25/11/2022

Once pares de botas (1954), cómo se vivía el fútbol en la España de los 50

 



Tiempos de Mundial en pleno noviembre, el fútbol, como todos saben, ha cambiado demasiado, aunque lo que permanece siempre es esa pasión que notamos en los momentos de los partidos, otros aprovecharán para pasear más  tranquilamente, mientras algún grito celebrando gol se oiga de lejos. Aprovechando estos días, propongo revisar la película de Rovira Beleta Once pares de botas de 1954.

Parte de una idea de Lluís Trías de Bes i Terres que había participado en algunos guiones como El conde Max sin acreditar o El casco blanco de Pedro Balañá, abogado y escritor en "La Vanguardia", fue directivo del RCD Espanyol en los 50, dato interesantísimo ya que hace unos años el crítico de cine Edmond Orts desveló en la revista “23 perico” que la escena inicial está inspirada en el fichaje frustrado de Kubala por parte del club periquito cuando este ya estaba citado para la rúbrica, pero el FC Barcelona se adelantó y envió a un emisario que se lo llevó al Hotel Majéstic del Paseo de Gracia donde firmó. En la película curiosamente las cosas cambian y es el RCD Espanyol el que quiere adelantarse y robar el fichaje del jugador interpretado por José Suárez por el club ficticio Hispania.


Distribuida por una Cifesa ya en línea decadente, fue la segunda película que produjo Alfonso Balcázar tras el fracaso de Catalina de Inglaterra, apostó por esta porque veía un producto comercial y contó con un Rovira Beleta para la dirección que acababa de tener un gran éxito de crítica y público con Hay un camino a la derecha, las cuentas previstas calculaban que muchos aficionados irían, pero el hecho es que no tuvo la repercusión esperada, el fútbol era para verlo en los estadios. Algunos críticos han señalado que las escenas en las que juegan son bastante pobres, pero hay que tener en cuenta que los medios para rodar el deporte rey no eran ni de lejos los que tenemos ahora, ni tan siquiera los de hace tres décadas. Aparte de esto, hubo problemas para poder filmar en estadios, cuenta el director en el libro Rovira-Beleta. El cine y el cineasta que le hizo Carlos Benpar  que rodaron escenas en medio de un descanso de un partido de la selección, en apenas el cuarto de hora que tenían hizo lo que pudo, aparte de intentar que José Suárez, que como actor era magnífico, quedase bien dándole al balón, algo que no fue así, pero es lo de menos analizando todo.

Y digo esto último ya que creo que el árbol no nos deja ver el bosque, no hay que analizar la película por cómo están rodados los partidos, sino por ser un retrato del fútbol, de sus costumbres y lo que hay detrás. Hace ya algunos años escribí una crítica en el FilmAffinity y destacaba que desde el inicio tiene esa peculiaridad de estar narrada por la farola de Canaletas, esta idea parece que fue idea del guionista Manuel María Saló que formó un tándem formidable con el director en más de una ocasión y le dota de unos diálogos excelentes.

La estructura de la película es básicamente de comedia, y ese inicio con la chica intentando “secuestrar” al futbolista es digno de Howard Hawks como ya han apuntado otros, añadiría también ese homenaje al "toque Lubitsch" cuando van a besarse en el tren y no lo vemos, pero la cámara enfoca al revisor que con su rostro mirando el vagón ya nos está diciendo qué pasa ahí. Tiene también su parte de drama: las lesiones, la compra de partidos o un tema como el de ese “dopaje” con esas pastillas que ya nos indicaban que algún refuerzo extra prohibido se tomaba más de uno.

Con el paso del tiempo creo que se revaloriza todo el costumbrismo de la época en torno al deporte rey, como seguir los partidos por la radio, la película es un gran homenaje al medio y la cámara nos enfoca varios aparatos en diferentes espacios desde la casa donde era el centro de atención de todos, incluso cuando se comía o en la casa del cura del pueblo. Vemos también al recordado Miguel Ángel Valdivieso retransmitiendo e insertando aquella publicidad en una frase, o el mítico Matías Prats con sus inconfundibles gafas oscuras… La gente más joven que me lea, probablemente, encuentre prehistórico todo esto, pero era una manera de vivir los partidos más cercana y entrañable, totalmente alejada del negocio audiovisual de hoy en día.

Un gran acierto fue contar con Manolo Morán como ese aficionado que hasta destroza sus gafas celebrando un gol, esas imágenes de él cogiendo ese tranvía lleno en la Plaza Cataluña de Barcelona, los partidos empezaban a primera hora de la tarde, para nada eso de empezar a las tantas. Su sufrida esposa que rellena una quiniela esperando que la suerte y ese dichoso fútbol cambien su destino...

Aunque como he dicho al principio no es película para ver grandes jugadas de nuestros futbolistas, sí en cambio podemos ver a varios actuando y salen bastante bien librados, Josep Samitier como secretario técnico del Hispania, Francisco Javier Marcet doblado por Juan Manuel Soriano, Mariano Martín dando vida a ese jugador arruinado que vive de la limosna, un Antoni Ramallets presumido que hasta se peina en la portería y doblado por Alfonso Santigosa, Aldecoa de entrenador y con voz de Felipe Peña... No solo doblaron a los futbolistas, la protagonista Carmen Pardo está doblada por Carmen Lombarte y Elisa Montes por la recordada Rosa Guiñón, esta fue su primera película donde prestó su bella voz. Ya hacia el final vemos a otros futbolistas de distintos equipos cuando son citados por la Selección Nacional y la farola de Canaletas dice que la mayoría de aficionados no acertó en la lista de convocados, en algo el fútbol sigue siendo igual.

Entre los secundarios hallamos a un entrañable Pepe Isbert que le da instrucciones al monaguillo de donde ha de poner la vela según quien marque para él enterarse, escena que, volviendo al libro de Carlos Benpar, cuenta Rovira Beleta que se la cortaron y que él enfadado se fue hasta La Coruña en coche desde Madrid para hablar personalmente con el cura que había dicho que se quitara, finalmente consiguió ser escuchado y que la pudiéramos ver. 

También vemos a una Mary Santpere que a pesar de tener un papel secundario, y no muy agradecido, lo dotaba con su comicidad y desparpajo habitual escuchando tras la puerta lo que comentaban los jugadores, los cuales vivían en pensiones y no en hoteles lujosos. Sale una frase por ahí en la que le dicen sus compañeros a José Suárez, que al principio presume de estar hospedado en el Excelsior, que vaya mejor a una pensión pues se descansa igual y al menos te sangran por la mitad, qué tiempos aquellos en que los divos del calzón corto como diría aquel periodista asturiano no vivían de lujosas mansiones, coches último modelo, vacaciones lujosas y sueldos desorbitados.

Recomiendo, pues, ver Once pares de botas y debatir cómo ha ido evolucionando esto del fútbol y la sociedad, en una escena la chica muestra unas películas rodadas de cuando el futbolista jugaba en segunda división y hasta hay un momento en que la gente del pueblo muestra su ira hacia el árbitro contestando ella que “es como una película de Vittorio de Sica”, pero no, estamos ante la eficacia  de todo un maestro como Rovira Beleta que iría perfeccionando ese neorrealismo inmediatamente después con El expreso de Andalucía y nos seguiría dando grandes películas en un cine español que tan poco le gusta reconocer a sus grandes.

18/11/2022

Un invierno en Mallorca (1969)

 




Ya que estamos en vísperas de Santa Cecilia, la patrona de la música y de los músicos, hoy comentaré la película Un invierno en Mallorca de Jaime Camino del año 1969 basada en el famoso libro homónimo que George Sand escribiera sobre su estancia y relación con Frédéric Chopin en la Cartuja de Valldemosa en noviembre de 1838 y también en su otra obra Historia de mi vida. El director la quiso titular “Jutzrenka” y así sale incluso en más de un sitio, este era el verdadero nombre de ella en polaco y significaba “Aurora”.

 En aquel año Jaime Camino ya apuntaba maneras con películas como Los felices 60, Mañana será otro día y especialmente, al menos creo yo, por España, otra vez. Llevar este episodio de la vida de Chopin venía a suponer un cambio, aunque más bien en apariencia, no dejaba de ser un retrato del país que se podía trasladar a la España del momento del rodaje.

La censura del momento llegó a prohibir el guion durante siete meses escrito por Román Gubern, el cual lo vemos interpretando al cura, algo que ya había hecho en aquella fabulosa El certificado de Vicente Lluch. Se tuvieron que cortar las escenas que hacían referencia a la impotencia de Chopin, el sermón del sacerdote atacando las ideas liberalistas, una serie de conversaciones en la sacristía y una escena en que unos niños lanzan piedras a los hijos de George Sand. No gustaba para nada que se resucitase el tema de la España negra.

La idea de esta película fue del mismo Camino, el cual declaraba que le gustaba el tema de las personas encerradas en un escenario único porque en sus anteriores había bastantes localizaciones y eso le permitía centrarse mejor y recrear un Romanticismo más allá de mostrar cementerios o ciertos sentimentalismos históricos: La soledad de ellos, la ruptura con su tiempo, la cartuja abandonada por los monjes tras la desamortización de 1835, el ambiente de los campesinos hostiles ante la pareja…

Respecto a esto último, había paralelismos con la reacción hostil que a partir de los mediados de los 50 del siglo pasado hubo hacía los turistas que visitaban España por parte de la sociedad más cerrada que veía mal las ideas modernas que traían. Argumentaba que  aquella de 1838 no era tampoco muy distinta en lo que se refería a las relaciones entre el artista y el pueblo.

Las veces que he visto esta película he sentido contradicciones, las cuales incluso se daban en la concepción de Camino y Gubern, el primero defendía que era romántica, a pesar de todo, y de tratar el tema del atraso de un pueblo incomprensivo con las ideas liberales de aquel momento, aunque el director prefería llamarlas “progresivas”. Por otra parte, estaban  las relaciones de la pareja que él lamentaba que el público no pudiera ver con el tema de la impotencia de Chopin suprimido y, por último, la forma de integrarse para luchar contra un orden en el que no estás de acuerdo. Gubern para nada admitía que fuese romántica, por lo menos estilísticamente, los planos tendían hacia el interiorismo, la poca luz, cierto esteticismo en la fotografía, nada que ver con aquella Canción inolvidable hollywoodiense que en 1945 dirigiera Charles Vidor y con Cornel Wilde de Chopin y Merle Oberon como George Sand.

Camino escogió para el músico a Christopher Standford, actor apenas conocido en España, pero escogido porque le veía una serie de características que no encontraba en los actores nacionales de los que decía que, aunque fuesen buenos, no tenían la preparación de los británicos. Para George Sand eligió a Lucía Bosé, lo cual fue casi como una obsesión ya que declaraba que pensó el papel únicamente para ella. En otros papeles encontramos a Enrique San Francisco como uno de los hijos de ella y a Serena Vergano en el papel antipático de María Antonia. Como curiosidad, la escena del carnaval y el ataque que realizan con las máscaras está interpretado por unos incipientes "Els Joglars" de Albert Boadella. Para doblar a Bosé se recurrió a Núria Espert, mientras que de Standford se ocupó Manuel Cano.
Fotograma de la película. Fuente: ABC

De todas maneras, las contradicciones que vemos y sentimos tampoco hay que verlas como un fallo de la película, sino más bien porque todo en sí así lo es. Por ejemplo, George Sand escribía mucho acerca del pueblo, pero luego lo detestaba. Hay una escena en que enseña a los niños qué es una revolución, luego tiene una discusión con Chopin ya que le reprocha su falta de actitudes comprometedoras que más tarde tuvo de manera más evidente.

 En un pase privado al que estuvo invitado Arthur Rubinstein declaró que “ella era una mujer dura y absorbente, sobre todo una egoísta. Eligió Mallorca porque convenía a la salud de sus hijos”. No le gustó el perfil del Chopin que se dio ya que lo veía muy triste y, según él, era un hombre chistoso y ocurrente, un bromista. También comentó que él no era romántico, sino un calculador, sí que lo eran Beethoven y Schuman, pero él no. Sobre los nocturnos explicaba que había cogido el nombre de un compositor desconocido.

Recomiendo revisar la película ya que disfrutarán también de su música, y por otra parte, conviene fijarse prácticamente en cada frase y en cada encuadre porque nos estará diciendo más de lo que vemos, probablemente es posible que hasta lleguemos a conclusiones que para nada estaban pensadas, pero eso es otro atractivo, así como la excelente obra de Camino, un director por el que siento aprecio y que me gusta tratar.

 

11/11/2022

Cuando Mel Ferrer produjo "El Greco" (1966)

 



Es habitual en mi blog traer películas olvidadas o malditas, recuerdo cuando hablé de la película Gaudí (1960) de José María Argemí, el nivel de visitas fue bueno, así que elaboré otra entrada con aquel mediometraje donde José Luis López Vázquez daba vida al genial arquitecto. Por eso, llevaba días queriendo traer alguna película poco conocida, pero lo suficientemente atractiva para que mis lectores se entretengan, se trata de El Greco (1966) dirigida por Luciano Salce e interpretada por Mel Ferrer.

Recrear la vida de Domenicos Theotocopoulos suponía todo un reto que podría dar pie a todo un clásico del cine, aparte que la recreación de ese Toledo imperial con sus luces y sombras ya crearía expectación en el público. En aquellos años, la Fox estaba con el proyecto de traer la vida de Miguel Ángel al celuloide, la novela de Irving Stone inspiró un guion de Philip Dunne en 1961, sin embargo la producción no veía la luz hasta 1965: El tormento y el éxtasis. 

Un año antes Mel Ferrer anunciaba en Madrid en el "Club Internacional de Prensa" a los periodistas y diversas personalidades del mundo de la cultura que iba a protagonizar y producir una película sobre él por el que sentía fascinación según explicaba en diversas entrevistas y que sería el papel más complicado de su vida. El actor iba bien preparado porque enseñó un montón de planos y dibujos de los lugares de Toledo donde se ambientaría el filme, comentó que aunque el montaje se haría en Londres, la mayoría del equipo técnico sería español y contaría con bastantes actores nacionales. Acababa de participar en La caída del Imperio Romano e iba a rodar El señor de La Salle y dirigir Cabriola con Marisol, por lo que era habitual verlo a menudo por España junto a su mujer Audrey Hepburn

Para recrear la vida del pintor se tomaría como base la obra de Gregorio Marañón El Greco y Toledo, dos nombres interesantes se encargarían del guion: Juan García Atienza y Rodrigo Rivero Balestia. El primero es otro nombre maldito de la historia del cine español, dirigió en 1962 una excelente comedia Los dinamiteros que sigue sin estar todo lo reivindicada que debiera, posteriormente rodaría para televisión series como Los paladines (1972) y documentales para TVE. Es autor también de uno de los guiones más surrealistas de nuestro cine, el de la película de Juan y Junior en un mundo diferente de Pedro Olea. En cuanto al segundo nombre, colaboraría también con Atienza en su película, aparte de escribir la historia de Crimen de doble filo una de las mejores muestras del cine policiaco español dirigida por José Luis Borau, escribiría otro guion para la película Secuestro en la ciudad de Luis María Delgado, no cuento ni encuentro mucha más información sobre él, así que agradecería si alguien conoce más de su vida y obra.


Sin embargo, Mel Ferrer contrató a otro guionista Guy Elmes, muy dado a producciones de aventuras y bélicas de serie B como El valle de las mil colinas o peplums como Poncio Pilatos. Esto propició que los dos nombres anteriores presentaran una denuncia contra el actor por haber usurpado su trabajo, en su momento tuvo relevancia este hecho y perturbó el rodaje, el juez fijó una fianza de 600.000 ptas., pero Ferrer presentó recurso y el juez le dio la razón con las pruebas presentadas.

Finalmente, el 7 de mayo de 1966 en el Museo Santa Cruz de Toledo se presentó mundialmente la película, tal estreno estuvo patrocinado por el Ministerio de Información y Turismo con Manuel Fraga Iribarne a la cabeza y de Educación Nacional, el comité organizador del acto estaba presidida por la entonces Princesa Sofía que cuatro décadas más tarde también asistiría al estreno de otra película sobre la vida del pintor, la dirigida desafortunadamente en 2007 por Yannis Smaragdis.

Mel Ferrer había buscado inversores ya que la película resultaba muy costosa para el capital español y al final la Fox distribuyó la película, también contó con dinero francés e italiano. No tuvo el éxito esperado, pasó rápidamente de los cines de estreno a los de reestreno, la crítica fue tibia, se hablaba muy bien de la ambientación, de la recreación pictórica, pero la interpretación del actor fue puesta en duda, aunque quien se llevó la peor parte fue Rossana Schiaffino como Jerónima de las Cuevas, no se perdonó que no la interpretara una actriz española. Sin embargo, Ferrer cumplió y en el reparto encontramos a Ángel Aranda como Don Luis, Fernando Rey como Felipe II, Rafael Rivelles como Marqués de Villena, incluso aparece Víctor Israel brevemente como enfermo mental en un hospital.

Escena de la película. Fuente: IMDB


Sin embargo, el reparto nacional no fue en papeles principales, Niño de Guevara fue interpretado por Mario Feliciani el cual lo borda bastante bien, pero su nombre no era muy famoso a pesar de ser un gran secundario. Otro nombre italiano, Adolfo Celi, tenía un rol importante como Don Miguel de las Cuevas. Pero donde no cumplió lo dicho fue en el equipo técnico, casi todo en manos italianas y no españolas como había anunciado.

Quizá el problema que tuvo la película fue contar con un director artesano como Luciano Salce con una amplia filmografía en su país, la mayoría comedias, aunque muchas no estrenadas en España. Se da la circunstancia que fue quien le dio la primera oportunidad al músico Ennio Morricone que debutó en el cine con su película El Federal, para El Greco lo volvió a llamar y compone una de sus más grandes partituras, si la película no estuviera olvidada seguro que esta aparecería entre las mejores de él, escúchenla y ya verán qué sorpresa.



La acción se desarrolla bastante bien, el pintor durmiendo en el mercado, la amenaza de la Inquisición, la relación con Jerónima de las Cuevas, aunque tenga más de ficción que de realidad. Aparte de la ambientación, lo mejor son las relaciones entre él y el Cardenal Niño de Guevara que recuerdan a las de Julio II y Miguel Ángel de El tormento y el éxtasis. Al igual que la versión de 2007 hay un juicio en el que es acusado de brujería, con una trama algo ingenua e incluso torpe en el guion, a pesar de que esto se escapa de la versión histórica, le da cierto empuje al ritmo narrativo. Se echa en falta verlo más pintar, recrear más su obra, su concepción ya que queda una película demasiado corta. No hubiera estado mal un documental breve antes como ya hiciera Carol Reed con Miguel Ángel.

La película no está ni en DVD, ni en plataformas, solo en YouTube y en una copia que seguramente viene de su versión estadounidense en inglés con subtítulos, ahí se estrenó con el nombre de Un hombre llamado El Greco. El Cinemascope está mutilado con lo que nos perdemos la belleza de su fotografía, de todas maneras tengo la sensación de que es la única manera hoy en día de poder verla. A pesar de sus defectos, creo que brillan más sus aciertos y es una película que merecería poder ser visionada y estar accesible por su interés histórico y cultural. Aquí dejo el enlace, hay alguna escena en la que se va el sonido.

 

01/11/2022

Macario (1960): Una fábula sobre la muerte.

 


Siguiendo con las tradiciones de estos días, propongo esta vez revisar Macario (1960) película mexicana dirigida por Roberto Gavaldón y que adapta la novela corta El tercer invitado escrita por Bruno Traven, nombre enigmático y del que hay más de una teoría acerca de su identidad, conocido especialmente por escribir El tesoro de Sierra Madre que John Huston dirigiera tan brillantemente y pasara a ser una obra maestra.

Traven se inspiraría en una fábula centroeuropea de principios del siglo XIX recogida por los Hermanos Grimm con el nombre de El ahijado de la muerte, en España el cuento se ha conocido con varios nombres: La Muerte madrina, la mallorquina En Pere de sa coca o la vasca El carbonero y la muerte. El argumento trata la historia de un leñador pobre obsesionado con la muerte que siente una gran frustración por el hambre que pasa junto a su familia, jurará no comer más hasta que lo pueda hacer con un pavo entero sin compartirlo. Su mujer se lo conseguirá y él decide emprender tal acción, pero se verá interrumpido por las visitas del diablo, de Dios y de la muerte que le pedirán de este.

Gavaldón, que era todo un experto en adaptar obras literarias, varió algunos aspectos de la novela, uno de los más destacados es darle protagonismo al día de los difuntos (2 de noviembre) con fuerte arraigo en México, no más empezar nos escribe en los créditos toda una explicación de cómo lo celebran y nos obliga a poner pausa porque es imposible leerlo todo en tan poco tiempo y con letra tan pequeña. Por otra parte, tres años antes Ingmar Bergman había impactado con El séptimo sello por lo que es inevitable la influencia que tendría en las variaciones, pero el director también se inspiraría en Las tres luces de Fritz Lang para la parte final. Por todo ello dio gran importancia al aspecto visual más que al texto, la fotografía corrió a cargo de Gabriel Figueroa cuya obra quedó inmortalizada entre otros por Buñuel y sin duda creo que es lo más notable. El fotógrafo volvió a retratar tal día en Bajo el volcán (1984) de John Huston


La Muerte se presenta como humana, se pone a hablar con él, incluso se permite reír (recordemos también La Dama del alba de Casona en la que también lo hacía), se sentirá agradecida y le dará un agua que permite curar a los enfermos siempre que ella esté a los pies de estos y no en la cabecera. Para que la historia de Traven no resultara tan previsible, el guion que el director elaboró junto a Emilio Carballido presentaba la entrada de la Inquisición en la historia y para reducir la moralidad de esta, el pavo era robado por la mujer y no conseguido con esfuerzo.

El retrato del folclore mexicano con escenas como el sueño que tiene el protagonista con los esqueletos está verdaderamente conseguido, también hay más de un toque surrealista y ese humor tan especial rozando la irreverencia que hasta nos hace pensar que estamos viendo una obra de Buñuel, hay un momento en el que los pueblerinos dicen que es la Virgen quien le ayuda a curar, mientras otros dicen que es el arcángel San Gabriel.

Para el papel de Macario se eligió a Ignacio López Tarso, muy popular ahí y que resulta muy convincente en su interpretación, incluso según dice tuvo que llevar la leña de verdad en la película porque el director no quería que nada diera la sensación de falso. La sufrida esposa es Pina Pellicer, que un año más tarde la veríamos dirigida por Marlon Brando en El rostro impenetrable. Entre los secundarios encontramos a Eduardo Fajardo en el papel de Virrey.

Vale la pena ver este Macario que mezcla hábilmente el cine social con el cuento de terror y permite cierta reflexión serena sobre la muerte y el sentido de la vida. Fue una de las últimas grandes películas mexicanas antes de sus crisis que estaba ya a punto de empezar. En YouTube podemos encontrarla fácilmente a falta de ediciones en DVD y del olvido de las programaciones y plataformas.

 

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...