31/01/2024

¡Que vienen los rusos! (1966) Norman Jewison in memoriam

 



Seguimos desgraciadamente con las necrológicas, el pasado 20 de enero fallecía a los 97 años el director y productor Norman Jewison, un cineasta que tan pronto era infravalorado como sobrevalorado por la crítica, pero de lo que no cabe duda es que sus títulos más famosos siguen bien presentes en las distintas programaciones de las televisiones o en plataformas. Su nombre se engloba en una generación de realizadores que ya se alejaban de los cánones del cine clásico dorado hollywoodense y que tratarían temas como los derechos civiles, la denuncia del racismo y cierto espíritu crítico contra la política estadounidense, ahí estaban Mike Nichols, Arthur Penn, Sam Peckinpah, John Schlesinger, Franklin J. Schafner, etc.

Jewison, no obstante, se diferenciaba de ellos porque aun bebía bastante del cine clásico y combinó comedias, musicales, dramas judiciales, sociales, ciencia ficción, etc. Sus inicios en el campo de la comedia no suelen estar entre los más reconocidos, debutó en Soltero en apuros (1963) una comedia al servicio de Tony Curtis muy blanda y familiar, que pasó a la historia por ser la primera que lograba rodarse en el Disneylandia californiano, siguieron títulos mejores como la tercera entrega de la comedia al servicio de la pareja Rock Hudson/Doris Day titulada No me mandes flores (1964) o la infravalorada El arte de amar (1965). Entre estas destaca Que vienen los rusos (The Russians Are Coming) (1966), comedia disparatada que se englobaba en aquel subgénero paranoico que Kubrick inmortalizara con su Teléfono rojo ¿Volamos hacia Moscú? (1964) o Woody Allen escribiera su obra de teatro aquí titulada Los USA en zona rusa y de la que hablamos hace unos meses


¡Que vienen los rusos! era algo más que una sucesión de situaciones hilarantes, detrás se esconde una crítica a la Guerra Fría y un alegato al entendimiento y a la paz entre las naciones, muy propio de lo que se estaba cociendo en esos años. Jewison adaptaba la novela de Nathaniel Benchley The Off-Islanders (1961), tal escritor quizá lo conozcan más por su apellido y es que era el padre de Peter Benchley, el autor de Tiburón. Sin embargo, nos quedamos más con el nombre del guionista William Rose que acababa de escribir El mundo está loco, loco, loco. Su capacidad para escribir se reflejaba en varias comedias de la Ealing  como El quinteto de la muerte o La bella Maggie u otras británicas muy populares como Genoveva.

Así pues, más que recurrir al humor de sal gorda y a describir personajes infantilmente grotescos se prioriza lo que es encontrar los puntos ridículos en común de ambos y apostar que todos nos podemos entender a pesar de las diferencias. Eso no significa que la comedia no tenga momentos algo más subidos de tono y alguna que otra situación que con el tiempo ha quedado algo envejecida, en parte porque parece que cada vez nos gusta menos reírnos y si es de nosotros mismos peor.

A Jewison le salió una película larga, se va a más de dos horas, aunque el ritmo no lo pierde, su comienzo es brillante con ese contraste entre lo que es la típica familia americana de vacaciones con niño repelente incluido y los rusos que buscan ayuda. Brilla ahí Carl Reiner, el director lo contrató porque como el personaje era un escritor pensó que el público lo aceptaría más al ser uno real, y en el otro bando tenemos al genial Alan Arkin en su etapa de comedias para la United Artists. En medio de ellos un John Phillip Law cuyo personaje bondadoso irá teniendo protagonismo en todo el metraje.

Durante la película tenemos más contrastes y es que los buenos guiones funcionaban (y seguirían funcionando) de esta manera, ahí tenemos al jefe de policía Brian Keith en un papel muy a su medida en oposición al que interpreta Paul Ford como autonombrado jefe de esa milicia para salvar a los americanos de la invasión rusa, un personaje, por otra parte, muy en la línea Ealing y que consigue la habilidad de ridiculizar y a la vez que sintamos piedad hacia él. También brilla toda una serie de personajes secundarios como la telefonista, la vecina a la que no hacen caso de tanto quejarse, Jonathan Winters en su papel del policía Norman exigiendo a lo largo de la película que hay que tener un plan o el capitán ruso "serio" Theodore Bikel. Y tenemos ahí a Eva Marie Saint, no es un papel para lucirse, pero cumple debidamente como la sufrida esposa de Reiner.

Durante el rodaje, hubo alguna situación también digna de haber sido llevada al argumento, la Armada de los EEUU no quiso dejar un submarino ya que en la película se iba a enarbolar una bandera soviética, sin embargo la Fuerza Aérea sí cooperó y permitió que salieran dos cazas. La visión humana de los rusos no fue del todo bien encajada por cierta crítica, el mensaje de igualdad entre seres humanos se tildaba de comunista y poco patriótico aun por algunos, aun así logró unos excelentes resultados en taquilla y en España también. Se trataba de criticar la Guerra Fría y que ya iba siendo hora de que se buscase algún entendimiento que pusiera fin a ese absurdo y no por tratarlo se era un antiestadounidense o de determinados pensamientos políticos, Hollywood ya iba dejando atrás la caza de brujas .

Así pues, sin la complejidad de la película de Kubrick, Jewison lograba un filme divertido, accesible y que tras la sonrisa o la carcajada hubiera tiempo para la reflexión. La idea luego fue retomada con resultados desiguales por Steven Spielberg en su 1941. Al año siguiente dirigía En el calor de la noche, alegato antirracista que fue la gran triunfadora de los Oscars cuando estos aun valían la pena. Descanse en paz Norman Jewison, yo me sitúo en el grupo de los que piensan que está infravalorado, ya solo el hecho de llevar a la pantalla El violinista en el tejado (1971) o resucitar la comedia romántica con Hechizo de luna (1987) le colocan en un pedestal preferente

24/01/2024

Tiempos duros para Drácula (1976) (Homenaje a José Lifante)

 


El pasado 16 de enero fallecía uno de los grandes rostros secundarios del cine español, se trataba de José Ruiz Lifante, nacido el 3 de junio de 1943 en Barcelona, empezó bien joven y prácticamente ha estado trabajando cada año hasta el final. Debutó en papeles sin acreditar de la mano de Iquino en Juventud a la intemperie (1961) y con Rovira Beleta en Los atracadores (1962) donde era uno de los policías.  Su carrera, no obstante, se desarrolló en el teatro durante esta primera década. Ya en los 70 vuelve a la gran pantalla y es en 1974 con su papel en la película de Jorge Grau No profanar el sueño de los muertos que logra popularidad.

Casado con la recordada actriz Elisenda Ribas de quien enviudó hace poco, su peculiar fisonomía y parecido con Christopher Lee le llevaron a hacer de vampiro en varias obras de teatro y a participar en varios títulos de aquel terror/suspense setentero con bastantes seguidores aun hoy en día, como aquel film de Leon Klimovsky con guion de Carlos Pumares El extraño amor de los vampiros (1975). Y mientras su fama crecía, más de un gran director se fijaba en él, así pues Fernando Fernán Gómez lo contrató para la serie El pícaro y luego lo volvió a llamar para su "zarzuela" negra Bruja más que bruja. (en el DVD/BluRay tienen un coloquio donde participa)

Aunque siempre de secundario, trabajó entre otros con Bardem en El puente, Gonzalo Suárez en Beatriz, Pedro Lazaga en Vota a Gundisalvo y Ladrido, Antonio Mercero en Tobi, Jaime de Armiñán en Al servicio de la mujer española, Eloy de la Iglesia en Miedo a salir de noche, Luis García Berlanga en Patrimonio nacional

Sin embargo, sí fue el protagonista de una película muy peculiar y de la que apenas hay información: Tiempos duros para Drácula (1976). El día de su fallecimiento, hasta un crítico que suele citar en Twitter de carrerilla los papeles de los actores cuando mueren, tuvo un lapsus y escribió que estaba dirigida por Carlos Bempar. El error, fácil de producirse, se debe a que este dirigió El jovencito Drácula un año después y en esa no aparecía él. De la que yo hablo, tiene como director a Jorge Darnell, el cual no conozco su filmografía, había dirigido a Lifante en un pequeño papel tenebroso como proxeneta en El juego del diablo (1975) donde perseguía a una joven Inma de Santis.

Tiempos duros para Drácula era una coproducción hispano argentina, Lifante acababa de ganar un premio en el Festival de San Sebastián con otra extraña película llamada País, S.A dirigida por Forges que le consolidaba entre la crítica más culta. El guion estaba firmado por el realizador más el escritor Solly Wolodarsky y contaba con un equipo técnico con bastante nombre, ahí estaba Teo Escamilla (el habitual de Carlos Saura) dirigiendo la fotografía, la música corría a cargo de Adolfo Waitzman y se amoldaba muy bien a la historia, como solía ser habitual en el compositor argentino, ofrecía unos arreglos y variantes muy peculiares de la "Marcha fúnebre" de Chopin y de la canción “Those were the days”.

 La película trataría en clave de humor la decadencia del famoso conde en un guion donde hábilmente se combinaba el humor más disparatado con el drama y casi que lo mejor es cuando profundiza en la soledad de este. Antes de seguir he de decir que esta película la encontré por casualidad en un "container" de DVDs a 1 € en un supermercado cuando estos aun se vendían bastante hará 15 años. Al ver la carátula, y como tampoco me iba a arruinar, quise probar suerte, aunque me daba miedo que tuviese los tópicos de lo que era la producción de terror de la transición con escenas de sexo lamentables. Pero no fue así, hay algún que otro desnudo no grosero y aunque los créditos eran algo chapuceros (un mal montaje de escenas de la película para ir anunciando los actores), ya la primera escena resumía perfectamente lo que iban a ser los 75 minutos posteriores, ahí veíamos a Drácula de espaldas bajo un chaparrón llamando a una puerta de un sanatorio desesperado y pidiendo una transfusión. O sea que te reías y a la vez te compadecías de él.


Ahí era atendido por un psicólogo interpretado por Miguel Ligero, el hijo del popular actor homónimo, y en plan psicoanálisis le pedía que le explicara lo que le había pasado, inevitable la carcajada cuando Lifante, con su voz, se lamentaba que todo era culpa del "maldito castillo" que no podía mantener y que había decidido que pudieran visitarlo los turistas, ahí lo vemos a él controlando el vuelo de los murciélagos y en la entrada se podía adquirir un amuleto para que este no te atacase. Pero las deudas hicieron que al final la compañía de la luz le cortase el suministro y se le fuera tal fuente de ingresos.

Lo que son os primeros 45 minutos funcionan bastante bien y hay momentos y detalles notables como cuando vuelve a coger la capa de la casa de empeños, su visita al dentista porque se le ha roto un colmillo, la boda que, aunque se le va un poco de las manos, tiene un desenlace trabajado, su paso como músico pop, como campesino…Todo ello rodado con quizá un exceso de contrapicados, aunque aquí curiosamente no tenemos el mareante zoom, con lo que gana bastante la realización vista hoy.  La última media hora no está tan conseguida a pesar de tener escenas que con un montaje más cuidado y si no hubiera tenido que ajustarse a una duración corta estarían más acopladas. Aunque dentro de ese montaje irregular, destaca cuando va al cine o cuando quiere emular a Anthony Perkins en Psicosis. Todo esto se sigue muy bien gracias en parte a la fenomenal actuación de José Lifante, al que se le nota que había estudiado el personaje con profundidad, está muy creíble, divertido y dramático cuando el guion lo requiere. El director se reserva un final sorpresa, no tanto por lo que sucede, sino por el matiz que le da.

La película sí llegó a estrenarse, pero en cines de reestreno y de lo que antes llamábamos "de barrio", ignoro si tuvo alguna carrera en VHS, hasta sorprende que saliera esta edición en su día en DVD que consiguió que los pocos que la adquirimos, aun tuviéramos más querencia por este gran actor. Si no consiguen el DVD, ya “descatalogadísimo" o a precios abusivos, es difícil verla, creo que nunca se ha emitido por televisión, no me suena tampoco que esté en plataforma y si estas conocen el filme... Descanse en paz el gran José Lifante.

(los fragmentos de las películas han sido tomados de su canal en Youtube https://www.youtube.com/@joselifante  ) Ha sido imposible encontrar más fragmentos del filme libres de derechos)

17/01/2024

El hombre mosca (1923)

 



Ya que estamos en la semana del que llaman el día más triste del año, nada mejor que combatirlo con una comedia y si encima nos remitimos al cine cómico mudo mucho mejor para reírnos de todos aquellos que nos programan el calendario con tonterías. Para estas últimas, más vale elegir las que elaboró dignamente Harold Lloyd, un cómico a la misma altura que Chaplin o Keaton, pero que con el paso del tiempo fue cayendo en el olvido.

Curiosamente, Lloyd fue un actor bastante taquillero, él como persona caía bien a todo el mundo, ofrecía un aspecto algo distinto a sus colegas, se presentaba con esas gafas de concha (casi se puede decir que un antecedente de las de Woody Allen) que no se quitaba ni para dormir, un sombrero de paja y un rostro afeitado y pulido, todo ello hacía que su rostro encajara perfectamente en el de un personaje tímido y bondadoso que buscaba como podía un hueco en una sociedad hostil.

Hará 15 años salió en DVD toda una colección muy cuidada de sus películas editada por la Universal y revisada por su nieta, pero la colección enseguida quedó descatalogada. A partir de ahí, de tanto en tanto, salía alguna de sus comedias de aquella manera, hace un par de años volvía El hombre mosca tanto en DVD como en Blu-Ray y como hiciera Lloyd, también aquello era intentar que la voluntad triunfara en una sociedad cinéfila que cada vez depende más de las plataformas. Creo que ya no se encuentra a la venta, aunque quizá en alguna tienda más especializada o por alguna web haya alguna edición.

El hombre mosca era su cuarta película y en ella hay la famosísima escena de él escalando ese edificio y sosteniéndose en las manecillas de un reloj, homenajeada luego en Regreso al futuro o por los Coen en la infravalorada El gran salto. El argumento era sencillo, un joven de pueblo para intentar conquistar a su novia decide probar fortuna en la gran ciudad y ganar el dinero necesario para casarse, se pondrá a trabajar en unos grandes almacenes, ahí se hará pasar por uno de los jefes cuando su prometida viaja para verle.

Aunque la película, como la mayoría de las de Lloyd, está dirigida por Fred Newmeyer y Sam Taylor, lo cierto es que el actor las supervisaba, a ello se añade el nombre del mítico Hal Roach en el guion. Lloyd ya había escalado edificios en algunos cortos como High and Dizzi (1920), Look out below (1919) o Never Weaken (1921), la idea provino de una exhibición que él mismo presenció y contrató al héroe de esa hazaña Bill Strother para que saliera en la película.

Pero sería injusto únicamente pararnos en esta escena o como suele pasar en bastante bibliografía ponernos a hablar de si Lloyd se jugó la vida o si por el contrario había más de un trucaje. Fue una escena con riesgo para él y cualquier debate es prescindible, aparte que saberla convertir en un ejercicio cómico con todas esas palomas inoportunas, la pegajosa red, la mujer impertinente y muy especialmente agarrarse a ese reloj hace que poco nos importe si era una transparencia o si estaba rodada en otro edificio.

Igualmente injusto es detenernos solo en esta escena, hay gags totalmente celebrados como aquel en el se esconde bajo un abrigo colgado en una percha o el inicio en el que lo vemos detrás de la reja junto a un hombre con gorra de policía y la soga de una horca al fondo. Mientras su madre y su prometida se despiden de él, el travelling hacia atrás revela que se trata de la despedida en la estación de ferrocarril.

Les recomendaría que la tuvieran en DVD, no esperen demasiado de las plataformas ni hagan caso de si está en YouTube, nunca se sabe cuando la pueden quitar, de verdad que se llevarían una joya para ver más de una vez sin cansarse y quitarse estas depresiones de "lunes tristes" que nos impone esta sociedad de hoy en día con finalidades comerciales. Como curiosidad, fue objeto de una especie de remake con el mismo Lloyd, la cual no he visto, llamada ¡Ay, que me caigo!(Feet first, 1930)

10/01/2024

Cómo casarse con un millonario (1953) La verdadera

 




El pasado 5 de enero me puse a mirar por curiosidad qué películas ofrecían las televisiones y me sorprendió que en la 1 estuviera programada Cómo casarse con un millonario por la madrugada, por un momento pensé que volvían los clásicos a la hora de las brujas, algo que a la tele púbica siempre le había ido bien, la mayoría de cinéfilos recuerda con agrado el Cineclub de la 2. Pero aquello fue un espejismo, se trataba de una película polaca reciente que no conocía, telefilmes de esos con los que suelen rellenar huecos sin saber qué criterios siguen los programadores. Con el ratón Mickey ya de dominio público, se ve que la normativa que impedía titular igual dos películas pierde su efecto tras los años.

Me entraron ganas de revisar la película que, al menos antes, casi todos conocíamos, protagonizada por Marilyn Monroe, Lauren Bacall y Betty Grable del año 1953, desempolvé el DVD de aquella colección que presentaba las películas de la mítica actriz por primera vez restauradas y respetando sus formatos originales. La dirigía Jean Negulesco, un nombre que para ciertas generaciones ya nacidas a partir de los 90 no les dirá casi nada. Era rumano y había sido pintor y decorador antes que cineasta, emigró a los EEUU buscando fortuna en aquel Hollywood glorioso, sus inicios fueron dificultosos, fue reemplazado de la dirección de El halcón maltés tras dos meses en ella por John Huston, su amistad con Anatole Litvak le propició que pudiera dirigir su primera película importante: La máscara de Dimitrios (1944), consiguió ya renombre con Humoresque (1946) y especialmente con Belinda (1948) con aquella Jane Wyman en el papel de una sordomuda, por aquel entonces esposa de Ronald Reagan, que hacía sufrir a los espectadores.


Pero el estilo Negulesco no gustaba a Jack L. Warner y a pesar de los logros y el éxito de público de esta última le recriminaba que hubiesen hecho una película de “una sordomuda en el estudio que creó el sonoro”, sus continuos roces le hicieron cambiar de casa y se fue a la FOX donde empezó con un excelente melodrama muy olvidado e infravalorado: Regresaron tres, si tienen la oportunidad de verla se la recomiendo. Pero el “toque Negulesco” que él mismo reivindicaba tener en sus películas se materializó en las comedias y melodramas que realizó durante los 50 para estos estudios. Cómo casarse con un millonario fue el inicio de un esquema de comedia glamourosa, cuyo mayor protagonismo residía en las actrices, la temática solía ser blanca e ingenua, pero en su conjunto quedaban unos productos agradables y felices. Coincidió aquello con el nacimiento del Cinemascope, de hecho esta fue la primera película rodada en este formato, pero la FOX cambió a última hora y adelantó el estreno de La túnica sagrada ya que la consideraba una película más importante para presentar el nuevo invento.

No les ha de sorprender que la película tarde casi 9 minutos en comenzar, había que promocionar aquella pantalla gigantesca y tras la fanfarria de la FOX salía Alfred Newman dirigiendo una gran orquesta e interpretando una partitura suya que se utilizó en un film de King Vidor llamado La calle donde ni siquiera salía su nombre, la música tenia un toque a lo George Gershwin y para esta comedia quedaba bastante bien al estar ambientada en Nueva York, también la FOX aprovechaba para promocionar el sonido estereofónico, después de los créditos salía un conjunto de escenas de Nueva York como si fuera el Manhattan de Woody Allen, las cuales causarían asombro en aquel momento a un público que solo había visto películas “cuadradas” y no "rectangulares" para entendernos. No sé hoy si esta película fuese programada en televisión si todo esto quedaría suprimido, en los 90 cuando la vi se respetaba todo, pero ahora ya saben y como a la FOX parece que les importe un churro sus películas antiguas pues a saber qué pasaría.


Después de toda esa promoción comenzaba el argumento con una Lauren Bacall elegante que cerraba un acuerdo para alquilar un apartamento donde ella con otras dos amigas se dedicarían a buscar un millonario con quien casarse. Aparece entonces una Marilyn Monroe que no quiere llevar gafas, pero que es incapaz de ver tres en un burro, lo cual provoca gags a lo largo del film y sonrisas. A la actriz no le gustaba nada este papel de chica ingenua y pizpireta, sin embargo cumplía y demostraba ser una gran actriz de comedia. A ella se unía la ya por entonces “veterana” Betty Grable, que hasta entonces era la rubia oficial de la FOX y casi era una manera de presentar el relevo.

Más que por el argumento, destacaba el film por su elegancia a la hora de tratar las distintas historias, este tipo de comedia sirvió de base para muchas comedias españolas tipo El día de los enamorados, el público salía contento de la sala, veía unas grandes actuaciones, se maravillaba con la fotografía y concebía el cine como esa fábrica de sueños que le permitía evadirse de sus problemas. Negulesco decía que ser director no era difícil porque ya se rodeaba de un equipo y todo lo más era poner sus nombres en los títulos de crédito. Aquí, por ejemplo, estaba rodeado del guionista y productor Nunnnally Johnson uno de los mejores guionistas de la FOX que había trabajado con John Ford en Las uvas de la ira o con Lang en La mujer del cuadro, aquí adaptaba una obra de teatro que ya había servido de modelo para otras películas del estudio no tan conocidas como Tres rubias (1932) o Se necesitan maridos (1942). Por otra parte contaba en la fotografía con Joseph McDonald cuyo trabajo en Niágara resultó excelente y ya al tener experiencia con Marilyn se decidió que fuese él quien la inmortalizara en su primer Cinemascope, directores artísticos como Leland Fuller o Lyle R. Wheeler que había trabajado en Lo que el viento se llevó o el vestuario de Travilla que ya vistiera a la Monroe en Los caballeros las prefieren rubias y posteriormente en La tentación vive arriba.


Al ser una película de actrices, no se quiso poner a actores importantes, con perdón de William Powell, y se decidió promocionar a los galanes jóvenes del estudio a la búsqueda de algún nuevo Tyrone Power. Así pues teníamos entre los pretendientes de las mujeres a un David Wayne en un papel deliciosamente poco creíble y también con problemas a la hora de llevar gafas, su carrera no tuvo mucho eco salvo en televisión. Más famosos serían Rory Calhoun, inexpresivo donde los haya, pero por entonces con ese perfil de guaperas que acabó de secundario en westerns o el malo de Río sin retorno también con Marilyn, Sergio Leone lo rescató para protagonizar El coloso de Rodas en plan Victor Mature. Y el otro era Cameron Mitchell, popular en televisión con sus series del oeste y también como secundario en varios, pero sin cuajar en grandes películas los tres. A ellos se unían los veteranos William Powell en su penúltima aparición como el pretendiente de la Bacall que por razones de edad no quiere estar con ella, pero la Bacall le contesta que a ella le gustan los hombres maduros como ese galán de La reina de África, divertida referencia a su entonces marido Humphrey Bogart. Luego teníamos al siempre notable Fred Clark en un papel divertido que lleva a la Grable a un refugio de montaña totalmente distinto a lo que ella pensaba, para calmarla le pone una música que ella reconoce de Harry James (otra referencia curiosa ya que el músico era también su esposo).

El papel de Marilyn y la comedia en sí recuerdan a Los caballeros las prefieren rubias, aunque evidentemente la mala baba de la novela de Anita Loos y la ironía de Hawks aquí no están presentes salvo en algunos diálogos como el que hace referencia a Dorothy Parker y su sentencia de que "los hombres rara vez se insinúan con chicas que usan gafas".

El éxito de esta comedia propició que Negulesco repitiera el esquema en otras deliciosas comedias blandas como Creemos en el amor o El mundo es de las mujeres, pero en los 60 Hollywood empezaba a cambiar y ya estos modelos no encontraban acomodo, a pesar de que Negulesco era un gran director e incluso buscó seguir su carrera en Europa rodando Jessica en Italia con una Angie Dickinson esplendorosa, su tiempo había acabado dentro de ese cine como fábrica de sueños. Su amigo Orson Welles le recomendó vivir en España, le buscó una casa en Marbella y se trasladó a mediados de los 60 hasta su muerte en 1993 y ahí está enterrado por si a alguien de TVE le interesa y en vez de un telefilme ofrecer una película de él, al menos nos sirve esto para llenar unos cuantos párrafos, ya que lo emitido el otro día no creo que diera ni para dos líneas.


04/01/2024

Chitty Chitty Bang Bang (1968)

 

Damos la bienvenida al año y como suele ser habitual en este blog recordamos alguna película infantil, en este caso traigo Chitty Chitty Bang Bang dirigida por Ken Hughes en el año 1968. En su momento fue un gran éxito y en nuestro país su resonancia fue tal que hasta tuvo un reestreno en 1980. Digo esto porque era un musical y ya en esos años empezaba el tema a decaer, no hace mucho hablaba de la versión de Willy Wonka con Wilder que pasó desapercibida como pasó con otros films similares.

La película partía de un libro de Ian Fleming, el autor de James Bond, escrito en 1959, el productor de estas Albert R. Broccoli quiso aprovechar el éxito de la saga y adaptarla, no era tarea fácil ya que estaba dirigida a un público infantil y era demasiado arriesgado, la fórmula ideal era  escoger a Dick Van Dyke que estaba en la retina de muchos por su interpretación en Mary Poppins y  contó con los músicos de esta y de otras producciones Disney: Los hermanos Sherman. Mientras los estudios del ratón Mickey seguían llorando la muerte de Tío Walt y no consiguiendo los éxitos de antaño, la habilidad de Broccoli les dio mil vueltas.

En el guion tuvo el acierto de contar con Roal Dahl, su intervención se nota ya que le añade ese toque casi mágico de recrear ese mundo fantástico y de ensueño de los juguetes, en el reparto teníamos a Benny Hill en un papel entrañable y que también participó en la historia para añadirle humor y que no se les fuera demasiado la historia al combinar tantos elementos.

Ken Hughes no fue un director con una gran carrera, participó en la dirección de la estrambótica Casino Royale (1967), otra novela por entonces no muy conocida de Ian Fleming, su mejor película fue Cromwell (1970), antes había tenido alguna comedia negra como Cáete muerta, cariño (1966) con Tony Curtis que convendría revisar. Para el papel de la protagonista, eligió a la casi desconocida Sally Ann Howes, la cual estaba llamada a ser una de las grandes estrellas del cine tras diez años en Broadway triunfando en obras como La leyenda de la ciudad sin nombre. Broccoli la escogió en un casting que contó con 200 aspirantes y que suponía el regreso a su país, pero prefirió posteriormente dedicarse a la televisión y al teatro. En el resto del reparto teníamos notables secundarios como Lionel Jeffries o Gert Frobe en un papel de malvado muy curioso, más aun a raíz de su Goldfinger, otro acierto el contar con él por parte del productor y conseguir traer al cine público no exclusivamente infantil.

A pesar de no ser una película Disney, de bien seguro que más de uno la vería así, incluso las canciones en la versión española tenían los mismos dobladores que en Mary Poppins, a él ponía su voz el ya mítico Salvador Escamilla y a ella la olvidada Teresa María. Más de un crítico dice que las canciones son demasiado infantiles, se supone que no iban a ser tenebrosas ni de un corte dramático, yo las encuentro muy pegadizas, casi todas son de un nivel de notable y con coreografías conseguidas.

Otro acierto fue la fotografía panorámica y sus escenarios, muy especialmente rodar en el castillo de Neuschwanstein de Luis II de Baviera, todo lo que era la ambientación, la dirección artística, el vestuario estaba bien cuidado y es una película que cada vez que la emitían en televisión a mí me hacía ilusión verla  y volver por un momento a esa candidez de la infancia y que en Navidades y más en vísperas de las fiestas de los Reyes Magos siempre gusta revivir.

 

El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...