El gran Houdini (1953)
Seguimos con el verano en el que los telediarios
siguen calentando más el mercurio y en el que a todas horas vemos deportes,
primero la Eurocopa, luego los JJOO de París, en los que vimos en la ceremonia de clausura a Tom Cruise
realizando una acción ya nada imposible para él, pero entre todo esto se
coló una sesión de "escapismo" en Barcelona que casi ha sido más comentada que
todo lo anterior. Pero para no meternos en ciertos jardines, mejor hablar del
maestro en este tipo de acciones que no era otro que Harry Houdini (Budapest
1874-Detroit-1926), el cual escapó de cuerdas, cadenas, camisas de fuerza,
baúles o hasta de una celda…
Todas esas habilidades del mago y prestidigitador no podían quedar al margen del cine y empezaron a
idearse guiones de su vida, incluso la Fox, según parece, tenía ya muy avanzado
un acuerdo con Burt Lancaster como prtagonista pero al final fue Paramount la que, a raíz de un
libro escrito por Harold Kellock, dio luz verde al proyecto: El gran Houdini (Houdini 1953). No se trataría de
realizar una gran película, pero sí que reuniese el glamour y la calidad
habitual de los estudios. Así pues, no faltaría el vestuario de Edith Head ni la
dirección artística de Hal Pereira entre otros.
La producción serviría para lanzar al estrellato a un jovencísimo Tony Curtis y de paso juntarlo con Janet Leigh, la pareja trabajaría en cuatro títulos más: Coraza negra (1954), Los vikingos (1958), Vacaciones sin novia (1958) y ¿Quién era esa chica? (1960). Formaron matrimonio entre 1951 y 1962 y fruto de este nacieron las actrices Kelly y Jamie Lee Curtis.
La química entre ellos es uno de los pilares de este film dirigido por George Marshall, un nombre que a simple vista quizá no diga demasiado, pero que llegó a meterse entre cortos, películas y productos para la televisión nada menos que 187 veces desde 1916, dirigió cortos y varias de las películas más populares de Stan Laurel y Oliver Hardy, de Bob Hope o de las primeras de la pareja Lewis-Martin, destacan también westerns como Arizona (1939) o del cine negro como La Dalia azul (1946). Su nombre es también recordado por haber realizado uno de los episodios de La conquista del oeste (1962).
El gran Houdini tenía de guionista al controvertido Philip Yordan,
ya sabrán que detrás de su nombre se escondían varios perseguidos por la caza
de brujas y se llegó a decir que tenía en su sótano más de uno pasándole los trabajos. Él aseguraba que cómo iba a ser cierto si no sabía nada de política y que el primer
periódico que leyó fue a los 50 años y no vio la televisión hasta los 70. El guion exprimía bien toda la química de la pareja protagonista,
así como la versatilidad de Tony Curtis. No se buscaba demasiada profundidad en
los diálogos, pero resultaban efectivos para el gran público como cuando le envían una citación
judicial a él en plena actuación y exclama que no se va a librar de la cárcel, entonces ella le contesta que antes le baje de donde está. Hay temas secundarios que sin
ahondar tampoco demasiado, se entienden bien: el afecto de él hacia su
madre que va apareciendo a lo largo del metraje, su perfeccionismo ya ensayando en su noche de bodas o incluso su denuncia con el tema de las sesiones espiritistas.
Producida por George Pal que había obtenido recientemente un gran éxito para la Paramount con La guerra de los mundos (1953), conjuga también un presupuesto limitado con una exquisita ambientación de estudio donde no vemos apenas exteriores. Destaca la luminosidad de los diferentes rótulos de cada local donde actúa, la partitura de Roy Webb aporta buen ritmo en todo momento. Cada una de las actuaciones es entretenida y lo más seguro es que la película acabe gustando. Eso sí, no busquen veracidad a todo lo que se cuenta, la muerte se produjo de otra manera... Curiosa también la manera que tiene de acabar la película, bastante dramática y algo abrupta... El gran Houdini hoy en día es algo complicada de ver si no tienen el DVD que salió la década pasada.
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