Escuela de sirenas (George Sidney, 1944)

 


Mientas escribo este artículo el mercurio llega a 41... ¿Qué tal si nos olvidamos y vemos una película con mucha agua, alegre, sin una trama para pensar demasiado, reírnos algo y con una música que nos levante el ánimo? Pues una posible respuesta sea Escuela de sirenas (Bathing Beauty, 1944). Por favor, no se me vayan, ya sé que más de uno pensará que ya viene este con una película de hace 80 años y encima musical...



Para quien se haya quedado, empiezo por el director George Sidney, un nombre que hoy en día está poco reivindicado, incluso hasta desconocido para la cinefilia más joven (grave error), además de musicales realizó un buen número de películas de aventuras con el mismo estilo, decía que los ruidos de las espadas funcionaban como los sones de las canciones y ahí teníamos a un Gene Kelly de D´Artagnan en su versión de Los tres mosqueteros (1948) que nadie ha sabido mejorar (ya me disculpará Richard Lester...) y que cuando acaba la película parece que le hayamos visto cantar y bailar, o qué me dicen de ese Mel Ferrer cuando le dice a Stewart Granger en Scaramouche (1952) : "Hoy habéis hecho vuestra última representación” y comienza aquel duelo que estará entre los cinco mejores de la historia, también hizo comedias e incluso hasta logró que nos interesaran las de Elvis Presley (Cita en Las Vegas, 1964)

En Barcelona pueden contemplar su firma en plena Rambla de Catalunya, algo que ya he recordado alguna vez, mejor no repetirlo, no sea caso que la quiten... Fue en julio de 1987 y vino al Festival de Cine de la Ciudad Condal donde fue homenajeado y se proyectó en una pantalla colocada en la Avenida de María Cristina la película que trato hoy, él declaró que hacía tres décadas que no la había visto y en las entrevistas que concedió dejaba constancia de que el cine como arte estaba ya muerto: “No se piensa en hacer películas sino en hacer el máximo de dinero. Ahora son gente de negocio, y no de cine, los que están al frente de los grandes estudios”. (o sea, lo que siempre se dice desde los 60 hasta ahora...) De Escuela de sirenas comentó que la recordaba con agrado, aunque tuvo que estar 6 meses con la cabeza mojada.


La Metro quería un producto que se pudiera comercializar en el mercado sudamericano, en aquellos tiempos se puso de moda esto, hasta Walt Disney hizo aquella de Los tres caballeros (1944), por suerte eran realizaciones que no solo buscaban el negocio como decía Sidney antes y ofrecían calidad. Para completar la operación hacía falta una estrella comercial y esta fue, casi sin pretenderlo a tal nivel, Esther Williams, una nadadora profesional que fue descubierta por el empresario y escritor de canciones Billy Rose (marido de Fanny Brice, sí, la Streisand en Funny Girl), y participó en un espectáculo acuático con Johnny Weismuller, el éxito le llevó a firmar un contrato en 1941 con la Metro, tenía también que participar en los JJOO de Helsinki, pero aquellos se suspendieron. Pero la fama que consiguió especialmente en Escuela de sirenas casi se puede decir que fue más importante que conseguir una medalla de oro. Fíjense que en los créditos aun aparece de segunda tras el nombre de Red Skelton

Sin embargo, quedó encasillada en películas que repetían más o menos la misma fórmula, corrió una frase que algunos se la atribuyeron a Louis B. Mayer y otros a Joe Pasternak que decía: "Mojada era una estrella, seca ya no”. Tal humillación le persiguió, aunque ella defendía que por aquel entonces los estudios no querían grandes actores, sino personalidades. Más de 20 películas en 20 años, la mayoría para los estudios del león, al final se retiró en 1961 con La fuente mágica dirigida por Fernando Lamas, este le pidió matrimonio (fue su tercer marido) y que dejara el cine. Como curiosidad, en 1987 la actriz vino a España (donde había vivido algunos años) para ser entrevistada por Terenci Moix en un programa que se llamaba “Más estrellas que en el cielo”. En una rueda de prensa para presentarla, el escritor le traducía al inglés algunas preguntas de la prensa, pero una de ellas fue sobre la frase antes mencionada, lo cual provocó el enojo de Moix que se negó a trasmitírselo porque lo consideraba una ofensa, en un artículo posterior el mismo escritor atribuía esas palabras a la antes mencionada Fanny Brice


Escuela de sirenas también nos sirve para recordar a Xavier Cugat, de esos catalanes universales hoy algo olvidados e incluso menospreciados. Verlo siempre era un espectáculo, tienen el archivo de TVE alguna que otra participación suya en programas donde hablaba de todo con ese cinismo que siempre le acompañó, desde sus relaciones con la mafia o sus cinco matrimonios. Probablemente esta sea su aparición en cine más famosa después de la de Bailando nace el amor con Rita Hayworth, nombre que siempre le gustaba recordar que se lo había puesto él, aquí aparece en tres antológicos números: El "Bim, bam, bum" cantado por Lina Romay así como el "Alma llanera" o el "The Thrill of a New Romance". Compartía cartel con otro de los grandes como Harry James que ofrecía otros cinco números.


 


 La trama, como verán, es completamente superficial, aunque bien planificada y que aprovechaba las facultades cómicas de Red Skelton, humorista muy popular en los EEUU. De hecho más de un gag que vemos está escrito por el mismísimo Buster Keaton en su etapa negra en el que ni siquiera aparecía acreditado. Y es que a pesar de la irrelevancia argumental (fíjense, un hombre para recuperar el amor de su vida se inscribe en la escuela donde ella enseña, pero el problema es que solo es para mujeres…) y volviendo al hilo de que aparte de negocio se buscaba también una calidad, esta se encontraba en nombres como el de Harry Strading en la fotografía, en una dirección artística formada por Cedric Gibbon (El mago de Oz), Stephen Gooson (Gilda) o Merryl Pye (Ziegfeld Follies).

Precisamente este ingenio lo da George Sidney en los planos de cuando tocan las orquestas de Cugat y James, para el primero utiliza unas sombras (que nos puede recordar a  Fantasía de Walt Disney) que le dan un toque mágico a la composición y para el segundo una sabia combinación de un primer plano de James con transparencias de sus músicos y acercándolos y alejándolos. Curiosamente Sidney juega con esa comicidad que le daba Xavier Cugat y le da más de un diálogo, aparte de abrir el film con él dibujándose una caricatura, en cambio a James no lo hace entrar en el argumento, pero esos primerísimos planos logran que no lo sintamos como un añadido.


 Escuela de sirenas hay que saber verla en su contexto, como una válvula de escape para evadirse durante una hora y media de los problemas o del calor como comentaba en broma al inicio, pero esta "evasión" fue realizada con talento y creatividad, por ello perduró en la memoria durante décadas. El cine actual sigue entreteniéndonos, muchos esperan la nueva de Marvel o la comedia familiar de Santiago Segura, pero al cabo de una semana probablemente la hayan olvidado. Ah está la diferencia...

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