Chitty Chitty Bang Bang (1968)
Damos la bienvenida al año y como suele ser habitual en este
blog recordamos alguna película infantil, en este caso traigo Chitty Chitty Bang
Bang dirigida por Ken Hughes en el año 1968. En su momento fue un gran éxito y en nuestro país su resonancia fue tal que hasta tuvo un reestreno
en 1980. Digo esto porque era un musical y ya en esos años empezaba el tema a
decaer, no hace mucho hablaba de la versión de Willy Wonka con Wilder que pasó
desapercibida como pasó con otros films similares.
La película partía de un libro de Ian Fleming, el autor de
James Bond, escrito en 1959, el productor de estas Albert R. Broccoli quiso
aprovechar el éxito de la saga y adaptarla, no era tarea fácil ya que estaba
dirigida a un público infantil y era demasiado arriesgado, la fórmula ideal era escoger a Dick Van Dyke que estaba en la retina de
muchos por su interpretación en Mary Poppins y contó
con los músicos de esta y de otras producciones Disney: Los hermanos Sherman.
Mientras los estudios del ratón Mickey seguían llorando la muerte de Tío Walt y
no consiguiendo los éxitos de antaño, la habilidad de Broccoli les dio mil
vueltas.
En el guion tuvo el acierto de contar con Roal Dahl, su
intervención se nota ya que le añade ese toque casi mágico de recrear ese mundo
fantástico y de ensueño de los juguetes, en el reparto teníamos a
Benny Hill en un papel entrañable y que también participó en la historia para añadirle
humor y que no se les fuera demasiado la historia al combinar tantos elementos.
Ken Hughes no fue un director con una gran carrera, participó
en la dirección de la estrambótica Casino Royale (1967), otra novela por entonces no
muy conocida de Ian Fleming, su mejor película fue Cromwell (1970), antes había tenido
alguna comedia negra como Cáete muerta, cariño (1966) con Tony Curtis que convendría revisar. Para el papel de la protagonista, eligió a la casi
desconocida Sally Ann Howes, la cual estaba llamada a ser una de las grandes estrellas
del cine tras diez años en Broadway triunfando en obras como La leyenda de la
ciudad sin nombre. Broccoli la escogió en un casting que contó con 200
aspirantes y que suponía el regreso a su país, pero prefirió posteriormente dedicarse
a la televisión y al teatro. En el resto del reparto teníamos notables secundarios
como Lionel Jeffries o Gert Frobe en un papel de malvado muy curioso, más aun a raíz de su
Goldfinger, otro acierto el contar con él por parte del productor y conseguir
traer al cine público no exclusivamente infantil.
A pesar de no ser una película Disney, de bien seguro que
más de uno la vería así, incluso las canciones en la versión española tenían los
mismos dobladores que en Mary Poppins, a él ponía su voz el ya mítico Salvador
Escamilla y a ella la olvidada Teresa María. Más de un crítico dice que las
canciones son demasiado infantiles, se supone que no iban a ser tenebrosas ni
de un corte dramático, yo las encuentro muy pegadizas, casi todas son de un nivel
de notable y con coreografías conseguidas.
Otro acierto fue la fotografía panorámica y sus escenarios, muy especialmente
rodar en el castillo de Neuschwanstein de Luis II de Baviera, todo lo que era
la ambientación, la dirección artística, el vestuario estaba bien cuidado y es
una película que cada vez que la emitían en televisión a mí me hacía ilusión
verla y volver por un momento a esa
candidez de la infancia y que en Navidades y más en vísperas de las
fiestas de los Reyes Magos siempre gusta revivir.
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