse del humor escatológico y nos dé una de las escenas peores que se hayan podido rodar, la de cuando Colón y Felipa se acuestan y se tiran ventosidades las cuales empiezan a apagar velas, etc., mejor no seguir comentando la secuencia…De todas maneras, el uso de este humor se presentaba en el de Mel Brooks, acuérdense de Sillas de montar calientes y la escena de comer judías. También hay alguna que otra frase que hoy en día estaría prohibida. Ahora bien, si me quedo con la mejor escena elijo la de Rafaela Aparicio como madre de Boabdil.

El éxito de la película hizo que Frade inmediatamente concibiera una especie de secuela con las mismas características: Juana La Loca…de vez en cuando, aunque aquí Ozores no la dirigió, ignoro las razones porque encontrar información de estas películas es bastante complicado. Se recurrió al barcelonés José Ramón Larraz que había tenido un gran éxito al rodar la comedia erótica de terror Polvos mágicos con Alfredo Landa también producida por Frade y era alabado por ciertos cinéfilos cultos con el filme rodado al año siguiente Estigma. Pero la película no tuvo el éxito esperado, nada menos que un millón menos de espectadores en menos de un año del estreno de la anterior. Su mayor reclamo era el de ver a Lola Flores de Isabel La Católica, pero su personaje rápidamente desaparece, para Juana La Loca se contó con Beatriz Elorrieta en vez de una actriz cómica, lo cual se nota, aunque peor es el papel de Jaime Morey como Felipe “El hermoso”. El conjunto fue un desastre y es una lástima ya que el reparto también era coral.

Pero Frade insistió y pensó que para nada estaba muerto ese tipo de cine, así pues produjo El Cid cabreador inmediatamente y nada menos que con el domador de leones habitual en las revistas del corazón Ángel Cristo y Carmen Maura como Jimena, a pesar de ser algo mejor que la anterior, tampoco se logró el resultado de la primera, algún chiste referido al boom que en esos años tenía el programa radiofónico de José María García y un Angelino Fons como director que estaría maldiciendo tener que rodar eso y no La busca por un plato de lentejas… Apenas 100.000 personas fueron a verla.

No obstante, otros siguieron intentando y en 1984 llegaba una película que no he logrado ver llamada Cuando Almanzor perdió el tambor, dirigida por Luis María Delgado y con Antonio Ozores como Almanzor, pero estaba claro que el ruido de esa última traca con Cristóbal Colón de oficio…descubridor ya no tenía eco.

07/10/2022

La confesión (1970) de Costa-Gavras

 

Repasando las últimas películas subidas en la plataforma Filmin encuentro esta muy interesante película de Costa Gavras de 1970 L´aveu (La confesión) que conviene revisar con Yves Montand y Simone Signoret, también editada en DVD hace unos años y en Blu-Ray. Con guion de Jorge Semprún se basa en el libro homónimo de Artur London que narra las purgas de Stalin de las que fueron víctimas los disidentes del Partido Comunista checoslovaco, entre ellos él mismo en el Proceso de Praga de 1952.

Tanto el director como el guionista habían realizado antes Z (también en Filmin) que exponía las prácticas criminales de unas facciones políticas de carácter ultraderechista y rodado como consecuencia de la toma del poder por los coroneles en Grecia ya que Costa Gavras es de padre ruso y madre griega nacido en Lutra-Iraias (Atenas) el año 1933. Este primer film de él fue censurado en España por su temática, no así La confesión, aunque tardó unos años en estrenarse. Como suele pasar en películas políticas cada uno la ve según le conviene, la derecha la vio con buenos ojos y el Partido Comunista de Francia condenó la película ya que si bien defendía el libro de London porque exponía una crítica estalinista, pero no al comunismo, no se podía decir lo mismo del filme de Gavras.


Arthur London que a los 14 años había ingresado  en las Juventudes Comunistas y que llegó a luchar con las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española, a ser miembro de la Resistencia francesa y deportado al campo de concentración de Mauthausen, fue ministro de Asuntos Exteriores en la Checoslovaquia estaliniana, perseguido y detenido por la policía secreta, se registró de arriba a abajo su casa y a su mujer se le envió a trabajar en una fábrica. Sometido a incesantes interrogatorios en los que se pretendía que confesara su traición al régimen comunista, los resistió y llegó así hasta el periodo llamado de desestalinización. Él y su esposa marcharon a Londres en 1963 donde escribió el libro que pronto adquirió popularidad


Gavras, Semprún y Montand (Fuente: Archivo de TVE)

Costa Gavras, exiliado griego, Yves Montand  inmigrado italiano, y Jorge Semprún exiliado español  formaron un tándem valiente que tuvo en esa Francia setentera su fábrica de creación, Semprún que fue también expulsado del Partido Comunista declaraba que el guion de La confesión más que creativo era político. 20 años más tarde llegó a Moscú la película, ellos tres acudieron por iniciativa del semanario internacional "Novedades de Moscú", publicación impulsora de la Perestroika, el título que le pusieron en vez de La confesión fue el de El reconocimiento. Se dio la circunstancia que veinte personas abandonaron la sala, Montand ironizó diciendo que tenían que coger el metro, y diciendo que hemos hecho "gorvachesimo" antes de Gorvachov, “hay que rechazar a toda costa la intolerancia y respetar a todos los que no comparten nuestras opiniones” sentenciaba. Semprún declaró que el paso a la dictadura se produjo después de que Trotsky y Lenin disolvieran la asamblea constituyente en 1918. “Hoy espero que se reconstruyan estas asambleas y que ninguna fuerza militar venga a disolverlas

La confesión tiene todo ese aroma del cine policiaco francés, a pesar de su larga duración y un desarrollo algo caótico, se sigue con interés y revisándolo uno echa en falta este tipo de directores como Costa Gavras que sabía que le caerían críticas desde todos los lados, pero que no le importaba ya que anteponía ante todo su libertad de expresión y el ser políticamente incorrecto.

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...