Ensayo de orquesta (1978)
Finales de los 70, la carrera de Fellini estaba ya lo
suficientemente consolidada en su segunda etapa que empezó a raíz de La dolce
vita, el reconocimiento académico a Amarcord en 1975 sellaba la conformidad a
un estilo que generaba cierta controversia, sus detractores veían unas
realizaciones barrocas y repetir los mismos esquemas con un exceso cada vez más
insoportable. Por el contrario, sus defensores veían en sus películas un genial
retrato irónico de la decadencia occidental tanto cultural como políticamente, fiel reflejo de su Italia. El director había encontrado cierta
libertad en sus productores, pero también problemas para materializar sus
proyectos como ese Viaje de G. Mastorna cuyos decorados fastuosos llegaron a
construirse y guardarse, otro proyecto era el de La ciudad de las mujeres que
tenía que codirigir con Ingmar Bergman, pero que tras varios problemas de financiación
rodó él solo.
Precisamente, a raíz del retraso de este rodaje, Fellini
se puso a hacer un trabajo para la televisión, concretamente para la RAI, con
la que ya había colaborado en Los clowns. Se trataba de Ensayo de orquesta, una
película que suponía todo lo contrario al cine que estaba realizando, duraría
solo 70 minutos, se rodaría en 18 días y el coste sería mínimo. El argumento
sería el de retratar un enfrentamiento entre el director de una orquesta y los
componentes de esta, los cuales exaltan sus instrumentos sin contar con la
armonía del resto. Antes de empezar, una televisión quiere entrevistarles, pero
ahí empieza también una serie de problemas con los sindicatos.
La película en sí no tendría que causar ningún problema,
pero viniendo de Fellini era de esperar cierta lectura entre líneas y se vio en
ella cierta interpretación reaccionaria al momento que vivía Italia
políticamente. En un pase privado, acudieron a verla el presidente de la
República Sandro Pertini y el Jefe de Gobierno Giulio Andreotti, los cuales la
valoraron positivamente ya que ponía en evidencia que sin la armonía todo se
derrumba, pero el presidente de la Cámara Pietro Ingrao, por el contrario, se mostró muy crítico con el mensaje del film.
Tal controversia originó que hasta la RAI congelara la emisión de la película y
el mundo del cine lamentase que un director como Fellini estuviera censurado. “Lo
que me fastidia hoy, lo que me subleva es que de este film pueda darse, por muy
inevitable que parezca, una interpretación política, una reducción toscamente
política” declaraba él mismo a los medios e incluso amenazaba con
irse de Italia o abandonar el cine.
El Festival de Berlín acudió en su ayuda y decidió proyectarla,
aunque privadamente, la crítica remarcaba que era un alegato terrible contra la
fratricida democracia italiana, las circunstancias temporales también no hacían
más que ayudar a interpretarla así, se había rodado justo después del rapto y
asesinato de Aldo Moro. Pero Fellini insistía en que no era el tema, algo que
por otra parte no debería sorprender ya que en anteriores películas le pasaba
lo mismo, recordemos, por ejemplo, que en La strada se desmarcaba que tuviera
una interpretación motivada por la "Democracia Cristiana". Volviendo a sus
palabras nos decía que : la película tiene un potencial emotivo que en el
ánimo del espectador se puede traducir en emoción, malestar, vergüenza y creo
que habría que dejar al espectador solo con estos confusos sentimientos. La
carga ética del film consiste precisamente en este impacto.
Al ver Ensayo de orquesta y pese a su corta duración y
escasos medios, tengo la misma sensación de ver otras películas de él más
fastuosas, sus imágenes siguen teniendo esa magia tan característica, nos
retrata toda una serie de personajes entrañables, en especial el copista que recuerda tiempos mejores, o el escenario con
sus cuatro paredes desnudas, una cripta donde están enterrados siete obispos y
tres papas y que ahora se utiliza de auditorio por su acústica. Fellini no tiene compasión con los músicos y
los describe como indolentes, divididos y pendencieros, llegan a hacer el amor
bajo el piano, oyen el fútbol, se emborrachan… pero bien pueden unirse para
ejecutar cualquier obra, es aquí donde la utopía se hace realidad.
Cualquier análisis felliniano nos tendría que llevar también
a que el director no acostumbra a mostrar nunca un final cerrado, todo tiene su
interpretación. El hecho de retratar una decadencia lo veía como condición
indispensable para el renacimiento, pero era evidente el toque de atención
hacia su país: “sufriréis porque os pongo delante de un espejo” llegó a decir. Las
lecturas que un intelectual como Fellini destilaba merecían por lo menos ser
tratadas con respeto y sin colgarle epítetos como fascista. Aparte de ello, podía
haber dos interpretaciones, por una parte una advertencia a no seguir en el
desorden a no ser que se quiera ir a una dictadura o por otra, un lamento hacia
el tiempo pasado y nostalgia de esta. Por mucho que dijera Fellini, es inevitable la interpretación política, aunque esta es ambigua y no tan clara como se señaló.
La película tiene un valor añadido, fue la última
colaboración de Nino Rota antes de morir con Fellini, en ella hay toda una
partitura que aparte de evocar otros títulos, es todo un gozo para los oídos.
Comentarios
Publicar un comentario