Bajo el volcán (1984): Un Huston fallido

 


Hará cinco años que empecé este blog y he procurado en más de una ocasión escribir sobre películas poco reconocidas por la crítica o incluso desconocidas por una parte del público, más aún en generaciones nacidas a partir de 1990. Cuando hablo de estas, suelen ser obras que por una razón u otra me gustan, pero hoy traigo una que no me convence a pesar de ser de John Huston, cuya filmografía me atrae, aunque no me importa decir que tiene en su haber obras flojas, fallidas como este Bajo el volcán del que hablo a continuación e incluso inaguantables.


La primera controversia es el tema, tantas veces hablado de la adaptación cinematográfica de novelas, todo se resume en que son dos lenguajes distintos y que el director de cine lo que ha de procurar es trasladar su espíritu ya que, obviamente, es imposible trasladar todas las hojas al celuloide. Bajo el volcán fue escrita por Malcolm Lowry en 1947, tardó 10 años en acabarla, narra la jornada de un ex cónsul británico en México, Geoffrey Firmin, durante el día de difuntos de 1938, es un hombre alcohólico, desquiciado por los fantasmas de su pasado y que no ha sabido encontrar el amor. Es un libro complejo que muchos compararon con el Ulises de Joyce. Con tal dificultad no es de extrañar que una larga lista de directores no pudiese con ella, Buñuel la rechazó porque resultaba complicado visualizar una historia que sucede prácticamente en el interior de un personaje, Joseph Losey encargó a Cabrera Infante un guion, pero el escritor contaba que acabó en un manicomio sometido a tratamiento de shock y sublime ironía.


Entre la rumorología se dice que hubo hasta 30 guiones para poder adaptarla durante treinta años, parece que el primero que lo intentó fue el actor Zachary Scott, Jorge Semprún intentó escribir un guion, en el prólogo de la edición de Tusquets dice sobre Lowry que “su vida y su obra nos ayuden a destruir la funesta concepción de la literatura como vocación de servicio: que nos ayuden a comprender que un escritor no debe tomarse en serio […] que lo único que hay que tomarse en serio es la literatura misma”, tal frase la podríamos aplicar también en el cine y en cualquier arte. Incluso parece que hubo una oferta a Gonzalo Herralde, pero este acabó haciendo la película Jet Lag. Finalmente, un estudiante de literatura llamado Guy Gallo entregó un guion al productor Michael Fitzgerald y este se lo enseñó a John Huston al cual le había producido su película Sangre sabia, y este aceptó a sus 77 años y ya con problemas respiratorios debido a un enfisema pulmonar.

Huston estaba descolocando aun más a los críticos en aquellos 80, a la ya mencionada Sangre sabia, se une un musical familiar Annie y un divertimento comercial Evasión o victoria, realizar Bajo el volcán podía recuperar un nombre que empezaba a ser menospreciado por la crítica. Se rodeó de un buen equipo, el guiño a Buñuel y que no pudiera llevarla a cabo se materializa contratando a su fotógrafo fetiche Gabriel Figueroa, intentó que Richard Burton la protagonizara, pero este estaba con otros proyectos y recurrió a Albert Finney con el que tenía una buena relación desde Annie y del que llegó a decir que había hecho la mejor interpretación jamás vista. Para el papel de la ex mujer del cónsul recurrió a Jacqueline Bisset y el del hermanastro a Anthony Andrews. Huston, que había vivido en México largo tiempo, ya había rodado ahí, entre otras, El tesoro de Sierra Madre y La noche de la iguana, conocía bien su cultura, de ahí guiños como el contratar a Enrique López Tarso, el famoso Macario, cuya película comenté en este blog hace un año.


No cabe duda de que a Huston le interesó el personaje por encontrar más de una similitud en el tema del alcoholismo, él negaba que intentara autobiografiarse, aunque admitía que sus experiencias le servían para dar más profundidad al personaje. Defendía que el cónsul era un héroe y que su adicción a la bebida era un arma defensiva contra los ataques e insultos a la sociedad y a la vida que le rodeaba. Ante ciertas críticas por si estaba haciendo una apología del alcohol lanzaba un dardo: “¿No se tomaría Dios una copa si echara una mirada a lo que ha creado?” Que la acción ocurra el día de difuntos en México tiene su atractivo, como bien sabrán ahí es toda una fiesta, ya los créditos iniciales filmados por Danny Huston (su hijo) nos muestran ese mundo y la ambientación está conseguida, incluso hasta vemos un fragmento de un teatro ambulante con nuestro Don Juan Tenorio.

Sin embargo, la película acaba siendo fallida, aunque otra parte la considere excelente. Cierto que Finney ofrece una gran actuación, pero dos horas viéndole bebido acaba siendo cansino, más cuando no hay personajes secundarios en los que apoyarse y que nos sirvan para adentrarnos en su interior psicológico, solo el personaje de López Tarso en el comienzo funciona, aunque luego queda desdibujado. Peor aun resulta el personaje del hermanastro al que no se le saca todo su interior y que estaba participando en la Guerra Civil española, pero que había huido porque veía la derrota.


Solamente cuando Huston saca el manual de viejo director la película funciona, el clímax final es notable, recuerda a sus películas negras, pero resulta insuficiente para una película con multitud de temas como el del personaje derrotado que tan sabiamente supo reflejar en parte de su filmografía, así como otros temas como la doble moralidad, la política, el desengaño…Aun así esa falta de amor que ataca al personaje desde el primer momento y el mal presagio con esas vistas del volcán están bien enfocadas. Precisamente este Bajo el volcán también auguraba una época en el cine caracterizada por directores muy preparados, pero con mediocres guionistas y escritores.

 

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