Donde acaba la memoria (2022) de Pablo Romero-Fresco

 


Estos días hemos recordado la saga Indiana Jones con la publicación de su tráiler, y seguramente el gerente del Cine Madrigal de Granada lo tendría en mente cuando el pasado viernes 2 de diciembre contemplaba el lleno total en la sala y exclamó que tenía que retroceder hasta el estreno de Indiana Jones y la última cruzada para ver tal gentío. No se estrenaba ninguna película comercial, sino un documental de un director novel Pablo Romero-Fresco llamado Donde acaba la memoria, una especie de pseudobiografía del hispanista Ian Gibson en el que lo vemos en Las Hurdes 85 años después de que Luis Buñuel inmortalizara la región en Tierra sin pan. Bien es cierto que las entradas se agotaron por la presencia ahí del hispanista con el director al que siguió una charla.

Probablemente, uno de los grandes problemas de Donde acaba la memoria sea la falta de cinefilia actual, es necesario contextualizar toda la información porque de lo contrario uno se perderá, a Buñuel le impactó lo que vio en su momento, “aquellas montañas desheredadas” como se refería, a aquel desamparo de sus habitantes, pero también su inteligencia y su apego a su remoto país, a su tierra sin pan.  Censurada y sin encontrar apoyos en plena República, incluso Buñuel pidió ayuda al Dr. Marañón que había sido nombrado presidente del "Patronato de Las Hurdes", pero este le dijo que por qué solo enseñaba lo feo y desagradable. Vino la Guerra Civil y el mismo Buñuel cuenta que en una ficha de los archivos de la Guardia Civil del pueblo de Quinto se le describía como un depravado, un morfinómano abyecto y, sobre todo, como autor de Las Hurdes, “película abominable, verdadero crimen de esa patria. Si se me encontraba, debía ser entregado inmediatamente a las autoridades franquistas y mi suerte estaría echada”.

Romero-Fresco recoge las opiniones, entre otros de Carlos Saura que alaba aquel trabajo, una apuesta por el cine documentalista pedagógico en España que no prosperó y lo encuentra más interesante que la etapa surrealista de El perro andaluz o La edad de oro. Particularmente, soy de la misma opinión y me sorprende lo poco que se da a conocer en la enseñanza, se puede ver en youtube. La respuesta antes expuesta del Dr. Marañón sigue en más de un habitante de la zona que tampoco quiere sacar a relucir el documental al que tachan de despectivo, siguen sin darse cuenta de que el sordo de Calanda quería lo contrario.

Al estar hablando de Buñuel desde que he empezado el artículo, estoy cometiendo el mismo error que se le puede achacar a Donde acaba la memoria, pues se deduce que lo principal es su protagonista Ian Gibson y no el director aragonés, de ahí que eche en falta más precisión y más detalles en lo expuesto. Sin embargo, todo está relacionado y tiene la ventaja de no caer en la redundancia, aunque peque de darlo todo por sabido, el hispanista se muestra emocionado yendo ahí, incluso quiere subir a la roca donde aquella cabra caía... El viaje a la región le sirve para reflexionar, pasa antes por la cruz del Valle de los Caídos y con rabia comenta que esa no es la cruz de Jesucristo, lamenta que el tiempo no haya ayudado mucho a modernizar el país del que dice sentir verdadero amor y no odio, sino rabia. Después  lo vemos en la "Residencia de estudiantes" y en Granada intentando que un día sean encontrados los restos de García Lorca.

El documental sigue poniendo en evidencia el conflicto de las dos Españas a día de hoy, Gibson lanza una sorprendente frase de que encontrarlos ayudaría a la reconciliación de los españoles. Al acabar el filme y abrir el micro al público, una mujer le comentó que dudaba de que eso sucediera y sacó a colación cierto partido que curiosamente tiene su sede al lado del cine, él exponía que Lorca era un poeta cristiano, que amaba al prójimo, que estaba con los perseguidos como Jesucristo expone en las parábolas, aunque argumentaba que a él tampoco lo entendieron porque como hablaba arameo ni tan siquiera Dios lo escuchó, “estamos jodidos con esta derecha” se lamentaba.

 Pero más allá de cuestiones políticas, hay un inconveniente mayor y que encima es capaz de unir y hasta reconciliar, el de taparse las vergüenzas, ya le pasó a Buñuel con Las Hurdes, ni un bando ni otro le apoyó. Y esto hará que Donde acabe la memoria sea rápidamente olvidada, de hecho veo que hoy ya no está en la cartelera de muchas ciudades, ni siquiera en la Granada que acudió a ver a Gibson como si fuera Harrison Ford en busca del grial, pero que luego sigue sin poder salir de su casa…

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