28/08/2024

Gena Rowlands in memoriam: Otra Mujer (Another Woman,1988)

 


Gena Rowlands (Fuente: Wikipedia)

A mediados de agosto fallecía Gena Rowlands y muchos medios pusieron en sus titulares: “Fallece la actriz de El diario de Noa (2004)”, más de uno se llevó las manos a la cabeza tras obviar toda una carrera que empezó en los 50. Pero suele ser ya una constante, cuando alguien del cine muere, referirse únicamente a sus últimos trabajos y si es en plataformas y series “mejor”, pasó recientemente con Donald Sutherland…En todo caso, no deja de ser un reflejo más de que la concepción del cine como arte no pasa por el mejor momento y cada vez se olvida más su historia que empezó en 1895.

Repasar la trayectoria de Rowlands ayuda a rescatar de esa memoria perdida nombres como el de Joshua Logan, el director de Picnic (1955) fue quien la descubrió mientras actuaba en una obra televisiva de Reginald Rose y la contrató para que actuara junto a Edward G.Robinson en una producción de Broadway llamada The Middle of the Nigth de Paddy Chayefsky, tras 18 meses en cartel la llevaron a Hollywood y debutó en el cine con José Ferrer dirigiéndola en The High Cost of Loving (1958).

Su etapa con John Cassavetes es la más famosa, él la conoció de muy joven y se casaron rápidamente, con títulos míticos como Faces (1968) o Una mujer bajo la influencia (1974) se consagró, aunque no era el prototipo de cine más comercial ni tampoco el de una estrella "glamurosa" siguiendo el esquema hollywoodiense, fueron películas que se avanzaron mucho a su tiempo, combinaba esa imagen de actriz del entonces llamado “cine de arte y ensayo” con mucha televisión. La enfermedad de su marido y el inevitable paso del tiempo menguaron sus papeles de protagonista, poco antes de morir él en 1989 le llegó uno de los mejores y que paradójicamente no suele estar tampoco en las evocaciones cinéfilas.

Me estoy refiriendo a Otra mujer (Another Woman) de Woody Allen de 1988, el director salía de una etapa de gran creatividad con La rosa púrpura de El Cairo (1985), Hannah y sus hermanas (1986) y Días de radio (1987), pero quiso probar de nuevo con el cine más serio y que sus temas se plasmaran bajo otro formato, la operación no le había salido bien anteriormente cuando rodó Interiores (1978) después de Annie Hall (1977). Así pues vino September (1988) que constituyó un fracaso comercial y dividió a la crítica que encontraba demasiadas similitudes con Chejov, al año siguiente esta Another Woman tendría como principal influencia a su admirado Ingmar Bergman y pretendía construir un híbrido entre Persona (1966) y Fresas Salvajes (1957). 


Para que se notara aun más de dónde procedía la idea, contrató a Sven Nykvist fotógrafo habitual del director sueco y a pesar del fracaso anterior consiguió, aparte de Rowlands, contratar a Gene Hackman cuya participación resulta incluso sorprendente y más siendo un papel secundario, aunque importante. La actriz tenía un gran recuerdo de la película: “Disfruté mucho trabajando con Woody Allen. Me impresionó su seriedad y dedicación a su impulsiva expresión artística. Fue desafiante y vigorizante trabajar con Woody

La actriz daba vida a Marion Post, una brillante profesora de Filosofía, la cual había solicitado una excedencia para escribir un libro. Un día descubre que, desde el estudio en el que se ha instalado para trabajar, puede escuchar las sesiones de psicoanálisis de una consulta contigua. Las confesiones de una de las pacientes (interpretada por una Mia Farrow embarazada entonces) la llevan a analizar en profundidad su propia vida, que, a partir de entonces, le parecerá vacía y engañosa.

Rowlands definía su personaje como misterioso, señalaba que era de esas mujeres que pensaban que se podía controlar y desarrollar intelectualmente la vida emocional, librándose así de tener que experimentar auténticos sentimientos y reacciones: “Ella cree que si lees a los grandes autores, escuchas a los grandes compositores y te saturas de ocupaciones intelectuales puedes evadir el dolor y falta de orden que son las consecuencias de rendirte ante tu vida emocional y vivir tu vida a un nivel emocional

En realidad detrás de todo esto había todo un psicoanálisis del propio Woody Allen donde siempre en su cine ha habido esta confrontación del arte como evasión enfrente de la vida real, el problema en Otra mujer es que ya no reíamos y todo resultaba demasiado amargo y pesimista, hay incluso un toque poético hacia el final y una reflexión tan bella como escalofriante de la vida y los recuerdos. En el desarrollo del film se detecta una ironía como en sus grandes comedias, pero esta es tímida y se nota la intención de que tampoco salieran demasiadas frases sarcásticas como era la costumbre. Seguramente que Allen borraría muchas partes y más las que tuvieran esas connotaciones cómicas con el afán de querer ser considerado como un autor serio y que no se le encasillara, tarea por otra parte imposible a pesar de renunciar a salir como actor.

Pero hay detalles que no dejan de tener su gracia escondida como es poder escuchar todas esas conversaciones privadas a través de la salida del aire acondicionado, por cierto una idea que luego la veríamos en Todos dicen I Love You (1997) donde Allen escuchaba a Julia Roberts, también esas ganas de querer saber de la intimidad de los vecinos tendrían otra plasmación cómica genial en Misterioso asesinato en Manhattan (1993).

Otra mujer creo que es una película que gana con el tiempo a pesar de sus irregularidades y más cuando se quiere disfrutar de una actriz como Gena Rowlands, con permiso de sus actuaciones con Cassavetes, esta es de sus mejores, lo dice todo con sus miradas y gestos, sabe expresar sus sentimientos y empatizar a la vez con el espectador. La combinación entre este excelente director de actrices, como es Woody Allen, con el método de ella de saber contener todas sus emociones, sin resultar una sobreactuación, dan a la película un atractivo que no suele ocurrir en la mayoría de casos donde una de las partes acaba desbordándose.

Quizá esa manía por parte de Allen de querer ser Bergman da algún que otro corte en el ritmo de la narración, especialmente cuando ella comienza a contemplar su pasado como si de una obra de teatro experimental se tratara. Mejor, en cambio, se encuentra en sus ambientes habituales como esos bares nocturnos, la inevitable lluvia en Central Park, las fiestas de la alta sociedad y todo ello con ese tono otoñal tan típico y por otra parte tan magistralmente fotografiado en la mayoría de sus películas.

A Allen no le gustó la película, aunque los que lo conocemos ya sabemos que eso pasa con la mayoría, en su excelente autobiografía A própósito de nada narra que “a igual que Sísifo, me dispuse a empujar colina arriba la roca del drama serio y la satisfacción residió en intentarlo. Por desgracia, la roca no paraba de retroceder, y terminó aplastando no solo a mí, sino también a mis inversores…” Por suerte, el director siguió con su lucidez y a pesar de estos “pinchazos” (valgan todas las comillas), preparaba la que sería su mejor combinación de drama y comedia, tragedia y humor en Delitos y faltas (1989) estrenada al año siguiente y sin necesidad de tener que recurrir a la estética bergmaniana.

Vean Otra mujer, aunque puede que la historia les resulte muy hermética y no sea el prototipo de film para divertirse, pero disfrutarán de esta gran actriz como era y seguirá siendo Gena Rowlands y a interesarse y saber apreciar toda su carrera siempre que los que escribimos sobre cine sepamos transmitirlo y así los recuerdos siempre se tengan.

21/08/2024

Alain Delon "in memoriam": El último homicidio (1965)

 


La reciente muerte de Alain Delon vuelve a dejar al descubierto, por desgracia, el escaso conocimiento y respeto hacia el cine europeo clásico, algún que otro medio se dedicó a hablar más sobre sus sombras que de su filmografía con directores como Visconti, Melville, Antonioni o Clement. Es obvio que en un personaje controvertido como él se hable de todo, pero antes, por favor, hablen de su carrera con rigor y no con cortes y pegas en redes o sacando declaraciones de las que tampoco sabemos si estaba de acuerdo con el paso del tiempo. 

En este blog cuando muere alguna celebridad la suelo recordar con alguna película no tan conocida o incluso poco valorada, estaba con mi borrador sobre Gena Rowlands el domingo cuando salió la triste noticia de su fallecimiento, lo aparqué y me puse a repasar las películas de Delon y cuál encajaría mejor en estas líneas, podía haber hablado de Por la piel de un policía (1981) donde se puso detrás de las cámaras, de El zorro (1975), hace unos pocos meses precisamente comentaba sobre El tulipán negro (1964), de la curiosa Sol rojo (1971) o de la peculiar e interesantísima Adiós amigo( 1968)…Pero al final me decidí por El ultimo homicidio (Once a Thief) de 1965.

A mediados de los 60, y con apenas 30 años, el actor ya era todo un icono y no solo por su belleza de la que se llegó a decir que probablemente era el hombre más guapo del mundo, algo que, por otra parte, odiaba. Hollywood empezó a fijarse y él en 1964 participó en una película olvidada británica de Anthony Asquith y que reunía a un montón de estrellas en pequeños papeles, se trataba de El Rolls-Royce amarillo y estaba concebida como un homenaje a la Metro, los estudios del león decidieron contratar al actor para que empezara a hacer carrera en los EEUU, se habló de La noche de la iguana, pero el actor tenía problemas, como él mismo reconoció, con el acento. Así pues costaba encontrar un papel adecuado a su perfil.

Ralph Nelson, un director que se movía en todos los géneros adecuadamente decidió llevar a la pantalla una novela del escritor estadounidense Zerial Marko (Delon había interpretado ya una de él en Gran jugada en la Costa Azul (1963)), los periodos de cambios en los grandes estudios aquí tenían un buen ejemplo ya que era un intento de renovar el cine negro y seguir más la línea del polar francés. La Metro accedió y el propio Nelson también financió la película. Además de Delon, teníamos a Ann Magrett como su mujer, Jack Palance como el hermano malo o Van Heflin de policía duro que busca la venganza, pero que a la vez resulta bondadoso, en el reparto.


El actor encarnaba a un joven delincuente llamado Eddie de origen italiano que quería rehacer su vida y olvidarse del pasado, pero una serie de problemas y verse comprometido en un asesinato lo hacían imposible. Era un relato duro y pesimista, una historia que probablemente apenas contaría con el favor del gran público y así pasó, a pesar de algún que otro premio importante como el otorgado a su director en el Festival de San Sebastián, su estreno pasó más bien inadvertido e incluso hoy en día no se suele citar cuando se habla del actor, casi incluso se podría hablar de una película maldita.

Delon ofrecía una gran actuación, se le ha acusado varias veces de ser demasiado narcisista, aquí se jugaba también mucho con su físico, muchos planos en la cama con primerísimos planos, pecho descubierto, espalda reflejada en un espejo, “recuerdo bien sus ojos” remarca Heflin cuando cuenta un suceso pasado relacionado con él y es que su mirada reflejaba perfectamente la de un perdedor que se rebelaba contra su propio destino marcado. Una de las mejores secuencias es cuando va a la oficina del paro porque le ponen problemas para cobrar el subsidio, ahí lo vemos con traje y establece ahí un diálogo que sirve para denunciar la burocracia y aportar un toque social que no solía abundar mucho en los guiones. Aparecen temas secundarios como la denuncia de ciertos excesos policiales del momento o la inmigración.

El actor salía victorioso en todos sus registros, desde el plano familiar con su hija hasta cuando ha de enfrentarse a su hermano, pasando por los encuentros con el policía o ese duelo con el más malo de la banda llamado Sargatanas que casi parecía sacado de una película de James Bond y encarnado por John Davis Chandler. Por otra parte, no toda estrella hubiese aceptado un papel como este y más en una película prácticamente oscura en sus 100 minutos y con un final que no desvelo, pero que se intuye... Es cierto que entre algún que otro defecto está el personaje de Ann Magret, parece que impuesta por los estudios y que ofrece unos registros histéricos algo excesivos, la falta de química entre los dos se va solapando a medida que la acción va “in crescendo”.

Cuando uno ve El último homicidio parece estar viendo un polar francés de Melville, ya la película empieza con esa música jazzística compuesta por un primerizo Lalo Schifrin de clara influencia en títulos franceses como Ascensor para el cadalso (1958), por otra arte se jugaba mucho con la noche y esa luminosidad de los comercios, se contrató a Robert Burks (fotógrafo habitual de grandes Hitchcocks como La ventana indiscreta o Vértigo). Muchas veces cuando una película no llega a lo esperado se suele adjetivar con lo de fallida, pero en este caso no lo creo, la narración se sigue bien, quizá esa conjunción entre el cine negro hollywoodiense y el polar francés fueran como el agua y el aceite para el espectador más habituado al cine negro estadounidense, a menudo vemos constantes de los dos estilos como la meticulosidad en que se rueda la apertura de la caja fuerte, prácticamente en silencio, para acto seguido ofrecernos unas persecuciones y más ritmo.

El último homicidio está en plataformas, concretamente en Filmin, aunque cuesta encontrar ya que no sale con el “tag” de Alain Delon (busquen mejor con el título o por el nombre del director). La carrera hollywoodiense del actor siguió con una digna película bélica Mando perdido (1965) de Mark Robson y Texas (1966), quedaron en el tintero un western de Sam Peckimpah que no llegó a rodar llamado Ready for the tiger o rechazar el papel de Cervantes en la película de Vincent Sherman de la que también hablé en este blog. Volvería a EEUU con Scorpio (1973) o con Aeropuerto 79 (1979). Descanse en paz.

15/08/2024

El gran Houdini (1953)

 


Seguimos con el verano en el que los telediarios siguen calentando más el mercurio y en el que a todas horas vemos deportes, primero la Eurocopa, luego los JJOO de París, en los que vimos en la ceremonia de clausura a Tom Cruise realizando una acción ya nada imposible para él, pero entre todo esto se coló una sesión de "escapismo" en Barcelona que casi ha sido más comentada que todo lo anterior. Pero para no meternos en ciertos jardines, mejor hablar del maestro en este tipo de acciones que no era otro que Harry Houdini (Budapest 1874-Detroit-1926), el cual escapó de cuerdas, cadenas, camisas de fuerza, baúles o hasta de una celda…

Todas esas habilidades del mago y prestidigitador no podían quedar al margen del cine y empezaron a idearse guiones de su vida, incluso la Fox, según parece, tenía ya muy avanzado un acuerdo con Burt Lancaster como prtagonista pero al final fue Paramount la que, a raíz de un libro escrito por Harold Kellock, dio luz verde al proyecto: El gran Houdini (Houdini 1953). No se trataría de realizar una gran película, pero sí que reuniese el glamour y la calidad habitual de los estudios. Así pues, no faltaría el vestuario de Edith Head ni la dirección artística de Hal Pereira entre otros.

La producción serviría para lanzar al estrellato a un jovencísimo Tony Curtis y de paso juntarlo con Janet Leigh, la pareja trabajaría en cuatro títulos más: Coraza negra (1954), Los vikingos (1958), Vacaciones sin novia (1958) y ¿Quién era esa chica? (1960). Formaron matrimonio entre 1951 y 1962 y fruto de este nacieron las actrices Kelly y Jamie Lee Curtis.


La química entre ellos es uno de los pilares de este film dirigido por George Marshall, un nombre que a simple vista quizá no diga demasiado, pero que llegó a meterse entre cortos, películas y productos para la televisión nada menos que 187 veces desde 1916, dirigió cortos y varias de las películas más populares de Stan Laurel y Oliver Hardy, de Bob Hope o de las primeras de la pareja Lewis-Martin, destacan también westerns como Arizona (1939) o del cine negro como La Dalia azul (1946). Su nombre es también recordado por haber realizado uno de los episodios de La conquista del oeste (1962).

El gran Houdini tenía de guionista al controvertido Philip Yordan, ya sabrán que detrás de su nombre se escondían varios perseguidos por la caza de brujas y se llegó a decir que tenía en su sótano más de uno pasándole los trabajos. Él aseguraba que cómo iba a ser cierto si no sabía nada de política y que el primer periódico que leyó fue a los 50 años y no vio  la televisión hasta los 70. El guion exprimía bien toda la química de la pareja protagonista, así como la versatilidad de Tony Curtis. No se buscaba demasiada profundidad en los diálogos, pero resultaban efectivos para el gran público como cuando le envían una citación judicial a él en plena actuación y exclama que no se va a librar de la cárcel, entonces ella le contesta que antes le baje de donde está. Hay temas secundarios que sin ahondar tampoco demasiado, se entienden bien: el afecto de él hacia su madre que va apareciendo a lo largo del metraje, su perfeccionismo ya ensayando en su noche de bodas o incluso su denuncia con el tema de las sesiones espiritistas.

Producida por George Pal que había obtenido recientemente un gran éxito para la Paramount con La guerra de los mundos (1953), conjuga también un presupuesto limitado con una exquisita ambientación de estudio donde no vemos apenas exteriores. Destaca la luminosidad de los diferentes rótulos de cada local donde actúa, la partitura de Roy Webb aporta buen ritmo en todo momento. Cada una de las actuaciones es entretenida y lo más seguro es que la película acabe gustando. Eso sí, no busquen veracidad a todo lo que se cuenta, la muerte se produjo de otra manera... Curiosa también la manera que tiene de acabar la película, bastante dramática y algo abrupta... El gran Houdini hoy en día es algo complicada de ver si no tienen el DVD que salió la década pasada.

08/08/2024

Escuela de sirenas (George Sidney, 1944)

 


Mientas escribo este artículo el mercurio llega a 41... ¿Qué tal si nos olvidamos y vemos una película con mucha agua, alegre, sin una trama para pensar demasiado, reírnos algo y con una música que nos levante el ánimo? Pues una posible respuesta sea Escuela de sirenas (Bathing Beauty, 1944). Por favor, no se me vayan, ya sé que más de uno pensará que ya viene este con una película de hace 80 años y encima musical...



Para quien se haya quedado, empiezo por el director George Sidney, un nombre que hoy en día está poco reivindicado, incluso hasta desconocido para la cinefilia más joven (grave error), además de musicales realizó un buen número de películas de aventuras con el mismo estilo, decía que los ruidos de las espadas funcionaban como los sones de las canciones y ahí teníamos a un Gene Kelly de D´Artagnan en su versión de Los tres mosqueteros (1948) que nadie ha sabido mejorar (ya me disculpará Richard Lester...) y que cuando acaba la película parece que le hayamos visto cantar y bailar, o qué me dicen de ese Mel Ferrer cuando le dice a Stewart Granger en Scaramouche (1952) : "Hoy habéis hecho vuestra última representación” y comienza aquel duelo que estará entre los cinco mejores de la historia, también hizo comedias e incluso hasta logró que nos interesaran las de Elvis Presley (Cita en Las Vegas, 1964)

En Barcelona pueden contemplar su firma en plena Rambla de Catalunya, algo que ya he recordado alguna vez, mejor no repetirlo, no sea caso que la quiten... Fue en julio de 1987 y vino al Festival de Cine de la Ciudad Condal donde fue homenajeado y se proyectó en una pantalla colocada en la Avenida de María Cristina la película que trato hoy, él declaró que hacía tres décadas que no la había visto y en las entrevistas que concedió dejaba constancia de que el cine como arte estaba ya muerto: “No se piensa en hacer películas sino en hacer el máximo de dinero. Ahora son gente de negocio, y no de cine, los que están al frente de los grandes estudios”. (o sea, lo que siempre se dice desde los 60 hasta ahora...) De Escuela de sirenas comentó que la recordaba con agrado, aunque tuvo que estar 6 meses con la cabeza mojada.


La Metro quería un producto que se pudiera comercializar en el mercado sudamericano, en aquellos tiempos se puso de moda esto, hasta Walt Disney hizo aquella de Los tres caballeros (1944), por suerte eran realizaciones que no solo buscaban el negocio como decía Sidney antes y ofrecían calidad. Para completar la operación hacía falta una estrella comercial y esta fue, casi sin pretenderlo a tal nivel, Esther Williams, una nadadora profesional que fue descubierta por el empresario y escritor de canciones Billy Rose (marido de Fanny Brice, sí, la Streisand en Funny Girl), y participó en un espectáculo acuático con Johnny Weismuller, el éxito le llevó a firmar un contrato en 1941 con la Metro, tenía también que participar en los JJOO de Helsinki, pero aquellos se suspendieron. Pero la fama que consiguió especialmente en Escuela de sirenas casi se puede decir que fue más importante que conseguir una medalla de oro. Fíjense que en los créditos aun aparece de segunda tras el nombre de Red Skelton

Sin embargo, quedó encasillada en películas que repetían más o menos la misma fórmula, corrió una frase que algunos se la atribuyeron a Louis B. Mayer y otros a Joe Pasternak que decía: "Mojada era una estrella, seca ya no”. Tal humillación le persiguió, aunque ella defendía que por aquel entonces los estudios no querían grandes actores, sino personalidades. Más de 20 películas en 20 años, la mayoría para los estudios del león, al final se retiró en 1961 con La fuente mágica dirigida por Fernando Lamas, este le pidió matrimonio (fue su tercer marido) y que dejara el cine. Como curiosidad, en 1987 la actriz vino a España (donde había vivido algunos años) para ser entrevistada por Terenci Moix en un programa que se llamaba “Más estrellas que en el cielo”. En una rueda de prensa para presentarla, el escritor le traducía al inglés algunas preguntas de la prensa, pero una de ellas fue sobre la frase antes mencionada, lo cual provocó el enojo de Moix que se negó a trasmitírselo porque lo consideraba una ofensa, en un artículo posterior el mismo escritor atribuía esas palabras a la antes mencionada Fanny Brice


Escuela de sirenas también nos sirve para recordar a Xavier Cugat, de esos catalanes universales hoy algo olvidados e incluso menospreciados. Verlo siempre era un espectáculo, tienen el archivo de TVE alguna que otra participación suya en programas donde hablaba de todo con ese cinismo que siempre le acompañó, desde sus relaciones con la mafia o sus cinco matrimonios. Probablemente esta sea su aparición en cine más famosa después de la de Bailando nace el amor con Rita Hayworth, nombre que siempre le gustaba recordar que se lo había puesto él, aquí aparece en tres antológicos números: El "Bim, bam, bum" cantado por Lina Romay así como el "Alma llanera" o el "The Thrill of a New Romance". Compartía cartel con otro de los grandes como Harry James que ofrecía otros cinco números.


 


 La trama, como verán, es completamente superficial, aunque bien planificada y que aprovechaba las facultades cómicas de Red Skelton, humorista muy popular en los EEUU. De hecho más de un gag que vemos está escrito por el mismísimo Buster Keaton en su etapa negra en el que ni siquiera aparecía acreditado. Y es que a pesar de la irrelevancia argumental (fíjense, un hombre para recuperar el amor de su vida se inscribe en la escuela donde ella enseña, pero el problema es que solo es para mujeres…) y volviendo al hilo de que aparte de negocio se buscaba también una calidad, esta se encontraba en nombres como el de Harry Strading en la fotografía, en una dirección artística formada por Cedric Gibbon (El mago de Oz), Stephen Gooson (Gilda) o Merryl Pye (Ziegfeld Follies).

Precisamente este ingenio lo da George Sidney en los planos de cuando tocan las orquestas de Cugat y James, para el primero utiliza unas sombras (que nos puede recordar a  Fantasía de Walt Disney) que le dan un toque mágico a la composición y para el segundo una sabia combinación de un primer plano de James con transparencias de sus músicos y acercándolos y alejándolos. Curiosamente Sidney juega con esa comicidad que le daba Xavier Cugat y le da más de un diálogo, aparte de abrir el film con él dibujándose una caricatura, en cambio a James no lo hace entrar en el argumento, pero esos primerísimos planos logran que no lo sintamos como un añadido.


 Escuela de sirenas hay que saber verla en su contexto, como una válvula de escape para evadirse durante una hora y media de los problemas o del calor como comentaba en broma al inicio, pero esta "evasión" fue realizada con talento y creatividad, por ello perduró en la memoria durante décadas. El cine actual sigue entreteniéndonos, muchos esperan la nueva de Marvel o la comedia familiar de Santiago Segura, pero al cabo de una semana probablemente la hayan olvidado. Ah está la diferencia...

01/08/2024

Teresa Gimpera "in memoriam": Las secretarias (1968)

 

Teresa Gimpera por Xavier Miserachs
Fuente: La Vanguardia

El pasado 23 de julio fallecía la actriz Teresa Gimpera a los 87 años, para ciertas generaciones su nombre iba unido al de la modernidad y deseos de libertad en una España que empezaba a despertar de la posguerra. Bautizada por muchos como la musa de la “Gauche Divine”, este era un movimiento intelectual de izquierdas que se mezclaba con la burguesía catalana y que se reunía en la discoteca Bocaccio de Barcelona, ahí estaban, entre otros muchos, Félix de Azúa, Terenci Moix, Gil de Biedma, Ricardo Bofill o las recientemente fallecidas Colita y Rosa Regás...Joan de Sagarra irónicamente denominó así en 1967 al grupo por estar compuesto de “pijoprogres” y "nens de casa bona". La imagen de ella tatuada se convirtió en todo un icono, con su desparpajo habitual declaraba que los artistas e intelectuales que se reunían ahí la tenían como si fuera suya.

Paralela a este y en el terreno cinematográfico nacía la "Escuela de Barcelona", la cual fue bastante efímera, nombres como los de Joaquim Jordà, José María Nunes, Pere Portabella, Jaime Camino, Gonzalo Suárez o Vicente Aranda pretendían crear otro tipo de cine lejano al comercial por entonces y situarse en las antípodas de las despectivamente llamadas “Españoladas”. Gimpera que protagonizó varias como Fata Morgana (su debut como protagonista en 1966) también fue la musa de estos junto a Serena Vergano.


La mayoría de medios estos días han resaltado en sus titulares lo de “la musa de la Gauche Divine”, cogemos unos cuantos y leemos en El Mundo:La Gauche Divine pierde a Teresa Gimpera: la musa de una época que vivió la muerte de su hijo por sida"; en La Vanguardia: Adiós a Teresa Gimpera, la musa de la Gauche Divine; en RTVE tras el titular de "Muere la actriz y modelo Teresa Gimpera a los 87 años" aparecía el subtítulo de “Gimpera fue conocida por ser la musa de la gauche divine y de la discoteca Bocaccio”, el ABC: "Teresa Gimpera: la intensa vida de una musa marcada por la trágica muerte de su hijo"....  En cambio no se ha hablado de su cine o mejor dicho de su trabajo como actriz que fue notable a pesar de que es cierto que una parte de sus películas eran prescindibles, ella misma lo decía, pero eso no quita olvidar su talento y profesionalidad ahí donde trabajó y habiéndola dirigido nombres entre otros como Víctor Erice, Fernando Fernán Gómez, José Luis Garci, Vicente Aranda, Antonio Mercero, Jorge Grau, Gonzalo Herralde, Pedro Lazaga, Jaime Camino o Vittorio de Sica, este último en Amargo despertar, película imposible de encontrar. Hitchcock también se fijó en ella e incluso realizó una prueba para la película Topaz.


La actriz combinaba esa imagen intelectual de izquierdas con su participación en el cine más o menos comercial y para muchos casposo, en una entrevista en El Mundo declaraba que “me criticaban y me decían que tenía que hacer películas más elevadas. Yo contestaba: ¿Y me vais a poner un sueldo igual a lo que gano cada mes?” Entre esas películas menos elevadas según la "Gauche Divine" estaba Las secretarias dirigida por Pedro Lazaga en 1968, se trataba de un guion de Pedro Masó con Rafael J. Salvia, la fórmula seguía el estilo de la "comedia Negulesco" que tan bien exprimieron unos años antes con Las chicas de la Cruz Roja por ejemplo, pero los tiempos cambiaban y adquirían estas un tono ya más melodramático y añadir con más fuerza temas sociales, aunque siempre con el envoltorio de comedia popular. Se narraba la historia de tres mujeres jóvenes: Julia (Sonia Bruno), Paula (Teresa Gimpera) y Loli (La Polaca), las cuales trabajan como secretarias en un edificio de oficinas, formaban todas ellas con sus historias una defensa del feminismo poco habitual por entonces, Masó tenía la fórmula de saber presentarlas sin que la censura le cortara demasiado. Casi se puede hablar de esta como parte de una trilogía formada por Las amigas (1969) del mismo Lazaga o Las colocadas (1972) con Masó de director.


Mis lectores habituales ya sabrán que soy un defensor de Pedro Lazaga, tenía un arte en montar e imprimir con buen ritmo casi todo lo que se le presentase, los créditos iniciales de muchas de sus obras siempre llamaban la atención y uno fácilmente se enganchaba y más con esas bandas sonoras de Antón García Abril. Cuando se estrenó Las secretarias no era tan mal vista, si repasamos a críticos como Ángel Martínez en La Vanguardia (16-2-69) comentaba que: “el gran acierto de Pedro Lazaga es el de haber sabido entrelazar las peripecias de las tres historias principales con una gran soltura. La cámara salta constantemente de una acción a otra. Lo hace siempre con oportunidad y una certera intuición de lo qué es emotivo, sentimental o cómico”, en cuanto la interpretación de la Gimpera comentaba que “confirma su clase, la calidad de su belleza y la diversidad de matices interpretativos, que hacen de ella una excelente actriz.

Al cabo de 20 años, y tras una purga de todo este cine, el mismo diario (19-8-92) a través del crítico Manuel Quinto escribía a raíz de un pase televisivo de la película la hilarante crítica de “El único interés de esta cinta reside en averiguar cuáles eran los mitos eróticos nacionales en cuanto las mujeres, a finales de los 60. Por lo demás, las aventuras sentimentales de estas secretarias madrileñas tienen el tufo de la peor de las moralinas, y la pobre Teresa Gimpera pecha con unos diálogos que parecen escritos por el padre Antoni Maria Claret.” (sic)

Ante todo decir que Teresa Gimpera ofrecía aquí una de sus mejores interpretaciones, Lazaga le sacaba todo ese punto dramático y expresivo, poder pasar de la comedia al drama sin que desentonase, sus gestos y su mirada causaban bastante empatía con el espectador, ya no era simplemente una cara bonita, en la película pueden ver escenas como cuando contempla el vestido de novia que nos permitían adentrarnos psicológicamente en su interior, el único "pero" es que no oíamos su verdadera voz al estar (excelentemente) doblada por Mari Ángeles Herranz. 

El guion permitía tratar temas como la diferenciación salarial, el derecho a la huelga, ironías con los sueldos de los funcionarios públicos (impagables Rafaela Aparicio y Florinda Chico con ese pluriempleo), denunciar el machismo e ironizar sobre la poca capacidad del hombre para trabajar solo, los personajes masculinos están tratados de forma peyorativa e incluso algún que otro diálogo que podría ser calificado de casposo sirve hoy en día para ver todo lo contrario y ser como una cámara objetiva en esa España de finales de los 60 y del desarrollismo en el tardofranquismo.

Recomiendo su visión, la tienen en FlixOlé y hace ya años fue editada en DVD, las otras dos también las pueden ver en la misma plataforma y poder disfrutar de una actriz que hubiera merecido bastante más en el denominado "Nuevo Cine Español" tras la muerte de Franco, pero paradójicamente se olvidaron de sus cualidades interpretativas: “Guion que me ofrecían, guion en el que tenía que aparecer desnuda y haciendo el amor (…) Me deprimía desnudarme sin ton ni son en películas casposas. No era por pudor, era por la mierda de cine que era” declaraba en una entrevista en La Razón del 27-6-2010. La actriz hasta llegó a retirarse y dedicarse a la restauración o abrir una escuela de modelos, José Luis Garci fue de los pocos que se acordó de ella y le dio un papel importante en Asignatura aprobada (1987), aquí también doblada, en este caso por María de Puy. Su voz original sí estaba en El espíritu de la colmena cuyo tráiler han podido ver en este artículo. 


El reportero (Michelangelo Antonioni, 1975)

La figura del director Michelangelo Antonioni con el tiempo ha sufrido evoluciones que van desde quienes lo consideran todo un genio del sé...